ISSN 1514-3465

 

Hábitos alimenticios y su relación con parámetros físico-saludables

Eating Habits and their Relationship with Physical-Healthy Parameters

Hábitos alimentares e sua relação com parâmetros físico-saudáveis

 

Pedro José Carrillo López*

peri_co5@hotmail.com

María García Perujo**

mgarpt@gmail.com

Eliseo García Cantó***

eligar61@hotmail.com

Andrés Rosa Guillamón***

andres.rosa@um.es

 

*Doctor en Educación Física por la Universidad de Murcia

Docente de Educación Física. Consejería de Educación. Gobierno de Canarias

**Grado en Educación Primaria. Docente de Educación Primaria y Educación especial. 

Consejería de Educación. Gobierno de Canarias

***Doctor en Educación Física. Departamento de Didáctica de la Expresión Musical, 

Plástica y Corporal, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Murcia

(España)

 

Recepción: 08/02/2020 - Aceptación: 11/04/2020

1ª Revisión: 06/04/2020 - 2ª Revisión: 07/04/2020

 

Esta obra está bajo licencia Creative Commons

Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0)

https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es

 

Cita sugerida: Carrillo López, P.J., García Perujo, M., García Cantó, E., y Rosa Guillamón, A. (2020). Hábitos alimenticios y su relación con parámetros físico-saludables. Lecturas: Educación Física y Deportes, 25(264), 62-75. Recuperado de: https://doi.org/10.46642/efd.v25i264.1983

 

Resumen

    Las políticas de salud pública deben promover los hábitos alimenticios como línea de investigación para conocer su prevalencia en escolares. Los objetivos de la presente investigación se centran en conocer los hábitos alimenticios; I) acudir una vez o más a la semana a un centro de comida rápida (fast food), II) tomar golosinas y/o caramelos varias veces al día, que pueden presentar los jóvenes estudiantes de Educación Obligatoria, y relacionar dichas conductas con el índice de masa corporal, el nivel de actividad física y la calidad de la dieta global. Se llevó a cabo un estudio descriptivo de corte transversal con 512 escolares de 8-17 años. El estado nutricional se calculó a través del índice de masa corporal. Los hábitos alimenticios se obtuvieron a través de dos ítems del cuestionario KIDMED y, la actividad física se estimó utilizando los cuestionarios IPAQ-C e IPAQ-A. Conforme se avanza en el sistema educativo se observa un incremento en la asistencia a un centro fast food de manera semanal. No obstante, los escolares de Bachillerato son los que menos consumo de golosinas o dulces presentan. Se concluye que los escolares en etapas de educación obligatoria tienen un elevado consumo de comida fast food y golosinas o dulces los cuales se correlacionan con una peor calidad de la dieta (p < 0,001). Desde el contexto escolar se debe fomentar el desarrollo de competencias que contribuyan a la mejora de la salud del escolar.

    Palabras clave: Hábitos. Escolares. Dieta. Alimentación.

 

Abstract

    Public health policies should promote food habits as a line of research to determine its prevalence in schoolchildren. The objectives of this research are focused on knowing the eating habits; I) go once or more a week to a fast food center, II) take sweets and/or candy several times a day, which may be presented by young students of Compulsory Education, and relate these behaviors to the body mass index, the level of physical activity and the quality of the overall diet. A descriptive cross-sectional study was carried out with 512 schoolchildren aged 8-17 years. The nutritional status was calculated through the body mass index. Dietary habits were obtained through two items of the KIDMED questionnaire and physical activity was estimated using the IPAQ-C and IPAQ-A questionnaires. As the educational system progresses, there is an increase in attendance at a fast food center on a weekly basis. However, high school students are those who consume less candy or sweets. It is concluded that schoolchildren in compulsory education stages have a high consumption of fast food and sweets or sweets which are correlated with a worse quality of the diet (p <0.001). From the school context should promote the development of skills that contribute to improving the health of the school.

    Keywords: Habits. Schoolchildren. Diet. Nutrition.

 

Resumo

    As políticas de saúde pública devem promover os hábitos alimentares como uma linha de pesquisa para descobrir sua prevalência em escolares. Os objetivos desta pesquisa estão focados em conhecer hábitos alimentares; I) ir a um centro de fast food uma ou mais vezes por semana; II) levar doces e/ou balas várias vezes ao dia, que podem ser apresentadas por jovens estudantes de educação obrigatória, e relacionar esses comportamentos à índice de massa corporal, nível de atividade física e qualidade da dieta geral. Um estudo descritivo transversal foi realizado com 512 escolares de 8 a 17 anos. O estado nutricional foi calculado através do índice de massa corporal. Os hábitos alimentares foram obtidos através de dois itens do questionário KIDMED, e a atividade física foi estimada usando os questionários IPAQ-C e IPAQ-A. À medida que o sistema educacional avança, é observado semanalmente um aumento na frequência de um centro de fast food. No entanto, os alunos do ensino médio são os que menos consomem doces ou balas. Conclui-se que escolares em idade escolar obrigatória apresentam alto consumo de fast food e doces, os quais se correlacionam com pior qualidade da dieta (p <0,001). No contexto escolar, o desenvolvimento de competências que contribuem para a melhoria da saúde escolar deve ser incentivado.

    Unitermos: Hábitos. Alunos. Dieta. Alimento.

 

Lecturas: Educación Física y Deportes, Vol. 25, Núm. 264, May. (2020)


 

Introducción

 

    La neurociencia humana conceptualiza la obesidad y la ingesta excesiva de alimentos, sobre todo aquellos que tienen una alta palatabilidad o “craving” (del inglés; el deseo, ansia o urgencia por comer) (Pedram, Wadden, Amini, Gulliver, Randell, Cahill et al., 2013), como una adicción a la comida acompañada de cambios cerebrales correspondientes (Ziauddeen, Farooqi & Fletcher, 2012) en similitud con trastornos por consumo de drogas a nivel neurobiológico y de comportamiento (Meule, Von Rezori & Blechert, 2016). Si bien el concepto de adicción a los alimentos aún no se ha aceptado clínicamente, la adicción a la comida es una enfermedad crónica y recurrente del cerebro que se caracteriza por un deseo incontrolable de ingerir alimentos con alto contenido de grasas y azúcares (Figueroa-Quiñones & Cjuno, 2018) a pesar de sus consecuencias nocivas, ya sea porque no son saludables o porque sean causa de enfermedad u obesidad. (Agüera, Wolz, Sánchez, Sauvaget, Hilker, Granero & Aranda, 2016)

 

    Una ingesta excesiva de este tipo de alimentos desencadena respuestas de neuroadaptación similares a una adicción en los circuitos cerebrales de recompensa y conduce el desarrollo de la alimentación compulsiva. Estos mecanismos hedónicos comunes pueden, por lo tanto, ser la base de la obesidad (Johnson & Kenny, 2010). Entre el 40-70% de la variación en los fenotipos de la obesidad está mediada genéticamente, sin olvidarse de la importancia de los factores exógenos como la dieta, el ambiente obesogénico o el estilo de vida. (Goyenechea, Abete, Martínez-Urbistondo & Martínez, 2010)

 

    En distintos lugares como Europa, Asia y Norteamérica existen reportes de adicción alimentaria en niños, adolescentes, estudiantes universitarios, grupos de minorías sexuales, mujeres y población adulta que padecen obesidad y/o sobrepeso (Figueroa-Quiñones & Cjuno, 2018). Se ha descrito un elevado consumo de bebidas azucaradas y/o edulcoradas (Barriguete-Meléndez, Vega-León, Radilla-Vázquez, Barquera-Cervera, Hernández-Nava, Rojo-Moreno, Vázquez-Chávez et al. 2017), alimentos salados (Cocores, & Gold, 2009), consumo de azúcar y grasa por parte de los escolares (Farro, Montero, Vergara, & Ríos-Castillo, 2018). Estudios de comorbilidad aportan evidencias de que la adicción a la alimentación se relaciona con problemas de alcohol, tabaco, drogas, de la compra y con algunos trastornos del control de impulsos (juego patológico, cleptomanía, trastorno explosivo intermitente y adicción al sexo) (Rodríguez-Villarino, González-Lorenzo, Fernández-González, & Lameiras-Fernández, 2005). Por ello, cabe destacar la importancia del diseño de nuevos tratamientos con el fin de tratar el autocontrol y el manejo de emociones implicadas en la adicción a la comida (Agüera, Wolz, Sánchez, Sauvaget, Hilker, Granero & Aranda, 2016), ya que la atribución etiológica de la adicción a causas genéticas disminuye significativamente los niveles de autocontrol sobre la conducta adictiva. (Albet & Leal, 2018)

 

    En este sentido, la actividad física (AF) ha sido concebida como una opción recomendable para reducir la probabilidad de consumir sustancias tóxicas (Ruiz-Risueño, Ruiz-Juan, & Zamarripa-Rivera, 2012), siendo el periodo infantojuvenil una etapa de la vida en la que existe una gran vulnerabilidad hacia la adquisición de hábitos nocivos para la salud. (García-Cantó, Rodríguez García, Pérez-Soto, López-Villalba, & Rosa-Guillamón, 2015)

 

    Las recomendaciones actuales establecidas por la iniciativa estadounidense Healthy People 2010 (≥ 60 minutos/día, ≥ 5 días/semana de Actividad Física moderada o ≥ 20 minutos continuos, ≥ 3 días/semana, ≥ 6 METS vigorosa) parecen ser adecuadas para una adherencia hacia la AF (Rosa-Guillamón, García-Cantó, Rodríguez-García, & Pérez-Soto, 2017; Rosa-Guillamón, García-Cantó, Rodríguez-García, Pérez-Soto, Tárraga-Marcos, & Tárraga-López, 2017). Si bien la posible influencia de la AF en la salud cardiovascular, la condición física o en aspectos como la socialización, el autoconcepto y el bienestar general del alumnado está profundamente contrastada; cada vez son más las investigaciones que además la señalan como un elemento determinante en los procesos cognitivos. (Reloba, Chirosa & Reigal, 2016)

 

    La literatura científica refleja que realizar ejercicio físico en la forma apropiada y de manera habitual constituye una de las mejores estrategias (complementarias) disponibles para combatir el incremento de la sobrecarga ponderal entre la población infanto-juvenil (Rosa-Guillamón, García-Cantó, Rodríguez-García, & Pérez-Soto, 2017). Aquellas personas que realizan ejercicio regularmente tienden a sentir un mejor estado de ánimo, una mayor percepción de salud y menor nivel de estrés (Granger, Williams, Di-Nardo, Harrison & Verma, 2017). Sufrir de obesidad o poseer un grado bajo de AF podrían ser factores determinantes para poseer un menor nivel de satisfacción vital, a pesar de que se ha descrito que ser físicamente activo actúa como agente protector ante hábitos no saludables, otros estudios han mostrado que el estado de peso o la AF de carácter vigoroso no son elementos diferenciadores de la salud mental. (Rosa-Guillamón, García-Cantó, Rodríguez-García, & Pérez-Soto, 2017)

 

    No obstante, la baja AF aunada al alto consumo de bebidas gaseosas predispone a los personas en edades tempranas a presentar mayor riesgo de enfermedades (Barriguete-Meléndez, Vega-León, Radilla-Vázquez et al., 2017). Por ello, la valoración desde edades tempranas de los aspectos dietéticos y la AF es una necesidad fisiológica y de salud pública para contribuir a la consolidación de un estilo de vida saludable durante la adultez (Rosa-Guillamón, García-Cantó, Rodríguez-García, & Pérez-Soto, 2017), mostrándose la necesidad de motivar a la realización de deporte, sobre todo al género femenino, además de concienciar a los jóvenes de las consecuencias del sedentarismo y la obesidad. (Quiroga, Ortega, Granizo, Sánchez, Molero, & Jiménez, 2019)

 

    Sobre la base de la problemática expuesta, los objetivos de la presente investigación se centran en conocer los hábitos alimenticios; I) acudir una vez o más a la semana a un centro de comida rápida (fast food), II) tomar golosinas y/o caramelos varias veces al día, que pueden presentar los jóvenes estudiantes de Educación Obligatoria, y relacionar dichas conductas con el índice de masa corporal, el nivel de actividad física y la calidad de la dieta global.

 

Método

 

Participantes

 

    Se diseñó un estudio descriptivo de corte transversal expo facto con una muestra representativa seleccionada de manera aleatoria pertenecientes a tres centro educativos de la Región de Murcia (España). Los participantes fueron 512 estudiantes (280 niños y 354 niñas). De Educación Primaria fueron 199 estudiantes (89 varones (44.72%) y 110 mujeres (55.27%), media ± desviación estándar: 9,82 ± 1.31 años). Los participantes de Educación Secundaria fueron 194 estudiantes (75 varones (38,65%) y 119 mujeres (61,34%), media ± desviación estándar: 13.76 ± 1.43 años) seleccionados de manera aleatoria, y los participantes de Bachillerato fueron 118 estudiantes (51 varones (43,22%) y 67 mujeres (56.77%), media ± desviación estándar: 16.64 ± 0,48 años) seleccionados de manera aleatoria.

 

    Asimismo, se le solicitó el consentimiento informado a los padres de los participantes. Se excluyeron del estudio a aquellos alumnos que no trajeron el consentimiento informado, no siendo ningún caso.

 

Variables e instrumentos

 

    El peso y talla se determinó utilizándose una balanza electrónica (TANITA TBF 300A, USA) y tallímetro (SECA A800, USA) con precisión de 100 g y 1 mm respectivamente, siguiéndose el protocolo de la Sociedad Internacional para el Avance de la Cineantropometría (ISAK por sus siglas en inglés) con personal certificado nivel I, obteniéndose el Índice de Masa Corporal (IMC).

 

    Se valoraron dos ítems del Test de Adhesión a la Dieta Mediterránea KIDMED (Serra-Majem, Ribas-Barba, Ngo de la Cruz, Ortega-Anta, Pérez-Rodrigo & Aranceta-Bartrina, 2004). El ítem seis; acude una vez o más a la semana a un centro de comida rápida (fast food) tipo hamburguesería y el ítem 16; toma golosinas y/o caramelos varias veces al día.

 

    Para la valoración de la actividad física se han utilizado los cuestionarios de actividad física para niños de 8-14 años (PAQ-C) (Manchola-González, Bagur-Calafat, & Girabent-Farrés, 2017) y para adolescentes 15-17 años (PAQ-A) (Kowalski, Crocker, Donen, 2004). Ambos son cuestionarios muy sencillos de rellenar que valoran la actividad física que el niño realizó en los últimos 7 días.

 

Análisis estadístico

 

    La normalidad y homocedasticidad de las distribuciones se obtuvo a través de los estadístico Kolmogorov-Smirnov y Levene respectivamente. Al observar una distribución normal en parte de las distribuciones de los valores registrados se ha optado por un análisis paramétrico. Para las variables continuas se han calculado medias. El nivel de significación se estableció al 5% (p ≤ 0,05). El análisis se realizó para el total de la muestra. Se llevó a cabo un análisis de regresión logística para evaluar la asociación existente entre cada ítem con las variables antropométricas, el nivel de AF y la CD. Los datos fueron analizados con el programa estadístico SPSS (v.24.0 de SPSS Inc., Chicago, Illinois, EE. UU.) para Windows.

 

Resultados

 

    En la tabla 1 se muestra como los escolares Educación Primaria con un 73,28 %, son los que menos acuden a un Centro Fast Food, mientras que los escolares de Bachillerato con un 20,40% son los que menos consumo de golosinas o dulces presentan (Véase Tabla I).

 

Tabla 1. Análisis de la presencia de Fast Food y consumo de golosinas o dulces según 

la edad, talla, peso, índice de masa corporal, actividad física y calidad de la dieta

 

Si consumo de Fast Food

Si consumo de Golosinas o dulces

 

Educación Primaria

(N=42; 26.75%)

Educación Secundaria

(N=54; 38,84%)

Bachillerato

(N=38; 47,5%)

Educación Primaria

(N=40; 25.15%)

Educación Secundaria

(N=49; 33,79%)

Bachillerato

(N=20; 20,40 %)

Edad (años)

10,04 ± 1,36

14,09 ± 1,47

16,63 ± 0,48

10,50 ± 1,24

13,91 ± 1,64

16,50 ± 0,51

Talla (cm)

144,04 ± 9,69

163,11 ± 8,39

170,42 ± 9,62

144,95 ± 8,61

160,77 ± 9,51

169,00 ± 9,84

Peso (kg)

39,69 ± 7,82

54,94 ± 11,66

63,58 ± 11,43

40,46 ± 8,61

53,65 ± 11,93

63,83 ± 14,72

IMC

19,07 ± 3,00

20,99 ± 3,18

21,79 ± 2,95

19,08 ± 2,79

20,60 ± 3,09

22,23 ± 4,16

AF Total

2,27 ± 0,41

1,76 ± 0,44

1,72 ± 0,46

2,15 ± 0,41

1,73 ± 0,36

1,37 ± 0,36

CD Total

3,66 ± 4, 81

1,29 ± 4, 41

2,15 ± 3,98

4,10 ± 4,19

1,59 ± 5, 61

2,20 ± 3,88

Fuente: Elaboración propia

 

    En la tabla 2, se presenta la asociación entre el consumo de Fast Food y consumo de golosinas o dulces con la edad, talla, peso, índice de masa corporal, actividad física y calidad de la dieta en escolares de Educación Primaria. El consumo de Fast Food (OR = 0,204, IC 95% 0,7-1,2; p < 0,001) y el consumo de dulces (OR = 0,155, IC 95% 0,8-1,1; p < 0,001) se asocia la calidad de la dieta mediterránea y, el consumo de dulces con la edad (OR = -0,861, IC 95% 0,4-0,4; p < 0,001) (Véase Tabla 2).

 

Tabla 2. Asociación entre el consumo de Fast Food y consumo de golosinas o dulces con la edad, talla, peso, 

índice de masa corporal, actividad física y calidad de la dieta en escolares de Educación Primaria

 

Si Consumo de Fast Food

Si Consumo de golosinas o dulces

 

OR

IC 95%

P

OR

IC 95%

P

Edad (años)

- 0,164

0,58-0,84

0,443

-0,861

0,40-0,42

0,001*

Talla (cm)

-0,209

2,55-0,81

0,110

0,030

0,28-1,10

0,618

Peso (Kg)

0,385

2,72-1,46

0,099

0,062

0,44-1,06

0,507

IMC

-0,764

2,53-0,46

0,111

-0,95

0,25-0,90

0,612

AF Total

-0,252

0,32-0,77

0,571

0,719

2,21-2,05

0,145

CD Total

0,204

0,78-1,22

0,001*

0,155

0,84-1,16

0,001*

Fuente: Elaboración propia

 

    Por su parte, en escolares de Educación Secundaria, el consumo de Fast Food (OR = 0,199, IC 95% 0,8-1,2; p < 0,001) y el consumo de dulces (OR = 0,160, IC 95% 0,4-1,1; p < 0,001) se asocia la calidad de la dieta mediterránea (Véase Tabla 3).

 

Tabla 3. Asociación entre el consumo de Fast Food y consumo de golosinas o dulces con la edad, talla, peso, 

índice de masa corporal, actividad física y calidad de la dieta en escolares de Educación Secundaria

 

Si Consumo de Fast Food

Si Consumo de golosinas o dulces

 

OR

IC 95%

P

OR

IC 95%

P

Edad (años)

-0,221

0,40-0,80

0,089

-0,083

0,40-0,92

0,523

Talla (cm)

0,093

0,77-1,09

0,378

0,100

0,90-1,10

0,341

Peso (Kg)

-0,135

0,78-0,87

0,374

-0,148

0,92-0,86

0,336

IMC

0,430

1,09-1,53

0,296

0,500

1,48-1,66

0,223

AF Total

- 0,267

0,31-0,76

0,574

0,338

0,48-1,40

0,484

CD Total

0,199

0,88-1,22

0,001

0,160

0,40-1,17

0,001

Fuente: Elaboración propia

 

    Finalmente, en la tabla 4 se observa la asociación entre el consumo de Fast Food y consumo de golosinas o dulces con la edad, talla, peso, índice de masa corporal, actividad física y calidad de la dieta en escolares de Bachillerato, mostrando que el consumo de Fast Food (OR = 0,228, IC 95% 0,6-1,2; p < 0,001) y el consumo de dulces (OR = 0,133, IC 95% 0,4-1,1; p < 0,040) se asocia la calidad de la dieta mediterránea (Véase Tabla 4).

 

Tabla 4. Asociación entre el consumo de Fast Food y consumo de golosinas o dulces con la edad, talla, 

peso, índice de masa corporal, actividad física y calidad de la dieta en escolares de Bachillerato

 

Si Consumo de Fast Food

Si Consumo de golosinas o dulces

 

OR

IC 95%

P

OR

IC 95%

P

Edad (años)

- 0,326

0,40-0,77

0,511

0,504

0,40-0,92

0,350

Talla (cm)

0,054

0,71-1,05

0,790

0,107

0,90-1,10

0,561

Peso (Kg)

- 0,117

0,19-0,89

0,663

-0,164

0,92-0,86

0,495

IMC

0,480

0,38-1,61

0,537

0,512

1,48-1,66

0,482

AF Total

- 0,882

1,28-0,41

0,256

-0,25

0,48-1,40

0,976

CD Total

0,228

0,61-1,25

0,001*

0,133

0,40-1,17

0,040*

Fuente: Elaboración propia

 

Discusión

 

    El objetivo de este estudio fue analizar dos conductas alimenticias en 512 estudiantes en relación a la etapa educativa, el estado de peso, el nivel de actividad física y la calidad de la dieta. Los principales hallazgos del estudio indican que el consumo de Fast Food y golosinas o dulces se relaciona con una peor calidad de la dieta (véanse tablas 2, 3 y 4), siendo el 26,75% de los escolares de Educación Primaria, el 38,84% de los escolares de Educación Secundaria y el 47,5% de los escolares de Bachillerato quienes acuden una vez o más a la semana a un centro de comida rápida (fast food) y el 25% de los escolares de Educación Primaria, el 33% de los escolares de Educación Secundaria y el 20 % de los escolares de Bachillerato quienes consumen golosinas o dulces de manera ocasional.

 

    Estos elevados resultados pueden indicar una dependencia a conductas adictivas, las cuales pueden deberse en parte, a que el consumo de dichos alimentos activa el sistema de recompensa cerebral de manera similar a las drogas, actuando sobre el sistema límbico y provocando una sensación artificial de placer. Este proceso genera la liberación de neurotransmisores como la dopamina y oxitocina, lo cual desencadena una necesidad de repetir la conducta; iniciándose el proceso de adicción. (Agüera, Wolz, Sánchez, Sauvaget, Hilker, Granero & Aranda, 2016; Prinz, Kobelt, Scharner, Goebel-Stengel, Harnack, Faust, & Stengel, 2017)

 

    Estos resultados adquieren importancia ya que en edades tempranas, los trastornos de la alimentación son un problema de salud que perduran a lo largo de la vida, por lo que en los nuevos enfoques para el tratamiento de la obesidad, son necesarios con el fin de modular la ingesta de alimentos y el peso corporal. (Mladenova & Andreenko, 2015)

 

    Realizando una comparativa de estos hábitos adictivos por las distintas etapas educativas, en la etapa de educación primaria se ha obtenido unos valores superiores en el consumo de golosinas y/o caramelos y en bachillerato se aprecia una mayor asistencia a centros Fast food. Estos resultados son ligeramente inferiores a los obtenidos en otros estudios en escolares (Mistretta, Marventano, Antoci, Cagnetti, Giogianni, Nolfo, Rametta et al., 2017), adolescentes. (Padial-Ruz, Viciana-Garófano, & Palomares-Cuadros, 2018), universitarios (Cal-Fernández & García-Mayor, 2017) y adultos (Zapata, Granfeldt, Mosso, Sáez, & Muñoz, 2016)

 

    El estilo de vida adquirido puede conducir a hábitos y preferencias alimentarias poco saludables que promueven al sobrepeso y la obesidad, siendo un factor de riesgo presente y futuro para el desarrollo de enfermedades crónicas (Field, 2014). Factores como la inseguridad, el estrés y la agitación emocional pueden conducir al consumo de comida no saludable, jugando un papel crítico en el aumento de peso y la obesidad (Farro, Montero, Vergara, & Ríos-Castillo, 2018). Además, estas conductas alimenticias adquiridas están en relación a las características sociales, económicas y culturales de una población o región determinada (Barriguete-Meléndez, Vega-León, Radilla-Vázquez et al., 2017) siendo la prevalencia clínica de las conductas alimenticias consideradas adictivas oscila entre 25-81 % de casos y va asociada a un estado de peso en obesidad. (Agüera, Wolz, Sánchez, Sauvaget, Hilker, Granero et al. 2016)

 

    Cabe destacar que el estado de peso no se ha relacionado con el consumo de estos hábitos. Sin embargo, otros estudios han reflejado que las tasas de prevalencia de adicción a la comida van desde el 5% al 10% en muestras no clínicas, del 15% al 25% en muestras de obesos y del 40% al 60% en pacientes bariátricos con obesidad mórbida (Codella, Terruzzi, & Luzi, 2017; Lent, Eichen, Goldbacher, Waden, Foster, 2014; Gearhardt, White, Mahseb, Morgan, Crosby, Grilo, 2012). A pesar de que son escasos los estudios que evalúan las prevalencias y terapias para la adicción alimentaria y la obesidad en escolares, si hemos encontrado que el 10% de estudiantes universitarios sufren adicción alimentaria, mientras que el 4% de los adultos tienen el mismo trastorno, afectando a su estado de peso (Figueroa-Quiñones & Cjuno, 2018). Estudios recientes indican que se debe limitar el consumo de azúcar libre a menos del 10% de la ingesta calórica total y, con el fin de obtener mayores beneficios, se recomienda incluso reducir el consumo de azúcares a menos del 5% de la ingesta calórica total. (WHO, 2016; Meule & Kübler, 2012)

 

    La limitación que presenta este estudio es el empleo de auto-informe, existiendo otros métodos más objetivos. Por lo que, no se pueden establecer inferencias. No obstante, se puede indicar que los cuestionarios utilizados tienen una elevada validez y fiabilidad. (Kowalski, Crocker, Donen, 2004; Manchola-González, Bagur-Calafat & Girabent-Farrés, 2017)

 

Conclusiones

 

    Con las precauciones señaladas se puede sugerir que el consumo de Fast Food y golosinas o dulces no se relaciona con el nivel de Actividad Física y el estado nutricional, sin embargo, se relaciona con una peor calidad de la dieta en escolares de educación obligatoria. En este sentido, se hace necesario desde el contexto escolar fomentar el desarrollo de competencias que contribuyan a la mejora y el control de estos hábitos para la mejora de la salud del escolar.

 

Referencias

 

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Lecturas: Educación Física y Deportes, Vol. 25, Núm. 264, May. (2020)