Lecturas: Educación Física y Deportes
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LA PSICOSOCIOLOGIA DEL DEPORTE EN EL AMBITO DE LOS PROGRAMAS DE ACTIVIDAD FISICA MUNICIPAL — 2 / 2
Antonio Hernández Mendo

E inicio

En cuanto al cambio de actitudes frente a la práctica deportiva también se ajustan al modelo de Csikszentmihalyi (1975, 1988, 1992). Aunque no se ha considerado como un modelo explicativo del cambio de actitud, si es cierto que las predicciones del modelo permiten sustentar la lógica de estos resultados. Esto es, los sujetos en los que hay un equilibrio entre retos y habilidades no perciben la situación como amenazante, al contrario, se sienten motivados y se postula un cambio de actitud positiva. Los alumnos en los que los retos superan a las habilidades perciben la situación como amenazante, hay un aumento de la ansiedad y por tanto no se produce cambio. Aquellos alumnos cuyas habilidades superan a los retos, se sienten desmotivados y no habrá cambios.

Es asimismo coherente la mayor participación que se registra en los centros donde se estructura la actividad como una experiencia flow ya que se establecen unas expectativas con respecto a cada una de las actividades y se realiza una progresión individual en cuanto al grado de dificultad de la tarea.

La obtención del perfil iceberg (Morgan, 1980) en el cuestionario POMS a través de la vivencia de experiencias cumbres que permiten un incremento en la escala del vigor es coherente con lo apuntado anteriormente sobre la eficacia de los programas de actividad física estructurados conforme al modelo de flujo de Csikszentmihalyi en la consecución de actitudes favorables hacia la actividad física, al conseguir en una muestra poco proclive a la actividad deportiva una actitud similar a la de una muestra altamente inclinada a la actividad física.

Estos resultados vienen a confirmar la necesidad de estructurar los programas de actividad física de acuerdo a un modelo que permita tanto la predicción como la valoración de resultados. De esta manera podremos contrastar en qué medida las actividades permiten alcanzar los objetivos propuestos y además estimar la correspondencia existente entre la eficacia de los programas, de cara a conseguir un cambio de actitud positivo, y la inversión de fondos públicos realizada. En definitiva los programas deben planificarse de acuerdo a una secuenciación y temporalización que permitan un incremento en las aspiraciones y motivaciones de los sujetos. Como los resultados demuestran el tipo de programa de actividad física, el número de horas de práctica deportiva y el sexo son los factores que más determinan las actitudes y su posible cambio. Y los dos primeros son sobre los que podemos intervenir con el objeto de conseguir actitudes favorables hacia la práctica deportiva.

Por otra parte la valoración de campañas y programas de actividad física se presenta como un aspecto esencial. Sin ánimo de profundizar y volviendo sobre lo reseñado en la primera parte de esta ponencia, la evaluación de los programas de actividad física debe de recalar obligatoriamente en la idea originaria -propia del sentido común- que este tipo de programas, como un programa social más que es, debe proporcionar beneficios que sean demostrables y por tanto, partir de unos objetivos explícitos y con los medios necesarios para evaluar los resultados. Todo esto conlleva evaluar el programa en términos de eficacia, de análisis de costo-beneficio y de una evaluación de resultados respetando el normal desarrollo del programa a través de herramientas de medida y sistemas de observación que no alteren la propia actividad.


Referencias


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· Año 4 · Nº 15 | Buenos Aires, 08/99