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Neuropsicología de la actividad motriz:
estructura, desarrollo y aprendizaje

  Neurólogo.
Grup psicomèdic AXIOS (España)
Dr. J. Jubert i Gruart

 

 

 

 
Trabajo presentado en las Primeras Jornadas Internacionales de Fútbol Base,
Girona, 4 y 5 de diciembre de 2000
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 37 - Junio de 2001

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Introducción

    La neuropsicología es una rama relativamente reciente de la neurología que tiene por objetivo el estudio de las relaciones entre cerebro y conducta. Se centra, primordialmente, en las denominadas funciones cerebrales superiores o complejas. La primera de estas funciones "superiores" a la que quiso identificarse su lugar de producción cerebral (localización) fue, a finales del siglo XIX, el lenguaje, la función mas específicamente humana y la que se suponía mas compleja. La primera mitad del siglo XX ocupó a los investigadores de la funciones cognitivas, mientras que la segunda mitad marcó el inició del interés por la funciones práxicas (constructivas grafomotora y manipulativa, ideomotora, ...). La función cerebral superior mas descuidada por la investigación neuropsicológica ha sido, precisamente, la del movimiento voluntario o finalista; su versión o aplicación a una actividad deportiva tan compleja como son los denominados "juegos" con pelota, continua siendo inexistente.

    Tal desinterés y desconocimiento resulta paradójico, dada la importancia que en nuestra cultura se da a los deportes competitivos con pelota. Importancia que se ha traducido en el auge de la denominada medicina y fisiología deportivas -con el subsecuente interés por los métodos de entrenamiento, a la búsqueda de mejores rendimientos físicos -, y la expansión de escuelas deportivas (pretendiendo formar futuros deportistas de elite, potenciando o facilitando el desarrollo de las competencias ejecutorias en edades cada vez mas tempranas). Pero, a diferencia de las amplias y mayormente consensuadas bases que orientan la programación didáctica en los ámbitos de la adquisición del lenguaje, la lectura y la escritura o del desarrollo cognoscitivo y práxico, del aprendizaje instrumental musical, ... los fundamentos secuenciados, simultáneos y sucesivos, que rigen, presiden y regulan, una compleja actividad deportiva (como la practica del fútbol), se hallan explicitados, sistematizados, verificados y consensuados con prácticamente nula amplitud y profundidad.

    El objetivo de esta ponencia es, precisamente, perfilar los fundamentos mas básicos de esta prometedora disciplina que es la Neuropsicología del deporte.


Conceptos básicos

    La Neuropsicología del deporte (de la actividad motriz deportiva) tiene por objeto el estudio del trabajo cerebral de un deportista en acción. Va intentar responder, entre otras muchas, a las siguientes preguntas: ¿Qué ocurre en el cerebro de un deportista (de un futbolista, en concreto, para el objetivo de esta ponencia) mientras realiza una concreta "jugada"? ¿Qué diferencias funcionales existen entre el cerebro en acción de un futbolista y el cerebro de un pianista o de un matemático? ¿Por qué predominan los zurdos entre los deportistas de elite? ¿Por qué la bilateralidad es la característica dominante entre los deportistas? ¿Cuáles son la secuencias básicas, esenciales, para facilitar el desarrollo y aprendizaje de la práctica del fútbol?

    Como tendremos ocasión de argumentar, ser un competente futbolista requiere del trabajo concertado (simultaneo y sucesivo) de un número importante de estructuras nerviosas (centrales y periféricas), tratándose, inequívocamente, de una Función Cerebral Compleja (FCC) en grado sumo.

    El objetivo de una Neuropsicología del deporte es identificar cada uno de estas estructuras funcionales cerebrales que aportan su trabajo concertado y que dan lugar a un exitoso movimiento coordinado, que culmina con la verificación de la finalidad intrínseca a cada modalidad o especialidad deportiva (controlar la pelota, pasarla a un miembro de propio equipo, interceptarla del contrario y, en ultimo termino, introducirla -según la reglas- en el marco de una portería, en el caso de fútbol). Se trata, pues, en primera instancia, de una Neuropsicología de Adultos, dedicada a evaluar el rendimiento o competencia de funciones adquiridas, aprendidas y ampliamente programadas en el cerebro actuante de un competente sujeto adulto. Tal Neuropsicología constituirá nuestra primera aproximación, nuestro marco de referencia.

    En segundo lugar, nuestro objetivo hoy será introducirnos en la Neuropsicología del Desarrollo o de la adquisición de esta Función Cerebral Compleja. Describiremos, pues, las leyes que regulan el aprendizaje de la actividad motriz voluntaria, las secuencias de su desarrollo, los pre-requisitos indispensables a cada nuevo nivel de desarrollo y sus cronologías, obteniendo de ellos la información básica para la planificación científica de una didáctica aplicada al aprendizaje de esta concreta especialidad deportiva.


El cerebro de un futbolista adulto en acción

    La actuación de un futbolista expresa el producto del trabajo concertado de las siguientes estructuras funcionales encefálicas, cada una de las cuales aporta su especifica contribución, en diferente intensidad, cualidad y oportunidad (fig. 1):

  1. La primera aportación funcional, básica e indispensable, obvia, es la de los sistemas de alerta y vigilia (estructuralmente constituidos por la Formación Reticular Mesencefálica (tronco del encéfalo) o Iª UFC).

  2. Además de mantenernos en un estado de alerta, de vigilia y con una atención altamente localizada (concentración), también resulta obvia la necesaria aportación de una motivación intensa o estado emocional pertinente. Se trata, en definitiva, de la contribución o trabajo concertado del denominado cerebro emotivo o sistema límbico (UFC Intermedia).

  3. En todo momento, además, las regiones corticales asociativas posteriores (IIª UFC) , que integran las percepciones (visuales, somatosensoriales, auditivas,...) de todo lo que ocurre, en aquel momento, sobre el terreno de juego y en el propio cuerpo del deportista, deben aportar su imprescindible trabajo. Sin embargo de poco serviría esta aportación si una nueva elaboración del material perceptivo no tuviera lugar en las áreas adyacente de este córtex posterior: el trabajo de cognición, que realiza la síntesis simultanea de las diferentes percepciones, para dotarlas de significado polimodal. Esta síntesis polimodal o cognición es la que me permite tener una noción temporo-espacial del movimiento que sucede en el terreno de juego y sintetizarlo con la percepción de mi propio cuerpo en este contexto dinámico.

  4. Todos los procesos precedentes van encaminados a poder permitirle a un jugador una adecuada y ajustada respuesta motora. Ello es trabajo de las estructuras corticales anteriores, que forman los lóbulos frontales del cerebro (IIIª UFC) , las cuales han de integrar la totalidad de las informaciones proporcionadas por el trabajo les las estructuras funcionales precedentemente citadas y sintetizarlas en concretos planes y programas de actuación (recibir y pasar la pelota, introducirla en la portería contraria; perder tiempo, manteniéndola en el medio campo o en una esquina; provocar una falta;...). Pero, todo ello, a continuación, ha de realizarse y ejecutarse recurriendo a programas de movimientos (contracción y relajación de grupos musculares concretos, agonistas o antagonistas, flexores o extensores, rotadores, ...); y todo ello no anárquicamente, sino de acuerdo con programas o melodías cinéticas precisas (primero regatear y después pasar; o primero correr, en determinada dirección, y después saltar para cabecear;...) que obedecen a un plan o programa previamente escogido. Todo ello, por fin, deberá ser ejecutado músculo a músculo, articulación por articulación. He aquí el trabajo que ha de aportar esta IIIª UFC o unidad eferente, encargada de programar, secuenciar, ejecutar y verificar la acción. Se trata, con todo, de un programa en bruto, que ha de ser modulado, pulido y ajustado.

  5. Con solo estas estructuras aportando mancomunadamente su trabajo, es evidente que el fútbol no seria, en absoluto, el espectáculo rápido y variado que estamos habituados a contemplar. El rendimiento que pueden proporcionar, en la practica del fútbol, pacientes afectados por la enfermedad de Parkinson o por una degeneración del cerebelo (causada por una esclerosis en placas, por un tumor o por una anomalía hereditaria), ilustra ampliamente el imprescindible trabajo concertado que han de aportar los sistemas extrapiramidal (formado por núcleos o ganglios grises subcorticales) y cerebelo-vestibular, sistemas cuya consideración realizaremos en el apartado siguiente (ya que se trata de estructuras funcionales exclusivamente moduladoras del movimiento, no comprometidas en su génesis y programación) .


Descripción neuropsicológica de la actividad motora

    Cada componente o segmento de una acción motora, aplicada a la practica de un deporte, en absoluto es una actividad refleja o simple respuesta estereotipada y obligada a un estímulo. La acción motora no es un proceso lineal, caracterizado por relevos estacionales; no es el resultado de una secuencia de operaciones de procesamientos independientes y sucesivos. La retroalimentación y la cuasi-simultaniedad es la característica mas distintiva del movimiento voluntario. Prescindiendo, ahora, de las aportaciones que podemos calificar de inespecíficas (como el estado de alerta, vigilia y atención, el tono emotivo-motivacional, percepciones unimodales, ...), que hemos mencionado en el apartado precedente, centraremos esta exposición exclusivamente en la identificación y descripción somera de los aspectos o componentes intrínsecos y específicos del movimiento.

1. Córtex parietal asociativo posterior (fig. 2). Pertenece a la 2ª U.F.C. . Es una zona captadora (de integración aferente) de la información tanto exteroceptiva (procedente del exterior) como propioceptiva (procedente del propio cuerpo). Se trata de una área terciaria (de máxima complejidad integrativa), donde se realizan síntesis de diferente modalidad perceptiva: visual, auditiva, somatoestésica,..., pero que también recibe "inputs" motores de diferente procedencia (frontales, cerebelosos, ...). El trabajo en ella realizado nos permite tener un conocimiento (cognición) integrado de los fenómenos polimodales reflejados. No se trata, pero, de una cognición emocionalmente "neutra", ya que, gracias a su preferencial conexión con las estructuras límbicas (UFC intermedia), también integra los impulsos motivacionales, dando lugar a un incremento de la descarga eléctrica en estas áreas de acuerdo con el grado de significación emotiva de la tarea a realizar (interés por el objetivo). Una lesión o supresión de esta área (igual que una ausencia de motivación), no deja al sujeto inactivo; pero la ejecución resultante se realiza de forma poco atenta, poco ajusta (retrasada o inacabada).

    Además de dirigir (focalizar) la atención sensorial, la zona parietal posterior del hemisferio derecho constituye en núcleo central de los procesos práxicos, que nos permiten la "conversión de los elementos de la percepción o de la representación en elementos de la construcción" (LURIA), tales como meter una carta dentro de un sobre (praxia ideatoria), dibujar una casa (praxia constructiva grafomotora), construir una mesa o un puente (praxia manipulativa), vestirnos y desvestirnos (praxia del vestir), afeitarnos, peinarnos, orinar o defecar, comer con cubiertos (praxias habituales),... La capacidad para manipular una pelota (con el pie, con la cabeza o con las manos) es, igualmente, una competencia práxica, la cual debe poseer un futbolista, pero ella sola no garantiza su competencia (pudiendo ser, exclusivamente, un buen malabarista, solo apto para exhibiciones). Su éxito, en un terreno de juego - en una competición con otro equipo- dependerá de otra función encomendada a otra área de esta misma zona parietal posterior. Constituye una responsabilidad de esta zona, realizar la integración de las habilidades inherentes y especificas a la practica de un deporte mediante la "transformación de los elementos de la intención en elementos de la acción" (GARDNER, JUBERT), lo cual es algo esencialmente diferente de una construcción práxica: en el deporte, a diferencia de las actividades práxicas, no hay construcción (no se obtiene como resultado un objeto material permanente). El resultado es, en el deporte, una aleatoria puntuación, una clasificación, exponente de la consecución de un objetivo (colocar la pelota en un determinado lugar) que se obtiene por intermedio de una acción (siempre efímera). Para este cometido, el trabajo concertado de esta área es crucial, nuclear. En ella radica -entre otras- la diferencia entre el espectador y el practicante de un deporte, entre el critico, el entrenador y el deportista. El deportista hábil -y solo él- sabe hacerlo (ejecutarlo); los otros solo saben representárselo, decirlo, escribirlo o dibujarlo. Habilidades motrices y competencias práxicas con un objeto (pelota) constituyen solo pre-requisitos (aportaciones o contribuciones necesarias, pero no suficientes). El objetivo es convertir la intención en acción.

    El cerebro del futbolista, además, debe analizar simultáneamente y continuamente los movimientos (cambios de ubicación espacial, con su componente de temporalidad o rapidez) de sus compañeros de equipo -que participan directamente o potencialmente en cada "jugada"-, de la pelota y de los integrantes del equipo oponente. Ha de realizar una síntesis simultanea tanto de su propia posición (de su cuerpo -segmentos y totalidad- en el espació o terreno de juego) así como de la posición de los otros y de la pelota en cada momento, y encender o desencadenar una respuesta motriz adecuada (síntesis de percepción aferente y de programación de acción eferente). Esta función de síntesis tempo-espacial (o espacio-temporal), también es competencia de la zona cortical parietal que nos ocupa. Dada su especificidad, se halla, pero, claramente lateralizada en el hemisferio derecho, justificando el predomino de zurdería o de ambilateralidad en futbolistas destacados.

    Efectivamente: un futbolista en acción ha de realizar, como mínimo, un análisis de tres cuerpos en movimiento en el espació, hacer un calculo de su velocidad, prevenir su trayectoria y ajustar la posición mas precisa de su propio cuerpo, ejecutando los movimientos pertinentes. Las áreas asociativas posteriores del lóbulo parietal derecho han de realizar este trabajo en fracciones de segundo y de aquí ha de partir la orden de organizar una igualmente rápida respuesta motriz. Lógicamente, el camino mas rápido de salida, desde el hemisferio derecho - en virtud del cruzamiento o decusación de las vías piramidales motoras al hemicuerpo contralateral- es el hemicuerpo izquierdo. Es por ello que los zurdos poseen una acrecentada ventaja de milisegundos en esta salida organizada del movimiento tendente a un fin (coincidir con la pelota). Los diestros, por el contrario, tendrán la desventaja de tener que transferir la información al hemisferio contralateral o, en el curso de su desarrollo y aprendizaje, de tener de convertirse en bilaterales (ambidextros o ambizurdos) para unas determinadas acciones o funciones.

    La zona asociativa posterior del lóbulo parietal derecho es, en primera instancia, pues, una verdadera "zona de mando" o de "encendido" del movimiento voluntario. Este papel directivo se dirige o proyecta hacia a sus principales "outputs" o aferencias: el córtex premotor (frontal), el cerebelo y los ganglios basales (es decir: hacia los ejecutores del movimiento: programador uno, moduladores los otros).

2. Córtex frontal (prefrontal, premotor y motor). Pertenece a la IIIª UFC. Se trata de una zona programadora y efectora del movimiento. Sus áreas prefrontales (áreas terciarias), específicamente humanas, se hallan encargadas de generar los planes y programas de la acción, así como la verificación de la misma una vez realizada. En ellas se genera el motivo, la idea y el proyecto de actuación. En las adyacentes áreas premotoras (áreas secundarias) tiene lugar la composición de las "melodías cinéticas" (LURIA) que integraran un movimiento complejo y finalista. A continuación se produce la aportación de las áreas motoras propiamente dichas o pre-rolandicas (áreas primarias) (fig. 3), donde las ordenes de operación ejecutiva, enviaran las ordenes en bruto para la entrada en juego de los concretos músculos, organizados en torno a una articulación, que han de intervenir en aquel movimiento finalista y planificado.

3. El sistema límbico (fig. 1). El conjunto de estructuras subcorticales agrupadas bajo el concepto de U.F.C. Intermedia (JUBERT) constituye la tercera aportación al trabajo concertado de una actividad deportiva. Su papel ha sido siempre implícitamente reconocido, pero muy escasamente o adecuadamente ha sido objeto de una sistematizada atención. Limitado su contribución al grado de motivación para ganar, se ha obviado la consideración del placer como un objetivo evidente de la practica deportiva.

    Las aferencias propioceptivas (estímulos procedentes del propio cuerpo), antes de hacer escala en el tálamo y de aquí al cortex parietal, recalan en tres estructuras básicas: el cerebelo (de cual nos ocuparemos mas adelante), la formación reticular del mesencéfalo (Iª UFC) (dando lugar al estado de alerta y vigilia) y en las diferentes estructuras que configuran el gran lóbulo límbico de Broca o cerebro emocional (UFC Intermedia) .


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