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Las capacidades coordinativas en los juegos
deportivos colectivos. El balonmano.

*Facultad de Ciencias de la Educación.
Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Universidad de Vigo.
**Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
Doctorando en la Universidad de Vigo.

Carlos Lago Peñas*
Pilar López Graña**
pulgri@mundofree.com
(España)

Resumen:
    El trabajo que se presenta a continuación pretende desarrollar una orientación metodológica para la enseñanza y el entrenamiento de las capacidades coordinativas en el balonmano a partir del análisis de las exigencias que plantea el propio juego.
    Palabras clave: Capacidades coordinativas. Entrenamiento. Balonmano.

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 6 - N° 30 - Febrero de 2001

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1. Introducción

    La técnica deportiva y su grado de dominio representa un componente de enorme importancia dentro de la estructura del rendimiento en los Juegos Deportivos Colectivos (JDC) (Hohman y Brack, 1983; Konzag, 1992, 1995; Konzag, Döbler y Herzog, 1997; Manno, 1991; Meinel y Schnabel, 1987; Schnabel, 1988). La eficacia en la resolución de las acciones de competición depende en buena medida de la capacidad de cada jugador para gestionar acertadamente los recursos técnico-tácticos disponibles en la ejecución de los roles y sub-roles de ataque y defensa según las variables exigencias que reclama el juego.

    La naturaleza cambiante de los episodios lúdicos que conforman cada unidad de competición, resultado de los efectos de agregación de las acciones individuales de los participantes, determina que las adaptaciones técnico-coordinativas que los jugadores realizan durante la ejecución de sus acciones motrices se manifiesten en el juego mediante respuestas espacio-temporales diversas e impredecibles: aceleraciones y desaceleraciones con o sin balón, cambios en la dirección de los movimientos, lanzamientos variados,… El éxito de las soluciones técnico-tácticas individuales propuestas por los deportistas depende no sólo de la selección del gesto adecuado para superar la situación de juego concreta, sino también por la exactitud de la elección de los objetivos que se persiguen, la adecuación espacial y temporal de los programas de respuesta utilizados para alcanzar los objetivos fijados y la velocidad y precisión en la ejecución del movimiento.

    El particular carácter de las habilidades motrices propuestas en los JDC habilidades abiertas (Poulton, 1957), de regulación externa (Singer, 1986), predominantemente perceptivas (Knapp, 1963) y continuas (Singer, 1986) implica que las capacidades coordinativas comprometidas por los deportistas en los diferentes elementos de técnica individual están determinadas en gran parte por la calidad del tratamiento de la información que realiza el jugador en cada episodio del juego (capacidades cognitivas). La acción de competición obliga al deportista a una continua percepción y anticipación compleja y diferencial del juego identificando y jerarquizando los estímulos propios y del entorno más significativos para llevar a cabo los comportamientos motores perseguidos (atención selectiva), a una toma de decisión original (no sólo estímulo-respuesta) adecuada a la situación que debe resolver una vez analizadas las condiciones de los estímulos propios y del entorno y a una permanente solución motora que debe estar dotada de la precisión requerida en el momento oportuno (Seirul-lo, 1993a, 1993b, 1994, 1998). Para ser eficaz, el jugador debe ser capaz de producir rápidamente una respuesta exacta y ejecutarla con precisión a pesar de las condiciones de tratamiento de la información que incrementan la dificultad de la tarea (cantidad de información a tratar, presión temporal, precisión requerida en la ejecución,…) (Famose y Temprado, 1999).

    El concepto de tratamiento de la información ha sido operacionalizado por diversos modelos que comportan varios estadios de transformación, desde la entrada sensorial hasta la salida motora. El proceso está constituido por un conjunto de operaciones de transformación de la información orientadas hacia el mismo objetivo. Los estadios se distribuyen en la vertiente perceptiva, cuya función principal es identificar la señal de respuesta; la vertiente de decisión en la que se efectúa la elección de la respuesta y la vertiente motriz en el curso de la cual se realizan las operaciones de programación y de traducción de las órdenes (Famose y Temprado, 1999). Desde esta perspectiva, en el contexto de los JDC las acciones técnico-tácticas individuales representan estrategias motrices singulares producto de la interpretación personal que cada deportista realiza de las diferentes situaciones de juego, y en las que se encuentran íntimamente interrelacionados elementos de tipo condicional (fuerza rápida, resistencia), coordinativo y cognitivo.

    No obstante, en disonancia con este enfoque cognitivista de la práctica deportiva (Domínguez y Valverde, 1993; Seirul-lo, 1993a, 1993b, 1994, 1998) la metodología de enseñanza y entrenamiento utilizada en la actualidad en los JDC se basa en optimizar aisladamente cada uno de los componentes que integran la estructura del rendimiento de los deportistas: elementos coordinativos, condicionales y cognitivos, mediante la utilización de sistemas de intervención trasladados desde especialidades individuales y resueltos, en su adaptación a los deportes de equipo, mediante la mejor o peor interpretación de cada entrenador. Tal estrategia ha llevado a proponer trabajos con escasa o ninguna transferencia positiva, cuando no negativa, con respecto a los requerimientos del juego-competición.

    El trabajo que se presenta a continuación pretende desarrollar una orientación metodológica para la enseñanza y el entrenamiento de las capacidades coordinativas en el balonmano a partir del análisis de las exigencias lúdicas que plantea el propio juego. Para ello, comenzaremos identificando en primer lugar las diferentes capacidades coordinativas existentes y sus manifestaciones en habilidades específicas en nuestro deporte para proponer, en una segunda parte, los criterios metodológicos a seguir en la construcción de tareas de aprendizaje que permitan su desarrollo y optimización.


2. Las capacidades coordinativas como componentes de la capacidad motora del deportista

    De acuerdo con Gundlach (1968 en Meinel y Schnabel, 1987; Manno, 1991), los requisitos motores comprometidos por los sujetos en la adquisición y movilización de las habilidades deportivas son de dos tipos: condicionales y coordinativas. Los primeros se fundamentan sobre la eficacia metabólica de los músculos y aparatos (procesos energéticos); los segundos están determinados por la capacidad del deportista para organizar y regular el movimiento, o sea, por procesos de orden informativo. Así, por ejemplo, mientras la resistencia se basa en la disponibilidad de energía para su utilización, los requerimientos precisados por los jugadores para desarrollar eficazmente los diferentes movimientos corporales y modificar el ritmo o el equilibrio en la ejecución de sus acciones motrices son componentes coordinativos.

    En este sentido, para Meinel y Schnabel (1987:259), las capacidades coordinativas son los presupuestos (las posibilidades) fijados y generalizados de prestación motriz de un sujeto, estando determinados principalmente por los procesos de control y regulación de la actividad motora. En cualquier caso, si bien los procesos de conducción y regulación de la actividad motora se desarrollan en todos los individuos según las mismas normas, esto no significa que los mismos transcurran en cada deportista con igual velocidad, exactitud, diferenciación y movilidad. Estas características cualitativas son las que determinan la esencia de las capacidades coordinativas y definen finalmente la eficacia de las respuestas motrices propuestas por los jugadores en el juego. De esta forma, lo determinante de las cualidades coordinativas no son los procesos de conducción y regulación asociados a una acción motriz concreta, sino las características de la movilización particular de estos procesos. La alta velocidad en el desarrollo de las fases de conducción y regulación como una característica de la capacidad de reacción es un requerimiento decisivo para, por ejemplo, ejecutar con éxito los lanzamientos y pases o para defender y contrarrestar las acciones del oponente en una situación de 1 contra 1.

    No obstante, aunque la conceptualización del constructo capacidad coordinativa del deportista es simple de interpretar, no lo es tanto la definición de sus elementos constitutivos. Como plantean Meinel y Schnabel (1987:282), "los intentos de definir y deducir distintas cualidades coordinativas por medios inductivos o deductivos son numerosos y variados, alcanzando desde la diferenciación de algunas cualidades coordinativas poco complejas hasta la deducción de una gran cantidad de capacidades coordinativas elementales". En aras de facilitar al lector un concepto de trabajo operativo que pueda ser aplicado y utilizado inmediatamente en la práctica, asumiremos como modelo de referencia la propuesta de Meinel y Schnabel (1987). Para estos autores, el constructo capacidades coordinativas se encuentra compuesto por los siguientes elementos:


Capacidad de acoplamiento (o de coordinación de los movimientos):

    Es la capacidad para coordinar eficazmente diferentes movimientos corporales parciales, movimientos aislados o fases de movimientos ligados a los objetivos parciales que en su conjunto componen la acción táctica del juego. En los JDC, la existencia de una relación de oposición entre los objetivos motores perseguidos por los participantes -contracomunicación motriz (Parlebas, 1988)- obliga al jugador con iniciativa motriz a una combinación constante de habilidades en función de las respuestas propuestas por el adversario directo o sus compañeros. Como apunta Manno (1991:219), "en los deportes de situación esta capacidad es fundamental para amalgamar las secuencias técnicas, como la fusión de los fundamentos en los juegos deportivos (baloncesto, voleibol) o la combinación de técnicas en los deportes de combate como el judo o la lucha libre". Así, por ejemplo, una acción parcial viene dada por la correcta apreciación, por parte del jugador emisor, de la situación del jugador receptor; otra es utilizada para predecir el movimiento defensivo que propondrá el oponente directo y la última es movilizada para impulsar el móvil y dirigirlo al compañero previsto en las condiciones que las dos acciones parciales anteriores han determinado como más adecuadas. La coordinación (acoplamiento) de los movimientos parciales en una acción global armónica desde el punto de vista dinámico, espacial y temporal constituye un elemento estrechamente vinculado con la maestría deportiva de los jugadores.


Capacidad de orientación espacial

    Es la capacidad que permite determinar y variar la posición y/o los movimientos del cuerpo en el espacio y el tiempo en relación al campo de acción (terreno de juego, material fijo,…) y/o a un objeto en movimiento (móvil, compañeros, adversarios,…). La percepción de la situación y del movimiento en el espacio y de la acción motriz para cambiar la posición del cuerpo debe entenderse como una unidad, o sea, como la capacidad para controlar el movimiento del cuerpo orientado en el espacio y el tiempo. Además del reconocimiento del objetivo de la acción, la anticipación de los programas de acción es un fundamento esencial de la capacidad de orientación (Harre, 1987).


Capacidad de diferenciación kinestésica

    Es la capacidad que permite expresar una gran precisión y economía entre las diversas fases parciales del movimiento o entre los movimientos de diferentes partes del cuerpo. Se encuentra fundamentada en la percepción constante y precisa de los parámetros espaciales, temporales y de fuerza durante la ejecución del gesto, y en la comparación con el programa motor codificado en distintos planos regulativos (modelo interno del movimiento). Su nivel de expresión está determinado conjuntamente por la experiencia motriz y el grado de dominio de las tareas respectivas, ya que es éste el que posibilita la percepción de las pequeñas diferencias en la ejecución motriz con respecto al modelo ideal propuesto o respecto a ejecuciones anteriores (Meinel y Schnabel, 1987). El desarrollo adecuado de esta capacidad va a facilitar al deportista el ordenamiento adecuado de sus movimientos parciales, permitiendo la secuenciación y sincronización precisa a través de la mejora en la percepción de su propio cuerpo hasta alcanzar la última fase de aprendizaje motor definida por la "disposición variable de las habilidades" (Meinel y Schnabel, 1987).


Capacidad de equilibrio

    Es la capacidad de mantener el cuerpo en estado de equilibrio o de recuperarlo después de movimientos o cambios posicionales amplios y veloces. Esta capacidad tiene dos aspectos que deben ser diferenciados (Meinel y Schnabel, 1987). Por un lado, la capacidad de mantener el equilibrio en una posición relativamente estable o en movimientos corporales muy lentos (equilibrio estático); y por otro, la capacidad de mantener o recuperar el estado de equilibrio cuando se realizan cambios importantes y a menudo muy veloces en la posición del cuerpo. En el caso del balonmano, resulta de mayor importancia la segunda de estas categorías debido a la amplitud de los recorridos ejecutados por los deportistas en el juego y a las situaciones de constante contacto entre los oponentes. Los requerimientos de esta capacidad a lo largo de un encuentro se encuentran especialmente presentes en los cambios de dirección con o sin balón, los giros, los saltos y las luchas o situaciones de 1x1 .


Capacidad de reacción

    Es la capacidad de proponer y ejecutar rápidamente acciones motrices adecuadas a las demandas de la situación de juego concreta como respuesta a un estímulo propio o del entorno (señales acústicas, ópticas, táctiles o kinestésicas). Las capacidades de reacción pueden ser de tipo simple, o sea, de respuesta a señales previstas y conocidas en las que se movilizan movimientos ya preparados y unívocos, o de tipo complejo, como respuesta a estímulos no conocidos o imprevistos y con un abanico muy amplio de respuestas posibles. En el contexto de los JDC, la naturaleza cambiante de los episodios lúdicos demanda fundamentalmente la segunda forma de capacidad de reacción (compleja), puesto que las conductas motrices desarrolladas por los deportistas están determinadas en gran medida por el contexto significativo en el que se encuentra en cada momento el jugador. Esta capacidad de reacción (compleja y de elección) es susceptible de mejora específica en nuestro deporte a través de la incidencia sobre los factores coordinativos de las habilidades y está influenciada por los procesos de anticipación motriz alcanzados mediante la ejecución de situaciones de aprendizaje variables (experiencia motriz).


Capacidad de cambio o de transformación del movimiento

    Es la capacidad de adaptar y/o modificar el programa motor previsto por el deportista como respuesta a una variación percibida o anticipada durante la ejecución motora de las condiciones lúdicas de la acción de competición. En los JDC, la modificación parcial o completa de los programas de respuesta propuestos inicialmente por los jugadores es un rasgo caracterizador de la motricidad específica en estas especialidades debido al particular carácter de las habilidades motrices demandadas por el juego. La capacidad de adaptación se encuentra soportada principalmente por la velocidad y la exactitud en la percepción de los cambios situacionales y la experiencia motriz. Cuanto más desarrollados estén éstos, tanto mayores serán las posibilidades de adaptación del deportista.


Capacidad de ritmo

    Es la capacidad de organizar cronológicamente las prestaciones musculares en relación al espacio y al tiempo (Manno, 1991) a partir de un ritmo propuesto externamente o interiorizado por el propio deportista. La capacidad rítmica permite al jugador proponer el "tiempo adecuado" a las acciones específicas en la competición, tanto en lo que se refiere a las fases de los movimientos creando un gesto único armónico (ritmo de la acción) como a la determinación de la sucesión dinámica-temporal adecuada entre diversas tareas (ritmo entre acciones).

    La importancia y la relación estructural de cada componente dentro del complejo capacidades coordinativas está determinado a su vez por el modelo de rendimiento específico de cada especialidad. Así, en los deportes caracterizados por un constante cambio en las situaciones de competición y por unas condiciones inestables del entorno de juego -los JDC- el deportista se ve obligado a adaptar y/o modificar frecuentemente sus respuestas motrices. El complejo de cualidades coordinativas esencial para estas modalidades es la capacidad de adaptación. En los deportes en que predominan condiciones de ejecución estandarizadas y el objetivo consiste en ejecutar los movimientos con gran precisión y exactitud (atletismo, gimnasia, halterofilia,…) es determinante el aspecto de conducción (ver Figura 1). En el complejo de la capacidad de conducción predominan las elementos de acoplamiento y diferenciación, mientras que en el complejo de la capacidad de adaptación se privilegian los componentes de reacción y de cambio. Las capacidades de equilibrio, de orientación y de ritmo pueden estar contenidas en ambas categorías (Meinel y Schnabel, 1987).


FIGURA 1: Estructura de las capacidades coordinativas

FUENTE: Meinel y Schnabel (1987).

3. El entrenamiento de las capacidades coordinativas en el balonmano

    La identificación y descripción de los diversos elementos que conforman el complejo estructural de las capacidades coordinativas constituye sin duda alguna un punto de partida sensato para afrontar su enseñanza y optimización. El entrenamiento y la formación de los gestos específicos en el jugador de balonmano se deben realizar eficazmente reproduciendo, con oportunos métodos de entrenamiento, los requisitos coordinativos sobre los que se construye la habilidad motriz (capacidad de acoplamiento, de orientación espacial,…).

    Ahora bien, si los JDC se caracterizan por la necesidad de resolver situaciones lúdicas cambiantes condicionadas por las relaciones con los compañeros, la oposición del adversario y la inestabilidad del medio, y todo ello de una forma integrada, no es lógico plantear situaciones de entrenamiento en las que únicamente se privilegie uno de los elementos que se manifiesta en el juego: el componente coordinativo. La lógica interna en la que se desarrolla el juego demanda de forma interrelacionada todas las unidades que conforman la estructura interna del deportista: elementos coordinativos, condicionales y cognitivos. En este contexto, la intervención del entrenamiento técnico debe centrarse en estimular preferencialmente el soporte coodinativo de los deportistas, pero en esa tarea es preciso prestar atención a los procesos condicionales y cognitivos que suceden en el interior del jugador, después de analizar las condiciones del entorno donde debe realizar su actividad competitiva. La finalidad de la preparación es proponer situaciones de entrenamiento que permitan a los deportistas aprender a encontrar modos de resolución eficaces para los diferentes argumentos del juego, estableciendo así vínculos de causa-efecto entre las características de la tarea y el rendimiento de quien la realiza. En otras palabras, las situaciones propuestas en el entrenamiento deben tener la misma carga de significado para el deportista que las tareas específicas de la competición.



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