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Las emociones como consecuencia de las cargas de entrenamiento
Dr. Francisco García Ucha

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 41 - Octubre de 2001

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    La actitud frente al dolor, asimismo, le corresponde en estas estrategias una determinada importancia. Aun cuando las técnicas de afrontamiento son altamente individuales emergen algunos patrones comunes y que tienen un resultado efectivo. El corredor es capaz de incrementar su tolerancia al dolor agudo manteniendo una interpretación positiva del mismo. Se establece para él que "vas a comenzar a entrenar cuando tú comiences a sentirte dañado o destruido", "yo necesito al dolor. El dolor significa que estoy poniendo todo en el entrenamiento". Por medio de autosugestiones de esta naturaleza el deportista debe llegar a la concepción que el dolor no sólo es necesario sino también deseable para lograr una alta asimilación de las cargas de entrenamiento.

    D. M. Meichenbaum (1977,1985), plantea cuatro fases de preparación para el dolor que admiten su aplicación al deporte. Estas son:

  1. Preparándose para el dolor. Deben de darse instrucciones que le indiquen al deportista que será capaz de manejar la fase del dolor, por norma: "Has desarrollado un plan para manejar la fatiga". "Empieza a concentrarte en los detalles de la técnica". "Tienes muchos recursos que puedes utilizar". "Los demás participantes también están sufriendo tanto como tú, pero tú tienes una estrategia".

  2. Enfrentándote y manejando el dolor. Esas indicaciones inician la secuencia de acontecimientos para tolerar el dolor, por ejemplo: "Vas a aguantar esto". "Ve paso a paso por cada paso de la estrategia".

    "Pensar en las estrategias es más importante que pensar en el dolor." " El dolor es una señal para concentrarte lo más fuerte que puedas"; (más que nunca). "De la señal para concentrarse en la eficacia de la técnica".

  3. Afrontando las sensaciones de dolor en los momentos críticos. Las sensaciones de fatiga aparecen periódicamente a lo largo del esfuerzo y pueden actuar como distracciones. Es necesario manejar las distracciones y volver a centrarnos en la tarea, por muestra: "El cansancio es una señal para trabajar en punto técnico" "¿Qué haré? " "Si que duele, pero puedes aguantarlo si te concentra en la técnica". "Usar la estrategia te ayudara a mantener el control".

  4. Auto indicaciones reforzantes. Una vez cesada la actividad estresante debe hacerse algún auto refuerzos. "Concentrarse en la técnica si que puede ayudar". "Lo puedes hacer incluso mejor la próxima vez".

    Por otra parte, llamamos estrés crónico a las respuestas del organismo que tienen un carácter lento, diferido a las cargas intensas de entrenamiento y que dan lugar a reacciones emocionales descritas aquí, como la expresión emocional de la fatiga y el agotamiento.

    En este sentido, señalamos el empleo de las técnicas de relajación, que permiten llegar a una mejor recuperación del deportista, equilibrar su descanso y el sueño, que en muchas ocasiones se ve alterado en estos estados de agotamiento.

    Un conjunto de recomendaciones puede ser llevadas a cabo por el deportista para facilitar el transito por esta etapa de la preparación deportiva.


Recomendaciones:

  1. Reconocer que la tensión y el discomfort forman parte del entrenamiento, es una señal de que las "cosas" marchan y darán lugar a una capacidad de trabajo superior.

  2. Centrar su atención en las metas que debe alcanzar en el proceso de entrenamiento, imaginar su satisfacción cuando logre resultados superiores en las competencias o alcance el dominio de la técnica y táctica.

  3. Llevar a cabo auto mandatos que lo estimulen al cumplimiento de la tarea.

  4. Utilizar el apoyo de la presencia en las sesiones de entrenamiento de familiares y amigos y otras personas que facilitan el entusiasmo del deportista.

  5. Mantener un estado de animo jovial y alegre.

    G. D. Gorbunov (1988 p. 54), extiende un conjunto de recomendaciones para los entrenadores donde incluye:

  1. Un cierto grado de la tensión psíquica excesiva en el máximo de la carga de entrenamiento es una consecuencia lógica del proceso de entrenamiento correctamente estructurado. La plena ausencia de los síntomas de la tensión psíquica excesiva significa que el deportista podría soportar una mayor carga física y un régimen deportivo más rígido.

  2. El entrenador debe tener presente que a la hora de aparecer los síntomas de la primera fase de la tensión excesiva, hay que corregir en lo fundamental las relaciones y la conducta del deportista, tal vez, incluso, cambiar su régimen, pero nunca la carga de entrenamiento. El deportista debe conocer la necesidad de experimentar estos estados y estar seguro de que se recupere rápidamente en el período de reducir la carga.

  3. Al aparecer los síntomas de la segunda fase de la tensión excesiva, el entrenador debe revisar la carga planificada de entrenamiento y el sistema de recuperación del deportista.

  4. Si se revelan los síntomas de la tercera fase de tensión psíquica excesiva, ello significa que el entrenador ha cometido errores graves en la preparación del deportista. En este caso, el deportista debe pasar a un proceso de recuperación que en muchos casos no logra su regreso al deporte.

    En suma, las respuestas a las cargas de entrenamiento son muy complejas, como se señala, hay circunstancias que desencadenan el estrés agudo dentro de la propia ejecución de las tareas deportivas, existe el cansancio y la fatiga fruto de las cargas que se realizan en la unidad de entrenamiento, y la fatiga crónica y síndrome de sobreentrenamiento deportivo.

    La fatiga subaguda ocurre posterior a uno o más micro ciclos relativamente intensos, con poca recuperación y acumulación de fatiga residual. Bien planificado conduce a la súper compensación. Tiene efecto sistemático y pudiera ser patológica. La fatiga crónica aparece después de varios microciclos o durante un microciclo. Tiene consecuencias sistémicas y patológicas de deterioro orgánico global. Nos puede conducir al síndrome de sobreentrenamiento deportivo.

    El síndrome de sobreentrenamiento es una respuesta psicobiológica compleja a una sobresolicitación continuada que puede responder a la acción combinada o no de múltiples estresores relacionados no solo con las cargas de entrenamiento, sino con la competición y el ámbito de vida del deportista. R. Cohen Grinvald (1998).

    Los síntomas de sobreentrenamiento comprenden: Bajo rendimiento, depresiones (pérdida de interés, conducta competitiva, pérdida de libido), pérdida de peso y apetito, aumentada ansiedad e irritabilidad, fatiga, perturbaciones del sueño, dificultad para conciliarlo, pesadillas, despertarse durante la noche, y levantarse cansado, infecciones menores frecuentes, sobre todo, del tracto respiratorio superior, frecuencia cardíaca en reposo elevada y sudoración excesiva.

    Las respuestas al estrés de entrenamiento y competencia pueden incluso ser más tardías y dar lugar al Burnout.

    Este constituye el mayor impacto de la percepción de estrés sostenido durante años participando en el deporte. El burnout se concibe como un síndrome que se expresa en el estado emocional de la persona, la cual se siente agotada, despersonalizada y reducida en su realización personal.

    Resulta, de importancia realizar un diagnóstico diferencial entre el burnout y el sobreentrenamiento, ambos, pueden tener similitudes en cuanto a algunas de sus manifestaciones y las causas son diferentes y por tanto, la intervención psicológica para su desaparición, también es diferente.

    H. J. Freudenberger (1974) es el primer autor que empleó el concepto de burnout para expresar las manifestaciones del síndrome en aquellos profesionales que tienen un contacto intenso con sus clientes, sobre todo, en el campo de las organizaciones.

    C. Maslach, y S. E. Jackson (1981 y 1986), llegaron a definir el síndrome de burnout a partir de los síntomas que lo acompañan, destacando actitudes negativas, insensibilización, culpa, fatiga, insomnio, dolores de cabeza, incremento de la vulnerabilidad a las enfermedades virales, problemas digestivos, abuso de alcohol, drogas, problemas de sociabilidad, deseos de no trabajar, autoestima reducida y deterioro en los procesos cognitivos donde resalta la dificultad para la concentración de la atención.

    C. Maslach, y S. E. Janckson, (1981) ampliaron el campo de la investigación a otros ámbitos de la actividad humana, incluyendo el deporte, donde se inició la investigación con deportistas gracias a los trabajos, de D. A. Feigley, (1984).

    L. K. Fender, (1989) propuso definir el burnout en el deporte como una reacción al estrés de las competencias cuyos síntomas principales son: agotamiento emocional, actitud impersonal hacia los demás y disminución del rendimiento.

    Los estudios sobre burnout en participantes en el deporte se profundizaron en cierta medida por los vínculos tan estrechos entre el estrés y el burnout.

    A partir de los años 90 se realizaron un conjunto de investigaciones sobre todo en el sector del deporte infantil y juvenil por D. Davies y M. Armstrong (1991), J. J. Coakley, (1992) y E. J. Garcés de Los Fayos Ruiz, (1993), trataron de identificar los factores que contribuían al surgimiento del burnout, su evolución y como afectaba la motivación por participar en el deporte y, además, su importancia como precipitante del abandono de la actividad.

    Siguiendo, estas líneas de investigación se avanza, al mismo tiempo, en el desarrollo de modelos teóricos del burnout, en los estudios, de R. E. Smith, (1986), G. W. Schmidt, y G. L. Stein, (1991) y J. J. Coakley, (1992), de igual forma, se estudiaron las consecuencias del burnout en deportista y las estrategias de intervención y prevención por J. E. Loehr, y F. Festa, (1994). S. McCann (1995).

    No sólo las cargas de entrenamiento de gran volumen e intensidad causan reacciones emocionales como hemos señalado, otras condiciones de la actividad deportiva generan emociones de carácter muy fuerte y de diversa duración.


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