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Importancia del stress como
objeto de estudio en psicología del deporte

  Investigador Auxiliar del Instituto de Medicina del Deporte.
Psicólogo Equipo Nacional de Atletismo
(Cuba)
Dr. Luis Gustavo González Carballido.
lgus@inder.co.cu

 

 

 

 
Versión por artículos del libro Stress y deporte de alto rendimiento para EFDeportes.com.
Artículo Nº 1
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 36 - Mayo de 2001

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    Una peculiaridad de la Psicología es su sistema conceptual, que cuenta con términos muy ligados a la vida cotidiana del hombre y a su lenguaje común, lo que puede dificultar la comunicación entre los propios investigadores. Tales son los casos de "inte-ligencia", "personalidad" y, más recientemente, "stress".

    Estos términos forman parte del contenido de trabajo común de psicólogos, médicos, pedagogos, entrenadores deportivos y otros especialistas relacionados con la conducta humana.

    Por estas razones, deben establecerse bases teóricas antes de iniciar cualquier discusión acerca del complejo problema del stress; para hacerlo es necesario tratar aspectos de carácter terminológico e histórico.

    La palabra stress es una abstracción de la cual no ha podido prescindirse. Como planteó Ganong, W. F. (44), el vocablo es breve, con carga emocional y útil para hacer referencia a algo que, de otra manera, se necesitarían muchas palabras para decir.

    Se conoce que fueron los físicos quienes comenzaron a hablar de stress para referirse a la deformación y tensión interna que sufren los cuerpos bajo la acción de fuerzas externas de determinada magnitud.

    Inspirado en estas formulaciones y en la imponente mecánica de entonces, Claude Bernard llamó stress a la respuesta adaptativa de un organismo ante la presencia de un estímulo nocivo, llegando a establecer que la enfermedad se produce cuando la respuesta es incapaz de contrarrestar esa nocividad o cuando, a fuerza de la repetición, la respuesta adaptativa causa daño en sí misma.

    Esta suposición se confirma como causa de numerosas enfermedades crónicas no transmisibles, las cuales han llegado a sustituir a las infecto contagiosas como primera causa de muerte en nuestro país desde 1970. (107)

    Al efecto, Aldereguía y Komarov, Y.M. (1) plantearon que "entre los factores de riesgo, no lo hay seguramente más universal que la tensión psíquica y el stress "patogenético", que con frecuen-cia son causa de las enfermedades más diversas y, ante todo, de las neuropsíquicas y las llamadas psicosomáticas ... en 64-88 % de los casos de hipertensión se advirtieron conmociones emocionales fuertes. Traumas psíquicos agudos, emociones negativas y sobretensión nerviosa brusca preceden al infarto en el 35-40 % de los casos y larga tensión psicoemocional en el 30-35 % ... "

    Se han determinado diversas alteraciones de respuestas fisiológicas en pacientes bajo stress. En determinado estudio se evaluó el potencial de hiperreactividad cardiovascular, pulmonar y bioquímico en sujetos sometidos a stress mental, hallándose incrementos significativos de frecuencia cardíaca, presión sistó-lica y diastólica y frecuencia respiratoria. (24)

    Indicadores hormonales también muestran su sensibilidad al stress (62), lo que explica el complejo mecanismo psiconeuroendocrino del problema.


Caricatura cortesía de “Alben”


    En las primeras décadas del siglo, Cannon, W. (15), (16) llamó la atención sobre la llamada "función de emergencia" (activación de los sistemas del organismo que facilitan la lucha o huida y la simultánea inhibición de otros que las interfieren) y descubrió el papel de las catecolaminas como hormonas del sistema simpato adrenomedular, cuya secreción aumenta ante situaciones en las que la acción y el combate son inminentes.

    Con tales antecedentes, el fisiólogo Hans Selye (115, 116, 117) elaboró la teoría más conocida y sistematizada del stress, te-niendo entre sus principales méritos haber profundizado en el carácter inespecífico de la respuesta y en el rol del sistema pituitario adrenocortical en la producción de cortisol, hormona asociada a los estados de duda, incertidumbre, preocupación y temor.

    De acuerdo con Selye, stress es la "respuesta del organismo a cualquier demanda hecha sobre él; es un viejo patrón de adapta-ción filogenético, estereotipado, que prepara al organismo para la lucha y la huida. Esta respuesta de la "edad de piedra" puede ser provocada por una variedad de condiciones psicosociales entre otras de la vida moderna, cuando la actividad física no es posi-ble o aceptable socialmente".

    Los sistemas fisiológicos más importantes que intervienen en la respuesta de stress aparecen esquematizados en la figura Nº 1.


Fig. Nº 1. Resumen esquemático de los dos sistemas fisiológicos mas importantes de la respuesta de stress


    Gracias a la teoría de Selye, que comenzó a conocerse en 1936 mediante un artículo de solo tres cuartillas en la revista Natu-re, se profundizó en la respuesta común de los organismos ante estímulos nocivos de distinta naturaleza y se conoció en detalle el proceso de adaptación del hombre a condiciones extremas.

    El Síndrome de Adaptación General, concebido por Selye, contempla tres etapas: La "reacción de alarma" o movilización energética del organismo para responder al estímulo nocivo que lo amenaza; la etapa de "resistencia" en la que el organismo logra mantener la eficiencia y el equilibrio a un costo neuroendócrino relativamente alto, y la de "agotamiento", en la que los meca-nismos adaptativos ceden y el sistema enferma o perece.


Figura No. 2 Síndrome de Adaptación General. Tomado de la obra “Endocrinología”, de Hans Selye (116).


    Obsérvese que la resistencia específica (la que se opone al estímulo que se enfrenta) y la cruzada (la que se opone a otros estímulos amenazantes, como enfermedades infecciosas, entre otros) no tienen el mismo comportamiento. Después de disminuir ambas en la fase de choque (“¿qué está ocurriendo?”) la específica se eleva significativamente durante una gran parte de la etapa de contrachoque y del período de resistencia, mientras la cruzada disminuye drásticamente, lo que explica que deportistas sometidos a stress prolongado, pueden ver afectada su resistencia inmunológica a diversos procesos gripales y otras enfermedades oportunistas que se presentan en períodos competitivos.

    Un aspecto importante en las concepciones actuales sobre stress es su asociación con la experiencia vital del sujeto. En un simposio sobre psicopatología de la adaptación del hombre, cele-brado en 1975, Selye declaró que "stress es el ritmo con que vivimos en un momento determinado, y todos los seres vivos estamos constantemente bajo stress, y cualquier cosa, penosa o placentera que acelere el ritmo de nuestra vida, causa un aumento temporal del stress ... Un golpe violento que recibimos o un beso apasionado, pueden igualmente ser provocadores de un gran stress" (78)

    En este sentido, Levi, B. (82) demostró que los niveles de stress dependen tanto de la intensidad como de la cualidad del estímulo stressor. En lo que respecta a la “cantidad” de la experiencia, (Figura No. 3 ) tanto stress padece un individuo en un cuarto a prueba de sonidos que inmerso en una cadena de producción con elevado ruido. En cuanto a la “cualidad” de la experiencia (Figura No. 4) esta puede ser placentera o displacentera, y en ambas direcciones se produce stress.




    Un nuevo modelo, en este caso bidimensional, surgió posteriormen-te gracias a Karasek, R.A. y otros (70), que toma en considera-ción un aspecto muy importante, sobre todo, en la ejecución de tareas de precisión o alto rendimiento: el Control.

    Este concepto está basado en el criterio de que una persona que esté en condiciones de regular la estimulación a la que se ve expuesta, puede ser capaz de mantener la activación fisiológica y psicológica a un nivel óptimo sobre un amplio rango de condicio-nes estimuladoras. (37)

    Este enfoque bidimensional está expresado en la figura No. 5 . En ella se sustituye el término original “stress” por “excitación”, ya que consideramos el primero como una respuesta, no como una condición que interactúe con la categoría “control”. A nuestro juicio, es de tal dinámica que se produce la respuesta de stress, y hemos querido reflejar esta diferencia de criterio sin desdeñar el valor del mencionado modelo. En el próximo artículo profundizaremos en este importante aspecto.

    En la figura se aprecia cómo el nivel de excitación se relaciona estrechamente con el grado de control que tenga el sujeto sobre la tarea, reflejándose en esta interacción el carác-ter de las vivencias y la posibilidad de ser eficiente, alejar el sentimiento de indefensión y aumentar la capacidad regenerativa.

    Este modelo anabólico-catabólico establece que el aumento de la capacidad regenerativa se produce con alto grado de control, mientras el agotamiento ocurre cuando se eleva el nivel de activación y se carece de control.



Fig. Nº 5. Modelo Bidimensional Control-Excitación. (Basado en modelo original, tomado de Alvarez, M.A. “Stress. Un enfoque psiconeuroendocrino”)


    El carácter dinámico de estas relaciones resulta muy útil para comprender la respuesta de stress en los deportistas, y tiene un valor heurístico para el entrenador y el psicólogo en sus esfuerzos por optimizar la respuesta de stress competitivo.

    Cuando se posee alto control de la tarea y el nivel de excitación también es alto, ocurren situaciones activas, generadoras de energías para enfrentar los retos que el deporte impone. Así, la actividad simpatoadrenomedular es elevada, se producen altas secreciones de catecolaminas, mientras el cortisol puede estar activamente suprimido. En este cuadrante se producen los rendimientos conforme o por encima de lo esperado y la capacidad de recuperación es elevada.

    Cuando el control de la tarea el alto pero el nivel de excitación es bajo, se producen situaciones relajadas, en las que puede predominar la distracción, la falta de incentivos, la indiferencia ante éxitos o fracasos y de ninguna manera se producen los mejores rendimientos. En tal caso, el eje simpatoadrenomedular se puede encontrar medianamente activado y el pituitarioadrenocorcial poco activado.


    Si el control de la tarea es bajo y el nivel de excitación es alto, se producen situaciones de distress, es decir, un incremento de la actividad pituitario adrenocortical (con elevadas producciones de cortisol), una reducción de la actividad simpatoadrenomedular (con reducidas producciones de catecolaminas, en particular adrenalina y noradrenalina) y un sufrimiento psicológico.

    Por último, si el control de la tarea es bajo y también lo es el nivel de excitación, se producen situaciones pasivas, con respuesta psiconeurodocrina plana y en la que no se exhiben intenciones de combate.

    Tomemos el ejemplo de un bateador en un juego de béisbol. Imagine


    que se encuentra en un “conteo incómodo” de dos strikes sin bolas y que históricamente le ha costado descifrar los envíos del lanzador que tiene delante. El partido es de rutina o “trámite” y su equipo se encuentra en clara ventaja en un momento temprano del juego.

    Es obvio que el grado de control de la tarea es bajo y que el nivel de excitación también lo es. De tal manera, habrán muchas probabilidades de que se produzca una “Situación Pasiva”, la cual no suele asociarse a respuestas deportivas eficaces.

    Se mostrará indiferente o algo desdeñoso, pero bateará sin presión y eso le permitirá al menos contactar la bola y ponerla en juego. Con suerte, provocará un error o sacará un “macuchón” que se convierta accidentalmente en hit, pero es muy poco probable que se emplee a fondo para tratar de descifrar los envíos y sorprender con un buen batazo. Para ello se necesita energía y una alta disposición, que la situación de juego es incapaz de proporcionar.

    Sin embargo, dos entradas más adelante el equipo contrario logra empatar y el juego se aproxima al último capítulo. En esta nueva situación, al enfrentarse al mismo pitcher “difícil”, el bateador puede caer en una “Situación de Distress”, al mantenerse bajo el control de la tarea (no puede descifrar eficazmente los lanzamientos) y elevarse bruscamente el nivel de excitación del partido.

    Ahora tiene muchas probabilidades de “poncharse”, debido al incómodo estado psicológico y fisiológico que se padece, en el cual se sufre angustia, inhibiciones e incertidumbre y la respuesta psiconeuroendocrina es desorganizadora y adversa.

    Sabiéndolo, el psicólogo preparará al atleta para la nueva situación, en la que habrá de acudir a recursos de autocontrol aprendidos previamente.

    Veamos un ejemplo real, que refleja la representatividad de este modelo dinámico de stress en la actividad deportiva. En el campeonato mundial de Tiro en Movimiento, celebrado en la ciudad de Edmonton, Canadá, en 1983, el equipo cubano de skeet o tiro al plato venía realizando la mejor actuación de su historia.

    Detrás de Estados Unidos y la Unión Soviética se ubicaban Italia y Cuba, con la misma cantidad de aciertos al terminar la penúltima ronda de veinticinco platillos. Si en la final terminaban empatados ambos equipos, la victoria correspondería a Cuba por la distribución de los rendimientos a lo largo de la competencia.

    De tal manera, los italianos debían cerrar con veinticinco platillos rotos de igual cantidad posible y esperar que el cubano que cerraba la competencia errara alguno. En eso radicaba la esperanza italiana de obtener la preciada medalla de bronce.

    Nuestro último competidor comenzó muy bien su ronda, mostrando gran capacidad de autocontrol en aquellas difíciles condiciones. Todo el equipo italiano se concentró en la primera línea de observadores y el silencio y la tensión eran totales.

    Nuestro atleta aplicó excelentemente todas las técnicas aprendidas: los ejercicios de respiración completa interdisparos, la “mímica expresiva”, la representación ideomotora de los movimientos y la reproducción de tonos musculares óptimos.

    Uno a uno fue rompiendo todos los platillos. En los más difíciles (posiciones 3, 4 y 5, la primera y la última con salidas dobles) se mostró seguro y efectivo. Al disponerse a tirar en la posición 6, la esperanza italiana comenzaba a esfumarse y sus representantes a retirarse gradualmente.

    En la octava y última posición, en la que el platillo se aprecia con mayor claridad y su trayectoria pasa a muy poca distancia del cañón de la escopeta, nuestro atleta rompió fácilmente el platillo de la alta. Pero luego, al volverse para abatir la inofensiva “ocho baja”, erró el disparo ante los ojos incrédulos de todos los presentes. Perdió así, en el platillo más fácil de la ronda, la ansiada medalla por la que el equipo se había preparado durante años y por la que habían luchado tenazmente durante todo el campeonato.

    Los italianos se volvieron al escuchar la voz de “Foul” del juez y la expresión de lamento de quienes aguardaban para el aplauso final. No sabían si creerlo o no. El propio contrario les había cedido la victoria.


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