APUNTES SOBRE LA VIOLENCIA EN EL FUTBOL ARGENTINO
Amílcar Romero (Argentina)
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Esta charla describe la evolución de la violencia en el fútbol argentino tanto cuantitativa como cualitativa y además, los cambios que hubo en estos últimos años en el aparato legal con Amílcar Romerorespecto a la problemática de la violencia del fútbol. Fue organizada por el Area de Estudios Interdisciplinarios del Deporte y se llevó a cabo el día 5 de julio de 1997 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Amílcar Romero es periodista, especializado en la temática de la violencia en el fútbol.

El tema surge un tanto obvio, pero la experiencia es bastante dura en cuanto a que depende exactamente del punto de inicio, del comienzo justo, más o menos la felicidad de lo que va alcanzar a abarcar, porque es un tema que tiene cantidad de arboladuras, cantidad de enredos y sensibiliza muy fácil. Diría: se futboliza muy fácil. Particularmente un día como hoy que quizás sea el menos apropiado para hablar de este tema, en que volvemos a ser los mejores del mundo. [En esos días la Selección Argentina Juvenil sub 20 obtiene el Campeonato Mundial de Fútbol en Malasia]. Es una conquista, un logro y una alegría generalizada, generosamente propalada, que hace mucho más difícil hablar de los costos que esto ha tenido y que va a seguir teniendo, como es la violencia del fútbol.

El origen del fútbol
De los acuerdos mínimos que hay que no se discuten, que son más o menos como inamovibles, se encuentra que el fútbol es el deporte que mayor grado de organización y evolución ha alcanzado en la historia del hombre. Tiene un nacimiento que data de un poquito más de un siglo, como fútbol tal cual hoy lo conocemos, pero tiene orígenes con mas de dos milenios y que se remontan a los griegos.

El nacimiento del fútbol actual es un parto bien, bien oscuro, y contuvo características netamente religiosas: tal como se parten el rugby del fútbol, aparece muy, muy claro diferenciado el catolicismo inglés de la masonería, pero sobre esto hay un silencio total y absoluto. No sobre el rugby y la relación con el catolicismo. que aparece muy manifiesta y muy clara, pero la relación del fútbol con la masonería, salvo que se fundó en un local de la masonería en la calle Queen Elizabeth Nº 11, de donde algunos deducen que de allí deriva sean once los jugadores y no 15, como en su primo hermano, casi se podría decir que no hay nada.

El hooliganismo
Una de las tentaciones desviacionistas que tiene este tema es el anecdotario. Voy a tratar solamente una anécdota que me parece altamente significativa por los errores que sigue produciendo, y es que en 1890, The Times aparece acuñando el término "hooliganism" como un fenómeno de tipo social. No tenía nada que ver directamente con el fútbol, sino que tenía que ver con la aparición bastante masiva en el Londres de entonces de una cantidad de vagos, borrachos, pendencieros, sin llegar a constituir lo que fueron los rackets en los EE.UU. de los 50, los iracundos o los skeanhead.

¿De dónde sacan este término los periodistas ingleses para llevarlo a la categoría de fenómeno social?. En los diez años anteriores más o menos, había aparecido un señor que merodeaba el sudeste londinense que se llamaba Edward Hooligan, que sus mayores características sociales para llegar a ser un fenómeno era que no le gustaba trabajar , le gustaba tomar en cantidades como para ser un alcohólico consuetudinario, se agarraba a trompada donde sea como para ser un peleador agresivo, pero donde se agarraba particularmente era los sábados a la tarde en algo que había empezado ser una absorbente atracción de masas: los primeros partidos de fútbol.

Y ahí empezó a generalizarse, a acuñarse como expresión popular ser un hooligan, esto es, holgazán, borracho y pendenciero. Cuando en 1966, durante el Mundial de Inglaterra se presentan oficialmente en sociedad los grupos ultra organizados ya como barras, la sociedad inglesa, ni lenta ni perezosa, les vuelve a colgar el mote de hooligan. Ya había empezado unos pocos años antes en Inglaterra el fenómeno que después se conoce como tatcherismo, como neoliberalismo. Es decir, se habían empezado a producir los bolsones de marginalidad masiva, el rebalse numérico del capitalismo posmodernista. Se da la coincidencia que cuando aparece el violentismo en las canchas del fútbol ingles el hooliganismo ya era un fenómeno social con barrios hooligans, vestimenta hooligan, jerga hoolingan, estilo de vida hooligan, a través del seguro social de desempleo, la explotación de la prostitución y el trafico de drogas en menor escala, generalmente con lo que se conoce como narcoadicto (tres dosis para la venta y la paga es una dosis para consumo propio).

Cuando aparecen los grupos ultra del fútbol, como en todos hay dos, tres, diez hooligans según cada barra, el establishment, en un giro que no me parece inocente, le carga al nuevo fenómeno el mote de hooliganismo, esto es, de marginales sociales, cosa que las barras inglesas nunca lo fueron ni lo son por mas que algunos de sus miembros provengan de ese sector. Basta ver cualquier tipo de testimonio, incluso consultar investigaciones de campo que se han hecho desde diferentes enfoques, libros testimoniales como el de Colin Ward, jefe de la barra del Arsenal que es un honorable carnicero, para el '90 tenía 35 años, tres hijos, adora a Su Majestad, y para recolectar fondos e ir al Mundial de Italia escribió Steamin in, cuya traducción muy liberal podría ser ¡Con tuti!, y donde planteaba un para nada shakespereano dilema: to kill or to be killed. No hacen falta mayores comentarios.

Edward Hooligan tenía otra característica esencial para ser el origen y paradigma de un fenómeno en su tiempo y después ser resucitado en la década del '60: no era ingles, era irlandés. Y el extranjerismo en fútbol, el forasterismo, es algo que Julio Grondona está repitiendo hoy , en este momento, en Malasia: los elementos que producen violencia son ajenos al fútbol, los malos nunca moran en nuestra casa.

Cuando se toma desde el punto de vista cuantitativo, este fenómeno de la violencia del fútbol no resulta para nada sorpresivo que casi el 80% de las víctimas mortales (la otra es imposible de cuantificar ni por aproximación; por lo menos las víctimas mortales ya que a los muertos no se los puede esconder), son visitantes, aquí y afuera. El que cobra, el que recibe, el candidato a víctima es el que va de visita. Es el débil, y tiene no solamente en frente a una mayor proporción de gente, porque los locales siempre arrastran más gente, sino que aparte tiene enfrente a la policía. Estoy haciendo referencia a otra de las endemias de la violencia del fútbol argentino: los comisarios-hinchas, la doble militancia entre el uniforme y la barra brava, algo que en algunos casos se hace muy difícil distinguir donde comienza una y donde termina la otra. Sobre este particular, recuérdese que uno de los leit motiv de todos los cantitos, en todas las canchas, aparte de la sodomizacion del contrario, es la acusación de buchón, de botones o por lo menos protegidos de la fuerza policial.

Edward Hooligan es más o menos de 1877. El fútbol aparece a principios de esa década, y en 1890 ya aparece el término acuñado. Eso indica que hubo un proceso social de tipo previo, donde en los pubs de Londres era bastante habitual hablar de los hooligans, o hablar del hooliganism, pero como sinónimo de bravucón, borracho, vago. Tal es así que la traducción de hooligan que se hace, se encuentra en todos los diccionarios inglés-castellano obviamente hechos en España: golfo, gamberro. Son dos adjetivos que nosotros no solo no usamos, sino cuyo significado esta muy alejado del lo que en Europa se conoce como grupo ultra y entre nosotros como barras bravas.

El termino hooliganism también se exportó a otras regiones. Los dinamarqueses han tratado de inventar una cosa que se llaman los ruligans. Hay un fenómeno dirigido desde gobierno para tratar de bloquear alguna tibia manifestación de violencia que empezó y un poco a los que hacían de intermediarios en eso, los llamaban ruligans por un juego de palabras entre el dinamarqués básico y el inglés. Pero el equívoco parte de que los hooligan no se reconocen a si mismos como hooligan, algo que pasa con las barras bravas argentinas, sin que por eso sea idéntico el fenómeno. Los ultras ingleses protestan por ese mote porque quieren sacarse de encima todo lo maloliente y de desperdicio social que tiene el termino, pero que se los reconozca como barra, como grupo chocador. Entre nosotros, rechazan el termino barra brava porque lo consideran ofensivo, se trata de pacíficos y probos ciudadanos, poco menos mas píos que Sor Teresa de Calcuta. Allá hay una polémica socio-semántica en serio; acá es otra manifestación del carnaval perverso con toques pintoresquistas.

Lo que quiero recalcar es la exclusión y el extranjerismo , y que la traducción de hooligan, no a la traducción literal sino a la traducción cultural, sería el clásico "negro de..." que se usa en el lenguaje coloquial argentino, es decir, la no condición de ingleses de estos grupos, de foráneos.

Otro punto antes de aterrizar por estas tierras, es en 1930, un Congreso que hay en el Alto Volta. Esto lo cita Volpicelli en Industrialismo y Deporte.. Está la gente de teatro, que en ese momento era el fenómeno de tipo espectacular y artístico que mayor grado de evolución tenía, todavía faltaba mucho para el cine, faltaba mucho para otras cosas. Se juntaron los máximos teóricos del teatro ese momento y llegan a la conclusión de que ha ocurrido un fenómeno nuevo en el mundo y que hay una relación cualitativamente diferente, absolutamente nueva: el fútbol.

Ha cambiado la relación total entre espectador y espectáculo, y esto lo resalto porque también hay una coincidencia entre la mayoría de los europeos, a pesar de las muchas discrepancias, de que este fenómeno de la violencia del fútbol, del barrabravismo o del hooliganismo tiene su comienzo en la década del '60, en los países centrales, particularmente Europa. Si se quiere mayor expresión de datos: 1966, aparece Inglaterra; 1975, Bélgica; 1978, Italia; 1982, España, y más o menos por esos anos, por los '70, sin tanta precisiones, ocurrió otro tanto en la entonces Alemania Federal y Holanda.


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Lecturas: Educación Física y Deportes.
Año 2, Nº 8. Buenos Aires. Diciembre 1997
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