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Natación en la Escuela Especial

   
Escuela de natación del Instituto I.D.E.A., Ituzaingó
(Argentina)
 
 
Diego Fazio, Esther Vázquez
Eli Marco y José García
ddidac@hotmail.com
 

 

 

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 41 - Octubre de 2001

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    Intentamos contar algunos de los aspectos que rodean a la actividad y que trascienden ampliamente el simple objetivo de " aprender a nadar". Tampoco haremos referencia a vivencias que se limitan al entorno de un natatorio, sino de algo más amplio.

    En principio tomamos al agua como el primer medio natural en el que comenzamos nuestra vida, percibimos nuestras primeras sensaciones y realizamos nuestros primeros movimientos (la primer imagen corporal, es la de flotar, dice F. Tustin). Tomamos al niño en sus aspectos socio-afectivos, intelectuales y motrices, sobre los cuales basamos nuestros objetivos de trabajo. Los aprendizajes van reestructurando los esquemas corporal, espacial y temporal, a través de ésta vivencia especial, de ésta experiencia original que es estar en el agua.

    Vemos que los aprendizajes siguen una secuencia que recuerda al desarrollo psicomotor del niño pequeño. La situación de gran dependencia a la que induce el agua, lleva a realizar una separación del cuerpo del adulto en un proceso similar al que transita el bebé con sus padres.

    En cuanto a lo específico del área, en los encuentros de Natación buscamos la autonomía del niño, que para nosotros se traduciría en la posibilidad de flotar, de dejarse sostener por el agua.


El niño y el agua

    Situaciones en la profundidad, en el borde, adentro y afuera del agua; vivencias de lo envolvente, lo vacío, lo lleno, sumergirse y emerger, dominando al propio cuerpo, conociéndolo, viviéndolo; jugar en el espacio acuático, con el agua como objeto de juego; y mucho más...


Cómo

    A través del juego. La pileta, con un borde demarcado se convierte en un espacio de permiso para poder explorar un sinfín de posibilidades.

    Utilizando los objetos propios de los natatorios (flotantes y hundibles), nosotros, los otros y el agua, cada uno elige, tirarse del borde, intentar un nuevo movimiento, mirarnos adentro del agua, o bucear y tocarnos, piel a piel, cuerpo a cuerpo, en un encuentro que se convierte en un diálogo muy rico; un nuevo diálogo tónico.


Objetivos

    Sin perder de vista el primer objetivo que es participar de la actividad con placer, van surgiendo, según las necesidades de cada grupo, nuevos planteos.

    El agua induce a situaciones regresivas, por su temperatura tibia, por el estrecho acercamiento corporal, que retrotraen a la etapa primitiva de la simbiosis, del placer oral, de la manipulación, de la mirada reflejante; hay una entrega al cuerpo del adulto. Por lo que la pileta pasó a ser un lugar importantísimo para la observación.

    Nos preguntamos: ¿Cómo se desenvuelve cada niño en el agua? Juega? Se relaciona con otros? ¿Con qué grado de autodeterminación e independencia realiza la actividad?. A partir de las observaciones y de los diagnósticos grupales, cada año y para cada grupo enunciamos nuevos objetivos, en función de las adquisiciones motrices en el agua, del autovalimiento (dentro y fuera del agua( incluyendo traslado y vestuario))y de los aspectos relacionales, como anteriormente planteamos.


La actividad en sí misma

    El día de encuentro es el viernes, pero de Natación se habla toda la semana. Los niños con que contamos son discapacitados intelectuales leves y moderados, y un pequeño grupo correspondiente al Centro de día de la misma institución. El equipo docente está conformado por profesores de Educación física, psicomotricistas y docentes de la escuela que colaboran desde el borde; éstos tienen la oportunidad de observar a sus alumnos en una actitud completamente distinta a la habitual. La comunicación permanente con ellos nos es fundamental. Algunos comparten el hecho de entrar al agua, lo que les permite acercarse más a los chicos y poder jugar con ellos. La demanda de atención en el agua es mucho mayor que en el medio terrestre.

    En los niños mayormente perturbados en su posibilidad de comunicación, se abre un lugar para la demanda. Tal vez el miedo, una situación desconocida o de peligro los hace volverse hacia afuera y reclamar una mirada, un apoyo. A veces nos "agarran", tal como si se aferraran a un objeto al alcance de su mano; acompañando, con canciones, miradas, contactos, respetando los permisos, a veces limitados, que los niños nos ofrecen, se puede dar, entonces, el dejar de ser " objetos de agarre" y entrar en comunicación con ellos.

    Contactar al cuerpo para "resaltar sus límites y su longitud" (dice D Calmels), también para lograr una cierta relajación del tono muscular. Si logramos la relajación, el niño al fin se dejará sostener primero por nosotros, y luego por el agua. Allí detenemos los estímulos sonoros y damos lugar a una experiencia absolutamente individual que es la de flotar. Para algunos chicos dejarse sostener es fácil, pero aparece la dificultad en el pasaje hacia la independencia del contacto del adulto. En esos casos utilizamos objetos flotantes que de a poco vayan supliendo el sostén corporal. Se empieza a establecer así una distancia.

    Como ya dijimos, tratamos de que los chicos vayan adquiriendo algunas técnicas básicas de flotación que se relacionan con la supervivencia. Lo demás viene solo.

    A Fernando lo veo dar sus primeras brazadas; no las enseñé, él las necesitó para nadar más rápido. Ahí comienza el aprendizaje de lo que se llama "estilo", del estilo que él necesita para sentirse más seguro en el medio acuático.

    A Silvina hay muy pocas cosas que le gusten tanto como el agua; ella me pide "nadar". A pesar de sus dificultades de coordinación ha aprendido algo parecido a los estilos convencionales, y su preferido es "pecho". Hoy por hoy nada 600 metros dos veces por semana, identifica diferentes velocidades, ha encontrado por sí mismas posiciones que le permiten descansar y relajarse; todo esto tras cinco años de un minucioso trabajo.

    Daniel cuando empezó, también hace cinco años, lloraba porque le daba miedo el agua que apenas le llegaba a las rodillas. Hoy utiliza todo el espacio del natatorio, ha aprendido a dominar su cuerpo en horizontalidad, sumergiéndose, flotando de espaldas. La imitación fue la base de sus adquisiciones. Adora la pileta, tanto como la plaza y el pelotero, espacios de libertad.

    Mariano empezó de chiquito, y era el único lugar donde los papás lo veían feliz. No era fácil ocuparle el tiempo, pero el agua parecía el medio ideal, por lo que empezó a concurrir bastante seguido. Logró flotar por sí solo, sumergirse controlando la respiración, respetar los espacios de trabajo, sin invadir los ajenos, demostrar afecto a través de acercamientos y contactos suaves. Hoy, y gracias a la buena voluntad de la gente del club, Mariano participa del momento de "pileta libre", toda una experiencia para él y para quienes comparten ése horario.


El método

    El juego es el motor de todos los aprendizajes posibles, es también el acercamiento necesario para poder establecer relaciones afectivas, básicas para el desarrollo de la actividad.

    El entrar al agua es una gran experiencia imaginaria. A veces vamos a la pileta, otras nos acercamos a un mar lleno de sorpresas, las planchas de goma son barcos de piratas, y en el fondo del agua puede estar escondido un tesoro de oro y plata. Las fantasías entran junto con las mallas, no se pueden quedar en el bolso.

    A los niños los mecemos, los hacemos girar arrastrando el agua con sus cuerpos, los lanzamos y volvemos a tomar; nos trasladamos con ellos, transportándolos en nuestras espaldas. Inventamos toboganes y los esperamos en la caída, los ayudamos a trepar por las escaleras y los bordes. Jugamos a escondernos detrás de los objetos, adentro del agua, y aparecemos nuevamente por delante, por detrás, cerca y lejos de ellos, los perseguimos y nos dejamos perseguir, por peligrosos tiburones... poniendo el cuerpo, manteniendo un ritmo realmente dinámico.


Conclusión

    Desde el momento de salir de la escuela, hasta salir del vestuario, donde el más chiquito pelea con su remera para que la cabeza no pase por la manga, y el más grande se pasa la hora frente al espejo, todo es importante.

    ¿De quién es esta mochila?: algunos aún no reconocen lo que es suyo, pero esto es parte de lo que buscamos. Reconocer lo propio, reconocerse a sí mismo.

    Los logros son muchos, especialmente porque natación es una actividad que provoca mucho placer.


Bibliografía

  • Frances Tustin. El cascarón protector en niños y adultos. Amorrortu Editores.

  • Daniel Calmels. Del sostén a la transgresión. D & B ed.


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