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Deconstruir la teoría, deconstruir las prácticas.
Bourdieu y Foucault en los discursos de la Educación Física

   
Profesora Nacional de Educación Física
Licenciada en Ciencias de la Comunicación
Investigadora del Instituto de Investigaciones "Gino Germani".
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires
(Argentina)
 
María Graciela Rodríguez
banquo@sion.com

 

 

 


Publicado originariamente en Epicuro, Nº 3, Buenos Aires, octubre.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 38 - Julio de 2001

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    En los últimos tiempos el campo discursivo de la Educación Física (EF) ha sido saludablemente objeto de una mirada que le interroga tanto por la validez de sus prácticas como por la densidad de las teorías que las sostienen. Y aunque esta mirada ya no remite al viejo (y estéril) dilema sobre el estatuto "científico" de la EF, el aporte de marcos conceptuales provenientes de la sociología, la antropología o los estudios culturales, en cierto modo lo reactualiza, problematizando el corazón mismo de su episteme.

    La EF es una disciplina paradójica con una dificultad que le es propia: está constituida por un objeto (el cuerpo y el movimiento) que poco o nada ha variado a lo largo de los siglos, y por un contexto de aplicación profundamente sujeto al devenir histórico y social. Un problema central que ha enfrentado la disciplina desde su origen es, justamente, el problema de los complejos contextos de acción frente a la estabilidad de su cuerpo de conocimientos. Es decir, que cuenta con un saber específico que la hace legítima socialmente, saber por el cual los profesores de EF estamos llamados y autorizados a actuar en la sociedad pero, de hecho, el contexto en que ese saber se aplicará, se modifica en lo que Aníbal Ford denomina "tiempos cortos" (Ford, 1994), tiempos de cambios veloces, complejos y explosivos. En pocas palabras: la EF posee un saber específico y altamente estable que es necesario colocar en un contexto cargado de incertidumbre1.

    Todo esto confirma la evidencia de que es necesaria la utilización de diversos marcos conceptuales para responder a variadas preguntas y la utilización de diferentes herramientas para abordar la resolución de distintos problemas. De allí que sea celebrada la llegada al campo de la EF (tradicional territorio abonado por los cientistas biologicistas) de intelectuales provenientes de otros campos académicos.

    Sin embargo, conviene también reparar en los usos "livianos" de algunos conceptos, no con el fin de retirarlos del debate sino más bien todo lo contrario: ubicarlos dentro de él pero con la actitud crítica que tal préstamo conceptual significa. Esto es: deconstruir la teoría para deconstruir las prácticas.

    Me quiero detener en esta ocasión, en dos series conceptuales que han aparecido en los últimos tiempos: el concepto de habitus de Pierre Bourdieu y los estudios sobre los dispositivos de vigilancia de Michel Foucault.


Habitus y praxis: las marcas de lo social

    En las últimas conversaciones acerca de la reproducción de las prácticas en la formación docente, se ha comenzado a utilizar el concepto de habitus, que aparece en el discurso de los formadores de formadores como una clave para comprender las razones de una suerte de reproducción acrítica de las prácticas aprendidas a través no sólo del curriculum explícito sino también del oculto.

    Huelga decir que a Bourdieu jamás le interesó la EF 2 aunque esto no sería un obstáculo para hacer uso de un concepto de su invención. Sin embargo, cuando este sociólogo francés acuñó el término habitus, lo hizo pensando en aquellas normas objetivas que se interiorizan en lo subjetivo y se expresan en lo corporal. Lo de "normas objetivas" se refiere a la base material de una sociedad, a aquellas determinaciones sociales que se interpenetran con las condiciones de clase. Es decir, que el concepto de habitus remite a una dimensión estructural -clasista- y no a una diferencia sesgada por lo profesional. Más allá de que el proceso de instrucción técnico-profesional de hecho imprime "marcas" en los cuerpos, seguramente estas marcas dialogarán también con el habitus de clase.

    Señalo esto porque me parece que no deberíamos confundir el "aprendizaje" de hábitos, costumbres, léxicos, gestualidades y códigos propios de una profesión, con el significado más agudo -y operativo- de habitus que está destinado a indicar la subjetivización, en un cuerpo individual, de las condiciones objetivas de una sociedad.

    De allí que su utilización como clave de entendimiento de la reproducción de las prácticas de EF en la formación docente sea, no sólo equivocada, porque sería como pretender que los profesores de EF somos una "clase" social, sino riesgosa, porque se estaría atribuyendo la interiorización de los códigos no-dichos de una profesión a una circularidad de clase, cosa que es un reverendo disparate.

    Por otra parte, para "desarmar" este disparate, también es necesario señalar que, pese a la sospecha de reproductivismo que suele sobrevolar cuando uno aborda las primeras lecturas de Bourdieu, el habitus no es algo dado de una vez y para siempre sino que puede modificarse en el tiempo a través de la praxis, aún cuando ésta se encuentre ineludiblemente sujeta al habitus. La profesión elegida, sin ir más lejos, forma parte de este ejercicio. Por lo tanto, será en la praxis, entendida como relación dialéctica y activa entre las teorías y las prácticas, donde el habitus (de clase) encontrará un modo de reconfigurarse.


Dispositivos de vigilancia: beneficios y control

    Otro autor que también ha sido revisitado en los últimos tiempos es Michel Foucault, a quien tampoco le interesaba la EF. Para ser exactos, a Foucault le interesaban los procesos de disciplinamiento y vigilancia que acompañan el pasaje del capitalismo agrario al industrial: de qué modo se domestica a los cuerpos de los campesinos para convertirlos en mano de obra fabril; de qué manera se recluye a los sujetos que escapan a la norma (delincuentes, locos) y qué dispositivos se configuran para vigilarlos. De allí que se haya centrado en aquellas instituciones como la cárcel, el manicomio, la fábrica y, sólo en un sentido menor, la escuela.

    Un libro relativamente reciente de Fabián Nievas (1996) sintetiza las ideas más centrales de Foucault en relación al disciplinamiento de los cuerpos (especialmente en el capitalismo) y también lo menciona Carolina Fuentes en su artículo "Reflexiones al pie del patio"3, por nombrar sólo un par de autores. Pensar desde la perspectiva del disciplinamiento remite inevitablemente a Foucault, quien parece ser el autor más indicado para dar cuenta de los efectos del control social sobre los cuerpos y convertirse así en una plataforma estratégica desde la cual poder pensar el rol de la EF en este proceso de "domesticación".

    Sin embargo, la mayoría de las veces se pierde de vista la dimensión más general del contexto socio-cultural en el que transcurre dicho disciplinamiento y estos olvidos impiden discernir dos tipos de deslizamientos: por un lado el lugar (¿central? ¿periférico?) de la EF dentro de los aparatos ideológicos del proceso modernizador y por el otro los beneficios o el provecho que extrajeron -extraen- los "domesticados" del mismo.

    En relación al primero, la EF es una disciplina que, legitimada desde una postura higienista, se incorpora al mundo escolar y al abanico más amplio de los dispositivos llamados a cumplir un rol de integración de todos los sectores en los proyectos nacionales (Aisenstein, 1994, 1995, 1997, 1998). La incorporación de la EF al curriculum escolar convivió con un debate alrededor de dos opciones: los sistemas de gimnasia y los deportes4.

    Cada uno concebía de diferente modo las intenciones educativas de las actividades físicas, tema que viene a complementar la necesidad más englobadora de consolidar el proyecto político de la modernidad en los primeros años de este siglo. Sin embargo, es necesario aclarar que el debate no se centraba en "negar o afirmar la legitimidad en la tarea del Estado para encolumnar a la población tras un proyecto político común, transmitiendo el sentido del mismo y garantizando en los sujetos las disponibilidades mínimas para su concreción" (Aisenstein, 1994: 13) sino en los contenidos sustantivos e instrumentales que la Educación Física debía contemplar para llevar a cabo esta tarea disciplinadora5. Esto significa que la escuela en su conjunto fue diseñada con el objetivo de disciplinar a los nuevos sectores sociales que se estaban incorporando al proyecto nacional. De modo que la EF es una herramienta más en el proceso educativo modernizador.


Lecturas: Educación Física y Deportes · http://www.efdeportes.com · Año 7 · Nº 38   sigue Ü