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Estilo y virtudes masculinas en El Gráfico: la creación del imaginario del fútbol argentino
Eduardo P. Archetti


El fútbol como un producto y un ejemplo de lo criollo
A partir de 1928 El Gráfico desarrolla la teoría de las dos fundaciones del fútbol argentino: la primer fundación será británica y la segunda será criolla. Uno de los argumentos utilizados alude al origen étnico de quienes lo practicaban en los equipos más famosos y, a la vez, integraban el equipo nacional. En la fundación británica, desde 1887 hasta 1912 -cuando se quiebra la hegemonía del club Alumni, el "glorioso club británico"-, los jugadores de origen británico predominan:

"...fueron ingleses venidos al Río de la Plata los primeros que practicaron el juego y siguieron practicándolo sus hijos incorporados en colegios ingleses tal cual se hace hoy con otros deportes como el cricket. Tuvo pues el football rioplatense su origen inglés en sus primeras prácticas y la primera lección de técnica superior estuvo a cargo del Southampton, y luego el Nottingham Forest, Everton, Tottenhan Hotspur, etcétera. Todo completamente inglés, como puede verse y apreciarse en nuestros famosos cracks de nuestra iniciación en el football que se llamaron Brown, Weiss, Lett, Ratcliff, Buchanan, Moore, Mack, Leonard, Watson Hutton y tantos otros cuyos nombres no difieren en nada de los que practican el football en la Rubia Albión" (mi subrayado) (El Gráfico, 1928, 470: 15)6 .

La fundación criolla comienza en 1913, cuando el Racing Club, sin un solo jugador de origen británico, conquista el campeonato de primera división por primera vez. A partir de ese momento los clubes "británicos" pierden su peso futbolístico y sus jugadores desaparecerán de los equipos nacionales. Según El Gráfico este cambio ha sido posible ya que:

"...cuando el football comenzó a difundirse, dejaron de ser los cracks nombres británicos para transformarse en apellidos puramente latinos, especialmente italianos y españoles, como García, Martínez, Ohaco, Olazar, Chiappe, Calomino, Laforia, Isola, etcétera" (mi subrayado) (El Gráfico, 1928, 470: 15).

Es interesante observar que lo "criollo" se define a partir de la predominancia de apellidos españoles e italianos. Lo "criollo" pasa a ser una fundación de los hijos de inmigrantes "latinos". Los hijos de inmigrantes "ingleses" nunca fueron concebidos como "criollos", no se transformaron en "criollos" jugando al fútbol. ¿Cómo explicar estas diferencias? El razonamiento puramente genealógico da lugar a un razonamiento fundado sobre estilos de jugar. Los estilos, a su vez, van a estar basados en las diferencias étnicas conceptualizadas como diferencias de carácter y en la forma en que se estructuran los sentimientos y las prácticas corporales. Luego de que los hijos de inmigrantes latinos hayan hechos suyo el fútbol, a partir de mediados de la primera década del siglo, El Gráfico explica:

"...es lógico que con el correr de los años, toda la influencia sajona del football haya ido desapareciendo para dar paso al espíritu menos flemático y más inquieto del latino... Inspirados en la misma escuela que los británicos, bien pronto los latinos fueron modificando la ciencia del juego e hicieron una propia, hoy ampliamente reconocida... ella se diferencia de la inglesa en que es menos monocorde, menos disciplinada y metódica, pues no sacrifica el individualismo en homenaje a la suma colectiva de los valores. En el football inglés todo tiende a destruir la acción personal para formar un todo sólido, de manera que un team no se cuenta por sus hombres separadamente, sino para la acción uniforme de todo un conjunto. De ahí que el football británico será realmente poderoso y tenga la fuerza regular e impulsiva de una verdadera máquina, pero es monótono porque siempre es igual y uniforme. El football rioplatense, en cambio, no sacrifica enteramente la acción personal y utiliza más el dribbling, el esfuerzo personal generoso, tanto en los hombres de ataque como de defensa, por consecuencia, un football más ágil y vistoso" (mi subrayado) (El Gráfico, 1928, 470: 15).

En este texto aparecen un conjunto de oposiciones simétricas que serán sistemáticamente desarrolladas por El Gráfico. Lo "británico" aparece identificado con lo flemático, la disciplina, el método, lo colectivo, la fuerza y el poder físico7. Estas virtudes ayudan a concebir un estilo como una "máquina", es decir repetitivo. El autor reconoce que este estilo permite conceptualizar el fútbol británico como "perfecto", es decir industrialmente perfecto. Lo "criollo", gracias a la influencia latina, es exactamente lo contrario: inquieto, individualista, menos disciplinado, basado en el esfuerzo personal, ágil y virtuoso8. Gracias a estas características, concluye el autor, es posible imaginar al fútbol rioplatense como imperfecto y por lo tanto sujeto a desarrollarse cuando se declare el profesionalismo. Posteriormente, ya entrada la década del '40, a la idea de "máquina" se opone la idea de "arte", en el sentido de la interpretación artística musical. Se dirá que los argentinos no "juegan al fútbol" sino que "tocan fútbol", ya que son como virtuosos que tocan el piano o el violín. Por ello, un gran equipo de fútbol será como una orquesta compuesta por grandes individualidades (El Gráfico, 1941,1124: 18). Lo típico del fútbol argentino pasará a ser el toque de pelota, el toque corto y veloz.

Es necesario retener virtudes corporales opuestas que, identificadas como "británicas" y "criollas" han de sufrir una posterior transformación. Las virtudes corporales inglesas aparecen asociadas a "la fuerza y el poder físico" mientras que las virtudes de los criollos tienen que ver con la agilidad y la virtuosidad de los movimientos. La metáfora de la "máquina" como opuesta a la creatividad individual es una constante en el imaginario futbolístico argentino. Lo "británico" se asocia a lo industrial y lo "criollo" a un sistema social preindustrial. Frente a la máquina, o sea lo repetitivo, lo típicamente "criollo" debe ser el "dribbling". El "dribbling", que luego se llamará "gambeta" (palabra que viene de la literatura gauchesca y alude al movimiento del avestruz al correr), es algo eminentemente individual y no se puede programar, es lo opuesto al juego industrial colectivo de una máquina.

Para 1928 lo "criollo" ha adquirido características propias. La "fundación" del "estilo criollo" tiene que tener una fecha, un actor y un evento preciso: el Racing Club que en 1913 desaloja como campeón al Alumni, el club hegemónico por años y años, representante no sólo de la "fundación" británica del fútbol sino también del "estilo británico". Uno puede concebir un estilo propio de jugar al fútbol como algo realmente imaginario, pero, por lo general, sale de la comparación con otros estilos como los textos arriba citados lo indican9. Sin embargo, entre 1913 y 1928 transcurren quince años y es posible imaginar que el pasaje del estilo británico al criollo se fue haciendo de un modo paulatino. En esa transformación la mirada del "otro lejano", los europeos, y del "otro cercano", los uruguayos, será importante.

El Gráfico (1923, 190: 4) sostiene tempranamente que el fútbol llegará a ser el deporte fundamental en la Argentina, ya que permite que una nación se exprese a través de su equipo nacional. Esto, enfatizan, no puede darse a través de los deportes individuales. Participar del equipo nacional exige a los jugadores elegidos una alta conciencia nacional, ya que deben postergar sus intereses particulares de jugadores de clubes diferentes. Al mismo tiempo el editorialista observa que las diferencias nacionales, las diferencias entre estilos, se pueden ver mejor en un partido de fútbol que en cualquier otra competencia deportiva. Podemos leer que:

"Entre los sudamericanos existen ya esas diferencias de estilo. Los argentinos se han distinguido por rápidas arremetidas a pases largos, terminados con potentes shots. Un juego muy distinto es el de los uruguayos, quizás más brillante pero menos eficaz. Pases precisos, cortos, con poco trabajo de las alas, siempre próximo al arco contrario, aunque sin rematar bien al ataque. Los chilenos, un juego completamente abierto y violento, carente aún de táctica, sus hombres hacen derroche de resistencia física. Los brasileños con táctica semejante a la de los uruguayos aventajan a éstos en sus tiros al arco hechos a toda carrera. Los paraguayos tienen un juego semejante al de los argentinos" (El Gráfico, 1923, 190: 4).

En este párrafo debemos retener las diferencias entre argentinos y uruguayos. Los uruguayos aparecen como más "rioplatenses" en el sentido que practican un juego individual y brillante menos eficaz que el de los argentinos. Los argentinos en 1923 todavía se parecen al estilo "británico", ya que juegan con pases largos y terminan sus jugadas con potencia y fuerza en los disparos al arco. Ha habido "fundación criolla" pero el estilo está todavía impregnado de la influencia inglesa. En 1924 a los jugadores ingleses del Plymouth Argyle en gira por Argentina les impresiona que los argentinos luzcan en su juego características netamente británicas: "velocidad, empuje y combinaciones" (El Gráfico, 1924, 257: 24).

El triunfo uruguayo en las olimpíadas de 1924 en París y la gira exitosa, por muchos países europeos, de Boca Juniors, un equipo de primera división argentina, en 1925, van a confirmar la existencia de un "fútbol rioplatense" distinto al europeo y al inglés. Hasta la gira de Boca los argentinos eran más ingleses que los uruguayos. Los europeos van a ayudar, con su percepción de las diferencias, en la definición de un "fútbol rioplatense" jugado tanto por argentinos como por uruguayos. La visita de 1926 del Real Deportivo Español, un club de Barcelona, va a permitir el desarrollo de la teoría del fútbol criollo como algo diferente. El Gráfico, sin ninguna modestia, escribe a propósito de la visita del club catalán:

"Consideramos muy algo el valor del football que se practica en nuestro país -tan alto que sólo apreciamos como superior al football de los profesionales británicos- y es por ello que dentro de un concepto severo en la técnica reputemos el mérito de nuestros huéspedes... deduciremos que el football de España ha adquirido un adelanto sorprendente que lo coloca casi a nuestra altura, y decimos precisamente casi a nuestra altura porque tenemos la convicción de que el nuestro es más técnico, más rápido, más preciso: quizás carezca de efectividad por la habilidad en la acción individual de nuestros grandes jugadores, pero el football que practican los argentinos y que hacemos extensivo a los uruguayos es más bello, más plástico, de mayor precisión ya que para llegar al arco adversario no se hace con pases largos y adelantados, terminados casi enseguida, sino que es cada avance la consecuencia de una serie de acciones breves, precisas, colectivas de "dribblings" hábiles y pases precisos como una filigrana" (El Gráfico, 1926, 366: 17).

Los jugadores del equipo catalán concurren al estadio a ver el partido entre Platense e Independiente y al ser interrogados sobre las características de los jugadores y equipos argentinos dicen:

"...que nuestro football es muy hábil y elegante y los jugadores argentinos están dotados de grandes condiciones para la práctica del deporte, pero encuentran que su juego es poco decisivo. Los forwards argentinos son notables en el pase; el dribbling por su astucia, rapidez y exacta comprensión del juego, pero no rematan con shots al gol, al que desean aproximarse mucho para terminar los ataques en lugar de dirigir el shot final más o menos al llegar al área penal..." (El Gráfico, 1926, 366: 9).

En la percepción de El Gráfico como en la de los jugadores catalanes la habilidad en el "dribbling" de los jugadores argentinos aparece como uno de los aspectos fundamentales del estilo criollo. El "dribbling" es una cualidad individual y no colectiva. El estilo colectivo pasará, en consecuencia, a depender de las cualidades de los mejores exponentes, poseedores de una técnica superior de "dribbling". El "dribbling" se convierte en el factor que permite pasar de la "fundación" al cultivo de un estilo. El "dribbling" permite corporizar al estilo. En ese proceso las miradas de los "otros", los europeos, aceleran este proceso. Al mismo tiempo, los jugadores argentinos y uruguayos que comienzan a salir a Europa en la década del '20 serán los grandes "dribbleadores".

En ese contexto y con el estilo propio afirmado, Borocotó, en 1928, elabora la teoría del "dribbling criollo". Esta teoría está basada en las cualidades personales de los "pibes criollos" y su relación con los contextos sociales y espaciales que les permitieron desarrollarlas (El Gráfico, 1928, 480). En primer lugar, el "pibe criollo" se dio cuenta al ver cómo jugaban los ingleses que en ese estilo de juego no había lugar para la improvisación, para la "imaginación". En segundo lugar, los "pibes" practicaban el fútbol espontáneamente en los "potreros" (espacios vacíos de la ciudad, de distinto tamaño, por lo general chicos, y muy irregulares) sin que estuviera un maestro presente como era el caso en Inglaterra en donde, según Borocotó, el fútbol se practicaba fundamentalmente en los colegios. En los potreros, ante la acumulación de jugadores en un espacio reducido, la única posibilidad de tener la pelota un cierto tiempo era convertirse en un "dribbleador" empedernido. En tercer lugar, Borocotó recuerda que el fútbol argentino se ha hecho conocido en el mundo a partir del "dribbling" y los jugadores que dejan la patria para ir a jugar a Europa son los que mejor "dribblean". Borocotó sostiene, enfáticamente, que hasta esa época Argentina era conocida en el mundo por haber exportado el valor de sus novillos congelados y la calidad de sus cereales, "productos no populares" -en el sentido que provenían de las estancias de la clase terrateniente pampeana-, y que ahora es importante que sea conocida por sus "productos populares". Uno de esos "productos populares" de gran calidad es el "dribbling" y sus exponentes, los exquisitos jugadores argentinos de fútbol.

En esta teoría, claramente, el "pibe" (el chico), sin ningún tipo de enseñanza, es el inventor del estilo "criollo" en el potrero. Esta imagen de Borocotó no sólo señala que hubo un inicio infantil, como en todo juego, sino que indica la importancia de la frescura, la espontaneidad y la libertad que se asocian a la infancia y que, llegada la madurez y con ella las responsabilidades, ha de perderse. Borocotó propone que se levante en la Argentina, "en cualquier paseo", un monumento al inventor del "dribbling"10. Ese monumento tendría que ser:

"...un pibe de cara sucia, con una cabellera que le protestó al peine el derecho de ser rebelde; con los ojos inteligentes, revoloteadores, engañadores y persuasivos, de miradas chispeantes que suelen dar la sensación de la risa pícara que no consigue expresar esa boca de dientes pequeños, como gastados de morder el pan "de ayer". Unos remiendos unidos con poco arte servirán de pantalón. Una camiseta a rayas argentinas, demasiado descotada y con muchos agujeros hechos por los invisibles ratones del uso. Una tira atada a la cintura, cruzando el pecho al amanera de banda, sirve de tirador. Las rodillas cubiertas de cascarones de lastimaduras que desinfectó el destino; descalzo, o con alpargatas cuyas roturas sobre los dedos grandes deben entrever que se han efectuado de tanto shotear. Su actitud debe ser característica, dando la impresión de que está realizando un dribbling con la pelota de trapo. Eso sí: la pelota no puede ser otra. De trapo, y con preferencia forrada con una media vieja. Si algún día llegara a instalarse este monumento seríamos muchos los que ante él nos descubriríamos como ante un altar" (El Gráfico, 1928, 480: 11).

Chantecler, otro de los grandes escritores de El Gráfico, va a colaborar también en la elaboración de la teoría de lo "criollo". El "dribbling", una expresión corporal, va a pasar a ser una muestra de lo fundamental del "criollo". El "dribbling" expresa la viveza y la picardía criollas frente a la ingenuidad británica (1928, 467: 16). A la pura imaginación del pibe y la congestión de jugadores en el potrero, rasgos principales de la teoría de Borocotó, se agrega definitivamente la picardía. Sin la existencia de la picardía y la viveza como cualidades no podría surgir el "dribbling" y no habría espacio para la improvisación creadora. Chantecler sostiene que los británicos son "fríos" y "matemáticos" y que por eso juegan un fútbol "sabio". Al contrario, los rioplatenses al ser "calientes" e "improvisadores" juegan un fútbol "genial". Asimismo, establece una diferencia entre los rioplatenses: los argentinos juegan con el corazón, son más agresivos y veloces, mientras que los uruguayos juegan con la cabeza, son más románticos y calmos (1928, 467: 16). Sin embargo afirma que, pese a esas diferencias, se puede hablar de un fútbol rioplatense. Históricamente y por el hecho de haber jugado la final del "campeonato mundial que son las olimpíadas":

"...el football rioplatense es el más preciado del mundo, y la inteligencia puesta al servicio del deporte por un puñado de muchachos jóvenes y viriles han hecho más por la despreciada América del Sur que todos los diplomáticos juntos. Ahora se nos considera y alaba: ahora somos algo" (mi subrayado) (1929, 467: 16).

Aquí vemos el mismo argumento de Borocotó: el fútbol permite que los argentinos sean "vistos" por el mundo, sean "recordados" y, sobre todo, "alabados". El hecho de que argentinos y uruguayos lleguen a la final del primer verdadero campeonato mundial disputado en 1930 va a confirmar esta teoría de la supremacía del fútbol rioplatense.

Chantecler va a seguir trabajando en su teoría de la viveza criolla y su solución será bastante diferente a la de Borocotó. Borocotó, como hemos visto anteriormente, apelaba a las influencias criollas pampeanas. En este sentido, algo intransferible y único, la pampa y su cultura, se naturaliza: el contacto de los hijos de inmigrantes con la naturaleza (incluso en el potrero) les permite transformarse. Borocotó será consecuente con su teoría sobre la naturaleza de lo criollo. En un artículo tardío publicado en 1950 escribe:

"Cada país juega al fútbol como sabe hacerlo y de acuerdo con el temperamento de sus hombres, con su idiosincrasia, como siente el fútbol. ¿Por qué el pibe nuestro quiere moverla, ablandarla, hacer chiches, todo lo cual le ha dado ese maravilloso dominio de pelota que más de una vez resulta poco práctico? Porque nació así. No se le ocurrió ser así. ¡Es así! Algo habrá en el aire, en el paisaje, en la sangre, en el asado, en el mate, pero es así. Y por otros lados el aire, la sangre, el paisaje y la alimentación son diferentes. No hay una manera de jugar al fútbol. Hay maneras" (mi subrayado) (El Gráfico, 1950, 1618: 48).

Aquí vemos que la manera de jugar viene de la naturaleza, es un don natural, un jugador criollo nace no se hace. El nacer jugador criollo depende del aire, de la sangre y la tierra, y de los productos de la tierra: la alimentación (el asado y el mate). Lo "natural", lo criollo, aparece como una barrera contra la transferencia cultural, contra la importación de estilos europeos, que es lo que se está discutiendo en 1950. Borocotó encuentra una simetría entre ser y sentir: lo natural tiene que ver con los sentimientos y no con la razón (El Gráfico, 1950, 1626: 46). Desde esta perspectiva los inmigrantes no trajeron nada sustancial que permitiera esta transformación: sus hijos al nacer en la pampa se hicieron criollos.


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revista digital · Año 4 · Nº 16 | Buenos Aires, octubre 1999