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El fútbol como visión del mundo
Christian Bromberger

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 47 - Abril de 2002

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    En general se trata de la oposición entre un club rico y un club más pobre, entonces se trata de un dualismo jerarquizado: un club que representa la localidad, lo autóctono y otro que representa la apertura, lo universal. Este es el caso del norte de Italia. Italia es un país donde se piensa frecuentemente en forma binaria.

    Las tres grandes metrópolis del norte de Italia están divididas entre dos clubes; un club con consonancias masculinas, con referentes masculinas, el Toro, el Génova, el Milán, y cada una de estas ciudades tiene un club con consonancias femeninas, la Sampdoria, la Inter o la Internacional de Milán, (este nombre, la Internacional a Mussolini no le gustaba y lo bautizó la Ambrosiana) y otro club con consonancia femenina que es la Juventus de Turín. Y esto se resalta en los sobrenombres que se le da al club. Por ejemplo, la vieja señora, la novia de Italia, la madama, la amante, la sudista (sudista hace referencia a que ella desata el apasionamiento en general de los inmigrantes que provienen del sur de Italia). Por el contrario, los emblemas del Toro, por un juego de paronimia entre Turín y Toro, exhibe en forma bastante ostentatoria los atributos de la virilidad del toro.

    Se tiene entonces de un lado lo local y del otro la apertura, de un lado la tradición y del otro la innovación, de un lado entonces tenemos un club más popular de origen local y del otro uno más aristocrático, abierto y que refleja más lo universal, y en relación al club local hay una hinchada caliente y hay veces desesperada y en relación a los clubes que ganan hay una especie de hinchada más distanciada.

    En general los colores de la camiseta de los clubes locales tienden al rojo el color de la pasión, y en general, podríamos decir que en estos casos se trata siguiendo la tipología de Levy-Strauss de un dualismo concéntrico. El dualismo concéntrico es la oposición entre el pequeño círculo local con un circulo exterior, mientras que en otros casos vemos dualismos diametrales, y es en las oposiciones de estos clubes de la ciudad en donde se disputa en honor local.

    Uno de los ejemplos: cuando el Juventus juega con el Torino, se opone al Torino, los de Juventus destacan los aspectos trágicos de la historia de sus adversarios. Dicen, por ejemplo, "Grande Toro, si tu tomas el avión nosotros te lo pagamos". Esto es una evocación al drama de 1949 cuando un avión que traía a todo el equipo de Turín se estrello en una colina cerca de la capital de Piamonte. Y los hinchas del Toro responden con un juego de letras móviles "Animales como ustedes Bruselas estuvo muy buena" evocando a la tragedia en el estadio de Heysel, en Bélgica, donde los hinchas del Juventus murieron en gran cantidad.

    Para comprender, entonces, la fuerza de este dualismo, hay que ver que en Italia los grupos de hinchas constituyen dos redes antagonistas y esto constituye el umbral de la bipartición futbolística en Italia.

    La Juventud de Turín está aliada a la Sampdoria de Génova, a la Atalanta de Bérgamo, al Lecce, a Pisa, que son los equipos enemigos del Torino. Y Torino mantiene relaciones con Génova, Verona, Bari, Florencia, que son los equipos enemigos de la Juventus.

    Entonces a lo largo de los distingos futbolísticos los miembros de estos dos grupos de equipos se respaldan mutuamente. Cuando, por ejemplo, el equipo de Génova viene a confrontar con la Juventus los hinchas del Toro van a hinchar por Génova. En general cuando existe una coreografía muy linda, (recordemos que el partido de fútbol es una forma de justificación masiva de la estetización festiva) los hinchas se visten en ese momento no solamente con los colores del propio club sino también con los colores de los enemigos de sus adversarios.

    Pero yo quiero también darles otro ejemplo, que va a ser un ejemplo de dualismo diametral. Es el caso de la ciudad de Teherán, que está dividida en dos equipos; por un lado el equipo local que es el equivalente al Torino, el equipo popular que son los rojos (equipo que se llama La Victoria) y luego hay un equipo contrario, que es aristocrático, menos ligado a la vida de la ciudad misma, que son los azules. Unos y otros se insultan a través de los colores que representan. Por ejemplo, los azules dicen de los rojos que son como esas servilletas en el Haman cuando uno va a tomar los baños turcos, esas servilletas que representan un arcaísmo. Y esto es diametral porque el norte de la ciudad apoya a los azules que es más aristocrático, y el sur de la ciudad que es el más pobre apoya a los rojos.

    Entonces podemos preguntarnos sobre las tendencias recurrentes de la sociedad, a esta forma de bipolaridad. Porque se conoce perfectamente en el imperio bizantino donde los azules se oponían a los verdes en las carreras de carros, también se conoce en las ciudades italianas, con el conflicto entre guelfos y gibelinos que ocupo toda la historia medieval en Italia.

    Y además, también se conoce esta enemistad antagónica en el mundo andino.

    Entonces, en general, podemos tratar de sacar una serie de constantes de estas formas de oposición. Aún si se presenta bajo la forma de un dualismo jerarquizado, esto no se resume a un esquema de filiación social. Son oposiciones más horizontales que verticales; se expresan a través de combates rituales, que no cambian para nada el orden de las cosas, ni de la vida social; ella concierne a una gran parte de la población, pero son los adolescentes de sexo masculino, los que son los militantes activos de esta oposición.

    Estas oposiciones por mitades, entonces, son evidentemente un medio muy económico para pensar el mundo, y es en el dominio lúdico, una forma de hacer funcionar su emoción a la lógica competitiva.

    Yo no niego para nada el fundamento social de estas oposiciones, pero me parece que la oposición más cercana es uno de los elementos constitutivos de armado de la adhesión militante al fútbol.

    Esta constitución de oposiciones, es también un medio para desplazar las oposiciones verticales o posiciones jerárquicas hacia oposiciones horizontales constituyendo vecinos enemigos. Un poco como lo mostraba Levy-Strauss cuando señalaba la división en dos de la sociedad Bororo. Sea como fuese, la identidad de una ciudad o de un barrio va de la mano de un sentimiento de hostilidad con la construcción de otro club diabolizado.

    La adhesión a un club local tiene en el mundo del fútbol la contrapartida de la construcción de otro diabolizado con dos variantes. El más diabolizado es el más próximo, del que conviene distinguirse y también el más lejano en relación al cual se mantiene un profundo sentimiento de diferencia, de disgusto o de rencor.

    Así, en Nápoles se tiene una gran oposición, con un desprecio bastante pronunciado a Avellino que es una pequeña ciudad cercana cuyos habitantes son considerados como campesinos incultos.

    Pero lo esencial del odio en estas ciudades en crisis, es un recuerdo o nostalgia de épocas pasadas, apuntando a las ciudades del norte próspero que son relevadas como chivo expiatorio. Todo partido, entonces, contra un equipo septentrional aparece como la ocasión soñada de una revancha simbólica.

    Es claro que allí la demarcación entre el norte y el sur, entre las ciudades prósperas del norte y las ciudades pobres del sur, están señaladas por slóganes muy virulentos. Los hinchas de Milán, Turín o Verona cuando van a Nápoles cantan "¡Fuerza Vesubio!" o "¡Terremoto, vuelve otra vez!" o también dicen "¡Sientan este olor, hasta los perros se alejan, están llegando los napolitanos!". O "Los que tienen cólera" o "Los terremotos" o "Ustedes, el jabón no lo usaron nunca", "Napolitanos de mierda, napolitanos sucios, ustedes son la vergüenza de toda Italia".

    Mientras que los napolitanos le contestan a los del norte, "Sidosos, cero positivos", o concretamente a los de Turín les cantan "Esclavos Agnelli", "Ustedes son chupa culos de la familia Agnelli".

    Acá se ve que la identidad con Nápoles es y se afirma como mucho más fuerte cuando está golpeada por lo exterior, pero también quiero afirmar el hecho que esta denegación del otro, no es simplemente reflejo de la historia, de la bronca hacia una ciudad más desarrollada, sino que es una construcción ligada a la historia del fútbol mismo.

    Por ejemplo, en la historia del campeonato de Francia se desarrolló un odio irreductible entre Marsella y Bordeaux. Ahora bien, históricamente, no existió ninguna relación ni ninguna rivalidad entre Marsella y Bordeaux. Eran dos puertos con destinos completamente diferentes, eran dos poblaciones que se ignoraban espectacularmente una respecto a la otra. Un conflicto futbolístico engrendró esta definición de identidades negativas en Marsella y Bordeaux y a partir de ese momento los Marselleses pasaron a ser señores, pasaron a ser maestros en materia de psicología acerca del pueblo de Bordeaux, estigmatizando a su población como burguesa, fría, ciudad de explotadores. Y acá vemos como se trata de formar la racionalización de una posición futbolística, y como la oposición futbolística no refleja necesariamente una oposición histórica.

    Esta afirmación de la identidad en el marco de la ciudades contemporáneas, va de la mano con el estilo futbolístico que tiene consonancia con los estilos urbanos. Este estilo que es considerado como el símbolo de una pertenencia común no corresponde, (está muy lejos de eso) a la práctica real de los jugadores, sino más bien a la imagen estereotipada, establecida en la larga duración de una colectividad que se da para sí misma y que desea ofrecer hacia los otros. Se trata ampliamente de una relación imaginaria, no tanto de la manera en que los hombres juegan y viven, sino la forma en que gustan contar el juego de sus equipos y al fin de cuentas la forma que gustan contar su propia existencia.

    Esto se da de tal forma que una confrontación entre ciudades o barrios se presentan como una guerra de estilos. En Francia es absolutamente sorprendente, en el imaginario urbano y en la representación de las identidades urbanas el estilo de Saint-Etienne (con aquél gran equipo de los años ´70, el del trabajo laborioso). Saint-Etienne es una ciudad obrera y el jugador que dejó la mayor memoria en el equipo de Saint-Etienne es un compatriota argentino, Osvaldo Piazza. El marcaba su gran coraje, su gran decisión, corriendo en toda la cancha aún cuando las condiciones decisorias ya habían desaparecido.

    El estilo opuesto es el estilo del Nantes. Es un juego métrico y regular, brillante por sus pases cortos mucho más que por sus grandes esfuerzos. Y la manera marsellesa que también es una forma de estereotipo de la ciudad, es la fantasía, el virtuosismo, (características con las cuales los hinchas hoy tienen mucha dificultad en reconocerse dadas la situación del equipo actualmente).

    Por ejemplo, cuando tomamos la comparación entre el Nápoles y la Juventus de Turín, lo que es sorprendente es que el estilo con el cual los napolitanos gustan reconocerse es un estilo también de virtuosismo espectacular, de logros fantasiosos y de exploración lúdica, acá los jugadores emblemáticos son las vedettes sudamericanas que llegaron en parejas dobles, Sívori y Altafini, Maradona y Careca.

    Ciertamente es interesante ver este gusto de los napolitanos por las vedettes sudamericanas, no tengo mucho tiempo para hablar de esto pero muy frecuentemente un equipo aparece como la parábola de un destino colectivo, y es interesante ver como esta ciudad de emigración hacia América del Sur como fue Nápoles, hallan reclutados jóvenes jugadores latinoamericanos que se convierten en una especie de hijos pródigos.

    Por el contrario, el estilo de la Juventus de Turín, está hecho de rigor industrial, de disciplina y seguridad. Es el equipo de la Fiat desde 1923, y por su propia disciplina merece, por supuesto, la simpatía del presidente de la Fiat, pero también de Togliatti que era el antiguo secretario del antiguo partido comunista italiano que era de la Juventus.

    Podemos entonces seguir estos rastros entre formas de jugar y los rasgos identitarios de las diferentes comunidades urbanas. Es claro que estas relaciones entre los modos de existencias y el juego, tienen una tendencia a deshilacharse hoy en día. Los jugadores y los entrenadores que aseguraban esta continuidad característica, llevaban la mayor parte de su carrera en el mismo club, pero hoy en día se han transformados en meteoros que atraviesan rápidamente la vida de los clubes.

    Esta noción de estilo urbano o estilo de barrio no se agota en el reconocimiento de las formas de juego, se encarna también en héroes locales que son emblemáticos y se traducen también en forma de hinchadas particulares, y a través de un folklore particular. Se espera del héroe que exalte los valores y las calidades propias del grupo, a fin de admirarse admirándolo. Se construye, entonces una leyenda, un elemento legendario, una historia que les place poder contar y poder reconocerse en ella, y es cierto que aparecen allí entonces estos héroes emblemáticos de la ciudad que están en consonancia con el imaginario local.

    Hay que decir algo, por ejemplo, del caso de Maradona que fue emblematizado en Nápoles. Es cierto que su carácter virtuoso, lleno de facetas brillantes, su sentido de la familia y de la amistad, el hecho de que halla sido alguien que se volvió rico pero que conservaba una cultura de pobre, hizo que Maradona haya tenido algo particular con Nápoles. A pesar de que, por ejemplo, se había adaptado muy mal al tipo de juego geométrico del Barcelona y al modo de vida de la capital catalana, una ciudad distinta, poco popular en sus formas de vida y en sus representaciones. Es que en Barcelona se prefirió siempre los jugadores de Europa del Norte, el amor por las lindas cosas que tiene Maradona, su carácter indisciplinado, lo hicieron en Nápoles un verdadero hijo legítimo de la ciudad. Por otra parte se le reconocían orígenes napolitanos, una forma de adopción como otro, y luego su ligazón con Giuliani y Russo de la Camorra, su paternidad ilegítima, el escándalo que reveló su consumo de cocaína, su abundante uso del teléfono rosa (teléfonos con números pornográficos).

    Nada de esto atentó contra su reputación y lo que fue muy sorprendente fue la transformación de este personaje en algo intermedio entre el héroe y el santo; San Genarmando, (ustedes saben que San Genaro es el patrono de la ciudad de Nápoles). Una transformación, mitad parodia mitad seria, de Maradona en objeto de culto.

    Maradona constituyó para Nápoles lo que Platini a la Juventus de Turín. El poeta que se opone al filósofo. El estilo desconcertante opuesto al rigor geométrico. Ustedes ven perfectamente como acá se crearon dos ídolos en consonancia con el estilo de estas dos ciudades.

    Hay que insistir sobre las formas en que se cuentan las historias de los clubes. Cuando los napolitanos cuentan las historias de su club hay un temblor que produce la admiración por el personaje que controló la vida del club entre 1936 y 1967, D'Achile Lauro. Él era un armador de barcos, intendente de la ciudad y que se destacó por sus estallidos, sus denuncias, contra los errores de los árbitros. Cuando él recibió al jugador brasileño Vinicio lo convocó en su casa y le dio un bofetón para afirmar su autoridad de padre padrón. Cuando estaba descontento con los jugadores o con el entrenador los convocaba a las siete de la mañana en su casa donde los recibía en calzoncillos recordándoles sus deberes de virilidad.

    Existen estas historias de los clubes donde los hinchas crean historias imaginarias y que forman episodios fuertes de la historia que se transmiten fundamentalmente en forma oral. Aún las crónicas locales ocupan en ello un rol importante, aunque no creo que los cronistas locales, los periodistas, den mucha información, porque las personas saben perfectamente el momento en que se produjo el dos a uno y saben perfectamente cuál fue el jugador que hizo los goles. Pero estos cronistas y periodistas son muy importantes en la dramatización de los acontecimientos, igualmente que para difundir este tipo de acontecimientos que toman un sentido particular para los hinchas y las personas de la ciudad; estilo de juego, historia del club con sus jugadores.

    Lo que hay también que señalar es el tipo de participación de la hinchada que es característico de la ciudad o una parte de una ciudad. La burla punzante es una de las marcas de la hinchada. Si los hinchas hacen del juego un drama, también hacen del drama un juego.

    En el mundo de los hinchas florecen los juegos bajo forma de palabras, el juego sobre el sentido de las palabras, pero se ve algunos de los insultos muy expandidos y escuchando las intervenciones de ayer yo creo que hay una especie de internacional de los insultos. Pero cada club se singulariza, sin embargo, por formas especificas de participación de su hinchada.

    En general, cuando Nápoles llega a una cancha del norte de Italia, los hinchadas de los clubes adversarios despliegan una bandera que dice "Bienvenidos a Italia", pero los napolitanos retoman el estigma para estigmatizar mejor a los estigmatizadores. Y cuando ganaron el campeonato en el ´87 y en el ´90 pintan sobre las paredes: "Milano, Torino, Verona ¿Eso es Italia? Mejor sería ser africanos". Hay una especie de placer en este juego de tomar los estigmas para estigmatizar a los estigmatizadores, y este componente de humor y de ironía es muy fuerte, incluyendo ese elemento de diversión creados por la cantidad de metáforas que se empiezan a elaborar.

    Existen, entonces a través de estos ejemplos, el estilo del equipo y la historia que cuentan los elementos legendarios urbanos, el tipo de apoyo a una identidad, más o menos imaginaria, de la ciudad o del barrio.


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revista digital · Año 8 · N° 47 | Buenos Aires, Abril 2002  
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