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ISSN 1514-3465

 

El desarrollo del juego y su impacto en la familia (Ludum-Famulus)

The Development of the Game and its Impact on the Family (Ludum-Famulus)

O desenvolvimento do jogo e o seu impacto na família (Ludum-Famulus)

 

Dra. Xitlali Torres Aguilar*

xitlali.torres34@unach.mx

Mtro. Iván Espinosa**

iyaxs@hotmail.com

Dr. Sergio Alejandro Ovalle Rodas***

sero83@hotmail.com

Dr. Rosemberg Mancilla Gómez+

madefrmango@hotmail.com

José Francisco Mora Núñez++

jfmora@mail.uniatlantico.edu.co

 

*Doctorado en Innovación Educativa

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP)

Doctorante en Estudios Regionales por la UNACH

Máster en Investigación en Actividad Física y Deporte

por la Universidad de Granada, España

Licenciada en Cultura Física por la BUAP

Miembro de la Red Latinoamericana de Jóvenes e Investigadores

Fundación LASIRC, AGYDES e INNED

**Docente de educación primaria en la Secretaría de Educación Pública

***Docente de Educación Física Federalizada nivel primaria del estado de Chiapas

+Docente de Educación Física en la Secretaría de Educación Pública (México)

++Estudiante de VIII semestre de Licenciatura en Educación Física y Deporte

Universidad del Atlántico (Colombia)

 

Recepción: 17/10/2022 - Aceptación: 28/02/2023

1ª Revisión: 02/02/2023 - 2ª Revisión: 24/02/2023

 

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https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es

Cita sugerida: Torres Aguilar, X., Espinosa, I., Ovalle Rodas, S.A., Mancilla Gómez, R., y Mora Núñez, J.F. (2023). El desarrollo del juego y su impacto en la familia (Ludum-Famulus). Lecturas: Educación Física y Deportes, 28(299), 166-179. https://doi.org/10.46642/efd.v28i299.3701

 

Resumen

    En un mundo globalizado, el juego y la actividad física se han visto relegados hacia actividades no trascendentales en el quehacer diario. Las actividades de producción económica hoy tienen un papel más relevante que las actividades de ocio. Este escrito tuvo como objetivo fundamentar el juego y su impacto en las familias (relaciones lúdicas parentales); se describe el significado del juego, las relaciones lúdico-parentales y su importancia, generando lazos afectivos en las familias. En conclusión, el juego como herramienta lúdica apoya a las relaciones parentales en cualquier contexto.

    Palabras clave: Lúdica. Actividad física. Juego. Relaciones familiares.

 

Abstract

    In a globalized world, play and physical activity have been relegated to non-transcendental activities in daily life. Today, economic production activities play a more relevant role than leisure activities. The objective of this paper was to provide a basis for play and its impact on families (parental playful relationships); it describes the meaning of play, parental playful relationships and their importance, generating affective bonds in families. In conclusion, play as a ludic tool supports parental relationships in any context.

    Keywords: Ludic. Physical activity. Game. Family relationships.

 

Resumo

    Em um mundo globalizado, jogos e atividades físicas foram relegados a atividades não transcendentais da vida diária. As atividades econômicas de produção têm hoje um papel mais relevante do que as atividades de lazer. Esta escrita teve como objetivo embasar o jogo e seu impacto nas famílias (relações lúdicas parentais); descreve-se o significado do jogo, as relações lúdico-parentais e sua importância, gerando vínculos afetivos nas famílias1. Em conclusão, o jogo como ferramenta lúdica apoia as relações parentais em qualquer contexto.

    Unitermos: Lúdico. Atividade física. Jogo. Relações familiares.

 

Lecturas: Educación Física y Deportes, Vol. 28, Núm. 299, Abr. (2023)


 

Introducción 

 

    Existen diferentes corrientes, investigadores, autores, teorías y ámbitos educativos que colocan al juego en el centro de varias perspectivas conceptuales. Vygotski (1989) lo describe como una actividad social que se desarrolla en cooperación con otros. Por su parte, Bruner (1977) indica que el mundo se comprende a través del juego, ayuda al desarrollo personal, proporciona placer, se socializa y prepara para un desenvolvimiento social. García Olalla (2003) desde sus aportes, menciona la importancia de las interacciones mediante el juego, reflexionando así, sobre los contextos donde se practica, como lo son; la escuela y la familia; además de poner en relieve los beneficios que se adquieren en el desarrollo psicomotor, cognitivo, afectivo y social del niño. En tal sentido, el juego es una forma genuina de expresión, que Siegler et al. (2017) lo refieren como aquellas actividades que se realizan por el propio bienestar y disfrute.

 

    Con las crecientes investigaciones neurocientíficas, hoy se conoce que las actividades lúdicas, tiene una implicación en la función y estructura del cerebro (Yogman, Garner, Hutchinson, Hirsh-Pasek, y Golinkoff, 2018). Algunos cambios se producen principalmente a nivel molecular (epigenético), celular (conectividad neuronal) y conductual (habilidades socioemocionales y de funciones ejecutivas), promoviendo el aprendizaje y el comportamiento adaptativo o social. No obstante, estas investigaciones se han realizado en animales, mismas que no se pueden extrapolar de manera directa a los humanos; sin embargo, algunas investigaciones neurocientíficas apuntan a que el juego libre, se asocia con flexibilidad cognitiva y se destaca por la influencia en el desarrollo del cerebro tanto a nivel estructural como bioquímico y el impacto en el funcionamiento físico y emocional. (Karmiloff-Smith, 2012; Pellis, Pellis, y Bell, 2010)

 

Imagen 1. El juego compartido en el entorno familiar brinda beneficios desde lo emocional, lo físico y lo social

Imagen 1. El juego compartido en el entorno familiar brinda beneficios desde lo emocional, lo físico y lo social

Fuente: Pexels.com - Foto: Ketut Subiyanto

 

    En otras investigaciones, Otálvaro (2011) explica que el niño mediante el juego recrea y construye un espacio de expresión y contacto con el mundo. De tal forma, que el juego es inherente al desarrollo por medio de la interacción con el ambiente y el contexto. Por otra parte, Bodrova, Germeroth, y Leong (2013), y Walker, y Gopnik (2013) indican que hay mejoras en funciones ejecutivas, lenguaje, matemáticas, desarrollo social, desarrollo físico y salud.

 

    La relación entre juego-niño es antigua, Huizinga en su obra de 1972, estudió el juego como un fenómeno cultural, desde los supuestos del pensamiento científico, concebido como génesis y desarrollo del mismo. Además, Viciana, y Conde (2002) proponen definirlo como “Un medio de expresión y comunicación de primer orden, como desarrollo motor, cognitivo, afectivo, sexual, y socializador por excelencia” (p. 83). Asimismo, Paredes (2003) explica que el juego forma parte de la genética de las personas, donde se nace, crece, evoluciona y vive a través del juego. Además, diversas disciplinas como la psicología del desarrollo, la antropología, la neurociencia, la educación, entre otras, apoyan la relación entre el juego, aprendizaje y desarrollo. (Whitebread et al., 2017)

 

    Asimismo, la función plástica que el juego tiene sobre el cerebro ha sido ampliamente estudiada (Monge Zamora, et al., 2019). Por su parte, Cooke, y Shukla (2011) indican que la importancia del juego en la primera infancia al igual que la adolescencia tiene un especial impacto en el desarrollo social y comportamiento reproductivo adecuado en la vida adulta.

 

    Por consiguiente, el juego se considera una actividad esencial del ser humano que es un derecho vital que poseen todos los niños en el mundo, según lo establecido por la Convención de los Derechos del Niño de la ONU en 1989. Sin embargo, es preciso señalar, que, en la actualidad, la forma de relacionarse con el juego ha cambiado debido al protagonismo del uso de dispositivos móviles durante el tiempo de ocio en la sociedad a nivel global. Con relación a lo anterior, se puede inferir que la lúdica es uno de los mejores estimuladores para el desarrollo integral del niño, generando armonía, convivencia e integración social y familiar; y se asume como una actividad esencial de las personas.

 

    Este escrito tuvo como objetivo fundamentar el juego y su impacto en las familias (relaciones lúdicas parentales). Se reconoce su importancia para el desarrollo, estímulo, motivación, aprendizaje, interacción, entre otros, del desarrollo del niño a través de la convivencia familiar. Con este trabajo, se busca hacer conciencia que el juego vivencial, real, es decir el juego corporal, genera muchos beneficios al desarrollo integral del ser humano y que tiene un importante aporte al fortalecimiento de relaciones familiares sanas.

 

El juego y la familia 

 

    La familia representa un papel fundamental en el desarrollo evolutivo del niño/a, a través del amor, confianza y seguridad, lo cual transciende a lo largo de los años y es primordial para el desarrollo de la personalidad (Suárez, y Vélez, 2018). Rodrigo, y Palacios (2001) sugieren que las funciones básicas de las familias deben estar integrados por cuatro puntos esenciales:

  • Salvaguardar la supervivencia de los hijos (salud y bienestar).

  • Generar un clima de afecto y apoyo para que los/as hijos/as tengan un desarrollo psicológico y emocional sano.

  • Impulsar y estimular el desarrollo de su capacidad para relacionarse con su entorno físico y social, para dar respuesta a las exigencias y al mundo que les toca vivir.

  • Decidir qué tipo de educación van a continuar propiciando apertura en otros contextos educativos.

    Pese a lo anterior, se ha podido evidenciar que en la sociedad actual se dispone de cada vez menos tiempo de calidad para compartir con los hijos, estimulando menos el contacto cara a cara como las interacciones, el uso de la tecnología es una de las causas primordiales como otras tantas. Adicionalmente, el tiempo de ocio y lúdico también se han visto modificados; el reparto de responsabilidades en al ámbito familiar no se rige bajo criterios homogéneos entre los miembros, por lo que muchas el tiempo común para la interacción es complejo (Valdemoros, Ponce de León, Sanz, y Caride, 2014). Caballo, Gradaílle, y Merelas (2012) argumentan que existe una asincronía en la diversidad del tiempo de trabajo y descanso entre las familias, las cuales deben solventarse a través de estrategias que permitan responder a las tareas del día a día. Las dinámicas actuales son caracterizadas por los time poverty (Warren, 2010) que impactan todos los niveles socioeconómicos y, por ende, a los niños, los cuales tienen que adaptarse a las obligaciones monetarias y laborales de los adultos, más allá de sus necesidades esenciales, como el juego y el uso del tiempo libre. En tal sentido, es primordial reflexionar sobre el impacto que pueda generar en las relaciones parentales y sociales con la poca o nula presencia del juego como vínculo familiar.

 

    Guerra (2000) sostiene que la construcción del vínculo entre los padres e hijos puede verse con características de encuentros y desencuentros, armonías y desarmonías, donde el adulto es el encargado de brindar disponibilidad afectiva tanto física como emocional. Desde lo emocional, para lograr un equilibrio es determinante lo que el niño experimenta, considerando que el apoyo afectivo de la familia es el pilar para el desarrollo de la seguridad y confianza en la interacción social (Henao López, y García Vesga, 2009). Por lo cual, la American Academy of Pediatrics (2007) menciona la importancia del juego padres-hijos, considerando que, mediante este, se desarrollan competencias emocionales como; la resiliencia, optimismo, honestidad, generosidad, decencia, tenacidad y compasión. Asimismo, Winnicott (citado en Barreiro, 2012), nos explica que los padres tienen el poder de ilusionar al niño compartiendo actividades lúdicas en ambientes confiables y seguros.

 

    Citando otros autores, hacen referencia que el juego desarrollado desde edades tempranas beneficia desde lo emocional, físico y social; Anderson-McNamee, y Bailey (2010) de la Universidad de Montana describen características del juego entre padres-hijos:

    La participación de los padres en el mundo del juego del niño no solo es beneficiosa para el niño, sino que también lo es para los padres. Jugar con los niños establece y refuerza unos vínculos que durarán para siempre. El juego entre padres e hijos abre las puertas para compartir valores, aumenta la comunicación, permite momentos de aprendizaje y ayuda a resolver problemas. La lúdica ofrece oportunidades para que el padre e hijos se enfrenten y resuelvan las diferencias individuales, así como las preocupaciones y problemas relacionados con la familia. Por último, permite a los padres volver a ver el mundo a través de los ojos del niño (p. 3).

 

    Otros estudios (Berkule, et al., 2014; Cates et al., 2016) han documentado que las actividades positivas de crianza, como el juego compartido, provocan una disminución de las experiencias de estrés de los padres, además de contribuir al desarrollo socioemocional del niño. Lo relevante de estos hallazgos es que el juego es una oportunidad para los padres de observar y comprender el comportamiento no verbal (en el caso de bebés) de los hijos y al mismo tiempo ser testigos del crecimiento de sus intereses y pasiones mediante el intercambio de actividades, donde el beneficio es compartido.

    Con base a lo anterior se enumeran algunas características, beneficios y recomendaciones del juego en la familia, descrita por Garaigordobil (2013):

  • El juego estimula el desarrollo psicológico de nuestros hijos y la ausencia de este lo empobrece de manera significativa.

  • Reconocer los valores que se promueven en cada juego y fomentar la práctica de juegos variados.

  • La práctica del juego es una manera de lograr el equilibrio psicológico de niños y de adultos.

  • La convivencia familiar ofrece múltiples oportunidades para jugar: juegos físicos, de ficción, de reglas, de mesa que promueven la integración.

  • Reconocer que el juego fortalece los vínculos entre padres-hijos y les hace personas más seguras.

    Un punto que debe analizarse en sociedades contemporáneas, es el tiempo dedicado diariamente a las actividades de carácter lúdico que es cada vez más reducido en comparación con los tiempos dedicados al trabajo (por parte de los padres) o actividades académicas en el caso de los niños. Según Hodge, Bocarro, Henderson, Zabriskie, Pacel, y Kanters (2015) las actividades en familia están condicionadas por múltiples factores que van desde el número de personas que la integran, hasta el tiempo disponible por cada uno de los miembros y el nivel socioeconómico de estos. Entender la relación familiar mediante el juego y tiempo de ocio es primordial; por ejemplo, en algunas investigaciones se sugiere que la perspectiva que tienen los padres sobre esta actividad, moldea el comportamiento de los hijos y se hace visible frecuentemente en la adolescencia y en la elección de una vida físicamente activa o no. (Green, y Chalip, 1998; Shannon, 2006; Shannon y Shaw, 2008)

 

    Por tal motivo, Kay (2000) realiza un estudio sobre convivencia familiar donde explica que las relaciones sólidas se construyen mediante el juego, incluso cuando los padres estén separados. Del mismo modo, Quinn, y Stacey (2010) indican que las familias de bajos recursos económicos que centran las vacaciones en las necesidades de los niños, experimentan mayores beneficios sociales. Por otro lado, el estudio hecho por Jeong et al. (2016) realizado en 38 países con una muestra de más de 87.000 personas donde las actividades de padres e hijos incluían contar y dibujar se asociaron con mejores habilidades numéricas, alfabetización y motricidad fina para niños de 4 años.

 

    Es importante reconocer el rol que juegan los padres a la hora de la interacción con los hijos, considerando las dos funciones que pueden desempeñar: participar activamente en el juego compartido o mantener un rol de cuidador durante el juego (Aguera et al., 2012). De acuerdo a ello, se realiza una propuesta de actividades que pueden desarrollarse en casa con niños en etapa escolar básica (Tabla 1).

 

Tabla 1. Propuesta de actividades que pueden desarrollarse en casa con niños en etapa escolar básica

Edad

Indicador de ludicidad y propuesta

3 años

Juegos de género, juegos de roles, juegos simbólicos de imaginación: jugar a cocinar, juegos que impliquen personificación como superhéroes o heroínas, juegos de representación de oficios o profesional.

4 años

Juegos de manipulación, Juegos simbólicos, Juegos de persecución, Juegos de exploración: manipulación de diferentes objetos pelotas, lazos, juguetes etc., interés en los juegos de correr y atrapar, quemados, el gato y el ratón.

5 años

Juegos simbólicos, juegos de persecución, juegos ecológicos, juegos de atención, juegos y rondas, juegos rítmicos: a la rueda de San Miguel, acitrón, vengo de la Habana, San Serafín del monte.

6 años

Juegos organizados, Juegos modificados, juegos tradicionales o populares, juegos de mesa: quemados, tejo/avión, memorama, rompecabezas de 100 piezas, juegos de lanzamientos.

7 años

Juegos de reglas, juegos con materiales reciclados, juegos de mesa: la gallinita ciega, lotería, rompecabezas.

8 años

Juegos de agón, Juegos de mesa, juegos pre deportivos: palillos chinos, jenga, uno, tiro a gol, fut-beis, carreras de velocidad.

9 años

Juegos de equipos, juegos cooperativos, juegos pre deportivos: balón sentado, carrera de gusanos, tiro a gol, nudo humano, teléfono descompuesto, carrera de sacos.

10 años

Juegos de cooperación/oposición: juegos de retos, desafíos, juegos de mesa, derribar objetos lanzando pelotas, serpientes y escaleras, twister.

11 años

Juegos pre deportivos, juegos de expresión corporal, Juegos tradicionales: jugar con balón, bailes o coreografías, origami, trompo, damas inglesas, damas chinas.

12 años

Juegos pre deportivos, juegos de expresión corporal, juegos tradicionales: jugar con balón, bailes o coreografías, origami, trompo, damas inglesas, damas chinas.

Nota: Debe considerarse el nombre de algunos juegos o propuestas en vista que 

puede variar de acuerdo a la zona geográfica, región o país. Fuente: Elaboración propia

 

    Seguidamente, se proponen algunas acciones a fin de incrementar el tiempo de juego en núcleos familiares:

  • Jugar con los niños en casa un mínimo de 10 minutos al día, considerando la carga de trabajo y agenda del adulto, centrando toda la atención en la actividad y evitar distractores (pantallas, smartphone, etc.).

  • Tener un espacio en casa destinado al juego.

  • Orientar el juego sin llevarlo a la obligación, recordando que debe ser una actividad espontánea.

  • Considerar el nivel de desarrollo biológico, cognitivo, conductual de los niños a la hora de la elección de los juegos.

  • Incentivar el juego a través de la imaginación, brindando la confianza sobre la capacidad de creatividad del niño en compañía del adulto.

    Idoiaga et al., (2020) sugieren que debe programarse dentro de la rutina diaria un espacio para la realización de actividades creativas. Estas actividades, se puede recoger de diferentes propuestas encontradas en redes sociales o páginas webs, y exponen la necesidad de una base de datos pública para recopilar actividades y ofrecerlas a toda la comunidad.

 

    Más allá de una actividad programada, debe reconocerse que los niños están en constante participación de actividades lúdicas, su forma de relacionarse con el medio y con los otros es a través del mismo, González Moreno (2022) indica:

    Cuando los niños participan en la actividad de juego temático de roles sociales de manera frecuente (todos los días), aprenden a comunicarse de una manera más efectiva, a reflexionar respecto a lo que dicen y hacen, a manejar sus emociones, sus actitudes y comportamientos considerando las demandas de las situaciones comunicativas, lo que los hace flexibles cuando las expectativas cambian y evita los estallidos de frustración. La actividad del juego temático de roles sociales le da la posibilidad de reconocer y expresar lo que siente sin sentirse mal, y sin causar daños, ni físicos ni emocionales, a ellos mismos o a los demás (s/p).

    En definitiva, las familias interactúan cada vez menos por múltiples factores que se mencionan a lo largo del documento, pero no debe olvidarse que los seres humanos aprendemos desde el otro y con el otro, por medio de interacciones, relaciones, experiencias y convivencias que forma parte del desarrollo integral. Además, debe rescatarse el valor del juego como formador de la personalidad, ética, convicciones morales, entre otras más, que permiten dotar al niño de lo necesario para un mejor desenvolvimiento dentro de una sociedad y adquiriendo el concepto de concienciación social. (Olivares-Cardoza, 2015)

 

El juego en la pandemia 

 

    Durante los años 2019, 2020 y 2021, se vivió un acontecimiento fuera de lo común, que trajo consigo afectaciones tanto a nivel social como económico: la pandemia generada por COVID-19 (CEPAL y UNESCO, 2020). Esta pandemia modificó la forma de relacionarnos, de desarrollar el día a día y la convivencia. Uno de los llamados para frenar esta emergencia sanitaria fue el confinamiento, por lo que empresas, escuelas, entre otros, debían modificar sus formas de trabajo, muchos de ellos desde casa. La principal atención durante estos años se vio puesta en los grupos de riesgo, por lo que promovió la sectorización de la población y en grupos prioritarios.

 

    Guerrero (2021) señala que los niños no fueron considerados grupos de alto riesgo; sin embargo, el impacto ocasionado por la pandemia a consecuencia del COVID-19 va más allá; a los niños se les limitó su derecho al esparcimiento y educación. En este sentido, el juego e interacción que se desarrollaban en las escuelas, se transformó a una educación a distancia y/o educación virtual mediante pantallas digitales.

 

    Castillo, y Sandoval (2022) señalan cinco maneras en las que la pandemia afectó las interacciones de los niños:

  1. Convivencia y socialización.

  2. Participación.

  3. Desarrollo del lenguaje.

  4. Oportunidades de juego.

  5. Aprendizajes vivenciales.

    En este sentido, debe considerarse que la participación activa de los niños en su proceso de formación en el aula está relacionada con mayores y mejores logros. En cambio, cuando los niños se ven limitados, se reduce el interés por aprender y dar a conocer sus puntos de vista e impresiones, así como una disminución de los niveles de atención.

 

    Por otro lado, los hallazgos de Castillo, y Sandoval (2022) señalan que existe una afectación a nivel de interacciones y posibilidades de juego de los niños, y exponen que las pantallas limitan las posibilidades de intercambios, conversación, juegos espontáneos, exploración y aprendizaje vinculado al movimiento, los cuales resultan básicos para un buen desarrollo físico y cognitivo del niño.

 

    Si bien a raíz de la pandemia el espacio de espaciamiento, trabajo y juego se redujo a casa, durante esta emergencia sanitaria el juego en familia fue un aliado, tal como lo señala Jorge (2021):

    El juego puede permitir crear un espacio protegido dentro de la situación actual, que puede percibirse como caótica. Este cambio de posicionamiento, de pasivo/receptor al de activo/creador, permite superar la sensación de impotencia y genera mayores sentimientos de seguridad y confianza. Para ello, también, es importante que se encuentre con adultos dispuestos al diálogo y generar contención.

    En este sentido, Jorge (2021) llamó a la intervención del adulto como principal facilitador de estos encuentros. Por lo que, más allá de lo que se pudo realizar en pandemia, es importante que los cambios de hábitos diarios en familia prevalezcan más allá de la emergencia sanitaria, considerando todos beneficios y aportes que brinda desde la individualidad hasta el colectivo.

 

Conclusiones 

 

    Se considera con pequeñas acciones dentro del núcleo familiar generando diversos beneficios que se han descrito con anterioridad. Recordando que el juego es vital dentro del desarrollo del niño, pero a su vez, genera relaciones parentales sanas indistintamente de la edad (papás, hijos, abuelos, hermanos) desarrolla, estimula, motiva, aprende, interactúa, divierte e integra. Por ello, es importante abrir tiempos y espacios lúdicos, generando rutinas o hábitos de juego en la familia, paralelamente a refutarse las falsas nociones de que el juego solo es eficaz al incluir juguetes caros; debe comprenderse que la presencia y atención enriquecen a los niños y que el juego individual o colectivo es una actividad eficaz por sí misma.

 

    En los últimos años la tecnología se ha apoderado de la sociedad en lo virtual, generando dispositivos como videojuegos, consolas, tabletas, televisión; la mercadotecnia ha sido un medio fundamental para que grandes masas sean partícipes de estas prácticas lúdicas virtuales. La familia ha dejado de interactuar, socializar, relacionarse, y se ha perdido la interacción con juegos reales que sumen a las relaciones lúdicas parentales. Por lo que, es importante la reinterpretación del juego como una herramienta fundamental en la creación y fortalecimiento de lazos en la familia.

 

    Finalmente, recordar que la concepción que jugar no implica una pérdida de tiempo, al contrario, implica crecimiento para todos quienes participan en él. Más homo-ludens, menos homo-ogros.

 

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Lecturas: Educación Física y Deportes, Vol. 28, Núm. 299, Abr. (2023)