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La educación diabética y la práctica deportiva

   
Maestra especialista en Pedagogía Terapéutica
Monitora de Ocio y Tiempo Libre
Logroño, La Rioja (España)
 
 
Verónica Pagazaurtundua Vitores
ebrs0000@encina.pntic.mec.es
 

 

 

 

 
Resumen
    Desde hace algunos años, nos hemos dado cuenta de que mantenerse en buena forma física puede ser entretenido a la vez que ventajoso. El ejercicio es algo de lo que todos podemos y debemos disfrutar. No hay ninguna razón por la que los diabéticos no puedan correr, montar en bicicleta o practicar cualquier otro deporte, siempre que se tomen las medidas oportunas.     El presente artículo pretende ser una manual de instrucciones para toda aquella persona diabética insulino dependiente que se interese por la práctica del ejercicio físico, en cualquiera de sus modalidades. Presentamos los datos suficientes como para que la realización de actividad física se convierta en un hábito seguro y placentero para los diabéticos. Además, el conocimiento de esta información resultará de especial interés para aquellas personas que se relacionen con diabéticos, en un intento de ampliar la comprensión hacia esta enfermedad tan abundante en la sociedad actual.
    Palabras clave: Diabetes. Ejercicio físico seguro. Autocontrol. Autoconocimiento.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 56 - Enero de 2003

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1. Introducción
    Según el Manual Integral (1999) la diabetes no es un trastorno nuevo. Existe documentación para pensar que nos acompaña desde hace milenios. La primera mención histórica de esta enfermedad se encuentra en el papiro de Ebers, en el año 155 a. de C., si bien la creación del término "diabetes" fue muy posterior, atribuyéndose a Demetrio de Apamia, en el siglo II a. de C. Muchos años después, médicos como Galeno, Avicena y Paracelso le dedicaron su atención, pero habría que esperar hasta 1674 para que Thomas Willis constatara que la orina de los diabéticos sabía a miel o azúcar, algo que en aquellos tiempos sólo pudo saber probándola. La comprobación química de que la orina contenía azúcar llegó un siglo después, en 1776, gracias a Dobson. Por su parte, la glucosa en sangre fue determinada por primera vez por el gran fisiólogo francés Claude Bernard en 1859. Pero el origen y desarrollo de esta enfermedad sólo empezó a ser conocido hace algo más de un siglo, cuando en 1889 Von Mehring y Minkowssky demostraron que la extracción del páncreas en el perro provocaba una diabetes. Pocos años después, en octubre de 1921 se produjo el descubrimiento de la insulina, la más eficaz de las armas que combaten la patología que nos ocupa. Desde entonces, se escogió el 14 de noviembre como el día mundial de la diabetes, fecha que se celebra año tras año, como el aniversario de Frederick Banting, quien junto con Charles Best, concibieron la idea que condujo al descubrimiento de la insulina.

     Actualmente, se estima que existen más de 151 millones de personas con diabetes en el mundo, y se prevé que la cifra aumente hasta 300 millones hacia el 2025, principalmente debido al crecimiento de la población, su mayor edad y la urbanización. De estos diabéticos, alrededor del 50% no saben que la tienen y en algunos países este porcentaje se eleva a un 80%. En el año 2025 la prevalencia de diabetes habrá llegado al triple en África, el mediterráneo Este y el Sudeste Asiático, mientras será del doble en las Américas y en el Pacífico Occidental, aumentando un 50% en Europa.

     No cabe duda que, ante la magnitud de estas cifras, la prevención y el tratamiento de la enfermedad se han convertido en una de las prioridades más urgentes de la salud mundial. Como dato significativo, diremos que cada país destina a la diabetes entre un 10 y un 12% del presupuesto para la sanidad pública.


2. Descripción de la diabetes
    Nuestro cuerpo obtiene la energía que necesita de los alimentos. La fuente primordial son los azúcares (hidratos de carbono), de los cuales la glucosa es el más importante. La glucosa circula en la sangre, pero nuestras células no pueden utilizarla sin la ayuda de una hormona segregada por el páncreas, la insulina. Esta hormona actúa como una auténtica llave, permitiendo el paso de la glucosa al interior de las células para que puedan consumirla y obtener energía. Cuando el páncreas no produce insulina, o la produce en una proporción muy pequeña, se genera la diabetes mellitus.

    Tradicionalmente pueden distinguirse dos tipos de diabetes mellitus:

  • Diabetes mellitus tipo 1, conocida también como insulino- dependiente (DMID)
        Se caracteriza por un daño específico en las células productoras de insulina (células beta de los islotes de Langerhans del páncreas). La predisposición a desarrollar este tipo de reacciones adversas tiene una base genética, aunque también es posible que otros factores, de tipo vírico o tóxico, puedan intervenir en el ataque a las células beta. En estas circunstancias, la única forma de regular el metabolismo es administrando insulina inyectada, puesto que en este tipo de diabetes no hay secreción propia de esta hormona. La diabetes insulino dependiente representa un porcentaje pequeño del número total de casos de casos de diabetes, entre un 10 y un 15%. A menudo sobreviene en sujetos jóvenes (habitualmente antes de los 30 años) y de forma relativamente brusca, aunque ello no quiere decir que no pueda aparecer en edades más avanzadas.

  • Diabetes mellitus tipo 2, conocida como diabetes no insulino -dependiente (DMNID)
        Este tipo de diabetes es mucho más frecuente y suele aparecer en la edad adulta. En efecto, se considera que entre un 85 y un 90% de los casos de diabetes son del tipo 2, siendo el número de casos proporcional a la edad. En la actualidad existe un amplio consenso sobre el hecho de que el problema principal en este tipo de diabetes es la llamada "resistencia a la insulina". En estas circunstancias los tejidos no tienen una sensibilidad normal a la insulina. La resistencia a la insulina causa un aumento compensatorio de la secreción de esta hormona por parte del páncreas (que produce mayor cantidad para hacer frente a la menor eficacia), pero con el tiempo este órgano se agota, llegándose finalmente a la diabetes. Así pues, en la diabetes tipo 2 se producen modificaciones en los tejidos periféricos que hacen que se necesiten concentraciones muy altas de insulina.

        En la mayor parte de los casos, este tipo de diabetes está relacionado con la obesidad. Inicialmente, se trata con dieta, ejercicio y fármacos hipoglucemiantes. Con el tiempo, es importante resaltar que hay diabéticos del tipo 2 que, aunque no sean insulino dependientes en principio, acabarán por necesitar insulina para poder regular normalmente sus niveles de glucosa. Por otro lado, señalar que la aparición de este tipo de diabetes suele darse en personas mayores de 40 años, mas pueden observarse casos en personas relativamente jóvenes.

    La diabetes es un trastorno que precisa un seguimiento estrecho e individualizado. Su pronóstico depende de la capacidad que tenga el paciente para autocontrolarla. Debido a esta razón, es muy importante valorar los aspectos psicológicos y sociales de esta enfermedad.


3. Desequilibrios más frecuentes en los diabéticos
     Los desequilibrios más frecuentes en una persona con diabetes consisten en elevaciones o disminuciones de su nivel de glucosa en sangre (glucemia). Son las siguientes:

  • Hipoglucemia, que consiste en una disminución acusada de glucosa, hasta niveles por debajo de 55-65 mg/dL. Cualquier persona diabética dispone de un aparato con el que se controla sus niveles de glucosa en cualquier momento. Los síntomas habituales de la hipoglucemia son: sudor frío, temblores, nerviosismo, hambre, debilidad, palpitaciones, somnolencia, agresividad, cambio de carácter, visión doble o borrosa y hormigueos. Estos síntomas hipoglucémicos son inespecíficos y pueden variar de una persona a otra. Es importante que cada diabético aprenda a reconocer sus propias reacciones ante la hipoglucemia. Esta situación se produce porque las células de nuestro cuerpo se quedan sin energía y desvían toda la energía disponible al cerebro, que es el órgano más importante. Normalmente las personas más jóvenes y sobre todo los niños son más susceptibles de sufrir hipoglucemias que los adultos. Estas situaciones pueden aparecer, por ejemplo, si el individuo altera su horario de comidas de manera que esté mucho tiempo sin comer, si realiza un ejercicio muy intenso durante un tiempo prolongado o ingiere poco alimento manteniendo su dosis de insulina. La forma correcta de actuar en estos casos dependerá de si la hipoglucemia es ligera: tomando una glucemia (nivel de glucosa), detener la actividad que se esté realizando y comer inmediatamente hidratos de carbono de absorción rápida (azúcar, zumo de frutas, glucosa). Si tras cinco o diez minutos la situación no mejora, habría que repetir lo anterior. Una vez normalizado el nivel de azúcar en sangre, ingerir hidratos de carbono de absorción lenta (pan, leche entera, etc). En situaciones de hipoglucemia moderada, tomaremos hidratos de absorción rápida, si no mejora el afectado, es necesario inyectar Glucagón (inyección hiperglucemiante que eleva el nivel de azúcar en sangre ya que ayuda a liberar el glucógeno hepático a la sangre en forma de glucosa) y, una vez normalizada la situación, ingerir alimentos ricos en carbohidratos de absorción rápida. Cuando estamos ante una hipoglucemia severa, administraremos Glucagón y avisaremos a un servicio de urgencias o trasladaremos al paciente a un centro hospitalario para obtener asistencia médica inmediata.

  • Hiperglucemia, que consiste en una elevación excesiva del azúcar en la sangre. Es la segunda causa más frecuente de urgencias en el paciente diabético. Las hiperglucemias pueden pasar desapercibidas hasta niveles de 290-325 mg/dL. Pueden sentirse un poco más sedientos, pero eso es todo. También se acompañan con: nausea y vómitos, cansancio y debilidad, dolor abdominal, respiración acelerada y aliento a manzana, micciones frecuentes y abundantes.

        Suele estar causada por:

    • Falta de insulina. Esta situación se produce en personas diabéticas en las que el déficit de insulina origina que el organismo no pueda utilizar los hidratos de carbono presentes, y como consecuencia, el cuerpo quema las grasas para obtener energía, produciéndose la aparición de acetona o cetosis. Las causas más frecuentes son: infecciones, traumatismos, estrés, otras enfermedades; la ingesta excesiva de hidratos sin haber aumentado la dosis de insulina; realizar ejercicio físico cuando la glucemia es elevada, sin haber inyectado insulina previamente u olvidar alguna dosis de insulina.

    • Falta de hidratos de carbono en la dieta. Cetonuria positiva con glucemia normal o baja. Se puede dar en diferentes circunstancias, como dieta muy baja en calorías, ayuno prolongado, vómitos o diarreas que impiden la normal absorción de los hidratos de carbono de la dieta. Suele ser de fácil solución con un aporte suficiente de hidratos y habitualmente no supone una situación de riesgo.

        La hiperglucemia puede ser muy peligrosa para el diabético cuando existe una clara posibilidad de que ésta desencadene una "cetoacidosis diabética" o "coma diabético". Cuando las células corporales no pueden disponer de glucosa como fuente de energía, utilizan las grasas. Como consecuencia de la combustión de estas grasas se originan los cuerpos cetónicos o cetosis. Esta acetona se elimina por la orina a través del riñón y se llama cetonuria. La verdadera cetoacidosis o coma diabético exige la asistencia médica de urgencia en un hospital los más rápidamente posible.

    Es fundamental que el diabético controle frecuentemente sus niveles de azúcar en sangre y orina (actualmente se pueden medir los niveles de glucosa en sangre y acetona en la orina con el mismo aparato) y consulte con su médico para un adecuado control diabético. Proponemos a continuación una tabla informativa de los diferentes tipos de insulina y de sus tiempos de actuación.

Tiempo de acción de los tipos de insulina más conocidos

    Por su particular complejidad y relación con el ejercicio, este artículo se dirige principalmente a la diabetes tipo 1 y pretende ser un manual de ayuda para los diabéticos insulino dependientes, es decir, que necesitan un aporte externo de insulina a través de inyecciones subcutáneas, y para todas aquellas personas que, de una u otra manera, conviven con estas personas y se interesan por su bienestar.


4. Ejercicio y diabetes
     El papel positivo del ejercicio sobre la diabetes se conoce desde hace muchos años. Actualmente se recomienda la práctica deportiva regular a las personas diabéticas, porque junto con la propuesta alimentaria y el tratamiento farmacológico, es uno de los puntos importantes de su tratamiento.

    Cualquier práctica deportiva debe efectuarse de forma regular y controlada, así se puede mantener un buen estado físico y psíquico. Al mismo tiempo se consigue un mejor control de la glucemia y una mejor calidad de vida. El ejercicio será un acto agradable y una práctica segura para la persona con diabetes, si se adoptan medidas correspondientes. Estas precauciones son sencillas y fáciles de incorporar a un programa de actividad física y pueden tener incluso mayores recompensas. Un programa regular de ejercicio puede hacer sentirse mejor a la persona diabética, tener mejor aspecto físico y vivir feliz cada día. Sin embargo, es necesario recordar que el ejercicio no reemplaza a la dieta ni a la insulina en el buen control de la diabetes.


5. ¿Qué pasa durante la práctica deportiva?
     Durante la práctica del ejercicio se produce un aumento del consumo del combustible por parte del músculo. En los primeros 30 minutos el músculo consume la glucosa de sus depósitos de glucógeno (glucosa almacenada). Una vez agotados dichos depósitos, pasa a consumir glucosa de la sangre. A continuación se establece un suministro continuo desde el hígado, que también produce glucosa, hasta la sangre y de la sangre al músculo. Si el ejercicio se prolonga, se obtiene combustible de las grasas.

    Frente a un ejercicio prolongado el organismo disminuye la secreción de insulina. Dicho fenómeno facilita la producción hepática de glucosa; es decir, el aporte de glucosa del hígado a la sangre y la utilización de este azúcar por el músculo. Las personas con diabetes también tienen que adaptarse reduciendo la dosis de insulina para conseguir el mismo efecto.

     Ejercicios de larga duración: maratón, montañismo, natación, ciclismo...
* El consumo de glucosa es superior que la producción de hormonas hiperglucemiantes (catecolaminas, cortisol), por lo tanto predomina el efecto hipoglicemiante.

     Ejercicios de corta duración: culturismo, pruebas de velocidad...
* El consumo de glucosa es menor que la producción de hormonas hiperglucemiantes, por lo tanto predomina el efecto hiperglucemiante.


6. Beneficios del ejercicio para el diabético

  • Puede ayudar a mejorar el control de la diabetes (si está correctamente pautado) porque produce un descenso del nivel de glucosa en sangre (debido al aumento de la utilización del músculo en movimiento).

  • Provoca una reducción de la dosis de insulina, si la práctica deportiva es regular.

  • Favorece la pérdida de peso, debido al consumo de grasas por parte del músculo en actividad.

  • Reduce la incidencia de enfermedades cardiovasculares.

  • Mejora la elasticidad muscular (agilidad)


7. Limitaciones
     Frente a las siguientes situaciones hay que pedir consejos específicos al equipo sanitario para poder gozar de la práctica deportiva:

  • Enfermedades cardiovasculares (infarto, angor)

  • Lesiones en el sistema nervioso (neuropatía)

  • Lesiones en los riñones (nefropatía)

  • Diabetes descontrolada.

  • Si no se tienen en cuenta las medidas de: dieta - ejercicio - insulina, adaptando los hidratos de carbono y/o la reducción de la insulina según la actividad propuesta.


8. Estrategias para evitar la hipoglucemia o hiperglucemia durante el ejercicio

  • Verificar la glucemia antes de la práctica deportiva:

    • Si es menor de 100 mg/dl: tomar un suplemento antes del ejercicio (fruta, galletas, bebidas energéticas...).

    • Si está entre 100 mg/dl - 150mg/dl: puede realizarlo sin riesgo (controlando siempre la glucemia).

    • Si es mayor de 250 mg/dl: posponer el ejercicio y valorar la acetona en la orina.

  • Verificar la acetona en la orina (si la glucosa es mayor de 250 mg/dl):

    • Si es negativa: puede realizar ejercicio.

    • Si es positiva: se desaconseja el ejercicio.

  • Si la diabetes es descontrolada (mayor de 300 mg/dl o existe acetona en sangre), procederemos a administrar insulina rápida, esperamos unas dos horas y comprobamos la glucemia y la acetona.

  • Disminuir la dosis de insulina antes de la actividad, si lo requiere.

  • No inyectarse la insulina en una región muscular que será expuesta a una importante actividad.

  • Evitar el ejercicio físico en el momento del pico máximo de acción de la insulina.

  • Controlar la glucemia durante y después del ejercicio.

  • Tomar un suplemento de hidratos de carbono durante el ejercicio si éste es prolongado (cada 30 - 45 min.).

  • No olvidar que es esencial una buena hidratación (beber agua sobre todo).

  • Aprender a reconocer las reacciones de la glucosa según los diferentes tipos de ejercicio.

  • Aumentar la ingesta de alimentos hasta las 24 h. después de la actividad, dependiendo de la duración e intensidad, para evitar la hipoglucemia tardía inducida por el ejercicio.


9. Tipos de ejercicio y medidas a tomar

Ejercicios de larga duración (más de 2h): maratón, marcha atlética, montañismo, ciclismo, natación...

  • Disminuir la insulina retardada.

  • Disminuir la insulina rápida.

  • Disminuir la dosis de insulina retardada antes de ir a dormir (1/3 parte, la noche que sigue a la práctica deportiva).

  • Ingerir suplementos de hidratos de carbono durante el ejercicio: Líquidos en un maratón. Pueden ser sólidos, como el plátano o galletas, en actividades que no requieren tanto esfuerzo.

    Cada suplemento tiene que contener aproximadamente de 10 a 20 gr de hidratos de carbono y consumirlo cada 30 - 45 min.


Ejercicios de mediana duración (60 - 90 min.): deportes de equipo: fútbol, baloncesto, hockey, rugby...

  • Control de la glucemia antes del partido.

  • Ingerir un suplemento de 15 - 20 gr de hidratos de carbono si existe glucemia baja.

  • Control de la glucemia a la mitad del partido.

  • Control de la glucemia al finalizar el partido.

  • No es necesario modificar previamente la dosis de la insulina.


Ejercicios breves, con mucho esfuerzo: Especialidades de atletismo, pruebas de velocidad de natación, deportes de lucha...

  • No hace falta ninguna medida en especial, a parte de los controles de glucemia antes y después del ejercicio. Es probable que la glucemia aumente al finalizar la actividad.


Ejercicios con sesiones de larga duración pero con actividad irregular e intermitente: Esquí

  • Disminuir la dosis matinal de insulina retardada.

  • Disminuir la insulina rápida antes de desayunar.

  • No se inyectará más insulina hasta finalizar la actividad.

  • Es aconsejable hacer pequeños suplementos (cada 2 h.) mejor que una comida copiosa.

  • Autocontrol de la glucemia cada 2h para prevenir hipoglucemia y hacer las medidas correctoras, si es el caso.

    Es importante realizar a menudo autocontroles de glucemia, para adquirir experiencia. Es la clave fundamental para el buen autocontrol.

    Existen una serie de ejercicios de alto riesgo que requieren una buena educación previa: Submarinismo, Alpinismo, Vuelo libre, Boxeo, Culturismo o ejercicios que comportan alta tensión emocional (competitividad), son actividades que pueden conllevar el aumento de la glucemia.

    De manera orientativa, mostramos las siguientes tablas, a sabiendas de que estos datos deben ser individualizados según la experiencia de cada persona.

Modificaciones de las dosis de insulina y suplementos extras
de hidratos de carbono según la duración e intensidad del ejercicio


Tipos de suplementos alimentarios

Contenido de hidratos de carbono por peso
HC: Hidratos de Carbono

  • Hay que aumentar gradualmente la intensidad y la duración del esfuerzo muscular.

  • Realizar autocontroles de la glucemia. Hacer los cambios en la dosis de insulina y/o suplementos de hidratos de carbono antes, durante o después del ejercicio.

  • El ejercicio potencia el efecto de la insulina provocando una disminución del nivel de glucosa en sangre.

  • No realizar ejercicio en el pico de máxima acción de la insulina.

  • No inyectarse la insulina en las zonas que realizarán más actividad física.

  • No realizar ejercicio en caso de hiperglucemia y acetona.

  • Para evitar la hipoglucemia, aumentar la ingesta de hidratos de carbono.

  • Precaución y cura higiénica de los pies: llevar calzado adecuado.

  • Es imprescindible beber agua para evitar la deshidratación.

  • Tener en cuenta que la dieta - ejercicio - insulina, forman un pilar fundamental.

  • Toda persona con diabetes tipo 1, puede y debe realizar ejercicio, siempre y cuando no sufra otros trastornos que se lo impidan.

  • Conocer tu propia diabetes y a partir de la propia experiencia, podrás autocontrolarte.

  • LA DIABETES NO SIRVE COMO EXCUSA PARA NO REALIZAR ACTIVIDAD FÍSICA. Para mantener un nivel mínimo de salud, es conveniente hacer ejercicio, al menos, durante treinta minutos y cuatro veces por semana. Hacer ejercicio todos los días sería lo óptimo. No podremos obtener los beneficios totales del ejercicio físico si lo abandonamos o descuidamos a lo largo de las semanas. Por lo tanto, seamos pacientes y recordemos que la clave es la constancia, de manera que el ejercicio llegue a ser una parte integral de nuestra vida. Cada uno ha de elegir el deporte que más le convenga, toda vez que haya consultado y controlado médicamente su diabetes. Probablemente, el mejor tipo de actividad es la aeróbica, porque es un ejercicio de ritmo constante y puede efectuarse durante un largo período de tiempo. El ejercicio continuado, tal como andar, correr, montar en bicicleta y nadar, proporciona el más importante bienestar físico - cardiovascular - fortaleciendo el corazón, los pulmones y el sistema circulatorio en general.


10. El cuidado de los pies en un diabético
    Cuando se tiene diabetes hay que prestar un cuidado especial a los pies, con el fin de prevenir complicaciones. La diabetes produce una serie de alteraciones que propician la aparición de lo que se denomina "pie diabético". Estas alteraciones vienen producidas por dos tipos de lesiones:

  • Lesiones en los vasos sanguíneos, que pueden afectar a pequeños o grandes vasos arteriales (microangiopatía y macroangiopatia respectivamente)

  • Afectación de las terminaciones nerviosas (neuropatía), que consiste en una pérdida de la sensibilidad en los pies que impide percibir el dolor producido por pequeñas lesiones o golpes.

    Al realizar la práctica deportiva nuestros pies están expuestos a una serie de riesgos que podemos evitar si atendemos a las siguientes recomendaciones básicas:

  • Lavado diario de los pies con agua templada y jabón neutro durante no más de cinco minutos, para evitar el reblandecimiento de la piel. Secarlos con una toalla suave. No utilizar talco y aplicar una crema hidratante, que evite la aparición de grietas.

  • Limar las uñas con una lima de cartón. Evitar cortarlas con tijeras. Mantenerlas con una longitud adecuada.

  • Evitar la sequedad y la humedad excesivas, así como soluciones o materiales irritantes: alcohol, yodo, pomadas callicidas, esparadrapo de tela, etc.

  • No aplicar calor ni frío a los pies: manta eléctrica, bolsa o botella de agua caliente, hielo,...

  • Elegir un calzado flexible y blando, sin costuras interiores, con la puntera ancha y sin un tacón elevado. Que no oprima, sino que sujete el pie.

  • Los calcetines y medias han de ser de tejido natural, como el algodón, el hilo o la lana, pero no de fibra. Haciendo deporte el calcetín será grueso, de manera que proteja de los pequeños golpes.

  • Caminar diariamente, mas nunca descalzo, ni siquiera en casa.

  • Observar los pies diariamente y hacer de ello un hábito. Este examen permitirá detectar precozmente cualquier pequeña rozadura o lesión y actuar rápidamente, para que no se complique. El objetivo es buscar grietas en los talones y en las partes duras, manchas producidas por hongos, uñeros o zonas enrojecidas, ampollas de cualquier tipo, callos o durezas. En ningún caso usaremos objetos punzantes, antisépticos de color para ocultar la lesión o callicidas, sino que ante una lesión de los pies, consultaremos al podólogo, médico o educador diabético lo antes posible.

  • TENER EN CUENTA QUE EL PROPIO ENFERMO ES EL MÁXIMO BENEFICIARIO DEL CUIDADO DE SUS PIES


11. El alumno con diabetes en la escuela. La clase de educación física
    Cuando hay un alumno con diabetes en clase es aconsejable que sus compañeros conozcan en qué consiste la enfermedad, qué cuidados requiere y cuál es su tratamiento, de manera que se fomente en el grupo un sentimiento solidario de ayuda hacia su compañero, en caso de que éste no se encuentre bien o experimente algún signo relacionado con los desequilibrios. Es importante explicar por qué su compañero debe inyectarse varias veces al día insulina. En este sentido, tener siempre en cuenta la voluntad del alumno con diabetes, ya que a veces puede sentirse incómodo ante esta situación y pese a la conveniencia de una clase informada, consideraremos siempre los deseos del propio niño. Los criterios de los padres, el equipo médico y el psicólogo escolar, pueden aportar puntos de vista muy interesantes.

    Para los jóvenes con diabetes, la clase de Educación Física es tan recomendable como para todos los demás alumnos, por lo tanto pueden realizar ejercicio con sus compañeros, salvo prescripción facultativa en contra. Para ellos, el mejor momento para las clases deportivas es la primera o segunda hora del día, o la primera hora después de comer, con el fin de minimizar el riesgo de hipoglucemias. Si el horario es otro, es aconsejable que el alumno coma algo antes del ejercicio. Si existen síntomas de hipoglucemia no podrá practicar ejercicio, ya que se agravaría su situación. Debe ingerir algún alimento e iniciar la actividad física sólo cuando se encuentre repuesto.

    El niño diabético debe conocer cuándo debe administrarse la insulina. Es aconsejable que los padres entreguen a los profesores una copia de la pauta de dosificación impuesta por el médico, ya que el niño podría olvidarlo.

    La insulina se conserva una vez abierta a temperatura ambiente durante un mes, por lo que no requiere refrigeración especial. Sin embargo, conviene que el botiquín del centro educativo al que asiste la persona diabética contenga glucosa o azucarillos y dos o tres inyecciones de Glucagón conservadas en nevera, de los que se deberá controlar la caducidad.

    Otra de las consideraciones que se han de observar en el colegio será el comedor escolar y las especiales atenciones alimenticias que pudiera precisar el alumno diabético. Se ha dicho, con fundamento, que las personas con diabetes son las que consumen la dieta más sana y saludable, ya que guarda unas proporciones ideales. El niño diabético debe seguir una dieta, pero no olvidar que estará constituida por los mismos alimentos que la de cualquier otra persona, sin incluir normalmente ningún tipo de preparado especial. Sólo deben controlar la ingesta de hidratos de carbono y grasas. Sin embargo, pueden darse casos de diabetes descompensada o que aún no han conseguido controlar las oscilaciones de glucemia y que requieran llevar una dieta especial.


Bibliografía

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  • MEDISENSE ABBOTT. Paso a paso. El cuidado de tus pies. Folleto de información diabética. Madrid, 2002

  • BECTON DICKINSON. El ejercicio y sus ventajas para el diabético. Folleto de información diabética. Madrid, 1989

  • NOVIALS, A. y GUZMÁN, M. Ejercicio y Diabetes. Lo que se ha de saber para un buen autocontrol. Fundación Sardá Farriol. Folleto de información diabética. Barcelona, 2000

  • INTEGRAL. Controlar la diabetes. Las mejores dietas y los consejos más prácticos. Manual Integral. RBA Libros. Barcelona, 1999

  • MEDISENSE. En clase con diabetes. Manual de información diabética. Abbott Científica. Madrid, 2000.

  • BOEHRINGER MANNHEIM. La hipoglucemia. Folleto de información diabética. Barcelona, 2000

  • BOEHRINGER MANNHEIM. La cetosis. Folleto de información diabética. Barcelona, 2000

  • MATÁIX, J. y CARAZO, E. Nutrición para educadores. Ed. Díaz de Santos. Madrid, 1995


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