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Don Quijote y el ajedrez

   
Licenciado en Geografía e Historia. U. Oviedo.
Licenciado en Educación Física. INEFC.
Máster en Alto Rendimiento Deportivo. UAM/COE.
 
 
Ezequiel Martínez Rodríguez
ezemartinez@terra.es
(España)
 

 

 

 

 
Resumen
    En general, puede afirmarse que las grandes plumas de la literatura universal se han ocupado, poco o mucho, del juego del ajedrez.
    Ejemplo notable es Miguel de Cervantes, quien, alejándose de la metáfora bélica y de la comparación tan manida de los estamentos sociales de las piezas, nos ofrece gratuitamente una lección del mejor vivir cada uno su única vida.
    Palabras clave: Historia. Literatura. Juego. Pedagogía.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 91 - Diciembre de 2005

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    Con motivo de la conmemoración del Cuarto Centenario de la Primera Parte de El Quijote son muchos los actos que celebran instituciones académicas y literarias, asociaciones populares y particulares.

    Los representantes de los partidos políticos leen párrafos quijotescos ante las cámaras de televisión, en las emisoras de radio o desde el balcón de la casa consistorial. Todo vale para conseguir un puñado de votos.

    Los profesores convocan concursos de redacción, se hacen viajes por las rutas del Quijote, certámenes de poesía y puestas en escena de personajes y oficios de la época. Las editoriales van multiplicando en este año las ediciones del inmortal libro, y hasta los periódicos, con la presentación de un cupón por obra, divulgan toda la producción literaria de don Miguel a un precio asequible.

    Los cocineros ponen en práctica las recetas que los venteros manchegos llevaban a la mesa o al campo. Los viticultores etiquetan sus botellas con logotipos cervantinos... Hasta los coleccionistas de sellos y monedas tienen sus matasellos y monedas especiales.

    El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha resulta ser, generación tras generación, una fuente inagotable de sabiduría.

    Y llegados a este punto, ¿conocemos los jugadores de ajedrez lo que Cervantes dice de nuestro noble juego? "- Brava comparación -dijo Sancho-, aunque no tan nueva, que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura". (II,12).

    Para la buena interpretación de estas líneas, resulta imprescindible el conocimiento del personaje que las pronuncia.

    Sancho Panza, el humilde labrador analfabeto, cuando entra en la novela es un "hombre de bien - si es que este título se puede dar al que es pobre-, pero de muy poca sal en la mollera" (I,7), y tardará bastante en empedrar sus discursos (hasta el final del capítulo 19). Ya no tiene "poca sal en la mollera" cuando es capaz de contestar a don Quijote de ese modo. El mismo don Quijote le responde: "- Cada día, Sancho, te vas haciendo menos simple y más discreto".

    He aquí una lección sobrenatural del ajedrez: cada día nos hace menos simples y más discretos.

    Ocurre el diálogo mientras cenan bajo la bóveda del cielo estrellado en la serena soledad de un bosque de alcornoques y encinas de la Mancha, región en la que parece que no pasa nada en absoluto: todo transcurre dentro de una normalidad vulgar, anodina y rutinaria. Por eso las ventas serán castillos inexpugnables, los molinos de viento serán gigantes, los rebaños de ovejas, ejércitos, o unas mozas del partido o rameras (que sin perdón así se llaman) son unas princesas.

    Todo un manifiesto simbólico con el ajedrez: las piezas blancas y negras de nuestro juego se mueven en pos de la resolución, de la luz, como la apertura y cierre de la conversación reveladora de las dos personalidades cervantinas envueltos en la oscuridad nocturna animada por las brillantes piezas celestes.

    Bien demás estaría explicar ahora las palabras de Sancho que encierran una ejemplaridad natural. Parece ser que en aquella época no sólo jugaban al ajedrez los reyes, marqueses, condes y clases privilegiadas. Las palabras de Sancho, familiares, adquieren, en cierto modo, una dimensión popular, puesto que alcanzaron sorprendente relieve; porque, no lo olvidemos, Sancho era analfabeto. Aunque poco antes Cervantes al comienzo de (II,5), tal vez alarmado por lo mucho que iba creciendo la figura, afirma que: "le tiene por apócrifo, porque en él habla Sancho Panza con otro estilo que se podía prometer de su corto ingenio, y dice cosas tan sutiles, que no tiene por posible que él las supiese".

    Volviendo al texto, lo más sobresaliente es el buen sentido pedagógico que manifiesta este juego con las enseñanzas mitológicas de tiempos inmemoriales.

    Antaño, los padres mirando las estrellas, enseñaban a sus hijos a conocer los principios de las tareas agrarias, a prever la llegada de las lluvias cuando aparecía el sol en Acuario, o el período de caza y vendimia bajo el signo del zodíaco. La sabiduría proviene del conocimiento de los principios de la naturaleza celeste (Macrocosmos).

    Hogaño, el ojo desnudo, que se ha visto sustituido por el microscopio y el telescopio, es considerado como un instrumento burdo y limitado. Sin embargo, el pestañeo de un jugador durante los momentos claves de la partida es fiel indicador del grado de tensión alcanzado y de su esfuerzo, incluso como Simone Weil (A la espera de Dios) dice de la atención "el mayor de los esfuerzos", y, tal vez, como si se tratase de un lujo lúdico, afirma "permanecer inmóvil no quiere decir abstenerse de la acción". Las leyes del ajedrez provienen de los principios de la naturaleza terrestre (Microcosmos).

    Pero, sobre todo, es significativo la necesidad de recreo y esparcimiento del ánimo. Queda ésta captada en el Libro de entretenimiento de la pícara Justina (1605), de Francisco López de Úbeda. Y es aquí el momento de prestar entonces atención meditativa a unas palabras tan cercanas a nuestros tiempos:

    No hay hombre discreto que no guste de un rato de entretenimiento y burla.

    Algo que, obviamente, Cervantes tenía muy al alcance de la mano un ejemplar.

    Herodoto, que entre verdades cita algunas fábulas, cuenta que en Asia los persas jugaban al ajedrez en las plazas públicas.

    De san Agustín se dice que era muy precoz en los estudios, pues antes de cumplir los veinte años aprendió sin maestros la geometría, la aritmética y la música. Esto prueba que en África, en aquel tiempo, los hombres eran precoces.

    En Europa, ya Plutarco nos habla, con amenidad y sensatez, de la importancia de los maestros en la transmisión del conocimiento greco-latino. Y prueba con ello que el ajedrez no es originario de Europa.

    En España, los primeros escritos impresos aparecen en 1495, en el Libre dels jochs partitis del schachs de Francesch Vicent, publicado en Valencia, y Repetición de amores e arte de ajedrez de Lucena, en 1498, dedicado al serenísimo y muy esclarecido Juan III, hijo de Fernando e Isabel.

    Es posible que don Miguel hubiese consultado estos dos libros. El primero tras su regreso a España del cautiverio en Argel, en 1580, cuando pisó suelo valenciano, y el segundo, ya en Valladolid (1603), donde vivió y terminó el Quijote muy cerca donde se había establecido la corte imperial. Indudablemente Cervantes no era republicano.

    Mas, el consejo de ultratumba puesto en boca del escudero de " el Caballero de la Triste Figura" asegura que la divina providencia nos iguala a todos en el paraíso celestial. Por eso, creemos estoicamente, que en este mundo terrenal, en este paraíso natural, lo que no beneficia al enjambre, tampoco beneficia a la abeja.

    Y, para terminar, recordemos parte de las últimas palabras "con sabor e inclinación ajedrecista" de Sancho en la novela: "- ¡Ay! - respondió Sancho, llorando -: No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo, y vivas muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate...". (II, 74).

Jaque mate.

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