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ISSN 1514-3465

 

Rising Phoenix y la filosofía del “deporte para discapacitados” 

de Ludwig Guttmann. ¿Un legado para romper prejuicios?

Rising Phoenix and Ludwig Guttmann's “Sport for the Disabled” Philosophy. A Legacy to Break Prejudices?

Rising Phoenix e a filosofia do “esporte para deficientes” de Ludwig Guttmann. Um legado para quebrar preconceitos?

 

Carolina Ferrante

caferrante@gmail.com

 

Dra. en Ciencias Sociales, Lic. en Sociología

Universidad de Buenos Aires

Investigadora Adjunta CONICET, Departamento de Ciencias Sociales

Universidad Nacional de Quilmes

(Argentina)

 

Recepción: 15/01/2021 - Aceptación: 26/03/2021

1ª Revisión: 19/03/2021 - 2ª Revisión: 22/03/2021

 

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Cita sugerida: Ferrante, Carolina (2021). Rising Phoenix y la filosofía del “deporte para discapacitados” de Ludwig Guttmann. ¿Un legado para romper prejuicios? Lecturas: Educación Física y Deportes, 26(275), 2-34. https://doi.org/10.46642/efd.v26i275.2793

 

Este artículo forma parte del Monográfico: Perspectivas críticas sobre Discapacidad en Educación Física y Deportes.

Coordinación: Mg. Emiliano Naranjo, Argentina.

 

Resumen

    Rising Phoenix. Historia de los Juegos Paralímpicos es un documental estrenado en 2020, elaborado a pedido del Comité Paralímpico Internacional. El objetivo de este artículo es analizar críticamente la historización y el mensaje ofrecido, en relación a que la “filosofía del deporte para discapacitados”, fundada el siglo pasado en Stoke Mandeville por el médico inglés Ludwig Guttmann, constituye un legado para romper los prejuicios sobre las personas con discapacidad y promover sus derechos humanos en la actualidad. Para ello, se describe el relato mítico brindado por el documental sobre el deporte paralímpico. Luego, se identifican sombras proyectadas a la luz de la historización ofrecida y, en base a análisis de contenido de publicaciones producidas por Guttmann entre las décadas de los años cincuenta y setenta y fuentes secundarias, se pormenorizan los principios que componen su filosofía. Seguidamente, estos elementos son confrontados en las dos décadas siguientes por el naciente movimiento por los derechos de las personas con discapacidad y su propuesta del modelo social de la discapacidad, que nutre las actuales reivindicaciones de este colectivo, evidenciando su completa falta de armonía. Por último, recuperando aportes de los Disability Studies se muestra cómo la construcción narrativa identitaria ofrecida por el documental de los atletas paralímpicos a través de la máscara de las “aves fénix” y los “súper humanos”, nacidos en Stoke Mandeville, reproducen en el espejo de la sociedad general prejuicios exaltadores de la ideología de la normalidad que promueven la discapacitación, el disciplinamiento social y la perpetuación de la desigualdad.

    Palabras clave: Rising Phoenix. Deporte Paralímpico. Ludwig Guttmann. Deporte adaptado. Súper humanos. Modelo social de la discapacidad.

 

Abstract

    Rising Phoenix. History of the Paralympic Games is a documentary released in 2020 and prepared at the request of the International Paralympic Committee. The objective of this article is to critically analyze the historicization and the message offered by it, in relation to the fact that the “philosophy of sport for the disabled”, founded last century in Stoke Mandeville by the English doctor Ludwig Guttmann, constitutes a legacy to break negative prejudices about people with disabilities and promoting their human rights today. To achieve this purpose, the mythical account provided by the documentary on Paralympic Sport is described. Then, projected shadows are identified in the light of the historicization offered and, based on content analysis of publications produced by Guttmann between the 1950s and 1970s and secondary sources, the principles that make up his philosophy of rehabilitation are detailed. These elements are then confronted with those exalted in the following two decades by the nascent movement for the rights of people with disabilities and its proposal of the social model of disability, evidencing its complete lack of harmony. Finally, recovering contributions from the Disability Studies shows how the identity narrative construction offered by the documentary of the Paralympic athletes through the mask of the “phoenixes” and the “super humans”, born in Stoke Mandeville, far from their intention, they reproduce exalting prejudices of the ideology of normality that promote disability, social discipline and the perpetuation of an unequal society.

    Keywords: Rising Phoenix. Paralympic Sport. Ludwig Guttmann. Adapted sport. Super humans. Social model of disability.

 

Resumo

    Rising Phoenix. História dos Jogos Paralímpicos é um documentário lançado em 2020, elaborado a pedido do Comitê Paralímpico Internacional. O objetivo deste artigo é analisar criticamente a historicização e a mensagem oferecida, em relação ao fato de que a “filosofia do esporte para deficientes”, fundada no século passado em Stoke Mandeville pelo médico inglês Ludwig Guttmann, constitui um legado a romper os preconceitos sobre as pessoas com deficiência e a promoção de seus direitos humanos hoje. Para isso, é descrita a história mítica proporcionada pelo documentário sobre o esporte paralímpico. Em seguida, as sombras projetadas são identificadas à luz da historicização oferecida e, com base na análise de conteúdo das publicações produzidas por Guttmann entre as décadas de 1950 e 1970 e de fontes secundárias, são detalhados os princípios que compõem sua filosofia. Posteriormente, esses elementos são confrontados nas duas décadas seguintes com o nascente movimento pelos direitos das pessoas com deficiência e sua proposta de modelo social da deficiência, que alimenta as demandas atuais desse grupo, evidenciando sua total desarmonia. Por fim, recuperando contribuições dos Estudos da Deficiência, mostra-se como a construção da narrativa identitária oferecida pelo documentário dos atletas paralímpicos por meio da máscara das “pássaro fênix” e dos “super-humanos”, nascidos em Stoke Mandeville, se reproduz no espelho. da sociedade em geral exaltando preconceitos da ideologia da normalidade que promovem a deficiência, a disciplina social e a perpetuação da desigualdade.

    Unitermos: Rising Phoenix. Esporte Paralímpico. Ludwig Guttmann. Esportes adaptados. Super-humano. Modelo social de deficiência.

 

Lecturas: Educación Física y Deportes, Vol. 26, Núm. 275, Abr. (2021)


 

Introducción 

 

    Rising Phoenix. Historia de los Juegos Paralímpicos es una producción original de Netflix, estrenada en agosto de 2020 en 190 países en simultáneo, que ofrece una historización del movimiento paralímpico. La utilización del pronombre “una”, para referir a la historia narrada aquí no es casual, ya que el film, entre las tantas reconstrucciones posibles de ser contadas, privilegia la perspectiva oficial de la máxima institución destinada a organizar los Juegos Paralímpicos: el Comité Paralímpico Internacional (CPI en adelante), creado en 1989 en Alemania, y quien impulsa la pieza.

 

    La propuesta global de Rising Phoenix y su historización pueden ser encuadradas en una idea fuerza que toma la agenda del CPI desde la década pasada: la noción de “legado” (Ferez et al., 2020; Pappous, y Brown, 2018). A través de este significante, en uso desde los años 80 en el ámbito del gerenciamiento deportivo, se intentan destacar los aportes materiales e intangibles que dejan la realización de eventos deportivos multitudinarios en sus ciudades anfitrionas (Ferez et al., 2020). Mientras que es tradicional la alusión a las transformaciones físicas en la accesibilidad que se generan en los espacios urbanos que alojan las Paralimpíadas —removiendo barreras arquitectónicas para las autodenominadas personas con discapacidad1—, desde la preparación de los Juegos Paralímpicos Londres 2012, se cargan tintas en relación a los segundos, y, específicamente, se afirma que una de las máximas contribuciones simbólicas del movimiento paralímpico es romper los prejuicios que pesan sobre las personas con discapacidad, y, también, promover su inclusión social y sus derechos humanos (Ferez et al., 2020; Craven, 2016; Pappous, y Brown, 2018). En virtud de que los Juegos Paralímpicos constituyen el tercer encuentro multideportivo más amplio del mundo y en la actualidad cuentan con extensa cobertura mediática, se sostiene que estos efectos positivos pueden extenderse a la copiosa cantidad de espectadores del evento. Para dimensionar tal magnitud es útil tener en cuenta que, en los últimos Juegos celebrados en Río 2016, se vendieron más de 2 millones de entradas y se estima que se registró una audiencia de 4100 millones de personas. (CPE, 2020)

 

    En la película es posible advertir la intención de mostrar estas potencialidades del deporte paralímpico a través de un relato mítico donde lo histórico es apelado en dos diferentes registros: uno, histórico institucional, y, otro, recopilador de historias vida. De este modo, por un lado, se reconstruye cierta historia institucional de los Juegos Paralímpicos, inscribiendo su propuesta actual como heredera de la filosofía del “deporte para discapacitados” creado por el médico inglés Ludwig Guttmann el siglo pasado en Reino Unido, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, focalizando en algunas emisiones de los juegos paradigmáticas y la palabra de líderes deportivos del CPI que dan sentido, continuidad y legitimidad a la existencia actual de la institución. Por otro lado, se recopilan las biografías de deportistas paralímpicos que, pese a la adversidad y vidas durísimas, han logrado alcanzar el éxito deportivo y encarnar los valores exaltados desde el paralimpismo ―resumidos en el lema “actuar, empoderar, inspirar”―, deviniendo “súper humanos” que desafían los prejuicios y salvan al mundo.

 

    Desde la lente de las Ciencias Sociales y las Humanidades, el establecimiento de diálogos pasado/presente/futuro implícito en el documental no es una empresa insólita. De hecho, sociológicamente, toda oferta deportiva es el resultado de la interrelación entre modos para la práctica —fruto de luchas simbólicas e históricas, cristalizadas en instituciones, programas y tipos de juegos— y disposiciones —propiedades valoradas, encarnadas en los jugadores— que las hacen posibles (Bourdieu, 1993). De allí que en todo deporte pueden rastrearse ciertas reglas y configuraciones de acumulación de determinado tipo de capital deportivo, pero también ―al delinear cierta definición del cuerpo legítimo―la postulación de cierta idea sobre el ser humano y el mundo social. Es por esto que desde los estudios culturales del deporte se afirma que el mismo constituye una arena privilegiada para presentar los cuerpos y disputar identificaciones sociales (Alabarces, 1998) o postular narrativas identitarias que actúan como máscaras, presentadas a los otros sociales, y espejos, por medio de los cuales se es percibido (Archetti, 2016). En este sentido, el deporte paralímpico en particular, constituye un microcosmos en donde es posible rastrear ciertas narrativas identitarias sobre la discapacidad, que perfilan un modo legítimo y socio histórico de ser, pensar y sentir la misma, que ―encarnadas o resistidas por los agentes atravesados por múltiples interseccionalidades― reproducen y/o confrontan el posicionamiento de los mismos en el espacio social en tanto grupo, constituyendo un modo de presentación ante la sociedad, y, asimismo, un espejo a través del cual la misma los percibe en tanto portadores de una marca de alteridad socialmente producida. (Ferrante, 2014)

 

    Justamente, desde los Disability Studies se sostiene que la discapacidad no constituye un problema individual y exclusivamente biológico, sino que sus significados varían histórica y culturalmente al constituir una forma de producción o construcción social. El interés por analizar cómo los prejuicios negativos sobre las personas con discapacidad han privado sus posibilidades de vida plena y justificado el ejercicio de múltiples formas de exclusión y desposesión de derechos se halla en la raíz misma de su origen disciplinar. Desde esta tradición heterogénea de estudios, nacida de la palabra de los protagonistas de la discapacidad movilizados por su emancipación en el mundo anglosajón en los años 60 y 70 alrededor de lo que se llamará el modelo social de la discapacidad (Oliver, 1983), se ha enfatizado el papel poderoso que desempeñan, entre otros, los medios de comunicación y la industria del espectáculo en la presentación de la imagen pública de esta minoría. Los mismos poseen un rol privilegiado en la estructuración del sentido común en las sociedades modernas y, en el caso de la representación de las personas con discapacidad, tienden a ser un terreno fértil para la reproducción de prejuicios negativos al respecto. No obstante, esto no inhabilita la posibilidad de que eventualmente puedan constituir una plataforma para ofrecer miradas de reconocimiento, que, contrarresten estereotipos y promuevan su respeto social. (Barnes, y Mercer, 2010; Haller, 1995)

 

    En este sentido, si la propuesta de Rising Phoenix es válida a priori, no menos cierto es que no puede ser considerada exitosa por sí misma. ¿Por qué? Porque para realizar un balance justo es necesario problematizar el mensaje principal que ofrece sobre la discapacidad y el deporte paralímpico. Así, es lícito preguntarse ¿qué narrativa identitaria sobre la discapacidad construye a través del rescate del legado paralímpico creado por Guttmann?, ¿es la misma un aporte para romper prejuicios sobre la discapacidad, en sintonía con las reivindicaciones del colectivo por los derechos de las personas con discapacidad en el siglo XXI, en especial aquellos planteados desde el modelo social?, ¿qué efectos políticos puede tener este film en las luchas de esta minoría?

    

    Pues bien, en pos de realizar un aporte en esta dirección, el objetivo de este texto es ofrecer un análisis crítico de la historización y del mensaje ofrecido por Rising Phoenix y su promesa de constituir un legado para las personas con discapacidad. Con el fin de abordar este propósito, el artículo se estructura en tres partes. Primero, se realiza una descripción del relato mítico brindado por el documental sobre el deporte paralímpico. Segundo, se señalan sombras que se proyectan a partir de esta narración, y, en base a fuentes secundarias y análisis de contenido (Krippendorff, 1990) de papers y publicaciones producidos por Guttmann entre las décadas de los años 50 y 70, se pormenorizan los principios que componen su filosofía. Tercero, se confrontan los mismos con los elementos exaltados el siglo pasado por el naciente movimiento por los derechos de las personas con discapacidad y su propuesta del modelo social de la discapacidad. Asimismo, recuperando un conjunto de críticas elaboradas desde distintos autores enmarcados en una mirada crítica de la discapacidad, se analiza si la construcción narrativa identitaria ofrecida por el documental de los atletas paralímpicos constituye un aporte para propiciar el reconocimiento de la dignidad intrínseca de las personas con discapacidad en la actualidad y colaborar en contribuir un mundo mejor para toda la sociedad.

 

Stoke Mandeville y el legado guttmanniano: cuna de aves Fénix y súper humanos 

 

    La narrativa identitaria del Ave Fénix 

 

    “Sangre. Sudor. Lágrimas. Conoce a los distinguidos atletas de los Juegos Paralímpicos y la notable historia del movimiento”. Esta es la sinapsis con la que Netflix presenta a Rising Phoenix, catalogando a la película como un título “inspirador y emocionante”. Con música de rock y rap2 y una estética elegante, el documental inicia con la presentación escénica de los 9 atletas elegidos para protagonizar el documental. Se observan sus cuerpos esbeltos, fibrosos y distinguidos en movimiento. Todos ellos presentan tres elementos compartidos: 1) se trata de individuos con discapacidades de tipo motriz (principalmente amputaciones); 2) son atletas exitosos que han obtenido los máximos logros deportivos, adquiriendo medallas olímpicas; 3) en sus infancias con discapacidad congénita o en las circunstancias de adquisición de la misma, experimentaron vivencias presentadas como trágicas (vinculadas a hechos violentos asociados a guerras, abandonos de los progenitores, enfermedades, operaciones, pobreza)3. A través de los recursos fílmicos se promueven escenas de alto contenido dramático que pueden interpelar al espectador hasta las lágrimas. Este clima emocional es la plataforma para presentar la narrativa identitaria, a través de la cual el documental presenta a la discapacidad y a los deportistas paralímpicos: la máscara del superhéroe Rising Phoenix, o, en español: Ave Fénix.

 

    Así, desde el inicio del documental, acudiendo a la metáfora del Ave Fénix, ―sobrenombre que le fue imputado a Bebe Vio, esgrimista italiana, por parte de sus compañeros de rescatismo, tras adquirir múltiples amputaciones en la infancia― se generaliza la figura del pájaro que “vive, arde, muere y vuelve a resurgir a partir de sus propias cenizas”, para describir el efecto que genera el deporte paralímpico en la discapacidad. El deporte paralímpico es presentado como el puente que, por medio del esfuerzo individual, rescata y resucita a las personas del mundo oscuro, trágico, triste, inferiorizante, abúlico y excluyente de la discapacidad ―semánticamente emparentado al espectro de la enfermedad y de la muerte― para re-ubicarlas en el paraíso de la excelencia, el reconocimiento y el éxito.

 

    En este sentido, los atletas paralímpicos presentados en el film a través de la máscara de los “súper humanos”, protagonistas del deporte paralímpico como espectáculo, poseen una misión de ejemplaridad específica y otra general para el público que los consume, que en el lenguaje del propio CPI se resumen en el lema “inspirar, emocionar, actuar”. En la primera dirección, para el colectivo con discapacidad la moraleja se aboca a mostrar que, contrariamente a lo que determinan los prejuicios sociales, las personas con discapacidad no son seres pasivos, dependientes e incapaces, sino que pueden ser capaces y desarrollar actividades sociales como la población sin discapacidad, inspirando a los pares a buscar la superación personal. En la segunda población, al todo social, la enseñanza paralímpica estriba en lograr emocionarlos para evidenciar que no existen límites ni obstáculos para alcanzar las expectativas sociales de éxito, sólo es cuestión de actitud. Dicho de otro modo, el mensaje ofrecido enaltece no sólo el “Sí, yo puedo” [Yes, I can] (slogan con el cual se publicitaron las Paralimpíadas Río 2016 a través de un video de homólogo título disponible en Youtube), sino, en un plano más amplio y moralizante: “sí, se puede”, donde el mensaje parece sugerir algo como: “no oigas los no que te devuelve la sociedad a tus sueños, el fracaso es una elección personal”, “no existe el no quiero, sino el no puedo”, una “mentalidad ganadora” (título de una serie de podstcast que publicita el CPI en su página) o un “espíritu sin límites” (antiguo lema años atrás del comité), más allá de las limitaciones físicas y de las desgracias de la vida, es capaz de superar toda prueba del destino y alcanzar el éxito social; “si yo sin brazos y piernas he podido, ¿cómo no puedes tú?, “si yo puedo, ¿cómo no vas a poder tú?”.

 

    En las Paralimpíadas se superan la discapacidad y todos los obstáculos del destino, y, en un clima de hermandad inter discapacidades, se afirma que se recupera la dignidad y se alcanza el máximo logro: la condición de héroes y de “súper humanos”, que vuelan sobre los considerados “normales”, no poseedores de discapacidad. Si bien en un pasaje de la obra se recupera un extracto de una conferencia de Stephen Hawking inaugurando los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 afirmando que todos somos diferentes y que no existe un ser humano estándar, esta frase es completamente inconsistente con el mensaje global de la obra donde la conquista del éxito y de los valores asociados al cuerpo capaz o normal son la llave a la recuperación de la decencia perdida a causa de la tragedia de la discapacidad. De hecho, la película inicia con la voz en off de unos de los atletas paralímpicos, Jean Baptiste Alaize, corredor francés, nacido en África y que pierde una pierna y a su madre en contexto de una guerra civil, afirmando: “Todos somos súper héroes porque pasamos por una tragedia, todos vivimos algo que no nos permitió tener éxito. Esa es nuestra fuerza. La vida es una pelea. Intentamos salvar al mundo”.

 

    Pues bien, en el documental, configurando un relato mítico, Xavi González, español CEO del CPI entre 2004 y 2019, señala que si los Juegos Olímpicos crean a los héroes, los Paralímpicos es de donde vienen. Su origen se halla en Londres, en la tradición iniciada por Guttmann en Stoke Mandeville. Es allí donde se indica que el deporte adaptado nace, de los escombros de la Segunda Guerra Mundial. En la película se muestra cómo el neurólogo británico nacido en Alemania, exiliado en Reino Unido escapando de las atrocidades del nazismo, revoluciona la vida de las personas con lesiones medulares, a través de su trabajo en la fundación de una unidad destinada exclusivamente a su tratamiento en 1944, en el Hospital de Stoke Mandeville, ubicado en Aylesbury. En esta institución que dirige, dependiente del Ministerio de la Pensión, y en donde se acogían inicialmente veteranos heridos en el frente de guerra, desarrolla un programa de rehabilitación integral que propondría una nueva concepción médica y social de las discapacidades físicas. (Brittain, 2012; Guttmann, 1976)

 

    Como bien se relata en el documental, a Guttmann le preocupaban los altos índices de depresión y suicidio que desarrollaban los pacientes recibidos (Ferez et al., 2020). Esto se asociaba a un aspecto que también es muy bien captado en la película: la escasa expectativa de vida que poseían entonces las personas con lesiones medulares, debido al incipiente desarrollo de los saberes médicos sobre el tratamiento de las mismas, especialmente en lo referido a la prevención de escaras e infecciones urinarias, llevando a que fuesen considerados “muertos en vida”. (Brittain, 2012)

 

    En este aspecto, ciertas pautas desarrolladas por Guttmann e incorporadas en el tratamiento de la lesión medular revolucionarían las posibilidades vida de esta población. Las mismas, incluirían modificaciones en las pautas médicas de abordaje de los pacientes y el desarrollo de prácticas deportivas (Guttmann, 1976). Las mismas, que incluían el punch-ball, los dardos, la escalada de cuerdas, los bolos, el billar, la arquería, el polo y el básquet en silla de ruedas, introducidas desde los inicios de la fundación de la unidad de médula espinal, habían arrojado beneficios muy positivos en la rehabilitación de los pacientes. Allí puede verse al propio médico explicando que dada la relevancia que posee el deporte en la vida de las personas en general, hubiese sido un error excluir este tipo de actividad en el tratamiento, constituyendo la mejor idea que tuvo en su vida.

 

    El neurólogo, confrontando con las miradas epocales que sugerían la inmovilización de los cuerpos “paralizados”, incita el movimiento. También, alejándose de perspectivas previas que consideran a la paraplejía como el fin de la vida, sostendrá que la misma es el inicio de un “nueva vida” que no impide la participación en los roles sociales tradicionales epocalmente percibidos como “normales”, como el de ser trabajador, ciudadano, contribuyente, esposo/esposa, madre/padre.

 

    Así, en 1948, Guttmann, organiza una exposición de arquería de 16 veteranos que coincide con la celebración de los Juegos Olímpicos de Londres. Los mismos, que son el origen de los Juegos para Parapléjicos de Stoke Mandeville, posteriormente serán celebrados anualmente. Con el correr de los años, paulatinamente se van sumando más países del mundo y esta sería la semilla de las actualmente llamadas Paralimpíadas, las cuales tienen su primera presentación en Roma en 1960.

 

    En el documental se afirma: “Guttmann fue muy inteligente al darse cuenta de que el movimiento deportivo era una herramienta poderosa para cambiar todo tipo de percepciones”. En este sentido, el gran aporte del considerado padre fundador del movimiento paralímpico, rescatado a lo largo del film, es el haber encontrado en el deporte un medio para demostrar a la sociedad esta nueva mirada que él promovería de la discapacidad de acuerdo a la cual la misma no es antónimo de ser capaz y desempeñar roles productivos en la sociedad (sea a través del empleo, pagando impuestos, el matrimonio, inspirando a la sociedad, etc.). En este sentido, el Duque de Sussex, fundador de los Juegos Invictus (creados en el 2014 y consistentes en una competición de deporte adaptado destinada a veteranos de guerra) destaca cómo la genialidad guttmanniana fue proponerse transformar a las personas con discapacidad en contribuyentes. Al respecto Andrew Parsons, actual presidente del CPI completa: “significaba que fueran ciudadanos. No se trataba sólo de sobrevivir, sino también de ser un ser humano útil, ser un amigo, ser un miembro de la familia. Ser un esposo, una esposa, alguien como todos los demás”.

 

    En este sentido, el Duque señala que el deporte posee un poderoso mensaje inspirador: “Para mí y para mucha gente, sobre todo para los niños, ver a personas así seguir y lograr lo que han logrado, no hay ningún libro ni ninguna enseñanza en ninguna clase que te de la misma inspiración que poder ver algo que te han dicho que es imposible”. De este modo, tal como se adelantaba en la introducción, Rising Phoenix, entre el registro histórico de la obra de Guttmann y las historias de vida paralímpicas contemporáneas, establece un lazo de sentido y continuidad pasado/presente/futuro, que justifica y da legitimidad al CPI, al reivindicar “una visión” sobre la discapacidad que se considera positiva, asociada al “inicio de una nueva vida”, y en donde el deporte, al mostrar a la sociedad que las personas con discapacidad pueden tener vidas “normales” y “útiles”, como las del resto de la población sin discapacidad, se considera que contribuye un elemento clave para remover prejuicios sociales sobre la discapacidad. De hecho, Parsons, ante el estreno de la obra señaló: “No hay absolutamente ninguna duda de que esta película transformará a todas las personas que la vean. Esta es una película que empoderará a tantas personas en todo el mundo y dará vida a la visión del fundador del Movimiento Paralímpico, Sir Ludwig Guttman”. (CPI, 2020)

 

    Asimismo, en diferentes pasajes de la pieza, sugieren que si actualmente las personas con discapacidad experimentan formas de discriminación y sus vidas se encuentran atravesadas por la negación de participación social, es porque la propuesta de Guttmann no fue llevada cabalmente adelante por los países del mundo. Al respecto se afirma que hoy las personas con discapacidad no son alentadas a participar y ser útiles. En este punto, Philip Craven, ex presidente del IPC y ex atleta con discapacidad señala:

    Todos los países han subestimado a las personas con discapacidad (…) Mi corazón y mi cerebro siguen funcionando. Estoy aquí. No me detendrás. No lo permitiré. Danos una oportunidad y te mostraremos lo que podemos hacer. Y si no, crearemos nuestras oportunidades. Vamos a ayudar a cambiar la sociedad y a hacer de este planeta un lugar mejor para vivir.

    En este aspecto, en la película se sugiere que el deporte paralímpico tal como fue pensado por Guttmann, es un medio eficaz para promover los derechos humanos de las personas con discapacidad y, de modo más amplio, construir un mundo mejor para todos.

 

La filosofía del guttmanniana ¿un legado contra los prejuicios en el siglo XXI? 

 

    Sombras de una historia oficial 

 

    Como toda historia oficial, el documental del CPI reconstruye un pasado enalteciendo heroicamente la figura de Guttmann, cayendo en una mirada personalista y romántica del deporte paralímpico. Se pueden advertir, al menos, tres matices excluidos por Rising Phoenix que se proyectan a la sombra de su historización y que requieren ser contemplados para poder hacer un balance de su propuesta.

 

    El primer matiz a considerar es que existen prácticas deportivas “de” personas con discapacidad en el siglo XX, originalmente generadas por sus protagonistas, invisibilizadas en el film a la sombra del deporte “para” discapacitados creado por Guttmann4. Así, si es verdad que el médico inglés es destacado habitualmente como el “padre fundador” del deporte “para” personas con discapacidad, no menos cierto es que ellas realizaban sus propias prácticas deportivas al menos desde el siglo XIX en distintos países de Europa y él mismo reconoce esto su obra (Guttmann, 1976). Por ejemplo, las personas Sordas5, no sólo en ese siglo ya poseían sus propios clubes, sino que también, en 1924 generan sus Olimpíadas específicas (los Juegos Internacionales Silenciosos) y las celebran regularmente cada cuatro años (con una breve suspensión a causa de la Segunda Guerra Mundial). Las mismas, organizadas por sus propios protagonistas, surgen con fines de dar visibilidad a sus luchas por el reconocimiento, su combate del oralismo y la exigencia de su igualdad respecto a los oyentes (Benvenuto, y Séguillon, 2013; Ferrante, 2019). Asimismo, cuando Guttmann incorpora la práctica deportiva al proceso de rehabilitación en Stoke Mandeville en 1944, lo hace tras observar pacientes que espontáneamente habían iniciado una especie de polo en silla de ruedas y un juego con pelotas. (Anderson, 2003)

 

    Además, en lo que refiere estrictamente al movimiento paralímpico6, los trabajos de los historiadores, Sylvain Ferez, Julie Thomas y Sebastian Ruffié (2013), problematizan la autoría exclusiva usualmente imputada al médico inglés. Al respecto ellos muestran cómo mientras Guttmann desarrolla su propuesta en Reino Unido, la cual se expande a Italia, Japón y otros países (como Argentina), de modo independiente, personas con discapacidad, en los años 50, heridas de guerra en el frente de batalla, crean sus propias agrupaciones deportivas en Alemania, Francia, Austria, Suiza y Eslovenia, con una perspectiva completamente diferente del deporte, interesada en la deportivización del movimiento (Ferez et al., 2020), reunida en torno a la Federación Mundial de Veteranos (FMV). Los autores evidencian cómo existe un complejísimo proceso de institucionalización del movimiento deportivo paralímpico que manifiesta luchas políticas y tensiones entre estas dos miradas ya presentes desde la primera Paralimpíada de Roma 1960. Los puntos en confrontación se asocian a los fines, destinatarios y la organización del deporte adaptado. Mientras que para Guttmann el objetivo del deporte es garantizar la rehabilitación para propiciar el empleo formal, sólo debe ser desarrollada por “pacientes” con lesiones medulares y la organización debe estar a cargo de los profesionales médicos; para la segunda visión, el deporte debía ser lúdico y social, extenderse a todo tipo de discapacidades y basarse en un modelo democrático de organización (Ferez, Thomas, y Ruffié, 2013). Las confrontaciones en estos puntos de vista fueron persistentes por casi tres décadas. De hecho, la fundación de una institución única que englobara la representación del deporte para la amplia mayoría de discapacidades7, que se concreta en 1989 con la fundación del CPI en Alemania, implica más de 29 años de disputas entre organizaciones.

 

Imagen 1. Póster del film

Imagen 1. Póster del film

 

    En este punto es importante aclarar que si las Paralimpíadas desde su origen hasta 1972, estuvieron destinadas únicamente a personas con afecciones medulares, bajo la organización de la Federación Internacional de Juegos Stoke Mandeville (FIJSM), presidida por Guttmann, progresivamente se fueron incorporando otras discapacidades físicas. Esto generó, un complejo sistema de clasificación en lo deportivo (producto de la intención de garantizar la igualdad deportiva, a través de la creación de categorías en las que compiten personas con similares aptitudes físicas) y un difícil proceso de institucionalización en el cual las distintas federaciones de deportes para personas con discapacidad negociarían el control de la organización del evento (CPI, 2018). En 1964, la FMV crea la Organización Internacional del Deporte para Discapacitados (OIDD), ofreciendo un espacio de afiliación para los atletas con discapacidades que, por los requisitos corporales exigidos, quedaban excluidos de los Juegos Internacionales Stoke Mandeville. Esta agrupación presionó fuertemente para incluir a atletas ciegos y amputados en los Paralímpicos de Toronto 1976 y, luego, a los atletas con parálisis cerebral en 1980 en Arnhem. Recién en 1996 son admitidos algunos atletas con discapacidad intelectual (Wedgwood, 2014). El fin de OIDD era congregar el abanico de todas las discapacidades y actuar como un Comité coordinador de los paralímpicos, pero esto no se concretó debido a conflictos de poder que surgen entre los grupos, asociados a cierta hegemonía de las “sillas de ruedas” (Issanchou, Lantz, y Liotard, 2013; Séguillon, Ferez, y Ruffié, 2013). Estas disputas motivan la fundación de la Asociación Internacional de Deportes y Recreación de Parálisis Cerebral (AIDRPC) en 1978 y de la Federación Internacional de Deportes para Ciegos (FIDC) en 1980 (CPI, 2018). En este escenario, en 1982, las cuatro organizaciones internacionales involucradas en el ámbito paralímpico generan un espacio institucional para discutir la coordinación conjunta de los Juegos, estableciendo el Comité Internacional de Coordinación de Deportes para Personas con Discapacidad en el Mundo (CIC). El Comité Internacional de Deportes Silenciosos que poseía sus propios juegos y las Federaciones Deportivas Internacionales para Personas con Discapacidad Intelectual (que desde 1968 poseían las Olimpíadas Especiales) fueron invitadas a participar en 1985. El máximo órgano del deporte de Sordos, al recibir la garantía de que conservaría su autonomía y sus propios juegos, acepta la propuesta en 1986 (Séguillon, Ferez, y Ruffié, 2013). El 22 de septiembre de 1989, las organizaciones intervinientes, fundan el CPI en Dusseldorf, estableciéndose como órgano rector global del Movimiento Paralímpico Internacional. (CPI, 2018)8

 

    Desde cierta bibliografía crítica se sugiere que la lentitud en el proceso de institucionalización en gran medida es heredera de las resistencias y acciones de la visión de Guttmann en pos de promover la formación de organizaciones deportivas y juegos diferenciados de acuerdo a la etiología del tipo de discapacidad (Ferez, Thomas, y Ruffié, 2013; Wedgwood, 2014). En este aspecto señala Nikki Wedgwood:

    Además de ser admirado como un gran hombre y notable pionero del deporte para personas con discapacidad y los Juegos Paralímpicos, Guttmann también se informó que era un “autócrata e inconformista” resuelto cuyos intereses en el deporte se limitaba únicamente a los atletas con lesión medular. Defendió su posición abogando por la formación de otras organizaciones deportivas internacionales basadas en la etiología de la discapacidad, irónicamente convirtiéndose en una fuerza importante en el establecimiento de organizaciones deportivas para otros tipos de discapacidad. (Wedgwood, 2014, p. 1333)9

    El segundo matiz a considerar, que se desprende de lo anterior, es que la visión exaltada por el documental es una mirada apolítica del deporte paralímpico en su interior, como un espacio carente de conflictividad intra e inter discapacidades. Los conflictos aludidos en el documental son referidos al mundo de las personas sin discapacidad (gobiernos que rechazan acoger las Paralimpíadas, problemas en la organización). Asimismo, en distintos pasajes de Rising Phoenix se alude a la idea de las Paralimpíadas como un espacio de pura armonía entre discapacidades, en el cual todas interactúan y participan en igualdad, amistad y diversidad, lo cual constituye una reconstrucción idealizada y alejada de su pasado histórico, que no da cuenta de las disputas existentes entre federaciones representantes de distintas discapacidades, ni tampoco de la reproducción de prejuicios en muchos deportistas respecto a los significados de aquello médicamente entendido como “tipos de discapacidades” (Howe, 2008), donde el valor de cada cuerpo “diverso”, es signado de acuerdo a su acercamiento al cuerpo legítimo, capaz o normal. (Ferez et al., 2020, Wedgwood, 2014)

 

    Si hoy por hoy los paralímpicos constituyen un evento multideportivo destinado a un amplio espectro de discapacidades físicas, sensoriales e intelectuales, esta variedad no es abarcada por el documental. En este aspecto, si se alude a que en los paralímpicos, a diferencia de los olímpicos, todos los cuerpos son diferentes, la diversidad presentada es muy acotada; existe una impresionante invisibilización de las discapacidades no motrices. Ninguno de los atletas paralímpicos que cuentan sus historias de vida posee una discapacidad que no sea amputación o motriz. Asimismo, sólo se destacan las historias de atletas sumamente exitosos y de elite, invisibilizando a aquellos que participan del movimiento pero no han obtenido grandes logros deportivos.

 

    El tercer matiz, reside en considerar de modo aislado la obra de Guttmann, sin establecer diálogo con los saberes médicos del contexto histórico. En este sentido, una omisión central de Rising Phoenix es no inscribir la filosofía del “deporte para discapacitados” guttmanniana como uno de los pilares de la naciente rehabilitación moderna. Historiadores y científicos sociales críticos muestran este vínculo. Así, por ejemplo, Gildas Bregain (2018) incorpora el programa creado por el neurólogo como parte de lo que denomina el “proyecto modernizador de la rehabilitación noratlántica”, promovido desde los países centrales luego de la posguerra. El mismo, alejándose de ideas eugenésicas y del paradigma de la reeducación, dominantes en la primera mitad del siglo XIX, significa una reconceptualización de la discapacidad que devendrá hegemónica desde la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días. Mientras que desde el primer sistema de ideas, saberes y prácticas se considera a las personas con discapacidades físicas como seres inválidos, pasivos e “inservibles”, el segundo, las considerará como personas potencialmente útiles, activas, que pueden (y deben) reincorporarse a la vida social general, a través de la rehabilitación “integral” y el desarrollo de sus capacidades remanentes. Similarmente, Ferez, Thomas, y Ruffié (2013), señalan que la filosofía guttmanniana da cuenta de esta transición. Por su parte, Julie Anderson (2003) indica que el programa de rehabilitación iniciado por Guttmann en Stoke Mandeville puede ser considerado un microcosmos en donde se observa cómo los modernos métodos de rehabilitación comienzan a trabajar con las personas con discapacidad, en un contexto socio-político de posguerra donde existe una necesidad de optimizar los recursos de la asistencia social, robustecer las filas que componen las fuerzas de trabajo y en donde los modernos métodos economizan recursos al propiciar la sobre adaptación y subsistencia personal por medio del empleo (Anderson, 2003). Finalmente, Peers (2012), Wedgwood (2014) y Howe (2008) comprenden al deporte paralímpico como una expresión del modelo médico de la discapacidad. Ahora, ¿en qué consiste esta propuesta? ¿cómo concibe Guttmann a la discapacidad y a las personas con discapacidad? ¿Qué papel juega el deporte en el vínculo discapacidad-sociedad? ¿Qué diálogos o silencios establece con el naciente movimiento por los derechos de las personas con discapacidad?

 

La filosofía guttmanniana: de inválidos a ciudadanos útiles y respetados 

 

    De desechos humanos a ciudadanos útiles 

 

    Como bien narra Rising Phoenix, Guttmann, en Stoke Mandeville, realiza importantísimas implementaciones en el tratamiento de los lesionados medulares que transforman radicalmente sus posibilidades de vida. En 1954 el médico muestra como a 10 años de fundada la Unidad de Lesión Medular existe un “cambio dramático en el pronóstico de los parapléjicos traumáticos” (Guttmann, 1954, p. 1102). Poco después de la Primera Guerra Mundial, las muertes de estas personas alcanzaban el 80%, mientras que con los cambios introducidos, éstas se redujeron a solo un 10%. (Guttmann. 1954)

 

    Estas transformaciones, como también ilustra el documental, significan una mejora y ampliación en la expectativa de vida de las personas con lesiones medulares. Esta realidad lleva a que, para Guttmann, la paraplejía deje de implicar un mero problema médico, para significar un “problema social de creciente importancia” (Guttmann, 1964a, p. 36). Debido a las viejas expectativas de vida de los lesionados medulares, y la “actitud muy derrotista” (Guttmann, 1964a, p. 36) adoptada por la profesión médica y la sociedad al respecto, las mismas eran consideradas “casos sin esperanza con una vida muy corta (…). No había nada, o muy poco, que pudiera hacerse y cuanto antes murieran mejor” (Guttmann, 1964a, p. 36). De allí que ellas estaban condenadas a ser percibidas estereotipadamente por la sociedad sin discapacidad como “inempleables, improductivos y socialmente inútiles”. (Guttmann, 1954, p. 1102)

    Considerando la alta tasa de supervivencia de los parapléjicos espinales, como resultado del gran avance en su tratamiento y manejo, durante los últimos diez años, es evidente que la importancia del problema de la paraplejía, en sus implicaciones sociales, irá creciendo de año en año. Sólo hace unos años atrás, el parapléjico espinal estaba, por regla general, condenado como inempleable, improductivo y socialmente inútil. Hoy, esta actitud derrotista ya no está justificada, en vista de la experiencia adquirida en los últimos años, con respecto a la empleabilidad de los parapléjicos (Guttmann, 1954, p. 1102)

    Confrontando estos prejuicios, Guttmann, propondría un nuevo enfoque de la discapacidad y especialmente de las lesiones medulares, que llevaría a abandonar esta mirada derrotista. Partiendo de considerar a tal tipo de lesión “como una de las mayores tragedias de la vida humana”, en tanto pensaba que significaba una desgracia la privación que padece la persona de las funciones más esenciales de su cuerpo (Guttmann, 1964a, p. 36), tal como se vio previamente, no interpreta a la misma como el fin de la existencia o del camino, sino como el inicio de un “nuevo esquema de vida” (Guttmann, 1964a, p. 40). Desde esta perspectiva ―algo que era compartido por la visión de los principales exponentes de la rehabilitación moderna noratlántica― la discapacidad generaba ciertos efectos psicológicos adversos que ―asociados a la frustración y a la considerada “desposesión” física― podían y debían ser compensados a través de un servicio “integral” que desarrollara sus capacidades remanentes o residuales dado que, de lo contrario, podían emerger emociones disruptivas (Bregain, 2018). Se hallan aquí las bases de la teoría psicológica del ajuste a la discapacidad: la persona debe aceptar su identidad discapacitada para evitar el conflicto social. (Bregain, 2018)

 

    Bregain (2018) detalla que instituciones como la Organización Internacional de Trabajo o la Organización de las Naciones Unidas jugaron un papel importante en condensar y fomentar esta nueva perspectiva de la rehabilitación que se plasmó gradualmente y no sin conflictos en la legislación desarrollada en el mundo noratlántico a partir de los años 50 y 60, y, que desde allí, se extendería a distintas naciones del mundo. Desde esta mirada, se sostiene que la persona con discapacidad no es bajo ningún aspecto objeto de caridad o conmiseración, tal como fijaban los prejuicios del pasado, sino que constituía un potencial miembro útil de la sociedad, poseedor de los mismos derechos humanos que las personas sin discapacidad y que, por los efectos psicológicos adversos del déficit, requería apoyo médico y social para reintegrarse armónicamente a la sociedad.

 

    Desde esta perspectiva, era necesario un tratamiento “total”, “completo” o “integral” que no sólo contemplara el abordaje médico, sino también la generación de legislación para compensar la desigualdad respecto a las personas sin discapacidad y la colocación selectiva en el empleo. En este proceso, lograr la cooperación activa del individuo con discapacidad en la rehabilitación eran considerados elementos fundamentales en su reintegración social. (Bregain, 2018)

 

    Dentro de este contexto de ideas, en la filosofía guttmanniana en particular, como se adelantó previamente, el medio para lograr la reintegración social, sería una rehabilitación completa basada en dos pilares: trabajo y deporte. Ambos serían prescriptos como parte del tratamiento médico.

 

    Para Guttmann el trabajo era el medio a través del cual, una vez dadas de alta las personas con paraplejía del centro de rehabilitación, podían recuperar su vida plena, al contribuir a la nación a través del pago de impuestos. El entrenamiento y la capacitación para el empleo competitivo y formal eran un modo de desarrollar “la actividad de la mente y la autoconfianza”, de la persona con discapacidad ―y así compensar los efectos psicológicos adversos de la adquisición de la deficiencia― pero, también, de garantizar su competitividad en el mercado de empleo libre, a través de la promoción de “la regularidad y la precisión del trabajo” (Guttmann, 1964a, p. 40). Este último punto era relevante para lograr la efectiva incorporación al mundo laboral y la competitividad respecto a las personas sin discapacidad, rompiendo prácticamente los prejuicios de improductividad que pesaban sobre ellas:

    Debe darse cuenta de que incluso el empleador más simpático no es un presidente de una organización de caridad, y debe saber que si fracasa, no sólo perderá su trabajo, sino que el empleador será reacio a contratar a otros parapléjicos, y esto también se aplica a otras personas gravemente discapacitadas. (Guttmann, 1964a, p. 40)

    Así, en la propuesta de Guttmann existe un rechazo fuerte a que las personas con discapacidad física sean “condenadas” a la dependencia a la caridad o la asistencia social, viéndose reducidas a una ociosidad obligada:

    ¿Son estas personas todavía los marginados de la sociedad, dependientes de la ayuda de otras personas, de la caridad, de las pensiones, etc.? ¿Siguen siendo personas desesperanzadas que son inempleables y a quienes la vida no tiene nada que ofrecer sino la miseria y la desesperación? (Guttmann, 1964a, p. 39)

    El deporte será el otro pilar que conformará la perspectiva guttmanniana de la rehabilitación, al considerarse “inestimable en la promoción de la actividad de la mente, la confianza en sí mismo y el espíritu competitivo” (Guttmann, 1964a, p. 41). Ahora bien, es muy importante tener en cuenta que en la propuesta inicial de Guttmann el deporte adaptado, que adquiere este nombre por las adaptaciones reglamentarias que implementan los deportes modernos para poder ser inicialmente desarrollados por personas en silla de ruedas, no constituye un fin en sí mismo, sino un medio para la promoción de las aptitudes laborales. De hecho, cuando Guttmann organiza la primera exhibición de arquería en Stoke Mandeville, en 1948, la misma tenía por objeto demostrar primero al Ministro de Pensión y luego al de Trabajo que las personas con paraplejías podían ser trabajadoras, desplazarse al lugar de empleo de modo independiente y pagar impuestos, en lugar de ser beneficiarios de la ayuda del Estado (Anderson, 2003). Al respecto, en palabras del propio Guttmann:

    Las facilidades para la formación profesional y el deporte fueron proporcionadas por las autoridades involucradas y resultó una tremenda ayuda en la rehabilitación física, psicológica y social de los parapléjicos. A este respecto, cabe señalar que el deporte se introdujo desde el principio como uno de los métodos más esenciales de rehabilitación física. (Guttmann, 1954, p. 110)

    En virtud de estos beneficios y con el apoyo inicial del Ministerio de Pensión (ansioso y expectante ante la posibilidad de recortar costos en un clima de posguerra) (Anderson, 2003), es que Guttmann, con el fin de promover este tipo de prácticas, promueve anualmente la realización de los Juegos de Stoke Mandeville a partir de 1948. En este aspecto, como resalta la historiadora Anderson no hay que tener una mirada romántica sobre los orígenes del deporte paralímpico. Los mismos, en 1952 se internacionalizan. A medida que el deporte adaptado se difunde por el mundo, progresivamente se incorporan nuevas naciones. En 1957 cuentan con la participación de países de los 5 continentes del mundo. En 1958, un estandarte acompaña los Juegos Internacionales de Stoke Mandeville:

    El objetivo de los Juegos de Stoke Mandeville es unir a los hombres y mujeres paralizadas desde todas las partes del mundo, en un movimiento deportivo internacional y el espíritu de la verdadera deportividad hoy dará esperanza y la inspiración a miles de personas paralizadas. La sociedad de personas paralizadas, sin mayor contribución, pueden hacer mucho por ayudar, por medio del deporte, a una mayor amistad y el entendimiento entre las naciones. (Guttmann, 1976, p. 34)

    El deporte era un modo de “inspirar” a otras personas paralizadas respecto a que podían tener una vida “útil” y con sentido pleno y, también, construir un mundo mejor, al fomentar el entendimiento entre los países en un contexto de posguerra. Sin embargo, transformar prejuicios no era tarea sencilla. Guttmann, en sus escritos científicos de los décadas 50, 60 y 70, enfatiza mucho la resistencia y la dificultad que encontraba en los inicios de su trabajo por parte de las autoridades respecto a las posibilidades de vida plena de las personas con discapacidades físicas.

    Por sobre todo, era muy revolucionario enseñar e impresionar a las autoridades de los servicios médicos y sociales, en particular al Ministerio de Trabajo y Vivienda, que el mero hecho de que una persona fuera parapléjica no justificaba el cuidado en una de las instituciones para 'incurables', y que a pesar de su grave discapacidad física, la rehabilitación para una vida útil y empleo era posible en la gran mayoría de los casos. (Guttmann, 1967, p. 117)

    En su producción de aquellos años se advierte cómo a través de estadísticas o el relato de casos exitosos de ex pacientes, Guttmann confronta tales prejuicios, evidenciando la capacidad para el empleo competitivo, la vida en la vivienda particular10, el matrimonio, la sexualidad y la procreación (Guttmann, 1964b), la maternidad/paternidad (Struan Robertson, y Guttmann, 1963), la posibilidad de una vida feliz, la contribución a la nación.

 

    La rehabilitación a través del empleo y el deporte, constituía el puente por medio del cual el individuo con una lesión medular se reintegraba a la sociedad. Así, por medio de este servicio integral, se pretendía “rescatar a estos hombres y mujeres de ser descartados como desechos humanos y devolverlos, a pesar de su profunda discapacidad, a la comunidad como ciudadanos útiles y respetados” (Guttmann, 1967, p. 117). En este punto, para él, el deporte era el medio más potente a través del cual la sociedad transformara sus prejuicios respecto a las personas con discapacidad. Como se ha visto en el apartado anterior, estos elementos de la obra de Guttmann son bien rescatados en el documental Rising Phoenix. No obstante, existe un pero no contemplado en la pieza. El mismo se asocia a que en la filosofía guttmanniana, no sólo se resaltaría que las personas con discapacidad podían ser miembros “útiles” de la sociedad, sino que imperativamente debían serlo.

 

La personalidad: el mejor remedio para superar la discapacidad 

 

    Se ha visto que para el médico inglés la discapacidad no implica “el fin del camino”, sin embargo, eso no implicaba asumir que si el individuo no superaba los efectos negativos de la misma a través de la conquista permanente de la utilidad y el desempeño normal, de acuerdo a lo considerado valioso en la época, se entregaba a la abulia, la inactividad y el egocentrismo, siendo “extremadamente difícil sacarlo de su letargo y apatía” (Guttmann, 1964a, p. 39). De allí que la productividad, la actividad y la conquista de la independencia, eran disposiciones indispensables para recuperar la dignidad perdida. Las “intervenciones”, signadas “con prefijos re” (rehabilitar, reintegrar) (Testa, 2018, p. 93) dan cuenta de la lucha que el individuo debía batallar para recuperar la dignidad perdida a causa de la adquisición o vida con una discapacidad y conquistar su plena aceptación social. (Stiker, 1999).

 

    En este paisaje, la labor del médico era prescribir el tratamiento y las posibilidades de vida del “paciente” una vez reintegrado a la vida social. Desde esta perspectiva, no era la discapacidad, sino la personalidad, la llave para reconquistar la ciudadanía útil. En palabras del propio neurólogo:

    Debe recordarse que no es la discapacidad, sino la personalidad la que es decisiva para una rehabilitación completa, y es ahí donde los doctores, médicos o cirujanos, somos responsables de sacar lo mejor de la personalidad de los pacientes discapacitados severos y ayudarlos. Los médicos pueden prescribir medicinas y tratamiento, pero es el espíritu invencible de los propios pacientes, lo que realmente ayuda a producir resultados a una vida útil. (Guttmann, 1964a, p. 40)

    La designación de la persona con discapacidad como paciente habla mucho de esta perspectiva, donde la misma es percibida como un sujeto que debe ser persuadido a advertir por sí mismo los beneficios para su bienestar de los consejos médicos, instaurando las bases de un vínculo desigual y asimétrico. Para contemplar esto, puede ser útil un ejemplo. En 1972 un médico consulta a Guttmann (1972) afligido porque sus pacientes, lesionados medulares hospitalizados, tras largas jornadas de rehabilitación a través del trabajo (de entre 6 y 8 horas), no desean realizar actividades deportivas. Al respecto, le indica que él hallaba similares “excusas” y que era misión del equipo médico explicar a los pacientes los beneficios de las prácticas deportivas y cultivar su espíritu de superación:

    Similares excusas a veces se hacen durante el tratamiento clínico, pero es la tarea del médico investigar cuál es la excusa real. Mientras no lo hagas, no tendrás éxito en la reintegración social de los paralizados. El deporte como recreación es de la mayor importancia para estas personas y esto es lo mismo para los discapacitados que para los sanos. Todo el problema radica en la educación y la orientación, y aquí el médico juega el papel principal en explicar a los discapacitados la importancia del deporte para su bienestar. (Guttmann, 1972, p. 1177)

    En 1976 el “deporte para discapacitados” se halla bien extendido por el mundo y ya se han celebrado 5 paralimpíadas. Guttmann sistematiza los principios que estructuran su filosofía del “deporte para discapacitados”, en el Manual del deporte para discapacitados, un libro considerado clásico en la literatura específica. En el mismo abarca ya no sólo a los deportes en sillas de ruedas, sino que también incorpora a los destinados a distintos tipos de discapacidades. Junto a historiar y describir los distintos deportes que llama “para discapacitados”, Guttmann sintetiza sus objetivos y sus beneficios, resumidos en tres factores. En primer lugar, el “deporte para discapacitados” posee un factor curativo, gracias a su contribución al desarrollo de la fuerza, la resistencia, la coordinación, la velocidad, el bienestar y contrarrestar la fatiga. En segundo lugar, el “deporte para discapacitados” adquiere un valor recreacional y psicológico:

    La recreación se convierte en un factor importante para promover ese equilibrio psicológico que permite a los discapacitados aceptar el defecto físico. Porque el deporte contrarresta aquellas actitudes psicológicas adversas (…) que siguen una regularidad monótona a raíz de cualquier discapacidad física grave. Los objetivos del deporte son desarrollar en la actividad mental discapacitada, la autoconfianza, la dignidad, la autodisciplina, el espíritu competitivo y el compañerismo, actitudes mentales fundamentales para sacar al discapacitado del gueto del aislamiento egocéntrico. Por tanto, el lema centenario Mens sana in corpore sano, todavía tan arraigado en la sociedad, ya no es válido y debería ser sustituido en el futuro por un nuevo lema: Mens sana in corpore sano et invalido! (Guttmann, 1976, p. 13)

    En tercer lugar, el “deporte para discapacitados”, tiene un valor social, asociado a constituir el medio más óptimo de reintegración social, “ayudarlas a restaurar su contacto con el mundo a su alrededor”. El deporte, junto a la rehabilitación ocupacional, “restaura la actividad de la mente y la confianza en uno mismo. Los objetivos del deporte para los discapacitados no solo son idénticos a los de la ocupación habitual, sino que los amplían enormemente” (Guttmann, 1976, p. 13). En este punto, Guttmann destaca que existen ciertos deportes en los que “los discapacitados son capaces de competir con las personas sin discapacidad, por ejemplo, tiro con arco, tiro con arco a los dardos, bolos, billar y tenis de mesa para paralíticos y amputados, así como también natación para amputados, ciegos y sordos, que crean un mejor entendimiento entre los discapacitados y los portadores de un cuerpo capaz y ayudan a los discapacitados en su reintegración social a través del deporte”. Seguidamente, advierte que el deporte contribuye a romper prejuicios. Al respecto señala: “No hay duda de que un empleador no dudará en las circunstancias apropiadas en emplear a un paralítico confinado a una silla de ruedas cuando se dé cuenta de que este hombre es un deportista consumado”. (Guttmann, 1976, p. 13)

 

    No obstante, también aquí Guttmann, rechaza enfáticamente la idea de incorporar personas con discapacidades mentales o intelectuales a los juegos destinados a las personas con discapacidades físicas, ya que señala que es un error grave mezclar a las personas portadoras de mentes capaces, con individuos que considera “con trastornos mentales”. (Guttmann, 1976)

    En el deporte, mezclar personas físicamente discapacitadas de capacidad intelectual y mental normal con personas discapacitadas físicas que son mentalmente retardados o que sufren otros trastornos mentales e intelectuales es un error fundamental, ya que es mezclar deportistas poseedores de un cuerpo capaz y con capacidad mental normal con aquellos con que poseen trastornos intelectuales o mentales. (Guttmann, 1976, p. 12)

    En el último capítulo del libro, el neurólogo vuelve sobre el tema de la importancia de que personas con y sin discapacidad participen en similares espacios deportivos. Destacando lo positivo que esto sería, señala la persistencia de barreras arquitectónicas, que obstaculizan la accesibilidad, y psicológicas, provenientes de las personas sin discapacidad que rechazan compartir espacios comunes. En este aspecto, celebra la inauguración en el año 1969 en Reino Unido del “Estadio Deportivo Stoke Mandeville para los Paralizados y otros Discapacitados”, destacando constituir el primero del mundo plenamente accesible y la importancia de promover obras similares en otros países.

 

    En el epílogo afirma que, tras 30 años de trabajo en el “deporte para discapacitados” le es grato observar cómo los mayores logros al respecto se han logrado en el área de los lesionados medulares y advertir cómo ellos, “considerados a lo largo de los siglos como inválidos desesperados, indefensos y marginados de la sociedad” (Guttmann, 1976, p. 179) han sido los estandartes del movimiento deportivo. Al respecto afirma “Esto realmente ha demostrado los poderes de la mente y el espíritu humanos para superar una de las discapacidades más profundas y ha revelado las tremendas fuerzas de reajuste en el cuerpo humano” (Guttmann, 1976, p. 179). En este aspecto, en 1977, 3 años antes de fallecer, para reflejar el efecto del deporte paralímpico iniciado en Stoke Mandeville en la sociedad, acude a unas palabras pronunciadas por el Papa Juan XXIII en la ocasión de las primeras paralimpíadas realizadas en Roma (y que también utiliza como epígrafe del libro publicado el año anterior): “Ustedes son la demostración viviente de las maravillas de la virtud de la energía. Ustedes han puesto un gran ejemplo que nos gustaría enfatizar, porque puede ser un ejemplo para todos. Ustedes han demostrado lo que un alma energética puede lograr a pesar de obstáculos aparentemente insuperables impuestos por el cuerpo”. (Guttmann, 1977, p. 182)

 

    Como puede advertirse, de modo global, la filosofía guttmaniana cuestiona ciertos prejuicios sociales sobre la discapacidad en su contexto histórico. No menos cierto es que, no obstante, produce otros, asociados a la naturalización del cuerpo capaz o normal como parámetro de humanidad, instituyendo un imperativo de normalidad (Davis, 2009) socio-histórico que naturaliza a la misma como sinónimo de deseabilidad social y dignidad (Oliver, 1990; Rosato et al., 2009). El reconocimiento que se construye a través de esta forma es uno en donde la discapacidad no es aceptada como una forma de vida (Finkelstein, 1980), sino como una diferencia indeseable que debe ser superada en pos del acercamiento a un funcionamiento lo más cercano posible al normal. Esto establece una anatomía moral (Epele, 2002) entre discapacidades que expulsa a las mentales e intelectuales al campo de lo abyecto (Ferrante, 2014). Asimismo, parte del supuesto de heteronormatividad como destino incuestionable y obligatorio. En este proceso la vida completa se medicaliza para devenir objeto de tratamiento médico: empleo, sexualidad, afectividad, recreación, etc. La profesión médica es la que posee el poder para determinar el destino de la vida de las personas con discapacidad.

 

    Pues bien, el cuestionamiento de estos elementos propios de la rehabilitación moderna, serán precisamente los que ocasionen en los años 60 y 70 el nacimiento del modelo social de la discapacidad. Guttmann no entabla diálogos con el mismo y tampoco lo hace el documental. Este silencio es significativo ya que este movimiento es el que realmente “inspira” las reivindicaciones del colectivo por los derechos en la actualidad.

 

Un respeto humano/ciudadano intrínseco 

 

    Contra la normalidad y la segregación 

 

    Tal como se indicaba al inicio de este trabajo, en aquellas décadas la preocupación respecto a los prejuicios negativos que afectan a las personas con discapacidad impulsa el desarrollo del movimiento por los derechos de esta minoría también en el mundo anglosajón. El mismo se articulará en base a la sinergia entre sociología y activismo de los propios protagonistas y sus aliados. Recuperando los aportes del interaccionismo simbólico norteamericano las personas con discapacidad se comprenderán a sí mismas como una minoría oprimida por la sociedad mayoritaria. Serán claves aquí en particular las influencias teóricas del sociólogo Erving Goffman (2001 [1963]) quien a través de la publicación en 1963 de Estigma. La identidad social deteriorada, mostrará cómo una discapacidad visible puede gatillar un proceso de descalificación social profundo por parte de los considerados “normales”, poniendo en duda el pleno carácter humano del estigmatizado (al considerarse portador de más o menos signos de humanidad que el resto de los ciudadanos), imputando una identidad devaluada que compromete seriamente su completa aceptación social y sus posibilidades de vida digna. Así, primero en Estados Unidos, surgirá el Movimiento por la Vida Independiente reclamando los derechos civiles de las personas con discapacidad y la opción a decidir sobre el destino de sus vidas, exigiendo la participación en la corriente social general. Estos elementos, incorporados al otro lado del Atlántico, en Reino Unido, llevarán a un cuestionamiento radical a la idea de normalidad, el reclamo de los derechos políticos y la elaboración de un modo de comprensión de la discapacidad alternativo al tradicionalmente sostenido en Occidente. El mismo, filtrado por los aportes del marxismo, será llamado “modelo social” de la discapacidad y sustenta las actuales reivindicaciones de este colectivo. (Oliver, 1983; Barnes, 1998; Yarza de los Ríos et al., 2020)

 

    Una de las expresiones pioneras del mismo lo constituye la obra Estigma. La experiencia de la discapacidad, compilada en 1966 por Paul Hunt, activista con discapacidad y por muchos años residente de instituciones benéficas destinadas a personas con altos niveles de dependencia. La obra reúne capítulos escritos por otras 16 personas con discapacidad física y narra sus experiencias reales. En conjunto, el libro visibiliza cómo una visión socio-histórica de la normalidad es la que genera la devaluación de las personas que se autodenominan “discapacitadas” en las sociedades modernas. Esta problematización será la llave para discutir cuáles son los procesos que generan los pensamientos estereotipados sobre este grupo. Desde la interpretación propuesta, estos atañen a cómo las personas “discapacitadas”, con su mera existencia, desafían los valores exaltados por las sociedades capitalistas de acuerdo a las disposiciones asumidas necesarias para ser apto para el proceso de trabajo: la utilidad, la productividad, la independencia, el ideal de salud y belleza, la juventud, la fantasía del éxito. De allí que se deplore la “discapacidad, la improductividad, la lentitud y la vejez” (Townsend, 1966, párrafo 2). Es decir, lo que muestran estos activistas es que el sistema de valores apreciado por la división social del trabajo existente en este tipo de sociedad, lejos de ser biológico y neutral, reproduce una jerarquía social, que —al asociar las propiedades apreciadas con aquellos categorizados como “normales” o propias del cuerpo capaz— establece la superioridad de las personas sin discapacidad, frente a las personas “discapacitadas” en tanto portadoras de diferencias indeseables, aplastándolas en una inferioridad que justifica su segregación, en tanto no plenos humanos.

 

    En 1974 Hunt, junto a Vic Finkelstein, un psicólogo sudafricano con una lesión medular expulsado de su país por su activismo contra el apartheid, que hizo su rehabilitación en Stoke Mandeville en los años 50, fundan la Unión de Impedidos Físicos contra la Segregación (UPIAS por sus siglas en inglés [Union of the Physically Impaired Against Segregation]). En el manifiesto fundacional de la agrupación sostienen que la raíz de sus problemas no se encuentra asociada a la falta de aceptación de los mismos, ni a desajustes psicológicos que desarrollan asociado a ello, sino a cómo son injustamente excluidos de la vida social general, siendo configurados como un grupo oprimido y experimentando una ciudadanía de segunda categoría, que niega su plena humanidad.

    

    Si aquí se exigirá el derecho al empleo formal, a la educación en escuelas comunes, la vivienda en hogares particulares y la remoción de barreras arquitectónicas, el deporte paralímpico, bien asentado por aquellos años, no constituye uno de los ejes de reivindicación (Wedgwood, 2014). Finkelstein (2002) conocía el movimiento ya que en su estadía en Stoke Mandeville fue presionado a participar en los juegos internacionales representando a Sudáfrica en natación. Rechazando todo tipo de segregación, UPIAS, desde sus inicios reprueba la existencia de clubes para personas con discapacidad (UPIAS, 1974). También, reconociendo que los avances médicos y en los tratamientos de las deficiencias físicas lograron mayores posibilidades de vida y participación de las personas “discapacitadas”, y muchas de ellas han logrado incorporarse a los roles sociales generales, el eje principal del modelo social será el cuestionamiento a la autoridad de la profesión médica, y especialmente, a la filosofía de la rehabilitación moderna, para decidir sobre sus vidas. Es por ello que desde esta corriente se insiste en hablar de personas “discapacitadas”, para evidenciar cómo la discapacitación es un hecho social opresivo o sencillamente de personas con deficiencias, entendiendo por tales particularidades orgánicas en las que no existe intrínsecamente una diferencia indeseable, sino un modo de ser y un símbolo de orgullo (UPIAS, 1974). Al respecto, desde UPIAS se indica:

    La imposición de la autoridad médica y de una definición médica de nuestra problemas para vivir en sociedad deben ser resistidos con fuerza. Primero y ante todo somos personas, no pacientes, casos, espásticos, los sordos, los ciegos, los sillas de ruedas o los enfermos.

Nuestra unión rechaza cualquier idea de que médicos u otros expertos tengan derecho a decirnos cómo debemos vivir, o retener información sobre nosotros, o tomar decisiones a nuestras espaldas.

 

    También rechazamos toda la idea de expertos y profesionales sobre cómo debemos aceptar nuestras discapacidades (…). Sabemos mucho mejor que cualquier experto portador de un cuerpo capaz lo que se siente ser pobre, estar aislado, segregado, que lo miren y que le hablen bajo. Nosotros como Unión no estamos interesados en descripciones de lo horrible que es estar discapacitado. En lo que estamos interesados es en las formas de cambiar nuestras condiciones de vida, y así, superando las discapacidades que se imponen sobre nuestras deficiencias físicas por la forma en que esta sociedad está organizada para excluirnos. En nuestra opinión, es sólo la deficiencia real lo que debemos aceptar; los problemas adicionales y totalmente innecesarios causados por la forma en que nos tratan no deben ser aceptados. Esperamos el día en el que el ejército de expertos en nuestros problemas sociales y psicológicos pueda encontrar trabajo más productivo. (UPIAS, 1974, p. 5)

    Las personas con deficiencias en este punto, rechazan cómo los expertos patologizan sus deficiencias y les exigen la sobreadaptación a un medio en el cual se multiplican las barreras para la participación. En este punto, es que introducen la distinción analítica deficiencia/discapacidad y señalan que mientras la primera no posee un sentido negativo intrínsecamente, tal como postula el saber médico a través de la teoría del ajuste, la segunda, es el resultado de las opresiones derivadas de cómo son excluidos y marginados por la sociedad mayoritaria, por el simple hecho de poseer una particularidad orgánica considerada alejada de la normalidad.

 

    Por confrontación, se señala que no existen mayores expertos en la materia que las propias personas discapacitadas y que ellas poseen el derecho a decidir sobre sus vidas y participar en la sociedad como el resto de los ciudadanos (UPIAS, 1976). Desde el modelo social, oponiéndose a lo que se denomina un modelo individual o médico, se sostiene que toda persona con deficiencia posee una dignidad intrínseca por el sólo hecho de existir, sin tener que dar pruebas de su utilidad social y, siendo obligación de la sociedad garantizar su respeto y los apoyos que sean necesarios para una vida independiente. Es por esto que el modelo social, interesado por transformar una sociedad generadora de desigualdad, apuntará a través del principio de inclusión (antitético al de reintegración promovido desde la rehabilitación guttmanniana) a desmantelar los procesos y mecanismos sociales generadores de discapacitación como tipo específico de dominación que afecta a esta minoría. Aquello que debe ser modificado para erradicar las bases de la estereotipación son las barreras del entorno, que parten de la naturalización del cuerpo capaz y sus valores asociados (la fantasía de la normalidad, la independencia, el imperativo de productividad, el individualismo, el éxito), exaltados en las sociedades capitalistas como única forma de vida digna. En una sociedad libre de barreras de todo tipo se garantizaría el respeto humano que merecen todos los individuos por el mero hecho de existir. Desde esta mirada:

    El modelo social no se trata de mostrar que cada disfunción de nuestro cuerpo puede compensarse con un artilugio o un buen diseño, para que todos puedan trabajar 8 horas al día y jugar al bádminton por las tardes. Es una forma de demostrar que todos, incluso aquellos que no se mueven, que no tienen función sensorial y que van a morir mañana, tienen derecho a cierta calidad de vida y a ser tratados con respeto. (Vasey, 1992, p. 44)

    En este proceso, la denuncia y explicación de los mecanismos de discapacitación, a través de la investigación social emancipatoria, y la lucha por los derechos humanos en pos de remover los obstáculos que impiden el reconocimiento de la dignidad intrínseca y la participación social general de las personas discapacitadas, constituyen el camino para lograr el reconocimiento. Así surgirá el movimiento que en los años 80 dará origen a lo que se llama el paradigma de los derechos humanos de la discapacidad (Brogna, 2012) que nutre las luchas por el reconocimiento de esta minoría y que, a través del desarrollo de diversos instrumentos legales internacionales, fundan los cimientos de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (en adelante Convención). La misma es el faro que guía las políticas al reconocimiento y promueve un enfoque de ciudadanía en la materia. (Palacios, 2017)

 

    Desde el modelo social, el empoderamiento de las personas discapacitadas será concebido a través de la toma de conciencia respecto a su situación de opresión, el cuestionamiento a los valores capacitados, la lucha política y la reivindicación de la discapacidad, alejada de connotaciones trágicas, sentimentalistas y de enfermedad. En este aspecto, la dignidad de las personas no exige muestras, ni medallas de sobreadaptación para calmar los miedos a la vulnerabilidad de las personas sin discapacidad.

 

    En los año 80, uno de los referentes de la rama norteamericana de los Disability Studies, Harlan Hahn, politólogo con discapacidad, esboza una crítica radical al deporte paralímpico. Al respecto señala que el mismo, al hacer mucho énfasis en las capacidades corporales, es una emulación de los valores capacitados, instaurando el peligro de ser juzgado a través de tales criterios. Además, sostiene que el mismo pone el énfasis en los cuerpos más que en los derechos y desvía la atención de las luchas por la igualdad de las personas con discapacidad. (Wedgwood, 2014)

 

    En los años 90, el sociólogo y activista con discapacidad física Mike Oliver, representante de la corriente inglesa y que también realiza su rehabilitación en Stoke Mandeville en los años 60 y participa en algunos Juegos, desarrolla el concepto de ideología de la normalidad para describir los procesos y mecanismo que instauran la denigración institucionalizada de las personas discapacitadas en las sociedades capitalistas (Oliver, 1990, 1996). A través de las políticas de la discapacitación, el Estado instituye una mirada individual de la discapacidad como tragedia médica personal a superar, por medio de la naturalización de la normalidad o el cuerpo capaz (definido médicamente de acuerdo a criterios de utilidad determinado por cálculos de productividad para el proceso de trabajo) que reduce a la misma a un problema individual a superar a través del esfuerzo individual. La ideología de la normalidad constituye un dispositivo de opresión de las personas con discapacidad pero también de disciplinamiento de la población general al ejemplificar los efectos que genera la falta de ajuste al proceso de trabajo capitalista. La misma individualiza y medicaliza la discapacidad y permea el sentido común y las percepciones sociales que poseen las personas sin discapacidad respecto a esta minoría.

 

La crítica a la figura del supercrip: dime de qué aludas y te diré de qué careces 

 

    Previamente se indicaba que muy tempranamente uno de los tópicos privilegiados de análisis de los Disability Studies será la problematización de cómo desde la literatura, los medios de comunicación y la industria del espectáculo, se reproduce la teoría de la tragedia médica personal de la discapacidad, contribuyendo a la opresión y descalificación de esta minoría. Con antecedentes desde los 60, entre los 80 y 90 proliferan estudios que centran su análisis al respecto. Las personas discapacitadas en la prensa, la televisión, las películas y las novelas siguen siendo representadas estereotipadamente como menos o más que humanas (Oliver, 1990), es decir, como “patéticas víctimas de alguna tragedia espantosa o como superhéroes luchando por superar una tremenda carga” (Oliver, 1990, p. 2). Mientras que la primera imagen aludiendo a la lástima es típica de las campañas caritativas y es fácil comprender su sentido devaluatorio, la segunda tampoco es positiva, ya que lleva a suponer que la discapacidad es una tragedia personal y que la persona que ha conseguido desarrollar una vida en la que participa en los roles sociales generales, lo ha hecho por constituir un caso excepcional, dejando intacta la ideología de la normalidad. En este sentido hace 40 años atrás señala Oliver:

    En los últimos años ha habido un reconocimiento creciente del hecho de que estas imágenes culturales dominantes no sólo violan la experiencia real de la discapacidad, sino que, también, son inútiles para proporcionar modelos a seguir para los discapacitados y romper los prejuicios del resto de la población. (Oliver, 1990, p. 3)

    Justamente, entre la producción sobre representación mediática de la discapacidad, una figura destacada es la del supercrip (Barnes, y Mercer, 2010). A través de la misma, las personas con discapacidad son vistas como “desviadas, logrando hazañas sobrehumanas a pesar de la discapacidad” (Barnes, y Mercer, 2010, p. 193). Los atletas paralímpicos habitualmente son presentados a través de esta imaginería (Shakespeare, 2018; Pappous, y Brown, 2018). Por ello muchos autores inscriptos en el modelo social de la discapacidad critican la representación mediática del deporte paralímpico por contribuir a proliferar esta imagen en donde la persona, por medio del deporte, a través de la lucha contra su discapacidad, alcanza “un éxito improbable” (Silva, y Howe 2012, p. 175). Para el común de personas con discapacidad esta narrativa establece expectativas desmedidas y muy elevadas que no siempre pueden ser alcanzadas por todas, únicamente reforzando la perspectiva de las personas sin discapacidad respecto a la que la discapacidad es un problema médico que con voluntad puede y debe superarse. (Howe, 2008)

 

    En este aspecto David Howe (2008), antropólogo y ex deportista paralímpico, señala que la cultura paralímpica al enaltecer los valores olímpicos acríticamente, especialmente a partir del año 2001 y el trabajo junto al Comité Olímpico, contribuye a promover la discapacitación de las personas con deficiencias, al cultivar valores capacitados, asociados al deporte competitivo y espectáculo, tales como el elitismo, la habilidad, la agresión, la comercialización y la mercantilización. Es por esto que para él “deporte para discapacitados” (que explícitamente busca denominar en estos términos hasta la actualidad) constituye parte de la “industria de la discapacidad” en tanto el mismo no influye ni transforma las condiciones sociales, políticas y económicas que crean la discapacidad, entendida la misma como modo de opresión.

 

    Similarmente, Danielle Peers (2012), ex deportista paralímpica, afirma que muy lejos de promover el empoderamiento de las personas con discapacidad, el deporte paralímpico propicia la reproducción de la discapacidad. El mismo se sostiene y estructura en discursos, instituciones y prácticas que crean deficiencia y discapacidad, de acuerdo a un modelo médico. Al considerar la discapacidad un problema personal y trágico que debe ser superado, crean la categoría: pacientes con discapacidad, y, al establecer al deporte adaptado y la rehabilitación como llave para la recuperación de la ciudadanía y del respeto, establecen a un saber experto heterónomo como voz autorizada para determinar la vida de las personas con discapacidad.

 

    Como puede advertirse, todos los principios que fundan el modelo social se hallan en las antípodas de la filosofía guttmanniana y la máscara del superhéroe. Resulta complicado comprender cómo Rising Phoenix puede acudir al deporte paralímpico en su versión original, atravesada por la rehabilitación moderna y el culto al individualismo y la normalidad, para nutrir el respeto de este colectivo, cuando el movimiento por los derechos de las personas con discapacidad desde hace medio siglo reclama y muestra que estos elementos configuran la base de su opresión y cuando existe numerosa bibliografía que evidencia cómo la imagen del superhéroe es inadecuada para romper prejuicios sobre la discapacidad.

 

    Una inquietud que se puede plantear es preguntarse cuánto influye en esta situación la ambigüedad planteada por la Convención en los relativo al tema deporte paralímpico. Si bien el artículo 30 reconoce la importancia de promover la participación en espacios deportivos generales, también destaca la relevancia de juegos específicos para personas con discapacidad. De este modo se establece un camino contradictorio respecto al espíritu general de las reivindicaciones del modelo social y su exaltación del principio de inclusión, al validar la persistencia de juegos segregados (Ferrante, 2019). En pleno siglo XXI, tal como plantea Patricia Brogna (2016), ¿no es hora ya de dar fin al apartheid del deporte que significan los paralímpicos?

 

Conclusiones 

 

    Este texto buscó ser una contribución a problematizar el mensaje ofrecido por el documental Rising Phoenix y su recuperación del legado guttmanniano como aporte a remover prejuicios negativos sobre las personas con discapacidad en el siglo XXI. En base al recorrido realizado se puede notar cómo la construcción narrativa identitaria ofrecida por el documental de los atletas paralímpicos, centrada en la concepción del Ave Fénix y su condición excepcional de sobre humanos, constituye una máscara que, al partir de una mirada acrítica de la discapacidad como tragedia personal que requiere ser superada, reproduce los prejuicios asociados la exaltación del cuerpo capaz o normal como único destino posible de vida y sinónimo de deseabilidad social.

 

    Si los prejuicios son pensamientos estereotipados y fijos que un grupo posee frente a otro, llevando muchas veces a negar el acceso a oportunidades y el ejercicio de diversos modos de trato injusto y discriminación, la máscara del Ave Fénix, cuestiona las creencias que suponen a las personas como incapaces, y a través de un culto al individuo, enaltece el imperativo de normalidad. Así, esta narrativa deja intacto el pensamiento negativo que, desde las personas sin discapacidad, ubica a la mismas como portadoras de una experiencia trágica que requiere ser superada obligatoriamente y adquirir, a través de la voluntad un desempeño “normal” y “útil”.

 

    Se ha visto que las bases de la filosofía guttmanniama, tal como lo hace el documental, lejos de ser percibidas románticamente y de modo personalista, deben ser comprendidas como expresión de la rehabilitación moderna con todas las implicancias que ello significa. Tampoco el deporte paralímpico puede ser percibido acríticamente como un espacio carente de conflictos inter discapacidades y de pura sociabilidad, meramente positivo.

 

    En este trabajo se ha tratado de ser muy minucioso no sólo en postular esta inscripción, sino en, a través de la palabra del propio Guttmann, reconstruir por qué su propuesta del “deporte para discapacitados” se inscribe en esta perspectiva. Así, si lo aquí señalado puede no resultar una novedad para el lector emparentado con las lecturas críticas en el terreno del deporte paralímpico, se espera haber contribuido a pormenorizar y deconstruir los elementos que componen la misma para advertir su inconsistencia con el modelo social y sus implicancias políticas.

 

    Para no caer en un anacronismo, no obstante, es justo reconocer que la propuesta de Guttmann, al igual que el resto de la rehabilitación moderna, parte del cuestionamiento a los prejuicios epocales que en el siglo pasado pesaban sobre las personas con discapacidad como inempleables, improductivos y socialmente inútiles. El gran inconveniente reside en que a través de su propuesta no existía un reconocimiento pleno de las personas con discapacidad, ya que partía de una concepción de la discapacidad como tragedia médica personal a superar imperativamente. En esta mirada, que partía de la naturalización heteronormativa del cuerpo capaz o normal de acuerdo a los criterios epocales de productividad para el proceso de trabajo capitalista, se imponía una relación de dominación en donde era el saber médico quien definía las posibilidades de vida de las personas con discapacidad y condicionaba la imputación de una identidad devaluada. En las bases de la propuesta de Guttmann puede hallarse el fenómeno de la aceptación o normalidad fantasma, descripto por Goffmann (2001[1963]): la persona estigmatizada es socialmente aceptada por las personas presuntamente “normales”, sin discapacidad, porque se ajusta a la identidad “discapacitada”, sin perturbar su bienestar y la incomodidad que genera tomar conciencia de la fantasía de omnipotencia e independencia y cómo, si no se obedecen los requisitos de sobre adaptación a los valores exaltados asociados a la normalidad, el destino adjudicado es la exclusión y la devaluación social. Asimismo, justifica la existencia de jerarquías inter discapacidad discriminatorias, donde cada cuerpo posee su valor en función de su acercamiento o alejamiento al cuerpo capaz.

 

    También se ha puntualizado cómo las bases de los reclamos por los derechos de las personas con discapacidad surgidos en los años 60 y 70 en el mundo anglosajón surgen en base al cuestionamiento a la ideología de la normalidad, al paternalismo médico y a la segregación. Desde esta mirada si se exigirá la participación en los espacios sociales generales, la misma será alcanzada no a través de la sobre adaptación individual y la conquista de los valores enaltecidos por el cuerpo capaz, sino por medio de la transformación social radical y la generación de unas relaciones sociales que propicien el respeto de la diversidad humana, cuestionando las fantasías de normalidad, independencia, productividad e individualismo.

 

    A través de estos reclamos, las personas con discapacidad reclamarán el respeto de su condición humana y ciudadana, sin estar sujeta la misma a ningún cálculo o demostración de utilidad, pero menos aún al lenguaje de la emocionalidad o la misión de ejemplaridad, que es denigrante e individualizante. La dignidad de las personas con discapacidad es intrínseca y sistemáticamente vulnerada por cómo una estructura social organizada en base a un cuerpo capaz las estigmatiza, segrega y excluye sistemáticamente. De allí que el empoderamiento de esta minoría venga de la mano de su activismo y toma de conciencia política como miembros de una clase oprimida y portadores de una diferencia generadora de orgullo (y no de vergüenza, inferioridad, compensación o misión profética). Es por ello que dentro de las críticas esbozadas al papel de los medios de comunicación en la reproducción de estereotipos sobre la discapacidad, el ideal del supercrip, habitualmente promovido desde el deporte paralímpico, es rechazado por reproducir la ideología de la normalidad. También se vio que el fenómeno de la inspiración porno ha sido fuertemente rechazado.

 

    De esto se pretendió mostrar cómo las matrices postuladas desde la filosofía guttmanniana y el nacimiento del movimiento por los derechos de las personas con discapacidad, que nutre sus actuales reivindicaciones, constituyen dos perspectivas antagónicas. En este punto, siendo un fenómeno multicausal que probablemente obedezca a más de una variable, si la visión de Guttmann no proliferó en el siglo XXI, es probable que en ello haya intercedido que las personas con discapacidad a través de sus luchas por el reconocimiento no privilegiaron el mismo como eje de reivindicación, sino la puja por la construcción de políticas ciudadanas e inclusivas, que rechazan la segregación y la teoría de la tragedia médica personal. Entre ambas propuestas existe una importante falta de afinidad electiva. En el origen de la actual situación de exclusión general en los diferentes órdenes de la vida que experimentan aún en la actualidad las personas con discapacidad, no existen explicaciones individuales asociadas a falta de ánimo, sino que se halla la persistencia de políticas basadas en un modelo médico e individual y en la radicalización de los efectos expulsógenos que genera el capitalismo en su versión neoliberal en este colectivo (Ferrante, 2019).

 

    La máscara del Ave Fénix propuesta por el documental en cuestión se ajusta a la perfección a la narrativa identitaria del supercrip. En la misma la discapacidad es una tragedia médica personal que es superada a través del esfuerzo personal, y que no impide alcanzar logros mayores a los de un ser humano promedio. Esta construcción identitaria, heredera la filosofía guttmanniana, al partir de una mirada acrítica de la discapacidad lleva a postular un mensaje donde la misma constituye una diferencia indeseable que imperiosamente debe ser superada para poseer una vida plena. Esta narrativa, si cuestiona la idea de las personas con discapacidad son incapaces e improductivas, refuerza los prejuicios respecto al imperativo cuerpo capaz, el temor a la discapacidad como forma de vida no deseada e instituye nuevos pensamientos estereotipados. Los mismos imponen exigencias enormes para las personas con discapacidad, que en su amplísima mayoría no son deportistas de elite. Es por ello que para la gran parte de las personas con discapacidad este ideal resulta opresivo y no real (Crow, 2014). Asimismo, para la población sin discapacidad, la sugerencia de que las personas con discapacidad, en tanto superhéroes vienen a traer esperanza y transformar el mundo, convirtiéndolo en un espacio mejor para toda la humanidad, resulta una fantasía inspiradora, que lejos de promover algún cambio social positivo, instaura un mecanismo de soportabilidad social que naturaliza el mandato de sobre adaptación a la explotación. (Scribano, 2007)

 

    También, tal máscara es negativa en tanto espejo por medio del cual las personas sin discapacidad observan a las personas con discapacidad, ya que instauran expectativas desmedidas sobre qué pueden hacer, con escaso énfasis en un entorno que no se reduce a barreras físicas o simples miradas descalificadoras, sino que se plasma en la imposibilidad misma de “decidir” sobre la propia vida por las condiciones de existencia materiales. Asimismo lleva implícita el mandato se resignarse a las diversas injusticias sociales, a través del cultivo del esfuerzo y la superación.

 

    En este aspecto, la máscara del Ave Fénix, recuperando la filosofía guttmanniana, en un contexto de proliferación de las relaciones sociales de tipo neoliberal, además de anacrónica, resulta sumamente peligrosa y negativa. En este tipo de capitalismo, donde la sociedad es tratada como el mercado y se desmantela la garantía del Estado del bienestar de la población, en el ámbito de la discapacidad, persistiendo la concepción de la misma como tragedia médica personal que debe superarse, reflotan teorías de la parasitología social que criminalizan la dependencia (Crow, 2014; Ferrante, 2018). Por ello no es casual que en los espacios sociales donde se alimentan desde los medios tanto las historias de supercrip, como de las personas con discapacidad como una carga social, crezcan las formas de violencia hacia esta minoría (Ferrante, 2018). Justamente Liz Crow (2014) advierte cómo lejos de contribuir a la causa, las campañas movilizadas a través del comité paralímpico y su exaltación de los súper humanos, brindan elementos ideológicos para justificar recortes en las ayudas estatales a aquellas personas con discapacidad, que alejadas de esta imagen, sí requieren de los mismos. También Clara Valverde Gefaell, señala:

    La utilización de la imagen del discapacitado la llaman varios autores “Inspiración Porn”, una pornografía enfermiza de la discapacidad para que los menos discapacitados aguanten y piensen que podría estar peor, podría tener Síndrome de Down, o ser ciego o sordo y no se rebelen. No solo en el ámbito laboral, sino en toda la sociedad, se utiliza la imagen de ciertos discapacitados “héroes” para mantener a raya al resto a través de la “Inspiración Porn”. La realidad de los discapacitados se esconde. El abandono, la falta de financiación a los dependientes en una sociedad llena de barreras arquitectónicas, sociales, económicas y políticas no se ve en los anuncios (…). Pero en realidad, la “Inspiración Porn” no es para inspirar. Es para callar. Es para que la gente se repita a sí misma y a su entorno la frase “es lo que hay” (…). Es otra forma de violencia neoliberal para destruir nuestra imaginación (Valverde, 2015: 47).

    Lejos de sugerir teorías conspiracionistas, a través de este señalamiento lo que se quiere destacar es este tipo de imágenes poseen quizá en el plano de las consecuencias no deseadas de la acción, efectos concretos y devaluatorios en las vidas de las personas con discapacidad y en especial de aquellas más vulnerables, más alejadas por la situación de dependencia física o social al ideal del superhéroe (Crow, 2014).

 

    En este punto la elección de los atletas que protagonizan el documental parece haber explícitamente buscar una imagen corporal lo más cercana a la del cuerpo capaz. En una sociedad individualista donde se fomenta la competencia y en donde se promueve una economía política de la moral que hace una oda al espíritu de superación (Scribano, 2007) en el cual los múltiples y procesos sociales regresivos que atraviesan a los agentes, y que son resultado de las desiguales condiciones de existencia, la promesa de un mundo mejor movilizada por los súper humanos paralímpicos genera su efecto contrario. No sólo no garantiza un espejo en el cual las personas con discapacidad puedan ser reconocidas como seres humanos (porque parece obvio recordar que los superhéroes no son hombres), sino que enaltece las condiciones simbólicas para su permanente escoriación social. (Ferrante, 2018)

 

    En este aspecto, tal como señala Emiliano Naranjo (2020):

    Deberíamos dejar obsesionadamente de inspirarnos con los mismos cuerpos, con las mismas identidades y quizás sea más correcto decir, que debemos dejar que respiren; porque es eso lo que garantiza la vida y la dignidad humana. Valores por los que él mismo documental dice luchar; promoviendo la no discriminación y no segregación, pero no hace referencia alguna a deportistas latinoamericanos (salvo para referirse a actos de corruptelas en Rio 2016), tampoco refiere en ningún momento a prácticas deportivas mixtas o entre personas con y sin discapacidad. En resumen, esta Ave Fénix no renace ni crece, porque es un ave que reproduce sus problemas de nido, tanto como el deporte de élite. Es un ave que aunque sabe que en su nido comen unos pocos; prefiere seguir renaciendo por mérito individual antes que morir en la lucha colectiva. Es una ave que no vuela más que con su propia sombra.

    En función de lo señalado, la máscara del Ave Fénix y los súper humanos, constituye una narrativa identitaria opuesta a los reclamos sostenidos por el colectivo de derechos de las personas con discapacidad e inconsistente con el modelo social, promoviendo mecanismos de disciplinamiento social que justifican la reproducción de una estructura social profundamente desigual e injusta. Los efectos negativos no se reducen a lo simbólico, sino que sientan las bases para la perpetuación de la pandémica exclusión que afecta a esta minoría. Las personas con discapacidad movilizadas por sus derechos inscriptos en el modelo social, desde hace 60 años atrás, rechazan la intención de ser utilizadas como medio de inspiración para calmar las ansiedades que le genera a las personas sin discapacidad su simple existencia. Lejos de retóricas emotivas y de misiones de ejemplaridad, se trata de no caer en la trampa y cambiar un lugar secundario en la historia por otro protagonista en la jaula de la normalidad. Combatir la ideología de la normalidad y construir una sociedad donde todos sus miembros puedan ser reconocidos en su plena condición humana es el camino que permitirá construir una verdadera sociedad mejor. Allí no hay héroes ni súper humanos, ya que todos son intersubjetivamente reconocidos en su humanidad, sin necesidad de probar nada a los demás.

 

Notas 

  1. En este artículo se sigue el uso de la categoría “persona con discapacidad” en virtud de que el mismo, en el proceso de elaboración de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (que, como se verá, es el gran paraguas que rige las políticas en la materia), sus protagonistas optaron por la elección de este término como aquél que consideran más acorde para exaltar su condición de sujetos de derechos. A lo largo del texto, cuando las fuentes utilicen otros modos de nominación se respetará su uso para ser fiel a las mismas.

  2. La pista principal del documental, de homólogo nombre, está escrita por el exitoso compositor Daniel Pemberton, ganador de varios Globos de Oro e interpretada por tres artistas con discapacidad: George Dorman (conocido como Georgetragic), Keith Jones y Toni Hickman. “El trío forma parte del colectivo de artistas llamado "Krip-Hop Nation", dirigido por Leroy F. Moore en California, EE.UU” (CPI, 2020a: S/R). En el documental posee protagonismo la versión instrumental de la canción.

  3. En relación a esto último, sin pretender realizar un juicio de valor o invalidar la experiencia vivida de los protagonistas sobre estos hechos que es única e intransferible, lo que se desea destacar es un énfasis puesto en marcha en la película, desde la estética, desde las preguntas que se efectúan a los deportistas y desde la edición y analizarlo como producto que genera cierta imagen cultural sobre la discapacidad.

  4. Las preposiciones “de” y “para” en el ámbito del activismo por los derechos de las personas con discapacidad, como se verá más adelante, no son triviales y constituyen diferencias de peso.

  5. La Federación Mundial de Sordos estableció que cuando se alude a esta minoría lingüística como sujeto político, la palabra Sordo sea escrita con mayúscula, de allí que aquí se siga ese uso (Massone, 2012).

  6. Porque como bien señalan Ruffié, y Ferez (2013) la historia del movimiento de deportivo de personas con discapacidad si bien no puede escindirse del movimiento paralímpico, tampoco puede confundirse con él, ya que existen lógicas estructurales de nivel local, nacional e internacional que debieran ser abordadas a través de la investigación social acotada.

  7. Ya que actualmente las personas Sordas no forman parte de esta organización ni tampoco algunas con discapacidades intelectuales, teniendo cada una sus propios juegos (Sordolimpíadas y Olimpíadas Especiales respectivamente) (Ruffié, y Ferez, 2013; Ferrante, 2019).

  8. En los años 90 tanto el deporte de Sordos como el asociado a las Olimpíadas Especiales se desvinculan del movimiento paralímpico por poseer fines irreconciliables con el movimiento paralímpico y no poseer garantías de plena accesibilidad (Ferrante, 2019).

  9. La traducción es propia en esta y en todas las citas en idiomas inglés y francés.

  10. Desde su perspectiva, el poseer una paraplejía o tetraplejía no justificaba el cuidado en instituciones residenciales como era propio de la época.

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Lecturas: Educación Física y Deportes, Vol. 26, Núm. 275, Abr. (2021)