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REBOTES DE IDENTIDAD...

Aproximaciones

"Si mi mejor juguete
fue redondo
Y mano a mano,
nadie pudo más
porque al final de cuentas sólo tuve
esa posible forma de ganar"

Héctor Negro, "Desde el tablón".
Afortunadamente, cada vez más la actividad académica fue volcándose hacia campos menospreciados en otros tiempos. Así como en algún momento ciertos fenómenos de la comunicación masiva ni siquiera eran tenidos en cuenta en las altas casas de estudio, el progreso de las investigaciones va colocando (o al menos admite) al deporte como una práctica insoslayable en nuestra cultura, como un ámbito de análisis dentro de ese amplio espectro que son los Estudios Culturales. Por lo tanto, entre los hechos que inciden en la importancia social del deporte podemos, de forma preliminar y resumida, destacar:
"1) el hecho de que el deporte ha cobrado fuerza como uno de las principales fuentes de emoción agradable; 2) el hecho de que se ha convertido en uno de los principales medios de identificación colectiva y 3) el hecho de que ha llegado a constituirse en una de las claves que dan sentido a las vidas de muchas personas" (Elias & Dunning, 1992: 266).
Ciertos deportes funcionan en nuestro país como verdaderos focos de identificación regional, dentro de una situación económico social en donde un estado centralizador deja muy pocas oportunidades para un interior expectante de las limosnas provenientes del gobierno central. Y el básquet parece confirmar que "las adhesiones más vigorosas a la ciudad en el sentido más amplio de la expresión (pues los hinchas pertenecen a la región y no solamente a la ciudad strictu sensu) son de tipo Ğdeportivoğ y los simbolismos más elementales encuentran aquí (dos o tres letras, uno o dos colores) una vitalidad y una eficacia nuevas" (Augé, 1995: 160). De esta manera, la posibilidad de tener un equipo deportivo en el máximo nivel de competencia contribuye a solidificar la imagen de una ciudad. Así es que, a pesar de que no siempre el básquet pudo aprovecharlo, "el fútbol, y otros deportes, son factores en la estrategia usada para atraer inversores, porque desde las leyes de descentralización, las ciudades han estado compitiendo con cada otra en ese sentido" (Mignon, 1994).

No es intención de este trabajo proponer un modelo de construcción de identidades omniabarcador, sino referirse sólo a uno de los tantos aspectos que contribuyen para que los sectores urbanos adquieran nuevos sentidos de pertenencia dentro de una sociedad en crisis, gobernada por la incertidumbre y la volatilización de los viejos sistemas de representación social y política. Porque aunque se torne complicado discutir las tendencias hacia la desterritorialización y globalización de la cultura, todavía es posible observar la formación de identidades apoyadas en lo local. No debe leerse esto como una negación de la fortaleza de los procesos de globalización y desterritorialización de ciertas prácticas, pero todavía es posible encontrar (y el básquet es un ejemplo) fenómenos de localización territorial y simbólica, algo que desarrolla Aníbal Ford (1994) en la contrametáfora del "conventillo global" para refutar la utopía homogenizadora de Mc Luhan. Y los deportes han demostrado durante este siglo ser prácticas capaces de aglutinar multitudes fieles guiadas por pasiones a veces difíciles de entender. En lo que sigue se intentará una aproximación a una de esas prácticas masivas deportivas que es el básquet de Liga Nacional. Un fenómeno que en el interior le ha disputado, y lo sigue haciendo, el predominio de los gustos urbanos al fútbol.

En lo fundamental se toman conceptos teóricos que abordan el deporte desde la dimensión ritual para tratar de desentrañar la compleja red de significaciones que su desarrollo implica. Además, debido a que constituyen el casi exclusivo material disponible, los estudios enfocados en el fútbol sirven de base ineludible para un acercamiento teórico hacia este fenómeno que es el básquet de la Liga Nacional.


Un poco de historia

"Cuando todo era nada,
era nada el principio.
El era el principio
y de la noche hizo luz"
Vox Dei, "Génesis".
La despareja acumulación económica en diversas regiones de la Argentina impide, por ejemplo, que en el deporte número "uno" del país, el fútbol, una actividad de primer nivel nacional pueda ser solventada con pretensiones de llegar a los primeros planos. Eso lleva a que con la exclusiva excepción de Rosario, todos los equipos importantes provengan de Capital Federal y de su populoso conglomerado urbano. Pero otros deportes, el básquet especialmente, han permitido que el federalismo prometido desde que estas tierras se independizaron de la Corona Española, pueda llevarse a cabo ante el asombro de muchos dirigentes de otros deportes que no alcanzan a comprender el fenómeno provocado por esa Liga Nacional creada en 1985. En este caso, el básquet al igual que el fútbol es:
"un foco de una extraordinaria variedad de posibilidades de identificación, al modularlas de acuerdo a los hábitos específicos de las diferentes categorías de espectadores: identificación, por supuesto, con una ciudad, una región, con una firma o compañía en términos del estilo del equipo del que uno es hincha; una identificación preferencial con tal y tal tipo de jugador de acuerdo a las cualidades (fuerza, fineza, sentido de organización...) que son valoradas en un propio universo cultural y práctica profesional; la identificación de un equipo o club con una imagen ideal de vida colectiva; la identificación de una drama que constituye el juego con sus experiencias (felices o infelices) de la propia experiencia personal de un sujeto" (Bromberger y otros, 1993).
Así, el básquet, de igual manera que otras prácticas culturales de relevancia, nos fuerza a discutir "lo integrado y lo excluido, las formas de incorporación y expulsión, los sujetos que elaboran las clasificaciones, los sujetos interpelados por esas clasificaciones" (Alabarces, 1993).

La idea central es detectar los mecanismos de identificación regional que operan y operaron a través del básquetbol particularmente. Poblaciones pequeñas que alcanzaron cierta repercusión nacional (Firmat, Gálvez, Cañada de Gómez, General Pico), ciudades de importancia que sólo encontraron en el básquet a una actividad exitosa en deportes de conjunto (Mar del Plata, Córdoba) y hasta provincias enteras detrás de un equipo empujado entre sombras por el poder político (Neuquén en los inicios de la Liga, San Luis hasta hace un tiempo y La Rioja actualmente). Todos ellos proyectos gestados en algunos casos por esfuerzos individuales y desinteresados y, en otros, por políticos abocados a promocionar sus propios desempeños gubernamentales dentro y fuera de sus provincias.

La génesis social del básquet nacional permitió que los aficionados de este deporte pudieran encontrar en sus lugares de origen un equipo por quien depositar sus esperanzas. No se da el mecanismo del fútbol, en el cual se llega a preferir a un club de la Capital antes que a uno de su propio lugar de nacimiento o residencia. Merece aclararse que no se intentará colocar al básquet en el mismo lugar que el fútbol. Ambas son prácticas sociales de masas de gran importancia, pero lo que conlleva el fútbol a su paso difícilmente pueda ser igualado en nuestro país, por lo menos en un futuro cercano, por otra disciplina deportiva. El básquet es de todas maneras un importante fenómeno de cultura urbana, que escapa al predominio capitalino y que se ha transformado en un deporte de masas en el interior de país. Se toma entonces al básquet como una práctica masiva más, como un deporte emergente que ha permitido que zonas tradicionalmente postergadas puedan obtener el protagonismo negado en otras áreas.

Tiempo antes de que la Liga Nacional se transformara en el mejor ejemplo de que es posible un verdadero federalismo en el deporte de alta competencia, eran los Campeonatos Argentinos de Básquet 6 aquellos certámenes que se caracterizaban por una amplia y pareja representación de distintas regiones del país: fue así que se los denominó "el más argentino de los campeonatos". Si bien estos torneos argentinos se siguen disputando, hasta con cierto éxito, lejos quedaron de ser las competencias que el básquet argentino esperaba durante todo el año, como ocurría entonces. La Liga Nacional los sepultó, como único sostén de competencia federal, y hoy acapara la casi exclusividad de las expectativas de la gente de este deporte. Cuando en la primera mitad de la década del '80 fue aceptada la propuesta del entrenador León Najnudel, de crear un certamen de alcance para todo el país, la historia cambió. Había llegado el momento del definitivo despegue del básquet nacional. La transición de 1984 que tuvo a Deportivo San Andrés (campeón esa temporada) y River Plate como principales animadores marcó que este nuevo modelo tenía buenas perspectivas de funcionar ya que integraba en un mismo nivel de competencia a todo el país. El predominio de las grandes ciudades era marcada. Capital Federal y su zona de influencia tenían los mejores equipos, Ferro Carril Oeste (campeón luego en 1985 y 1986, subcampeón mundial de clubes en el '86), River Plate (habitual semifinalista de las primeras ligas) y San Andrés. Después venían claramente Córdoba (Atenas y Asociación Española) y Bahía Blanca 7 (Estudiantes, Olimpo y Pacífico).

Sin embargo, de a poco se fueron formando equipos importantes en ciudades desconocidas para el gran público: Firmat y Cañada de Gómez por ejemplo. Una tendencia que se prolongaría hasta llegar a una liga 94-95 con una campeón de la ciudad de General Pico (La Pampa) y con sólo dos escuadras de Capital Federal, una sola de ellas (Boca Juniors) de activo protagonismo. La temporada 95-96 ratificaría esta tendencia con el campeonato obtenido por Olimpia de Venado Tuerto.

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Lecturas: Educación Física y Deportes. Año 2, Nº 5. Buenos Aires. Junio 1997