efdeportes.com
Génesis del alcoholismo en
estudiantes adolescentes

   
Universidad de Guanajuato
(México)
 
 
Lucía Rodríguez
Francisco José Díaz
María Magdalena Nájera

luciarg@prodigy.net.mx
fisiol@prodigy.net.mx
 

 

 

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 80 - Enero de 2005

1 / 1

    Mucho se ha documentado acerca de la adolescencia como la etapa de la vida más difícil y vulnerable. Se afirma que con la pubertad suceden cambios determinantes en la transición morfofuncional del ser humano que deja de ser niño sin ser todavía adulto. En este periodo de conflictos, reajustes y adaptaciones de muy variada índole, el entorno sociocultural y la influencia de los pares configuran el surgimiento de un perfil que perdurará a lo largo de la vida de cada persona.

    Los adolescentes, dadas las características de su edad, son más proclives a "probar y experimentar" el consumo de sustancias estimulantes, con el riesgo de iniciar adicciones de consecuencias posteriores. Múltiples estudios reportan que los procesos adictivos se originan en la adolescencia (Hemmingsson and Lundberg, 2001; Werch, et al., 2003; Smandal, et al., 2000; Chassin and DeLucia, 1996; Babor, et al., 1999; Elizondo, 1997; Bukstein, 1994; Wynn, et al., 1997; y Epstein, et al., 1999, entre otros).

    No se puede hablar de adicciones, sin mencionar que el alcoholismo es la principal farmacodependencia latinoamericana (Gillone, 1995). Las bebidas fermentadas se ingerían desde hace miles de años e incluso en los tiempos prehispánicos ya eran de uso obligado en ceremonias, fiestas y tradiciones. Actualmente el alcohol se considera una droga legal comparativamente con otras sustancias estimulantes, aunque se supone que está prohibida la venta de bebidas embriagantes a menores de edad.

    Según la Organización Panamericana de la Salud, durante la última década el consumo de alcohol como problema de salud pública, es especialmente problemático en América Latina y el Caribe. Mientras que en todo el mundo la proporción de muertes atribuibles al alcohol es del 1,5%, en los países de la región esta cifra es el 4,5% (OPS, 2002).

    En México, por ejemplo, se afirma que aproximadamente dos terceras partes de la población nacional de entre 12 y 65 años, es bebedora (Esquivo, 1997). Los patrones de consumo son variables, según la edad, las condiciones sociales y la diversidad de situaciones familiares y personales, pero se observa que las diferencias de género en lo que al consumo se refiere, aún son marcadas. Con referencia a las estadísticas de la Secretaría de Salud que se desprenden de la Encuesta Nacional de Adicciones, las mujeres se inician en el consumo de alcohol en edades más tardías que los varones. La edad más frecuente para ingerir su primera copa completa es entre los 18 y los 29 años para las mujeres y entre los 12 y los 15 años para los varones (SSA, 2004).

    En comparación con países desarrollados de Europa y Asia y con los latinoamericanos, México ocupa el segundo lugar en mortalidad de hombres y el tercero en mujeres por cirrosis hepática, (CONADIC, 2004). Por otra parte, según el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones, más de la tercera parte de los menores infractores (38.5%) cometieron algún delito mientras estaban bajo el efecto del alcohol; además los accidentes son la principal causa de muerte entre las personas de 15 a 24 años de edad. Estos antecedentes justifican la necesidad de conducir estudios con jóvenes y adolescentes.

    Tur, (2003), encontró que en un grupo de 445 adolescentes, el 60% ingieren bebidas alcohólicas y su nivel de actividad física está negativa y significativamente relacionado con el consumo de alcohol. Latimer, (2004), identificó que los estudiantes cuyos hermanos o pares ingerían bebidas embriagantes mostraban mayores niveles de abuso y/o dependencia del alcohol. Al respecto, los trabajos antropológicos de Abel y Plumridge (2004), confirman que ingerir alcohol en la escuela es un medio de socialización. Asimismo, Epstein, (1999), encontró que las influencias sociales, principalmente de los amigos, están asociadas con problemas del comportamiento y el uso e iniciación en el consumo de bebidas alcohólicas.

    En América Latina hace falta indagar cómo se origina el proceso de alcoholización en los jóvenes y qué pueden hacer las escuelas ante la génesis de este problema de salud pública.


Metodología

    El presente trabajo forma parte de un proyecto más amplio referente a las adicciones en estudiantes adolescentes. Con el propósito de explorar el origen del alcoholismo en la población estudiantil del nivel medio superior, se encuestó a 200 estudiantes de 15 a 18 años de edad, de ambos géneros, inscritos en una escuela preparatoria de la Universidad de Guanajuato. La encuesta es anónima para reservar el nivel de confidencialidad en las repuestas.

    Desde el enfoque de la epidemiología social se localizan los factores de riesgo insertos en el ámbito económico, familiar y psicológico. Los comportamientos son considerados factores de riesgo para la salud porque como señalan Suárez y Krauskopf (1995), aunque frecuentemente tienen consecuencias biomédicas, sus orígenes y persistencia deben buscarse en una verdadera telaraña de hechos psicosociales.

    Por lo anterior, la encuesta de adicciones relativa al alcoholismo, consta de 23 interrogantes que indagan acerca de datos sociodemográficos relacionados con el origen y mantenimiento del consumo de bebidas embriagantes: edad de inicio, presencia de otras personas, frecuencia de consumo en el último año y en los últimos tres meses previos a la aplicación la encuesta; cantidad de bebidas ingeridas en un solo día, fechas y lugares, frecuencia en la embriaguez; cantidad de amigos, compañeros de clase y familiares que toman, motivos que los inducen y datos complementarios (ocupación del tiempo libre e involucramiento en acciones violentas).


Resultados

    El 82% de los estudiantes adolescentes reportaron haber consumido bebidas alcohólicas (cerveza, vino o cualquier licor). En este caso no existen diferencias según el género, encontrándose igual proporción de hombres y mujeres.

    La edad que tenían los encuestados la primera vez que tomaron alguna bebida alcohólica, se presenta en la distribución del Cuadro 1, donde se observa que el 10% de los adolescentes probaron por primera vez el alcohol en su infancia temprana y sólo el 7% lo realizaron después de los 15 años. La mayoría de los encuestados reportaron como edad de inicio el rango entre 13 y 15 años de edad.

Cuadro 1. Edad del primer consumo de bebidas alcohólicas

    En alusión al contexto familiar y social, se detectó que un porcentaje mínimo de adolescentes se iniciaron solos en el consumo del alcohol, en tanto la mayoría lo hicieron en contacto con otras personas. El 23% se encontraban en esa ocasión con sus padres; el 19% en presencia de otros familiares; el 44% en compañía de amigos; el 10% con compañeros de escuela y el 4% solos.

    En el Cuadro 2, se exponen los datos desagregados del número de veces que los estudiantes encuestados tomaron alcohol en el último año. Resulta notorio que un elevado porcentaje de los adolescentes (22%) no contestaron la pregunta, algunos indicaron que no recordaban.

Cuadro 2. Ingesta de bebidas alcohólicas en el último año

    Con el objetivo de identificar el consumo más reciente, se interrogó cuál ha sido el mayor número de copas de licor, vasos de vino o cervezas que tomaron en un solo día, esto en el periodo de los últimos tres meses. (Vid. Cuadro 3). El 45% reportaron el rango de una a cuatro copas o cervezas, el 19% de cinco a ocho bebidas, el 12% de nueve a doce, notándose un decremento en los siguientes rangos. Los resultados ponen en evidencia que realmente el 86% de los adolescentes consumen alcohol. Incluso quienes no contestaron la pregunta anterior relativa a la ingesta en el último año, sí consumieron bebidas alcohólicas en los últimos tres meses. Esta respuesta pone al descubierto un mayor porcentaje del reportado al inicio de la encuesta.

Cuadro 3. Consumo máximo de bebidas alcohólicas en un día durante los últimos tres meses

    En cuanto a la frecuencia del consumo de bebidas alcohólicas en el último año, ningún estudiante reportó que lo hiciera diario. (Vid. Cuadro 4). El 10% no respondieron o indicaron no recordar, el 14% declararon que nunca, el 35% de una a dos veces al año, el 17% de tres a seis veces al año y el 7% de siete a once veces en dicho periodo. Destaca que el 7% toman como mínimo una vez al mes, el 6% de dos a tres veces al mes y el 4% hasta dos veces por semana.

Cuadro 4. Frecuencia en el consumo de bebidas alcohólicas en el último año

    Al cuestionar a los estudiantes con qué frecuencia han llegado a la embriaguez en el último año, el 26% no respondieron. Mencionaron que nunca el 37% de los encuestados, el 18% de una a dos veces al año, el 6% de tres a seis veces al año y el 2% de siete a once veces en un periodo anual. Asimismo, el 5% señalaron que una vez al mes, el 3% de dos a tres veces al mes y el 3% de 1 a dos veces por semana. En la información expuesta en el Cuadro 5 tampoco hubo diferencias entre géneros, lo que muestra que tanto los estudiantes hombres como las mujeres presentan similares patrones en el uso de bebidas alcohólicas.

Cuadro 5. Estado de embriaguez en el último año

    Las bebidas que consumen, por orden de preferencia son: tequila, cerveza y caribe "cooler", ésta última principalmente la ingieren las mujeres. Pocos estudiantes toman brandy, mezcal, vodka, vinos de mesa, sidra o rompope.

    Casi siempre el tipo de licor está en función de la fiesta o motivo de celebración, por ejemplo, es distinto lo que se consume en un "antro" a las bebidas preferidas en las festividades de navidad o fin de año.

    Los lugares donde acostumbran tomar, por orden de frecuencia, son los siguientes:

  1. Fiestas y reuniones (bailes).

  2. Casas, casi siempre de amigos.

  3. Discos y antros.

  4. Calle (jardín, parque, automóviles de amigos, tiendas).

  5. Cantinas, bares y cervecerías.

  6. Café bar y restaurantes.

  7. Lugares ocultos y casas deshabitadas.

    Se observa una variedad de lugares donde los adolescentes se inician en el consumo de alcohol. Un estudiante declaró: "donde sea", otro mencionó que en un billar y una joven señaló que sola en su cuarto. Salvo pocas excepciones, la ingesta de bebidas embriagantes la realizan en ambientes sociales. Incluso dos terceras partes de los encuestados declaran que la mayoría de sus amigos y compañeros de clase toman y el 32% afirman que la totalidad de sus amigos consumen alcohol.

    Todos los estudiantes informaron que uno o varios de sus familiares consumen frecuentemente cerveza, vino o licor. En la mayoría de los casos sus parientes tomadores son tíos y primos, el 37% mencionaron al padre y únicamente el 3% a la madre. Según el género, se cita con mayor frecuencia a los parientes varones, aunque también hicieron referencia a las primas y tías, sólo en un caso se mencionó a la abuela.

    La cuarta parte de los estudiantes reportaron haberse visto involucrados en acciones violentas (pleitos, accidentes, asaltos, discusiones), en los últimos doce meses.

    Por otra parte, la ocupación del tiempo libre se destina predominantemente a actividades sedentarias, entre las que destacan ver televisión, escuchar música, leer, hacer tareas, tocar guitarra, navegar por internet o jugar nintendo.

    Solo el 27.5 de los adolescentes encuestados comentaron realizar actividad física en su tiempo libre. Los principales deportes que citaron fueron: fútbol, básquetbol, charrería, baile, gimnasio, bicicleta y caminar, entre otros.


Discusión

    La edad de inicio del consumo de bebidas embriagantes es variable, notándose que algunos de los estudiantes tomaron por primera vez a los cinco años de edad, aunque la mayoría se ubican en el rango de 13 a 15 años. En la etapa de la adolescencia en la que se encuentran, más del 82% reportan el consumo de alcohol, en forma esporádica o frecuente. Datos similares encontraron Smandal y colaboradores (2000), al afirmar que en Europa y Norteamérica el uso de alcohol entre adolescentes es más prevaleciente a los 15 años de edad.

    Los resultados obtenidos mediante la pregunta relativa al consumo máximo de bebidas alcohólicas en un día durante los últimos tres meses, muestran una diferencia que contradice el dato reportado con anterioridad, ya que el 86% indican haber ingerido cierta cantidad de copas o cervezas. No obstante la diferencia porcentual que confirma en ambos casos una cantidad mayor al 80%, se detecta una tendencia hacia el alcoholismo de magnitud considerable, donde el contexto sociocultural encierra serios riesgos para la salud de la gente joven, pues como señala Bukstein (1994), en los adolescentes a diferencia de los adultos, es más probable que el uso y abuso del alcohol los convierta en consumidores potenciales de otras drogas.

    Las principales razones que aluden los estudiantes involucrados en el consumo de productos alcohólicos, son la curiosidad y la inducción de amigos y compañeros de clase. El pretexto casi siempre tiene que ver con algún festejo y con reuniones de socialización. Cabe destacar que la primera ingesta de alcohol pocas veces se realizó en presencia de los padres, salvo en festejos y celebraciones familiares. La mayoría de los jóvenes relatan que por primera vez probaron bebidas alcohólicas con amigos y compañeros de escuela. En un porcentaje mínimo fue a solas. Estos datos coinciden con los hallazgos de Epstein, et al. (1999), en un estudio conducido con adolescentes hispanos de ambos géneros, donde se concluye que las influencias sociales juegan un papel determinante en los procesos adictivos. O'Malley y colaboradores (1998) encontraron que la mayoría de los adolescentes menores de 18 años consumen alcohol porque beber les ofrece una experiencia con efectos placenteros, y además les permite pasar "un buen tiempo" con los amigos. Los trabajos de Wynn et al. (1997), también coinciden en que el alcohol es la sustancia psico-activa de uso más frecuente durante la adolescencia y que para prevenir el abuso en el consumo de la misma es necesario reconocer que los adolescentes, como los adultos, toman por una variedad de razones. De ahí la importancia de fortalecer habilidades de rechazo y autocontrol con respecto a las influencias sociales y comerciales que inducen al consumo.

    Al respecto, todos los estudiantes de nuestro estudio tienen parientes que toman con frecuencia, principalmente tíos y primos. En cuanto al género, predomina el masculino. Pocas veces se cita a parientes mujeres: madres, hermanas o abuelas, aunque el caso de las tías y primas, parece más frecuente. Esto habla de que en las anteriores generaciones era mal visto que las mujeres tomaran bebidas alcohólicas en exceso, si bien en la actual generación de adolescentes encuestados es similar la proporción de hombre y de mujeres que ingieren alcohol y han llegado a la ebriedad.

    Esta última información contradice las aseveraciones de la Secretaría de Salud de México (SSA, 2004), donde se afirma "que el consumo de bebidas alcohólicas continúa como una práctica característica de la población masculina". Que los hombres tienen mayores probabilidades que las mujeres de beber mucho, y también menos probabilidades de abstenerse de consumir alcohol (OPS, 2004). Sin embargo, entre los actuales adolescentes no existen diferencias de género con respecto a la edad de inicio, al menos en los estudiantes del nivel medio superior. Lo anterior hace pensar que la escolaridad y las condiciones de vida social de los últimos años tienen injerencia en la distribución del alcoholismo sin distinción de géneros.

    Si bien una variante en el caso de las mujeres estudiantes es que prefieren bebidas preparadas o de menor gradiente, en tanto los hombres mencionan tomar con mayor frecuencia tequila y cerveza. Al parecer, acontece lo señalado por Esquivo (1997) con relación a que las mujeres son las principales consumidoras de las bebidas denominadas "coolers", que según la publicidad comercial no emborrachan por tener un sabor afrutado tipo golosina.

    Los lugares preferidos para las mujeres son las casas de amigas, restaurantes y discos, así como lugares privados; en cambio a los varones les da igual estar en bares, discos, antros, parques, tiendas o incluso en las calles. Cabe destacar que los comercios desconocen o deliberadamente no aplican las leyes que prohíben la venta de bebidas alcohólicas a menores de edad, pues es fácil observar a niños y adolescentes tomando en la vía pública.

    Se sabe que el estado de ebriedad predispone a las conductas violentas y extrovertidas. En nuestro estudio, principalmente los varones confirman haber estado involucrados en actos de violencia: pleitos, accidentes y asaltos. Las mujeres más bien reportan casos de discusiones familiares, pleitos de pareja e incidentes menores. Según la SSA (2004), la creciente alcoholización entre los jóvenes no sólo se relaciona con cirrosis hepática y dependencia alcohólica, ya que durante la adolescencia existen evidencias de que el consumo de alcohol está asociado con las principales causas de muerte prematura: homicidios, suicidios y lesiones por accidentes de vehículos de motor.

    Por otra parte, pocos estudiantes adolescentes realizan actividad física en su tiempo libre, práctica que pudiera representar una valiosa alternativa de bienestar individual y social, principalmente a través de actividades deportivas que incidan en la consolidación de comportamientos saludables como apoyo en esta etapa difícil de la vida.


Conclusiones

    Hace falta conducir estudios más amplios y dar seguimiento al inicio y evolución del alcoholismo en diversos grupos poblacionales, con énfasis especial en la niñez y la adolescencia, pues en estas edades aún es posible emprender acciones oportunas de prevención y de educación para la salud.

    Las investigaciones en la población joven representan un recurso fundamental, ya que la mayor parte de los problemas derivados del consumo excesivo de alcohol se inician durante la adolescencia. Asimismo, la información que se obtenga permitirá diseñar programas y políticas de intervención oportuna, ya no sustentadas en estudios del alcoholismo en adultos, sino en estudios que indaguen acerca del origen de dicho fenómeno en los adolescentes.

    En el presente trabajo, por ejemplo, se identificaron datos divergentes con referencia a estudios previos, lo que permite concluir que no existen diferencias de género en cuanto a los patrones de génesis y frecuencia del consumo de bebidas alcohólicas en estudiantes adolescentes. Asimismo, se confirmó el fuerte papel de la familia y la influencia de los amigos y compañeros de escuela, en tanto aspectos determinantes para alentar o disuadir el abuso en el consumo de bebidas embriagantes.

    A propósito, si la ingesta de alcohol está fuertemente condicionada por los factores sociales, resulta todavía más apremiante promover opciones alternativas de convivencia social a través del deporte. Por tanto, sería deseable impulsar la práctica de actividad física como forma de recreación colectiva al interior de los espacios familiares y escolares de socialización.

    Los esfuerzos para reducir los efectos negativos del alcohol sobre la sociedad y la salud pública necesitan tener en cuenta el contexto sociocultural, las características de los grupos de edad, así como las transformaciones en los roles de género que están cambiando en la época actual. Por consiguiente, las instituciones educativas tienen grandes obligaciones y oportunidades para replantear la visión y misión que, en términos efectivos, les permita garantizar una educación integral sustentada en la salud del ser humano.


Referencias

  • Aaron, B., and R. Laporte (1997). Physical activity, adolescence, and health: An epidemiological perspective. Exercise and Sport Science Reviews, vol. 25: 391-405.

  • Abel, G.M. and E.W. Plumridge (2004). Network norms or styles of drunken comportment. Health Education Research, vol. 19, No.5: 492-500.

  • Babor, T., M. Aguirre-Molina, G.A. Marlatt, and R.Clayton (1999). Managing alcohol problems and risky drinking. American Journal of Health Promotion, v.14, No.2: 98-103.

  • Bukstein, O.G. (1994). Treatment of adolescent alcohol abuse and dependence. Alcohol Health & Research World, vol. 18. Academic Search Premier.

  • CONADIC. Consejo Nacional contra las Adicciones. México, (2004) http://www.coadic.gob.mx/doctos/bci2_alco.htm

  • Chassin, L. And Ch. DeLucia (1996). Drinking during adolescence. Alcohol Health & Research World, vol. 20, n.3.

  • Elizondo, J. A. (1997). Los ritos de iniciación del alcohol en los adolescentes. En SEP, Orígenes y efectos de las adicciones. México, Biblioteca para la Actualización del Maestro.

  • Epstein, J.A., G.J. Botvin, T. Díaz (1999). Etiology of alcohol use among hispanic adolescents. Arch. Pediatr. Adolesc. Med. Vol. 153: 1077-1084.

  • Esquivo, C. (1997). Lo falso del rito, la verdad del número. (Nuestro consumo a través de la Encuesta Nacional de Adicciones). En SEP, Orígenes y efectos de las adicciones. México, Biblioteca para la Actualización del Maestro.

  • Gillone, A.(1995). Drogradicción: un síntoma. En: OPS. La salud del adolescente y del joven. Publicación Científica, No. 552: 217-223.

  • Hemmingsson, T., and I. Lundberg (2001). Development of alcoholism: interaction between havy adolescent drinking and later low sense of control over work. Alcohol and Alcoholism, vol. 36, No.3: 207-212.

  • Latimer, W., L. Floyd, T. Kariis, G. Novotna, P. Exenerova, M. O´Brien (2004). Peer and sibling substance use: predictors of substance use among adolescents in México. Pan American Journal of Public Health. PAHO, vol. 15, No.4: 225-232.

  • PAHO (2002). Gender and alcohol consumption and alcohol-related problems in Latin American and the Caribbean. Pan American Journal of Public Health, vol. 12, n.1: 59-62.

  • O´Malley, P.M., L. Johnston and J. Bachman (1998). Alcohol use among adolescents. Alcohol Health & Research World, vol. 22, Fasc. 2. Academic Search Premier.

  • OPS. Organización Panamericana de la Salud (2002). Sistema Regional de Datos Básicos en Salud - Perfil de Salud de País 2002: México. http://www.paho.org/Spanish/DD/AIS/cp_484.htm

  • Samdal, O., B. Wold, K. Klepp, L. Kannas (2000). Students´perception of school and their smoking and alcohol use: A cross-national study. Addiction Research, vol. 8, Fasc. 2.

  • SSA. Secretaría de Salud (2004). Programa de acción: adicciones, alcoholismo y abuso de bebidas alcohólicas. México.

  • SSA. Secretaría de Salud (2002). Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones (SISVEA). Dirección general de Epidemiología, México.

  • Suárez E.N. y D. Krauskopf (1995). El enfoque de riesgo y su aplicación a las conductas del adolescente. Una perspectiva psicosocial. En: OPS. La salud del adolescente y del joven. Publicación Científica, No. 552: 183-193.

  • Tur J.A., M.S. Puig, A. Pons and E. Benito (2003). Alcohol consumption among school adolescents in Palma de Mallorca. Alcohol and Alcoholism, vol. 38, No.3: 243-248.

  • Werch, C.E., D.M. Owen, J.M. Carlson, C.C. Di Clemente, P. Edgemon and M Moore (2003). One-year follow-up results of the STARS for families alcohol prevention program. Health Education Research, vol. 18, No. 1: 74-87.

  • WHO (2000). European Alcohol Plan 2000-2005. www.who.org.

  • Wynn S.R., J. Schulenberg, D. Kloska and V.B. Laetz (1997). The mediating influence of refusal skills in preventing adolescent alcohol misuse. Journal of School Health, vol. 67, n.9. Academic Search Premier.

Otros artículos sobre Estudios Sociales

  www.efdeportes.com/
http://www.efdeportes.com/ · FreeFind
   

revista digital · Año 10 · N° 80 | Buenos Aires, Enero 2005  
© 1997-2005 Derechos reservados