efdeportes.com
Identidad nacional y monumentos.
El caso del estadio Centenario

   
Universidad de la República
(Uruguay)
 
 
Andrés Morales
moralesa@adinet.com.uy
 

 

 

 

 
Ponencia presentada en las Jornadas: "Deporte, Clubes y Nación".
Organizadas por la Universidad Nacional de San Martín, Buenos Aires.
Argentina, noviembre de 2004
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 80 - Enero de 2005

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"Una íntima ligazón une al espectador y a su estadio,
como a los campesinos con sus campanarios."

Bromberger, Christian


Introducción

    Todavía nos debemos un estudio comparado de la construcción de las diferentes identidades nacionales latinoamericanas, y dentro de la misma, el papel que jugó el fútbol como invención de tradiciones. La nacionalización del fútbol en los diferentes países de América Latina, en donde la formación de un relato y un discurso propiamente nacional en torno a este deporte le cupo a los medios masivos de comunicación locales1, configura una arena privilegiada, dada la fuerte capacidad de ritualización del fútbol, de crear símbolos que permitan la afirmación de estereotipos nacionales. El pasar a entender cómo se imaginan a sí mismas y cómo ven al "otro", el diferente mosaico de países de la región, nos tiene que hacer entender más sus propias historias nacionales, en donde cada uno de ellos aprendió a marchar sólo por la modernidad. El ritual nacionalista, que encuentra un espacio privilegiado de afirmación en el fútbol más que en los propios actos patrios, es un momento ideal para leer los símbolos nacionales que necesariamente expresan alteridades. Leyéndolo a través del fútbol y su enfrentamiento a nivel de selecciones nacionales, podemos descubrir muchas de sus lógicas de identidad, identidades que no aparecen muchas veces en aburridos libros de texto. Ese estereotipo de lo nacional, que hace imaginar a unos en relación a otros, diluye lo étnico en lo típico y nacional2, haciendo olvidar una gran conflictividad que está hacia el adentro de ese constructo inventado que es la nación. Durante la década del veinte, el argentino, pero también el brasileño, el ecuatoriano, el peruano, el boliviano, el chileno, el colombiano, el paraguayo, el venezolano, etc, eran los "otros" lejanos y cercanos que eran constructores de alteridad para la identidad "uruguaya". Es el racismo dicho sin tapujos y a carta acabada en el propio Libro del Centenario3, en donde primero se cae en la frase hecha de que todos los uruguayos son descendientes de europeos y después se construye un imaginario en donde el país es diferente del resto de los de América Latina, porque no existen los problemas derivados del indio y del negro.

    En la construcción de la identidad nacional los monumentos cumplen un papel muy importante en la integración simbólica de un Estado. Dentro de "la producción en serie de monumentos" que se dieron en la década del veinte y el treinta en Uruguay, la creación del estadio Centenario tuvo una importancia capital y estuvo rodeado de fuertes y desconocidas polémicas. Este artículo se propone investigar la disputa por el pasado y por la tradición que significó el nacimiento del estadio; desde la fecha en que fue inaugurado hasta el tamaño y el nombre de las tribunas y del propio escenario, todo estuvo enmarcado en un debate de cómo imaginar la nación.

    El Uruguay moderno afirmado simbólicamente como estado-nación recién en la década del veinte, inventaba tradiciones que parecían perderse en la bruma de los tiempos legendarios. La del estadio Centenario es una de estas. ¿Por qué era y es tan importante el pasado para el poder en estas décadas? No olvidemos que la modernidad implica ruptura con el antiguo universo tradicional, el universo centrado en "el pago", en donde el caudillo representaba la tradición y la propia legitimación del poder la irradiaba su figura. Pero con la gran invención de la modernidad, el estado-nación, es otra cosa. Weber ya decía que el estado-nación necesita de símbolos y de la imaginación para legitimarse. La imaginación siempre ha estado al servicio del poder, en un mundo que rompía precisamente con el universo tradicional, había que inventar nuevas tradiciones, nuevas "ficciones orientadoras" que permitieran navegar por el nuevo mundo moderno que estaba naciendo. Por eso, en la modernidad el pasado es tan importante para el presente.

"No deberíamos dejarnos confundir por una paradoja curiosa pero comprensible, las naciones modernas y todo lo que las rodea reclaman generalmente ser lo contrario de la novedad, es decir, buscan estar enraizadas en la antigüedad más remota, y ser lo contrario de lo construido, es decir, buscan ser comunidades humanas tan "naturales" que no necesiten más definición que la propia afirmación. Cualquiera que sea la continuidad histórica o de otro tipo insertada en el concepto moderno de "Francia" o "los franceses" (que nadie intentaría negar), estos conceptos en sí mismos incluyen un componente construido o "inventado". Y justamente porque gran parte de lo que de forma subjetiva crea la "nación"moderna consiste en tales productos y se asocia a símbolos apropiados y relativamente recientes, y con un discurso creado a medida (como la "historia nacional"), los fenómenos nacionales no se pueden investigar adecuadamente sin prestar una atención cuidadosa a la "invención de la tradición".4

    Es precisamente el impulso de la modernidad triunfante uruguaya, de fuerte ruptura con su pasado pastoril y caudillesco, lo que llevaba a buscar fuertes raíces con un pasado que quedara inmortalizado en pinturas al óleo, en láminas escolares, en libros de texto y en monumentos como el Palacio Legislativo y el Estadio Centenario. Se entraba en un culto a la urbanización caracterizada por una Montevideo de grandes avenidas, bulevares y cafés al mejor estilo parisino, a la industrialización, al orden y al progreso, progreso montevideanocéntrico que tanto se habían opuesto los que serían transformados en nuestros próceres que adquirían derecho al bronce y derecho a que sus apellidos fueran los que identificaran las principales calles de la ciudad-capital. Estos próceres caudillos se habían resistido a la supremacía de la ciudad puerto sobre el interior rural que claramente quedaría empobrecido, y uno de ellos, precisamente Artigas, que sería el símbolo de la historia nacional uruguaya, se había opuesto tenazmente a que los orientales formaran un estado-nación independiente. Pues bien, había que transformar a todos estos próceres caudillos en "uruguayos" convencidos que, al igual que nuestros "aborígenes uruguayos"5 previos a la llegada de los "godos", soñaban con la independencia y formación de un estado soberano. Porque todos juntos, en ese museo imaginario formado por héroes y efemérides, conquistaríamos lo más importante, que es el futuro. Para el inmigrante europeo recién llegado, para la persona que con esfuerzos se había traslado del interior a la capital gigante de cemento, para la inmensa mayoría de la población que ya había atravesado el umbral de la alfabetización, en fin, para todos los "uruguayos", la acción de la escuela o del medio masivo de la época por excelencia, la prensa escrita a vintén, y por supuesto los triunfos en el "football", le trasmitían la existencia de tradiciones legendarias, tradiciones que eran inventadas precisamente en la década que ellos las descubrían, y que por la acción de la imaginación se las hacían sentir en un pasado que ya era centenario.

    Básicamente hay una batalla simbólica por el pasado, y en donde la construcción de monumentos formó parte de una lucha por la tradición. "El controlar el pasado permitiría controlar el futuro, pero para controlar el pasado había que controlar el presente".6 Detrás de esto, está aquello de que a la historia la construyen los vencedores, la invención de las tradiciones es realizada por el grupo que mantiene una hegemonía sobre el resto de la sociedad, esas tradiciones se apropian del imaginario popular y del folklore, y silencian otras voces. Una realidad que es polifónica es monopolizada desde el presente por una sola voz, la voz de los vencedores. Esto lleva a que la identidad nacional se vaya construyendo por el grupo dominante, básicamente la relación se da en cómo se produce la hegemonía de los diferentes grupos en torno a las tradiciones inventadas. De esta forma, se da que un grupo logra que el resto del colectivo social se junte en torno a algo y se oponga a otra cosa. Desde el presente se construye el pasado y el futuro; tiene que darse un choque o una escisión cultural muy fuerte para que se produzca un cambio en la articulación de las identidades sociales mayoritarias con el grupo dominante. Ahora, recordemos que en el particular caso del Uruguay, se es "uruguayo" a través de la mediación de los partidos políticos llamados precisamente "tradicionales", los colorados y los blancos. Una enorme zanja los separó durante los diferentes episodios que hicieron la historia nacional, al enfrentamiento en las cuchillas, a caballo y lanza, sucedió un enfrentamiento a nivel simbólico por apropiarse de las tradiciones que les permitieran liderar la nación. Se es uruguayo porque primero se es batllista o herrerista. Entre ambos partidos encontramos una fuerte disputa por la construcción de la memoria colectiva. Veremos que al igual que con el Palacio Legislativo, con el Estadio Centenario colorados y blancos tuvieron puntos de vista totalmente diferentes, y esa visión responderá a cómo veían la historia del país. Las "izquierdas" formadas por los comunistas, socialistas y anarquistas tenían otra visión de la tradición, para ellos no se trataba de ser "uruguayos" y apropiarse de un pasado legendario, sino que lo suyo era un salto hacia el futuro, sin raíces locales y apoyado en un discurso fuertemente internacionalista. Ante el nacimiento del estadio, tuvieron la misma reacción que ante la creación de otros monumentos de la época, a su manera crearon un choque muy fuerte y buscaron generar una cultura alternativa, donde la violencia simbólica en muchos casos se transformó en violencia real. Chocaron con las tradiciones y con la idea de patria que los mismos implicaban. Ninguno de los tres partidos de izquierda dedican una sola página al nacimiento del estadio Centenario.

    Este artículo se propone acercarnos primero a la producción en serie de tradiciones que se dieron en la misma década que la del nacimiento del estadio, para luego pasar a las diferentes visiones que se tuvo sobre su construcción e inauguración en el día del centenario de la Jura de la Constitución, el 18 de julio de 1930. El material recopilado para esta investigación en curso permitirá trabajar en la línea que Peter Burke ha denominado etnografía histórica. La visión del partido colorado acerca del nacimiento del estadio Centenario será estudiada través de El Día, y la mirada del partido blanco a través del matutino herrerista La Tribuna Popular.

    Identidad nacional y monumentos propone transformarse en un acercamiento a la compleja propuesta sobre las "tradiciones inventadas" que nos brinda el historiador inglés Eric Hobswman.


1. La historia y las tradiciones

    En el siglo XIX, a los habitantes de esta tierra se los conocía por orientales y no por uruguayos. El ser "oriental" implicaba una cosa muy distinta al ser "uruguayo". El ser "oriental" era similar al ser "cordobés", al ser "entrerriano" o "tucumano". No hay un sueño de comunidad imaginada nacional, sino que el sentimiento es de "pago", es provinciano. Todavía en muchos caudillos locales, como los célebres "treinta y tres orientales" liderados por Lavalleja y Oribe, hay un deseo de la integración federal artiguista, todavía no hay tradiciones inventadas que hagan imaginarse dentro de una nación. Es aquel "patriotas orientales" de Artigas, o el "argentinos orientales" del propio Lavalleja. O la letra del himno que hablaba de "orientales, la patria o la tumba...".

    El ser "uruguayo" implica cosas distintas, implica la existencia de una comunidad en anonimato, comunidad formada por el aluvión inmigratorio, el criollo y el negro descendiente de esclavos, comunidad capaz de ser constructora de una identidad nacional. Había que tener un sentido de épica, de un pasado legendario, o sea un pasado de ficción, de fantasía, que mostrara, al último de los charrúas y al primero de los inmigrantes que había bajado de los barcos, cómo "uruguayos". Un pasado de mentira, mitológico, repetido una y otra vez en las láminas escolares, venerado en los monumentos, visualizado en los cuadros al servicio de la patria. Una euforia que se alimentaba de ocultar cosas, y mostrar a la historia nacional como un profeta del engaño. Los blancos y los colorados se van a disputar ese pasado artificial, para que sirva para recrear su propia imagen de la patria. En la construcción del discurso de esta historia patria, dos fechas serán fundamentales: el 25 de agosto de 18257 y el 18 de julio de 1930.8 En la década del veinte se cumple el centenario del 25 de agosto, y los blancos lo tomarán como el centenario más importante de la historia del Uruguay, coronando sus festejos con la inauguración del Palacio Legislativo, un espectacular edificio neoclásico destinado a ser sede de la Cámara de Senadores y Representantes. El 18 de julio de 1930 se cumple el centenario de la Jura de la Constitución, tomándolo los colorados como el verdadero centenario, teniendo éste carácter oficial, y tomando como broche de oro de los festejos la realización del primer mundial de la historia y la inauguración de un estadio llamado precisamente "Centenario". Este debate en torno a los centenarios y a cuál era la fecha más importante de la independencia nacional llegó a las cámaras de diputados y senadores.

"El proyecto que estatuía el 25 de agosto de 1825 como fecha de la independencia nacional triunfó en diputados con los votos del partido blanco y contadísimos colorados, mientras que en el Senado con mayoría colorada y el apoyo de algún blanco, aprobó la alternativa del 18 de julio de 1830".9

    Desde el punto de vista simbólico, en esta década fue fundamental para la construcción de una historia patria el papel de los medios de comunicación de masas, así como también la educación pública, la pintura patriótica, los monumentos de bronce y mármol. Hay una profunda relación entre las imágenes hechas por los pintores de la patria, los discursos de los textos escolares y los discursos nacionalistas en torno a los triunfos de "la celeste" en los años veinte, en el mundial de 1930 y en los que estuvieron galardonando el nacimiento del estadio Centenario. Empecemos por la educación. Pensemos en la existencia de la alfabetización masiva llevada adelante en el último tramo del siglo XIX y sus resultados a futuro. Dijimos que para formar ciudadanos, que generaran hábitos republicanos era clave su capacidad de leer y escribir; de esta forma sólo podrían adquirir conciencia crítica. La educación laica, gratuita y obligatoria permitió los puentes que facilitaran el acceso al sufragio universal masculino en la década del veinte. Pensemos en el ciudadano tipo mayoritario, que era como vimos batllista o herrerista, leyendo El Día o la La Tribuna Popular. Para poder generar opinión pública de masas, estas personas tenían que estar alfabetizadas, sólo así descodificaban los mensajes de su mediador mediático preferido. Pero el accionar de la escuela pública no sólo les había generado la posibilidad de leer o escribir, sino también, a través de la enseñanza de la historia patria y del ritual del festejo de los feriados, adquirir conciencia de un pasado en común. Este pasado en común, tendría que estar elaborado en torno a una leyenda, hecha de héroes y de batallas legendarias en donde se libertó a estas tierras de las personas que nos esclavizaban. Este pasado escolar para consumo obligatorio de todos los ciudadanos habilitados para votar, será producto de una historia oficial triunfante. Habrá un solo pasado permitido, el que estuviera a los servicios de la afirmación del estado-nación, el que permitiera generar identidad en todo el territorio. Pero este pasado heroico, esta invención de las tradiciones será objeto de violenta disputa entre los dos bandos que se habían disputado el poder en las guerras civiles de la patria vieja. Tanto el partido colorado como el partido nacional sabían la importancia de controlar el pasado, su propia proyección hacia el futuro estaba determinada por ello. Verónica Leone ha estudiado el papel de los manuales escolares en la formación de una identidad nacional, estos textos que circularon en la época (los años veinte), son una muestra de una historia que generaba amor a la patria y un fuerte nacionalismo.10 El ritual nacionalista escolar era un rito de pasaje en donde todos estaban obligados a pasar11, la jura de los símbolos patrios quedaba en forma inconsciente incorporado para siempre, este sentimiento de identidad, este ser "nosotros mismos", generaba necesariamente alteridad, la existencia de un "otro" simbólicamente distinto.12 Pensemos en el proceso de "imaginar la nación", como dice Benedict Anderson, la importancia de todo esto. Entonces ahora sí, podemos tener el 18 de julio de 1930 lo que no habíamos tenido el 18 de julio de 1830, esto es, personas agitando banderas uruguayas en un estadio o en cualquier espacio público.

    La pintura nacional al servicio de la patria es una muestra de la construcción mitológica de un pasado en imágenes. Gabriel Peluffo Linari ha realizado investigaciones sobre la importancia de la iconografía en la construcción en imágenes del pasado nacional.13 Hay una clara demanda del estado por inmortalizar nuestra leyenda patria en la pintura al óleo. Hay un condicionamiento por parte del pedido oficial (más sí había llamado a concurso) al impulso creador. El pasado aparecería inmortalizado con la fuerza de la imagen y figuraría para siempre en los organismos del Estado, dándoles a los mismos espesor a través de la invención de las tradiciones. Es el caso de Blanes Viale: una biografía reciente del artista, muestra cómo en la década del veinte el creador se transforma en el nuevo "pintor de la patria" (recordemos a Juan Manuel Blanes como el primer "pintor de la patria"). Justamente, sus cuadros con motivos patrióticos coinciden con una época en que se daba una disputa por los feriados y por la historia. En 1925, con motivo de la inauguración nada menos y nada más que del Palacio Legislativo, se le encarga al pintor recrear visualmente el 18 de julio de 1830. En la pintura aparecen personas portando y agitando banderas uruguayas y contemplando a las autoridades en el balcón del cabildo (algo impensado en la época).

    Los monumentos y el nombre de nuestras principales avenidas y parques de Montevideo son por lo demás significativos de la apropiación desordenada y confusa que desde el punto de vista simbólico han realizado los partidos tradicionales (y con una clara hegemonía colorada). En un trabajo anterior14 hemos mostrado cómo las décadas del veinte y del treinta fueron las décadas en donde surgieron los principales monumentos que hoy caracterizan a Montevideo y son el objetivo de todos los fotógrafos turistas. Repasémoslo: En 1923 surgió el monumento a Artigas en la plaza Independencia, en 1925 el palacio Legislativo, en 1928 el monumento al gaucho, en 1930 el estadio centenario, en 1938 el Obelisco, etc. Los nombres de los principales monumentos, plazas y avenidas de esta Montevideo moderna y pujante que le daba la espalda a un interior considerado atrasado, nos suenan a partido colorado. La principal arteria, 18 de julio, se transforma en la avenida símbolo del país entero, a partir del centenario de una constitución, la jurada el 18 de julio de 1830, que siempre rechazó Artigas, y que quedó identificada con el caudillo fundador del partido, el General Rivera. A este general, el partido que se apropia del estado durante prácticamente todo el siglo XX, le dedica una avenida fundamental en lo que tiene que ver con el agitado tránsito montevideano y que atraviesa a la ciudad horizontalmente; estamos hablando de la avenida General Rivera. Pero a este General se le dedica también un parque que lleva su nombre y que un estadio surgido en él mismo da lugar a una increíble paradoja. El estadio, que pretende funcionar como alternativa al Centenario, se llama "Charrúa".15 Recordemos que los charrúas fueron el nombre que se les dio a una de las tribus que habitaban la Banda Oriental del río Uruguay en los tiempos de la colonia. Esta tribu ha sido producto de los más grandes atropellos en lo que tiene que ver con la invención de tradiciones de la historia patria. Fue durante la presidencia de Rivera que se exterminó a los últimos charrúas, en la célebre batalla de Salsipuedes. A la avenida Rivera se le suma otra con nombre a prócer del panteón colorado; la General Flores lleva este nombre en honor a un general y presidente colorado considerado protagonista de uno de los episodios de sangre más terribles y brutales del siglo XIX uruguayo, el genocidio en la ciudad de Paysandú liderada por el caudillo trágico Leandro Gómez (mártir del partido blanco) producto de una traicionera e ilegal invasión a territorio oriental. El otro gran parque en importancia de la capital, se llama Parque Batlle, en honor al presidente colorado que a comienzos del siglo XX no sólo transformó a su partido, si no al país. Este parque es el que rodea al Estadio Centenario.

    Otro monumento que es interesante estudiar para realizar un análisis comparativo con el estadio Centenario es el Palacio Legislativo. Uno, el palacio legislativo, simbolizaba la grandeza del centenario apoyado por los blancos y el otro, el estadio, el centenario de los colorados. Una descripción etnográfica de ambos permitirá apreciar la lucha por la conquista de los símbolos que se dio en cada uno de estos dos espacios públicos. Veremos claramente la relación especular, el juego de espejos que hay entre los dos partidos tradicionales en la medida que uno actúa en relación al otro y en base a lo que hace el otro. Empecemos por el palacio Legislativo y su emblemático salón de los pasos perdidos. Este majestuoso salón tiene en el medio del mismo la declaratoria de la independencia tapado con paño rojo para evitar los efectos de la luz. En el momento de sacar el paño los estudiantes así como también las delegaciones extranjeras escuchan a la guía hablar la importancia de esa declaratoria de la independencia del 25 de agosto de 1825, que esta ahí entre páginas amarillas y una prolija caligrafía de la época. Todo coincide. Ese palacio, empezado a construir en 1908, fue inaugurado el 25 de agosto de 1925 (nada menos que durante la presidencia de Serrato, el mandatario que vivió la coronación de los olímpicos de 1924) en lo que para la guía fue el día del Centenario. Centenario festejado hasta el éxtasis por los sectores herreristas del partido nacional, y relativizado por los batllistas del partido colorado16. En la lucha por la memoria y por apropiarse del calendario y de los símbolos patrios que realizan ambos partidos, el que construye la historia siempre es el vencedor. Y lo vamos a ver en detalles cuando pasamos a la otra sala, la denominada "salón de fiestas" y utilizada para recibir y homenajear a delegaciones extranjeras y realizar grandes conferencias. En los cuadros que aparecen en la misma, encontramos una verdadera disputa simbólica por el pasado y son un fiel testimonio de cómo se ha construido la historia y la memoria colectiva. Encontramos un cuadro de Oribe, uno de Lavalleja y dos de Rivera en la parte central del salón (parece lo que sería en la década del treinta "el Senado del medio y medio"). Una búsqueda de la coparticipación que además de política era simbólica, pero una coparticipación con hegemonía colorada. Y Artigas como la argamasa que hace que el discurso nacionalista siempre sea neutral, ni blanco ni colorado. En los dos costados laterales de la sala encontramos cuadros que hacen referencia al prócer, uno de ellos hecho una vez más por Blanes Viale en 1920 se llama las "Instrucciones del año XIII" y aparece Artigas diciendo la célebre frase símbolo de la democracia y la república uruguaya: "Mi autoridad emana de vosotros y cesa ante vuestra presencia soberana". El otro es sobre la batalla de las Piedras. Es la síntesis visual del contenido de la historia patria de los textos escolares. Por otro lado, vayamos al estilo arquitectónico. Un claro estilo neoclásico inspira la obra del arquitecto italiano Gaetano Moretti. Todo estilo clásico brinda legitimidad, legitimidad imprescindible a esa democracia y república que recién se estaba afirmando. Vemos como escultores y arquitectos italianos contribuían a la afirmación de la identidad nacional y a la invención de las tradiciones.

    Pasemos al estadio. La idea de construir un estadio está profundamente relacionada con la realización por parte de Uruguay del primer mundial de la historia.

    ¿Cuándo comienza a concretarse la idea de realizar una copa del mundo en casa? Realizar un mundial de fútbol venía siendo el sueño de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación), desde bastante tiempo atrás. La idea de crear un campeonato internacional de fútbol surgió en su congreso fundacional celebrado en París el 21 de mayo de 1904.17 Sin embargo, recién en 1928, luego de los juegos olímpicos de Amsterdam, se reúne la FIFA para concretar la organización del primer mundial para el año 1930.

    Como habíamos visto, en 1928 Uruguay volvía a ganar por segunda vez consecutiva la medalla de oro olímpica en fútbol, y de alguna manera comienzan a confluir los intereses de los dirigentes de la FIFA con los intereses de los dirigentes políticos y deportivos uruguayos. Sin embargo, varios países europeos, principalmente Italia y España también pugnaban por ser la sede. Fue fundamental para que la FIFA se decidiera a inclinar la balanza hacia el lado de Uruguay, la gestión del embajador uruguayo en España Enrique Buero, hombre del partido de gobierno. Éste se acercó al presidente de la FIFA Jules Rimet para mostrarle que el Uruguay estaba en condiciones de organizar tan magno evento. Uno de los principales argumentos presentados, además de los anteriores triunfos olímpicos, fue el hecho de que Uruguay quería culminar sus festejos del centenario de su nacimiento como nación con la copa del mundo. Finalmente, en el congreso de Barcelona de mayo 1929, luego de varias discusiones, la FIFA decide otorgar a Uruguay la sede.

    Una vez enterado el gobierno, dos objetivos pasaron a obsesionar a los dirigentes involucrados en la organización. Estos fueron la construcción del estadio, y lograr invitar a la mayor cantidad de países al mega-evento.

"Todo camino tiene un trillo anterior, un pasado que ha ido ahondando la senda y la ha hecho de tránsito. Con el inicio del sueño del estadio, cobró vida una vieja aspiración del paisajista y arquitecto francés Carlos Thais , que proyectara en su momento para Montevideo un Parque Central , con la base física de once hectáreas donadas por Antonio Pereira (...). El extenso y hermoso predio comenzó a ser embellecido y ensanchado desde 1911. Estos trabajos coinciden con las leyes de Batlle y Ordoñez de creación de la Comisión Nacional de Educación Física y los juegos deportivos."18

    La zona en donde se construyó el estadio era propiedad de uno de los hijos del ex presidente de la república Gabriel Pereira. Antonio Pereira legó "a la junta económico administrativa de Montevideo el extenso y valioso predio que comenzó a ser embellecido y ensanchado - expropiaciones mediante - desde 1911"19 Con el comienzo de la construcción del estadio cobraba vida el deseo del presidente Batlle y Ordóñez, inspirado en el paisajista francés Carlos Thays, de transformar la ciudad a través de la creación de un parque Central que se transformara en un verdadero pulmón verde de una urbe que estaba viviendo fuertes procesos de transformación. La vieja ciudad colonial centrada en la plaza Matriz y en donde los edificios emblemáticos eran la catedral y el cabildo era sustituida por la ciudad nueva en donde el centro era una avenida 18 de julio rodeada de imponentes, modernistas y vanguardistas edificios. El imaginado parque Central, lugar donde se construiría el estadio, nacía precisamente en donde finalizaba la gran avenida. En sus comienzos, a la zona recién expropiada se le denominó Parque Pereira, y en ese "campo chivero"20 para la copa América de 1917 se construyó un estadio con tablones de madera y palco preferencial. Una vez finalizado el tornero continental se demolieron las tribunas y se creó la actual pista de atletismo.

     El paseo público pasó a denominarse "Parque de los Aliados" luego de la Primera Guerra Mundial, avanzando los proyectos de transformarlo en un verdadero pulmón verde de la ciudad, que crecía de modo incontenible. Luego de la muerte de Batlle en 1929, pasó a llamarse Parque Batlle. En este espacio se comienza a construir el estadio. Se decidió llamarle "Estadio Centenario", ya que fue planeada su construcción de modo de ser inaugurado el 18 de julio de 1930, exactamente 100 años después de la jura de la Constitución uruguaya.

" El Estadio Centenario nace con la creación de la Comisión Administradora del Field Oficial (CAFO), presidida por el doctor Raúl Jude (un apellido estrechamente vinculado a la historia del partido colorado). El sábado 6 de julio de 1929 se nombra al arquitecto Juan Antonio Scasso como director y proyectista de las obras del Field Oficial. El 21 de julio se colocó la piedra fundamental del estadio, haciendo uso de la palabra César Batlle Pacheco. Este hombre, hijo de Batlle y Ordóñez, había sido director del diario El Día y ocupaba un cargo jerárquico en el gobierno. Como vemos, claramente estaba formada una telaraña de poder entre la AUF, CAFO, el diario El Día, y el partido colorado. Los encargados de la majestuosa obra en su mayoría eran inmigrantes (principalmente italianos y españoles) que se habían acoplado a los trabajos en la construcción y que con su dedicación pudieron lograr una obra de tal magnitud. Los arquitectos Scasso y Domato fueron los que tuvieron la responsabilidad de crear un estadio que en definitiva iba a ser el Monumento a la riqueza e industrialización de un país emergente y orgulloso. La torre de los homenajes, una construcción de 100 metros construida sobre la parte alta de la Tribuna más alta, la Olímpica, era símbolo de la magnificencia de la obra y del orgullo uruguayo. Si bien por falta de tiempo el Estadio no tenía los actuales tramos de "anillos" que tiene detrás de los arcos, poseía en ese tiempo capacidad para 80.000 espectadores. Pese a que originariamente se pensó en capacidad para 102.000, hoy el estadio, mucho más grande que en el momento de inaugurado, posee capacidad para 70.000 espectadores por las butacas que se han colocado en todas las tribunas. La superficie total del estadio es tan grande como el Coliseo de Roma. Se debieron excavar 450.000 metros de terreno. La última semana se trabajó a tres turnos y con los reflectores del campo prendidos. Luego de varias jornadas maratónicas de trabajo, los obreros celebraron "la obra terminada"21

     Lo cierto es que el estadio nunca quedó terminado hasta el día de hoy. Las tribunas se llamarían Colombes (en honor a la medalla de oro de París), Ámsterdam (en honor a la medalla de oro en los juegos olímpicos de esa ciudad), Olímpica y América. La idea inicial del arquitecto Scasso de realizar un estadio circular en forma de bombonera no se pudo realizar al quedar tribunas de diferente tamaño. El 18 de julio de 1930, día de su inauguración, sólo quedó terminada la tribuna Olímpica con sus tres anillos y la platea. Ni la Colombes, ni la Ámsterdam (las tribunas que estaban detrás de los arcos) fueron finalizadas, quedando con un anillo menos que la Olímpica. La tribuna América, que fue la última etapa de la construcción y era en donde estaba el palco oficial, directamente quedó inaugurada con una platea y un solo anillo, esto la llevaba a estar desproporcionada con respecto al resto. El estadio se fue completando a lo largo del siglo, aprovechando la oportunidad que Uruguay fue organizador de campeonatos sudamericanos de fútbol (como en 1942, 1956, 1967 y 1995) y del mundialito de 1980. De esta manera, las reformas se fueron dando lenta y sucesivamente: A las tribunas Colombes y Ámsterdam se les agregó un anillo más, quedando del mismo tamaño que la Olímpica, a la América se le agregó un pequeño anillo, y si bien no quedó del mismo tamaño que las demás, fueron acondicionados sus palcos y techada una pequeña parte. Se construyeron vestuarios subterráneos, con sala de precalentamiento y gimnasia, y dos túneles para la salida de los equipos. Finalmente se fue mejorando la iluminación artificial hasta llegar a la actual y se dispuso de un tablero electrónico. En la sesión del comité ejecutivo de la FIFA, realizada en Zurich el 18 de diciembre de 1982 bajo la presidencia del Dr. Joao Havelange se acordó nombrar "Monumento Histórico del Fútbol" al estadio Centenario.

    La concepción de realizar un estadio circular y no rectangular como eran la mayoría de los estadios de Europa era totalmente revolucionario. El modelo de estadio rectangular y con tribunas de madera techadas venía de las ciudades inglesas, la razón de esta singular arquitectura se debe a la abundancia de lluvias del clima británico. Con el diseño del Estadio Centenario, el arquitecto Scasso realiza un proyecto absolutamente futurista para la época. Lo paradójico de este "espacio del futuro" urbano montevideano de los años treinta, era que a la vez era un monumento que representaba tradiciones de "la patria vieja", era el símbolo de cien años de historia y leyenda. En este recinto se encontrarían el pasado, el presente y un futuro lleno de porvenir. Un estadio que supo ser vanguardista en su momento y que ahora tan sólo es un monumento de cemento que añora glorias pasadas que ya no están y que lo acechan como fantasmas.

    El estadio será el lugar donde las tradiciones futbolísticas encuentren un espacio donde desarrollarse y manifestarse, a partir de 1930 no solo jugará Uruguay sus partidos internacionales si no que también jugarán ahí, Peñarol y Nacional, los dos equipos considerados "grandes" dentro de la lógica del campeonato uruguayo. El clásico, enfrentamiento entre ambos equipos desde 1900, termina de cerrar su discurso cómo tradición de los uruguayos desde que comienza a jugarse en el Centenario. Desde el 28 de setiembre de 193022 hasta la fecha todos los enfrentamientos clásicos por el Uruguayo se han jugado ahí. Esto lleva a que sea una tradición la lucha por la apropiación de la Ámsterdam por la hinchada de Peñarol, así como la de Nacional, quedando la Colombes como alternativa, oficiando la América y la Olímpica como tribunas neutrales. Esto hoy forma parte de la tradición del discurso mediático generado en torno al clásico. En el imaginario del fútbol uruguayo las únicas veces que se logra llenar el estadio es en los partidos internacionales de la "celeste" y con los clásicos. Nos referimos a que es también "clásico" acercarse al Parque Batlle y entrar al estadio Centenario a llenar la Ámsterdam o la Colambes a ver los mencionados espectáculos. Así como lo era ir a los cines de la avenida 18 de julio o a dominguear a los paseos por la rambla. El monumento, que es inventado como tradición desde "la patria subjetiva" colorada, es lentamente apropiado por las costumbres y la rutina futbolística local, las dos hinchadas mayoritarias, la de Peñarol y Nacional, se van apropiando del espacio al marcar territorialidad dentro de las tribunas. Y la apropiación es a nível simbólico, a través de los trapos y las banderas que generaban la alteridad con la tribuna de enfrente, desde la Ámsterdam o la Colombes se construían identidades y territorialidades. Esto nos lleva a reflexionar en torno a lo que dice Bronberger:

" la cancha es un lugar privilegiado para observar el funcionamiento, los odios y los sueños de una sociedad urbana. En la situación actual, el fútbol es una máquina para clasificar las pertenencias territoriales, (que no solamente delimitan estas pertenencias territoriales, sino que contribuyen a formarlas) y para profundizar en una forma pre-formativa el contenido imaginario, la identidad imaginaria digo. El fútbol no es solamente un espejo de una identidad dada sino que participa en la construcción de estas identidades (...). Con justeza ayer se evocó el status patrimonial de las canchas y los estadios, monumentos y lugares de memoria viva del espacio urbano, espacios urbanos y periurbanos; que no son siempre monumentos formas(...).Pero siempre se trata de monumentos que condensan memorias y usos, y que están siempre franqueados, bordeados por museos.(...)De estos santuarios del mundo industrial, se conocen la historia, se cuentan esas historias, se conocen los momentos de la fundación, se conocen las modificaciones edilicias sucesivas, el cierre de una cancha y su transferencia a otro sitio (todo esto es vivido como desgajamientos).23

     El estadio y sus respectivas tribunas, con su gigantismo, es un espacio de disputa para los clásicos rivales, la tribuna como pertenencia territorial se conquistaba por la apropiación simbólica. Los trapos permitían delimitar el espacio propio. La crónica de los primeros clásicos jugados en la década del treinta24 nos muestran lo dificultoso que fue al comienzo alojar en orden a la muchedumbre que venía a alentar a los eternos rivales que eran un binario pasional. Sólo el paso del tiempo permitió fijar la pertenencia territorial de cada parcialidad en torno a una tribuna dentro del mismo estadio. En los días de estadio lleno, que eran muy pocos en el año, el estadio quedaba delimitado territorialmente según las pasiones de la sociedad montevideana. El Centenario, incorporado a la memoria colectiva, tiene un museo del fútbol y fue recientemente reinaugurado. En el mismo, día a día, centenares de escolares lo recorren ante la mirada atenta de la maestra que tiene que explicarles a los alumnos quién es José Nasazzi25, ese jugador de fútbol que aparece con imagen de caudillo en una fotografía enorme en el centro del hall principal del museo a la vez que le explica quién es José Artigas, el prócer oriental, ya que su cuadro está a pocos metros de la fotografía del anterior jugador citado. Cómo vemos, Artigas aparece siempre como el símbolo de todas las imágenes de la patria.


2. El nacimiento del estadio y el feriado

2.1. La visión "oficial"

    Para todo el partido colorado, el centenario más importante era, como vimos, el 18 de julio de 1930. La construcción de un estadio como nunca había existido, sería el monumento que desde el punto de vista simbólico representaría en cemento puro la importancia de una fecha. Ese centenario mostraría la importancia del partido colorado en la historia del país. Las dos fracciones del partido colorado, los batllistas y los riveristas, encontraban en esta fecha un símbolo, la patria había nacido ese día cuando Rivera, fundador del partido colorado, se transforma en el primer presidente de la República al jurar la constitución. El agasajo de la fecha ayudaba a leer a la historia desde el punto de vista colorado.

     Es interesante ver cómo la dirigencia del fútbol forma parte de la interna colorada, recordemos que en un principio las discrepancias dentro del seno del batllismo llevaron a una fractura y la misma se reflejó en la separación de la dirigencia en Asociación y Federación Uruguaya de Football.26 La primera estuvo dirigida por el presidente del club Nacional, el médico pediatra batllista Narancio, y la segunda estuvo dirigida por el presidente de Peñarol, el emblemático Julio María Sosa, colorado anticolegialista que creó una corriente no batllista dentro de los colorados (llamada precisamente el sosismo) y que se sumó al riverismo. Para el fundador del Uruguay moderno, José Batlle y Ordóñez, era indispensable mantener la unidad del partido, que superara las divisiones que generaban los sublemas. Siempre estaba el peligro de una fractura en dos del partido, algo que ya le había sucedido al rival de todas las horas, el herrerismo. Y eso costaría la elección nacional, en 1926 el partido colorado unido le había ganado al partido nacional dominado por el herrerismo por unos tres mil votos. Y eso que el partido nacional daba la ventaja de aparecer fracturado en partido blanco y partido blanco radical liderado por Lorenzo Carnelli. Pues bien, el "football" le brindaba al batllismo una forma de lograr la unidad con los otros sublemas. Por intermedio del colorado independiente Serrato, en 1925 se logra la unidad entre la Asociación y la Federación, logrando fusionarse ambas en la Asociación Uruguaya de Football. Ahora bien, si este organismo rector estaba dominado en forma exclusiva por el partido colorado, habría que buscar que no fuera la voz de un sublema como había sido en 1924, sino por el contrario, que en el mismo convivieran en forma natural batllistas y riveristas. Y al igual que en el gobierno, luego de las elecciones de 1926, el riverista Campisteguy era el Presidente de la República y compartía el ejecutivo con un consejo nacional de administración en donde el apoyo de los batllistas era fundamental. Para la Asociación Uruguaya de Football que va a organizar el primer campeonato mundial de la historia y se va a proponer realizar "el estadio más grande del mundo", el presidente sería el riverista Raúl Jude. Pero la figura emblemática y simbólica de esa copa del mundo sería el "padre de la victoria" de 1924, el batllista Atilio Narancio. De esta forma, en el ritual de la ceremonia de inauguración de la copa del mundo y del estadio Centenario, aparecen simbólicamente representados el batllismo y el riverismo. En ese 18 de julio de 1930, en ese Centenario con tanto gusto a partido colorado, en un recién estrenado estadio repleto de nacionalismo y de una multitud que ya vivía un clima festivo en todo el país, el ceremonial tiene dos partes fundamentales, por un lado encontramos el discurso de apertura del campeonato mundial a cargo del presidente de la AUF, Raúl Jude, y por otro lado, el célebre desfile inaugural de las delegaciones encabezadas por la uruguaya, en donde Atilio Narancio la presidía y se transformaba en el símbolo de la selección nacional.

"Hemos de decirlo con palabras llenas, porque sería injusticia callarlo por un infundado escrúpulo de modestia: todo lo que hoy nos envanece, todo lo que hoy nos eleva ante nuestros propios ojos y ante los ojos del mundo (...) es la obra de un partido y de un hombre. Es la obra del partido colorado, que desde las murallas inabordables de la nueva Troya, se hizo paladín esforzado de la libertad y el progreso y es la obra de Batlle, que desde la masa amorfa de la patria vieja, moderó la depurada grandeza de la patria futura, tierra de promisión y de justicia en la que aspiramos a brindar la felicidad a todos los hombres."27

    Nada más claro que este editorial de El Día del 18 de julio de 1930 para mostrar el acercamiento a un "adecuado pasado" que surgía como tradición. Había algo que elevaba a todos los ciudadanos en ese feriado de la patria y eso era ese imponente monumento levantado para el "football" pero también para el poder. La propia torre de los homenajes levantada en la llamada tribuna olímpica, elevaba, al igual que las catedrales góticas, los sentimientos hacia el cielo. Pero ese monumento y "todo lo que nos elevaba" eran la obra de "un partido y de un hombre". La historia nacional se partía en dos mitades, sólo a una de ellas los otrora "orientales" y ahora "uruguayos" le debían un presente de porvenir y un futuro de maravillas. Sólo el partido colorado había transformado el país en un mundo pujante y moderno. El partido era esa "patria vieja" que había podido nacer por el episodio fundamental de la toma de las Misiones por Rivera, el caudillo fundacional de los colorados, era ese partido que se había forjado en "las murallas inabordables" de Montevideo (la nueva Troya de Alejandro Dumas) durante la guerra grande, resistiendo a las fuerzas gauchas y rurales de Oribe, y enarbolando la bandera de la libertad y el progreso, de las puertas abiertas a Europa y sus inmigrantes, de la civilización opuesta a la barbarie de la otra mitad, la de la patria blanca. Pero había un hombre que le había dado forma a esa obra iniciada heroicamente por Rivera, a esa tradición que había nacido con el caudillo. Y esa forma, ese pasar a la modernidad y llevar adelante un proyecto que incluyera a todos los ciudadanos había sido realizada por un hombre, y ese hombre era Batlle. De esta manera, en ese día histórico para el partido, el batllismo buscaba hacer que dialoguen la tradición y el cambio, el pasado que permitía establecer anclajes en las raíces de lo nacional, con el presente y el futuro. Y era una forma de diálogo entre el riverismo y el batllismo, unidos en torno a ese monumento que acaba de nacer. El estadio Centenario hacía surgir un doble sentimiento, generaba nostalgia y apego por la "patria vieja" iniciada por Rivera y a la vez elevación de los corazones hacia la patria del futuro que sólo la obra de Batlle había hecho posible. Para los decenas de miles de ciudadanos que entraban al estadio abarrotado con ese ejemplar absolutamente agotado de El Día, que era lejos el diario más vendido por haber sido el primero en dirigirse a un público de masas, el editorial los hacía sentirse "uruguayos" precisamente a través de Batlle y el batllismo. "Uruguayos todos, vengan de donde vengan" había dicho en su momento Batlle desde ese diario fundado por él mismo. Quiere decir esto que italianos, españoles, polacos, judíos, vascofranceses y personas de un sinfín de nacionalidades se hacían antes que nada batllistas para después hacerse "uruguayos", lo mismo pasaba con los hombres nacidos en estas tierras, los criollos, y los negros descendientes de esclavos. Habían entrado a trabajar en el estado y asegurado su futuro para siempre a través de un estatuto que los hacía inamovibles, eran obreros de fábricas de vidrio o de galletitas o trabajaban en los frigoríficos, y estaban protegidos por una celosa legislación laboral que los amparaba contra los patrones, en suma, obtenían todos los beneficios del primer estado benefactor de América Latina, por obra y gracia de Batlle, el batllismo y el partido colorado. El mástil de esa bandera uruguaya que flameaba en el estadio había sido levantado por los colorados que se ponían la patria al hombro. La propia visión del estadio recién inaugurado llenaba de sueños este feriado. Y la imagen de ese estadio recién inaugurado, que para la visión "oficial" quedaría para siempre grabada en las retinas de todos los uruguayos.

"Una visión inolvidable. Los ojos de los espectadores que asistieron a presenciar el partido Uruguay-Perú contemplaron maravillados el imponente aspecto que presentaba el Estadio Centenario, repleto de concurrencia en el momento en que desfilaba en medio de ensordecedores aplausos las delegaciones participantes en el Campeonato de Football del mundo. Fue una visión que difícilmente se borrará de las retinas de quienes presenciaron la inauguración del gigantesco circo que ayer se incorporó al acervo edilicio como un monumento del cual Montevideo y el Uruguay pueden enorgullecerse con justicia. La sola contemplación del presente grabado que reproduce uno de los aspectos de la fiesta de ayer, puede proporcionar al lector una sensación fiel de las proporciones que el espectáculo alcanzó en su conjunto".28


2.2. La visión disidente

    El Herrerismo encuentra en la organización del mundial y la construcción del estadio un acomodo del "oficialismo"; mientras una crisis económica total empieza a hacer sentir sus efectos sobre la población de menos recursos, el gobierno se dedicaba a enterrar los fondos públicos en un campeonato y en un colosal estadio sin sentido. La propia visión del feriado del 18 de julio no era la misma que el partido colorado.

"(...) Así surgieron los partidos tradicionales cuya existencia se prolonga todavía. (...) Cada partido hizo de su cabecilla un héroe de epopeya tocado de dotes taumatúrgicas y un mártir de los desmanes del jefe partidista contrario. Y la patria subjetiva fue toda condensada en él y su fracción por cada bando. De esta manera se formaron dos patrias subjetivas dentro de una común objetiva. Así, se confundió, en un solo, el amor a la patria y al partido."29

    Primeramente se ataca al batllismo (el verdadero rival del herrerismo) de ser protagonista de un "patriotismo convulsivo", en el feriado del 18 de julio se confundía el amor a la patria con el amor al partido. Mientras sí había dinero para engalanar 18 de julio y construir un coloso de cemento como estadio, no había un solo peso para levantar un monumento a los heroicos "Treinta y Tres Orientales".

"La Comisión del Centenario, (...), ha dejado en el más inicuo y antipatriótico olvido la plaza que perpetua la memoria de los treinta y tres inmortales que forjaron la patria cuyo centenario celebramos en estos momentos. Dicha comisión había anunciado que iba a hacer colocar en la plaza de los treinta y tres la estatua luminosa de esos ilustres patricios a quienes debemos la existencia nacional, pero después, quizá por necesitar los dineros del pueblo para repartirlos entre amigotes y adulones, bajo el pretexto de la conmemoración de nuestro Centenario, relegó a total olvido esta idea, quedando la plaza legendaria sin ningún ornato.(...) Y consta: esta comisión tiene por presidente al doctor Baltasar Brum, quién ya fue presidente de la República."30

    En esta hora de festejos la "Comisión del Centenario" dejaba de lado el 19 de abril y el 25 de agosto de 1825, día del desembarco de Lavalleja y los treinta y tres y de la declaratoria de la independencia para resaltar la del 18 de julio de 1830, utilizando su cumpleaños para "enterrar" (a decir de los herreristas) los tesoros del estado para adornar la misma. El Herrerismo, consciente de que el estadio en construcción y el mundial a por venir servirían para fortalecer la visión que de la patria tenían sus eternos rivales, se va a dedicar a buscarle defectos a la organización llevada adelante por la Asociación Uruguaya de Fútbol presidida por el riverista Jude. El mundial y el "stadium" que estaba naciendo se trasforman, por efecto de los que están en contra, en una verdadera caja de resonancia, en una olla de grillos. Para los blancos todos son contras. El estadio no está terminado y es inseguro, la organización es desastrosa y permite desórdenes de la multitud, antes, durante y después de los partidos, es un campeonato sin prestigio, ya que las principales potencias europeas, encabezadas por la de los propios inventores del fútbol, los ingleses, no han venido, se ha enterrado una fortuna en un estadio que no volverá a llenarse jamás.

"Un día de estos la prensa batllista ahuecaba la voz para criticar por menos que airadamente a los que creían y siguen creyendo que el estadio es una obra demasiado grande y costosa para nosotros. Hacia caudal dicha prensa, de que en dos o tres partidos por el campeonato mundial faltaron localidades a la demanda, y esto es cierto. Pero... ¿Por qué faltaron? Porque la venta de localidades cayó en manos del zaragüetismo. Además el estadio todavía no está terminado, y el día en que la obra este concluída va a sobrar anfiteatro para muchos millares de personas.31

    De modo que lo que para los colorados es una fuente de orgullo y regocijo, y algo de prestigio para hablar en la campaña electoral, para los blancos es un oprobio y algo que muestra el concepto de "patria" que tiene el oficialismo. En el país de jauja, los empleados públicos trabajan en horario cortado y por la mitad; para poder ir a ver a Uruguay al estadio el "oficialismo" daba asueto a todos los trabajadores del estado haciendo que en los pocos días de la semana en que los empleados trabajarían durante el desarrollo del mundial se formasen interminables colas para realizar los trámites que la ineficiente burocracia estatal generaba. Además todos los empleados cobrarían doble, o sea un mes extra para poder tener plata para las entradas, (recordemos que era año electoral y el batllismo buscaba atraerse a los empleados públicos). Y lo peor; para conseguir invitaciones para entrar al palco oficial de la tribuna América se les daba preferencia a los "amigotes" del poder.

"A la magnífica exposición del Prado no han concurrido ni una vez consejeros, senadores, diputados, etc. Nos decía uno de los agrarios/ que organizaba la exposición rural del Centenario/ que han tenido el desconcierto de verse abandonados de tal forma: A nuestros gobernantes les interesaba más el fútbol. Ah! Pero se acordarán! Ya estamos cansados que se nos tome como cabeza de turco y carne de explotación.(...) se desinteresan en absoluto por el trabajo y la producción para correr detrás de una pelota de fútbol, como si el porvenir de la República estuviese dentro del arco donde se marcan los goles (...) La celebración del Centenario ha dado motivo para conocer a los gobernantes que tenemos. Han tirado los dineros del pueblo locamente y lo han regalado a sus amigos."32

    El país de jauja. Y lo cierto, que a medida que se acercaba el campeonato, las autoridades podían realizar un papelón. Se acercaba la fecha de inauguración del mundial y el estadio no iba a estar pronto, según el punto de vista de los enviados del diario La Tribuna Popular ¿A dónde se iba a realizar el partido inaugural sí el estadio no estaba listo a tiempo? ¿En una cancha para quinientas personas y con tribunas de madera, como era la cancha de Peñarol ubicada en el actual barrio de Pocitos? Lo cierto que según este diario, el cemento estaba fresco y podía haber peligro de derrumbe.

    Imaginemos lo que podía pasar 18 de julio, la principal avenida de Montevideo, lucía el día anterior al feriado con un brillo como nunca se había visto. Toda la arteria se había iluminado para la ocasión y por todos lados lucían banderas nacionales y serpentinas de colores. Aparecían los monumentos recientemente inaugurados en todo su esplendor. El monumento a Artigas de la plaza independencia, el palacio Salvo, el entrevero de la plaza Fabini, el monumento al gaucho, los símbolos en bronce mostraban cien años de historia uruguaya a los ilustres visitantes extranjeros que habían llegado a Uruguay con motivo del mundial. Los actos patrióticos, en donde escolares entonaban el himno con la música de fondo tocada por la orquesta del ejército, se sucedían uno a otro. Los discursos emocionaban por su contenido altamente nacionalista. En los bares montevideanos las personas escuchaban el himno con el sombrero quitado y con el corazón hinchado por la emoción. Al otro día, a la tarde y en un feriado no laborable, una multitud cargada de banderas y de fervor iría a alentar al seleccionado uruguayo. Iban a entrar en un estadio como jamás se había construido en ninguna parte del mundo. De pronto lo inesperado. El mismo no iba a estar terminado para la inauguración y las tribunas todavía estaban con cemento fresco. De modo que sí las autoridades permitían que la multitud penetrara en avalancha puertas adentro. Seguramente el cemento fresco no aguantaría.... ¡qué imagen patética! En medio de los festejos creados por el oficialismo, el derrumbe del coloso de cemento que los simbolizaba en mayor medida mostraría en manos de quién se estaba. En un año electoral como era ese 1930.

    Finalmente también se discrepa con la denominación del estadio; el nombre Centenario no incluye a la nación en su conjunto ya que no todos ven a este centenario como el más importante, el nombre correcto sí quería captar el ser uruguayo sería estadio Nacional. Con esa denominación estarían incluidos todos los uruguayos.

    En este juego de espejos que hemos desarrollado en esta ponencia vemos como los uruguayos blancos y los uruguayos colorados se disputaron la hegemonía de los símbolos de la patria. El nacimiento del estadio Centenario en el feriado nacional del 18 de julio de 1930 intentó acercarnos al complejo proceso de construcción de una identidad nacional y de la invención de lo "uruguayo" y la "uruguayidad".


Notas

  1. En donde se da la clásica relación entre fútbol, medios de comunicación y nacionalismo. El desarrollo de esta relación fue trabajada por Sergio Villena en Fútbol y nación, ponencia inédita realizada en el encuentro "Fútbol, globalización y medios de comunicación." del grupo "Deporte y Sociedad" de Clacso, Montevideo, UCUDAL, 2002.

  2. Néstor García Canclini, Las culturas populares en el capitalismo, México, Nueva Imagen, 1986, pág. 128.

  3. AAVV. Libro del Centenario., Montevideo, Capurro y Cía., 1923.

  4. Erica Hobswman y Terence Ranger, La invención de la tradición, Barcelona, Crítica, 2002, pág.21

  5. Este tipo de discurso aparece en diferentes libros de texto de historia nacional para consumo escolar.

  6. Baczko Bronislaw, Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas, Buenos Aires, Nueva Visión, 1999, pág. 159.

  7. 25 de agosto de 1825: reunión de la Asamblea de Representantes en la Florida, donde se aprobaron las actas de declaratoria de independencia, de unión y de uso del pabellón de las Provincias Unidas. Este acontecimiento tuvo su origen el 19 de abril del mismo año, en donde se produce el desembarco de los "treinta y tres orientales" encabezados por Juan Antonio Lavalleja para iniciar la "cruzada libertadora" de la Provincia Oriental del imperio del Brasil. En el calendario de los feriados patrios, esta fecha es tomada cómo la más significativa por el partido blanco, ya que el fundador del mismo, el General Oribe, era lugarteniente de Lavalleja.

  8. 18 de julio de 1830: juramento de la primera Constitución uruguaya en la plaza Matriz de Montevideo. Esta fecha es la más significativa para el partido colorado, ya que su fundador, el general Rivera, fue el primer presidente de la República a raíz de la Jura de la Constitución.

  9. Caetano, Gerardo y Rilla, José Historia Contemporánea del Uruguay. De la Colonia al Mercosur, Montevideo, Editorial Fin de Siglo, 1994, pág. 30.

  10. Leone, Verónica "Manuales escolares e imaginario social en el Uruguay del Centenario." en Caetano, Gerardo (compilador) Los uruguayos del Centenario. Nación, ciudadanía, religión y educación (1910-1930), Montevideo, Santillana, 2000, pág. 139.

  11. Una enseñanza que era laica, gratuita y obligatoria.

  12. Desde el punto de vista etnográfico, todo el edificio escolar está rodeado de símbolos patrios, en donde resalta la figura del prócer Artigas y la bandera uruguaya, la artiguista y la de los treinta y tres orientales libertadores de la nación.

  13. Peluffo Linari, Gabriel "Construcción y crisis de la privacidad en la iconografía del novecientos" en Barrán, José Pedro, Caetano, Gerardo y Porzecanski, Teresa Historia de la vida privada, Montevideo, Santillana, 1996, pág.57

  14. Morales Andrés Fútbol, política y sociedad, Las relaciones entre el poder político y el fútbol en el Uruguay, Montevideo, Revista de la APHU, agosto 2002.

  15. Debo esta observación al sociólogo Rafael Bayce.

  16. Con motivo de los festejos del centenario del 25 de agosto de 1825, que comenzaron el 19 de abril de 1925, Atilio Narancio, el médico pediatra de afiliación batllista que llevó a los olímpicos de 1924 a París, terminó criticando que negativo que era hacer un culto al patrioterismo que sólo llevaba a un odio a el extranjero.

  17. Resulta interesante vincular a la FIFA con la coyuntura denominada por Eric Hobswman como La Era del Imperio (Barcelona, Labor, 1989), que describe un período que aproximadamente va de 1870 a 1914. Es recién con el desarrollo de las comunicaciones basadas en el ferrocarril, el telégrafo y la navegación a vapor interoceánica, que se puede hablar de una mundialización, que permiten que surjan organismos internacionales que vinculan a los países imperialistas con sus periferias. En esta época, América del Sur era una semi-colonia inglesa. En este contexto es que nace la FIFA.

  18. Gutiérrez Cortinas, E. Medio Siglo del Estadio Centenario, Montevideo, I.M.M., 1980, pág. 14.

  19. Ibid., pág. 14

  20. Por la abundancia de pantanos que hay en toda la zona donde se construyó el estadio.

  21. Faccio, Morales, Adamo Los campeones del centenario, Montevideo, Central de Impresiones, 2003, pág. 10

  22. Eduardo Gutiérrez Cortinas "Historia de los clásicos" en 100 años de fútbol, Montevideo, Impresora Rex S.A., 1970

  23. Christian Bromberger, El fútbol como visión del mundo, Revista Digital Lecturas Educación Física y Deportes: www.efdeportes.com: Buenos Aires, Año 8, N°47, abril de 2002

  24. Eduardo Gutiérrez Cortinas "Historia de los Clásicos", ob.cit.

  25. El mariscal y caudillo de los olímpicos de 1924.

  26. Ver Morales, Andrés, Batllismo y fútbol, Revista Digital Lecturas: Educación Física y Deportes: www.efdeportes.com Buenos Aires, Año 9, N°62, julio de 2003

  27. El Día, 18 de julio de 1930, pág. 53

  28. El Día, Montevideo, 19 de julio de 1930, pág. 7

  29. La Tribuna Popular, 18 de julio de 1930, pág. 3

  30. La Tribuna Popular, 23 de julio de 1930, pág. 4

  31. Ibíd., pág. 1

  32. La Tribuna Popular, jueves 24 de julio de 1930, pág. 1.

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