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La preocupación por la salud de los niños en el
período ilustrado y su influencia en las ideas del Siglo XIX
Lic. Patricia N. Gómez

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 36 - Mayo de 2001

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    Locke, en cambio, se refiere al ejercicio físico, la esgrima, equitación, natación y los juegos pero no menciona a la educación física en su obra.

    Kneipp, un siglo después, abarca largamente la temática del movimiento y los juegos infantiles, así como también la de los ejercicios gimnásticos, como forma de conseguir y mantener la salud de los niños. “Por natural inclinación hacen los niños ejercicios gimnásticos especiales, que son elemento indispensable para su salud. El niño mantiene sus músculos en constante actividad, como si comprendiese que necesitan mucho ejercicio para su desarrollo29.” “Entre las ocupaciones de los niños figura como muy principal el juego. Pero de las innumerables clases de juegos infantiles deben preferirse aquellos que exigen movimiento, que sirven para ejercitar los músculos y fortalecerlos, para desarrollar el cuerpo y dar flexibilidad á los miembros, porque estos endurecen la naturaleza y la acostumbran al trabajo.30


c. Los cuidados de la madre durante el preñado

    Es Josefa Amar y Borbón la que más se extiende sobre este punto, para esto cita a autores como Mr. Ballexferd31; Mr. Fourcroy32 y Mr. Alphonse le Roy33. La alimentación de la mujer gestante, el tipo de vestido, la cama a utilizar y el ejercicio conveniente son cuestiones atendidas por Amar y Borbón y, en general, coinciden con los consejos que se dará luego en relación con la crianza física de los niños. Es decir, aconseja una alimentación sana, tratando de no incluir alimentos pesados, salados o cargados de especias; en cuanto al tipo de vestido, sugiere utilizar ropa suelta, prescindiendo del uso de cotillas; considera que, para evitar futuros daños, la cama no debiera ser muy blanda y, por último, promueve la realización de ejercicios moderados por parte de la futura madre.

    Rousseau hace mención de esta cuestión al afirmar que: “Necesita miramiento durante su embarazo; reposo en sus partos, una vida sosegada y sedentaria para lactar a sus hijos; necesita paciencia y dulzura para criarlos, un celo, un afecto, que nada menoscabe; ella sirve de enlace entre ellos y su padre, ella los hace amarle y darle confianza de llamarles suyos.34

    Un siglo después, Monseñor Kneipp le dedica la primera parte de su obra a este tema. Cuatro capítulos contienen sus consejos: Generalidades, La alimentación de la madre, El vestido de la madre y El empleo del agua.

    Coincide con Josefa Amar y Borbón en cuanto al tipo de comida a consumir por parte de la mujer gestante; legumbres, carnes sin abusos, leche, pan moreno. Reprueba el uso de especias, “...el uso inmoderado de la sal...35,vinagre, vino, cerveza, dulces y confituras, café, té, chocolate y sustancias análogas y las bebidas espirituosas (aguardientes).

    En relación con el vestido de la madre, señala la inconveniencia del uso de ropas ajustadas o mucho abrigo, así como da cuenta de qué tipo de ligas, botas o zapatos deben usarse. “Todo lo que sea complicar el traje es perjudicar la naturaleza: por consiguiente que el vestido de la mujer casada sea sencillo, extraño á las ridiculeces de la moda y encaminado principalmente á cubrir la desnudez y preservar del frío.36” “No deben llevarse los vestidos muy ajustados al talle, ni con cinturones ni con hebillas; pero aún precisa evitar con más cuidado oprimir el cuello, costumbre perniciosa que produce fatales resultados. La opresión del cuello estorba la libre circulación de la sangre y produce detenciones, origen y causa de las paperas y demás tumores que suelen presentarse en esa parte. No he menester hablar de los males, gravísimos generalmente, que provienen del corsé y, en general, de la opresión del talle.37 Esta cita es concluyente en cuanto a su postura relacionada con el cuidado de la madre durante la gestación del niño.


d. Del parto

    Rousseau y Josefa Amar y Borbón son los autores del período ilustrado que abordaron esta cuestión. Mientras que Amar y Borbón, citando a varios autores, detalla algunos procedimientos propios del parto38, haciendo la salvedad de que “...debe fiarse siempre que se pueda a la naturaleza, ayudándola sólo en los casos extraordinarios, y añade (Mr. Ballexferd) que todo cuanto se suele hacer por acelerarle es perjudicial39”, a Rousseau no le parece adecuado el procedimiento que, normalmente, se sigue en el lavado del recién nacido. Éste se realiza con agua tibia mezclada con vino. “Esta adición del vino me parece poco necesaria. Como la naturaleza no produce nada fermentado, no es de creer que el empleo de un licor artificial importe a la vida de sus criaturas. Por idéntica razón, esta precaución de hacer entibiar el agua no es tampoco indispensable; en efecto, múltiples pueblos lavan los niños recién nacidos en los ríos o en el mar, sin más.40

    Kneipp, en cambio, hace un gran hincapié en el peligro que existe en que la criatura muera por asfixia dado que sus fuerzas están debilitadas por el trabajo de parto. Propone, al respecto, lo siguiente: “...me apresuraría á prestársele de la siguiente manera: tomaría al niño y le sumergiría rápidamente en agua fría, sacándole en seguida. El agua fresca le produce una fuerte conmoción y fortalece instantáneamente la naturaleza del niño. Por este medio se facilita la respiración y se salva la vida de muchas criaturas...41 Más adelante recomienda aire puro y agua fresca para evitar males y graves peligros al recién nacido.


e. La lactancia

    Kant, Rousseau y Amar y Borbón se refieren, explícitamente, a la importancia que tiene la leche materna en la crianza del recién nacido. Según Kant: “Se creía antes que la primera leche después del parto, serosa, era perjudicial para el niño, y que la madre había de suprimirla antes que pudiera mamar. Pero Rousseau fue el primero que llamó la atención de los médicos, sobre si esta primera leche podría también ser buena, pues la Naturaleza no ha dispuesto nada en vano. Y se ha encontrado realmente que esta leche (llamada por los médicos meconium) es la que mejor quita las inmundicias que se encuentran en los recién nacidos, siendo, por lo tanto, muy conveniente para los niños.42 Coincide Amar y Borbón con esta afirmación.

    La dieta de la madre o nodriza que amamanta es abordada, en coincidencia, por estos tres autores. La frecuencia de las tomas, los intervalos y las cantidades son ampliamente desarrollados por Amar y Borbón.

    Kneipp al referirse a la lactancia, hace un especial hincapié en la importancia de la leche materna o, si es necesario, de otros métodos alternativos43. No introduce otros conceptos acerca de esto pero, cabe recordar que ha destinado un capítulo especial a la alimentación de la madre (en general) que bien podría hacerse extensivo a la madre que amamanta.


f. Acerca de la elección de la nodriza

    Habría acuerdo en cuanto a que la nodriza debería ser la encargada de la crianza de los niños, siempre y cuando su madre se encuentre imposibilitada de realizar la misma, ya sea por enfermedad o por debilidad.

    Vasta es la alusión a este ítem que han hecho Kant, Rousseau y Amar y Borbón. Mientras que Kant se refiere escuetamente a la alimentación adecuada de la madre o la nodriza para beneficiar la lactancia; Rousseau y Amar y Borbón, en general, coinciden en cuanto a la necesidad de que la nodriza posea determinadas características que favorezcan el vínculo y la buena crianza del niño en cuestión. En general, se recomienda que la nodriza sea sana de corazón, de buenas costumbres, apacible, casta, sobria y afable. Amar y Borbón se extiende en esta cuestión y agrega características importantes a tener en cuenta a la hora de elegir una nodriza: color de cabello, preferiblemente castaño o negro, que sean de aliento suave y dientes blancos, su edad debe estar entre los veinte y los treinta y cinco años y la leche no debe pasar de cuatro o cinco meses. Por supuesto, no deja de considerar cuestiones referentes a las calidades de la leche.44

    Monseñor Kneipp reprueba con vehemencia la utilización de una nodriza en la crianza de los niños. Propone “...que, en la inmensa mayoría de los casos á lo menos, puede prescindirse de la nodriza, sustituyéndola con otros medios, bien sea una cabra, leche en general ú otra clase de alimentación adecuada, cualquiera de cuyos medios ofrece la ventaja de no correr el peligro de que se transmita al niño el gérmen de alguna dolencia.45” “Por consecuencia si no se puede ó no se quiere dar al niño a una nodriza, acúdase en buen hora á la alimentación artificial de la criatura, por alguno de los indicados medios, aprobados por la ciencia médica y utilizados no pocas veces por las familias que desgraciadamente se encuentran en ese caso.46

    Más adelante, de todos modos, propone características adecuadas de una buena nodriza dado que entiende que, en algunos casos, es realmente imposible la lactancia materna. Estas características son: “Una buena ama de cría debe ante todo ser joven, gozar de buena salud, tanto de cuerpo como de espíritu; no haber sufrido enfermedad grave, de la que puedan haberle quedado reliquias, que transmitiría seguramente á la criatura; precisa que sea virtuosa, porque toda pasión desordenada ejerce perniciosa influencia en la formación de la leche, por lo que tampoco puede ser buena nodriza la que no tenga un carácter apacible, poco propenso á la irritabilidad. Una nodriza dominada por alguna pasión, facilmente irritable, colérica, suministraría malos materiales al cuerpecito del niño, y un edificio puede venirse á tierra con solo emplear una pequeña parte de los materiales de mala calidad.47


g. El baño de los niños / los lavados

    Tanto Locke, como Kant, Amar y Borbón y Rousseau se refieren a los baños como algo muy saludable. Hay algunas diferencias en cuanto a la temperatura del agua para la realización de los mismos. Mientras que Locke y Kant sostienen que los baños de agua fría son buenos, Amar y Borbón cita a una serie de autores que recomiendan desde los baños con agua fría hasta los baños con descenso de temperatura gradual comenzando con agua tibia. Rousseau también propone el descenso gradual de la temperatura.

    El concepto de endurecimiento es el sostén de estos consejos relacionados con el baño de agua fría. “La experiencia demuestra que mueren muchos más niños criados delicadamente que de los otros. Dado que no se atiene a la medida de sus fuerzas, se arriesga menos al emplearlas que al regularlas. Ejercitarlas, pues, para aquellos trabajos que tendrán que soportar un día. Endureced sus cuerpos en las intemperies de las estaciones, de los climas, de los elementos, en el hambre, la sed, la fatiga...48

    Kneipp, en su obra, hace una especial mención del tema de los baños, no sólo de los niños pequeños sino también de las madres. En cuanto a la temperatura del baño, el autor afirma: “El agua caliente produce fatales consecuencias en los niños recién nacidos, cuyo delicado cutis no puede soportar impunemente una temperatura tan elevada... Como quiera que sea, el que no tenga valor para bañar al niño en agua fresca, á 10ºR por término medio, puede empezar tomando agua templada, á 20º ó 22ºR y disminuir todos los días un grado la temperatura, teniendo en cuenta que es templada el agua de 15º á 20ºR, fresca de 10º a 15ºR y fría por debajo de 10º, mientras que de 20º a 30º es caliente y por encima de 30º sería insoportable para cualquier nacido. El agua fresca es siempre la más saludable; por consecuencia el que tema algún peligro, que nunca existe más que en la imaginación de personas afeminadas, que siga el procedimiento progresivo indicado, ó de lo contrario causará notable perjuicio á sus hijos. El baño debe ser de pura impresión, sacando á la criatura lo más rápidamente posible y, sin enjugarla, se envolverá en los pañales, y permanecerá bien abrigada, aunque sin exceso. Los niños se habitúan de tal modo al agua fresca que tan pronto como están en disposición de expresarse, por la palabra o por señas, la piden espontáneamente. El agua fresca ejerce siempre beneficiosa influencia sobre la salud, por lo que tiene gran importancia acostumbrarse á élla desde la más tierna edad.49

    En relación con los baños, es curiosa su categorización: “Los medios baños se recomiendan muy particularmente por la facilidad con que se aplican y el bienestar que producen. ... El medio baño se toma con el agua hasta los sobacos; y en los 3 ó 4 segundos que ha de durar se lavará rapidamente el resto del cuerpo hasta la cabeza.50” “El baño de cuerpo entero se diferencia del anterior en que el agua debe cubrir el cuerpo hasta la cabeza, sumergiendo ésta de vez en cuando en el líquido y teniendo cuidado de secarla completamente con un paño de manos, para que no tome aire estando húmeda.51” “Los baños de regadera tienen muchos aficionados entre la gente menuda, y deben administrárseles 2 ó 3 veces por semana bajo la forma de riego superior, de la rodilla ó de los muslos. En un mismo día no debe administrarse más que una clase de baño, de suerte que tampoco deben simultanearse los de regadera con los baños ordinarios.52


h. El vestido

    En relación con este ítem, cabe considerar que tanto Locke, Amar y Borbón y Rousseau coinciden ampliamente en que los vestidos de los niños y de las niñas deben ser amplios, especialmente en la zona del pecho; se recomienda también que “...convendría más endurecerles al frío que al calor: el mucho frío no les incomoda nunca, cuando a él se les deja expuestos muy pronto;...53 ; por lo tanto, en la estación menos benigna debería sólo agregarse una prenda, a modo de abrigo, al vestido utilizado durante el período estival. Cabe agregar que, el concepto de endurecimiento se desarrolla fuertemente al abordar el tema del abrigo: “...que se es más robusto soportando el exceso del frío que el exceso del calor. Pero a medida que el niño crece y que sus fibras se fortifican, acostumbrarle poco a poco a desafiar los rayos del sol; caminando por grados, le endurecéis sin peligro para los ardores de la zona tórrida.54

    Josefa Amar y Borbón hace alguna mención a la inconveniencia del uso de vestidos suntuosos: “Los vestidos de las niñas no deben ser ricos; lo primero, por el daño que causan en lo moral, enseñándolas desde temprano a estimarlos más de lo que merecen, y lo segundo, porque se les quita la libertad de jugar, que les es tan saludable. El temor de que las riñan o castiguen si los manchan o los rompen, las obliga a estarse sentadas; y no pensar en otra cosa que en su adorno. Es razón que lleven vestidos decentes conforme a su clase, pero de aquellos géneros que se pueden lavar, para que vayan siempre limpias, y conozcan que éste es el principal realce de la hermosura.55

    Kneipp coincide con la amplitud de la ropa, la importancia de no excederse en el abrigo de los niños y la necesidad de evitar la ostentación dado que la misma produce daños en la educación moral de los pequeños. Al respecto, dice “Juzgo inoportunos los trajes de soldado, de marinero y otros que pueden despertar el orgullo y la vanidad de los niños; pero en todo caso ajústense á las indicadas reglas.56 (relativas a la amplitud y a la textura de las telas).


i. Las fajas, las cotillas y otros métodos

    Tanto Kant, Amar y Borbón como Rousseau mencionan claramente su oposición al fajado del niño, más allá de expresar que está es una práctica arraigada en la sociedad. Este fajado lo hacían las madres o las nodrizas, envolviendo por completo a los niños con telas tratando que las mismas no sufrieran arrugas durante el procedimiento y que el cuerpo del niño estuviera perfectamente erguido para evitar malformaciones futuras.

    Dirá Josefa Amar y Borbón al respecto: “La costumbre admitida generalmente de apretar y sujetar a los niños de pies a cabeza desde el momento que nacen está tan arraigada que, por más que clamen todos los autores que han escrito de educación física, no se logrará desterrar enteramente mientras no se pongan otros medios eficaces. Apenas nace la criatura no se piensa sino en vestirla; para esto le cargan lo primero la cabeza con una o más gorras, los pañales se ajustan fuertemente con una faja apretada, y aun en los primeros días se suele volver la ropa que sobra hacia arriba, para que aquel paquete (que no se puede llamar otra cosa) quede más apretado y haga mejor figura. Por último, se prende con alfileres la gorra, para que la cabeza no pueda hacer movimiento alguno. De este modo queda el niño sin respiración y oprimido todo su cuerpo.57 Esta autora también hace un pedido especial a las madres para que eviten las vendas en la cabeza que tenían por objeto “moldearlas” según el gusto y la moda del momento. Rousseau adhiere también a esta propuesta diciendo: “Nada de gorros, de fajas, de mantillas;...58

    En relación a otros métodos parecidos, en cuanto al moldeamiento de los cuerpos, Kant se refiere al corsé como otra prenda perjudicial para la salud de los pequeños.

    Kneipp, un siglo después, hace notar los peligros que implican “...la ridícula costumbre de envolver la cintura del niño con una faja de muchas vueltas, con la que, por lo menos, se atormenta inútilmente á la criatura. La simple envoltura de franela que cubre el cuerpecito hasta los piés es más que suficiente.59”, y también expresa: “...nada de gorras, cofias ó sombreros en la cabeza de los niños. El cuidado con que Dios la cubre inmediatamente después de su entrada en el mundo es indicio de que nada tiene que hacer en eso la madre. Dirija, pues, sus atenciones á todos aquellos puntos en que no aparezca tan visible la intervención de la divina Providencia, supliendo á la madre natural de la criatura.60”; y, en relación con el uso de corsé también lo refiere en su obra diciendo: “...merece las más acerbas censuras la perniciosa costumbre de oprimirse la cintura, secundada por muchas madres con la ridícula mira de proporcionar á sus hijas un talle más esbelto. Por ese medio se encierran en durísima prisión las principales entrañas del cuerpo humano para que no adquieran el debido desarrollo, y cuando, á su vez, llegan á ser madres hacen pagar bien caro á sus hijos el capricho del diminuto talle.61


j. Acerca del sueño

    Locke, Rousseau, Kant y Amar y Borbón coinciden en los consejos que proponen acerca del sueño. Hay acuerdo sobre los beneficios que el sueño le otorga a la salud y el crecimiento de los niños.

    Locke y Amar y Borbón manifiestan la importancia de madrugar, por un lado, para aprovechar el aire fresco y limpio de la mañana y, por el otro, para hacer útil el tiempo.

    Locke sugiere que si a la edad comprendida entre los siete y los catorce años los niños son demasiado amantes del dormir, debería acotarse el tiempo destinado al sueño a ocho horas diarias.

    Hay coincidencia absoluta en cuanto al tipo de cama a utilizar. La misma no debe ser blanda, “... importa acostumbrarse desde el principio a dormir mal acostado; es el medio de no encontrar mala ninguna cama62.”, y debiera permanecer fresca dado que al decir de Kant: “Se debe evitar, además, no mantener al niño muy caliente, pues su sangre lo está ya por sí misma mucho más que en los adultos. El calor de la sangre de los niños llega á 110º Fahrenheit, y la de los adultos sólo á 96º. El niño se asfixia en una temperatura en que otros de más edad se encuentran perfectamente. La habitación fresca generalmente hace fuerte al hombre.63

    Kant y Amar y Borbón destacan otra cuestión relacionada con el sueño: mecer la cuna de los niños recién nacidos. Esto es planteado como perjudicial, dado que el movimiento de vaivén produce vértigo, excita al vómito y causa daños en el tierno cerebro.


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