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Sobre la edad apropiada para el comienzo de la práctica deportiva
Roberto Velázquez Buendía

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 57 - Febrero de 2003

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    En este sentido, soy consciente de que he omitido, entre otras cuestiones, la consideración de una buena parte de los planteamientos conceptuales y didácticos de los que depende que la iniciación deportiva pueda tener realmente un carácter educativo -planteamientos que, por otra parte, he expuesto en otros lugares (Velázquez Buendía: 2001-c, 2002)-. No obstante, en los límites de un artículo de estas características, espero, por un lado, haber podido responder a la cuestión que le ha dado lugar, relativa a la edad apropiada para comenzar el proceso de aprendizaje deportivo, y, por otro, espero también haber sido capaz de poner de manifiesto que el sentido educativo de la iniciación deportiva, como idea y como proceso, va mucho más allá de la mera enseñanza de unos contenidos técnico-tácticos y de la adquisición de una cierta competencia motriz específica.

    Para terminar, creo conveniente señalar que el planteamiento presentado en torno a la edad en que puede tener lugar la iniciación deportiva en el ámbito escolar y al sentido de la misma, basado en las opiniones de los distintos autores y autoras citados anteriormente, y en mis propios análisis, reflexiones y experiencia docente, ha de entenderse sobre todo como un marco general en el que situar las decisiones que al respecto se tomen. En efecto, las propias características de cada contexto escolar, las necesidades o prioridades formativas, los intereses y capacidades de aprendizaje del alumnado, los medios materiales e instalaciones disponibles..., constituyen algunas de las cuestiones que, en última instancia, cada profesor o profesora debe considerar para llevar a cabo la toma de decisiones sobre la planificación y desarrollo del proceso de iniciación deportiva, ya sea en el marco del currículo de Educación Física y de la consecución de sus objetivos educativos, o en el ámbito de las actividades extraescolares y de los propósitos expresados en el Proyecto Educativo del centro correspondiente.


Notas

  1. En otro lugar ya traté el tema de los intereses que se dan en el mundo del deporte y que lo condicionan, como espectáculo y como práctica (Velázquez Buendía, 2001- a y b).

  2. Digo «sobre todo», porque no puedo ignorar que también existe una conveniencia social, fruto de cual es, por ejemplo, la propia escolarización obligatoria. Se trata, por tanto, desde esta perspectiva, de la conveniencia de la «socialización» de los individuos que forman parte de un grupo social en una forma de cultura determinada (la deportiva), proceso en el que la institución escolar y los contenidos de la enseñanza tienen, o deberían tener, un papel muy importante.

  3. Me refiero no sólo al para qué de la iniciación deportiva que tiene lugar en el marco de las clases de Educación Física propias del contexto escolar, sino también al de las actividades deportivas que tienen lugar fuera del horario lectivo en el mismo contexto.

  4. Obvio aquí el análisis de las funciones sociales que cumple en la práctica la institución escolar y de la forma en que el cumplimiento de tales funciones puede afectar al sentido y finalidad de la iniciación deportiva, dado que ello no afecta a la idea de coherencia a la que me he referido.

  5. Desde esta doble perspectiva los contenidos deportivos de enseñanza y aprendizaje adquieren, por un lado, un valor intrínseco, en tanto que constituyen una parte de nuestra cultura que es preciso transmitir a las jóvenes generaciones; pero, por otro lado, también poseen un valor instrumental, ya que pueden ser utilizados como un medio educativo.

  6. Ver, con respecto a estas cuestiones, el interesante artículo de Sánchez Ferlosio, «Juegos y deportes».

  7. El término «praxia» parece proceder del campo de la psicología, y de acuerdo con la Enciclopedia de la Psicología y la Pedagogía [Diccionario de Psicología (Tomo 7). Ed. Lidis, Paris, 1980], se refiere a la «capacidad de ejecución de los gestos o de los actos coordinados y convenientemente adaptados a un objetivo». Su derivado «praxiología», según señala Bayer (1990:225), es de aparición reciente y, en el campo de la educación física y deportiva, alude a una «ciencia de la acción motriz que se propone realizar un estudio coherente y unitario reagrupando todos los conocimientos pertinentes que conciernen a este objeto específico». No obstante, se ha de tener presente que el concepto «praxiología», como indica también el propio Bayer, ha sido creado por el filósofo polaco Kotarbinski, para el que la praxiología «se basa en un análisis materialista de las acciones orientadas hacia la idea de eficacia separando de modo distinto creatividad y producción con la intención de un resultado material».

  8. En este sentido, Meinel y Schnabel (1988:337) resaltan la importancia que tiene el hecho de que la práctica repetitiva y la poca variedad tienden a inhibir su interés y alegría durante la actividad deportiva.

  9. Como puede apreciarse, utilizo aquí el término «dificultad» en relación con los factores de ejecución de la actividad o tarea que hay que realizar, reservando el de «complejidad» para los factores perceptivos y de toma de decisiones, de manera que, cuanto mayor sea la presencia de estímulos o el número de decisiones entre las que se puede optar, mayor será la complejidad de la actividad o tarea.

  10. Soy consciente de que muchos de los ejemplos señalados aquí presentan una cierta dificultad o imposibilidad para ser puestos en práctica en las clases de Educación Física, pero ello no es motivo para que el profesor o la profesora no trate de propiciar su práctica, ya sea en forma de actividades extraescolares fuera del horario lectivo, o incluso dentro de éste, como actividad complementaria incluida en la programación (tal y como sucede en muchos centros con la «semana blanca», en el caso del esquí).

  11. La expresión «+1» indica que, sea cual sea el número de jugadores que hay en cada equipo (1x1, 2x2, 3x3...), uno de los jugadores siempre actúa como atacante, de manera que en todo momento el juego se plantea en situación de superioridad numérica ofensiva. Obviamente esta adaptación favorece considerablemente el juego ofensivo, y, por tanto, puede ser utilizada al comienzo del proceso de enseñanza de cualquier modalidad de deportes colectivos de balón para facilitar el aprendizaje de las acciones ofensivas que se pretende que lleven a cabo los alumnos y alumnas.


Bibliografía

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  • Bayer, C. (1992): La enseñanza de los juegos deportivos colectivos. Hispano Europea (2ª edición). Barcelona.

  • Blázquez Sánchez, D. (1995): «Métodos de enseñanza de la práctica deportiva», en Blázquez Sánchez, D. (comp.) (1995): La iniciación deportiva y el deporte escolar, pp. 251-286. INDE. Barcelona.

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  • Ruiz Pérez, L.M. (1994): Deporte y Aprendizaje. Procesos de adquisición y desarrollo de habilidades. Visor. Madrid.

  • Ruiz Pérez, L.M. (1994-b): Desarrollo motor y actividades físicas. Gymnos. Madrid.

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  • Velázquez Buendía, R. (2001-b): «Acerca de la popularización del deporte y de los nuevos deportes», en Educación Física y Deportes. Revista Digital nº 38 (http://www.efdeportes.com/efd38/popul.htm).

  • Velázquez Buendía, R. (2001-c): «Deporte: ¿presencia o negación curricular?», en Actas del XIX Congreso Nacional de Educación Física de Facultades de Educación y Escuelas de Magisterio, pp. 65-106 (12-15 de septiembre, Murcia). Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia.

  • Velázquez Buendía, R. (2002): «Educación deportiva y desarrollo moral: algunas ideas para la reflexión y para la práctica», en Tándem. Didáctica de la Educación Física nº 7 (pp. 7-20). Graó. Barcelona.


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