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Algunas concepciones teóricas de la formación de valores

 

Isla de la Juventud

(Cuba)

MSc. Margarita Rives Pantoja

MSc. Laudelina Lozano Mirabal

mrivesp@cuij.edu.cu

 

 

 

 

Resumen

          El artículo hace referencia a algunos fundamentos filosóficos, sociológicos y psicológicos de la educación en valores. Aborda el papel de las instituciones y organizaciones sociales, en su carácter socializador, en esta importante tarea. Considera los valores como formaciones psicológicas complejas, donde intervienen una serie de procesos psicológicos que se integran estructural y funcionalmente.

          Palabras clave: Valores. Educación en valores. Agentes socializadores.

 

Abstract

          The article deals with some basis of the education in values. It also makes clear the role of the institutions and social organizations in this important work. It considers that values are complex psychological formations, in which many psychological processes that are interrelated in their structure and function take part.

          Keywords: Values​​. Values ​​education. Socializing agents.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 195, Agosto de 2014. http://www.efdeportes.com

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Introducción

    Los valores forman parte de la cultura de los países, regiones y organizaciones, con diferencias entre ellos y con diferente forma de jerarquización, por lo que para comprender la actuación de los seres humanos se necesita conocer sus valores.

    Mucho se ha escrito en los últimos años sobre este tema debido a la crisis que afecta a la humanidad, en la que influyen problemas económicos, políticos y sociales.

    Todos los que han abordado esta temática coinciden en que los valores juegan un papel insustituible en el desarrollo de la personalidad del individuo, en su comportamiento general, son los que orientan y regulan su conducta y determinan consecuentemente sus actitudes y formas de actuar.

Desarrollo

    El valor constituye el objeto de estudio de diferentes ciencias como la Filosofía, en sus ramas de la Ética, de la que forma parte la Axiología, y la Estética; la Sociología, la Psicología y la Pedagogía y se puede caracterizar como aquellos objetos, fenómenos, ideas, sentimientos que tienen una significación social positiva, que juegan una doble función: como instrumento cognoscitivo y como medios de regulación y orientación de la actividad humana.

    El tema de los valores ha estado siempre presente en el pensamiento filosófico tradicional.

    Los filósofos de la antigüedad se interesaron por abordar los valores dentro de la llamada Filosofía Pragmática. Algunos identificaron la sabiduría, la verdad, la justicia y el amor como valores imprescindibles para vivir honradamente dentro de la sociedad; pero no es hasta la segunda mitad del siglo XIX que los valores comienzan a ocupar una posición propia e independiente dentro de la filosofía burguesa, y a inicios del siglo XX es que aparece la Axiología como rama del saber que estudia los valores.

    Los valores tienen simultáneamente un carácter objetivo y subjetivo que, se manifiesta en que están estrechamente vinculados a las necesidades humanas y deben a estas su surgimiento y desarrollo.

    Por otra parte, los valores tienen, desde el punto de vista filosófico, un carácter universal e histórico concreto. La Dra. Victoria Ojalvo (2001: 16) señala al respecto que “el reconocimiento de la existencia de una dimensión objetiva de los valores, implica la aceptación de la conformación y desarrollo de un sistema objetivo de valores universales como resultado del proceso de internacionalización de la historia. Estos valores objetivamente universales, se determinan por la significación que tienen los proceso y los acontecimientos de la vida social para la Humanidad.” Partiendo de estos valores universales se establecen los valores propios de cada grupo social.

    La propia autora asume como valores universales no los supranacionales, supraclasistas o suprahumanos, sino que existen a través de lo particular y lo singular. Estos cambian históricamente, están dados por el tipo de sociedad que se desarrolle, por la clase que está en el poder, por la estructura económico-social que la caracterice. Para cada sociedad existe un sistema de valores que no lo determinan individuos o grupos aislados, sino que se determinan por toda la sociedad según sus intereses.

    Todo análisis que se haga de los valores, desde cualquier posición filosófica, toma al hombre como referencia obligada; pero el concepto de hombre está determinado por la época, sociedad, estructura económica, política, social, cultural, en que se desarrolle, de ahí que en las condiciones actuales se tenga al hombre como valor supremo.

    En la década del ‘90 la formación de valores comienza a ocupar un espectro más amplio. Teniendo en cuenta las necesidades de la sociedad producto de las condiciones en que se mueve el mundo de hoy, se produce una interrelación de estos con otras disciplinas, como la Pedagogía, la Psicología Social y la Comunicación Social.

    La comunicación tiene una estrecha relación con la formación de valores, pues es precisamente a partir de ella que estos pueden expresarse de una manera más concreta, considerándose como portadora de valores.

    De la importancia de la comunicación en la formación de valores el Dr. Rigoberto Pupo (1990) señala: “En la comunicación se revela todo el sistema de influencias entre los hombres, donde la actitud valorativa y la crítica constructiva devienen fuerza renovadora y factor esencial en la creación social. En la comunicación los componentes estructurales de la actividad humana (actividad práctica, actividad cognoscitiva y actividad valorativa) devienen unidad concreta de su síntesis.”

    Los valores, desde una óptica sociológica, se analizan a partir de los términos de valor, orientación de valor y orientación valorativa, y se enfatiza en la significación social que tienen los objetos y fenómenos en correspondencia con las necesidades de determinada clase o grupo social.

    La Sociología retoma de la filosofía el reconocimiento de la existencia objetiva y subjetiva de los valores; en la orientación marxista se manifiesta la tendencia a abordar el problema de los valores y su formación a partir de las categorías dialécticas del desarrollo, o sea, la unidad contradictoria de lo objetivo y lo subjetivo como fuerza motriz del desarrollo.

    Por su parte, la Sociología permite comprender con más claridad cómo surgen los valores sociales, teniendo en cuenta las contradicciones entre las necesidades, nuevas aspiraciones y puntos de vista acerca de la realidad histórico social en que se desarrolla, y las viejas formas de resolver las necesidades y expectativas que tienen los individuos, lo que indica que los valores no son preconcebidos, sino que están en constante desarrollo.

    Con el desarrollo social pueden desencadenarse contradicciones entre los nuevos valores que van surgiendo y los valores sociales, contradicciones que frenan u obstaculizan el desarrollo social e individual, las que pueden ser positivas siempre y cuando estén orientadas hacia el cambio de contenido de valores sociales y personales que favorezcan el desarrollo.

    Se producen contradicciones también cuando se dan cambios sociales bruscos o crisis sociales que provocan una ruptura o fraccionamiento del sistema de valores sociales con los que se identificaba el individuo, transformaciones inesperadas en la subjetividad, que tienen como manifestaciones fundamentales, según Fabelo: “…la perplejidad e inseguridad en los sujetos sociales acerca de cuál es el verdadero sistema de valores, qué considerar valioso o antivalioso...” (citado por la Dra. Victoria Ojalvo), y es precisamente en este momento donde la clase en el poder debe jugar un papel activo en la orientación y dirección de acciones que impidan que esto suceda.

    Las condiciones sociales en que surgen y se desarrollan los valores son muy importantes a la hora de estudiarlos desde el punto de vista sociológico, así como el papel que juegan en su formación aquellas instituciones y organizaciones sociales que tienen un carácter socializador como la familia, las instituciones escolares, la comunidad, las organizaciones políticas y de masas, las instituciones culturales, los medios de difusión masiva y otros.

    La familia, como institución socializadora primaria, satisface las necesidades básicas en la educación de los hijos, les da afecto y seguridad, aspectos estos que influirán en el futuro en la formación de sólidos principios y valores de gran significación que configurarán la historia personal del individuo y que potenciarán que la escuela pueda tener éxito en la formación del estudiante, por ocupar ambas; familia y escuela, el lugar cimero en la formación de valores, entre las que debe primar una estrecha comunicación, sin la que será imposible llegar al objetivo final.

    De ahí la gran importancia que se le da a la familia en la formación de los hijos, de su responsabilidad indelegable, la que está legislada en la Constitución de la República de Cuba en su Artículo 38 cuando dice: “ Los padres tienen el deber de dar alimento a sus hijos y asistirlos en la defensa de sus legítimos intereses y en la realización de sus justas aspiraciones; así como el de contribuir activamente a su educación y formación integral como ciudadanos útiles y preparados para la vida en la sociedad socialista”. (p. 18)

    A la escuela, junto a las organizaciones sociales y grupos informales, le corresponde desarrollar la socialización secundaria.

    El estudio de los valores desde la óptica psicológica se basa fundamentalmente en su expresión subjetiva, buscando explicaciones de las regularidades y origen del desarrollo de las formaciones psíquicas de su estructura y funcionamiento que le posibilitan al hombre su orientación y valoración del mundo que lo rodea.

    Los valores se establecen esencialmente durante los primeros años de vida, y a lo largo de ella se van ajustando ante la influencia de la familia, la escuela, los amigos, las relaciones sociales y laborales

    Los valores se han estudiado desde diferentes posiciones psicológicas, la psicología marxista es una de ellas. Por esto se asume como enfoque psicológico el histórico cultural de Vygotski.

    El marco teórico y metodológico para la comprensión, diagnóstico y dirección del proceso de formación y desarrollo de los valores se basa en la sicología de enfoque sociocultural de Vygotski, teniendo en cuenta que a partir de sus principios, categorías y métodos fundamentales, es posible hacer un análisis científico de qué son los valores, el lugar que ocupan en el desarrollo de la personalidad y cómo operan en el proceso de la relación individuo sociedad.

    Esta psicología, de enfoque sociocultural, ve en el hombre al productor de valores en tanto crea la riqueza material y espiritual que se constituye en fuente de su desarrollo.

    La teoría de Vygotski pone énfasis en el carácter histórico social y en el papel de la actividad y del lenguaje en el proceso de desarrollo psicológico del hombre, considerando como valor todo lo que este produce tanto espiritual como materialmente, aunque es propio destacar que hay cosas que este produce y utiliza precisamente en contra de la naturaleza, y que por tanto, dejan de tener un valor para la humanidad.

    Estos preceptos tienen como base los postulados de la filosofía del materialismo dialéctico e histórico, que plantea la unidad dialéctica entre lo objetivo y lo subjetivo y su carácter histórico-concreto.

    En su teoría, Vygotski explica el desarrollo moral como un producto de la interiorización de las normas y reglas morales, formándose las “instancias morales internas” que regulan la conducta del individuo desde un plano interno, lo que ocurre en la etapa inicial del desarrollo, es decir, entre los tres y cuatro años de vida, y a lo largo de ella se van ajustando ante la influencia de la familia, la escuela, los amigos, las relaciones sociales y laborales culminando en lo fundamental en la juventud, aunque la formación de valores comienza con la vida y termina precisamente cuando ella acaba.

    Los valores se consideran, a partir de esta concepción, como formaciones psicológicas complejas, donde intervienen una serie de procesos psicológicos que se integran estructural y funcionalmente, y en los que juegan un papel fundamental la actividad y la comunicación.

    Por lo antes señalado, la Dra. Ojalvo (2001: 22) plantea: ”...los valores existen en la subjetividad no como simples reproducciones de significados (reflejo cognitivo) ni tampoco como motivos aislados de actuación (reflejo afectivo), sino que constituyen complejas unidades funcionales cognitivo-afectiva a través de las cuales se produce la regulación de la actuación. Ello significa que para que un valor regule la actuación no basta con que el sujeto conozca el contenido del valor, sino que es necesario además, que el sujeto sienta la necesidad de actuar en correspondencia con el referido valor.”

    Los valores no se forman igual en todas las personas. Estos están determinados por su historia individual, sus intereses, capacidades, por el contexto en que se desarrollan y por el momento histórico que les ha tocado vivir, entre otros factores. No se puede pensar que los hijos actúen igual que los padres o los abuelos.

    El Dr. González Rey (1996: 49) plantea que es muy importante comprender la complejidad de lo subjetivo del valor en su función reguladora. En tal sentido señala: “Ningún contenido que no provoque emociones, que no estimule nuestra identidad, que no mueva fibras afectivas puede considerarse un valor, porque este se instaura a nivel psicológico de dos formas: los valores formales que regulan el comportamiento del hombre ante situaciones de presión o control externo, y creo que no son los que debemos formar, y los valores personalizados, expresión legítima y auténtica del sujeto que los asume, y que son, en mi opinión, los valores que debemos fomentar en toda la sociedad cubana de hoy.”

    Quiere decir esto que para que el individuo desarrolle los valores, lo debe hacer no porque sepa que estos son importantes para él, sino porque siente la necesidad de comportarse de esa manera y no por influencias externas, por el “qué dirán”. De esta forma, cuando los valores son motivos de actuación del sujeto se convierten en verdaderos reguladores de su conducta; entonces se puede decir que están correctamente establecidos, que han sido interiorizados.

    La Dra. Martha Arana Ercilla plantea que los valores interiorizados conforman la esencia del modelo de representaciones personales, constituyen el contenido del sentido de vida, y de la concepción del mundo, permiten la comprensión, la interpretación y la valoración del sujeto y brindan la posibilidad de definir el proyecto de vida, integrado por objetivos y finalidades para la actividad social. En este sentido es fundamental que el individuo sepa, no sólo cuál es la esencia de las cosas, sino también para qué sirven, qué validez tienen y qué necesidad les resuelven.

    La formación de valores requiere de espacios, procesos y prácticas donde la mediación positiva de conflictos, la participación en la construcción de normas y la no discriminación por ningún tipo de motivos, constituyan el clima en una institución docente.

Conclusiones

    Por todo lo hasta aquí abordado queda claro que para poder enfrentar los retos en el nuevo milenio resulta de gran importancia la educación en valores para que el hombre sea el principal protagonista de su propio desarrollo, en correspondencia con los valores que sustenta la sociedad en que se desarrolla. Sólo así podrá dar continuidad a lo logrado y podrá, en definitiva, transformar todo aquello que obstaculice la conservación de la humanidad.

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