El deporte en la literatura:
algunos versos

Antonio Hernández Mendo
mendo@uma.es
(España)

Depto. de Psicología Social y de la Personalidad. Universidad de Málaga.

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 22 - Junio 2000

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    Durante algún tiempo, en especial a partir de los trabajos de Abraham Maslow, se ha considerado que el origen de la cultura se situaba en el punto mismo en el que las necesidades primarias estaban cubiertas, de esta forma, surgía el deporte como una manifestación social de la "¿cultura?". Sin embargo, si retomamos las palabras de Ortega y Gasset: "todos los actos utilitarios y adaptativos, todo lo que es reacción a premiosas necesidades, son vida secundaria. La actividad original y primera de la vida es siempre espontánea, lujosa, de intención superflua, es libre de expansión de una energía preexistente (...) esto nos llevará a transmutar la inveterada jerarquía y considerar la actividad deportiva como la primaria y creadora, como la más elevada, seria e importante en la vida, y la actividad laboriosa como derivada de aquella, como su mera decantación y precipitado. Es más, vida propiamente hablando es sólo la de cariz deportivo, lo otro es relativamente mecanización y mero funcionamiento" (Ortega y Gasset, 1966, p.609-610), de acuerdo con esto podemos considerar que la actividad deportiva ha estado ligada a los orígenes del hombre y a su supervivencia. El hombre primitivo corre para huir, utiliza la lanza (jabalina) y el tiro con arco para cazar, salta ríos, etc. Incluso en otros trabajos hemos encontrado los orígenes del fútbol y del voleibol en culturas aztecas y precolombinas (Hernández Mendo, 1996). La misma etimología de las palabras del deporte y de la gimnasia (en la Grecia clásica) ha estado vinculada a todo tipo de manifestaciones culturales (Hernández Mendo, 1999). De aquí que la intención de este pequeño trabajo no sea otra que la recopilación, aunque ausente de un carácter de exhaustividad, de textos que vinculen la actividad deportiva a la manifestación cultural, en concreto, a la literatura con el objetivo de comprobar que la confrontación entre deporte y cultura está carente de sentido. Lo que en la Grecia clásica nació como fértil unión ("mens sana in corpore sano") y, que debido a cuestiones fundamentalmente sociopolíticas y religiosas que comienzan con el emperador Teodosio1 y se reafirman en la primera Edad Media, y que aún permanecen recientes -al menos en nuestro país-, ha producido un aparente enfrentamiento entre deporte y cultura, intelectuales y deportistas, de tal manera que en muchas ocasiones se ha equivocado (en el ámbito del deporte) la crónica deportiva con la investigación científica, y desde el área de la investigación no se ha considerado, hasta épocas recientes, al deporte como objeto de estudio.2


1. Textos clásicos: 3

    El gimnasio en la cultura clásica, helénica y romana, era un lugar de encuentro y centro de cultura. En el se enseñaba a manejar las armas, se ejercitaba en competiciones de lucha, de carreras, era sede de las cofradías religiosas y lugar donde se impartía la educación literaria y musical. Contaba con una sala de conferencias, vestuarios, baños, paseos, jardines con arena y una biblioteca. Estaba dirigido por un gimnasiarca que se ocupaba del mantenimiento de las instalaciones, de la remuneración de los profesores y de su financiación a través de la remuneración de los profesores y de su financiación a través de la figura del mecenas (Aguilera, 1996, p.17). En los textos latinos, que figuran a continuación, encontramos referencias a los juegos de pelota sus orígenes e incluso el origen de la propia pelota.

    Volo Chrysippi nostri uti similitudine de pilae lusu, quam cadere non est debium aut mittentis ultio aut excipientis; tum cursum suum seruat ubi inter manus utriusque apte ab utroque et jactata et excepta uersatur. Necesse est autem lusor bonus aliter illam conlusori longo, aliter breui mittat. Eadem beneficil ratio est: nisi utrique personae, dantis et accipientis, aptatur, nec ab hoc exibit nec ad illum perueniet, ut debet. Si cum exercitato et docto negotium est, audacius pilam mittemus; utcumque enim uenerit, manus illam expedita et agilis repercutiet; si cum tirone et indocto, non tam rigide nec tan excusse sed languidius et in ipsam elus derigentes manum remisse occurremus. (Sen.Ben. 2.17.3-5).

    Quiero servirme de un ejemplo de nuestro Crisipo acerca del juego de pelota: si ésta cae en el suelo no hay duda que es culpa del que lanza o del que la tiene que coger; ella sigue su curso mientras que se mueve con destreza entre las manos de quien la lanza y la recoge. Pero el buen jugador necesita un método para enviarla al compañero de juego que está lejos y otro para mandarla a quien está cerca. Lo mismo se aplica al beneficio. Si no se acomoda a las dos personas, la que lo da y la que lo recibe, no saldrá de una ni llegará a la otra de manera adecuada. Si jugamos con un compañero diestro y experto, lanzaremos la pelota de forma más atrevida; pues venga como venga la mano presta y ágil la devolverá. Si con quien jugamos es principiante y poco ágil, no la lanzaremos con tanta tensión y fuerza, sino más débilmente e iremos a encontrarla con suavidad para dirigirla casi hasta la misma mano del compañero.

    Scaeula autem, quietis et remissionis eorum certissimus testis, optime pila lusisse traditur, quia uidelicet ad hoc deuerticulum animun suum forensibus ministeriis fatigatum transferre solebat (V.Max. 8.8.2).

    Escevola, por su parte, testigo irrecusable de las pautas ociosas de los arriba mencionados, se dice que jugaba muy bien a la pelota, sin duda alguna, porque creía encontrar en este juego un divertimento con que distendía su espíritu, cansado de olas fátigas del foro.

    Pila paganica.
Haec quae difficili turget paganica pluma, folle minus laxat et minus arta pila (Mart. 14.45).

    Esta pelota aldeana que se rellena con plumas apretadas a duras penas, es menos blanda que un balón y menos compacta que una pelota.

    Pila trigonalis
Si me mobilibus scis expulsare sinistris, sum tua. Tu nescis?. Rustice, redde pilam (Mart. 14.46)

    Pelota para jugar tres. Si sabes lanzarme con ágiles goles de izquierda, soy tuya. ¿Tú no sabes?. Paleto devuelve la pelota.

    Follis
Ite procul, iuuenes: mitis mihi conuenit aetas: folle decet pueros ludere, folle senes (Mart. 14.47)

    Balón. Alejáos, jóvenes: me conviene una edad suave: con el balón conviene que jueguen los niños, con el balón los ancianos.

    Pila proprie dicitur quod sit pilis plena. Haec et sfera e ferendo uellferiendo dicta. De quarum genere et pondere Dorcatius sit tradit: Neu tu parte lilos uauacis condere cerui.
Uncia donec erit geminam super addita libram.
Inter species pilarum sunt trigonaria et arenata. Trigonaria est qu(i)a inter trese luditur. Arenata, qua in grege, dum ex circulo adstantium spectantiumque emissa, ultra iustum apatium pilam excipere lusumque inire consueuerunt. Cubitalem lusum appelant quum duo commibus ex proximo ac pene coniunctis cubitis pillam feriunt. Suram dicitur dare qui pilam crure prolato feriendam conlusoribus praebent. (Isid. Orig. 2.18.69)

    Se le da el nombre de pila (pelota) en su sentido propio, porque está lleno de pelos (pili). Se la denomina sphaera, derivado de ferre (llevar) o de ferire (golpear). Sobre la clase y peso que deben de tener estas pilas dice Dorcacio: <<No dejes de reunir pelos de ciervo veloz hasta que haya una onza más de dos libras>>. Entre los diferentes juegos de pelota se cuentan la trigonaria y la arenata. La trigonaria se desarrolla entre tres jugadores. La arenata tiene lugar entre muchos: lanzada la pelota desde el círculo de público espectador, había que arrojarla más allá del espacio marcado, y así se ganaba un tanto. Se habla de <<juego de codo>> cuando dos jugadores, situados frente a frente y muy cerca uno de otro, golpean la pelota con los codos casi pegados. Se dice <<dar pantorrilla>> cuando dos jugadores intentan golpear la pelota extendiendo la pierna.

4El agua es bien precioso,
y entre el rico tesoro,
como el ardiente fuego en noche escura
ansí relumbra el oro;
más, alma, si es sabroso
cantar de las contiendas la ventura,
así como en la altura
no hay rayo más luciente
que el sol, que es rey del día
por todo el yermo cielo se demuestra;
ansí es más excelente
la olímpica porfía,
de todas las que cantan la voz nuestra (...)
(Olímpica I de Píndaro)


Los árboles que el bosque habían fingido,
umbroso coliseo ya formado (...)
(Luis de Góngora, Soledad I)



2. Textos contemporaneos:

    Aquí se recojen algunos textos de finales del siglo XIX y XX. Hacemos especial mención al Futurismo, que se inicia oficialmente con el Manifiesto Futurista5 de Filippo Tommaso Marinetti publicado por el diario Le Figaro de 20 de febrero de 1909. Sobre el futurismo Lynton (1991) afirma que es estrictamente el único movimiento de vanguardia en el arte del siglo XX. A modo de ejemplo recogemos el poema de Alberti titulado Platko, que supone una ruptura de los moldes de la poesía clásica.


DECALOGO DEL ATLETA
Principios de la Victoria

  1. La voluntad de ganar vence todo obstáculo y lleva a la victoria.

  2. La concordia y la unión son la base del éxito.

  3. La preparación y la concentración en la prueba eliminan el factor suerte.

  4. El tesón y la confianza puestos en la lucha disminuyen al rival.

  5. No hay adversario pequeño. El exceso de confianza es el enemigo número uno.

  6. El sentido de la responsabilidad del atleta es un factor valioso para la institución que representa.

  7. Hay que combatir cada pensamiento negativo con uno que sea positivo y optimista.

  8. El miedo de perder o de una mala actuación es común a muchos, pero el hombre de clase se sobrepone a ese derrotismo.

  9. La posibilidad de triunfo acompaña hasta el último instante.

  10. El apoyo moral de la "hinchada" es factor preponderante en el logro de la victoria final.

-F. W. Dickens-


SI
Si puedes encararte con el Triunfo y el Desastre y tratar de la misma manera a esos dos impostores;
-Ruyard Kipling-


ELEGIA - al guardameta
A Lolo, sampedro jóven en la
portería del cielo de Orihuela.

TU GRILLO, por tus labios promotores,
de plata compostura,
árbitro, domador de jugadores,
director de bravura,
¿no silbará la muerte por ventura?.

En el alpiste verde de sosiego,
de tiza galonado,
para siempre quedó fuera del juego
sampedro, el apostado
en su puerta de cáñamo anudado.

Goles para enredar en sí, derrotas,
¿no la mundial moscarda?
que zumba por por la punta de las botas,
ante su red aguarda
la portería aún araña parda.

Entre las trabas que tendió la meta
de una esquina a otra esquina
por su sexo el balón, a su bragueta
asomado, se arruina,
su rendodez airosamente orina.

Delación de las faltas, mensajeras
de colores, plurales,
amparador del aire en vivos cueros,
en tu campo, imparciales
agitaron de córner las señales.

Ante tu puerta se formó un tumulto
de breves pantalones
donde bailan los príapos su bulto
sin otros eslabones
que los de sus esclavas relaciones.

Combinada la brisa en su envoltura
bien, y mejor chutada,
la esfera terrenal de su figura
¡cómo! fue interceptada
por lo pez y fugaz de tu estirada.

Te sorprendió el fotógrafo el momento
más bello de tu historia
deportiva, tumbándote en el viento
para evitar victoria
y un ventalle de palma te aireó la gloria.

Y te quedate en la fotografía,
a un metro del alpiste,
con tu vida mejor en vilo, en vía
ya de tu muerte triste,
sin coger el balón que ya cogiste.

Fue un plogeón mortal. Con ¡cuánto! tino
y efecto, tu cabez
dio al poste. Como un sexo femenino,
abrió la ligereza
del golpe una granada de tristeza.

Aplaudieron tu fin por tu jugada.
Tu gorra, sin visera,
de tu manida testa fue lanzada,
como oreja tercera,
al área que a tus pasos fue frontera.

Te arracaron, cogido por la punta
el cabello del guante,
su inofensiva garra, ya difunta,
zarpa que a lo elegante
corroboraba tu actitud rampante.

¡Ay fiera! en tu jaulón medio de lino,
se elimino tu vida.
Nunca más, eficaz como un camino,
harás una salida
interrumpiendo el baile apolonida.

Inflamado en amor por los balones,
sin mano que lo imante,
no implicarás su viento a tus riñones, como un seno ambulante
escapado a los senos de tu amante.

Ya no pones obstáculos de mano
al ímpetu, a la bota
en los que el gol avanza. Pide en vano,
tu equipo en la derrota,
tus bien brincados saques de pelota.

A los penaltys que tan bien parabas
acechado tu acierto,
nadie más que la red le pone trabas,
porque nadie ha cubierto
el sitio, vivo, que has dejado, muerto.

El marcador, al número al contrario,
le acumula en la frente
su sangre negra. Y ve el extraordianrio,
el sampedro suplente,
vacío que dejó tu estilo ausente.
-Miguel Hernández-


PLATKO
(Santander, 20 de mayo de 1928)
A José Samitier, capitán.

Nadie se olvida, Platko,
no, nadie, nadie, nadie,
oso rubio de Hungría.

Ni el mar,
que frente a tí saltaba sin poder defenderte.
Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más regía.

Ni el mar, ni el viento, Platko,
rubio Platko de sangre,
guardameta en el polvo,
pararrayos.

No, nadie, nadie, nadie.

Camisetas azules y blancas, sobre el aire,
camisetas reales,
contrarias, contra ti, volando y arrastrándote,
Platko, Platko lejano,
rubio Platko tronchado,
tigre ardiendo en la yerba de otro país. ¡Tú, llave,
Platko, tú, llave rota,
llave áurea caída ante el pórtico áureo!.

No, nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Platko.

Volvió su espalda el cielo.
Camisetas azules y granas flamearon,
apagadas, sin viento.
El mar, vueltos los ojos,
se tumbo y nada dijo.
Sangrando en los ojales,
sangrando por ti, Platko,
por tu sangre de Hungría,
sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto,
temieron las insignias.

No, nadie, nadie, nadie,
nadie, nadie se olvida.

Fue la vuelta del mar.
Fueron diez rápidas banderas
incendiadas, sin freno.
Fue la vuleta del viento.
La vuelta al corazón de la esperanza.
Fue tu vuelta.

Azul heroico y grana,
mando el aire en las venas.
Alas, alas celestes y blancas, rotas alas,
combatidas, sin pluma, encalaron la yerba.
Y el aire tuvo piernas,
tronco, brazos, cabeza.

¡Y todo por tí, Platko,
rubio Platko de Hungría!

Y en tu honor, por tu vuelta,
porque volviste el pulso perdido a la pelea,
en el arco contrario el viento abrió una brecha.

Nadie, nadie se olvida.

El cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan.

Las insignias,
las doradas insignias, flores de los ojales,
cerradas, por ti abiertas.

No, nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Platko.

Ni el final: tu salida,
oso rubio de sangre,
desmayada bandera en hombros por el campo.

¡Oh, Platko, Platko, Platko,
tú, tan lejos de Hungría!.

¿Qué mar hubiera sido capaz de no llorarte?.

Nadie, nadie se olvida,
no, nadie, nadie, nadie.
-Rafael Albertí-


CAUPOLICAN
Es algo formidable que vio la vieja raza
robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
blandiera el brazo de Hércules o el brazo de Sansón.

Por casco sus cabellos, su peecho por coraza
pudiera tal guerrero de Arauco en la región
lancero de los bosques, Nemrod que todo caza
desjarretar un toro o estrangular un león.

Anduvo, anduvo, anduvo, le vio la luz del día
le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,
y siempre el tronco de árbol a cuestas del titán.

"¡El Toqui, el Toqui!", clama la conmovida casta.
Anduvo, anduvo, anduvo, la Aurora dijo: "basta",
e irguióse la alta frente del gran Caupolicán.
-Rubén Darío- 6

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