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Crecimiento, maduración, desarrollo y fases 

sensibles de las capacidades físicas en el béisbol menor

 

Licdo. Educación Física, Deporte y Recreación. Universidad de Carabobo

Máster en Fisiología del Ejercicio. UPEL-IPC

Profesor de Funcionamiento Orgánico con el Ejercicio

de la Universidad de Carabobo

Dawson José Ruiz Griman

dawsontigger@hotmail.com

(Venezuela)

 

 

 

 

Resumen

          El presente artículo está orientado a la revisión de la literatura relacionada con el estudio del crecimiento, la maduración y el desarrollo físico en consonancia con las fases sensibles de las capacidades físicas de los jugadores de béisbol menor en Venezuela, con el fin de justificar la importancia de realizar estudios científicos a poblaciones infantiles; y así obtener y brindar las directrices a los entrenadores y demás encargados de planificar, controlar y evaluar los entrenamientos de los atletas venezolanos, lo cual sería un avance en los programas de detección, captación y selección de talentos deportivos.

          Palabras clave: Crecimiento. Maduración. Fases sensibles. Capacidades físicas. Béisbol.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 177, Febrero de 2013. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    El mejoramiento progresivo del rendimiento físico es un objetivo que tiene un deportista al desarrollar un entrenamiento en las diferentes etapas de su vida deportiva. Si la aplicación de los estímulos de entrenamiento es inadecuada a la edad correspondiente podría producir una falta de motivación, un abandono temprano del deporte, lesiones crónicas o finalmente limitaciones en la obtención de un máximo rendimiento deportivo.

    En la formación de un pelotero y de un deportista en general existen ciertas fases durante las cuales el organismo está más receptivo y tiene ritmos de desarrollo que son distintos para las diferentes cualidades de velocidad, fuerza, resistencia, flexibilidad y técnica, estas son las llamadas Fases sensibles. Según Barrios y Ranzola (1995), es importante conocer los periodos del organismo del niño y adolescente, en los cuales existe mayor predisposición anatomo-funcional para el desarrollo de las capacidades motrices. De esto dependerá la selección de medios, métodos, procedimientos y las particularidades de las cargas de entrenamiento. Como por ejemplo, el desarrollo de la fuerza tiene una fase más sensible para obtener el máximo de rendimiento en una edad diferente a la cualidad de resistencia o bien de la velocidad. El aprendizaje de los gestos técnicos se deben desarrollar al máximo en las edades correspondiente a la fase prepuberal, la velocidad de reacción se debe desarrollar al máximo en edades tempranas y no en edades juveniles.

    Muchas veces por insistencia de ciertos entrenadores, desarrollan en los deportistas en formación el máximo potencial de cualidades físicas a una edad más temprana del que su organismo este preparado para ello. Muchos deportistas en edades infantiles y juveniles abandonan prematuramente el deporte por la presión de un entrenamiento inadecuado para esas edades en las cuales no están preparados.

    En la formación de los deportistas a largo plazo se deben desarrollar las cualidades en las fases correspondientes y con la duración de tiempo requerido para ello evitando una pérdida de tiempo, tiempo que se ve disminuido cada temporada por el aumento de horas del colegio y una reducción de sus horas libres. Esta es una realidad que los entrenadores deben asumir y saber gestionar el tiempo que resta en distribuir y economizar en aplicar estímulos precisos de entrenamiento para que el niño según Vallejo (2002), pueda dedicarle su tiempo óptimamente a los programas de entrenamiento y de formación, que no pierda el interés en su educación y que mantenga un equilibrio social. Que mantenga el interés en su deporte y en el aula de clases.

    Posterior al conocimiento y la aplicación de las fases sensibles en la formación del deportista se debe planificar tomando en cuenta un volumen e intensidad adecuado, que constituyen una unidad inseparable. La adecuada aplicación de estos elementos por parte del entrenador o profesor de acuerdo con las características de sus atletas o alumnos y de la actividad, permite lograr una carga de trabajo óptima (UPEL, 1990); relacionándolas en cada una de las fases sensibles aplicadas que garanticen un entrenamiento máximo en edades adultas.

    Algunos deportistas en su etapa madura han sufrido lesiones reiterativas en la competencia del alto rendimiento deportivo, posiblemente a causa de que en ciertas edades no tuvieron un desarrollo adecuado de las cargas de entrenamiento en determinadas cualidades. Forzar los procesos de desarrollo aplicando cargas superiores en ciertas edades puede conducir al detenimiento del progreso deportivo como también a alteraciones en los sistemas funcionales del organismo que podrían aparecer en etapas posteriores donde se intensifica aún más el entrenamiento.

    La formación de un deportista de alto nivel es un proceso fundamental basado en leyes biológicas de maduración donde las planificaciones anuales, las cualidades físicas y las cargas de entrenamiento se relacionan e interactúan entre sí, con la finalidad de obtener logros efectivos en la edad de máximo rendimiento.

    En tal sentido, García Avendaño (1996), refiere que en el deporte de alta competencia, cuya búsqueda de talentos se inicia a temprana edad, el conocimiento de las caracteristicas de maduración de cada sujeto es un paso importante para la conducción de ese talento hacia los mejores resultados, ya que permite el aprovechamiento de las potencialidades del joven atleta.

Método

    El presente trabajo constituye el producto de una investigación documental. En este artículo se realizó un análisis crítico-lógico-histórico de la información científica existente y de las teorías de diferentes autores (Malina, Baxter-Jones, García, Barros y col., entre otros) en relación al crecimiento, la maduración, el desarrollo y las fases sensibles de las capacidades físicas en el béisbol menor.

La perspectiva evolutiva

    El béisbol, desde el punto de vista fisiológico, es considerado por Torres y col (2005) como aeróbico anaeróbico alternado como la mayoría de deportes de conjunto, pero hay qué tener en cuenta algunas diferencias, como la duración de sus acciones, las cuales no pasan de los diez segundos y la totalidad del juego puede ser de dos horas aproximadamente.

    En efecto, este es un deporte acíclico en su ejecución, ya que ninguna jugada es igual a otra durante el juego; las acciones pueden ir desde una serie repetida de ejecuciones técnicas hasta unas pocas apariciones en el juego con un alto nivel de concentración y coordinación por lo difícil de las jugadas.

    Ahora bien, un equipo de béisbol se compone de nueve jugadores. Para todos ellos es fundamental el dominio de los fundamentos, sin embargo hay que tomar en cuenta las diferencias morfológicas que existen entre los jugadores en relación a la posición de juego en que se especializan, así como también los diferentes niveles de destrezas (lanzar, atrapar, batear, correr, deslizarse, cambio de dirección); pero una vez en el juego, en el aspecto defensivo del mismo, cada uno cumple tareas perfectamente diferenciadas.

    En los demás deportes, cada jugador podrá desempeñar una función diferente, pero dentro de la labor conjunta cada cual cumple una tarea de valor equivalente a la de sus otros compañeros, y del equilibrio que surja de todos los elementos resultará el mayor o menor potencial del conjunto. En este deporte, jugadores como el lanzador y el receptor representan, individualmente, un valor preponderante dentro del conjunto, pero no por ello deberá subestimarse la importancia del resto de los integrantes del equipo. (Torres y col, 2005)

    En los últimos años, el béisbol menor venezolano ha visto un incremento poblacional, ya que, niños se incorporan a edades más tempranas a la práctica del deporte, sin embargo los jóvenes se especializan cada vez más de manera precoz en busca de contratos profesionales, como ocurre en algunos deportes (gimnasia, natación, patinaje, entre otros) que se caracterizan por altos resultados a tempranas edades en competiciones olímpicas y mundiales. Al respecto, Malina (1993), citado por García Avendaño (1998); encontró que la especialización en un deporte colectivo como el béisbol, el estadio de maduración estaba correlacionado con la posición en el campo y el orden de bateo; la primera base y el jardinero izquierdo generalmente eran pospúber, así como todos los niños cuarto bate.

    Considerando que la especialización deportiva es caracterizada (Wiersma, 2000; tomado de Vallejo, 2002), por un entrenamiento durante varios años en un deporte específico, esto es sin la práctica de ningún otro deporte, que comienza a edades tempranas. Grupe (1985) citado por Vallejo (2002), la describe como un progreso intencionado por el entrenamiento sistemático y de competiciones planificadas, con el objeto de llevar al niño a largo plazo a llegar a la cima de un deporte.

    De acuerdo a lo antes planteado, Malina (1994), considera que lograr la participación de los niños en diversas actividades deportivas es más positivo que exponerlos a tempranas edades al aprendizaje de una destreza particular o una especialización antes de que estén totalmente desarrollados.

    Visto de esta forma, este artículo pretende orientar, a las personas involucradas (directivos, entrenadores, árbitros, padres y representantes) en el desarrollo del béisbol menor, el cual es un medio de formación integral; que no se puede obviar, que quién aprende (el niño) está en pleno crecimiento, el cual necesita de la atención “profesional” permanente y bajo la óptica de las capacidades físicas, la maduración y el desarrollo.

    Por el hecho de estar disertando acerca del crecimiento, el desarrollo y la maduración, es imprescindible desenlazar y conceptualizar estos términos para la mejor comprensión del lector.

    Dentro de este marco, Ramírez (1998), señala que el crecimiento:

    “es el aumento de la longitud, el volumen y la masa del cuerpo de los niños y jóvenes, relacionado con el incremento del número de células y la cantidad de moléculas orgánicas que estas componen; es decir, el crecimiento se expresa en cambios cuantitativos dados por la acción predominante del anabolismo sobre el catabolismo en el proceso metabólico” (Pág.14).

    Siendo las cosas así, resulta claro, que el crecimiento es fácilmente observable ya que hace referencia al aspecto cuantitativo.

    Cabe considerar, por otra parte que la maduración biológica de acuerdo a Mansilla (2000), se refiere a un “proceso complejo de crecimiento y desarrollo corporal comprendido en el periodo puberal el cual esta englobado la edad del adolescente, a cuya culminación el individuo logra la aptitud y capacidad integral para el ejercicio de su sexualidad y la reproducción humana” (Pág. 11).

    En la perspectiva que aquí se adopta, la maduración es más difícil de observar ya que hace referencia a la calidad del crecimiento. Representa el aspecto cualitativo del desarrollo y proporciona la información sobre la correcta evolución y adecuación de los diferentes órganos y funciones corporales.

    Es de importancia resaltar que el crecimiento y la maduración de los esquemas motores es constante y ocurre durante toda la vida; de hecho, se pasa de gestos motores simples a otros más articulados y complejos: del correr al saltar, o a alternar el correr y el saltar, etc. (Díaz, 1999)

    Finalmente, el desarrollo según Ramírez (1998), “constituye el cambio cualitativo dado por el proceso de “acomodación” que sufre el organismo infantil hacia la obtención de niveles superiores de organización estructural y funcional” (Pág. 14).

    Sin duda, el desarrollo es la suma de los procesos de crecimiento, maduración, aprendizaje, entrenamiento y una variedad de experiencias diarias, esto es, la complejidad ascendente de la construcción, las funciones, interacciones y los procesos de regulación de todas las células.

    Evidentemente, el estudio auxológico permite a los educadores, entrenadores, preparadores físicos y demás profesionales del deporte comprender y beneficiar el paso por los diferentes períodos evolutivos que atraviesa el niño, inclusive usando baterías de pruebas integradas por test fisiológicos, físicos y de destrezas, se puede orientar al joven respecto a sus características individuales y las posibilidades de que ellas se adapten a determinados deportes, asimismo pueden servir también para detectar y seleccionar posibles talentos deportivos.

    Importa, y por muchas razones, conocer los momentos en que van ocurriendo las variaciones corporales, pues permite hacer un correcto uso de las fases sensibles del desarrollo, las cuales han sido tratadas sobre todo por Winter, (1984) citado por Martin, Carl, y Lehnertz (2001), como “el grado en que cada una de las capacidades es entrenable y depende de cómo hayan evolucionado aquellas condiciones personales de rendimiento, indirectamente observables, que determinan el desarrollo en cada momento de estas capacidades o destrezas” (Pág. 342).

    De acuerdo al concepto antes mencionado, el autor del estudio considera que son períodos donde el organismo es susceptible de responder a la estimulación motriz, alcanzando niveles óptimos de desarrollo, sobre todo, en lo que se refiere a sus capacidades físicas, tanto coordinativas como condicionales.

    En el mismo orden de ideas, García Avendaño (2009), indica que pese a todas las controversias generadas en torno a las hipótesis de las fases sensibles, algunos especialistas coinciden en señalar que la fase ideal de aprendizaje en niños tiene su etapa más favorable entre los 12 y 13 años, mientras su periodo crítico más evidente se encuentra en torno a los 13-15 años. Considerando lo planteado por, Martin, Carl, y Lehnertz (2001), “la existencia de los llamados periodos críticos en el desarrollo humano no ha podido ser demostrada hasta la fecha con suficiente exactitud. Sin embargo, se sigue asumiendo dicha existencia sobre todo para el desarrollo de las capacidades coordinativas” (Pág. 343). Según Ramírez (1998), el periodo critico “es un lapso corto que incluye el final del anterior y el comienzo del siguiente periodo evolutivo. Precisamente en este momento suceden los cambios importantísimos en el organismo” (Pág. 17).

    Por ejemplo, la capacidad de aprendizaje de las habilidades motrices y de las técnicas deportivas experimenta una primera fase sensible al final de la edad escolar temprana, que se intensifica en la edad escolar avanzada. Asimismo se prevé una segunda fase al empezar la adolescencia, presentándose, a los 15 años, la etapa de máximo desarrollo de las habilidades, siendo las principales responsables de las diferencias interindividuales la maduración biológica y la experiencia motora.

    Sobre esta base se intenta esbozar una línea de orientación pedagógica y metodológica, sobre un conocimiento más exacto del desarrollo de las distintas variables biológicas, fisiológicas y antropométricas del niño. Las características biológicas, han sido motivo de estudios y experimentos científicos por especialistas del área, los cuales han sido dirigidos a comprobar que el aprovechamiento de las fases sensibles, ejerce una influencia notable en la formación del individuo para lograr aprendizajes motrices significativos, a continuación se puede observar el Esquema General de las Fases Sensibles:

Cuadro 1. Esquema General de las Etapas de Inicio, Desarrollo e Intensificación sobre las Fases Sensibles

    Es de vital importancia resaltar que cada niño tiene su propio ritmo de desarrollo físico; según Martin y col (2004), el desarrollo individual es único, incomparable e irrepetible. Por consiguiente, entre las personas no hay nunca procesos de desarrollo idénticos.

    Tomando en cuenta que el significado de la edad biológica, según Ries et al (1976) citado por Martin y col (2004), no es ninguna medida temporal sino que recoge de modo consensual determinados indicadores de la edad, tales como, la capacidad funcional del aparato motor y los órganos internos, el grado de pubertad, la edad de osificación de los diferentes huesos y por el desarrollo de los dientes, lo que estará permanentemente influenciado por el tipo de alimentación, el medio ambiente geográfico y social que lo rodea y los caracteres biológicos y hereditarios así como de las enfermedades.

    Estos factores, a su vez son los que influyen en los tipos de crecimiento, los cuales se aprecian de forma objetiva al comparar la edad biológica con la cronológica, la cual, cuantifica la duración de la vida de un ser humano hasta un momento determinado (Martin y col, 2004 ).

    En el mismo orden de ideas, es bien sabido que el proceso de crecimiento y de maduración del individuo no es totalmente paralelo a su edad cronológica (Baxter-Jones, 1995; Roemmich y col, 1995). Hay sujetos que tienen un proceso madurativo acelerado y muestran desarrollos anticipados a su edad y que se denomina madurez precoz. Hay sujetos que muestran desarrollos más lentos respecto a su edad y que se denominan maduros tardíos y otros que tienen un desarrollo acorde con su edad (Bosc, 1993).

    De hecho, Manonelles y col (2003), afirma que en las edades de crecimiento hay deportistas que tienen diferentes capacidades, condicionales y coordinativas, pero la experiencia dice que los individuos maduros suelen ir difuminando sus brillantes resultados precoces conforme van pasando a categorías superiores, siendo superados por aquellos individuos que en categorías previas tenían peores rendimientos.

    No obstante, Martin y otros (2001), indican que “en las modalidades donde el nivel de rendimiento depende en gran medida de la condición física, el sistema de promoción de las federaciones suele dar preferencia a los adolescentes acelerados” (Pág. 341).

    Por lo antes planteado, el autor considera que de acuerdo al tipo de crecimiento se presentará la aparición de los tiempos oportunos para estimular cada una de las capacidades físicas en su respectiva fase sensible.

    Por otro lado es significativo acentuar la función no solo del entrenador de béisbol, sino también del profesor de educación física, quienes tienen que estar consientes de la alta responsabilidad que tiene de lograr un adecuado desarrollo de la capacidad de rendimiento físico de sus atletas y alumnos respectivamente. (UPEL, 1990). En el mismo orden de ideas, Barrios y Ranzola (1995), afirman que “para lograr que los alumnos puedan transitar por el proceso de adquisición de las acciones motrices o fundamentos técnicos del deporte, es preciso organizarlo metodológicamente, previendo la secuencia de las categorías del movimiento (habilidad, habito y destreza)” (Pág. 57).

    Esto contribuirá para que el sujeto, construya y desarrolle un alfabeto sensorial, rico, amplio y diverso, con beneficios inmediatos y mediatos para él, porque podrá disponer de los recursos adecuados en cualquier circunstancia, sobre todo porque así va conociendo y reajustando toda variación que sufre su cuerpo en plena maduración y desarrollo.

    En el caso de niños que se inician en el béisbol, se deben proponer experiencias motrices variadas y multilaterales, pero respetando y cuidando su crecimiento, tomando en cuenta, los principios generales del entrenamiento. Campos y Cervera (2006), señalan que “dichos principios establecen las condiciones básicas a partir de las cuales se logra la adaptación del organismo a las situaciones de estrés que conlleva la práctica deportiva y, como consecuencia última, abren la posibilidad a la mejora del rendimiento motor y de la capacidad funcional” (Pág. 15). En esto, no se puede desconocer ni descuidar las diferencias que pueden existir entre las edades cronológicas y biológicas de cada uno de los niños, que inclusive en edades puberales pueden llegar a ser de hasta 5 años. Resulta claro, que cuidar y acompañar el crecimiento va de la mano también con registros de evaluaciones de aptitudes físicas, antropométricas, circuitos de actividades específicas adaptables a las edades, y hasta dominio de los fundamentos enseñados y practicados en determinado tiempo prudencial de aprendizaje, es decir, que el rendimiento no se descuida, ya que la actividad si se hace meramente recreativa por atender el crecimiento del niño, los resultados deportivos no alcanzarán las metas propuestas.

    En tal sentido, para el deporte de alto rendimiento es muy importante poseer un amplio conocimiento de todos los procesos morfológicos y funcionales que están envueltos en la selección de talentos en edades tempranas, y de los cambios que ocurren en el organismo de cada niño y joven en diferentes períodos, donde la mayor intensidad se observa entre los 11 y 14 años de edad. Esta etapa es crítica para el crecimiento y la maduración, por lo tanto se deben planificar y dosificar las cargas de entrenamiento, por supuesto, de acuerdo al sexo, y de los distintos grados de desarrollo: maduradores tempranos, promedios y tardíos.

    De este modo, se produce la adecuada conducción y especialización hacia el alto rendimiento.

    Es por ello, que si hay niños con desarrollo precoz que aparecen a simple vista como “talentos deportivos”, estos como los desarrollados promedios o los tardíos deben ser controlados, evaluados y provistos de las actividades que realmente necesiten. El béisbol menor es FORMATIVO, no busca resultados.

    La maduración biológica implica al profesional, saber cuando se inicia cierto estímulo y cuando se lo puede intensificar. Es preferible influir sobre las capacidades cuando están en proceso de maduración que cuando están maduras, de allí la importancia de las evaluaciones periódicas de cada niño. Los aprendizajes los podrán lograr cuando cuenten con los prerrequisitos de esos aprendizajes y con la capacidad para reorganizarlos. Esto desemboca en lo inútil, ineficaz y hasta peligroso que resulta enfrentar demasiado pronto (tempranas edades) al niño con aprendizajes demasiado específicos.

    A continuación el autor presenta algunas consideraciones para la construcción de un deportista a largo plazo fundamentado en Barrios y Ranzola (1995); Martin, Carl, y Lehnertz, (2001); Campos y Cervera (2006); teniendo en cuenta que cada una de las sugerencias pueden ser analizadas y profundizadas en próximos escritos sobre el tema.

    Después de nombrar algunas sugerencias para una buena formación de un deportista a largo plazo, debemos tener presente constantemente que para lograr un máximo rendimiento de un deportista en la edad propicia para el deporte seleccionado, dependerá fundamentalmente de respetar los diferentes procesos que se suceden en la formación de un deportista. El rendimiento máximo de un deportista se obtendrá solo si ha alcanzado una madurez biológica y competitiva, por lo tanto no hay razón alguna para aplicar cargas superiores adelantando procesos que pueden provocar alteraciones irreversibles en el deportista.

A manera de conclusión

    Los entrenadores y Profesores de Educación Física deben considerar los períodos críticos o sensitivos del desarrollo físico del individuo, para planificar de manera exitosa e individual los entrenamientos de resistencia, velocidad, potencia y fuerza, además de la coordinación y la flexibilidad, ya que algunas de estas capacidades motoras pueden ser trabajadas con mayor énfasis antes, durante o después de la pubertad, para obtener un mayor rendimiento.

    La iniciación en el béisbol es cada vez mas temprana; es por esto que se deben dosificar correctamente la cargas de entrenamiento, respetando los procesos naturales del desarrollo biológico, así como los períodos de recuperación y descanso; sobre todo en la etapa que coincide con el período puberal, en el que ocurren grandes cambios en el organismo de niños y jóvenes, evitando de esta manera la retirada prematura de estos futuros campeones.

    El estudio de las fases sensibles debe considerarse un intento de contribución a un posterior mejoramiento de la eficacia y la calidad de la educación física y el entrenamiento infantil y juvenil.

    Igualmente, desarrollar estudios longitudinales en púberes y pre-púberes utilizando grandes muestras y por grupos de edades, ya que los mismos permitirían apreciar adecuadamente los cambios morfológicos y funcionales que se producen en el organismo durante estas etapas y poder establecer así, con mayor validez las asociaciones entre morfología, maduración y capacidades físicas.

Referencias

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