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El disfrute del bebé en el agua: los cursos de natación
para bebés como instrumento de relación y diversión

   
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Director Deportivo del Club Deportivo Fuensanta (Ciudad Real).
 
 
Raúl Moreno López
(España)
 

 

 

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 9 - N° 63 - Agosto de 2003

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Introducción

    Desde hace un año se han venido realizando los denominados CURSOS DE NATACIÓN PARA BEBÉS en el Club Deportivo Fuensanta de Ciudad Real, siendo pioneros en esta ciudad en lo que a esta actividad se refiere. Este centro deportivo cuenta con una piscina climatizada de 16 x 8 m con una amplia zona poco profunda donde se puede trabajar adecuadamente según las necesidades de esta actividad.

    Durante este tiempo, muchos bebés acompañados de sus padres han disfrutado de placenteras sesiones donde descubrir el medio acuático y comenzar un proceso que les lleve al dominio del mismo en etapas sucesivas.

    Nuestra propuesta hace referencia a un "proceso de aprendizaje continuo" que comience con unos pocos meses de edad y no termine sino en el disfrute de por vida del agua y sus posibilidades.

    Así, en nuestros Cursos de natación para bebés, comenzamos el trabajo a partir de los tres meses, edad en la que el bebé tiene plenas garantías sanitarias de poder disfrutar del medio al mismo tiempo que aprende a caminar y hablar, y culminamos nuestro trabajo cuando alcanzan los tres años, momento en el que pasan a los cursos de natación para niños (denominados en nuestro club "Nivel 0"), donde los padres ya no les acompañan. En algunos casos se puede producir esta seudo promoción, unos meses antes, todo dependiendo del nivel que el bebé tenga.


Objetivos que se persiguen con los cursos de natación para bebés

    Cuando comenzamos a pensar en la idea de ofrecer estos cursos de natación para esta población tan "especial", nuestra principal problemática era encontrar qué objetivos corresponden a estas edades y trabajarlos en consecuencia.

    Con un niño de tres años en adelante queda claro que uno de los objetivos primordiales es que aprenda a desenvolverse autónomamente dentro del agua, con el dominio correspondiente pero, con un bebé, no está tan claro. Pansu (2002), plantea cómo en el inicio de su escuela de natación para bebés, se encontró con la tesitura de limitarse a "enseñar a nadar" a los bebés en un proceso temprano que culminase a los tres años aproximadamente, o bien, intentar que, además se lo pasasen bien y disfrutasen del medio. Descubrió sorprendida, cómo sólo el 15% de los niños de tres años disfrutaba y se sentía a gusto en el agua.

    Muchos son los padres que acuden con la intención de enseñar a nadar a su hijo, y es lógico pensar que ese debe ser uno de los objetivos a perseguir. No obstante, no sólo por la imposibilidad física hasta ciertas edades de aprender a nadar, sino por el descubrimiento que los padres hacen de otros aspectos mucho más atractivos y "fundamentales", ese "aprender a nadar" queda postergado inmediatamente que los padres entran en contacto junto con sus bebés en el agua.

    Así, tras este tiempo de trabajo donde la experiencia adquirida día a día es la clave de nuestras reflexiones, hemos ido descubriendo que el verdadero sentido del trabajo de los bebés en el agua, dista mucho de pretender conformar unos objetivos totalmente tangibles. Nos referimos a la gran importancia de aquellos aspectos eminentemente emotivos y relacionales que derivan de la interacción entre padres e hijos. Los lazos que se establecen dentro del agua, las sensaciones y emociones vividas, tanto por los padres como por los bebés, difícilmente tienen equiparación en otro tipo de actividades.

    En nuestros cursos es obligatoria la presencia del padre o la madre, pero la experiencia nos ha permitido recomendar continuamente la presencia de ambos, no sólo por el papel educador sino relacional que esto supone.

    La dificultad de encontrar una actividad con la que disfrutar con nuestro bebé, convierte el agua en un mundo especial.

    Como no podía ser de otro modo, algo fundamental es el divertimento del bebé, lo cual es tan tópico como trascendental, ya que este hecho permitirá que el trabajo en el presente con el bebé y en el futuro con el niño, se identifique con una actividad realizada como algo cotidiano y agradable permitiendo agilizar el proceso de familiarización con el medio. El llevar a la piscina ese juguete de plástico (para que flote) del que rara vez se separa el bebé es una gran ayuda y un comienzo en el divertimento desde el primer momento que los padres salen de casa en dirección a la clase de natación.

    El dominio del medio, objetivo que tiene varios elementos internos a desarrollar, desde nuestra óptica, es otro aspecto que perseguimos, trabajando desde la infancia y desde la perspectiva de la interacción padres y bebés así como del divertimento.

    Desde nuestro punto de vista, el dominio del medio no supone a corto plazo el "encontrar la técnica correcta" de medirse ante este elemento tan natural como es el agua. Supone una cotidianeidad similar a la que se adquiere con el aire al andar. Nos referimos claramente a la obligación por parte de los educadores de potenciar todos los sentidos y posibilidades del bebé.

    Así, para nosotros, el dominio del medio es encontrar soluciones propias ante las diferentes situaciones que se puedan plantear dentro de una piscina y donde predomine, como aspecto fundamental la libertad, de opciones.

    Nuestro fundamento es precisamente el mencionado anteriormente: el bebé ha de encontrar por sí mismo el gusto por el agua, el dominio vendrá inmediatamente después de alcanzar ese disfrute tan importante del agua que venimos resaltando en estas líneas.

    Es la actuación libre del bebé la que nos va a posibilitar esa familiarización y posterior dominio. Y así son nuestras sesiones, libres y abiertas donde el educador (más que profesor) plantea situaciones y "deja hacer" permitiendo un continuo descubrimiento del bebé de todo lo que le rodea.

    No obstante, continuamente y de forma jugada, siempre destacando el divertimento como primordial, el educador incluye diferentes pautas para que los padres actúen en consonancia con el proceso de aprendizaje que se lleve a cabo.

    De este modo, podemos concretar los objetivos que perseguimos con el trabajo en el agua para los bebés:

  • Potenciar las relaciones afectivas entre padres y bebé.

  • "Bañar" cada uno de los sentidos del bebé de sensaciones.

  • Familiarización temprana del bebé con el medio.

  • Comienzo del proceso que culminará con el dominio del medio por parte del bebé. En este sentido Sanz (1991), nos habla de un proceso de natación precoz donde el bebé desde que inicia el mencionado proceso y hasta los 14 meses, se espera de él una relativa tranquilidad ante situaciones de riesgo, además de permitirle flotar de espaldas y mantener su independencia respiratoria; entre los 14 meses y los 3 años (justamente lo que equivale a la natación para bebés), se pretende que el bebé pueda desarrollar un nivel adecuado de habilidad para desplazarse por debajo del agua y en superficie, moviendo sus piernas y sus brazos, pudiendo al mismo tiempo organizar su respiración.

    Y todos estos objetivos los realizaremos guiando a los padres con directrices abiertas y al propio bebé desde la óptica de la libertad de actuación de acuerdo con la propuesta de situaciones variadas, agradables y que despierten el interés del bebé.

    Además, no ya como objetivo patente, sino como beneficio real, la natación permite a estas edades permite (Hernández, 2003):

  • Desarrollo psicomotor.

  • Fortalecimiento del sistema cardiorrespiratorio.

  • Ayuda al sistema inmunológico.

  • Aumenta el coeficiente intelectual.

  • Inicia la socialización sin traumas en un ambiente lúdico y recreativo.

  • Desarrolla las habilidades vitales de supervivencia.

  • Ayuda al bebé a relajarse.

  • Ayuda al bebé a sentirse más seguro.

    Finalmente, en lo que a objetivos patentes acuáticos se refiere, todo depende de la edad


Aspectos a considerar de la sesión con el bebé

    Por un lado tenemos la duración de la sesión, donde lo más importante en cuanto a la misma, es que el bebé pierde calor mucho más rápido que el adulto, siendo más sensible a los cambios de temperatura. Los especialistas recomiendan una temperatura nunca inferior a 30ºC y óptima de 32ºC (Hernández, 2003).

    Por este motivo la duración de las sesiones irá siendo mayor a medida que el bebé se vaya acostumbrando, además de ir teniendo más edad. Nosotros, desde nuestra experiencia, recomendamos comenzar con una primera sesión de 15 ó 20 minutos e ir incrementando 5 minutos cada sesión. Obviamente, como ya hemos comentado, existen condicionantes como son la edad del niño y lo acostumbrado que esté al medio, pero en términos generales podemos establecer dichos límites.

    Sin embargo, con bebés que ya llevan bastante tiempo con nosotros hemos podido apreciar la resistencia dentro del agua, principalmente condicionada por lo bien que se lo estén pasando. En alguno de los casos hemos comprobado cómo han llegado a aguantar sesiones superiores a una hora para luego haber tenido que sacarlos "a la fuerza", sin que el bebé quisiera. Esto nos vuelve a recordar la gran importancia del divertimento como fundamento de la natación para bebés.

    Otro aspecto fundamental es el número de sesiones por semana que el bebé recibe. En nuestra experiencia hemos estado actuando de acuerdo con una sola sesión por semana, lo cual puede resultar insuficiente pero, cuanto menos, supone el trabajo sobre alguno de los objetivos más importantes que anteriormente destacamos, como son la interrelación padres-bebés y el disfrute del niño en el agua.

    Lo adecuado sería no bajar de dos sesiones por semana y no exceder de tres. En este sentido se han de sopesar algunos aspectos como es el equilibrio entre el beneficio para el bebé, que es siempre lo primero, y las posibilidades que el centro deportivo pueda ofrecer, ya que es de comprender el gasto económico que supone calentar un vaso de piscina, por pequeñas dimensiones que tenga.

    La hora de realización de la sesión para bebés debe ubicarse en franjas horarias "menos traumáticas" en el sentido de evitar meter al niño recién levantado de mañana o de siesta, así como recién comido. Por tanto, y como cada niño es un mundo en lo que a hábitos se refiere, los padres han de incorporar unas costumbres durante toda la semana para que el niño se encuentre activo para la sesión de natación.

    En nuestros horarios dentro del centro deportivo, nos decantamos por las mañanas en una franja horaria de 11:30 a 13:00 horas, dependiendo si hay uno o más cursos; y esta nueva temporada vamos a incorporar el horario de 18:30 a 20:00 horas, bajo las mismas condiciones.

    Con independencia del resto de inconvenientes físicos que el bebé pueda sufrir, uno que no debemos olvidar es la aparición de los dientes de leche. Este hecho motivará la falta de disposición del bebé ya que probablemente sus noches no estén siendo muy placenteras y esté cansado a la hora de meterse en el agua. Del mismo modo su actitud no será igualmente receptiva. Por este motivo cuando surjan este tipo de inconvenientes lo mejor será permitir el descanso del bebé hasta la siguiente sesión.


Las primeras sesiones con el bebé

    Cuando un bebé llega por primera vez a la piscina es todo un acontecimiento y no sólo para él sino también para sus padres. Por este motivo, desde el mismo instante que se sale de casa en dirección a la piscina es recomendable que todo sea lo más placentero posible, tratando de establecer una rutina diaria, de forma que el bebé comience a identificar tales acciones con su presencia inmediata en el agua.

    Sin embargo, nos podemos encontrar con una serie de particularidades, dependiendo de la edad del bebé y lo acostumbrado que esté al medio.

    Así, se pueden plantear varias situaciones reales, de acuerdo con nuestra experiencia y con los aspectos comentados:

    Hablaremos del bebé primerizo de edad temprana y avanzada y su tratamiento en las primeras sesiones. Será muy delicado el tratamiento que de ellos hagamos en los primeros momentos para afirmar una base que permita construir poco a poco la familiarización con el medio.

  • El bebé primerizo en el agua de edad temprana (hasta un año): estos bebés presentan una gran predisposición inicial al contacto con el agua. Muchos autores han destacado este hecho y lo achacan a la "proximidad" del vientre materno y el medio en el que se han desarrollado, eminentemente acuoso. En cualquier caso cuando acuden a nosotros bebés de estas características (hemos tenido desde tres meses en adelante), si bien la primera sesión puede ser algo impactante, pronto se acostumbran y pasan de una gran incomodidad al disfrute rápidamente.

    Un gran inconveniente para con este tipo de bebés es la temperatura del agua, por lo muy sensibles que aún son a los cambios térmicos. En todos los casos en general, pero particularmente en este tipo de bebés, tenemos que tener especial cuidado en la introducción en el agua. Hemos de realizarlo de manera suave, a modo de masaje, con un contacto permanente al cuerpo del adulto y suponiendo la primera sesión un logro, cuando conseguimos introducir al bebé, dar un paseo dentro del agua y que todo lo haga de manera tranquila.

  • El bebé primerizo en el agua de edad avanzada (más de un año). Con estos bebés es más complicado que con los anteriores. Han tenido ya muchas experiencias en el medio natural que es el aire y el agua les queda distante. Sus comienzos son mucho más traumáticos y, en algunos casos, en las primeras sesiones, casi ni tocan el agua. En cualquier caso el tratamiento con estos bebés se asemeja mucho al de los de edad temprana, diferenciándose de los anteriores en que, en algunos casos, pueden jugar fuera del vaso a tirar objetos al agua, familiarizándose de este modo con el entorno. Esto supone una ventaja y es el poder plantear sesiones de "acercamiento" al agua, de forma que, poco a poco, van tomando interés por tocar el medio, salpicar, llenar y vaciar… para finalmente solicitar meterse en el agua.


Algunas recomendaciones desde nuestra experiencia

    Desde estas líneas no pretendemos dar recetas que se sigan al pie de la letra. Se busca plasmar una experiencia adquirida en este tiempo que llevamos disfrutando de una actividad tan placentera para el profesor como para los padres los bebés.

    A continuación iremos dando unas recomendaciones para que el bebé se sienta a gusto en el nuevo medio que está aún por descubrir.


Recomendaciones en los hábitos cotidianos antes y después de la sesión

  • Organizar las horas previas en las actividades cotidianas del bebé de forma que esté preparado cuando llegue el momento de acudir a la piscina. Es algo que nosotros siempre recomendamos a los padres para que eviten levantar al niño inmediatamente antes de la clase o darle de comer con muy poco intervalo de tiempo antes de la misma. De esta manera, ya el día antes podemos comenzar a preparar la clase de natación. En este sentido, si bien planteamos la organización por parte de los padres de las horas previas a la clase de natación para que el bebé esté lo más a gusto posible, insistimos en la necesidad, por parte de los promotores de la actividad de plantear horarios adecuados como aspecto fundamental que facilite el trabajo y la comodidad del bebé.

  • El cambiar al bebé dentro de la piscina, tanto antes de comenzar la clase como después, aprovechando el calor de la misma y la comodidad que pueden ofrecer, como si de un vestuario se tratase, los bancos dispuestos a tal efecto, ayuda a evitar cambios de temperatura no deseados.

  • Es interesante, traer la comida o la merienda, según corresponda, al centro deportivo donde se ofrecen las clases, con el objetivo de, una vez finalizada la sesión, dar de comer al bebé. De este modo, aprovechamos que aún no se ha relajado totalmente de los minutos anteriores. El esperar a llegar a casa puede ser un error, ya que en la mayoría de los casos el bebé se queda dormido en el trayecto, perdiendo horas de comida o alterando sus hábitos cotidianos creados anteriormente.


Recomendaciones durante la sesión

  • Será interesante no entrar en el agua inmediatamente. No es necesario que el bebé, desde el primer día se introduzca en el agua. Será bueno que se vaya acostumbrando a la temperatura, a la humedad y a los sonidos de la piscina. Al respecto es recomendable que la piscina cuente con algún sistema de audio con el que incorporar música variada a nuestras sesiones.

  • En nuestros comienzos algo que teníamos claro y que ahora no lo es tanto, es en lo que a la tranquilidad del entorno se refiere. Nos referimos al pensamiento de muchos sobre las clases de bebés y el ambiente que han de tener como un lugar tranquilo y casi prohibido armar jaleo. En nuestra experiencia destacamos cómo a los bebés les llama la atención cualquier cosa y cuanto más rico sea el baño de sus sentidos mejor. Por ello nos decantamos por un ambiente donde predominen diferentes situaciones, momentos de tranquilidad, momentos de más ajetreo, instantes de silencio y de algarabía. En nuestro centro deportivo, en algunos momentos hemos tenido que permitir una calle libre para que clientes pudieran nadar. Este hecho llamaba tremendamente la atención de muchos bebés que se quedaban mirando fijamente a esa persona que nadaba.

  • Cuando introducimos al bebé, lo primero y recomendable siempre es hacerlo con cuidado y delicadeza. Es interesante un primer contacto con el agua a modo de masaje. El adulto toma agua y va masajeando al bebé; le va "lloviendo" gotitas sobre la cabeza"; si el bebé ya sabe andar y se dispone de un escalón poco profundo (como en nuestra piscina así disponemos), es interesante, siempre con contacto del adulto, permitir su descubrimiento y que ande por allí.

  • Al meternos ya en el vaso, de forma progresiva permitiremos que el agua llegue hasta sus hombros para posibilitar el máximo contacto con el agua y que no tenga frío.

  • Ante cualquier ejercicio, como el mencionado anteriormente, al tratarse de una zona poco profunda y buscar el máximo contacto con el agua, el adulto deberá bajar al bebé para que así se produzca. Esta acción tan sencilla puede suponer el fin de las clases para el bebé por culpa de lesiones del adulto. Es decir, si el adulto constantemente flexiona el tronco para bajar al niño, la lumbalgia será cuestión de poco tiempo. Por ello, una recomendación es la flexión siempre de rodillas e incluso arrodillarnos en el suelo de la piscina, para realizar las diferentes actividades con el bebé.

  • Al igual que una sesión normal de actividad física, las sesiones de natación con bebés quedan compuestas por una serie de fases que nosotros denominamos:

    • Toma de contacto: donde el bebé pasa de un medio a otro de la manera más cómoda y agradable posible. Según va adquiriendo más experiencia, se puede ir solicitando al bebé que entre de diferentes maneras, con variedad e incluso "menos tranquilas". En esta primera parte de la sesión se buscará que el bebé experimente diferentes sensaciones primarias como temperatura del agua, calor del adulto, contacto con los juguetes que pueden estar dentro o fuera de la piscina...

      Fundamentalmente en la "toma de contacto" se trabajaran diferentes sensaciones y posturas, con trayectorias cambiantes y juegos "familiares" que los padres saben que al bebé le gustan.

    • Plena actividad: se efectuarán el conjunto de actividades que componen en sí la sesión. Esta parte ha de comenzarse cuando entendemos que el bebé ya está lo suficientemente "animado" para ello. Nos podemos encontrar días donde el bebé no le apetece aumentar su actividad y puede ser bueno no pasar a esta parte de la sesión, quedándonos en la anterior.

      Lo más destacado en nuestra experiencia, en lo que a esta parte de la sesión se refiere, es que es el momento de que, pasadas unas sesiones, el bebé tome contacto con el profesor, separándose de los padres. Así, el bebé, comienza a acostumbrarse a esta separación que será total en etapas sucesivas dentro de su camino hacia el dominio del agua. Esta separación comienza prácticamente el primer día que el bebé toma contacto con el agua, en el sentido de realizar actividades como alejar el bebé del adulto, con las manos en la cintura, para luego acercarlo y abrazarlo.

    • Relajación: es una parte de intimidad entre los padres y el bebé. Es aquí donde el bebé comienza a descender su actividad y los abrazos, caricias y esos "juegos familiares" que hablábamos al principio, cobran especial importancia. Aquí parece interesante poner música relajante.


¿Qué nos queda por hacer?

    Esta reflexión estaría inacabada si no dejásemos unas líneas para la autocrítica y contemplemos no ya lo que hemos hecho, sino lo mucho que nos queda por hacer.

    En este tiempo trabajando con bebés, muchos han sido los padres que han traído a sus hijos con la intención permanente de que aprendan a nadar. Desde el primer momento hemos de hacerles comprender que ese será un objetivo de etapas superiores y que su bebé, en este momento, se encuentra en la etapa inicial, donde predominarán otros objetivos.

    Por otro lado, en nuestro trabajo hemos ido pasando de la absoluta rigidez de las sesiones, donde todo estaba predeterminado y perfectamente establecido, a una mayor libertad, sin llegar a la improvisación. Cuando un bebé entra en nuestro club, ya sabemos cómo comenzar con él, pero no sabemos cómo vamos a terminar. Es un proceso de retroalimentación continua, donde cada día se aprende algo nuevo: un juego inventado en el momento que sirve para convencer a ese bebé para que se tranquilice; un material no utilizado, situado al alcance de la vista de los bebés, que les llama la atención y que sirve introducirlo dentro del agua, porque el bebé se divierte...

    Nuestra asignatura pendiente es el de crear la suficiente dependencia sobre los padres, acerca de la necesidad de que continúen trayendo a sus bebés a la piscina. De lo poco que sirve traerlo un mes suelto o un verano, para luego traerlo al tiempo o al verano siguiente. Para un niño, esta discontinuidad supone no asimilar una costumbre y un hábito.

    Para finalizar, muestro la estructura de la Escuela de Natación del Club Deportivo Fuensanta.


Comentario final

    Para nuestro trabajo hemos consultado diferentes obras y publicaciones donde se habla del trabajo con los bebés, sin embargo, hemos querido establecer una reflexión acerca de nuestra experiencia, como algo propio y sin basarnos en trabajos ajenos.

    Por otro lado, la gran mayoría de consultas efectuadas, van en la misma línea que nosotros hemos tomado, es decir, hablar de la experiencia que han tenido en cada caso.

    De este modo, pretendemos en el futuro poder ir aportando más experiencias, de un modo más exhaustivo y menos general de lo que lo hemos hecho, sirviendo incluso de guía para todo aquel que esté interesado en posibilitar el disfrute del bebé en el agua.


Referencias

Otros artículos sobre Actividades Acuáticas

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