EL CUERPO POPULAR EN LOS RITUALES DEPORTIVOS - Gastón Julián Gil     
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Dentro de este habitus que guía el comportamiento de los fanáticos de las actividades deportivas debemos retomar ese valor concebido como atributo esencial de quienes forman parte del ritual deportivo: el aguante. El «aguante» "es en su atributo tipológico fundante el arte de no escapar" (Elbaum, 1998). Entonces es eminentemente defensivo, implica soportar "lo que venga". Tener "aguante", significa lo contrario al estigma: ser "gallina" o ser "amargo" aparecerá como un rasgo de connotaciones negativas en el ámbito del ritual deportivo. El ideal masculino necesita que el "aguante" sea realizado por uno mismo, sin ayuda de nadie. El «aguante» "es orillero, marginal, espontáneo, explosivo y teatral. Disputa a la lógica el espacio de lo sorpresivo y lo sorprendente: desafía a lo que supone ganador, enfrentándose a la superioridad, al orden de lo supuesto. Descree de la disciplina y la templanza mostrando, por ejemplo, que «el alcohol no hace mella»" (ídem).

Todas las hinchadas, hasta las acusadas de "amargas" por todos los rivales, se sienten dueños del "aguante" porque un hincha sin aguante no es un hincha. Existe, entre los seguidores de los equipos, una necesidad de autoposicionarse como dueños de este capital simbólico que se adquiere en cada partido. Cada demostración de bravura, fervor y de fidelidad será un punto a favor. Cada pelea ganada, también. El aguante apunta a varios sentidos a la vez, por lo que sería un reduccionismo quedarnos en las explicaciones simplistas a las que suele acudir el discurso periodístico8 . La afirmación del propio cuerpo (la hinchada como tal) como soportador de cualquier eventualidad ("cueste lo que cueste", "no me importa la policía", "la que entra caminando al barrio mataderos") constituye uno de los elementos centrales y el autoposicionamiento como "punto" en la disputa, porque el "aguante" sólo tiene valor si se lleva las de perder. La facilidad y rapidez para correr del rival, como la tendencia a armarse de elementos contundentes (piedras, fierros), a recurrir a la policía ("sos amigo de la Federal"), de lograr la concurrencia de aliados más fuertes y la necesidad de estar todos juntos, aparecen como motivos recurrentes en el "aguante".

El "aguante" funciona en el nivel imaginario y constituye el estereotipo clave en la mitología del hincha frente a al estigma de ser gallina, y su cristalización hace creer a gran parte de los protagonistas que la pertenencia a un club les otorga características esenciales, aunque "el 'estilo' de un equipo no siempre se corresponda a la práctica real de los jugadores -quienes cambian las diferentes tácticas dependiendo del entrenador, de la moda, etc.- sino a una imagen estereotipada, enraizada en la tradición, que la colectividad se da a sí misma y desea dar a otros" (Bromberger y otros, 1993). Esto sucede porque "el imaginario social es una de las fuerzas reguladoras de la vida colectiva. Al igual que las demás referencias simbólicas, los imaginarios sociales no indican solamente a los individuos su pertenencia a una misma sociedad, sino que también definen, más o menos precisamente, los medios inteligibles de sus relaciones con ésta, con sus divisiones internas, con sus instituciones, etc. De esta manera, el imaginario social es igualmente una pieza efectiva y eficaz del dispositivo de control de su vida colectiva, y en especial del ejercicio del poder. Por consiguiente, es el lugar de los conflictos sociales y una de las cuestiones que están en el juego de esos conflictos" (Baczko, 1991: 28).

En este punto debemos detenernos en un aspecto que escapa al ámbito ritual y que tiene relación más directa con la construcción simbólica del cuerpo popular, cuya oposición al cuerpo legítimo de los sectores medios y altos también se vislumbra en la antinomia bailanta-disco, debido a que "las formas de afirmación corporal de la masculinidad que poseen los sectores populares son apreciadas como «agresivas» por los asistentes a las discos: dichos movimientos corporales poseen, según esta percepción, la violencia de la brutalidad, la brusquedad y el salvajismo" (Elbaum, 1997: 34). Es decir, los cuerpos trabajados en el gimnasio son percibidos por gran parte de los integrantes de los sectores populares como signos de debilidad, de fortaleza de fachada pero irreal. En cambio, el "buen lomo" para estos sectores (fruto de las peleas, el trabajo pesado o simplemente por dotación genética) es el que es considerado "gordo" por los estratos medios y altos. No hay en este caso disciplina de gimnasio, sino exuberancia, envergadura: "las reglas de juego mundano requieren capitales y habilidades que tienen un precio en mercados determinados y a veces opuestos en sus valoraciones y sus créditos: el cuerpo varonil legítimo de la bailanta no es igual al de la disco. En el primero se valora la fortaleza del lomo; la corporización de lo pesado y a la vez supuestamente natural (no trabajado), que es juzgado como desaliño, brutalidad o gordura por la percepción dominante de quienes recurren a la disco. Por el otro lado se privilegia el modelo estilizado o el cuerpo civilizado o trabajado. Apariencia que sería calificada por un bailantero como débil y endeble" (Elbaum, 1997: 54-5).

El "aguante" presenta elementos que lo asocian a la autoafirmación de la hombría, pero ofrece líneas de lectura que nos llevan a considerarlo como un tema con vida propia dentro de los discursos de las hinchadas. La mitología del "aguante" no tiene tanto que ver con la demostración de la sexualidad sino con otro costado más orientado a la interacción grupal: la protección mutua, el sostenimiento de la dignidad de grupo y el sentimiento estoico ante las adversidades. Se relaciona además con el honor, ya que actúa como un mecanismo de poder que se utiliza para resolver o, llegado el caso, para iniciar conflictos, en los que un hombre puede "responder solamente el reto de un igual" (Armstrong, 1994), o inclusive de alguien que tiene algún tipo de predominio. Esta ventaja, en el caso deportivo, se traduce en varias dimensiones: más hinchas, posesión de elementos contundentes, ayuda extradeportiva (policía, otras hinchadas, las instituciones del deporte, los medios de comunicación, dinero). Es decir, el hincha hará frente, en el plano imaginario a rivales más poderosos (o por lo menos iguales) a los que enfrentará con un éxito que confirmará que "nosotros tenemos aguante".

Pero en el plano real, las manera de autoconfirmarse el aguante no pasan necesariamente por la confrontación física. El despliegue corporal en la tribuna constituye una de las variables de mayor peso. La agitación coordinada de los brazos en cada canción, los movimientos hacia los costados, los puños bien altos y, muy especialmente, los saltos armónicos sobre las tribunas componen una serie de elementos claves para establecer la superioridad sobre un rival que es "amargo", que no se mueve y que no grita. Las diferencias de tono en los cantos también cumplen un rol fundamental, al enfatizar qué parte de la letra guarda mayor importancia para la hinchada. Para Peñarol, la frase de mayor estimulación se refiere a frases como "matar a los quilmeños" , mientras que para los "cerveceros", el objetivo apuntará a "se viene el Quilmes campeón...". De manera similar, en Aldosivi los hinchas entonan con mayor entusiasmo: "vamos a quemar el barrio Mataderos/yo te quiero tiburón".

Por otra parte, cuanto más poblada esté una tribuna mayor será la posibilidad de sustentar la búsqueda de ese predominio de "aguante" sobre el rival. Porque:

"el aumento de la densidad no significa automáticamente el aumento de stress o comportamiento antisocial de los seres humanos. A veces buscamos placer en la densidad, como en los partidos de fútbol o conciertos de música rock. Si nos hacemos responsables de nuestra presencia en una situación de gran densidad de población y si sabemos que la misma concluirá en cuestión de horas, las oportunidades de efectos negativos parecen mínimas" (Knapp, 1985: 120).

De igual manera que la densidad en una tribuna es un signo de poder, el uso de mayor espacio dentro del estadio da jerarquía ante quien se tiene enfrente (si es que hay hinchas rivales) y estimula, por lo general, a los jugadores propios9 .

Otra cuestión destacable dentro del posicionamiento corporal de los hinchas, es éstos necesitan delimitar bien su territorio y, si es posible, darle un sentido histórico e irreversible. La brava siempre se colocará en el mismo lugar en todos los partidos, tengan o no enfrente otra hinchada que les discuta el predominio simbólico y físico:

"Los dos métodos primordiales de defensa del territorio son la prevención y la reacción. La prevención es un medio de marcar el territorio a fin de que los demás lo reconozcan como ya ocupado y se dirijan a otro sitio. Esto se puede hacer ocupando realmente el territorio o pidiendo que otra persona «vigile» nuestro territorio mientras estamos fuera de él, o usando «marcas» tales como sombrillas, ropas, agendas, etc.; o bien utilizando una jerga o dialecto especial para advertir a los demás que un espacio determinado está reservado a quienes «conocen el lenguaje»" (ibídem: 116).

Todo hincha sabe que, más allá de que los grupos radicalizados no hayan ingresado, no se pueden colocar en estos espacios "reservados". Ello implica una regla implícita que nadie se atreve a infringir.

Conclusiones
El estudio de las dimensiones significativas de la construcción del cuerpo popular permite aproximarnos a los variados mecanismos de configuración de las identidades en los rituales deportivos. De esta manera, a través las expresiones corporales y el resto de los simbolismos que acompañan al cuerpo popular, estamos en condiciones de comprender de una mejor manera el comportamiento de los hinchas en los espectáculos deportivos. Porque "el cuerpo, un producto social que es la única tangible manifestación de la 'persona', es comúnmente percibida como la expresión más natural de la naturaleza más profunda" (Bourdieu, 1996: 192)

Por lo tanto, intentamos entender los valores que sostienen los distintos grupos de fanáticos para, encontrar ciertas reglas implícitas que de todas maneras los hinchas parecen respetar religiosamente. El abordaje del deporte como fenómeno cultural desde los conceptos de ritual e identidad (y por consiguiente la noción clave de alteridad en este trabajo) brinda la ocasión de vislumbrar cómo las generalidades del comportamiento social no puedan ser aplicadas a los espectáculos deportivos, junto con los procesos de construcción de identidades en el deporte que marcan complejos pares de oposiciones nosotros/ellos.

Y finalmente, el "aguante" surge como uno de los elementos centrales dentro del cuerpo popular gestado en los rituales deportivos, como un atributo esencial que marca los comportamientos legítimos y estigmatiza aquellos que no cumplen con lo que el imaginario determina qué es un hincha con "aguante". El cuerpo, se destaca entonces, como principal soporte sobre el que se juegan los principales dramas de honor del hincha deportivo, en especial aquellos referidos a la autoafirmación simbólica de la masculinidad, uno de los puntos claves de la ideología que tiñe los discursos del hincha en los rituales deportivos.


Bibliografía
  • Alabarces, Pablo (1995) "Fútbol: la afirmación ritual de la identidad". Ponencia en I Jornadas Nacionales de Investigadores Jóvenes en Comunicación y Procesos Culturales, Buenos Aires, 22 al 24 de noviembre.
  • Alabarces y otros (1998) Deporte & Ciencias Sociales, Buenos Aires: Instituto Gino Germani-Eudeba.
  • Armstrong, Gary (1994) "False Leeds: The construction of hooligan confrontations", en Richard Giulianotti & John Williams (eds.): Game witout Frontiers, London: Arena.
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  • --------------(1996) El sentido de los otros. Actualidad de la antropología, Barcelona: Paidós
  • Baczko, Bronislaw (1991) Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas, Buenos Aires: Nueva Visión.
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  • Bromberger, Christian y otros (1993) "Allez l' O. M., Forza Juve!", en Steve Redhead (ed.): The Passion and The Fassion. Football Fandom in New Europe, Aldershot: Avebury.
  • Elbaum, Jorge (1997) Que siga el baile. Discriminación racismo en la diversión nocturna, Buenos Aires: CBC.
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  • Gil, Gastón Julián (1996) "Rebotes de identidad: el básquet en la cultura urbana del interior", tesina de licenciatura, carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, mimeo.
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  • Knapp, Mark L. (1985) La comunicación no verbal: el cuerpo y el entorno, Barcelona: Paidós.
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  • Le Breton, David (1995) Antropología del cuerpo y modernidad, Buenos Aires: Nueva Visión.
  • Turner, Víctor (1980) La selva de los símbolos, Madrid: Siglo XXI.
  • ---------------(1988) El proceso ritual, Madrid: Taurus.

Notas
1. La Liga Nacional de básquet constituye el segundo deporte profesional de conjunto en la Argentina (Gil, 1996) y muestra en la máxima competencia nacional a dos conjuntos: Peñarol y Quilmes.
2. Mar del plata accedió al segundo estamento del fútbol profesional en Argentina a través de Aldosivi, una entidad situada en el sector portuense de la ciudad.
3. Para trabajos que toman al deporte como rito secular ver Alabarces (1995) y Gil (1996; 1998b).
4. La sede del Club Atlético Peñarol se encuentra a poco más de 100 metros del Hospital Materno Infantil, punto de referencia más notorio de ese sector de la ciudad.
5. Y en referencia otra vez a las banderas, son verdaderos objetos rituales que este tipo de fanáticos está dispuesto a defender con su cuerpo a un alto precio. Uno de los mayores afrentas que una hinchada puede ejercer sobre otra es, justamente, robarle una bandera. La muerte de un hincha de Boca en diciembre de 1990, Saturnino Cabrera, se originó por una venganza de la barra brava de San Lorenzo, a quien un grupo de fanáticos de Boca le había sustraído en circunstancias confusas una bandera.
6. Es esta parte del canto la que la hinchada de Peñarol entona con mayor fuerza y que inclusive llega a aglutinar las voces de los plateístas menos fervorosos.
7. El matadero es la zona histórica en la que nació el Club Alvarado, el tradicional rival de Aldosivi.
8. En el programa de la cadena deportiva TyC Sports, "El Aguante" se definió a un hincha con "aguante" a aquel que falta a su trabajo para ir a ver un partido de fútbol.
9. Aldosivi dejó de actuar en el estadio mundialista de Mar del Plata por dos razones fundamentales: el costo de abrir ese escenario de 45000 personas de capacidad y la necesidad de aprovechar la localía (punto fundamental en la Primera B Nacional) ante la imposibilidad de cubrir un porcentaje importante de capacidad. Un precaria cancha en el puerto marplatense (Estadio "Adolfo López") con capacidad para 5 mil personas es, por ahora, el lugar elegido por los dirigentes del club de Mar del Plata. En general, los equipos marplatenses ha sido reacios a utilizar el estadio Mundialista mucho más por el segundo motivo que por el primero. Algo similar ocurre con el Polideportivo Panamericano (capacidad para 7500 personas sentadas), gimnasio que ninguno de los dos equipos de Liga Nacional utilizan para su partidos como local.


Lecturas: Educación Física y Deportes.
Año 3, Nº 10. Buenos Aires. Mayo 1998
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