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Estrategias metodológicas para la creación de
un clima motivacional adecuado en deportes de equipo

   
Universidad Autónoma de Madrid.
Entrenador Nacional de Fútbol.
Profesor de la Escuela de Entrenadores de Fútbol.
 
 
Tomás García Calvo
tomas.garcia@uam.es
(España)
 

 

 

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 79 - Diciembre de 2004

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Introducción

    Una de las cuestiones básicas que debe entender un entrenador de jóvenes deportistas, es que su actuación va a repercutir de forma significativa en los patrones de comportamiento de sus atletas, influyendo mucho más que con deportistas expertos (Crespo y Balaguer, 1994). De esta forma, la adecuada utilización de estrategias metodológicas, que colaboren a formar un clima de entrenamientos adecuado, puede prevenir muchas conductas no deseadas por parte de los deportistas, al mismo que tiempo que contribuye a mejorar el rendimiento de los mismos.

    Para conseguir esto, consideramos que la Teoría de las Metas de Logro (Nicholls, 1989, Roberts, 1992), aporta un marco estructural adecuado, desarrollando una visión integral de los aspectos cognitivos y emocionales de los deportistas. Asimismo, esta teoría incide en la importancia que tienen los Otros Significativos (padres, entrenadores, amigos…), en la obtención de patrones de conducta adaptativos en los atletas. A continuación pasamos a explicar dicha teoría, para posteriormente exponer algunas estrategias que sirvan para mejorar el clima motivacional en los entrenamientos.


Teoría de metas

    La Teoría de las Metas de Logro trata de explicar los patrones motivacionales que rigen la conducta de los deportistas. Para ello, incluye una innovación respecto a otras teorías motivacionales, ya que esta teoría postula que el concepto de habilidad no es un constructo unidimensional, sino bidimensional, ya que existen dos concepciones de lo que es habilidad y a partir de ellas, se desarrollan otras tantas perspectivas de metas fundamentales y que son perseguidas por los sujetos en contextos de ejecución (Nicholls, 1989).

    Así la primera concepción de habilidad se basa en los procesos de comparación social, donde el individuo juzga su capacidad con relación a otros. El éxito o el fracaso dependen de la valoración subjetiva que resulte de comparar la habilidad propia con la de otros "relevantes". Esta meta es denominada orientación al ego.

    Por otro lado, cuando las acciones de los individuos se dirigen hacia el aprendizaje, hacia una ejecución de maestría, las percepciones de habilidad son autorreferenciales y dependientes del progreso personal. En este caso, el éxito o el fracaso depende de la valoración subjetiva de si se actuó con maestría, se aprendió, o si se mejora en una tarea. Este segundo concepto de habilidad fue denominado como orientación a la tarea.

    La adopción de una de estas dos orientaciones motivacionales va a depender del entorno social en el que se desarrollan los sujetos, influyendo de manera significativa los criterios de éxito que los niños perciben en su entorno cercano (padres, entrenadores, profesores…). Además, puede ocurrir que un sujeto tenga diferentes orientaciones en función de las exigencias que haya percibido en determinados contextos de ejecución. Por ejemplo, se puede dar el caso de que un niño este orientado hacia la tarea en el entorno académico, considerando que tiene éxito cuando mejora sus conocimientos y aprende cosas nuevas, y al mismo tiempo esté orientado hacia el ego en el contexto deportivo, considerando que obtiene éxito cuando es mejor que otros deportistas o cuando gana. Como hemos dicho, esto estará en función de los procesos de socialización que haya percibido durante su aprendizaje en un determinado contexto.

    Las orientaciones motivacionales quedan definidas para cada entorno a la edad de 12 o 13 años, siendo muy complicado poder modificar el tipo de orientación adoptado a partir de esa edad. Sin embargo, está demostrado que los sujetos pueden adaptar su orientación motivacional en un contexto o situación determinada, en función del clima motivacional que perciban en ese momento en particular. Esta adaptación se denomina Estado de Implicación, existiendo dos tipos, ego y tarea, con las mismas características que la orientación.

    Para explicar como se relacionan las orientaciones, los climas y el estado de implicación, podemos observar la figura 1, en la cual se expone esquemáticamente, como se desarrolla un tipo de implicación determinado.

Elementos disposicionales, sociales y contextuales relacionados con las metas de logro.
Patrones conductuales asociados
(Cervelló, 2001).

    Como se puede observar en el esquema, las Orientaciones Motivacionales, al entrar en contacto con un Clima Motivacional determinado (por ejemplo el Clima creado en los entrenamientos) sufren variaciones, transformándose en función de cómo sea el Clima Motivacional. Por ejemplo, si un jugador que este Orientado al Ego, interacciona con un Clima de Entrenamientos Orientado a la Tarea, es muy probable que su implicación en esa actividad sea una Implicación a la Tarea, creándose patrones de conducta adaptativos y mejorando su comportamiento.

    Se ha demostrado (García, 2002) que esto es más fácil que ocurra en etapas de formación, ya que es más sencillo influir mediante el clima de entrenamientos en los jugadores jóvenes, puesto que son más moldeables. Además es el entrenador el que mayor poder puede ejercer para conseguir modificar el tipo de implicación de los jugadores (más incluso que los padres y los compañeros de equipo).

    Por tanto, la actuación y conducta del entrenador con los jugadores es de vital importancia, tanto en los entrenamientos como en los partidos.


Beneficios de la utilización de un clima orientado a la tarea

    Numerosas investigaciones realizadas en el fútbol y en otros deportes, han demostrado que cuando los sujetos están orientados a la tarea, perciben un clima orientado a la tarea o se implican hacia la tarea en una actividad obtienen patrones de conducta y comportamientos más adaptativos, mejorando en diversas variables muy importantes para la práctica deportiva. A continuación, se exponen algunas de las variables que se pueden predecir o se correlacionan positivamente con la orientación, implicación o el clima implicante a la tarea del entrenador, siendo halladas estas relaciones en investigaciones realizadas tanto en el fútbol como en otro tipo de deportes.

  • Mayor Rendimiento percibido. (Boixados y Cruz, 1999; García, 2002; Weigand y Broadhurst, 1998)

  • Mayor Rendimiento objetivo. (Treasure y Roberts, 1995; Theeboom, De Knop y Weiss, 1995)

  • Mayor Satisfacción con la práctica. (Boixados y Cruz, 1999; Cervelló, Ureña, Calvo y Martínez, 2002; García, 2002)

  • Más Diversión con la actividad. (García, 2002; Duda y cols, 1995)

  • Mayor Esfuerzo durante los entrenamientos. (García, 2002; Duda y cols, 1995)

  • Mayor Cohesión de equipo social y a la tarea. (Carron, Spink, y Prapavessis, 1997; García, 2002; Swain,1996)

  • Más Autoconfianza. (García, 2002; Swain y Harwood, 1996)

  • Mayores niveles de Motivación intrínseca por el fútbol. (García, 2002; Carpenter y Barry, 1997)

  • Mejor Estado Psicológico óptimo de ejecución. (García, 2002; Jackson y cols, 2001)

  • Menores niveles de Ansiedad Somática y Cognitiva antes de la competición. (García, 2002; Ommundsen y Vaglum,1991)

  • Mejora en las relaciones con el entrenador. (Glenn y Horn,1993; Pensgaard, y Roberts,2002; Westre y Weiss, 1991)

  • Más Conductas de fair play y Menor violencia y agresividad (Boixados y Cruz, 1999, Kavussanu y Roberts, 2001).

  • Mayor Persistencia en la tarea o actividad (Ebbeck y Becker, 1994; Cervelló, 1996)

  • Mayor aprendizaje en las tareas. (Treasure y Roberts, 1995; Theeboom, De Knop y Weiss, 1995)

  • Elección de tareas más difíciles (Ebbeck y Becker, 1994; Cervelló, 1996)

  • Utilización de estrategias psicológicas más adecuadas para la competición (Roberts y Ommundsen,1996)


Fórmulas para conseguir un clima motivacional adecuado

    Para poder obtener un clima de entrenamientos implicado hacia la tarea, con las ventajas que hemos observado, consideramos que es necesaria la adaptación de algunos aspectos metodológicos, pedagógicos y psicológicos, dentro de las sesiones de trabajo y en la conducta del entrenador. A continuación se exponen alguno de los constructos sobre los cuales hay que incidir para poder modificar el clima en los entrenamientos. Asimismo, se aportan posibles estrategias para poder obtener un clima de entrenamientos que implique a los jugadores hacia la tarea.

  • Establecimiento de objetivos: Para conseguir un clima de entrenamientos adecuado, es necesario plantear los objetivos de forma correcta. No solo nos referimos a los objetivos de las sesiones de entrenamiento, sino a objetivos más generales que pueden repercutir en el buen funcionamiento del grupo deportivo.

    Estrategias para conseguir un clima adecuado:

  1. Proponer principalmente objetivos de rendimiento, no de resultados. Resulta de enorme importancia esta cuestión para conseguir un clima aceptable en los entrenamientos. Tanto los objetivos de los ejercicios y sesiones, como los objetivos para la competición, deben ir principalmente encaminados hacia objetivos de rendimiento, ya que éstos favorecen la sensación de control por parte del futbolista mejoran su autoconfianza y su implicación en la actividad que están realizando. Por ejemplo, si estamos realizando un ejercicio de finalización por banda, en el que haya un centro y remate de un delantero, debemos incidir mas en la técnica correcta del remate, en el movimiento adecuado de los delanteros, en adoptar una posición adecuada, etc. (objetivos de rendimiento), que en el número de goles que se consigan (objetivo de resultado), ya que esto no depende tanto del jugador, sino que influyen otras variables como la actuación del portero, la suerte, etc.

  2. Plantear objetivos a corto, medio y largo plazo. Es fundamental que para conseguir cierta armonía en los entrenamientos aprendamos a utilizar objetivos a corto, medio y largo plazo. Normalmente, muchos entrenadores, para motivar a sus jugadores plantean objetivos a largo plazo que les resulten interesantes (por ejemplo quedar entre los 4 primeros), sin embargo se olvidan de que para conseguir esos objetivos finales es necesario ir consiguiendo objetivos cercanos, para de esta forma poder mantener el nivel de motivación.

  3. Objetivos individuales y colectivos. El fútbol, al tratarse de un deporte de equipo, favorece la utilización de objetivos colectivos. Sin embargo, no debemos olvidarnos de que el equipo está compuesto por la suma de jugadores, y que estos jugadores necesitan sus propios objetivos, (al margen de los planteados para el conjunto) para de esta forma tener mayor percepción de su rendimiento e implicarse de una manera más activa en los entrenamientos.

  • Tareas y ejercicios a realizar: En esta área, como es obvio, se incluyen las actividades y ejercicios diseñados para los entrenamientos. Consideramos que esta es una de las áreas más importantes, pues va a afectar al desarrollo de las demás áreas.

    Estrategias para conseguir un clima orientado a la tarea: .

  1. Diseñar los entrenamientos basados en al variedad. Debemos utilizar ejercicios variados para que los jugadores no se aburran ante la repetitividad o la monotonía de algunos entrenamientos. Es decir, para trabajar un contenido (pase, tiro, defensa en zona…) es aconsejable realizar diferentes ejercicios y juegos que contengan los mismos objetivos, pero cuya forma y estructura sea diferente, para de esta forma, hacer las tareas más amenas y desafiantes.

  2. Que la tarea a realizar, suponga un reto personal. Es importante que en durante los entrenamientos cada jugador sienta que está mejorando respecto al día anterior, y que gracias al entrenamiento esta consiguiendo una mayor capacidad. Por esto, es fundamental que las tareas a realizar conlleven cierto reto personal para que al dominarla, tengan constancia de su mejora y les lleve a implicarse más en la tarea. Las tareas deben seguir una progresión en dificultad para que el jugador sea consciente de su progreso personal y no se vea en la necesidad de compararse con otros.

  3. Utilizar ejercicios y juegos cooperativos, alternadas con ejercicios y juegos competitivos. Es lógico pensar que la utilización de este tipo actividades fomenta la cohesión del grupo y mejorara la relación entre los jugadores. A pesar de esto, también son necesarias las tareas competitivas, pues la idiosincrasia propia del deporte así lo demanda, ya que hay que competir contra los rivales y también contra los compañeros para disputarse un puesto en el equipo titular. De este modo, la inclusión de un tipo u otro de tarea, dependerá del momento de la temporada en el que nos encontremos, de las características del grupo al que se entrena, de las relaciones entre los jugadores, etc.

  4. Que exista implicación activa hacia la tarea a realizar. Se trata de conseguir que los sujetos se impliquen en la tarea y participen activamente. Para ello podemos utilizar diferentes estilos de enseñanzas que favorecen esta acción (descubrimiento guiado, resolución de problemas...), mediante los cuales podemos conseguir una mayor implicación en las tareas a realizar por parte de los jugadores. Asimismo, es conveniente informar a los jugadores sobre los contenidos y objetivos de las sesiones de entrenamientos, tanto a corto como a medio plazo, para que ellos mismos sepan por qué y para qué hacen las tareas que se le proponen.

  • Autoridad: Se puede crear un clima en los entrenamientos implicado a la tarea o al ego, en función de cómo se administre la autoridad por parte del entrenador.

    Estrategias para conseguir un clima orientado a la tarea:

  • Implicar a los sujetos en algunas de las decisiones de los entrenamientos. Es conveniente implicar a los sujetos en la toma de decisiones, dándoles cierta autoridad. Sin embargos, hay que ser cautos respecto a esta cuestión y tener muy claro cuales van a ser las funciones de los jugadores dentro de los papeles de liderazgo que les proporcionemos. No debemos olvidar nunca que nosotros somos los entrenadores y que por tanto, no debemos otorgar funciones a los jugadores que debamos administrar nosotros. Por ejemplo, nunca debemos dejar a los jugadores la autoridad para decidir la alineación en un partido, sin embargo si podemos dejarle cierta libertad a la hora de decidir las recompensas o castigos que se impondrán en función de su comportamiento.

  • Utilizar adecuadamente los estilos de liderazgo. Relacionado con el punto anterior, el entrenador debe saber que estilo utilizar en las situaciones que se le planteen, en función de sus características personales, de los rasgos del equipo y de las peculiaridades de la situación. Por tanto, si sabe combinar los estilos de liderazgo adecuadamente, podrá conseguir mejorar el clima en los entrenamientos.

  • Ayudar a los sujetos a utilizar técnicas de autocontrol y auto dirección. Es fundamental que el entrenador conozca dichas técnicas para poder exponérsela a los jugadores y que estos las administren en función de sus necesidades. El entrenador por tanto debe tener cierta formación sobre este aspecto y dejarse asesorar por el especialista en psicología deportiva en aquello que no conozca. De esta forma, podrá instruir a los jugadores durante los entrenamientos en la mejora y utilización de dichas técnicas para que el deportista lo considere como algo inherente a las sesiones de trabajo y que le ayuda a mejorar su rendimiento. Por ejemplo, si estamos entrenando situaciones de finalización y un jugador se siente frustrado porque no consigue gol, podemos canalizar esa frustración para que se convierta en motivación que le ayude a seguir intentando el objetivo hasta lograrlo. De esta forma, cuando llegue la competición, es más probable que el jugador actúe como lo ha hecho en el entrenamiento.

  • Reconocimiento, recompensas y castigos: Se trata de las razones que utilizamos para el premiar o castigar a los jugadores, como se distribuyen las recompensas y los castigos, y si existen las mismas oportunidades para el reconocimiento.

    Estrategias para conseguir un clima orientado a la tarea

  1. Utilizar preferiblemente recompensas antes que castigos. Esta cuestión es muy importante, sobre todo porque normalmente los entrenadores suelen preferir los castigos a las recompensas. Debemos tener en cuenta que a todas las personas les gusta más recibir un refuerzo cuando hace algo bien que un castigo cuando hace algo mal. Por tanto, si un entrenador quiere mejorar una determinada conducta (por ejemplo la puntualidad en los entrenamientos), es preferible que utilice un sistema de recompensas con los jugadores que sean puntuales, en lugar de simplemente castigar a los que lleguen tarde.

  2. Asegurar las mismas oportunidades para la obtención de recompensas. Este es un punto clave a la hora de mantener la motivación de los jugadores. Nuestro cometido es ser consciente de que tratamos a todos los jugadores por igual, sin discriminaciones ni preferencias basadas en aspectos extrínsecos al entrenamiento. Muchas de los principales problemas que surgen en un vestuario se deben al trato deferente del entrenador respecto a algunos jugadores. Esto provoca el descontento generalizado de los demás futbolistas que se sienten discriminados y puede provocar una crisis de comportamiento. Por tanto, debemos asegurarnos que todos los jugadores, tanto en el entrenamiento como en los partidos, tienen la oportunidad de recibir nuestro reconocimiento por su labor, en función de las características descritas en el punto anterior. Por ejemplo, todos sabemos que las acciones de un jugador ofensivo son mucho más alabadas y vistosas que la de un jugador con características defensivas, cuya labor es más oscura pero de vital importancia. Por eso, es imprescindible que ese jugador reciba por nuestra parte el reconocimiento a su actividad, para de esta forma, sentirse más implicado en la tarea que realiza.

  3. Establecer las recompensas y castigos al inicio de la temporada. Si realizamos esta tarea a principio de la temporada, podremos evitar situaciones conflictivas entre los jugadores y evitaremos problemas que puedan desestabilizar al equipo. Además, si los jugadores conocen las normas y los criterios que se van a seguir para los castigos y las recompensas, podrán adecuar su conducta de antemano a las exigencias que les propongamos.

  • Corrección y feedback

    Estrategias para conseguir un clima orientado a la tarea

  1. Ofrecer un feedback adecuado a cada situación. Es importante que el entrenador conozca los diferentes tipos de feedback que existen y seleccionen el que es más adecuado para cada contexto y nivel de los jugadores. Por ejemplo, habrá ocasiones en las que un futbolista necesite un feedback explicativo, informándole sobre lo que ha hecho mal, cual es la causa de que no haya ejecutado correctamente y como corregirlo. Sin embargo, en otras ocasiones utilizando simplemente un feedback correctivo será suficiente, pues el jugador sabe en que ha fallado y cual es la causa de su fallo.

  2. Corrección y feedback sobre el progreso individual y la mejora. Como es obvio, el entrenador debe informar a sus jugadores de su actuación durante los entrenamientos y partidos. Sin embargo, esa retroalimentación debe realizarse en función del progreso individual de cada jugador, basándonos siempre en el autovalor de cada individuo. Por ejemplo, no debemos decirle a nuestro mejor jugador que ha estado muy bien en el entrenamiento porque ha sido el que menos remates ha fallado, cuando por sus características podría haber errado todavía en menos ocasiones. Igualmente, no podemos recriminar a un jugador más pobre técnicamente, porque solo ha conseguido dar 8 pases bien, cuando en la sesión anterior solo había conseguido 5. Es decir, a la hora de dar feedback debemos basarnos en criterios individuales y en el progreso de ese jugador independientemente del resto.

  3. Utilizar feedback positivo con asiduidad. La mayoría de especialistas en psicología deportiva coinciden en la gran importancia que tiene este tipo de feedback para mejorar el clima durante los entrenamientos y la motivación de los jugadores en las actividades que planteen los entrenadores. Es muy beneficioso ofrecer siempre que podamos un refuerzo positivo, y debemos buscar la mínima oportunidad para hacerlo, personalizando e individualizando el entrenamiento. Tanto con los jugadores que tengan una gran habilidad, como con los que no tengan una buena capacidad motriz, debemos darles la oportunidad de recibir feedback positivo, reforzándoles cuando realicen acciones correctamente. Asimismo, es muy interesante utilizar un enfoque positivo a la hora de corregir la actuación de nuestros jugadores. Para ello, es aconsejable que antes de corregir comentemos al jugador algo que ha hecho bien, después le digamos la corrección o lo que ha hecho mal, y le animemos para que vuelva a intentarlo. Esto es lo que se llama emparedado positivo, en el cual metemos una corrección entre dos refuerzos positivos para no minar la motivación del deportista.

  • Agrupación: Con agrupación nos referimos a la forma y frecuencia en que los sujetos interactúan juntos.

    Estrategias para conseguir un clima orientado a la tarea

  1. Agrupar a los sujetos de forma flexible y heterogénea. Esta es una cuestión que no siempre resulta fácil llevar a cabo. En la mayoría de ejercicios, y debido a su especificidad, se agrupa a los jugadores en función de sus características, realizando normalmente los mismos tipos de agrupamiento. Por ejemplo, se suelen agrupar en función de su actividad en el campo (defensas con defensas), de su posible titularidad (titulares contra no titulares) o de otras particularidades que instan a realizar repetitivamente los mismos grupos. Por ello es importante variar este tópico y utilizar, en la medida de lo posible, diferentes tipos de agrupamientos. En el caso de no poder o no desear variar los grupos para el trabajo en la parte principal (por ejemplo táctica), debemos intentar fomentar la diversificación de los grupos durante el calentamiento, vuelta a la calma y en todas las actividades en las que no precisemos la formación de grupos determinados. El variar los integrantes de los grupos, ayuda a mejorar el nivel de implicación a la tarea del individuo, ya que no se siente estancado en un determinado rol (suplente, defensor...).

  2. Posibilitar múltiples formas de agrupamiento de los individuos. En relación con lo comentado anteriormente, se intentará variar las formas de agrupamiento (número de jugadores, tipo de jugadores..., que forman los grupos). De esta forma, hacemos la tarea más amena y ofrecemos a los jugadores la oportunidad de implicarse más en la actividad que realizan. Para ello, podemos realizar los grupos aleatoriamente (¡el 2,4, 5, y 6!), dejar que sean los jugadores quienes se agrupen (¡colocarse por tríos!) o de la forma que se nos ocurra para darle variabilidad a nuestra actuación.

  • Evaluación: Se trata del establecimiento de los estándares que miden el rendimiento. Guía del rendimiento, feedback evaluativo.

    Estrategias para conseguir un clima orientado a la tareaEstrategias para conseguir un clima orientado a la tarea

  1. Utilizar criterios relativos al progreso personal y al dominio de las tareas. La evaluación es un factor clave para conseguir un clima orientado a la tarea. Para ello, debemos utilizar unos criterios objetivos basados en el progreso individual (evaluación autorreferencial) y que se pongan de manifiesto cuando el sujeto domina la/s tarea/s que le proponemos. Es muy importante la utilización de medidas objetivas para evaluar el comportamiento de un jugador. Este tipo de medidas, como ya hemos dicho deben ser individuales y referidas a la ejecución no al resultado. Cuando estamos evaluando la condición física, esto es fácil de realizar, ya que el jugador puede ser evaluado en función del tiempo que tarde en lograr una prueba, del número de kilos que levante, etc. Sin embargo, para valorar la técnica y la táctica esto es más complicado y normalmente se hace una evaluación colectiva o basada en criterios de resultados. Por ejemplo, si estamos entrenando los desdoblamientos por banda finalizando con centro al área, la evaluación que realicemos no debe basarse en si se consigue el centro o no, sino en otros parámetros más objetivos y que el jugador pueda dominar. Estos parámetros pueden ser: la coordinación a la hora de realizar el movimiento, ejecución del pase en el momento adecuado y ejecución técnica adecuada del centro. Gracias a esto, podemos dar el feedback adecuado, y el jugador sabrá objetivamente en que ha fallado y que debe mejorar. Como ya hemos dicho, la evaluación debe estar basada en criterios individuales, siendo posible que un jugador que haya fallado en el centro, tenga una evaluación positiva pues ha mejorado respecto a su anterior intento.

  2. Implicar al sujeto en la auto evaluación. Si hacemos al sujeto partícipe de su evaluación, conseguiremos una mayor implicación de éste en la actividad que realiza. Para lograr esto, podemos preguntarle al sujeto después de cada ejecución, sobre su valoración de dicha tarea. Por ejemplo, si tras realizar un ejercicio de pase en carrera pedimos al sujeto que evalúe su conducta, lograremos que el jugador se implique de nuevo en la tarea al buscar la razón de sus errores. También es conveniente que el sujeto participe en la elección de los parámetros que van a servir de evaluación, los conozca y acepte.

  3. Utilizar evaluación privada y significativa. A nadie le gusta que le digan sus errores en público. Por esta razón, es conveniente que a la hora de evaluar a un jugador (sobre todo en el caso de ser una evaluación negativa), hagamos partícipe solo a él de nuestra valoración. Además, esa valoración debe atenerse a los parámetros objetivos que hemos acordado con el jugador. Por ejemplo, si un jugador ha realizado mal un pase por una mala postura biomecánica en el golpeo, no debemos gritarle que lo hace mal, sino cuando pase a nuestro lado, comentarle porque lo hace mal y como hacerlo bien. Esto, en los entrenamientos es difícil de conseguir, debido al número de jugadores y a la premura de tiempo, sin embargo, debemos organizarnos para tener posibilidades de dar a cada jugador una evaluación privada de su comportamiento durante la sesión o durante un determinado ejercicio. Además, debemos recordar que siempre hay que intentar ser positivo, antes y después de corregir.

  • Tiempo: Cómo utilizar el tiempo adecuadamente en la programación. Pasos del aprendizaje; dirección del trabajo.

    Estrategias para conseguir un clima orientado a la tareaEstrategias para conseguir un clima orientado a la tarea

  1. Posibilitar oportunidades y tiempo para el progreso. Para poder conseguir un buen clima de entrenamientos, debemos dejar que todos los jugadores tengan las mismas oportunidades para el aprendizaje y que el tiempo para ello este adaptado a las necesidades de nuestros deportistas. Es obvio que cada jugador está más dotado para ciertas habilidades y sin embargo en otras tiene mayores dificultades para su ejecución. Por esta razón, debemos comprender que cada jugador necesita un tiempo diferente para aprender (sobre todo en iniciación) o mejorar en las habilidades que les exigimos. Por ello, debemos ser flexibles en nuestra planificación, adecuándola a la realidad de los entrenamientos diarios, ofertando posibilidades a los jugadores para el aprendizaje de nuevas habilidades.

  2. Ayudar a los sujetos a establecer el trabajo y la programación de la práctica. Al realizar esto, implicamos más a los sujetos en el trabajo diario y en los objetivos a conseguir. Si el jugador conoce el tiempo que se le va a dedicar a cada aspecto del juego, como se va a trabajar, cuando tendrá descansos, etc., se mostrará más seguro en los entrenamientos, lo que repercutirá posteriormente en los partidos.

  3. Tiempo de práctica acorde a la edad y características de los jugadores. Es muy importante que sepamos adaptar nuestros contenidos y el tiempo que vamos a dedicar a cada actividad a la edad y características de los jugadores. Además, debemos comprender que en función de la edad de nuestros jugadores, es más necesario un tiempo de práctica diferente, pues los jugadores de iniciación quieren estar siempre en movimiento, por lo que debemos dedicar poco tiempo a las explicaciones y mucho a practicar.


Conclusiones

    Estrategias para conseguir un clima orientado a la tareaPara finalizar este trabajo queremos exponer algunas puntualizaciones que consideramos que son necesarias.

    Estrategias para conseguir un clima orientado a la tareaEn primer lugar, debemos tener claro que las estrategias utilizadas para obtener un clima adecuado de entrenamientos no son rígidas, y que pueden modificarse o adecuarse a las características de la situación, del equipo o del propio entrenador. Sin embargo, resulta obvio que la utilización de dichas estrategias va a fomentar una mejor relación entre los jugadores, optimizando las características de los mismos y propiciando un adecuado clima de trabajo. Esto repercutirá en un mejor rendimiento y mayor satisfacción con la práctica deportiva.

    Estrategias para conseguir un clima orientado a la tareaEn segundo lugar, queremos incidir en las características de los jugadores que se pueden beneficiar de un clima motivacional orientado a la tarea. Como hemos dicho durante exposición teórica, el clima motivacional del entrenador tiene mayor influencia en jugadores de etapas de formación, ya que en esas edades (desde benjamín hasta cadete) son más moldeables y la conducta que perciban en el entrenador tiene un mayor peso a la hora de concretar su propia conducta. Con esto no queremos justificar que solo se empleen estas estrategias con jugadores en estas edades, ya que, aunque los beneficios no sean tan relevantes, también se pueden obtener frutos con jugadores ya formados y adultos. Sin embargo, con estos jugadores, debemos modificar algunas estrategias, pues la competición y el ganar a los demás tienen un valor añadido para ellos y, cuando buscamos cierto rendimiento (no solamente formar), se hace necesaria la existencia conjunta de orientación a la tarea y al ego (predominando siempre la orientación a la tarea). De esta forma, conseguiremos que el jugador tenga una alta implicación hacia la tarea en los entrenamientos, con los beneficios que ello reporta, y que en la competición tenga una alta implicación tanto al ego como a la tarea, deseando por tanto ser mejor que los demás y ser mejor que uno mismo.

    Estrategias para conseguir un clima orientado a la tareaPor último, nos gustaría agregar que consideramos muy importante que el entrenador, durante su formación, adquiera conocimientos sobre estas cuestiones para poder optimizar su labor como entrenador y conseguir una buena implicación por parte de los jugadores. Por ello, es necesario que además de lo que aprenda en los cursos de formación, se preocupe de ampliar sus conocimientos sobre las cuestiones que consideren más importantes para su trabajo o en aquellas en las que se encuentren menos eficaces.


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revista digital · Año 10 · N° 79 | Buenos Aires, Diciembre 2004  
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