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Los usos del fútbol en democracia
Roberto Di Giano

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 26 - Octubre de 2000

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    Es decir, que la estrategia de los poderosos fue utilizar la arena futbolística, en un particular momento de euforia triunfalista, para intentar lograr así una mayor aceptación de la visión económica que el poder político delineara luego de someterse prontamente a las decisiones del poder financiero mundial (con el cuál, históricamente, el movimiento justicialista siempre había tenido relaciones controvertidas como consecuencia de la gran importancia que le otorgó el peronismo a la independencia económica).

    Lo que el discurso predominante dejaba de lado eran las consecuencias de una propuesta modernizadora que demandaba una cuota tan alta de esfuerzo y de sacrificio. Es que la política económica tendería con el tiempo a afirmar una distribución cada vez mas desigual de los recursos económicos, sociales y educativos, y ésto tendría que impactar, mas tarde o mas temprano, sobre muchos aficionados que disfrutaban momentáneamente del triunfo deportivo.

    Volviendo al campo estrictamente futbolístico, el seleccionado argentino, había cumplido hasta entonces una discreta actuación en el torneo y por azar, elemento que sigue interviniendo pese a todos los esfuerzos organizativos, tácticos y técnicos que se llevaron a cabo para eliminarlo y que incomoda a quienes están fascinados por encontrarle a todos los fenómenos respuestas exclusivamente racionales, llegó a afirmar su presencia en la final.

    A la selección argentina le tocó disputar el partido final con el poderoso equipo alemán y lo hizo en base a un planteo meramente defensivo, tanto es así que los jugadores que representaban a nuestro país patearon una sola vez al arco contrario.

    Luego de perder, jugando de esta manera especulativa, solo por una mínima diferencia (1 a 0),. El poder político instrumentó una campaña destinada a atribuir, casi exclusivamente, las culpas de la derrota a una conspiración foránea ( mientras los principales medios de comunicación cooperaban intensamente con esta tarea):

Fuimos bombardeados asquerosamente, fue un robo a mano armada...”7

    En el marco de este clima conspirativo, fabricado en buena medida desde arriba, pero que encontró rápidamente eco en los aficionados deportivos acostumbrados a tomar como chivos emisarios a los árbitros cuyas decisiones están siempre teñidas por una fuerte subjetividad, la propuesta de Menem consistió en que se recibiera al equipo nacional como si fueran “campeones del mundo”.

    Así, una vez que llegaron al país los integrantes del plantel fueron a saludar, junto con el presidente de la nación y otros funcionarios, desde un balcón de la casa rosada a una multitud reunida en Plaza de Mayo (cuyas manifestaciones de júbilo superaron a las realizadas en el año 1986, luego que la selección argentina se consagrara campeón en el torneo internacional disputado en México)8


Apuntes finales

    El presidente Menem, desde el inicio de su mandato, tuvo una relación muy estrecha con el fútbol y en el momento de mayor esplendor trató rápidamente de vincular la estrategia económica adoptada por su gobierno, que quedó subordinada a las exigencias de los organismos financieros internacionales, con la estrategia de la selección nacional de fútbol, a través de valores como el sacrificio y la disciplina. De esta manera se lograba que este deporte estuviera en afinidad con los intereses de los grupos que llevaban adelante el proceso de modernización que exigía a vastos sectores de la población: “esfuerzo, orden y racionalidad”.

    Fue así que tanto el poder político como el económico no desperdiciaron la función modeladora de esta actividad deportiva aprovechando, fundamentalmente, esa imagen que asumen los profesionales cuando alcanzan las mas altas posiciones en estas instancias supremas para el fútbol moderno como son los campeonatos mundiales: hombres que vencen la mayoría de los obstáculos que se les impone a través del esfuerzo, la seriedad y la constancia, pero casi nunca como consecuencia de la improvisación, la alegría y las picardías (cualidades éstas que quedaron mas asociadas a la irresponsabilidad que al logro profesional del deportista, pese a que, paradójicamente, son los elementos que más han singularizado a nuestra cultura futbolística).

    Además de volcar a la sociedad sus orientaciones valorativas a través de esa manifestación cultural tan importante para los argentinos como es el fútbol, el gobierno de Menem tendió a exacerbar, en las medidas de sus posibilidades, el sentimiento nacional que siempre se despierta en las competencias mundiales.9

    La actuación de la selección en estos eventos se ha convertido para la mayoría de los argentinos en una formidable instancia de integración ( tal vez sea la única cuando se produjo en el país un peligroso abandono de la cuestión nacional a partir de la puesta en vigencia de propuestas modernizadoras diseñadas, básicamente, en el exterior y que cuestionan permanentemente la propia noción de soberanía) y le brinda, además, a amplias franjas de la población, la gran posibilidad de sentirse orgulloso por algo.


Notas

  1. La urgente necesidad que tienen vastos sectores sociales para que se les imponga un orden, a cualquier precio, es de larga data en la Argentina y se ha repetido en otros marcos y situaciones.Es que muchos actores parten de la premisa de que es el caos-al cual consideran insostenible-el que predomina entre nosotros sino se cuenta con la “capacidad y el equilibrio” de los sectores privilegiados de la sociedad.

  2. En tal contexto se desarrolló una campaña publicitaria en Italia, subvencionada por capitales privados, con un aviso cuya imagen central es el jugador Diego Maradona en acción y una leyenda: “...la Argentina es un país que mas allá de sus dificultades trabaja con empeño para salir de ellas a través de nuevas técnicas productivas que multiplican sus enormes recursos” (Sur, 7/6/90, p. 4, suplemento deportivo).

  3. Según las propias palabras del entrenador Carlos Bilardo: “Yo a Diego lo protegí, lo hice dueño del equipo haciéndolo jugar para el equipo y que el equipo jugara para él...” (Acción, 2da quincena de abril de 1989, p. 24).

  4. La Nación, 4/7/90, p. 1.

  5. La Nación, 4/7/90, p. 5, 5ta. sec, 2da.

  6. Clarín 7/7/90, p. 6.

  7. Sur, 9/7/90, p. 7, suplemento deportivo.

  8. Es interesante recordar que en esa oportunidad el presidente Alfonsín también recibió a los jugadores en la casa de gobierno y les ofreció uno de los balcones para que los deportistas saludaran a los aficionados reunidos en los alrededores, pero se quedó al márgen del festejo tratando de disociar así el triunfo futbolístico de los logros del gobierno, teniendo el recuerdo todavía fresco de lo acontecido bajo la dictadura militar. Así, entonces, de una forma bastante confusa se intentó establecer una distancia simbólica con el fútbol.

  9. Es que como consecuencia del uso de los colores de la bandera en la camiseta de los jugadores de la selección, y la ejecución del himno del país antes de cada encuentro, los aficionados asocian simbólicamente los logros deportivos con el prestigio de la nación.


Bibliografía

  • AA.VV, Ponencias presentadas en el Iº Encuentro de Deporte y Ciencias Sociales, Oficinas de Publicaciones de la Facultad de Filosofía y Letras, 1998.

  • Alabarces P. Di Giano R. Frydenberg J. (comps.), Deporte y Sociedad, Eudeba, 1998.

  • Archetti Eduardo, “Fútbol: imágenes y estereotipos” en Devoto F. y Madero M. (comps) Historia de la vida privada de los argentinos-Tomo III, Taurus, 1999.

  • Biagini Hugo, Entre la identidad y la globalización, Leviatán, 2000.

  • Fernández Arturo y Gaveglio Silvia (comps), Globalización, fragmentación social y violencia, Homo Sapiens, 1997.

  • Margulis Mario y Urresti Marcelo (comps), La cultura en la Argentina de fin de siglo: ensayos sobre la dimensión cultural, Oficina de Publicaciones del C.B.C.,1997.


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