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Factores asociados al desarrollo de
la pericia en los entrenadores

   
*Licenciado en CC. Actividad Física y Del Deporte.
U.P.M. Entrenador Superior Baloncesto.
Entrenador categorías de formación Club Estudiantes.
**Profesor de la UAX El Sabio.
Villanueva de la Cañada (Madrid).
Entrenador Superior Baloncesto.
***Profesor titular I.N.E.F. Madrid.
Entrenador Superior Baloncesto.
Entrenador categorías de formación Club Estudiantes.
 
 
Sergio Jiménez Sáiz*
Jorge Lorenzo Calvo**
Dr. Alberto Lorenzo Calvo***

sjcrack@hotmail.com
(España)
 

 

 

 

 
Resumen
    Actualmente el entrenador se ha destacado como un factor clave en el rendimiento de un equipo. Así, Delgado (1994, p.8), argumenta que "existe una coincidencia generalizada en que un factor determinante para que el deporte alcance cotas satisfactorias de calidad radica en el entrenador. Éste tiene que tener una sólida formación académica y profesional, una elevada capacidad de reflexión sobre su práctica (análisis del entrenamiento), una profunda convicción de la validez del trabajo colectivo y que se adapte a los avances del conocimiento científico, técnico y profesional del entrenamiento deportivo".
    Dada la importancia de este factor en el rendimiento de cualquier deportista, se plantea analizar los factores por los que un entrenador llega a ser un entrenador excelente, aquellos factores que aparecen asociados al desarrollo de su pericia, además de encontrar una definición que cumpla con todos estos factores tan difícil de encontrar en la literatura deportiva.
    Por tanto el estudio tratará fundamentalmente de:
1. Definir el concepto de entrenador experto que actualmente en la bibliografía es un concepto muy poco estudiado.
2. Encontrar los factores que llevan asociados el desarrollo de la pericia de los entrenadores.
    Palabras clave: Entrenador. Experto. Pericia. Liderazgo.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 88 - Setiembre de 2005

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1. Introducción

    En el deporte actual el entrenador se ha destacado como un factor clave en el rendimiento de un equipo. Así, Delgado (1994, p.8), argumenta que "existe una coincidencia generalizada en que un factor determinante para que el deporte alcance cotas satisfactorias de calidad radica en el entrenador.

    Éste tiene que tener una sólida formación académica y profesional, una elevada capacidad de reflexión sobre su práctica (análisis del entrenamiento), una profunda convicción de la validez del trabajo colectivo y que se adapte a los avances del conocimiento científico, técnico y profesional del entrenamiento deportivo".

    Moreno y Del Villar (2004), conciben al entrenador como el máximo responsable del grupo deportivo y director del mismo durante el proceso de entrenamiento y competición, por lo que debe poseer una determinada formación que le permita desempeñar sus funciones de manera óptima.

    Vemos como los autores inciden en la importancia de la formación del entrenador, sin embargo, no debemos entender al entrenador sólo como un "estudioso" de su deporte. El entrenador debe dominar gran cantidad de campos de actuación y más allá de dicho conocimiento didáctico o técnico, en la actualidad, se exigen otro tipo de conocimientos relacionados con la gestión de los recursos humanos, con la psicología, con los principios del aprendizaje, con la teoría del entrenamiento, etc. Una característica importante la resaltan Ruiz y Sánchez (1997, p. 232), quienes nos indican que "el entrenador juega un papel de primer orden en la medida que sirve para dar confianza, es el ancla en el que se amarrará el deportista cuando así lo necesite. Es el faro que alumbrará las dudas del deportista ante aspectos del deporte o de su propia vida. Tomar conciencia de ello es imprescindible para poder guiar convenientemente la carrera deportiva y planear su final de tal manera que él mismo sea un algo normal y la integración en la sociedad no sea algo traumática".

    Por otro lado, en todo grupo humano tiene que haber alguien que establezca las metas comunes, indique el camino y los métodos que deben seguirse, marque los roles correspondientes a cada uno de los integrantes del grupo, active emocionalmente a los deportistas para que cumplan con las metas prefijadas y elimine los posibles problemas que puedan surgir. La figura que necesariamente debe llevar a cabo todas estas funciones es el entrenador (Mendelshon, 2000). Estas funciones actualmente tienen más protagonismo, son las que están relacionadas con el liderazgo que debe tener el entrenador (Pérez, 2003; Sánchez, 2004; Ruiz, 2004; Moscoso, 2005). El liderazgo del entrenador tiene que ser constante, no sólo con el grupo de jugadores, sino también con todo el grupo que actualmente conforma el cuerpo técnico de un equipo. "El rendimiento y la satisfacción de un deportista pueden ser incrementados o disminuidos por los efectos de la personalidad y de la conducta de liderazgo del entrenador" (Terry, 1984; en Mendelshon, 2000, p.1).

    Vemos como indudablemente, el entrenador deportivo no puede ser sólo un educador físico. Además de velar constantemente por la mejora de las normas y rendimiento deportivo de sus atletas, le corresponde incidir en el desarrollo integral de su personalidad. No cabe duda de que el entrenador posee un papel muy importante en el aspecto social, especialmente en el tema afectivo en relación con el deportista. Baur (1993, p.18) señala que "la ayuda personal a los atletas adolescentes y la creación de un ambiente extradeportivo lo más favorable para el deportista están dentro de las obligaciones del entrenador".

    Esto se complica mucho más ya que el entrenador debe saber transmitir sus conocimientos acorde a la edad, sexo, experiencia motriz, particularidades de cada personalidad, nivel de sus atletas, etc...; y además, conocer y ayudar en el proceso de socialización del deportista. Sin ello, no se puede aspirar a ser un buen entrenador. Cada momento del proceso del entrenamiento, cada modalidad deportiva, cada edad, cada sexo, poseen sus particularidades, sus dificultades, su forma diferenciada de conducción del proceso. Tratar de repetir año tras año, similares formas de planificar y ejecutar el trabajo, sin analizar el grupo de atletas que se entrena, traerá resultados nefastos al proceso.

    El entrenador debe retomar lo más avanzado de la metodología general y especial del entrenamiento, adaptándolas a las condiciones y requisitos específicos, situación que le garantice proponer nuevas formas de entrenar, a partir de sus consideraciones y las necesidades de los atletas de forma individual y colectiva.

    Krivenco (1988; en Cortegaza, 2003) valora el papel relevante de la autoridad del entrenador, como inseparable de la actividad, de sus conocimientos sobre la teoría y práctica del deporte, del grado de exigencia, etc. La interrelación entre el entrenador y el equipo se estructuran sobre el respeto, la confianza y la amistad mutua. Para resolver definitivamente los problemas con el grupo se necesita invariablemente un estrecho contacto entre el entrenador y atleta.

    Por todo esto, es innegable que el entrenador, para alcanzar la excelencia, requiere una variabilidad de características y conductas muy amplia, así como el control de todas ellas y su continuo desarrollo.


2. Entrenadores expertos. Factores asociados al desarrollo de la pericia en entrenadores

    El concepto de experto se maneja en todo tipo de campos como prensa, televisión, matemáticas, música,… El deporte, en este sentido, tampoco es una excepción. Del mismo modo, encontrar las claves para llegar a ser experto debe constituir uno de los objetivos principales por parte de los investigadores en todos los campos.

    El deporte de alta competición es el ejemplo más claro de un modelo de excelencia, de voluntad de progreso y en el que la lógica de la competición deportiva es la lógica de la excelencia (Missoum y Selva, 1994). La excelencia es "sobresalir por encima de los demás" (Ruiz y Sánchez, 1997, p.226). Estos autores señalan que todos podemos llegar a ser excelentes con unas expectativas personales bien planteadas y con gran dedicación.

    Por ello, el estudio del sujeto experto constituye uno de los objetivos prioritarios en el ámbito deportivo (Pieron, 1999; en Sánchez 2002, p.3). "Guiado por el espíritu de competición que reina como rey, el deporte se caracteriza por una búsqueda de la excelencia, de competencia y de especialista. Tanto si se trata de deportes institucionalizados, individuales como de equipo o de una lucha contra los elementos o la naturaleza (montaña, mar,…), ser un experto, con sus múltiples compuestos, representa un objetivo esencial de la relación pedagógica del entrenamiento".

    Siguiendo a Thomas (1994; en Sánchez, 2002), afirma que es importante el estudio del experto para comprender la pericia (sus componentes) y para facilitar el desarrollo de la misma en los noveles. En esta propuesta coinciden con Ruiz y Sánchez (1997, p. 235), los cuales señalan que en el ámbito de la pericia es importante "tratar de comprender los mecanismos y procesos que subyacen a las proezas deportivas, de conocer el itinerario vital de los expertos y de atrapar las claves para llegar a ser un campeón".

    Para que una persona sea excelente, según los psicólogos de la creatividad (Sánchez, 2002), se deben dar una serie de factores al unísono:

  • Habilidades de infraestructura: Capacidades, aptitudes óptimas relacionadas con la disciplina en cuestión.

  • Conocimiento: Dominio de toda la información relevante de la disciplina.

  • Destrezas: Capacidades que permiten enfrentarse a un problema de una manera distinta al habitual.

  • Diez años o más de trabajo intenso: Un periodo mínimo de 10 años es necesario para consolidar los tres elementos psicológicos previos.

  • Características personales de autoconfianza, fuerza del yo y ambición.

  • Motivación intrínseca y logro. Intención de alcanzar las más altas cotas de dominio en un campo determinado.

  • Ambiente favorable. Buena formación, expectativas altas, reconocimiento, disponibilidad de oportunidades, recursos suficientes y recompensas.

  • Apoyo familiar. Este apartado está claramente enfocado a expertos adolescentes en los que la familia es fundamental. Al transferirlo a nuestra propuesta sobre entrenadores, los cuales poseen una edad avanzada (20 años en adelante), el ámbito familiar ya no es relevante por lo que no es un factor significativo para nuestro estudio.

  • Un poco de suerte. Este factor tendrá su relevancia siempre y cuando existan las características anteriores.

    Salmela (1997) hace hincapié en el término experto definiendo a esta persona como el que, a través de la experiencia y el entrenamiento, presenta una gran habilidad en una tarea determinada. Por tanto, transfiere la característica del experto al trabajo y al entrenamiento. Para este autor, el experto es "alguien experimentado, instruido por la práctica, hábil, ágil, que tiene facilidad para operar o rendir como consecuencia de la práctica. Una persona hábil o práctica". Pieron (1999), coincidiendo con Salmela, identifica al experto con experiencia y eficacia.

    Experto, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (2005) (en adelante, D.R.A.E.), es una persona práctica, hábil, y experimentada. Por otra parte, a la pericia la define como sabiduría, práctica, experiencia y habilidad en una ciencia o arte. Se observa que el D.R.A.E. otorga a estos dos conceptos significados comunes como son el de conocimiento, sabiduría, habilidad, práctica y experiencia. Por esto, coincidimos con Salmela (1997), en que en el ámbito de la pericia, es normal equiparar este concepto con el de experto.

    Hauw y Robin (1997, p. 28), en una entrevista con Salmela, definen la pericia como "la adquisición de las capacidades que demuestran un rendimiento superior, como consecuencia de 10000 horas de práctica estructurada y sostenida". Precisamente, se observa que ese deseo de ser excelente y alcanzar la pericia en el deporte no está prescrito de antemano en los genes (Ruiz y Sánchez, 1997), y que el reto de querer alcanzar dicho nivel de excelencia y ser capaz de disfrutarlo es la clave para poder lograrlo.

    Para estos mismos autores, la expresión experto "denota tiempo, trabajo y correcta tutoría y supervisión técnica, aunado con la voluntad de la persona por querer llegar a lo más alto y el conocimiento necesario para lograrlo, lo que conduce a la pericia". (Ruiz y Sánchez, 1997, p. 236)

    Thomas (1994; en Sánchez, 2002), subraya que la más fácil definición de experto es ser ganador. En el ámbito de la alta competición, se entendería que el experto es el que gana, lo que expresaría la definición más original de excelencia, es decir, el que sobresale. Como bien dicen Singer y Janelle (1999, p. 118), "en el deporte, la competición sirve como mecanismo cuantitativo para reconocer la excelencia".

    Otra característica que deben poseer los entrenadores expertos y que actualmente con la evolución del deporte hacia el profesionalismo se está acentuando es la de gestor de grupos humanos o, simplemente ser un buen manejador de las relaciones sociales con el grupo. Pérez (2003) afirma que más allá de los conocimientos específicos del deporte, la evolución constante del entrenamiento hace necesario integrar el máximo de conocimientos de las ciencias relacionadas con él, para obtener éxito. Aún así, subraya que es importante destacar unos puntos principales que deben prevalecer sobre los otros: El entrenador como gestor de un equipo de especialistas; la diferenciación entre profesionales integrados en el entrenamiento y de apoyo externo; el incremento de integración de saberes científicos; el trabajo interdisciplinar subordinado a la guía del entrenador; y la necesidad de ampliar la formación del entrenador en ciencia y gestión de equipos humanos. El autor subraya que el papel del entrenador debe ser la clave de toda esta integración y articulación de todos estos conocimientos, incluyendo los científicos, alrededor del entrenamiento "el entrenador debe ser el principal conocedor porque él es quien decide dónde y cuándo se producen" (p. 67).

    Se observa entonces, que el proceso de llegar a ser experto está directamente unido a variables como formación, tiempo, trabajo, calidad, cantidad, ganador, sabio, liderazgo, gestor grupos humanos… Lo que nos lleva a estar de acuerdo con determinados especialistas que han puesto de manifiesto que el rendimiento excelente sólo puede ser entendido desde una perspectiva holística, donde interaccionen multitud de factores. Este enfoque multidimensional, afirma del experto que es necesaria la coincidencia de numerosas variables para que la persona alcance un rendimiento excelente. Desde esta perspectiva, el entrenador experto necesita la unión de una serie de características que le ayuden a conseguir la excelencia (Ruiz y Sánchez, 1997; Abraham y Collins, 1998; Singer y Janelle, 1999; Sánchez, 2002).

    Aún así, Abraham y Collins (1998), citando a Cratty (1988), señalan que no existe un modelo único y adecuado de entrenador o metodologías que aseguren el éxito en el entrenamiento.


2.1. Factores asociados al desarrollo de la pericia en entrenadores

2.1.1. Adquisición del conocimiento específico

    No cabe duda que un factor clave que hemos comentado anteriormente es que el entrenador debe poseer un conocimiento profundo de su deporte para desarrollar su pericia y adquirir la excelencia.

    En la adquisición del conocimiento del entrenador los aspectos específicos tradicionales, técnica, táctica, estrategia y condición física han evolucionado en dos vertientes fundamentales: por una parte se han hecho más complejos y, por otra parte se han ido vinculando a la aplicación de determinadas ciencias de apoyo para la optimización del rendimiento (psicología, sociología, biomecánica, fisiología,...) (Pérez, 2003).

    Este aumento del conocimiento específico del deporte se debe principalmente a tres objetivos determinantes: (Delgado, 1997; Moreno y Del Villar, 2004).

a. Objetivos teóricos, también llamados conceptuales o académicos. Dicho tipo de objetivos se recogen normalmente bajo la denominación de conocimiento académico o saber académico del entrenador. Incluye la formación adquirida normalmente en las facultades o centros formativos concretos, tendentes al dominio de conocimientos pedagógicos, didácticos y del contenido concreto de la enseñanza. (Moreno y Del Villar, 2004, p.100).

    Se trata de bases teóricas fundamentales, y por tanto, de un conocimiento universalmente aceptado, científico y socialmente valioso.

    Según indica la autora, no basta con haber sido jugadores para ser un buen entrenador, ya que la repetición por parte del entrenador, sin someter a crítica sus enseñanzas, no conduce al aumento de la calidad de enseñanza.

b. Objetivos prácticos: Denominados conocimientos prácticos o saber práctico del entrenador. Mediante este tipo de objetivos se persigue el desarrollo de la capacidad reflexiva del profesor o entrenador, basado en la experiencia personal y, en la medida de lo posible, debe buscar un equilibrio o conexión con la teoría. (Moreno y

    Del Villar, 2004). Además estos autores plantean la necesidad de incentivar a los entrenadores en formación a que se replanteen sus concepciones y analicen y reinterpreten sus experiencias anteriores. Se trata de formar entrenadores reflexivos. Según estos autores, es de vital importancia para la formación del entrenador deportivo, siendo actualmente un aspecto descuidado y en lo que menos se esfuerzan los docentes al trabajar con los aprendices. Carreiro da Costa (1996; en Moreno y Del Villar, 2004), plantean la necesidad de incentivar a los entrenadores en formación a que se replanteen sus concepciones y analicen y reinterpreten sus experiencias anteriores. Se trata de formar entrenadores reflexivos, que se cuestionen constantemente sus actuaciones y desarrollen el afán de superación.

     Por tanto, los entrenadores tienes que ser inquietos y reflexivos con su práctica. Este tipo de trabajo requiere la unión de la práctica por parte del entrenador en formación con la supervisión de ellas.

    Este apartado es de vital importancia ya que el entrenador debe actualizarse y desarrollarse a partir de sus propias experiencias, y es por ello que el principal componente para la adquisición de la excelencia es el desarrollo de su "conocimiento profesional", entendido como el "conocimiento práctico" (Moreno y Del Villar, 2004), siendo un conocimiento ligado a la acción, elaborado de forma personal por el propio entrenador, que busca a la vez que las teorías y conceptos, así como las formas de intervención en la práctica se complementen. Este conocimiento no se adquiere en los centros de formación inicial, es de carácter profesional, dado que responde a las características contextuales del propio deporte (Delgado, 1997; Moreno y Del Villar, 2004).

    Algunas hipótesis establecen que este conocimiento práctico enfocado a la adquisición de metodologías eficaces de entrenamiento, adquisición de estrategias competitivas, manejador de relaciones sociales eficaces,… mediante la experiencia, es la clave para obtener el éxito en los deportes de equipo. Quizás, entonces, ésta sea una explicación por la que muchos jugadores profesionales obtienen grandes resultados como entrenadores, sin poseer unos conocimientos formales tan amplios como pueden tener los especialistas en las ciencias del deporte en diferentes ámbitos (específicos o no). Los "ex - jugadores" poseen mayor conocimiento empírico que los teóricos del deporte, éstos en cuanto a conocimiento práctico, no lo tienen tan desarrollado como los que han llegado a ser jugadores profesionales y ahora son entrenadores.

    Lo ideal sería poseer un profundo conocimiento teórico y/o académico, y también práctico en todos los ámbitos que tengan que ver con el rendimiento deportivo. A esto se le añade el arte o la destreza de saber cómo y cuando aplicarlos.

c. Objetivos técnicos: Denominados destrezas docentes o saber hacer del entrenador (Araújo, 1994; en Moreno y Del Villar, 2004). Estos objetivos persiguen el dominio de determinadas competencias o habilidades docentes por parte del entrenador, que le permitan el desarrollo de una enseñanza eficaz.

Algunas de estas destrezas serían:

  • El tiempo de compromiso motor.

  • El feedback.

  • La presentación de las tareas de enseñanza.

  • La organización.

  • El clima social.

    A estos tres objetivos diferenciados, Araújo (1994) y Mesquita (1997), en Moreno y Del Villar (2004), proponen añadir un cuarto componente relacionado con la capacidad comunicativa que debe poseer el entrenador. Es indudable que la capacidad de comunicarse del entrenador repercutirá en las destrezas docentes de la enseñanza - aprendizaje ya que no es más que un proceso de interacción social. Martens (1999, p. 8) indica textualmente que "entrenar es, en su esencia, un proceso de comunicación".


2.1.2. Trabajo deliberado

    Diversos estudios, principalmente realizados con jugadores excelentes, (Abernethy, Thomas y Thomas, 1993; Ericcsson et al. 1993; Salmela, Draper y Dejardins, 1994; Housner y French, 1994; Thomas, 1994; Singer y Janelle, 1999; Sánchez, 2002,...), coinciden en afirmar que el proceso para llegar a ser experto en baloncesto tiene que ver principalmente con la práctica deliberada, el compromiso deportivo y el entorno social, entre otras.

    Estos estudios nos permiten adaptar dos de estos términos al mundo de los entrenadores expertos, ya que la influencia social y la familia no es relevante como hemos comentado anteriormente en el ámbito de los entrenadores.

    Siguiendo a Ericsson et al. (1993), el desarrollo de la pericia de la persona está condicionada fundamentalmente por la influencia de una práctica deliberada durante años. Los autores establecen que esta práctica deliberada se debe entender como una práctica altamente estructurada con el expreso deseo de progresar y mejorar y no con el deseo de pasarlo bien o entretenerse. Es evidente que el entrenador no se va divertir con la práctica del entrenamiento pero si disfruta con la implicación de los jugadores, con la aportación de su entrenamiento a la formación del jugador, con los éxitos conseguidos por el equipo,… por lo que sí que el entrenador disfruta con su trabajo (incluso opinamos que el jugador de otra manera) y se llega a divertir con él sin ninguna duda.

    El concepto de práctica deliberada para el ámbito de los entrenadores resultaría más coherente cambiarlo por el de trabajo deliberado, en el que de nada sirve la cantidad de horas sin que exista calidad y dedicación en ellas en cuanto a metodología, planificación, meditación, reflexión, evaluación, observación,… eficaces por parte del entrenador para desarrollar su pericia. "El proceso de entrenamiento es efectivo cuando se combinan los conocimientos científicos con el arte de saber aplicarlos" (Dick, 1989; Lyle, 1986; Kimiecik y Gould, 1987; Woodman, 1993; Fairs, 1987; Rouge y Hastie, 1993 en Pérez, 2002, p.33).

    Además, este trabajo deliberado viene definido por el número total de horas dedicadas a dicho trabajo o al estudio realizado con el objetivo de mejorar el nivel de rendimiento como entrenador; por el esfuerzo, determinación y concentración necesarios (Ericsson et al., 1993).

    Este número total de horas de trabajo deliberado puede finalizar con la adquisición de la excelencia (habría que contar con otros factores antes mencionados). Las primeras investigaciones relacionadas con expertos fueron realizadas por deGroot (1965) y Simon y Chase (1973) relacionadas con el ajedrez. Su trabajo demostró que para adquirir un dominio específico del conocimiento es necesario muchas horas de trabajo deliberado.

    Los estudios plantean que al menos se requieren 10 años de trabajo deliberado para alcanzar el nivel de experto. Esta regla ha sido demostrada en distintos contextos como puede ser en la música (Ericsson et al., 1993; Hayes, 1981); en las matemáticas (Gustin, 1985); y, por supuesto también en el deporte, principalmente refiriéndose al atleta: en la natación (Kalinowski, 1985); en las carreras de larga distancia (Wallingford, 1975); en la lucha (Hodges y Starkes, 1996); en patinaje artístico (Starkes et al., 1996); en fútbol y hockey hierba (Helsen, Starkes y Hodges, 1998); o en netball, baloncesto y hockey sobre hierba (Baker y Côté, 2003).

    Gardner (1993; en Sánchez, 2002), coincide afirmando que el término experto sólo puede utilizarse adecuadamente después de que la persona haya trabajado durante una década o más en una especialidad con una mejora constante de su rendimiento.

    Además, Ruiz y Arruza (2004) establecen que el ser humano posee innumerables mecanismos de compensación siempre y cuando la persona esté realmente decidida a alcanzar unas metas propuestas. "No estaría mal que empezáramos a pensar que aquellos que emplean más y más tiempo en la solución de problemas difíciles son los que alcanzan altos niveles de pericia" (Ruiz y Arruza, 2004, p. 4).

    Sin duda la pericia no es un fenómeno de aquí y ahora, sino que supone decenas de miles de horas de trabajo intencionado y deliberado, de más de 10 años de trabajo enfocado hacia el rendimiento y la competición, que parece caracterizar a los expertos.


2.1.3. Compromiso deportivo

    En cuanto al compromiso deportivo, Carpenter, Scanlan, Simons y Lobel (1993); y Sánchez (2002) subrayan que las principales causas de que alguien se dedique "en cuerpo y alma" al deporte se debe a:

  • Diversión. (difiriendo de lo que establece Ericsson et al., 1993)

  • Motivación del logro (Gill, 1986; en Sánchez 2002). "Es una orientación de la persona hacia el esfuerzo por tener éxito en una tarea determinada, la persistencia a pesar de los fracasos, y la sensación de orgullo por las ejecuciones realizadas". Para Weingberg y Gould (1996, en Sánchez, 2002), la motivación del logro es lo que permite a la persona sobresalir y ser excelente. Es lo que, en palabras de Ruiz y Sánchez (1997), denominan deseo de excelencia. "La elevada cantidad de años de entrenamiento se ha caracterizado por un deseo deliberado de optimizar sus aprendizajes" (Ruiz y Sánchez, 1997, p. 238).

  • El reconocimiento social y económico. (Carpenter et al., 1993)

    Los estudios antes mencionados realizados en áreas como las Ciencias, el Arte, el Ajedrez u otras actividades profesionales como la aviación, la mecanografía o la minería, han demostrado el papel que el compromiso y la tenacidad tienen en el desarrollo de la pericia.


2.1.4. La gestión y el liderazgo en las relaciones sociales

    La variable más determinante en el alto rendimiento es la gestión y el liderazgo en las relaciones sociales con los deportistas, directivos, cuerpo técnico y que es fundamental para conseguir el éxito deportivo. Numerosos entrenadores se han afianzado o, por el contrario, han fracasado por este apartado. Antic en una entrevista con Pérez (2004, p. 49) cita que "el trabajo del entrenador es muy complejo, porque trata con personas muy distintas y a cada uno le debes dar lo que necesita… Esa es la clave del éxito desde mi punto de vista".

    Quizás el entrenamiento es más un proceso social que una gran cantidad de conocimientos técnicos o tácticos. El entrenador no se ha de ocupar solamente de los aspectos técnicos como antaño, sino que tiene que hacerse cargo de una serie de aspectos y factores, muchos de los cuales están íntimamente relacionados con la organización y gestión de los recursos humanos (Sánchez, 2004).

    No cabe duda que dentro de las multifunciones que tiene que realizar el entrenador, hay que destacar que el trabajo de éste, lleva consigo una prolongada e intensa relación con otras personas, generalmente jóvenes. Por tanto, esta dimensión en el entrenamiento deportivo es enorme en cuanto a dirección, organización y gestión, tanto relativas a las características propias de su labor, como en relación al desarrollo, dirección y coordinación del conjunto de recursos humanos implicados en la misma, ya que el entrenador no puede convertirse en una enciclopedia andante, ni sustituir la labor de una serie de profesionales de apoyo (Comas, 1991; Giménez, 2003; Sánchez, 2004).

    La capacidad para realizar una perfecta conjunción de estos papeles es una de las claves más importantes del éxito del entrenador y del desarrollo de su pericia, que aunque no puede sustituir esa labor, si debe ser el que tome las decisiones.

    El concepto de dirección en el entrenamiento deportivo, principalmente en el alto rendimiento, comprende fundamentalmente las funciones de liderazgo que el entrenador debe realizar en el grupo de entrenamiento. Estas funciones implican conductor de recursos humanos, catalizador de aprendizajes, pedagogo, líder, motivador, coordinador, aceptación de directrices y responsabilidades, resolución y arbitraje de conflictos, y por encima de todo la toma de decisiones como función básica del entrenador como director del sistema de preparación.

    El proceso de entrenamiento lleva consigo un entramado de relaciones humanas en cuyo punto focal se encuentre el entrenador responsable del proyecto deportivo. El entrenador se ve en la necesidad de tener que relacionarse con un conjunto muy variado de personas (Sánchez, 2004).

    La capacidad para conducir todo este entramado de relaciones humanas interpersonales, que conforman el desarrollo cotidiano del entrenamiento deportivo, es uno de los aspectos tradicionalmente ignorados en la formación del entrenador. Sin embargo, el éxito de un proyecto deportivo depende en muchos casos de la eficacia con que se establezcan y desarrollen dichas relaciones. Las cuales pueden prolongarse a lo largo de periodos dilatados de tiempo.

    La habilidad para entenderse con la gente en términos generales, motivar, trabajar a gusto con los demás, tiene su fundamento en la compresión de las bases del funcionamiento de las relaciones humanas.


2.3. Definición de entrenador experto

    Ante tanto factor para alcanzar la excelencia, la definición de entrenador experto puede ser algo problemático. Además, los entrenadores son a menudo juzgados por sus derrotas o por sus victorias en la competición, la definición basada en el resultado crea un alto grado de incertidumbre (Coakley, 1994, en Horton, 2004). Grandes entrenadores son considerados expertos por ganar, pero las victorias y las derrotas no son los mejores indicadores de las habilidades del entrenador.

    Si que es cierto que las investigaciones (Aguado et al. 2003; Castejón, 2004; Sánchez, 2004;…) demuestran como los entrenadores de alto nivel poseen unas estructuras diferentes de conocimiento que los de un nivel intermedio o novel y, por tanto, los entrenadores expertos demuestran un mayor dominio específico de conocimiento en su campo.

    Pero quizás, también los entrenadores expertos coinciden más con el alto rendimiento porque poseen un mayor reconocimiento social y liderazgo que otros entrenadores que podrían ser también expertos, o incluso otros entrenadores que son expertos pero en su categoría y no poseen ese reconocimiento social tan establecido en el alto rendimiento.

    Aun así debemos concluir, en función de las investigaciones señaladas hasta ahora, que en el entrenador experto se deben aunar una gran cantidad de condicionantes o variables comprendidas desde un modelo sistémico, entre las que destacarían: la experiencia (la sabiduría), trabajo deliberado (cantidad y calidad de trabajo), las relaciones sociales (dirección de grupo), el deseo de excelencia (el deseo por llegar y la capacidad para superar las dificultades que vayan surgiendo), el éxito (ser ganador), la motivación del logro (placer) y el liderazgo (decisiones), entre otras. La figura nº 1 recoge los principales factores que hemos desarrollado:


Figura nº 1. Factores principales en el desarrollo de la pericia del entrenador.

    Por tanto, consideraremos al entrenador experto como: "Aquel líder con habilidades sociales en la dirección de grupos deportivos, cuya formación específica le habilita para resolver de forma óptima las distintas situaciones que la competición o el entrenamiento le plantee, consecuencia tanto del estudio como de la experiencia acumulada a lo largo de los años, y con un claro deseo de progresar, mejorar y continuar formándose".


3. Conclusiones

  • El entrenador es uno de los factores claves para obtener rendimiento en el deporte, por ello debe dominar gran cantidad de campos de actuación en distintas áreas como la didáctica, la psicológica y la social, así como el continuo desarrollo de ellas.

  • El concepto de experto se equipara con el concepto de pericia, pero esta pericia sólo es en un campo determinado, no se amplía a todos los contextos.

  • El rendimiento excelente sólo puede ser entendido desde una perspectiva holística, donde interaccionen multitud de factores. Una persona para ser considerada experto debe poseer todos estos factores si bien es cierto que destacará por alguno de ellos.

  • Los factores principales asociados al desarrollo de la pericia de los entrenadores son: el conocimiento específico sobre su campo de actuación (técnico, teórico, práctico y comunicativo), el trabajo deliberado, el compromiso deportivo y la gestión y el liderazgo en las relaciones sociales con todas y cada una de las personas que intervienen en el equipo.


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revista digital · Año 10 · N° 88 | Buenos Aires, Setiembre 2005  
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