DIEGO, UN HEROE GLOBAL....
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ERRATICO, COMO EL ULTIMO DINOSAURIO
Intentaré exponer algunos de aquellos nudos discursivos que la irrupción de DM en el espacio público, en su etapa "global", permitían rediscutir temáticas extradeportivas, la mayoría de las cuales se articulan con modalidades poco tradicionales de pensar lo nacional. El análisis de los encuentros discursivos que tuvieron como eje a DM, permite distinguir varias dimensiones interpretativas que intentaremos señalar. En primer lugar, si para los medios DM es sinónimo de negocio, también significa la posibilidad de apropiarse de un sentido errante: el de una sociedad que ve derrumbarse en lo político sus referencialidades más elementales. Sin embargo, ante las erráticas apariciones de DM los medios parecen enfrentarse a la disyuntiva de su utilización como exemplum, es decir como la canonización de valores preexistentes a través de un proceso de generalización o como índice que activa nuevas interpretaciones e hipótesis explicativas por parte de la sociedad (Ford y Longo, 1995). Así analiza también Vittorio Dini (1994) lo que ocurrió en Italia cuando los medios no consiguieron, pese a sus esfuerzos, transformar al héroe DM en ejemplo negativo debido al consumo de drogas. Dice Dini: "La acusación, llevada en nombre de una ética racional, se vuelve inoperante frente a la fuerza de una ética enraizada en un sistema de creencias populares generado por las condiciones de existencia del pueblo napolitano" (Dini, 1994: 75).

Y es que en el centro mismo de esta tensión se puede leer la vacilación massmediática entre incluirlo en la serie de "genios" de la historia, caracterizada por Mirta Varela como el conjunto de aquellos que demuestran su vocación temprana "mediante hechos y no mediante argumentaciones" (Varela, 1994: 57) o echarlo del paraíso, esto es, de excluirlo de la serie "hombres ilustres" por su inadaptación a las normas del saber escolarizado. A modo de ejemplo: en "Hora Clave" del 5 de octubre de 1995, cuando DM regresa a Boca, Grondona lo somete a ver, sobre el audio de "We are the champions" (cantado por Freddy Mercury), fotos de otros deportistas con "regresos trágicos": Mike Tysson, Mónica Seles... DM responde: "la gente nos espera siempre" y, en el mismo movimiento, le devuelve la gentileza a Fito Páez quien se alineó con DM cuando opuso lo oculto de los éxitos del poder político a la transparencia de los éxitos del ídolo DM (y de sí mismo).

Esta disyuntiva pone en circulación nudos conflictivos respecto a la construcción de Maradona como símbolo porque se trata de una disputa por congelar el símbolo, por apropiárselo, por ganarlo para el propio terreno. Articulación compleja, no lineal y en conflicto: cada nuevo evento protagonizado por Maradona ha establecido una tensión entre la necesidad de dirigir la decodificación de un hecho y los sentidos que la recepción efectivamente le ha atribuido 10: de hecho, mientras que Neustadt calificó la imagen que congelara la televisión luego de su gol a Grecia en 1994 como extemporánea y dijo de DM que "se nutre de energía negativa", en ocasión de la Marcha Federal de julio de 1994 los manifestantes coreaban un cántico que decía: "Diego no se drogó/ Diego no se drogó/ Antidóping a Menem/ la reputa madre que lo parió" 11. Y si el exceso del rostro de Maradona desbordó las pantallas tras su gol a Grecia, también lo hizo unos meses después en ocasión de salir en defensa de los jubilados: el mismo exceso, la misma emoción.

Parece necesario en este punto detener la mirada en la superposición de las construcciones massmediáticas con las experiencias cotidianas. Sería un error considerar a las imágenes de DM que circularon en forma global como un simulacro baudrillardiano de la sociedad posindustrial desde el momento en que su modelo no precede al real: lo acompaña. La imagen también trabaja en el plano de la sociedad encadenada (Sodré, 1982), aquella que suelda sus lazos a partir de las experiencias colectivas y las expande hacia operaciones de adhesión y de pertenencia 12. Se trata en realidad de un nudo que enlaza tramas y narraciones conflictivas donde se condensa la confluencia de relatos opuestos. A modo de ejemplo: frente al discurso racional que, por boca de sus testaferros massmediáticos, los periodistas Bernardo Neustadt, Carlos Varela y "Chiche" Gelblung, entre otros, dice: "el fútbol no es la patria" se confrontan las experiencias por las cuales el relato vital del nacionalismo se actualiza en la vida cotidiana, como la del médico argentino que en medio de la guerra civil en Armenia, sin poder comunicarse en ninguna de las lenguas en conflicto, salvó su vida en dos oportunidades mencionando el signo de nuestro embajador universal: Maradona 13.

En el plano de la renegociación de los significados comunitarios, hay aún otra diferencia que marca la dificultad de reunir los relatos que se ponen en conflicto y es que no se trata de la reconstrucción histórica de un suceso, como ha sucedido, por ejemplo, con las declaraciones del ex-marino Scilingo 14. En el caso de Maradona, en cambio, se trata de articular las modalidades en que una comunidad renegocia sus significados comunitarios (Bruner, 1990) porque aquí no nos enfrentamos con hechos pasados extraviados sino con un ethos, con un conjunto de emociones, necesidades y subjetividades que se relacionan con las modalidades narrativas de un sentimiento patriótico antes que con una verdad fáctica. Su eficacia en la cancha de fútbol ha servido incluso de relevo simbólico para elaborar con menos angustia el imaginario social sobre lo nacional, como por ejemplo, la "mano de Dios" frente a los ingleses en México '86. Un tema que puede ser leído (y de hecho así ha sido) como una forma oblicua de enfrentar, desde la "picardía criolla" a los viejos enemigos ingleses y que reapareció luego desde la mismísima Universidad de Oxford, actualizando viejos conflictos nacionales donde no es un tema menor la derrota de Malvinas 15.

Y hay un último punto en relación a las retóricas que interesa para dar cuenta de las modalidades en las que se ponen en juego los mecanismos de construcción de las identidades. En esta línea, algunas apariciones de Maradona en el espacio público pueden articularse con lo que Sunkel (1986) llama estética melodramática.

Esta desmesura, en tanto rasgo estético, pudo rastrearse al menos en tres escenarios: a) en sus propias actuaciones, como el "final operístico de las lágrimas de impotencia de Maradona en la ceremonia final" del Mundial de 1990 (Archetti, 1994), como también en "los ojos perdidos de Diego al ser detenido en el departamento de Caballito" (Alabarces, 1994); b) en la espectacularización que de estas actuaciones hacen los medios y la vehemencia tanto de sus detractores como de sus defensores; y c) en la dimensión religiosa expresada en la Argentina en la puesta en escena improvisada de los actores sociales cuando fue expulsado del Mundial '94 como también en la otorgada al deportista en la ciudad de Nápoles por sus admiradores 16.

Todo lo observado hasta aquí debe analizarse además en relación al contexto de poder en que se mueven los actores: no es un dato menor en esta historia el hecho de que el 24 de julio de 1995 los canales de televisión transmitieron casi en cadena la firma de su contrato para el Club Boca Juniors 17. Para envidia de muchos políticos, DM ha conseguido apropiarse de la casi totalidad del espacio massmediático sin hacer uso de medios coercitivos. Sin embargo, es ingenuo pretender que por el sólo hecho de que DM lo llame "sanguchito" a Neustadt, éste deja de tener el poder, al menos el de la palabra 18. Sin embargo, y en otro sentido, las declaraciones que realizó cuando fue expulsado del Mundial de Estados Unidos de 1994 por dóping, llegaron a amenazar las modalidades de credibilidad de las verdades fácticas. Frente al dictamen de la FIFA (verificado y confirmado dos veces a través de análisis bioquímicos) DM opuso su juramento individual, mediatizado a través de un rostro que se ofrecía a las pantallas sin ambigüedades: "Juro por mis hijas que yo no me drogué", exclamó en esa oportunidad. Entre los dos actos performativos, el de la FIFA avalado por un laboratorio y el de Diego Maradona sostenido en su gestualidad, en su cuerpo, ¿cuál ha tenido más peso en la construcción de la verdad? El corte interpretativo se filtró además en textos ficcionales como Inocente, producido en esa oportunidad por Fernando Niembro y Luis Llinás (1995), donde, desde una teoría conspirativa, se elaboraba la hipótesis de que la efedrina estaba oculta en la hostia que Diego Maradona consumió al comulgar aquella fatídica mañana de junio.

En realidad todas éstas son preguntas incontestables porque el proceso de atribución de sentido, insisto, no es lineal sino que contiene opciones internas, alternativas, desacuerdos, marchas y contramarchas. Pueden sintetizarse estas líneas citando a Pablo Alabarces cuando afirma que "la mayor parte del caso Maradona pueda reducirse a esto: un ejercicio desautorizado e incontrolado del derecho a la palabra, que apunta peligrosamente a transformarse en demasiado representativo, demasiado identificatorio" (Alabarces, 1996).

Hoy, su derecho a la palabra ni siquiera se cuestiona. Incluso algunos parecen querer evitar "quedar pegados". Mientras tanto, DM deambula cada vez más erráticamente por las sabanas de la tierra, acaso como el último dinosaurio, buscando con quién aparearse antes de su segura extinción.

FINAL EN LA CALLE HABANA
Para finalizar (y sin agotar las entradas de análisis), la verdadera disputa cultural pasa (¿pasaba?) por atribuir sentido no a las actuaciones de DM sino teniéndolo como eje, lo que supone encabalgarse en su deriva. Esto, si por un lado, dificulta la construcción de ideas-fuerza alrededor de una identidad nacional de algún modo esencialista, a su vez, orienta las esperanzas y los sentimientos colectivos en las direcciones que su condición humana (y por lo tanto falible) van marcando 19. Dicho en otras palabras, su "resistencia" ni es tan monolítica ni ideológicamente tan coherente. Trabajar sobre el eje DM supone enfrentar el riesgo de trabajar sobre sucesos que se producen en sincronía con el propio estudio porque nunca se sabe en qué momento se van a decir qué cosas. Sólo un dato es seguro: Maradona es impredecible.

Pero es justamente esta condición errática e impredecible lo que permite enlazar la serie con varios elementos que hacen de este personaje un eje simbólico donde todos pululan por confluir. En primer lugar el sostén ambiguo de DM donde se instala una imagen mítica que conjuga la presencia simbólica con la ausencia física, imagen que sin embargo, gracias a la ampliación de las redes globales audiovisuales, puede ser seguida a través del mundo. Por otro lado, la propia ambigüedad de sus entradas y salidas del universo futbolístico, ya sea en su desempeño profesional como en las derivas de sus amistades y/o de sus opiniones políticas, hace de él un objeto codiciable: en cualquier momento el viento puede soplar a favor. Por último, y quizás sea éste el elemento más interesante, esta condición errática permite la posibilidad del ejercicio de la función compensadora de la memoria colectiva 20, es decir de la actualización de los valores considerados como esenciales para la identidad y la cultura nacionales a través de mecanismos no lineales ni unificados de significación.

Mientras duró su itinerario global, DM se resistió en varias oportunidades a ser convertido en símbolo de aquellos que pretendían otorgarle una significación política. Sin embargo, devenido local, pierde envergadura, se enreda en el contexto coyuntural, debe necesariamente negociar con el poder (como su actuación veraniega en la campaña "Sol sin drogas", cuya adscripción se sospechó ligada al levantamiento de la condena por el ataque a los periodistas), todo lo cual reduce la credibilidad de sus acciones y reduce su carga simbólica.

Después del homenaje que le hiciera la FUA, re-situado en el contexto local, DM pareció ir perdiendo la fuerza del símbolo: desde los cada vez más tibios enfrentamientos con el poder, hasta la campaña anti-drogas, pasando por la reivindicación de María Julia en el tema de los incendios, sin olvidar los "desplantes" de sus ausencias futbolísticas. Como si el símbolo, al volver, se hubiera ido difuminando en las fronteras del terruño y mimetizando con el color territorial. Porque además en el contexto local se encuentra con argumentos y adversarios tan domésticos como él mismo: nada más que "el chico de la esquina, ése que se hizo rico jugando al fútbol y ahora vive en la calle Habana".

BIBLIOGRAFIA

(*) Presentado en las Jornadas de Deporte y Sociedad, organizadas por la Facultad de Ciencias Sociales y la Facultad de Filosofía y Letras, U.B.A., en Buenos Aires, del 21 al 23 de agosto de 1996.
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Lecturas: Educación Física y Deportes, Año 1, Nº 3. Buenos Aires. Diciembre 1996.