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La violencia en el fútbol: una reseña bibliográfica
Antonio Hernández Mendo, Maribel Molina Macias, Genoveva Pérez Mazuecos,
Angustias Estrella Colomo, Pilar Gálvez Cordero, Irene Ortega Alcántara.

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 6 - N° 29 - Enero de 2001

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    Señala como el fútbol siempre ha estado marcado por los incidentes, aunque en los últimos tiempos están aumentando de forma alarmante. Afirma que existen cuatro aspectos de la afición violenta del fútbol que hacen pensar que tengan su origen en lazos segmentarios:

  1. Les resulta tan interesante el enfrentamiento como presenciar el partido de fútbol

  2. Los grupos rivales pertenecen al mismo estrato social

  3. El enfrentamiento entre grupos rivales adopta una forma de vendetta

  4. Alto grado de conformidad y uniformidad en la acción (canciones y lemas)

    Finaliza haciendo una caracterización sociológica de los atributos de estos grupos violentos del fútbol

    3. El tercero, y último de los estudios, publicado por Eric Dunning, Patrick Murphey y John Williams titulado "La violencia de los espectadores en los partidos de fútbol: hacia una explicación sociológica". En la introducción de este trabajo señalan lo habitual de los incidentes violentos en el fútbol especialmente en Inglaterra. Señalan que los aficionados violentos son unos pocos y que el resto se ven arrastrados a la violencia. Con el fin de caracterizar a estos individuos incluye una transcripción de una entrevista con un detenido tras el partido Cardiff City y Manchester United de 1974:

Yo voy a los partidos por una sola razón: el agro7. Es una obsesión, no puedo dejarlo. Disfruto tanto cuando estoy en ello que casi me meo de gusto en los pantalones... Buscándolo, recorro todo el país... Todos los días, por la noche, damos vueltas por la ciudad buscando camorra. .Antes de los partidos vamos como si nada, con pinta respetable... luego, cuando vemos a alguien con aspecto de enemigo, le preguntamos la hora; si responde con acento extranjero, le damos una paliza; y si lleva dinero encima, se lo quitamos además.8

    A continuación señalan las múltiples posibilidades de violencia de los grupos de hooligans . Señalan además que grupos como el "Inter City" de West Harm, el "Service Crew" de Leeds y los equivalentes en clubes como el Newcastle United y el Chelsea, apoyan a organizaciones racista y de corte ultraderechista como el British Movement y el National Front9. Describe someramente la forma de desplazase a los encuentros y el atuendo, que contrariamente a lo que se pueda pensar, huye de utilizar los distintivos de club de tal forma que se impida dar a conocer quienes son. Tampoco siguen la moda de la cabeza rapada tan popular en la década de los sesenta y setenta. Afirman que los jóvenes implicados en los incidentes violentos tienden a considerar estos como parte integral de asistir a un partido de fútbol.

    Señalan que las explicaciones oficiales, el abuso de la bebida y/o la violencia generada en el campo de juego son explicaciones con grandes limitaciones pero que contienen elementos parcialmente válidos. Con respecto a la bebida señala que no todos los que beben participan en actos violentos y no todos los violentos beben. La bebida como factor causal está en la superficie de la violencia, más bien la bebida facilita la violencia. Por lo que respecta a la violencia en el propio campo de fútbol, no deja de ser otro factor como puede ser la actuación de la policía o el tratamiento que le dan los medios de comunicación a los disturbios generados por estos grupos, que permiten establecer un ranking de grupos.

    En otro apartado donde enumera las explicaciones académicas, cita el trabajo de Ian Taylor10, y afirma que los hinchas pertenecientes a la clase obrera consideran en cierta manera que los clubes de fútbol son una democracia participativa. Consideran a los hooligans actuales como un movimiento que intenta restablecer el control y salvaguardar los intereses de su clase. Este análisis tiene aspectos comunes con el trabajo de John Clarke11, éste considera el fenómeno del hooliganism a la conjunción de la prefesionalización y espectacularización del juego durante los años sesenta. Los jóvenes, que sufren un quebrantamiento de los lazos familiares desuniéndolos de los ancianos, reaccionan contra esto cuando asisten sin control a ver los encuentros de fútbol. Citan también el trabajo de Stuart Hall que examina el papel de la prensa en la generación del "pánico moral" en torno a la violencia de los aficionados al fútbol. Este autor afirma que existe una correlación entre la preocupación por este tema y el deterioro de la economía británica.

    Mencionan los trabajos de Taylor, Clarke y Hall de los cuales afirma que desde la óptica de la teoría marxista son incapaces de explicar el conflicto entre dos grupos pertenecientes a la clase obrera. Añade que podrían haber explicado este fenómeno a través del "desplazamiento de la agresión" pero que el único que lo ha hecho ha sido Taylor.

    Critican el libro The Rules of Disorder de Marsh, Rosser y Harré, en este libro consideran que la violencia es exagerada por los medios de comunicación y que nos trata más que de un "ritual agresivo". Eric Dunning y colaboradores consideran que este trabajo está muy influenciado por la etnología y principalmente por la obra de Desmond Morris, el cual considera que ritual y violencia son mutuamente excluyentes. Además Dunning et al. Consideran que los autores no hicieron ningún intento en sistematizar los orígenes y circunstancias sociales de los hinchas.

    Más adelante cita el Informe Harrinton en el que se afirma que los hinchas violentos provienen de la clase trabajadora. En un estudio posterior Trivizas12 llega a una conclusión similar, el 80% de las personas procesadas por delitos relacionados con el fútbol eran obreros manuales o desempleados.

    Gerald Suttles13 acuñó el término "segmentación ordenada" para englobar dos rasgos interconectados del patrón de vida en estas comunidades. Los segmentos que conforman las vecindades de gran tamaño son relativamente independientes entre sí, sin embargo los miembros de estos segmentos tienden a combinarse entre sí en casos de oposición o conflicto. Robins y Cohen afirman haber observado un modelo como el de Evans-Pritchard14 y Harrison en su libro Soccer's Tribal War habla de lo que el denomina el "sindrome del beduino", consistentes en alianzas ad hoc15. De acuerdo con Suttles el rasgo dominante de toda sociedad caracterizada por una "segmentación ordenada" son los grupos de personas del mismo nivel social, misma edad y mismo sexo integradas en bandas callejeras.

    Después Eric Dunning y colaboradores describen la sociogénesis de la masculinidad agresiva. En este epígrafe afirman la importancia de la socialización de los niños en la calle, ya que tienden a interactuar entre ellos con agresividad. Están familiarizados a la agresividad. Posteriormente son a estas personas de la clase obrera baja a la que se les niega invariablemente status, significado y gratificación.

    Eric Dunning, Patrick Murphey y John Williams afirman que la violencia de los espectadores en el fútbol no es nueva. Muestran diversas noticias sobre el tema aparecidas en la prensa y señalan como a pesar de existir diversos períodos en los que la violencia ha remitido, no ha desaparecido. Señalan asimismo que el problema se ha agravado con la profesionalización.

    Critican también el papel desempeñado por los medios de comunicación. En un principio -y citan el caso inglés- elogiando la buena conducta de la masa y criticando los incidentes de los extranjeros. En esos momento se llegó a comentar que ese tipo de incidentes nunca ocurriría allí. Después, a partir de la década de los cincuenta, se fueron recogiendo todos los incidentes violentos y se magnificaron. Les acusa de haber magnificado las noticias para vender más periódicos.


2. Football in its place: una reseña obligada en el comportamiento de las masas en el fútbol

    David Canter, Miriam Comber y David Uzzell, en su libro Football in its place y a lo largo de seis capítulos entra en uno de los temas que menos literatura ha generado en la Psicosociología del Deporte, los desastres colectivos o el efecto de las masas.

    En el primer capítulo se enfoca el fútbol como un fenómeno de masas que representa a la perfección las líneas culturales que nos diferencian. En efecto, cada hincha se identifica con su club o con su equipo porque le atribuye unas características definidas y únicas. Es obvio que existen diferencias entre clubes, ya que, aunque formamos parte de una sociedad interrelacionada y en equilibrio, estas pequeñas diferencias entre unas y otras entidades es lo que decide el carácter de los aficionados. Antes, hace ya algunas décadas, los hinchas eran locales, pero, poco a poco pasaron a ser no necesariamente locales.

    En este capítulo ofrecen la opinión de los aficionados ingleses, de la "gente de la calle". Curiosamente, las opiniones variaban de club a club, sin embargo, todos coincidían en afirmar que las situaciones de violencia y disturbios, han contribuido enormemente a que la gente deje de ir a los partidos de fútbol. Y es que por muy increíble que parezca, se ha registrado un descenso importante en la venta de entradas en Inglaterra, sobre todo en los desplazamientos fuera de casa de los equipos. Los hooligans son normalmente jóvenes de clase trabajadora, que los autores desglosan de la siguiente manera: uno de cada cinco tiene menos de 17 años, dos tercios tienen entre 17 y 20 años y el resto tiene más de 20 años. Concluyen: los hooligans16 son jóvenes y son el grupo social más penado por los jueces, ¿existe pues un prejuicio?. Las explicaciones que nos ofrecen para la aparición de este grupo son varias: En primer lugar, la naturaleza humana es de por sí agresiva, el fútbol además genera agresividad y, por último, este deporte se convierte para muchos en un reflejo de los problemas de la sociedad. Pero, ¿por qué la violencia no pasa normalmente en los campos, sino fuera de ellos?. El fútbol es un deporte que nos produce satisfacción y orgullo, pero también produce muertes, aproximadamente en un año, se pueden alcanzar los 100 muertos, entre agresiones y mal estado de las instalaciones.

    En capítulo tercero se explican las diferencias entre los clubes ingleses. Los autores postulan la existencia de una "cultura de los clubes". Con esto se refiere a las actitudes y comportamiento que hacen que cada club sea distinto y único. La idea de que cada club tiene una cultura propia puede dar lugar a muchos problemas derivados de una opinión extremista de esta cuestión.

    El capítulo cuarto está dedicado a las muchedumbres y las emergencias. Desde el principio de la historia hemos asistido a espectáculos concebidos como agresivos para calmar los problemas sociales de las multitudes. Así, por ejemplo, en la antigua Roma, tenían a los gladiadores. Los gladiadores era un espectáculo agresivo de masas. Además, también desde antiguo hemos observado una fuerte conciencia de grupo, caracterizada por las similitudes y puntos en común. Dentro de estos grupos, cada persona se siente fuertemente unida a él. Como consecuencia, si en un lugar hay mucha gente concentrada y se produce una emergencia, las posibilidades de desastre aumentan considerablemente.

    Vamos a repasar los diversos aspectos tratados por los autores:

  1. Acontecimientos extraños.
    A menudo, pensamos en los grandes desastres como importantes desde un mismo principio, sin considerar que no es así. Por ejemplo, que una persona se caiga en la calle es, dentro de unos límites, una cosa normal y hasta cotidiana. Sin embargo, si una persona se cae en el transcurso de una huida precipitada en busca de una salida de emergencia, puede resultar un verdadero desastre. Las masas, por ellas mismas implican una cierta sensación de desastre. Un acontecimiento insignificante puede acabar en un hecho terrible y devastador.

  2. El peso de los números.
    En el estadio de Heysel, 39 hinchas resultaron asfixiados o aplastados en la multitud huyendo de los aficionados del Liverpool. Cuando las masas reaccionan ante algo es muy difícil que cambien, debido a su magnitud. Se produce una falta de comunicación entre los de delante (los que encabezan la masa) y los de detrás (el centro y final de la masa). Esto produce un efecto en cadena que resulta letal.

  3. El movimiento.
    Cuando se da la voz de alarma y la masa se precipita hacia las salidas, el movimiento podemos equipararlo al de un soldado, es decir, se mueve de forma libre y unidireccional. Los pasillos se prestan a ello. Los sitios tienen que tener un manejo adecuado de la multitud. Las emergencias, por pequeñas que sean, son las que demuestran si las instalaciones son adecuadas. Además sería aconsejable fuerte presencia policial y concienciación de los posibles peligros por los desastres que pueden presentarse.

    Pero, subrayan los autores, no estamos hablando de la típica parafernalia a la que nos tienen acostumbrados políticos y prensa. En Inglaterra las instalaciones deben pasar una inspección técnica obligatoria basada en la ley. Pero, lo que resulta realmente sorprendente e indignante es que la legislación cambia cada vez que ocurre un desastre (los autores estiman este cambio en aproximadamente una vez cada 10 años), mientras que las instalaciones están continuamente remodelándose. Por ejemplo, desde los años 30 se venían proponiendo reformas para la prohibición de alcohol en los estadios. Sólo hasta Heysel no se logró. Y es que en la mayoría de los casos, la inercia lleva a no cambiar las reglas, sobre todo hasta que alguien demuestre que ha habido heridos. La empresa Scicon 40 elaboró un detallado estudio que, posteriormente se ha tachado de ser erróneo y tener carencias, pero, a pesar de esto, no se le han hecho cambios sustanciales.

    Aquí estamos ante un conflicto de intereses y se demuestra un desconocimiento de lo que es más conveniente. Así, la ley defiende cada vez más las medidas de seguridad, pero a la vez se ponen más barreras y otras formas mecánicas de impedimento. Es más, en teoría, el número de gente que puede entrar en un campo de fútbol se debería calcular en base a la cantidad de personas que pueden salir del estadio en dos minutos y medio. Pero, es muy difícil poner números, ya que la gente no se mueve en líneas, se mueve a diferente velocidad, y durante una salida por emergencia, la gente no se pega a los muros, lo que reduce considerablemente la anchura y la capacidad total de los pasillos.

    Otro aspecto más, aunque haya salidas y estén racionalmente contadas, las masas no tienen un comportamiento consciente del peligro durante una emergencia. De forma que, tienden a irse por las salidas que conocen, o por las que les lleva a una dirección que les conviene. Es muy curioso que incluso hay tendencias o preferencias que se acentúan por la situación de desastre. Así, se prefiere el lado derecho de la escalera o pasillo, y se prefiere una salida conocida aunque esté abarrotada.

    Un momento decisivo dentro del desastre es el del reconocimiento del mismo. De manera que la pérdida de tiempo aquí puede resultar irrecuperable. Cuando nos damos cuenta de la gravedad del asunto, la situación se hace crítica, ya que todo el mundo quiere salir a la vez, y todo esto en cuestión de minutos. El tiempo que se planea para que la gente salga es de dos minutos y medio. Pero mientras que se detecta la emergencia y se reacciona, este tiempo es mínimo. De aquí obtenemos la conclusión de que son más importantes factores como:

  1. La rápida comunicación entre los agentes.

  2. Reconocer de manera inmediata el alcance del peligro.

  3. Tener planes específicos para accidentes potenciales.

    Desgraciadamente, en la época en la que vivimos, se le da más importancia a la técnica y a los despliegues electrónicos que comercialmente son interesantes que a los soluciones propuestas por las ciencias sociales.

    En el capítulo quinto repasa la historia de la violencia en el fútbol. Se cree que el problema es actual, pero ya desde Roma y la época justiniana tenemos antecedentes de desastres. En cuanto al fútbol en Inglaterra, los autores citan tres antecedentes históricos:

  1. En 1655, se jugaban partidos aunque estaba prohibido.

  2. En 1890, en un partido del Blackburn contra el Bumley un árbitro resultó gravemente herido.

  3. En 1909, en Hampden Park, 6000 espectadores arrojaron cosas al campo hiriendo a jugadores y árbitro.

    Pero, en líneas generales lo que los autores afirman es que los hooligans son sólo uno de los problemas de la violencia y de los desastres en el fútbol. Además, el entorno no sólo físico sino social, también juega un papel muy importante. Y, no hay una solución única y concreta para este tipo de situaciones, por lo que se hace mucho más difícil evitarlos.


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