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El atletismo cubano en Juegos Olímpicos. 

Capítulo I: de San Luis 1904 a Roma 1960. 

‘Con mas penas que glorias’

 

Estadístico de Atletismo, Holguín

(Cuba)

Eddy Luis Nápoles Cardoso

eddy06018@hlg.jovenclub.cu

 

 

 

Resumen

          La participación cubana en el atletismo Olímpico se inicia aquí en San Luis, Estados Unidos en 1904 y es mediante la perseverancia del voluntarioso corredor Félix “El Andarín” Carvajal, un abnegado atleta que ya en los finales del Siglo XIX había iniciado la práctica de las carreras atléticas en la capital cubana. Como era de esperar este atleta no tenía planificación de entrenamiento alguno, ni entrenador y mucho menos apoyo económico para emprender el viaje hacia la cita Olímpica, es entonces que recurre a la caridad del pueblo cubano mediante la recaudación de fondos, realizando exhibiciones por las calles habaneras de la época.

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 13 - N° 125 - Octubre de 2008

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    Los Juegos Olímpicos Modernos que fueron rescatados por iniciativa del Barón Pierre de Coubertin y tuvieron su primera edición en Atenas, Grecia en 1896, contaron con la presencia cubana ya para la segunda versión de Paris, Francia en 1900, cuando el esgrimista Ramón Fonst, cubano que estudiaba y entrenaba en Francia, se convirtió en el primer medallista de toda América Latina, triunfando en espada.

    Fonst que a los once años fue campeón de florete de Francia, fue titular del mundo a los 16 en espada. Aunque nació en Cuba, su crianza y educación la realizó en Francia, país donde además practicó el boxeo francés y el tiro. También estuvo presente en San Luis, Estados Unidos, 1904, donde su brillo fue aun mayor, pues allí ganó la espada y el florete individual, así como el sable y el florete por equipos, sí por equipos –resulta que junto a otro cubano, un francés y un estadounidense (Manuel Díaz, Alberto Post y Carlos Tatham), amigos del cubano– compitieron por nuestro país. En esta cita, aparte de los ya mencionados, contó con la presencia de otro cubano, Félix “El Andarín” Carvajal, quien en contra de todos los vaticinios se coló en cuarto lugar en la prueba de maratón.

Félix “El Andarín” Carvajal, primer

representante del atletismo cubano

en Juegos Olímpicos

    Después hubo que esperar hasta los Juegos de Ámsterdam Holanda en 1928 para ver nuevamente a un cubano en acción y fue solo el matancero José Barrientos en los 100 metros, eliminado en su primera salida.

    En los primeros Juegos de la postguerra, Londres, Inglaterra en 1948, hay nuevamente participación cubana e incluso medalla, pero ésta fue en las velas, clase star, mediante el yate Kurush III, que logró bronce. En el campo y pista destaca la presencia de Rafael Fortún, Raúl Mazorra y Angel García; con Fortún llegando hasta las semifinales de los 100 y 200 metros.

    Igual desenlace se vive en Helsinki, Finlandia en 1952 con la presencia de Fortún, Mazorra, García, Evelio Planas y Samuel Anderson, donde solo el agramontino arribó a las semifinales de 100 y 200 metros, así como el relevo 4 x 100 metros.

    A la lejana Australia solo viajaron dos atletas cubanos, Evaristo Iglesias y Berta Díaz, ambos avanzaron hasta las semifinales de sus respectivas disciplinas, los 110 y los 80 con vallas.

    Roma, Italia en 1960, representó la primera asistencia del deporte cubano a unos Juegos Olímpicos, ahora con la Revolución triunfante en el poder. Pronto las cosas cambiarían para el deporte cubano y los cambios se harían visibles en unos años, más no podíamos esperar mucho ahora en la capital italiana, la cual nos depara a Enrique Figuerola, igualando la ubicación de “El Andarín”, al lograr el cuarto lugar en los 100 metros planos.

    Aquí termina toda esta etapa que abarca desde San Luis, 1904 hasta la cita de Roma en 1960, una etapa marcada por la poca presencia cubana en el escenario Olímpico, que tiene su basamento en los desgobiernos que imperaron a partir de 1902, época en que nuestro país se vio sumergido en la más horrible explotación, miseria, desempleo, insalubridad, analfabetismo. Con algunas de las principales carencia enumeradas aquí, que se podía esperar del deporte, sin deporte para el pueblo, sin atletas, entrenadores, ni locales para la práctica, sin programas planificados de entrenamientos; todos esos rosarios de carencias, hacían que lejos de desacreditar a aquellos atletas que nos representaron tan dignamente, los engrandece y los encumbra en el pedestal de honor de la patria.

    Todo lo anterior nos dice que en el apartado deportivo esta etapa transcurrió para nuestro país con muchas más penurias que glorias.

“El Andarín”, cuarto en San Luis

    Después de una larga disputa –con dinero y todo por medio- con la también ciudad estadounidense de Chicago, San Luis recibe el beneplácito del Comité Olímpico Internacional para celebrar los III Juegos de Era Moderna que se inician el primero de julio.

    En el campo y pista que se celebra entre el 29 de agosto y el 3 de septiembre en el Estadio de la Universidad de Washington, con la participación de 118 atletas en representación de 10 países, hay destaque para los estadounidenses Archie Hahn, James Lightbody y Harry Hillman con tres preseas doradas cada uno respectivamente.

    Cuba se hace sentir mediante sus esgrimistas encabezados Ramón Font, con triunfos en sable, vara, espada y florete, en individuales y por equipos.

    La participación cubana en el atletismo Olímpico se inicia aquí en San Luis, Estados Unidos en 1904 y es mediante la perseverancia del voluntarioso corredor Félix “El Andarín” Carvajal, un abnegado atleta que ya en los finales del Siglo XIX había iniciado la práctica de las carreras atléticas en la capital cubana. Como era de esperar este atleta no tenía planificación de entrenamiento alguno, ni entrenador y mucho menos apoyo económico para emprender el viaje hacia la cita Olímpica, es entonces que recurre a la caridad del pueblo cubano mediante la recaudación de fondos, realizando exhibiciones por las calles habaneras de la época.

    Lo recaudado apenas le alcanza para sufragar los gastos del viaje, el que realiza en un vapor vía Nueva Orleans. Ya en esta ciudad, hambriento, mal vestido y con numerosas carencias, se dedica al juego, perdiendo con ello sus pocos ahorros y faltándole aun la travesía hasta la urbe sanluisera.

    Ahora mediante las ayudas del pueblo estadounidense logra trasladarse a San Luis y nuevamente la generosidad le dan la mano, esta vez son los propios atletas locales en la persona del lanzador de bala y disco Martín Sheridan, quien le obsequia algún vestuario para la agotadora prueba de maratón, pues Carvajal pretendía presentarse en la línea de arrancada con botas, pantalón y camisa larga.

    Así el 30 de agosto de 1904 a las tres de la tarde y con más de 30 grados de temperatura da inicio la tercera carrera de maratón Olímpica con 32 atletas de cinco países y entre ellos está “El Andarín”. Los kilómetros van pasando y la prueba es liderada por varios atletas como son los casos de Sam Mellor, Ed Carr y Arthur Newton Mellor. Continua de líder cuando pasan sobre las 16 millas, secundado por Thomas Hicks, pero al paso por el kilómetro 30, el cubano comanda la prueba. Ahora le saldrán los vestigios de su humilde procedencia, el hambre lo obliga a ingerir algunas manzanas, las cuales le producen males estomacales, teniendo que abandonar por momentos la competencia. Se reincorpora a la carrera, ya para esa altura de la competencia se ha producido otro suceso importante, hay denuncias de que el norteño Fretz Lorz se ha montado en un vehículo por varios kilómetros, llega a la meta como ganador, es premiado por la hija del presidente Teodoro Roosevelt, pero hay protestas y estas son aceptadas, el tramposo es descalificado, se proclama ganador a Thomas Hicks con tiempo de 3 horas, 28 minutos y 53 segundos, el segundo para el francés Albert Corey, el tercero para Arthur Newton y en el cuarto lugar llega nuestro “Andarín” Carvajal, meritoria demostración de este humilde hombre, nacido y criado en la más humillante pobreza de la Cuba de esa época.

    Decepcionado y con la más grande de las tristezas, “El Andarín” regresa a su patria natal, y al parecer sufrido por este fracaso nunca volvió a las carreras que una vez fueron parte inseparable de su vida. Así entre la pena, el hambre y la miseria vivió hasta su muerte en 1948 quien fue el primer cubano presente en el atletismo de unos Juegos Olímpicos.

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