FUTBOL: UNA PASION NACIONAL
Roberto Di Giano, Claudio Kunis, Héctor Palomino (Arg.)

"...aunque a veces no se note el equipo tiene un estilo..." 1
Alfio Basile, ex director técnico de la selección argentina de fútbol.

El impacto de la noticia de la eliminación de Maradona del último Mundial de Fútbol fue devastador 2. Un sentimiento de duelo embargó a amplias capas de la sociedad, generándose un hecho colectivo de dimensiones y características singulares. En ese sentimiento se mezclaban la amargura por la previsible derrota deportiva, con el pesar que sobreviene por la muerte de un ser querido. Como si hubiera operado una síntesis entre la frustración por la derrota del equipo nacional frente al de Checoslovaquia en el Mundial de Suecia de 1958 y el dolor por la muerte de Gardel. De tamañas desgracias, las crónicas periodísticas resaltaron sobre todo la última. Efectivamente, tal vez haya que remontarse a la muerte de Gardel en 1936 para ubicar un fenómeno comparable al evocado en estas líneas: el masivo sentimiento de duelo de los argentinos.

El 29 de junio de 1994 una intimidad espontánea llevaba a cada uno a conversar con desconocidos, derribados los previsibles pero densos muros que impiden el intercambio social en la vía pública o los medios de transporte. Como en los velorios, se difundía la interpelación recíproca sobre el "¿cómo fue?" o el "¿cómo pudo ser?". La búsqueda del otro manifestaba claramente el deseo de restituir el lazo social.

El "vacío" generado por la noticia fue desmesurado. Tanto como la distancia entre la efímera existencia de unas partículas de efedrina en la orina de Maradona y la pesadumbre de un pueblo conmovido hasta las lágrimas.

Cierto es que los medios de masa, volcados totalmente sobre el Mundial de Fútbol, multiplicaban al infinito ese vacío inmenso. Todos los programas de TV y radio, así como los titulares de la prensa, multiplicaban la noticia, narraban sus detalles, reproducían una y otra vez la angustia de los protagonistas. No cabe duda que los medios colaboraban activamente en la generación del pesar colectivo durante la disputa del Mundial; efectivamente, los medios vinculaban directamente a la sociedad con los avatares de la selección.

Sin embargo, lo anterior no basta para explicar el sentimiento de duelo en el que estábamos sumidos; tanto menos cuanto no había muerto nadie de hecho. Es probable que el fenómeno resulte más inteligible si se lo ubica en la serie de operaciones simbólicas que lo produjeron. Operaciones simbólicas que se localizan en el orden del mito: Maradona había alcanzado una estatura de héroe mucho más próxima a los personajes de los cuentos de hadas que analizaba Propp 3 en sus estudios lingüísticos, que a la biografía de cualquier futbolista.

El mito había comenzado a forjarse el año anterior en ocasión de la derrota del seleccionado argentino frente al de Colombia, en las eliminatorias del Mundial. Esa noche las cámaras de TV enfocaban reiteradamente a Maradona en el estadio, sufriendo "como cualquiera" la humillación de la catastrófica goleada que los colombianos infringían a nuestra selección. Al mismo tiempo en las tribunas comenzó a difundirse espontáneamente la apelación por el retorno del crack. Inducido por esta demanda colectiva, Maradona, a los pocos días, manifestó su deseo de participar en el Mundial.

Con más de 30 años, excedido de peso, luego de una larga serie de episodios públicos vinculados con su adicción a las drogas, Maradona parecía enfrentar límites casi infranqueables para su retorno al fútbol. El rol de "salvador" de un equipo caído en desgracia y al borde de la eliminación, constituía un desafío desmesurado frente a su pobre condición física. En esta tensión aparece un componente central para la constitución del mito: una barrera tan infranqueable como para justificar el papel de héroe en caso de vencerla. Al mismo tiempo aparecen los componentes de identificación con el público: los problemas de Maradona son los que cualquier ser humano podría padecer, los límites biológicos puestos por la edad, el sometimiento al propio deseo, ese cuya emergencia y realización no siempre pueden controlarse.

Maradona comienza entonces un dilatado retorno. Primero se integra a las prácticas del seleccionado e interviene en los partidos eliminatorios para el Mundial frente a Australia. Luego se retira de la competencia y los medios comunican profusamente sus dificultades para superar las barreras mencionadas anteriormente. Posiblemente el signo mayor de las dificultades que afronta por esa época se reflejen en un episodio tan singular como el que protagonizar frente a su propia vivienda. Maradona, junto con algunos amigos, disparó con rifles de aire comprimido sobre los periodistas que lo asediaban.

Por fin Maradona confirmó su participación en el Mundial.

Su inclusión en el equipo nacional llevó impresa inequívocamente una función de "salvador". Ante el fracaso del equipo un hombre podía salvar la situación; claro que al costo de comenzar a girar en torno a sus problemas e iniciativas. Efectivamente, la presencia de Maradona indujo una serie de nuevas situaciones, que se agregaron a la ya clásica incertidumbre que casi siempre rodea al seleccionado nacional de fútbol. Veamos.

En la fase preparatoria del Mundial, la dirección de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), programó una serie de partidos que combinaron la "preparación" del grupo de jugadores con los negocios típicos del deporte profesional.

En esa gira se concertó la realización de un partido en Japón, que se frustró ante la negativa de la cancillería de ese país a otorgar la visa al ingreso de Maradona. El impedimento derivó de una norma jurídica que prohibe el ingreso a Japón de extranjeros que tengan un proceso abierto por tenencia y consumo de estupefacientes, precisamente la situación que padecía Maradona. En un gesto de solidaridad con el jugador, los dirigentes de la AFA decidieron no presentar el equipo, rompiendo el contrato con los japoneses.

El hecho de cancelar el viaje a las antípodas, no obstó para que el resto de la gira se completara. Se trataba de la realización de partidos con seleccionados de países que atraviesan situaciones de conflicto agudo o guerras, como Israel y Croacia. En este último caso se produjo un hecho singular: a raíz de un trastrocamiento de horarios de vuelo en un aeropuerto europeo los jugadores, a instancias de Maradona, se negaron a viajar a Croacia por tierra, aduciendo el peligro de transitar en un país desgarrado por una guerra civil, e impusieron su criterio de viajar por avión. Anteriormente ya se habían registrado encontronazos con los organizadores de la gira por el hecho de no ubicar a todos los jugadores en business class.

La pura narración de los eventos suscitados durante la gira de nuestra selección de fútbol los colocaría en una serie digna de figurar en esos relatos medievales y renacentistas sobre el destino social de los enfermos mentales 4. En efecto, el viaje de la selección evocaba "la nave de los locos", ese tema que (a propósito de obras pictóricas como las de Hierónimus B"sch y textos de época) describía Foucault en su historia de la locura, y que resumía el tipo de exclusión al que estaban sometidos los enfermos mentales . Los conflictos internos suscitados en el grupo, aludidos profusamente por los medios, evocaban a su vez aquella novela de Cortázar en la que una serie de personajes desconocidos entre sí inician un viaje inconcluso hacia ninguna parte 5.

Más allá de la literatura, podría afirmarse que una parte importante sobre las dudas del destino nacional, del actual modelo económico y social, de la tendencia a depositar la salvación en un hombre y tantas otras cosas, encontraban su reproducción imaginaria, casi como en un espejo, en los avatares del seleccionado. Las dudas sobre el nivel de juego del equipo y las posibilidades de contar con un Maradona capaz de realizar la hazaña del triunfo se multiplicaban.

Por fin la hora de la verdad. El debut del seleccionado en el Mundial y su triunfo en los dos primeros partidos, mostraron que el milagro era posible: la presencia de Maradona, si bien no se hallaba en la plenitud de otras épocas, afianzaba la expectativa de éxito. Esa expectativa se anudaba con el deseo de ver al ídolo recuperado luego de sus evidentes esfuerzos por alcanzar un estado físico adecuado. Una parte decisiva de las crónicas que llegaban de EE.UU. se destinaban a mostrar la mejoría y el tratamiento de Maradona.

Si por un lado los medios "construían" al héroe, la relación de éste con los medios era sumamente compleja. En ocasión del gol que conquistara frente a Grecia, en el primer partido del mundial, Maradona fue a gritar primero su conquista frente a una cámara de televisión, antes de recibir el saludo de sus compañeros. Maradona gritaba su gol frente a la cámara con un gesto desafiante, dirigido tal vez hacia quienes no confiaban en su recuperación, o hacia quienes desde el poder -de los medios u otros- lo habían convertido en objeto de manipulación. El gesto descripto muestra inequívocamente el conocimiento preciso del protagonista acerca del escenario en el que se desarrollaban los acontecimientos, mucho más amplio que el delimitado por el campo de juego y los espectadores de la tribuna. Cada vez más el fútbol profesional, siguiendo una huella de origen, constituye un fenómeno massmediático.

De pronto lo inesperado. El control antidoping, el retiro de Maradona y el estupor que invade la sociedad. El final del mito no fue como en los cuentos rusos: el héroe fracasó, víctima de sus deseos e inseguridades, esas que, al fin de cuentas seres humanos, llevar a buscar un sostén imaginario de las ilusiones hasta en pobres placebos, inocuos por definición. A diferencia de los cuentos rusos que describía Propp, es una falla de su ayudante lo que priva al héroe de su realización: la "poción mágica" del druida de Maradona (su masajista privado) incluía sustancias prohibidas por los reglamentos de la FIFA. Las explicaciones de lo inexplicable surgieron rápidamente: "los malos son los que lo rodean" (al jugador); "fue una persecución de los poderes (los dirigentes de la FIFA) que manipularon el sorteo de jugadores para el control antidoping"; fue un déficit de organización (de la AFA) que no controló la ingesta de medicamentos del jugador"; etc.

Estas explicaciones, más allá de su certeza, no servían para aplacar el sentimiento de duelo colectivo.

Resulta evidente que en la selección de fútbol los argentinos depositan expectativas que trascienden la pura atracción por el deporte. Según algunos autores este fenómeno es universal y alcanza dimensiones civilizatorias, al punto que "para ciertos grupos de la sociedad el deporte se ha convertido en una actividad quasi-religiosa y que, hasta cierto punto, ha venido a llenar el vacío dejado en la vida social por el declive de la religión" 6. Además, aquí y en casi todas partes se reitera esa capacidad de algunos deportes para promover el sentimiento de lealtad nacional. Las interpretaciones al respecto son conocidas: "el deporte sería (...) el vínculo colectivo por excelencia de toda una comunidad nacional" 7.

En esta perspectiva tiene la virtud, seguramente por ser un deporte colectivo, de canalizar el sentimiento nacional. Ello obedece a una razón que diversos enfoques teóricos, desde la antropología hasta el psicoanálisis, ubican en la persistencia de las identidades tribales en las sociedades contemporáneas.

Siguiendo esta línea de razonamiento, los enfrentamientos deportivos entre equipos nacionales constituirían algo así como "la continuación de la guerra por otros medios", más precisamente, por medios simbólicos.

Aún cuando esta explicación fuera válida, restaría explicar por qué se depositaron tantas expectativas en la selección de fútbol y, por qué estas expectativas se concentraron en un solo hombre, en Maradona. (Hay que aclarar que al poco tiempo de esa gran desazón, para casi todo el mundo se convirtió en, apenas, un mal sueño).

Una explicación posible debería considerar algunos aspectos centrales de la sociedad argentina actual, a la que los avatares de la selección y de su héroe máximo sirvieron, en muchos aspectos, de espejo. Entre esos aspectos sería necesario destacar el hecho de la fragmentación social y, con ello, la ruptura de identidades colectivas, en el proceso de cambio en el que está inmersa la sociedad argentina. Las dificultades del sistema político para tomar a su cargo esa fragmentación constituyen ya un tema clásico de la ciencia política y la sociología contemporáneas. Ante el vacío de representación generado en ese distanciamiento de lo social y lo político, los medios de comunicación de masas tienden a suturar ese vacío ofreciendo mediaciones imaginarias tales como las que el fútbol parece capaz de promover.

Efectivamente, la conmoción producida por el retiro de Maradona sólo puede ser comprendida a través de ese vínculo imaginario tejido por el fútbol y los medios masivos, como un sustituto de los lazos que una sociedad fragmentada y un sistema político en crisis no pueden, actualmente, producir. La ruptura del lazo social, he ahí lo que se puso en juego en el drama y sentimiento de duelo colectivo por la "muerte" (deportiva) de Maradona.

Luego de la debacle, la "comunidad deportiva" inició un debate sobre el futuro, fuertemente teñido por el pasado. El tema, el gran interrogante, se centra sobre el estilo de la selección de fútbol. Como se sabe, ese debate ya tradicional desde los `60, cuando se inaugura la era del "fútbol espectáculo", se concentró en dos posiciones opuestas: los que defendían un estilo típicamente argentino vs. quienes propulsaban un estilo diferente, "importado" de Europa. La consecuencia, narrada gráficamente por el antropólogo Eduardo Archetti, fue catastrófica: "...cuando uno va a ver un partido de Brasil o de Alemania, o de Inglaterra, o de Italia, o de Uruguay, uno puede hacerse una idea del fútbol que cada uno de esos equipos puede desarrollar; cuando uno asiste a un partido de Argentina, se trata siempre de una incógnita: nadie puede anticipar cómo (con qué "estilo") jugará...".

En los `70 y los `80, ese debate enfrentó a los partidarios de Menoti contra los que adherían a las concepciones de juego de Bilardo. Para agravar los términos de la discusión, cada uno lideró, desde la dirección técnica del seleccionado, la conquista de campeonatos mundiales. A ese debate inconcluso, la designación de Pasarella en reemplazo de Basile en la dirección técnica del seleccionado agregó un elemento adicional. En efecto, el rol del director técnico del seleccionado alcanzó ribetes patéticos luego de la derrota frente a Colombia. Se convirtió en una figura decorativa, eclipsada por el verdadero mago que movería los hilos del seleccionado a partir de ese momento, desde dentro mismo de los límites del campo: Maradona. Con el fracaso del equipo, sumado al fracaso del héroe que venía a salvarnos, se apela ahora a una #34;personalidad fuerte", disciplinaria. En un ambiente teñido por una fuerte desorientación, se deja de lado la problemática del estilo y se discute sólo la conducción.

¿El fútbol en Argentina funcionará siempre como un espejo de nuestras esperanzas e incertidumbres?.

NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1 . Tomado de un reportaje a Alfio Basile en el diario Clarín, Buenos Aires, 16/6/94.

2 . El 29 de junio, los medios de masas comunicaron la noticia del resultado del "control antidoping" a Diego Maradona, luego de la disputa del partido de la selección argentina con la de Nigeria, en la rueda inicial del Campeonato Mundial de Fútbol que se desarrollaba en EE.UU.
El análisis realizado sobre una muestra, extraída inmediatamente después del partido de la orina del jugador, revelaba que ésta había ingerido drogas prohibidas por el reglamento que, al respecto, rige los eventos controlados por la Federación Internacional de Fútbol (FIFA). Esta transgresión reglamentaria implicaba, vistos los antecedentes de hechos similares, que el jugador sería excluido -como efectivamente ocurrió- de la competencia.
El modo como la noticia fue volcada por los medios parecía tomada de una novela de suspenso en la que el desenlace va emergiendo paulatinamente:
-Primero surgió el rumor que en los controles antidoping de los partidos correspondientes a la 2da. Ronda clasificatoria se había detectado una violación reglamentaria;
-luego surgió otro rumor que comunicaba que la falta se ubicaba en los controles correspondientes al partido de Argentina con Nigeria;
-más tarde "se supo" que el afectado era un jugador del equipo argentino;
-por último se conoció el informe que involucraba a Maradona.
Como si la opinión pública hubiera sido preparada de a poco para recibir la noticia, ésta llegó cuando vastos sectores de la población esperaban ansiosamente el desenlace final.

3 . Propp, Vladimir. Morfología del cuento popular ruso. Ed. Lenguajes, Buenos Aires, 1978.

4 . Foucault, Michel. Historia de la locura en la época clásica. Ed. Fondo de Cultura Económica. México. 1971.

5 . Cortázar, Julio. Los Premios. Ed. Sudamericana. Buenos Aires. 1963.

6 . Eric Dunning. "La dinámica del deporte moderno; notas sobre la búsqueda de triunfos y la importancia social del deporte" en Norbert Elias y Eric Dunning, Deporte y ocio en el proceso de civilización, Fondo de Cultura Económica, México, 1992, pág. 267. Allí se agrega: "En las sociedades en las que el Estado ha monopolizado el derecho a emplear la fuerza física, el deporte proporciona a las unidades sociales grandes, complejas e impersonales, como las ciudades, la única oportunidad de unirse...". Pág. 268.

7 . Brohm, Jean Marie. Sociología política del deporte. Fondo de Cultura Económica, México, 1982. Pág. 251.


Lecturas: Educación Física y Deportes, Año 1, Nº 2. Buenos Aires. Setiembre 1996.