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El fútbol y los chavos banda. Primera parte: Una
investigación etnográfica del deporte, en una plaza del D.F. de México
Prof. Mg. Gabriel Cachorro

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 37 - Junio de 2001

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    Con la observación participante aclaramos nuestro deseo de sentir en carne propia las formas de expresión de un deporte anclados en una especificidad. Protagonizando las contingencias del juego, la fatiga del cuerpo, la fricción entre los jugadores, los golpes , los traumatismos de un juego de oposición entre dos equipos de fútbol. La inscripción de palabras cargadas de contexto y la resonancia de esas palabras.

    Entrar a los rituales secretos de una banda para desmontarla en su complejidad y su profundidad. Dar cuenta de las sensaciones que experimenta un sujeto al participar de una práctica corporal concreta: el fútbol.

    En esta entrada a una dimensión etnográfica nueva, no se niega la subjetividad del otro, ni la propia subjetividad. Se entiende a la etnografía como una posibilidad de encuentro y comunicación entre miembros representantes de dos culturas que se contaminan en forma recíproca. Aquí cabe la frase de Marx “desalienarse pasando por la alienación”. Nuestro esfuerzo apunta a poner el propio cuerpo en un nuevo escenario social y ofrecerse a un juego difícil de llevar a cabo, consiste en tener la perspicacia de salir y entrar en un horizonte extraño.

    En ese horizonte entramos y de ese horizonte tenemos que salir estableciendo diferencias, rescatando sentidos, captando lógicas de las prácticas y discursos, entrometiéndose en la vida cotidiana de otra cultura sin quedar atrapado en una maraña o telaraña de anécdotas.

    Con el otro se traba una relación, se establece un contrato, aparece con toda su fuerza una intersubjetividad puesta en juego. Las partes se modifican, se alteran ante los otros. Entran a una jungla de signos y de significados, penetran en un terreno anegadizo para embarrarse al internarse en esta selva de sentidos sociales.


El lugar de trabajo

    El lugar de trabajo es el Distrito Federal de México, en una plaza escondida dentro de ésta gran ciudad. Si describimos este sitio podemos decir que constituye un rectángulo de 300 metros cuadrados de superficie. Sus límites externos están delimitados por calles de asfalto que tienen un elevado flujo vehicular durante toda la semana mermando un tanto en los fines de semana. Los ruidos son intensos, la circulación a veces es lenta y trabada, se producen congestionamientos del tránsito y suele escucharse las bocinas de los vehículos acusar el taponamiento.

    En forma alternada durante algunos días de la semana se arman en las aceras y en parte de estacionamiento de vehículos puestitos callejeros que en su conjunto armonizan una feria de compra y ventas de diversos tipos de artículos. Se venden cassettes, libros, ropa, frutas, verduras. También aparecen. Puestos de “tacos” y “tortas”, puestos de “tamales oaxaqueños” que en muchos casos se prolongan en el espacio callejero con improvisadas mesas y sillas. Las voces de los vendedores auspician sus productos. “Tacos tacos, que le damos cuantos, pásele”. La música invade los oídos de los transeúntes, los olores seducen los estómagos de los caminantes. Algunos se detienen y compran alguna torta o algunos tacos.

    Los ruidos también proceden del aire en donde en forma constante se pueden visualizar y oír el vuelo de los aviones por los cielos. Un cielo que se ofrece la mayoría de las veces con una coloración grisácea, que los comentaristas del tiempo atribuyen a los altos niveles de smog. El horizonte a veces prolonga esta coloración y obscurece la silueta de los edificios y casas de la ciudad. La panorámica tiene sus márgenes de variabilidad siempre sujeta a las condiciones climáticas que se manifiestan en el lugar. Los condicionantes son los vientos, las lluvias y el nivel de fluidez que tenga el tráfico de la ciudad, En la combinación de este conjunto de factores es que se expresa los niveles de visibilidad e invisibilidad.

    Una plaza dentro de este paisaje es un refugio, un lugar que intenta cobijar a los lugareños, un sitio que pone cierta distancia a los ruidos visuales y auditivos de la civilización, es un sitio en donde aún perduran en lenta agonía los frutos de la naturaleza que resiste a los avances de la devastadora modernidad con su voraz progreso. Tener esos espacios y hacer uso de ellos otorga la posibilidad de escaparse aunque más no sea en breves intervalos de tiempo.

    La plaza aguarda con sus caminos irregulares, tiene plantas, canteros, se le destinan arboles plantados de forma aleatoria, los pájaros que recorren el lugar en busca de alimentos cantan y dejan sus marcas excretoras en el suelo. Los bancos que sirven de descanso transitorio para el empleado de oficina, o de encuentro de parejas. Se arman playones de material que los ciudadanos utilizan para realizar prácticas corporales: basquet, patín, voley, entrenamiento, paleta. Por otra parte ofrece sitios con arcos de fútbol en terrenos pelados de pasto.

    El aire irrita las mucosas, la humedad es escasa los ojos expulsan algunas lágrimas para salvar la resequedad del ambiente. El calor, es un calor denso, pesado, su viscosidad se mantiene inalterable bajo el sol y la sombra. El déficit de humedad ambiente a veces es equilibrado con lluvias intermitentes por las tardes.

    La plaza es una porción microscópica dentro de una megaciudad. La plaza es el escenario principal y el telón de fondo suele cambiar su ambientación. A veces el fondo, ante la alta concentración de gases producidos por los escapes de los autos y los elevados índices de contaminación, el paisaje se torna borroso, gris y empaña la visibilidad a unos escasos metros de distancia. Las pocas veces que el viento aparece la visibilidad mejora y podemos apreciar en lo próximo la figura de algunos edificios y la silueta de algunas montañas en la lejanía de un horizonte.

    Este es el escenario de estudio, esta es la zona donde en un ritual sagrado un grupo de “chavos banda” se juntan para practicar un deporte llamado fútbol. Los personajes que participan en este montaje de la vida cotidiana son: “caritas”, “colmillo”, “el pachuco”, “el gordo”, “mazinho”, “botijas”, “rafa el evangelista”, “banano”, “borrego”.


Retratos

    “Caritas”: Este actor tiene 17 años de edad, su tez es blanca y algunas veces suelen llamarlo por un seudónimo alternativo “guero”. “Caras” Es el más alto del grupo, también es delgado, algo encorvado, tiene el hábito de estar masticando chicles y de asistir la mayoría de la veces a la plaza con una “playera” color violeta que en sus espaldar tiene señalizado con un blanco contrastante, el número 9. “Su signo es la distancia prudencial”.

    “Gordo”: Ese personaje es uno de los más grandes del grupo, tiene 20 años de edad. Su porte es destacado por su enorme abdomen que contrasta con sus piernas algo delgadas. Su mirada es inquisidora, amenaza gesticulando con su boca y sus bigotes delgados. Trata de correr lo justo y de orquestar las jugadas colectivas de su equipo. Se destaca por su manera de caminar un tanto pesada y hosca. Su estatura es baja. Su preocupación es “la chamba”.

    “Banano”: Su rostro tiene rasgos indígenas, tiene el cabello largo, su tez es cobriza, sus ojos achinados y nariz aguileña. Es lampiño. Es uno de los participantes que suela aportar el balón de su propiedad para jugar al fútbol. Su característica motriz es el enorme despliegue físico durante las competencias. Generalmente “se saca de onda”.

    “Colmillo”: Suele raparse el pelo al ras. Se le alterna con el seudónimo de “pelón”, sus dientes están desproporcionados y se destacan sus incisivos del resto. Tiene un cuerpo atlético, no habla mucho, suele escuchar y agruparse con el grupo ocupando el rol de un protegido por los más fuertes.

    “Rafa el evangelista”: Suele concurrir a la plaza con una pequeña mochila de color negro, en cuyo interior aloja un libro de su religión que profesa. A veces lo extrae de su bolso se aparte del grupo y dirige su mirada al libro. En su cuello porta un crucifijo que lo resguarda debajo de su playera. Este participante es silencioso.

    “El pachuco”. Aparece con intermitencias en la plaza, siempre lleva consigo un walkman y sus auriculares. A veces usa gafas oscuras, sus remeras tienen imágenes de la virgen de Guadalupe. Se confiesa su preferencia musical, en el grupo mexicano llamado “el tri”, aunque a veces suele escuchar el grupo “molotov”. Suele pedir un peso a los participantes del encuentro. Habla de un grupo de amigos que venden compact disc en un centro comercial denominado “Plaza Meave”.

    “Borrego”. Este chavo tiene la particularidad de comprar en puestos de revistas historietas ilustradas con multicolores, en donde aparecen cuerpos de mujeres esbeltos blancos en variadas posiciones corporales, castigadas y abusadas sexualmente por hombres mexicanos. En los intervalos de los partidos de fútbol, lee las novelas cuyo contenido destaca las imágenes de peleas, escenas románticas por sobre la escritura.

    “Mazhinho". Este actor usa lentes para lectura. El uso de este implemento le otorga una presencia singular, parece una persona intelectual. La banda le asignó el sobrenombre por la potencia y precisión de su disparo, haciendo alusión a la técnica de los brasileños. A veces suele acercarse a las canchas de material, en donde juegan “los chavitos”.

    Una canción “El desempleado” (Alejandro Lora/Rafael Salgado) El Tri. 1990.

Por más que busqué
no encuentro trabajo
por más que busqué
nadie me da chamba

Creí que con la secundaria
la podría hacer chillar
terminé preparatoria
pero sigo sin chambear

No encuentro trabajo
nadie me da chamba
dos tres jales que he tenido
siempre han sido eventual
y mis deudas han crecido
ahora debo un dineral

No encuentro trabajo
nadie me da chamba
ya hasta me dejo mi chava
y es por falta de monedas
todo es que no tengas feria
y hasta sin vieja te quedas

Me lancé de carterista
pero me apañó la tira
y después de una calentada
por poco pierdo la vida

Por más que busqué
no encuentro trabajo
por más que busqué
nadie me da chamba

He pensado en suicidarme
pero debo talonear
los entierros salen caros
y no tengo pa’ pagar

    La canción atraviesa la realidad de los chavos, en ella están impresas palabras claves, hace uso de sus códigos de lenguaje. La validez de ese texto está en que nos brinda una puerta de acceso a códigos sociales compartidos por miembros de adolescentes al interior de prácticas culturales juveniles.


“Las cascaritas” y “el fútbol llanero”

    En la Plaza de División del Norte en la Colonia del Valle, todos los días a las 17.00 p.m. Concurren los chavos del barrio. Una vez que se llegó al número de 14 presentes se conforman dos equipos de fútbol que disputan un partido al mejor de dos goles. En forma simultánea a juego que se desarrolla, aparecen otros chavos con la intención de participar.

    Uno de los dos equipos llega a dos goles, gana entonces dos (2) a cero (0) o dos (2) a uno (1). En ese momento, los perdedores empiezan a retirarse a un costado del campo de juego. Suele ocurrir que los recién llegados no cuentan con siete integrantes para enfrentar al equipo ganador, ante esta situación completan los puestos faltantes invitando a alguno/s de los jugadores que acaban de salir.

    Con esta lógica de la organización disputan un partido tras otro, mezclándose entre todos los asistentes.

    Estas prácticas deportivas son denominadas con el nombre de “cascaritas”, haciendo alusión a el juego entre personas con la que se frecuenta con gran asiduidad y se disputan partidos entre conocidos con un tinte amistoso e informal. Cuando estas práctica se desarrolla enfrentando barrio contra barrio, se colocan redes, se emplean camisetas identificatorias de uno y otro equipo, incluyendo en algunas ocasiones a un árbitro de fútbol improvisado, la práctica es denominada con el nombre de “fútbol llanero”.


Diálogos

Diálogo 1. “Las claves de la comunicación”

Caritas: ¿qué pasó?. (Llega al costado de la cancha donde está el grupo de chavos mirando como disputan por la pelota dos equipos dentro de la cancha)
Gordo: ¿qué hubo caras? (Ofrece su mano para saludar al recién llegado con un fuerte choque de palmas que hacen ruido al chocar)
Caritas: Oye de donde sacaste esa “cachucha”. Está grandotota para cubrir ese cubo. Gordo: ¿ qué traes con mi cachucha?
Caritas: Mira el color buey!!! (Le toma la “cachucha” y se la saca de la cabeza)
Gordo: Eres “pendejo”, no va que llegas y lo primero que haces es “dar lata”. (Se empujan entre sí y se golpean con la gorra).
Colmillo:(hasta aquí solo miraba como discutían pero al ser rozado por el “gordo” y “caritas” habla) Ya “no mamen”. Regrésale esa “cachucha” de una vez y no fastidien.

    En medio de esta práctica corporal que los chavos despliegan por las tardes, se imprimen voces con todo el peso de la cultura mexicana. Las palabras son enunciadas con una fuerza impresionante. Considero que se entra a códigos de comunicación, en la medida que un recién llegado se mete en el lenguaje específico de un grupo de personas. Este proceso de interpretación se gesta al escuchar con alaridos buey!!!; también al acostumbrarse a la entonación llamativa que los mexicanos usan cuando dicen pendejo!!!; al entender lo que quiere decir “cachucha” (simplemente gorra); traducir que “el mamón” es algo así como un nene de mamá.

    Es una experiencia que el investigador al hacer uso de su observación participante descubre el peso de las palabras cargadas de contexto. Se propone infiltrarse en medio de como uno más dispuesto a jugar el juego y vivir desde cerca, la pasión de los chavos por encontrarse en una plaza.

    La comunicación que el grupo de personas ha gestado en la interacción cotidiana de sus miembros nos muestra secretos, pactos jugados en un tiempo de convivencia al que deseamos entrar para conocer. No es solo entender que quieren decir las palabras, esto sería insuficiente y pobre por caer en lo anecdótico. La intención es ver hasta dónde podemos llegar a ver los sentidos sociales que se ponen en juego en los encuentros diarios y recurrentes en un grupo de sujetos.

    Aspiramos a llegar a la mayor profundidad posible de este entramado social.

Diálogo 2. “La ley del más fuerte”

Gabriel: ¿que tal?, ¿cómo andan?
Colmillo: ¿qué onda español?
Gabriel. Hoy hay pocos ¿qué pasó?
Colmillo: “Ahorita” llegan.
Gabriel: ¿A qué hora se encuentran?
Colmillo: ahorita!!!, a las cinco (en ese momento el reloj marca las cinco y cuarto)
Mazinho: Es que algunos están “chambeando” y otros empezaron “la prepa”, si no vinieron uhm...(exclama moviendo ligeramente la cabeza)
Gabriel: Ahí hay algunos chavos ¿qué tal si armamos un partido con ellos?
Mazinho: Ellos siempre juegan allí. Aquí no juegan por miedo. Ve y pregúntales a ver.

    En este diálogo se plantea una situación poco habitual, el número de chavos no alcanza para armar dos equipos de fútbol. En mi carácter de visitante de este barrio, propongo convocar a un grupo de “chavitos” que estaban ensayando remates con un balón para armar un partido de fútbol.

    Cuando “mazhino” sostiene que no juegan por miedo estaba haciendo alusión a su experiencia de situaciones anteriores, en donde a los más pequeños suelen asignársele el rol de portero, suelen participar poco del juego, sienten la fricción del juego de parte de los más dotados físicamente y además cuando esperan para entrar como equipo relevando al equipo vencido, ven como su turno es postergado por ser “chavitos”.

    A partir de esta lógica del más fuerte, los más pequeños suelen jugar en un playón de material contiguo a la cancha principal, sitio en donde se sienten a resguardo de el grupo dominante. Lo que también podemos apreciar es una suerte de expulsión para aquellos sujetos que en alguna pelea quedaron en una posición de derrotado o perdedor. El vencido suele estar como penando una suspensión en forma transitoria, en este espacio de material con los más pequeños. El castigo opera como un descenso a categorías de sujetos inferiores, lugar en donde deberá hacer méritos para acceder al lugar perdido, es decir la primera categoría.

    En el diálogo también aparecen las expresiones “chambeando” y “la prepa”. Allí se reproducen nuevamente relaciones de poder, como tema de conversación a veces se menciona “la chamba” haciendo mención a la necesidad de superar la carencia de dinero. El momento existencial de varios de los participantes atraviesa por una instancia de escolarización y un anhelo de cubrir con la Escuela para tener una preparación que ayude a encontrar alguna inserción en el mercado laboral.

Diálogo 3. “Acuerdo de las reglas del juego”

La banda está esperando ansiosa la finalización del partido
Pachuco: ya terminen de una vez...
Caritas: Están pendejos. No vez que no hacen goles. (Grita con énfasis) “Pinche portero” ya patea el balón de una vez.
Gordo: El gordo también se exaspera y grita a uno de los que esta dentro de la cancha. Oye quítate el “cubo” de la cabeza “buey”.(en referencia a un golpe de cabeza sin dirección)
Colmillo: Da vueltas al costado de la cancha, esperando un gol. “Hijos de la chingada” espera que entremos y van a ver.


Lecturas: Educación Física y Deportes · http://www.efdeportes.com · Año 7 · Nº 37   sigue Ü