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La violencia en los deportes de combate. Su 

perspectiva sociológica en la formación del atleta

 

*Lic. en Historia y Ciencias Sociales en el ISP de Manzanillo. Profesor titular

Centro de Estudios Nacional de Deportes de Combate. CENDECOMB F.C.F. Holguín

**Lic. en Filosofía e Historia Universidad Pedagógica de Holguín

Máster en Historia y Cultura. Profesora auxiliar. Universidad Médica

de Holguín. Facultad de Cultura Física de Holguín

Drc. Lázaro Enríquez Caro

idelisa@ucm.hlg.sld.cu

Msc. Idelisa Esther Castro Bermúdez

idelisa@ucm.hlg.sld.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          El trabajo aborda una faceta importante de la formación de los deportistas de combate que es frecuentemente subvalorada por los entrenadores de estos deportes. Se presentan un grupo de argumentos para comprender la violencia como fenómeno social dentro y fuera del ámbito deportivo. La reflexión sobre el tema se completa con cuestionamientos como los siguientes ¿La práctica de los deportes de combate promueve o atenúa los comportamientos violentos? ¿Se puede educar un espíritu no violento a través de la práctica de este tipo de deporte? Las respuestas a esas interrogantes permiten proponer recomendaciones generales que pueden resultar útiles a los entrenadores responsabilizados con la formación integral de esos atletas.

          Palabras clave: Violencia en el deporte. Formación deportiva.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 17 - Nº 168 - Mayo de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    El estudio de la violencia es ya, en la Sociología del Deporte, capitulo obligado, aunque el modelo deportivo cubano se sustenta un una concepción humanista de su práctica, en nuestro medio también se dan manifestaciones francamente antideportivas, entre las cuales los actos de violencia se producen con cierta frecuencia. La necesidad de fomentar una práctica deportiva sana hace bajar cada vez más nuestro umbral de tolerancia a los comportamientos violentos entre los protagonistas del hecho deportivo. Es por eso que este tema tiene una significación especial no solo en el contexto cubano.

    La mayoría de los enfoques teóricos de la violencia tratan de explicar su origen a partir de dos paradigmas clásicos: el biologicista, que sustenta la existencia en el hombre de un instinto agresivo innato, similar al resto de los animales, que ha facilitado su adaptación filogenética Y el paradigma ambientalista cuya esencia se propone demostrar que la naturaleza humana es buena, lo malo es la educación. (Montegu, 1993)

    Esta polémica, que data de principios del siglo XIX, se mantiene en la actualidad y cada revelación en el campo de la Biología encuentra inmediata oposición de los ambientalistas. El ejemplo más reciente es la controversia de 1994, cuando investigadores anglosajones afirmaron haber aislado el virus de la violencia. La réplica no se hizo esperar a partir del hecho de que casualmente esos genes violentos aparecen siempre en los grupos marginales cuya desventaja social es evidente.

    Realmente el fenómeno de la violencia social es muy complejo y solo la colaboración más estrecha entre la Psicología, las Ciencias Biológicas y Sociales podrá finalmente poner fin esta polémica.

    Pero mientras eso ocurre los sociólogos del deporte deben proponer, desde los presupuestos científicos del momento, alternativas que contribuyan a la educación de un espíritu no violento de los atletas. Especialmente de aquellos que practican los deportes de combate. Este trabajo se enmarca precisamente en esa perspectiva

    Desde luego que es un intento bien complicado desarrollar un espíritu no violento en una actividad humana competitiva por naturaleza, donde el conflicto, la rivalidad, la lucha por un recurso escaso (la victoria) constituyen su esencia.

    La intención primaria es, por tanto, es establecer un marco reflexivo sobre el tema de la violencia en los deportes de combate, de manera que se avance en la comprensión multifactorial del fenómeno estudiado y que las recomendaciones que se proponen para la educación de los atletas de estos deportes, sean, de alguna manera, útiles para los entrenadores.

Desarrollo

    Los fundamentos teóricos que sostienen el conjunto de recomendaciones que se proponen en este trabajo se revelan al responder las siguientes interrogantes:

    ¿A qué llamar violencia en el deporte?, ¿Es ella sinónimo de agresividad, conflicto? ¿Es la violencia en los deportes de combate una prolongación de la violencia social de los contextos donde de origen de los atletas? ¿La práctica de los deportes de combate promueven o reduce la violencia y la agresividad? ¿Es realmente posible o conveniente atenuar la violencia y la agresividad a través de una práctica donde esas cualidades son muy importantes para el éxito?

Hacia una conceptualización de la violencia en el ámbito deportivo

    La mayoría de las explicaciones de la violencia en el deporte se enmarcan en la teoría confluictualista de la sociedad, a partir de la cual se considera el conflicto como una categoría básica. Toda la vida social es conflicto o integración, la mayoría de las veces ambas cosas a la vez. (Giner, 2000).

    Desde esta perspectiva, que se comparte por los autores del presente trabajo, el conflicto es uno de los modos básicos de la vida en sociedad, pero la forma de solucionar los mismos suele basarse en dos estilos diferentes, así el conflicto puede ser solucionado de forma violenta, donde los rivales luchan por alcanzar un mismo objetivo u objetivos incompatibles, aunque ello sea a costa de la opresión, el maltrato, la agresión o el aniquilamiento del oponente. O por otra parte el conflicto se soluciona a través de una competencia en la cual existe determinadas reglas que teóricamente protegen la integridad de los competidores

    ¿A cuál de las dos formas pertenecen los deportes de combate? La respuesta obvia a esta pregunte arroja mucha luz en la comprensión de acto violento en los deportes de esta naturaleza.

    La violencia se define como "todo cuanto se encamine a conseguir algo mediante la fuerza, a menudo física, que anula la voluntad del otro" (UNESCO 1988 T IV: 2345) lo cual significa que es un acto con una finalidad orientada a la consecución de algo, que puede ser la victoria, el éxito, etc.

    ¿Son los deportes de combate ámbitos propicios para desarrollar la violencia?

    Si, es la respuesta evidente, pero ¿qué tipo de violencia debe fomentarse en los atletas de estos deportes?

    Al ser comprendido como un acto finalista (con un fin determinado) el concepto de violencia tiene sentido solamente en el mundo interno del deporte mismo y ello implica la posibilidad de controlarla, de educarla, de encausarla con arreglo a reglas que cada vez pueden humanizarse más.

    Los deportes que nos ocupan se basan en el uso de la violencia controlada, por lo que solo son censurables los actos que transgreden las normas técnicas y éticas del deporte en cuestión, o si se manifiesta fuera del marco netamente deportivo, como ocurre también en nuestro medio.

    La violencia definida en estos términos no puede confundirse con la combatividad, cualidad indispensable en nuestros deportes, ni siquiera con la agresividad entendida como energía, fuerza física y mental, espíritu de lucha, fogosidad, impetuosidad.

Violencia social y violencia en el deporte

    Es claro que la violencia no es un fenómeno exclusivo del deporte, como hecho social se manifiesta en todas las esferas de la vida, por tanto la violencia es un fenómeno social no deportivo, más el deporte no existe fuera del contexto social. Ese presupuesto permite realizar la distinción entre los actos violentos “en el juego” y los que se producen “en torno al juego” (la violencia que se desata en las gradas o fuera de los campos deportivos), pero asociada al propio deporte y las pasiones que despierta, Lo más censurable es que en ocasiones los protagonistas del hecho deportivo participan de esos episodios violentos.

    El análisis de la violencia asociada al deporte es marco de reflexión para otro debate, en este trabajo, se discute sobre la violencia al interior del deporte de combate, o sea la que está implícita en la esencia del mismo.

    La evolución de los deportes de combate ha seguido el mismo esquema socializador de la humanidad, lo que significa que la violencia en ellos se viene reduciendo considerablemente a medida que se consagra la filosofía humanista en el deporte. Incluso los propios deportes de combate pueden paradójicamente poner coto a las manifestaciones de violencia incontrolada de los atletas y entrenadores; sin dudas, pueden convertirse en poderosos medios para la reducción planificada de los comportamientos violentos y agresivos que fuera de la competencia o usados sin respeto a las normas, que son considerados actos antideportivos.

    La esencia de este contradictorio proceso formativo radica en la sustitución de la violencia irracional por la impetuosidad controlada, por una disciplina deportiva, donde la agresividad, la lucha, la rivalidad constituyen elementos consustanciales.

    ¿Es este un proceso espontáneo? ¿Matricular a un gimnasio y el desarrollo de la maestría deportiva en cualquier deporte de combate garantiza automáticamente el control de la impetuosidad del atleta fuera del mismo?

    Son esas algunas preguntas importantes que deben responderse los entrenadores en este sentido. ¿Cómo fomentar el espíritu no violento en un deporte de combate?

    Las recomendaciones que se ofrecen al final de este epígrafe pueden servir de pauta a los entrenadores y directivos de estos deportes. Ellas están sustentadas en la conclusión que se deriva de la discusión teórica anterior.

    La esencia de esa discusión parte de reconocer que el ser humano no nace dotado para un comportamiento violento, sus condiciones físicas son insignificantes si se le compara con otras especies de animales: ni afilados dientes, ni garras poderosas son patrimonios del hombre. No se nace preparado para ejercer la violencia, consciente o inconscientemente el comportamiento violento es aprendido, las condiciones de marginalidad social son contextos favorables para aprender esos estilos violentos de solución de conflictos (no es casual que algunos entrenadores seleccionen sus talentos en esos contextos sociales)

    Cuando un animal es dotado por la naturaleza de mecanismos para ejercer la violencia, es portador, al mismo tiempo, de un poderoso instinto de inhibición de su agresividad hacia sus congéneres (conservación de la especie).

    Los humanos, cuyo comportamiento violento se aprende, no poseemos ese mecanismo natural de inhibición, por eso un comportamiento agresivo, estimulado en un contexto se puede transferir a otro, lo que significa que la agresividad aprendida, fomentada a través de un deporte de combate no tiene contrapartida natural, si no social. Es necesario educar esa inhibición con la misma intencionalidad, inteligencia y sistematicidad con que se fomenta el espíritu de lucha y la fogosidad, para que la misma se encause por la senda de la racionalidad y el respeto a las reglas técnicas y éticas de cada deporte y no se manifieste fuera del ámbito deportivo.

Sugerencias a los entrenadores de los deportes de combate

Conclusiones

    Los aspectos sociológicos se convierten cada vez más en una faceta importante en la formación de los atletas de alto rendimiento, los deportes de combate no son ajenos a esa realidad.

    Los estudios empíricos realizados en el marco de este trabajo confirman que el tema de la violencia controlada y la inhibición de la agresividad fuera del contexto deportivo, son aspectos no suficientemente tratados durante el proceso de formación de los deportistas de combate.

    La polémica en torno al origen social o biológico de la violencia aun no está agotada, pero los sociólogos del deporte y los entrenadores no pueden esperar las conclusiones definitivas, es necesario actuar con prudencia con lo que ya se conoce sobre el tema.

    La educación ética de los atletas de alto rendimiento no es patrimonio de ningún sistema social, es un valor universal que sobrepasa intereses políticos ideológicos, religiosos, filosóficos, etc.

Bibliografía

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