Lecturas: Educación Física y Deportes
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La planificación del deporte escolar en el currículo de Educación Física.
Los factores de progresión en las tareas, la motivación y la continuidad en la práctica extracurricular
Jesús Viciana Ramírez


De forma general, afirmamos que el aprendizaje deportivo es más eficaz y motivante desarrollando las clases de Educación Física mediante una técnica de enseñanza de indagación, pero cuáles son las características que las tareas destinadas a este fin deben poseer para asegurar la motivación, ya que ésta es el ingrediente esencial en el ambiente de clase para que se produzca un aprendizaje efectivo. Veamos ahora cuáles son estas características o claves para la motivación en el aprendizaje deportivo.


1) Existencia del éxito.
La motivación va unida a ciertas características del juego, y en este caso nos referimos a la posibilidad que el jugador o alumno tiene de ver conseguido su objetivo, es decir, al punto, al gol, etc. Cuando las tareas que nos planteemos carezcan de esta característica, aunque posea otras características importantes diferentes de las que aquí señalemos, habrá disminuido enormemente su potencial de motivación.

Por ello, el profesor debe plantearse la posibilidad de incluir esta característica en sus tareas de aprendizaje en el momento del diseño de las mismas, siempre y cuando no altere el objetivo específico que la originó.

Es muy diferente plantear una tarea con el único objetivo de que se realicen bien las acciones a plantearlas con el aliciente del éxito. Por ejemplo : "Dar pases por parejas de forma continua", frente a : "¡A ver qué pareja es capaz de dar 15 pases seguidos sin que el balón caiga al suelo !".


2) Reto para el alumno.
Las tareas bajo la técnica de enseñanza de indagación deben suponer un reto para el alumno, deben crear un clima de investigación y proponer una dificultad superable para el alumno que las realiza, sólo así se conseguirá que la motivación aumente.

Si por el contrario, la dificultad que supone la tarea es insuperable para el alumno o es mínima, fácil de superar, la motivación intrínseca de dicha tarea también será deficitaria. Por tanto es el equilibrio el punto óptimo, un ejemplo claro puede ser el competir 1x1 entre dos jugadores de un nivel muy diferente de ejecución. De esta forma tanto un jugador como otro, verán disminuida su satisfacción por la imposibilidad de "ganar" al contrario, o por la "facilidad" con la que lo vence.


3) Ejecución global de los gestos.
El marco de realización de los gestos técnicos o habilidades específicas debe ser el juego, independientemente de los elementos de ayuda técnica que se empleen. Esta es una de las principales características que incluye la técnica de indagación y que debemos respetar, sobre todo rechazando tareas analíticas utilizadas por norma en la fase de aprendizaje. Esta diferencia la percibe el alumno considerando que unas tareas son para él un juego divertido, mientras que otras son un deber que les ordena el profesor, con lo que pierde cualquier motivación intrínseca que pudiese tener.

Este hecho ya ha sido comprobado por varios autores en el ámbito de la Educación Física y en diversas modalidades deportivas (Viciana, J. 1993; Cárdenas, D. y Moreno, E. 1996).


4) Utilizar la evaluación como medio de motivación.
La evaluación, que por sí sola puede tener connotaciones negativas para el alumno, puede emplearse como medio de satisfacción personal, al mismo tiempo, por supuesto, que nos facilita una revisión continua del proceso seguido, los progresos en el aprendizaje motor, en la realización de las habilidades deportivas, los resultados de la competición, la satisfacción que produce en el alumno la propia actividad, etc. Igualmente este enfoque de la evaluación supone una cesión de responsabilidades al alumno, y una concesión de autonomía en su trabajo.

Esta evaluación puede llevarse a cabo a través de planillas individuales de autorregistro, con un diseño correspondiente al de las propias actividades que se van a evaluar, o bien con grandes paneles generales que se colocan en el propio aula o gimnasio, donde se anotan resultados de partidos, objetivos conseguidos, niveles de satisfacción despertados, etc.


5) Adaptación de las reglas al alumnado.
Siguiendo con el ejemplo del deporte del voleibol, podemos partir de la reflexión provocada por afirmaciones de los propios alumnos cuando comentan que "jugar a voleibol es aburrido, porque la pelota está más tiempo en el suelo que jugándose", o que "yo no puedo jugar porque no llego al campo contrario cuando saco", etc. Esto evidentemente, aun siendo ejemplos un tanto extremistas, es la esencia para comprender este quinto factor que señalamos, es decir, cuando el alumno no se tiene en cuenta en el diseño de las tareas pueden ocurrir estas cosas, mientras que si se adaptan las reglas, las características del terreno de juego, la altura de la red (para que incluso en algunas ocasiones puedan rematar, elemento muy motivante), etc., la motivación aumentará y todos los alumnos podrán desempeñar sus funciones dentro del juego sin ningún problema.

Fundamentalmente debemos tener en cuenta las limitaciones físicas de los alumnos, las limitaciones en la ejecución técnica y las limitaciones en cuanto a los conceptos tácticos que el alumno tenía asimilados anteriormente.


6) Trabajar en grupo para conseguir las metas.
Nos referimos en este aspecto tanto a los deportes de equipo como a los individuales, donde cualquier aprendizaje motor es más efectivo cuando se supervisa y comparte con compañeros. El alumno es copartícipe de las responsabilidades y asimila nociones tácticas de comunicación, situación en el terreno, etc. que sin el carácter grupal serían más difíciles de trabajar. En este sentido los estilos de enseñanza socializadores, cognitivos y participativos tienen mucho que decir, fundamentalmente por la intervención mediatizadora que el alumno realiza en cada tarea.


7) Actividades culminativas del aprendizaje.
Generalmente tras la aplicación de un periodo de enseñanza de cualquier unidad didáctica en un centro escolar, se suelen evaluar los aprendizajes con diversas tareas en el propio centro y en el propio aula de Educación Física, pero en este caso nos referimos a la búsqueda de una complementariedad de esta función con la de motivar al alumno a realizar estas actividades, buscando tareas novedosas que sean originales, motivantes y aplicadas a la vida deportiva.

Al igual que se suelen realizar circuitos urbanos de orientación o salidas al campo (acampadas, marchas, etc.) tras un periodo de aprendizaje en el bloque de contenidos de actividades en el medio natural, el contenido de juegos y deportes precisa de una actividad final de aplicación que motive al alumno a poner en marcha todo aquello que ha aprendido en la unidad didáctica impartida.

Este es el caso de la observación de partidos en directo en nuestra propia ciudad, en los cuales los alumnos deban registrar algún aspecto del juego. Esto conlleva la inmersión en la cultura social deportiva, la asistencia a recintos deportivos, la unión afectiva a la competición y la valoración de los esfuerzos, que se perciben mucho mejor durante una competición en directo que por televisión (aunque también podría ser válido, en caso de problemas económicos o de otra índole).

Otra de las actividades culminativas importante por la motivación que despierta entre el alumnado, es la organización de una competición interna en el propio centro, con registros, arbitrajes y participación de los propios alumnos, en la cual se haga coincidir la fase final de ésta con la semana cultural del centro. Una evolución lógica de este tipo de actividades podría ser la inclusión de otros centros de nuestra ciudad en dicha competición, con lo cual cumpliríamos otros muchos objetivos educativos y el trabajo interdepartamental entre profesores de diversos centros.


8) Posibilidades de promoción y continuidad deportiva.
En el aprendizaje motor, es fundamental conocer y diferenciar el nivel previo de los alumnos (principio psicopedagógico de adaptabilidad, o la zona de desarrollo efectivo de nuestros alumnos), de forma que la división por grupos de nivel en nuestras clases a veces es recomendable o necesario, en caso del tratamiento de grupos heterogéneos. Por este motivo, la posibilidad de que el alumno pueda promocionar de grupo hacia niveles superiores es fundamental para los mantener una motivación alta.

Por otro lado, la función de tutor y orientador deportivo creemos también que es muy importante para la continuidad de práctica en los alumnos y por supuesto para aumentar la motivación del alumnado hacia la práctica deportiva (algo imprescindible para la consecución de objetivos como "crear hábitos..."). En este sentido podemos recomendar la continuidad de práctica de cualquier deporte a nuestros alumnos dando referencias de escuelas o clubes deportivos en la propia ciudad donde se practiquen diferentes deportes y se pueda incluso competir a niveles avanzados.

A nadie se le escapa el hecho de que el tiempo disponible por parte del profesor de Educación Física es muy escaso, sobre todo si buscamos una efectividad en el aprendizaje motor del alumnado, por ello creemos que la importancia de este punto es vital, independientemente que la continuidad de la práctica deportiva se siga realizando dentro del centro escolar (aspecto que hablaremos posteriormente con las actividades físico deportivas extracurriculares o extralectivas) o fuera del centro.


9) Competir.
La competición comienza a no ser ya objeto de debate entre los profesionales de la Educación Física, parece ser que hemos consensuado que la competición no es perjudicial siempre y cuando no posea ciertas connotaciones negativas y siempre y cuando se ADAPTE al alumno.

Esta es precisamente la llamada de atención que hacemos en este punto, el competir es necesario para que la motivación del alumnado sea alta (esto lo hemos comprobado todos innumerables veces), por tanto debemos tener cuidado en su diseño, trabajar la competición en su medida justa y con las condiciones adecuadas. Estas son las claves para que consigamos los objetivos deseables y para evitar los atributos negativos de la misma.

Veamos a continuación qué características deben tener las competiciones dentro del centro escolar para no dejar de ser educativas, es decir, cuáles son los requisitos que deben reunir las "Actividades Físico-Deportivas Extracurriculares o Extralectivas" (AFDE).


4. Las actividades físico-deportivas extracurriculares. La continuidad en la práctica deportiva.

La insuficiente carga lectiva que el alumno de Secundaria posee en la materia específica de Educación Física, hace que el profesor se plantee en ocasiones seriamente los objetivos educativos como simplemente recreativos o de información al alumnado, donde sólo la asistencia a las clases prácticas y la vivencia de las tareas físicas son suficientes para superar la asignatura, en lugar de atender al aprendizaje motor, a la mejora en la realización de gestos deportivos o mejorar la capacidad de juego en situaciones de competición adaptada.

Por este motivo, para afrontar el gran número de contenidos de que dispone nuestra materia desde la perspectiva del aprendizaje motor, se hace necesario, por un lado, la programación de unidades didácticas integradas y, por otro, complementar el horario lectivo del alumno con actividades que, estando ligadas al centro escolar y supervisadas o dirigidas por los profesores o seminario de Educación Física, se realicen fuera del horario lectivo y complementen a los contenidos e intenciones de la etapa educativa en que se encuentran los alumnos.

A este respecto, la Secretaría de Estado de Educación conjuntamente con el Consejo Superior de Deportes ha editado a través del MEC una colección de libros destinados a informar a los profesores y/o seminarios de Educación Física de los centros a su cargo. Esta colección pertenece al "Plan de apertura de centros en horario no lectivo" e informa de las posibilidades de desarrollar cada uno de los deportes abordándolos desde la perspectiva del aprendizaje motor de los alumnos.

En cualquiera de los casos, el hecho de organizar y llevar a cabo un programa de actividades deportivas en el centro escolar y desde una perspectiva educativa, no exime de realizar un minucioso análisis de las circunstancias educativas, proporcionando un programa de acorde con los objetivos del propio centro y ampliando las fronteras del aula de Educación Física. Esto está íntimamente ligado al cumplimiento de una serie de características que aseguren el éxito de las actividades propuestas. Las características a las que nos referimos son las siguientes:


1. Todos deben tener la posibilidad de participar.
Una premisa fundamental que rompe con la perspectiva tradicional de este tipo de actividades en el centro es la de ofertar inscripciones abiertas a todo el alumnado, la posibilidad de que participen en las actividades tanto alumnos como alumnas, los que juegan mejor y los que no lo son tanto, de forma que ningún alumno se vea perjudicado por la organización de las competiciones.

Este punto está ligado con la oferta de actividades que el alumno puede adscribirse, de manera que no nos limitemos a la organización de competiciones de un deporte concreto, sino que la posibilidad que el alumno tenga para su realización personal sea la suficiente como para que se sienta cómodo con la actividad que escoge y realiza. Los problemas organizativos que puedan sobrevenir para llevar a cabo una oferta amplia de este tipo debemos solucionarlos, por ejemplo si no existieran suficientes equipos para jugar un torneo de baloncesto, no debemos desecharlo sin más, sino proponer algún sistema de rotación de forma que se puedan desarrollar todos los deportes solicitados, etc.


2. Competición recreación sobre competición rendimiento
El inculcar hábitos y valores que nos proporcionan la práctica deportiva debe ser el principal objetivo, apoyados en una motivación alta del alumnado que practica nuestro programa de actividades físico-deportivas. Sin embargo, la conexión de este tipo de actividades con clubes que proporcionen estas nociones de rendimiento y superación personal deben estar cubiertas en la medida posible, quedando por tanto los objetivos de rendimiento en nuestro programa en un segundo plano.


3. Programa de actividades autoorganizado
La actividad del docente en Educación Física es lo suficientemente extensa como para poder dedicarnos, además, a la organización y control de un programa de actividades en horario extralectivo, máxime cuando esto no nos reporta una reducción horaria ni un incremento en la retribución percibida.

Por este motivo, debemos diseñar un programa provisto de un sistema de autoorganización por parte de los propios alumnos participantes, donde cada equipo, cada curso, cada ciclo, posea sus funciones de acuerdo con la madurez y responsabilidad que exigen dichas funciones. Recursos que nos serán válidos para ello serán el distribuir los horarios de competición en recreos, determinados días por las tardes o sábados con el correspondiente permiso del centro, distribución de funciones de arbitraje para los mayores, e incluso de entrenadores de equipos pertenecientes a cursos inferiores, utilizar paneles gráficos, tablones donde se autorregistren los resultados, responsables de material según los días o semanas, etc.

Somos conscientes de que la autoorganización de un programa de actividades extracurricular no se consigue simplemente con una buena planificación y que la dedicación del profesorado de Educación Física debe ser máxima en un primer momento e ir delegando funciones conforme el programa se va asentando, pero realmente se puede conseguir y no debemos desistir desde el primer contratiempo.


4. Respetar la máxima de "No eliminación"
Es fundamental que en este tipo de programas donde priman los objetivos educativos y donde la base del éxito se fundamenta en la participación de los alumnos, se suprima el concepto de "eliminación". Los equipos participantes en las diversas competiciones no deben "dejar de hacer deporte", dejar de participar, no jugar, etc., puesto que entonces estaríamos cayendo en el error de suprimir la esencia del propio programa de actividades, volviendo a los "antivalores del deporte", donde todo vale para ganar al rival, fomentando las disputas y el miedo al fracaso, y provocando que los eliminados no vuelvan a participar en actividades que se propongan en el futuro.

Las soluciones podrán ser muy variadas y debemos proponerlas nosotros, según el tipo de actividad, el número de participantes, etc. Posiblemente puedan incorporarse a una competición paralela, a otro tipo de modalidad deportiva, a realizar funciones diferentes dentro de la propia competición, etc., pero nunca ser eliminados completamente.


5. Equidad en la competición
Es de suma importancia que cualquier torneo o competición que propongamos en nuestro programa de actividades deportivas sea equitativa, es decir, debe existir una posibilidad de triunfo para todos los participantes. Para ello haremos valer las reglas necesarias, conformando equipos homogéneos en cuanto a niveles de ejecución, e incluso si tenemos suficientes participantes, realizar competiciones paralelas de niveles diferentes, algo parecido a las divisiones de fútbol (con posibilidades de promoción), o si no lo consideramos oportuno por la discriminación que pudiera existir, introduciremos reglas como la de mezclar los integrantes de los equipos cambiando cada vez después de cada partido, etc.

El ámbito de los intereses no podemos olvidarlo, tal y como comentamos anteriormente, la oferta debe ser amplia o en su defecto proponer actividades rotativas, de forma que todos los participantes vean satisfechas sus expectativas.

En este mismo apartado tendría cabida el aspecto coeducativo, referente al cual podemos aconsejar que, o bien se hagan equipos mixtos obligatoriamente (de esta forma se solventan problemas de homogeneidad de niveles al tiempo que la socialización es completa), o bien se realicen, en caso de participantes suficientes, competiciones paralelas, en cuyo caso podríamos introducir otras funciones como las de arbitraje, seleccionadores, anotadores, etc., en los torneos del sexo opuesto.


6. Evaluar el programa de actividades
Este punto, tópico culmen de cualquier proceso educativo, es de gran importancia, puesto que será el que nos aporte la información suficiente para posteriores programas, rectificaciones de las duraciones de los mismos, de la distribución horaria de partidos, de la organización en todos los aspectos (material, arbitrajes, etc.), homogeneidad o heterogeneidad en los niveles e intereses de los alumnos, satisfacción general del alumnado en su participación, nivel de implicación de los profesores del centro (tanto de Educación Física como de otras áreas), etc.

Entre los instrumentos a emplear en esta evaluación podríamos sugerir el cuestionario, que siempre nos aporta información de manera rápida y recoge la opinión de todos los participantes. En su diseño tendremos en cuenta todos los aspectos que nos interesan e incluiremos al menos, una pregunta de cada uno de ellos (motivación despertada, problemas de organización, nivel de participación, etc.). Igualmente podemos utilizar los propios paneles de registro de las actividades para realizar una evaluación de cada una de ellas de forma rápida, observando resultados de partidos, casillas rellenas por los participantes, etc., así podremos ver dónde se interrumpió la actividad (si ocurrió), la fecha, etc., para poder indagar posteriormente en los por qué y darles solución en próximos desarrollos.

Es muy importante el suministrar, en su caso, un feedback afectivo a los alumnos por su labor en el programa, reforzando su actividad y preparando el o los torneos para sucesivos cursos. A este respecto es posible que podamos realizar una pequeña ceremonia de clausura aprovechando las festividades de los centros o las semanas culturales.


Bibliografía

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revista digital · Año 4 · Nº 16 | Buenos Aires, octubre 1999