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Dismorfia muscular o anorexia inversa: hábitos

alimentarios e instrumentos para su valoración

 

Asesoramiento Científico-Técnico para la Planificación Deportiva. NUTRIAKTIVE.

Unidad de Fisiología del Deporte y entrenamientos en Hipoxia Intermitente.

Centro Deportivo K2. Vitoria-Gasteiz

(España)

Aritz Urdampilleta Otegui

José Miguel Martínez Sanz

aritzurdampi@hotmail.com

 

 

 

 

Resumen

          La dismorfia muscular (DM) se puede definir como obsesión por la perfección del cuerpo teniendo en cuenta como referente un cuerpo musculado y la forma de manifestarse de esta. La sintomatología habitual suele ser sentirse que se tiene un cuerpo débil y pequeño, cuando en la realidad se tiene un cuerpo fuerte y muy musculado. Estos usuarios suelen seguir hábitos dietéticos y ergonutricionales obsesivos con una toma excesiva de suplementos proteicos y junto a sustancia ilegales como hormonas anabolizantes, todo esto unido a una necesidad de hacer a diario ejercicio físico intenso. Esto hace que esta nueva obsesión que encontramos habitualmente en los gimnasios puede ser muy perjudicial y poner en riesgo la salud de este tipo de colectivo, lo cual resulta importante detectar cuanto antes el problema mediante instrumentos-cuestionarios diseñados para ello.

          Palabras clave: Dismorfia muscular. Vigorexia. Fisioculturistas. Levantadores de pesas.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 173, Octubre de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    La dismorfia muscular (DM) o también llamada vigorexia, es una moderna obsesión por la perfección del cuerpo que tiene distintas formas de manifestarse, cuya sintomatología común es la de sentirse que se tiene un cuerpo pequeño y débil, cuando en realidad es fuerte y grande, además de seguir una dieta hipercalórica e hiperprotéica. Algunos le llaman la “anorexia inversa”, ya que las personas con anorexia nerviosa se ven obesas y no ingieren alimentos. Esta prevalece en fisioculturistas y levantadores de pesas que suelen abusar de sustancias ilegales para aumentar la musculatura, como los esteroides o anabolizantes (Mosley, 2009).

    Los deportistas que desean ser más delgados que su talla percibida, sufrirán un impulso hacia la delgadez y tendencias hacia la anorexia o bulimia, mientras que los deportistas que desean tener una mayor fuerza y musculatura que su volumen percibido, tenderán a hacia un impulso hacia la musculatura con una tendencia hacia la DM (Hargreaves et al, 2009).

Figura 1. Dismorfia muscular. Trastorno de imagen corporal, tomando como referencia un cuerpo muy 

grande y musculoso (www.nutricion.pro/19-05-2009/uncategorized/vigorexia-cuerpos-desproporcionados)

    La DM no se engloba dentro de los TCA ya que, aunque comparta la percepción errónea del propio cuerpo y ciertas alteraciones de la alimentación, ésta no es el elemento definitorio del trastorno, es más bien un “trastorno de la imagen corporal”, no dependiente a la alimentación. En este no se da una adicción al ejercicio, ya que los dismórficos musculares no tienen placer, ni disfrutan a la hora de hacer actividad física (Mosley, 2009). No obstante, algunos estudios comentan que presenta un componente adictivo hacia el ejercicio físico. Un ejemplo de ello, son los fisioculturistas, que suelen realizar entrenamientos diarios de 1-2 horas y se sienten mal los días que no entrenan, presentando altos grados de ansiedad. Varios mecanismos fisiológicos han sido relacionados en la adicción a la práctica de ejercicio, debido a las endorfinas que son neurotransmisores opioides que actúan principalmente como relajantes o cómo analgésicos endógenos, además de influir factores socioculturales (Arbinaga-Ibarzabal, 2007).

Prevalencia

    Los datos epidemiológicos sobre la incidencia del trastorno a nivel mundial muestran que no se trata de casos aislados, dichos datos se resumen en la tabla 1.

Tabla 1. Prevalencia de la vigorexia que presenta preocupación patológica, a nivel nacional e internacional (Adaptado de Zepeda, 2011)

    Entre el 40-50% de los usuarios de gimnasio presentan síntomas de vigorexia y que >50% exhibe una preocupación moderada por su imagen corporal relacionada con la esta patología (Zepeda, 2011).

Hábitos alimentarios y de actividad física

    El uso y abuso de esteroides anabolizantes es un problema relacionado estrechamente con el deporte en general y con el entrenamiento de musculación en particular, siendo otra característica importante de las personas que padecen DM. Estas sustancias crean dependencia y son utilizadas con el propósito de desarrollar masa muscular, aumento de la fuerza y potencia, así como evitar y retrasar el cansancio y la fatiga.

Figura 2. La distrofia muscular lleva a la obsesión por realizar actividad física intensa, 

teniendo gran ansiedad cuando no pueden hacer ejercicio (www.dmedicina.com/)

    Otra estrategia empleada para aumentar la masa muscular, es el uso de suplementos alimenticios, como proteína en polvo, barritas hiperenergéticas, barritas hiperproteicas, creatina y hormonas anabolizantes (Zepeda, 2011). Según un estudio el 80% de los usuarios de gimnasios para fisioculturistas consumen suplementos alimentarios, el 40% consumían batidos de proteína, 45% creatina, 40% multivitaminas, 34% vitamina C y 23% vitamina E, al menos 5 veces a la semana. La efedrina consumía el 28% de los usuarios, al menos 1 ves a la semana. Se ha de destacar, según una encuesta realizada en 309 culturistas profesionales de ambos sexos, el uso la suplementación varia según el objetivo. La proteína de suero era la más utilizada en la fase de volumen, aminoácidos y quemadores de grasa (estimulantes) como la efedrina o cafeína a altas dosis (más que 350mg/ día) en las fases de definición.

    El 59% de los encuestados gastaban en suplementación entre 25-100 euros/mes y el 4,9% más que 150 euros/mes (Bill, 1994).

    Ahora bien, la alimentación es un aspecto trascendental para los vigoréxicos. Estos presentan una dieta restringida en alimentos, escasa variedad y alta en cantidad (gran densidad energética, kcal). Se realizan dietas en las que se incrementa la ingestión de proteínas e hidratos de carbono, se reduce el consumo de grasas y se consumen suplementos proteicos o sustancias ergonutricionales. De manera general ingieren entre 4.300-6.300kcal/ día, y con una distribución de hidratos de carbonos (40-45%), proteínas (20-30%) y grasas (30-35%) (Keich, 1996; Zepeda, 2011), ver tabla 2.

    La dieta de los fisioculturistas suele ser muy peculiar, exceso de micronutrientes (vitaminas y minerales) y la proporción de macronutrientes (hidratos de carbono, grasas y proteínas) cambia considerablemente respecto a la dieta óptima para la población deportiva, siendo excesiva en proteínas.

Tabla 2. Dieta habitual realizada por los que padecen dismorfia muscular (elaboración propia)

    No menos importante y a considerar por sus consecuencias en la salud de estas personas, a causa del entrenamiento excesivo, dietas altas en proteínas y uso de la creatina como suplemento prioritario, los niveles de creatinina sérica o urea sanguíneas suelen estar por encima de la normalidad (Urdampilleta, 2012), aunque si no se tiene una patología renal o del hígado, no tiene porqué producir efectos secundarios graves, aunque desde luego no es bueno para la salud. De la misma manera presentan niveles muy elevados de colesterol total y triglicéridos, por las ingestas elevadas de alimentos de origen animal, altos en grasa saturada (Keich, 1996).

    El principal problema de niveles elevados de colesterol y triglicéridos, son las conocidas enfermedades cardiovasculares, procesos de hiperlipidemias, aterogénesis y aterosclerosis. La tendencia a restringir el consumo de hidratos de carbono y aumentar el consumo de proteínas, puede traer repercusiones en la salud a corto y largo plazo.

    Diferentes estudios alegan que dietas que contengan más que 1,7-2g de proteína/kg de masa corporal, no tienen efectos añadidos en la síntesis proteica ni en la ganancia de la fuerza, sino que favorecen la tendencia hacia la acidosis, sobrecarga renal y perdida de calcio por la orina (Urdampilleta, 2012). Se trata de un factor perjudicial para la salud a considerar en fisioculturistas, pues suelen consumir entre 3-4g/kg de peso corporal/día. Estas dosis solamente útiles si se está con un tratamiento hormonal, ya que se ha visto que la dosis efectiva para el entrenamiento de fuerza e hipertrofia muscular es de 1,5-1,7 g de proteínas/kg/ día, junto a una dieta alta en hidratos de carbono y siendo el balance energético positivo en unos +500kcal/día (Urdampilleta, 2012).

    Por ello, en este colectivo resulta interesante la suplementación con potasio, para no retener líquidos, y de calcio para compensar las pérdidas por la ingesta alta en proteínas. El potasio y calcio tiene un papel importante en la homeostasis acido-base y metabolismo de las proteínas.

Síntomas de la dismorfia muscular

    Los síntomas de esta afección son realmente evidentes, lo que aumenta con el paso del tiempo (Hargreaves, 2009).

    En la actualidad disponemos de varios instrumentos para a la evaluación de un trastorno asociado a la adicción/obsesión por el desarrollo muscular, en algunos casos dirigidos a detectar la dismorfia muscular o vigorexia, en otros casos simplemente a determinar el nivel de adicción/obsesión sobre la apariencia muscular y su posible repercusión en la salud. De estos instrumentos podemos mencionar tres, dos de ellos en formato de escala tipo Likert, el tercero como escala de figuras:

Tabla 3. Instrumentos de valoración disponibles de diferentes autores para detectar una posible dismorfia muscular (elaboración propia)

Conclusiones

    La dismorfia muscular es un problema poco conocido en el que los profesionales de gimnasios y/o centros deportivos, deben estar alerta, ante la manifestación de cualquier de estos síntomas o practicas de alimentación y actividad física, contribuyendo de este modo a ser agentes de salud. El uso de encuestas para conocer los hábitos alimentarios, compra de suplementos y realización de actividad física, podrían ser de utilidad en la prevención de la DM.

    Los anteriores estudios mencionados apoyan en una hipótesis general que apuntaría a que los trastornos de la conducta alimentaria y otros trastornos dismórficos como la dismorfia muscular están asociados a una presión social de culto al cuerpo, que se manifiesta en conductas patológicas en el ámbito de la alimentación y en el ámbito de la práctica de ejercicio físico.

    No obstante, cabe decir que necesitamos mayor investigación en población deportiva, sobre las posibles singularidades en su manifestación, así como los niveles de incidencia y prevalencia.

Referencias bibliográficas

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