Un enfoque hacia el desarrollo
integral del adolescente

Valeria Recaré
valereca@hotmail.com
(Argentina)

Presentado en el III Programa de Doctorado: La recerca en el rendiment i en l´educacio envers les
activitats fisiques i esportives en el medi natural. INEFC-Lleida

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 23 - Julio 2000

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Introducción

    La salud de los adolescentes y jóvenes es clave para el avance social, económico y político de los países de América Latina en el decenio de 1990 y para asegurar a la Región éxito, desarrollo y competencia tecnológica en el próximo siglo. De acuerdo con CEPAL, la situación actual y las perspectivas futuras de los jóvenes de la década del noventa esta condicionada por cuatro tendencias recientes que afectan a los países de la Región:

  1. La grave crisis económica por la que atraviesan, que implica una pérdida de capital, y la necesidad de reestructuración económica y de desarrollo de la competencia tecnológica y la competitividad internacional;

  2. El resurgimiento de los sistemas democráticos;

  3. La continuación de la tendencia a largo plazo de mejorar los niveles educativos de cada cohorte sucesiva de jóvenes, y

  4. Los cambios de las instituciones y los valores culturales resultantes de la globalización e integración de las comunicaciones y el transporte.

    El siguiente estudio se divide en 5 sesiones. En la primera se exponen algunos de los marcados cambios sociales que afectan al desarrollo del adolescente en la Región de América Latina. El siguiente apartado resalta la importancia de la educación como factor socializador y su significativo valor tanto en el desarrollo de una sociedad como en sus integrantes en forma individual. En tercer lugar, se presenta un enfoque integral de la adolescencia a partir del análisis de la atención integral de la salud (necesidades biopsicosociales y de los microambientes), partiendo de factores de riesgo que se le presentan al adolescente hasta los posibles resultados y trastornos biopsicosociales. Además se destaca a la adolescencia como una fase heterogénea, tanto rica en oportunidades como en situaciones críticas; y a partir de esto se revalora el seguimiento de profesionales en esta área. A continuación se ofrece la iniciación de una propuesta educativa que intenta difundir una experiencia y crear espacios que permitan una genuina participación de los adolescentes y los jóvenes no solo en la mejora de su salud sino también en la definición de las sociedades del futuro.

    Considerando el cuadro tan actual, y a la vez ya “clásico”, de la pérdida de valores de la postmodernidad, la falta de utopías y de referentes claros, la desorientación hacia el futuro, la dificultad para elaborar y desarrollar proyectos, la falta de perspectivas reales para insertarse en el mundo adulto, en el mercado laboral, el desinterés por la política y los problemas sociales, etc., es lógica y necesaria nuestra preocupación en ciertos mensajes y tendencias que impactan en los adolescentes en los tiempos que corren.


I. Contexto actual del adolescente

1. Situación social de los adolescentes y jóvenes en América Latina

    El bienestar de los adolescentes y jóvenes es uno de los desafíos más importantes para los políticos y planificadores de América Latina, ya que afecta a un grupo de edad particularmente vulnerable desde el punto de vista social, económico y de la salud. Las estructuras tradicionales de América Latina están cambiando y se necesitan programas que ayuden a los adolescentes y jóvenes en su transición a la edad adulta.

    De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, para lograr un desarrollo saludable los adolescentes y jóvenes necesitan primero haber tenido una infancia saludable, segundo, un ambiente que los apoye, a través de la familia, el grupo de pares y otras instituciones sociales.

    Luego, requieren oportunidades para obtener los conocimientos adecuados que les permitan hacer elecciones saludables; considerando que para que la información se convierta en conocimiento y sea capaz de influir sobre las actitudes y conductas, debe ser íntegra y pertinente para la experiencia del joven. Por último, necesita acceder a una amplia gama de servicios: educación, empleo, salud, justicia y bienestar, que deben ser sensibles a sus requerimientos.

    La adolescencia es una etapa dinámica y esencialmente positiva: aumenta el peso y la talla, se amplían las funciones físicas, se adquiere capacidad reproductora, se logran nuevas habilidades cognoscitivas y destrezas sociales. Pero este potencial no garantiza un desarrollo saludable si no está encauzado por un complejo sistema social. Las condiciones sociales de los países de la Región hacen que el desafío de crecer sea más difícil, y que la vulnerabilidad de los jóvenes aumente.

    La mayoría de los mensajes que predominan en la actualidad y que se dirigen a este sector de la sociedad, principalmente los medio de comunicación masivos, fomentan prácticas sociales vinculadas al consumo, la pasividad, la expectación y el facilísimo, lo cual limita las posibilidades de desarrollo de la creatividad y promueve valores que son incompatibles con la libre expresión y la participación a la que nos referimos anteriormente.

    Conceptos y palabras como “futuro”, “progreso”, “esfuerzo”, “hombre nuevo” aparecen devaluados frente a otros tales como “relax”, “imagen”, “placer”, “reciclaje” y, sobre todo frente a los nuevos iconos: las marcas de moda.

    Por un lado, entonces, el consumo llena el vacío de ideales, de referentes y de proyectos colectivos: las aspiraciones se centran en el acceso a aquellos que incrementen el placer y asegure el bienestar, y en la posesión de objetos, que deberán renovarse al ritmo que impone el mercado.

    Por otra parte, captura a los jóvenes “recuperando” sus ideales de libertad e igualdad, lo cual tranquiliza las conciencias, al tiempo que oculta la dinámica de privilegios y exclusiones que opera a la hora del consumo y del acceso real a los bienes.

    Los jóvenes se encuentran entre los grupos más perjudicados en cuanto a esta situación, ya que ellos representan la mayor proporción de quienes perciben menores ingresos y de los desempleados. No solo sus posibilidades de adquirir bienes y servicios son escasas sino que, con frecuencia, quedan prácticamente excluidos del consumo y de la participación ciudadana.

    Al parecer, la participación política de la gente joven disminuyó o se estancó en varios países, especialmente en aquellos donde la situación económica es menos grave. En cambio, aunque todavía en niveles bastante bajos, la participación económica continúa aumentando, estimulada por los aumentos graduales de la proporción de jóvenes económicamente activos. Sin embargo, en varios subgrupos tanto de hombres como de mujeres la proporción de los jóvenes que no estudian ni trabajan siguió siendo alta o aumentó en los años ochenta.

    Esta inocuidad esta también identificada dentro de los grupos de jóvenes en el marco educativo, donde, según G. Rama se amplían cada vez más las distancias educacionales entre los escasamente educados y los altamente educados, lo cual se expresa de manera contundente en la siguiente paradoja: de cada cinco o seis jóvenes de la región, uno es analfabeto y uno es universitario. Al filo del siglo XXI, persiste en América Latina una masa de potenciales analfabetos funcionales y no se ha logrado una escolarización primaria para toda la población.

    La pluralidad de ofertas que caracterizan el sistema educativo y la sociedad del presente no compensan su desigualdad y menos aún logra superar la pobreza de ideales colectivos; por el contrario, promueve y fortalece un rasgo básico del actual horizonte cultural: el extremo individualismo.

    El hecho de no encontrar maneras constructivas de asociarse y la falta de alternativas viables para resolver los problemas, genera un espacio de frustración que los torna particularmente vulnerables a una amplia gama de “enfermedades sociales”. Todo ello contribuye a explicar el desinterés y la desorientación de los jóvenes para pensar y actuar en relación a sus propios problemas y los de la sociedad.

    Asumir que los adolescentes, con orientación y ayuda, pueden cogestionar proyectos superadores de este estado de cosas, implica reconocerles la capacidad de pensarse y pensar la realidad en términos de conflictos y relaciones, de alternativas para el presente y para el futuro y, al mismo tiempo, aceptar el reto de ampliar el espectro de sus intereses y necesidades sin imposiciones arbitrarias.

    La mayoría de los jóvenes observan conductas saludables y están preocupados por su futuro, su familia y su educación. Es precisamente esta imagen la que aquí se intenta rescatar, sin que ello signifique negar sus problemas y la necesidad de resolverlos.


II. El rol de la educación

2. La educación como factor de desarrollo individual y social.

    La Declaración, cuyo objetivo fundamental fue la satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje, comenzó recordando que, pese a la afirmación realizada hace más de cuarenta años del derecho a la educación para todas las personas, todavía persisten en todo el mundo graves diferencias en el acceso a ésta. Asimismo, se reconoció que la educación puede contribuir a lograr un mundo más seguro, más sano, más próspero y ambientalmente más puro, y favorecer al progreso social, económico y cultural, la tolerancia y la cooperación internacional.

    En este fin de siglo, vivimos una época que ha avanzado mucho en la extensión de la libertad y la democracia y junto con ella el reconocimiento de los derechos humanos a nivel mundial, pero estos cambios no se ven reflejados en los procesos de enseñanza aprendizaje.

    La educación es un factor decisivo para la socialización de los jóvenes para la transmisión de los valores relacionados con la ciudadanía, la democracia, la solidaridad y la tolerancia. Constituye también un elemento vital para facilitar la participación activa de todos los ciudadanos en la sociedad y para la integración en el interior de cada país de los excluidos de los beneficios del desarrollo. La educación conduce a la creatividad individual y mejora la participación en la vida social, económica, cultural y política de la sociedad.

    La sociedad del conocimiento, como es definida actualmente, se caracteriza por el papel que juegan la ciencia y la tecnología en el desarrollo socioeconómico. Un país que desee ser verdaderamente independiente debe garantizar a todos sus ciudadanos la oportunidad de adquirir conocimientos sobre la ciencia y la tecnología, debe fomentar la capacidad de dar a ambas un uso apropiado y de desarrollarlas para satisfacer necesidades colectivas.

    La educación debe preparar a las generaciones futuras para hacer frente a los problemas que plantean los progresos de la ciencia y la tecnología y para determinar qué aplicaciones serán beneficiosas y cuáles pueden ser nocivas. Asimismo, debe propiciar una “alfabetización científica” de toda la población, con el fin de formar ciudadanas y ciudadanos críticos y capaces de examinar la naturaleza de la ciencia y la tecnología como actividades humanas encaminadas al desarrollo individual y colectivo.

    En numerosos países la exclusión social esta determinada por la falta de conocimiento o dificultades para acceder a códigos de la modernidad, necesarios para su integración, tanto en la sociedad productiva, como en la participación de la vida pública. La educación debe transmitir los códigos culturales básicos de la modernidad.

    Otro aspecto decisivo para contribuir al desarrollo humano es el logro de actitudes favorables como la responsabilidad, la autoestima, el respeto hacia los demás, la curiosidad, la inclinación al trabajo en equipo y el liderazgo, actitudes decisivas para un cambio de mentalidad y para una inclinación favorable hacia el desarrollo.

    Por último, habría que señalar que la educación, además de su valor económico, constituye un derecho social, por lo que no se deben olvidar las dificultades y los logros que ha supuesto su universalización y consagración como tal derecho. En la actualidad debe responder a nuevas exigencias y a retos renovados, ya que no basta con asegurar un cierto nivel de educación a todos los ciudadanos, ni su consideración como un proceso que termina a cierta edad. Hoy los poderes públicos deben potenciar una educación que dure toda la vida, ya que ninguna nación puede aspirar a la competitividad sin aprovechar el potencial del recurso más valioso: su capital humano.


III. Un enfoque integral

3.1. Condiciones de riesgo

    Muchos de los adolescentes de las Américas están creciendo en circunstancias de pobreza y adversidad que comprometen su salud, desarrollo y sus vidas. La pobreza, las desigualdades y la discriminación producen y mantienen una población de adolescentes en riesgo.

    La incorporación de la conducta en el concepto de riesgo obligó a una reformulación, de acuerdo con la cual el concepto de riego a o queda únicamente restringido a los resultados biomédicos. Por ejemplo el hecho de que un adolescente fume marihuana puede aumentar la probabilidad de enfermedades pulmonares, pero también aumenta la probabilidad de sanciones legales, de conflictos con los padres, de pérdida de interés por el colegio y de sentimientos de culpa y ansiedad. De manera que el riesgo psicosocial se refiere a todas las consecuencias potenciales y no solo las biomédicas. Segundo, se abandona el concepto de riesgo restringido a los efectos adversos, negativos o indeseables. Ciertamente, algunas consecuencias del consumo de marihuana pueden ser percibidas como positivas o deseables, buscadas por el adolescente. El fumar marihuana puede llevar a la aceptación social de los pares y a una sensación de autonomía y madurez. Esto significa que el análisis de riesgo psicosocial debe considerar los beneficios que los adolescentes perciben y los costos, y no solo estos últimos.

    Podríamos definir, por lo tanto, a la conducta de riesgo en un adolescente como cualquier comportamiento que comprometa los aspectos biopsicosociales del desarrollo del adolescente.

    A partir de esta conceptualización y utilizando aportes según Jessor, en un marco conceptual de conductas riesgosas del adolescente intentamos realizar un cuadro interpretativo de esta situación que nos ayude analizarla y encontrar la relación que existe entre dichas conductas y sus efectos adversos para el saludable y continuo desarrollo y crecimiento del adolescente.


Factores de riesgos según las dimensiones contextuales del adolescente

 
BIOLOGIA Y
GENETICA
ENTORNO
SOCIAL
ENTORNO
PERCIBIDO
PERSONALIDAD
CONDUCTAS
Historia familiar:
Núcleo familiar en Crisis: separaciones, divorcios, etc.
Antecedentes de alcohol, droga, etc.
Violencia familiar.
Problemas económicos.
Pobreza.
Desigualdad racial.
Falta de oportunidades: de trabajo, de estudios, etc.
Falta de credibilidad en la política.
Falta de contención institucional.
Medios de comunicación orientados mayoritariamente al consumo.
Modelos en los que predomina la importancia de la imagen, juventud, la moda
Poca autoestima.
Falta de ideales.
Desorientación vocacional.
Comportamientos que les permiten ser aceptados por sus pares.
Desidealización de sus padres de la infancia.
Rebeldía hacia el mundo adulto.
Cualquiera de estos factores pueden llevar a conductas
riesgosas en adolescentes y estilos de vida:

Relacionados con la salud:

Consumo de drogas.
Consumo de alcohol excesivo.
Consumo de tabaco excesivo.
Alimentación nociva.
Vida sedentaria.
Relacionados con el entorno social:

Delincuencia.
Discriminación.
Dificultad para relacionarse con grupos sociales.
Relacionados con la escuela:

Desviación.
Bajo rendimiento académico.
Discriminación.
Problemas para relacionarse con sus pares.
Relacionados con la familia:

Violencia.
Dificultades para relacionarse con miembros de la familia.
Falta comprensión de realidad familiar.

Resultados y trastornos biopsicosociales

Salud:

Enfermedades y trastornos.
Condiciones físicas deficientes.
Papeles sociales:

Fracaso escolar.
Marginación social.
Problemas legales.
Maternidad y paternidad prematuras
Desarrollo personal:

Autoimagen distorsionada.
Depresión y suicidios.
Desorientación vocacional.
Preparación para la adultez:

Aptitudes limitadas para el trabajo.
Desempleo.


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