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Desarrollo motor en karate en niños y niñas de las
categorías benjamín, alevín e infantil (5-11 años)
Angélica Delgado Torralvo, Eva Collado Rodilla y María Luisa Rivadeneyra

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 45 - Febrero de 2002

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    La flexión de rodillas, por el contrario, ha sido el aspecto que más se tarda en conseguir. Aunque todos los niños de la categoría infantil la realizan correctamente, se produce una clara progresión con la edad, pasando de un 40 % de niños que lo ejecutan correctamente en la categoría benjamín, a un 67 % en alevín, para finalmente realizarlo todos bien en la categoría infantil.

    En el shuto, como sucede en la mayoría de los movimientos analizados, podemos decir que no se logra un nivel maduro en ninguna de las categorías estudiadas. Si constatamos una mejora de la ejecución de los niños de categorías alevín e infantil respecto a los pequeños de categoría benjamín; pero no existen diferencias importantes entre las ejecuciones de los niños de entre 9 y 11 años. Esto no debe sorprendernos, especialmente si tenemos en cuenta que se trata de uno de los movimientos más complejos del conjunto de iniciación, por lo que el aprendizaje del mismo, aún a los 11 años, no está completado, y hallamos una ejecución inconsistente.

    En un análisis más detallado de los aspectos que definen el shuto, también encontramos la confirmación de este hecho en la evolución irregular que a lo largo de las categorías estudiadas sufre la eficacia en algunos factores como el ikite colocado o la extensión completa del brazo defensor.

    A partir de estos datos, podemos inferir que se trata del movimiento analizado que supone una mayor complejidad y sería necesario estudiar su evolución en categorías superiores para poder definir cómo y cuando se consigue la madurez en él.

    Por otra parte, encontramos que el ikite mirando al techo y shuto mirando al suelo ya se realizan correctamente por el 100 % de los niños desde la categoría benjamín, por lo que podríamos considerarlos aspectos que se corresponden a un nivel evolutivo inferior.

    Por el contrario, del resto de elementos definidores del movimiento, las manos extendidas es el único aspecto que logra desarrollar el 100 % de los niños infantiles, por lo que podríamos situar este único elemento en el nivel evolutivo de entre 9 y 11 años, ya que de un 60 % de benjamines que lo realiza correctamente, pasamos a un 100 % en la categoría alevín.

    En el análisis del zansin, coordinación general y fuerza, vemos que en todos los movimientos analizados, la mejora más significativa se produce en la coordinación general. Este hecho se puede relacionar con el asentamiento de los niños en el período cognitivo de las operaciones concretas cuando se encuentran en la categoría infantil (11 años). Este desarrollo cognitivo les facilitará el conocimiento, ejecución y correcciones del gesto de un modo más analítico, objetivo y consciente, frente a una concepción mucho más global y simbólica en períodos anteriores, lo que en general se traduce en una mejor técnica o coordinación general del gesto, como ahora es el caso.

    También evoluciona positivamente la fuerza a lo largo de las tres categorías, como corresponde a la mejora de esta cualidad a lo largo de estas edades. De todos modos, incluso en la categoría infantil, la fuerza aplicada en el movimiento sigue siendo insuficiente; pero esto no debe preocupar a los entrenadores ya que en la siguiente categoría, con la llegada de la pubertad cabe esperar un fuerte incremento en esta cualidad.

    Finalmente, el zansin es el aspecto general que menos mejora en estas categorías. De hecho, podemos decir que es prácticamente inexistente en las dos categorías inferiores y su mejora a partir de la categoría infantil es todavía muy leve. Para explicar este hecho hemos de tener en cuenta varias cuestiones: en primer lugar que el zansin no se corresponde con un gesto técnico concreto o una característica particular del mismo; sino que es un sentimiento relacionado con un conocimiento general del kárate. A partir de aquí hay que considerar que estos niños por una parte, tan solo llevan dieciocho meses practicando este deporte, período demasiado breve para que este sentimiento y conocimiento general haya podido ser algo más que incipientes. Y por otra, que por las características cognitivas del período evolutivo en que se encuentran, aún tienen importantes dificultades para comprender y asimilar conceptos y cuestiones más abstractas. Esto último explica en parte unos mejores resultados del zansin en los niños de la categoría infantil, que ya están entrando en el período cognitivo de las operaciones formales, lo que les permitirá abordar con mayor facilidad la comprensión y asimilación de conceptos abstractos y descentrados de sí mismos como eje de referencias. En cualquier caso la complejidad del zansin es tal, que incluso en karatekas expertos no siempre se consigue completamente, por lo que una buena aproximación es lo máximo que a menudo podemos esperar de nuestros deportistas.

    Si para terminar realizamos una visión global de los movimientos analizados, podemos afirmar que en ambos se produce una mejora primero en los movimientos que afectan al tren superior y más tarde en los que afectan al tren inferior.

    Además, los resultados de cada niño en particular y del conjunto de ellos, son mejores en aspectos analíticos del movimiento que en la ejecución global del gesto. Esto puede relacionarse por una parte con las dificultades para memorizar una serie de movimientos, sobre todo en las categorías inferiores y por otra en la forma en que han sido aprendidos los movimientos: si éstos han sido aprendidos primero de forma analítica para luego unirlos y conseguir el gesto global, es muy probable que esto cause unos mejores resultados a nivel analítico que global.

    Sobre este último punto, y enlazándolo con la introducción, quizá sería interesante aconsejar a los profesores y entrenadores de pequeños karatekas que tratasen de desarrollar métodos de enseñanza adaptados a las características evolutivas de los niños a los que se dirigen; ya que su baja capacidad memorística y analítica frente a una mayor capacidad global de estas edades, puede sugerir que la adaptación de los mismos métodos que tradicionalmente se han utilizado para la enseñanza de adultos muy probablemente no sean los más adecuados para niños pequeños.

    Como conclusión, muchos autores aseguran que el karate es uno de los pocos deportes que se aprende durante toda la vida, que es una mezcla de práctica, pero sobre todo de conocimiento y dominio corporal. En este trabajo queda demostrado que al menos en las primeras edades esto sucede así.

    Sería interesante que partiendo de este mismo estudio como referencia se realizara con una muestra suficiente para que los datos obtenidos sirviesen de mayor ayuda a los profesores y estudiosos del tema.


Bibliografía

  • Apuntes del examen de 2&186; DAN de karate. No publicados.

  • Gummerson, T. (1993) Enseñanza de las artes marciales. Ed: Paidotribo. Col: Artes Marciales.

  • Habersetzer, R. (1990) Karate - Do. Editorial Hispano Europea. Barcelona.

  • Oña, A. (1987) Desarrollo y Motricidad. C.D. INEF. Granada.

  • Ruiz Pérez, L.M. (1994) Desarrollo motor y actividades físicas. Gymnos. Madrid.

  • Sáenz Fernández, F. (1992) Didáctica y técnica del karate.. Publicaciones Fher S.A. Bilbao

  • Web de la Federación Española de Karatev Wickstrom, R. (1990) Patrones motores básicos. Alianza. Madrid.

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