POLITICAS DE INVESTIGACION EN LOS INSTITUTOS DE EDUCACION FISICA *
Rodolfo Rozengardt (Arg.)

Frente al desafío de abrir un tema esencialmente polémico como el de las políticas de investigación, intentaré desarrollar algunos elementos que hacen a un discurso político o de políticas y a una intervención desde la lógica de la investigación. Espero sepan disculpar las dificultades que se me presentarán.

Pensando en el desarrollo de esta temática, me hice algunas preguntas:

¿Qué implicancias tiene la actividad de investigación en EF? ¿Quién investiga en nuestra área? ¿Para qué? ¿Desde qué perspectivas? ¿Cuál es la función de las instituciones formadoras (IF)? ¿Qué inserción tiene y debería tener la actividad de investigación en ellas?
Para intentar encontrar algunas respuestas, me pareció que tenía que caminar por el cruce de dos campos:
En ambos casos, identifico, en la dirección de Marta Souto, 1 un campo de prácticas, un campo de conocimientos y un campo de investigación.

Primero intentaré encuadrar el campo de la EF.

Un campo particular está definido por unas acciones e ideas que responden a un mismo género de preocupaciones o que abordan una temática similar. Se construye en torno de un conjunto de acciones prácticas que realizan grupos de personas, en cierto marco cultural. 2

El campo propio de la Educación Física se inscribe en el intercambio de la oferta y la demanda de actividades motrices que realizan diferentes públicos, en distintas instituciones, más sus ideas sustentadoras, las representaciones que los actores poseen acerca de ellas.

Se pueden distinguir en este campo propio de la EF tres subcampos que se articulan:

1. Una actividad práctica corporal motriz que realizan sujetos pertenecientes a diferentes franjas de población. Estas prácticas se instalan en instituciones de diversa característica. Actividades gimnásticas, deportivas, de "fitness", juegos motores, actividades y deportes al aire libre, ejercicios vinculados con la salud, el ocio, el aprendizaje. Son prácticas sociales en cuanto está presente (directa o indirectamente), la cultura, el intercambio con otros, los valores y las relaciones sociales.

Llamo a este sector el campo de la práctica corporal.

2. Una actividad práctica que realiza el especialista en EF para la asistencia, conducción, planificación, enseñanza, de una serie de prácticas corporales y motrices con diferentes franjas de la población. Esta tarea del especialista en EF puede desarrollarse en diferentes ámbitos ya que las mencionadas prácticas corporales adquieren múltiples variantes y ámbitos de inserción. Aún manteniendo criterios científicos y una misma concepción global acerca de la persona y de la propia tarea, ésta adquiere características particulares y objetivos diferentes de acuerdo al encuadre institucional en que se aborda. Los objetivos de la escuela son diferentes a los de un club o un gimnasio privado, pero la práctica motriz está presente en los tres lugares y en todos requiere de un especialista que posea las herramientas para conocer la institución, los condicionantes, efectos y formas de enseñar y dirigir las prácticas corporales.

Este segundo sector lo identifico como el campo de la práctica de intervención.

3. Una actividad teórica destinada a conocer y fundamentar la tarea. Se trata, por un lado, del conocimiento descriptivo de las prácticas corporales, sus fundamentos biomecánicos, fisiológicos, psicológicos, sociológicos, sus componentes técnicos, tácticos y estratégicos, las causas y modificaciones de la actividad, sus relaciones con otros aspectos de la cultura. Se trata de una actividad científica, que algunos autores califican como las ciencias de la actividad física y el deporte, otros hablan de ciencia del movimiento o alguna otra denominación. Por otro lado, se trata de una serie de conocimientos que refieren a la mejor intervención sobre las prácticas corporales antes descriptas. Es un saber que podríamos denominar didáctico y se compone de conocimientos científicos, de valores morales, de convicciones políticas, de estrategias artísticas, de pensamientos intuitivos.

Este subcampo constituye el campo de la teoría.

En cuanto a la formación de formadores, se trata de "un campo de prácticas orientado hacia valores, construido en y a partir de la realidad social, económica, política, cultural, laboral y de las representaciones sociales y psíquicas de los actores". Estas prácticas surgen en sistemas integrados de formación, con características variadas. Se organizan en marcos institucionales que le dan continuidad, encuadre y direccionalidad política.

"Se trata también de un campo del conocimiento que se preocupa por la inteligibilidad de las acciones de formación y construye conceptualizaciones teóricas para facilitar la comprensión del complejo campo de prácticas de donde aquellas surgen.
(...) Por último, de un campo de investigación que busca construir conocimientos y plantear problemas aún no resueltos a partir del estudio de las prácticas, de las situaciones, de los sujetos, de las instituciones de formación de formadores." 3
Según esta primera y sintética caracterización, desde ambas perspectivas se vislumbra un territorio fértil para la investigación y necesitado de ella.

NUESTROS INSTITUTOS FORMADORES
Los institutos de educación física en la Argentina tienen una tradición de 90 años. Desde el primero que surge por insistencia del Dr. Romero Brest en 1906/7, los de la segunda ola de mediados de siglo y los incontables que se fueron generando en los últimos 15/20 años, todos heredan la tradición normalista de la formación de maestros.

La práctica social de enseñar, es vista como normalizadora, es decir, uniformadora y homogeneizadora. Se trataba de una exposición de conocimientos sistemática, objetiva y metódica. El normalismo supone que es necesario acercar un cuerpo ordenado de conocimientos fundados a todos los sujetos desprovistos de él, con la finalidad de homogeneizar el sujeto social. Al normalismo le corresponde una epistemología que apele `a los hechos', a lo verificable, a lo repetible, a lo no contradecible. "La ideología positivista de la función de la ciencia y la forma enciclopédica de comprender el universo del saber, fueron los verdaderos sostenes y soportes del normalismo en la enseñanza." 4

Es así que encontramos una formación de tipo enciclopedista en la que sólo vale el saber específico del docente y no se distingue entre el saber y el saber enseñar.

Esto es particularmente grave en nuestro campo porque se confunden las prácticas motrices con las prácticas de intervención sobre ellas. La tarea del PEF no es la de "hacer ejercicios", sino la de enseñarlos.

La enseñanza de las ciencias se estructura sobre la base de la lógica de construcción de cada ciencia particular en una hipótesis puramente deductiva del pensamiento y del conocimiento. El modelo didáctico es predominantemente deductivo planteado desde la formación general e inespecífica a la particular. No está pensada con una lógica de utilización del saber, es decir, con una mirada propia de la EF como campo problemático.

El saber es algo dado, constituido, estático, a-histórico, desintegrado. "El conocimiento del profesor se concibe más bien como una acumulación de los productos de la ciencia y la cultura que como la comprensión racional de los procesos de investigación y su tarea docente como la exposición clara y ordenada de los componentes fundamentales de las disciplinas del saber." 5

Encontramos también requerimientos de tipo tecnicista de la mano de las "metodologías" que, inspiradas en el pensamiento científico, se aplican como fórmulas de validez universal. El profesor es visto como un técnico que aplica fórmulas y conceptos desarrollados en otras áreas y sólo tiene que evaluar su aplicación y medir sus resultados. 6

Por otro lado compartimos con el resto del Nivel Superior no Universitario la función que tradicionalmente se le ha asignado en relación con el conocimiento. El nivel terciario en la Argentina siempre estuvo pensado para la reproducción de un saber producido en otros ámbitos. No diré ninguna originalidad si realizo una enumeración como la siguiente: no existe estructura ni tradición de investigación, no hay equipos institucionales de investigadores, no hay continuidad de estudios para los egresados que son sólo eso (egresados y no graduados), no hay reconocimiento de los títulos docentes en el mundo académico, etc.

Este modelo de institución superior cuadró siempre bien con el concepto de profesor-técnico, transmisor y no productor de conocimientos.

Si asociamos este modelo con la indiferencia del mundo universitario a las manifestaciones de lo corporal y en particular a su negación de desarrollar ciencia vinculada con este campo del hacer y sus problemáticas de enseñanza, se completa el panorama del lugar institucional que nuestro país ha reservado a la cultura corporal, a la EF.

No puedo cerrar este párrafo sin mencionar el aspecto positivo que han jugado nuestros institutos en el resguardo del campo específico y no me refiero sólo al aspecto laboral sino entendiendo éste como un campo del saber.

La nueva legislación educativa no establece con claridad un modelo diferente de institución superior. 7

[sigue]


Lecturas: Educación Física y Deportes, Año 1, Nº 3. Buenos Aires. Dic. 1996