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El concepto de juego en relación con la actividad física

 

*Doctora Europea en CC. de la Actividad Física y del Deporte

Master en CC. de la Actividad Física y del Deporte

Profesora de la Universidad de Alcalá y de la Universidad Complutense de Madrid

Campeona de España de baloncesto. Entrenadora de baloncesto

Preparadora física de baloncesto de diversos equipos de Primera División Nacional

*Doctor Europeo en CC. De la Actividad Física y del Deporte

Licenciado como número 1 de la promoción en CC. de la AF y del Deporte

Licenciado en CC. Empresariales. Licenciado en Derecho

Diplomado en Fisioterapia. Profesor de la Universidad Autónoma de Madrid

Gema Sáez Rodríguez*

g.saez@uah.es

Antonio Monroy Antón**

antonio.monroy@uam.es

(España)

 

 

 

 

Resumen

          El juego, actividad humana por excelencia, ha sido objeto de estudio por parte de muchos autores quienes, sin embargo, no han coincidido a la hora de establecer una definición única. Las diversas corrientes que lo han analizado y han llegado a elaborar un concepto de juego, así como la etimología de éste, son estudiadas en el presente artículo, que pretende ser una compilación de interés no para elaborar dicha definición, sino más bien para señalar las características básicas en que todas ellas coinciden y que, por tanto, parecen claramente acertadas.

          Palabras clave: Juego. Antropología. Etimología. Ludus. Diversión. Reglas.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 150, Noviembre de 2010. http://www.efdeportes.com/

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1.     Introducción

    El juego, existente desde las primeras civilizaciones humanas, ha sido sin embargo objeto de estudio solamente desde hace poco más de un siglo. Los primeros estudiosos que intentaron llegar a una definición del mismo fueron los antropólogos, que dieron paso poco después a las Reales Academias y otros autores de prestigiosos diccionarios quienes buscaron en las más hondas raíces de este fenómeno social para elaborar una definición que, con el paso del tiempo, ha sufrido cambios no sólo por las diferentes corrientes sociales sino por la volubilidad propia del ser humano, que con la evolución pasa catalogar como juegos hechos que anteriormente no lo eran y al contrario.

2.     El concepto del juego en la antropología

    Ya desde finales del siglo XIX, los primeros antropólogos comenzaron a plantearse cuáles eran las funciones del juego en la sociedad, intentando asimismo llegar a una definición del juego. El considerado por muchos como padre de la antropología, Burnett Tylor, fue uno de los primeros en hacerlo, al considerar que las actividades deportivas aportaban al antropólogo indicios muy interesantes sobre la naturaleza del contacto de la cultura prehistórica. Tylor afirmaba que, junto a los juegos simples, como podían ser el lanzamiento de pelota o la lucha, que por su propia naturaleza surgían espontáneamente, había otros difícilmente repetibles y que aparecían de un modo más artificial (1).

    Varios años después, Mooney escribe un artículo sobre el juego de raqueta o pelota de los cherokee, y ya en el siglo XX Culin clasifica los juegos y fomenta el debate sobre su origen, evolución y distribución.

    A partir de ese momento se vive un cierto auge en relación a la antropología del juego, con autores como el alemán Weule -que afirma que existen grandes diferencias entre los deportes del hombre primitivo (que los realiza por necesidad) y los del hombre moderno (que los desarrolla por gusto y que estarían, por tanto, más cerca de la noción de juego)-, Best, Firth y otros varios.

    Pero es quizá la aparición de la obra de Johan Huizinga Homo Ludens, a mediados del siglo XX, la que cambia la situación y marca un nuevo punto de partida para los estudios posteriores sobre el juego. Huizinga comienza su obra con la afirmación de que el juego es más antiguo de la cultura, lo cual supone una auténtica revolución para la época. Poco a poco va desgranando las características del juego, hasta llegar a una definición del mismo como una “acción libre ejecutada como sí y sentida como situada fuera de la vida corriente, pero que, a pesar de todo, puede absorber por completo al jugador, sin que haya en ella ningún interés material ni se obtenga en ella provecho alguno, que se ejecuta dentro de un determinado tiempo y de un determinado espacio , que se desarrolla en un orden sometido a reglas y que da origen a asociaciones que propenden a rodearse de misterio o a disfrazarse para destacarse del mundo habitual” (2).

    Según esta definición y el desarrollo de las mismas en dicha obra, se pueden establecer una serie de características del juego, que serían:

  • es una actividad libre (el juego por mandato no es propiamente un juego)

  • carácter desinteresado, en relación con la función cultural del mismo

  • limitación temporal y espacial

  • presencia de un cierto grado de incertidumbre o azar, lo cual genera tensión en el desarrollo del mismo e implica la existencia de una serie de reglas

  • tendencia a perdurar el equipo de jugadores (en el caso de juegos por equipos) aun después de terminado

  • frecuente misterio y secretismo en el desarrollo del mismo.

    Otro autor de la misma época y con teorías muy distintas de la de Huizinga, Caillois, define sin embargo el juego como una “actividad libre, separada o delimitada en el tiempo y en el espacio, y de antemano incierta, improductiva, reglamentada y ficticia” (3), definición muy similar a la del anterior a pesar las divergencias entre ambos.

    Posteriormente se vive una etapa poco prolífica en lo que a la antropología del juego se refiere, hasta que en 1986 surge la obra de Blanchard y Cheska Antropología del deporte, que se centra en el estudio del juego deportivo.

3.     Concepto etimológico del juego

    Las raíces etimológicas del juego también pueden ser de gran ayuda a la hora de elaborar una definición del mismo.

    En español, según los distintos autores, hay dos vías principales de procedencia de dichas raíces. En primer lugar, derivan de los términos latinos “locus” y “locari”. Por otro lado, la voz latina “ludus” también tiene su influjo, refiriéndose al juego infantil, de recreo, competición o juego de azar incluso. La transformación del “ludus” en el “jocus”, que tiene un significado más de broma o chiste, se produce con el paso de los años.

    Los países europeos han recogido en sus lenguas, en mayor o menor medida, la influencia de esos términos latinos, y algunos desde muy antiguo cuentan en su literatura con obras que así lo demuestran. Sirvan como ejemplos, en el caso español, el Cantar de Mío Cid, que recoge la expresión “jugar a las armas en presencia de su mujer” (4), el libro de Ajedrez de Alfonso X y otros varios de la época.

    Así se llega hasta la actualidad, en que la Real Academia de la Lengua española recoge hasta catorce diferentes significados de la palabra juego, además de muchísimas definiciones de juegos concretos, lo que da una idea de la amplitud del término. Entre estos significados actuales merece la pena destacar algunos:

  • ejercicio recreativo sometido a reglas, y en el cual se gana o se pierde

  • habilidad o astucia para conseguir algo

  • fiestas y espectáculos públicos que se usaban en lo antiguo (5).

    De igual forma, el diccionario de María Moliner recoge usos similares de la palabra juego, destacando:

  • juego como diversión o entretenimiento

  • juego como actividad no útil, contrapuesta al trabajo y a lo serio.

4.     Conclusión

    Resulta complicado elaborar un único concepto de la palabra juego en relación con la actividad física. Sin embargo, sí que se puede afirmar que todos los autores estudiados, así como los documentos que se conservan en relación con los juegos a lo largo de la historia, comparten algunos elementos comunes, como son la libertad, la diversión y una cierta reglamentación. Sin estas tres características, no se puede entender el juego. Y parece lógico, pues resulta prácticamente imposible entender como juego una actividad en la que el participante acudiera obligado (pues si bien se puede obligar a alguien a practicar un juego –imagínese un preso, esclavo o criado, en otras épocas- desde ese mismo momento deja de ser para él un juego, y se convierte en un trabajo o una orden). Del mismo modo, todo juego en el que el participante comience a aburrirse deja de ser tal, y posiblemente pasa a ser una carga más que otra cosa, con lo cual se opta por abandonarlo. Y, por último, no existe juego alguno que no tenga una reglamentación mínima, pues la esencia misma del juego, sea cual sea, exige que pueda haber un ganador y un perdedor, o que se tengan que lograr unas metas o desarrollar ciertas actividades.

    Partiendo de estos tres elementos comunes principales, el resto son prescindibles y van en función del tipo de juego que se desarrolle, por lo cual se pueden elaborar multitud de definiciones distintas como así ha ocurrido a lo largo de los últimos dos siglos.

Bibliografía

  1. Blanchard, K. y Cheska, A. “Antropología del deporte”, Ediciones Bellaterra, S.A., Barcelona, 1986.

  2. Huizinga, J. “Homo ludens”, Ed. Alba, Madrid, 1990.

  3. Caillois, R. “Teoría de los juegos”, Ed. Seix Barral, S.A., Barcelona, 1958.

  4. Anónimo: “Cantar de Mío Cid”, Ediciones Urbis, Barcelona, 1982.

  5. www.rae.es.

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