efdeportes.com
Deporte tumbero.
Entrevista a Emilio Gutiérrez

   
Profesor de Historia, UBA
(Argentina)
 
 
Julio Frydenberg
alaju@speedy.com.ar
 

 

 

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 75 - Agosto de 2004

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    Cárcel y deporte parecen a primera vista polos antitéticos. Encierro frente a la libertad, temor frente al dominio de uno mismo. Esta entrevista intenta recabar las experiencias de quien dirigió una notable iniciativa: la práctica deportiva en una cárcel argentina.


Patio de la cárcel de Devoto

    Julio Frydenberg: Emilio ¿podrías hacer una presentación tuya?

    Emilio Gutiérrez: Trabajo en la Universidad de Buenos Aires desde hace 21 años en la Dirección de Deportes; el Director era Marcelo Bielsa (actual DT de la Selección Argentina de Fútbol) y me convoca para armar los Interfacultades y dirigir el equipo de básquetbol. Recién me recibía, y el primer año me sirvió para conocer la Universidad por dentro. Llega la primavera alfonsinista y a partir de allí, seguí trabajando en Deportes pero con Ricardo Nosiglia como Director.

    Desde Extensión Universitaria se gestionan Programas para todos los alumnos que quieran hacer deporte social. Recién cuando la UBA construye el Microestadio, comienza a incursionar en el deporte federado. Al mismo tiempo crece la cantidad y calidad de actividades deportivas en cada facultad, mientras yo sigo con la organización de los Interfacultades y de la Selección de Básquetbol de la UBA.

    Soy profesor de Educación Física, Entrenador de Básquetbol y Licenciado en Sociología. Trabajo además en Hacoaj y en los Institutos de GEBA y River. Está bueno trabajar en los clubes pero siempre me interesó saber desde qué otros ángulos se podía entender socialmente al deporte.

    Gracias a mi condición deportiva y a ese interés, es que me sucedían cosas que me descolocaban, por un lado en el club era "acusado" de intelectual, y por otro, como trabajaba de profe y tenía que ir a Socio (la Facultad de Sociología en la UBA) vestido de buzo, en la Facultad era el "grasa" que practicaba deportes.

    Por aquel tiempo se me ocurre empezar a ver qué punta había para que pudiera ir a la cárcel a dar clases como docente universitario. Me había enterado que existía el CUD (Centro Universitario de la Cárcel de Devoto) y que un par de veces al año un equipo de fútbol de la Universidad iba a jugar allí.

    Entonces hablo con Ricardo, le planteo el hecho de que ahora hay un gimnasio, que ahora yo no doy más clases ni en Ingeniería, ni en la cancha abierta, ni en Exactas y que quería hacer otro tipo de tarea. Mi vocación era hacer algo que tuviera que ver con el deporte y que me permitiera continuar con la sociología.

    Me parecía que todas las variables sociológicas se juntaban con el deporte en la cárcel. Porque si la UBA estaba presente... y había profesores que enseñaban Psicología, Derecho o Computación, ¿por qué no hacíamos del CUD un lugar donde se pudiera hacer deporte también? Me parecía que a la gente le iba a venir bien.

    Bueno, Ricardo lo ve bien y me conecta con Marta Laferriere que era la profesora que en ese momento se ocupaba del tema desde Rectorado, y además es la que tuvo la brillante idea de crear el Centro Universitario en la Cárcel de Devoto hacía ya un par de años.

    Yo no conocía muy bien todo aquello... Sabía lo que podía leer en los diarios o lo que se sabía en general... porque como Sergio Schocklender era una figura estelar en las páginas policiales, él hacía que eso se conociera y usaba muy bien su poder mediático. Usaba su fama para darle curso y velocidad a todas las gestiones y además para lograr que la gente ayudara al CUD.

    Marta me dice: "bueno, vamos a ir pero Sergio no está más en Devoto, está en Caseros, y yo necesito que ustedes hablen con él..."

    Como puede pasar en cualquier Facultad la lista de Sergio (que era Presidente del Centro de Estudiantes) perdió y tenía que dejar la conducción. Se deprimió, se puso mal, y Marta lo que hace es decirle: "No importa, vamos a hacer esto mismo en Caseros".

    Este tipo de proyectos se pueden hacer cuando el Servicio Penitenciario duerme, porque es una buena causa para que ellos laven su imagen, pero el siguiente no es tan fácil, porque el Servicio Penitenciario ya sabe que le salió un grano con el CUD y no va a querer que en todas las unidades carcelarias haya CUDs que no puedan manejar.

    Así que cuando vamos con la idea del deporte en la cárcel de Caseros se ponen en contra del proyecto, del deporte y de Schocklender en especial.

    Caseros era una cárcel distinta a Devoto, entre otras cosas porque ahí están presos con los "comunes" los integrantes de las fuerzas policiales o de seguridad que delinquieron, por ejemplo "La Banda de los Comisarios"; "Los Albatros" de Seineldín. Todos esos están en la Cárcel de Caseros. Eso la diferencia mucho de Devoto. Además en la Cárcel de Caseros funciona una Unidad de Adolescentes cosa que en Devoto no.

    Entonces, Sergio vio que en ese momento era muy difícil que el Servicio Penitenciario aceptara el proyecto. Por un lado estaban prevenidos respecto de qué era un CUD. Ya no podían volver atrás en Devoto, pero no querían tener otro en Caseros. En definitiva, lo querían tener controlado, acotado.

    Sergio quería hacer cosas con los presos adolescentes, y esto para el Servicio significaba regalarle un reservorio político y de ninguna manera estaban dispuestos a regalarle nada, y menos tamaña clientela. El veía -porque es un tipo muy inteligente- que podía ser un espacio interesantísimo para trabajar en educación y el deporte era una herramienta educativa perfecta para ese conjunto de adolescentes.

    A Marta le parece que íbamos a ser más útiles en Caseros. En ese momento, estaba un poco distanciada del CUD porque Sergio, a quien ella prefería, ya no tenía el rol protagónico que había tenido en otros tiempos y pensó que esta historia podría servir para darle una mano en el nuevo emprendimiento.

    La verdad es que no entendíamos nada; me junto con Santiago Cortez, el otro profesor y nos dicen que esa misma tarde comenzábamos. Pero nosotros decimos "vamos a ver las dos cosas, no nos digas dónde tenemos que ir, mostranos las dos cosas y yo te digo qué es lo que se puede hacer. ¿Está bien? Porque para mi punto de vista técnico es indispensable que nos muestren un patio más o menos digno, mínimamente dos o tres pelotas."

    Entonces ¿qué pasa? Quedamos con Laferriere que íbamos a ir a la mañana siguiente a Caseros, hablábamos con Sergio y a la tarde, esa misma tarde, íbamos a Devoto. Bueno, así fue.

    En la entrevista Sergio me enumera las mil y un razones por las cuales tenemos que ir a Caseros: que era un compromiso con la sociedad y que nosotros lo teníamos que asumir como trabajadores de la UBA... Devoto, para él estaba podrido. Que nuestra misión era estar con los adolescentes; que le teníamos que dar una mano porque esto era muy chico y los "cobanis" (los guardias penitenciarios) eran insoportables. Bueno, decía que esto era mucho más difícil que lo del CUD porque era mucho más riguroso y al ser una segunda historia... Entonces indefectiblemente, nosotros teníamos que terminar trabajando con él porque todo esto que le pasaba y la sociedad, etc., etc., etc...

    Salí ese día a la Avenida Caseros ¡con una angustia, hermano! ¡con un revire! Me quería llevar a todo el mundo por delante... y además pensando: Hay que darle una mano a este pibe porque esto está todo mal, ¡esto está todo mal! ¿y vamos a venir acá?

    Antes de irnos, me acuerdo que hicimos una recorrida y el patio daba para jugar... Era un patio grande, cuadradote, pero lo que me decían era que el privilegio para su uso lo tenían las fuerzas de seguridad.

    Los adolescentes iban a salir, pero en invierno a las siete de la mañana y en verano a las tres de la tarde.

    El privilegio lo tenían las fuerzas de seguridad que estaban presas, (o sea los compañeros de los que ponían los horarios). Yo dije que me la bancaba igual, que no tenía problemas, pero les pedimos que nos muestre qué otras alternativas de actividades había... y creo que todo lo que vimos era un juego de ajedrez y una bolsa para pegar, de boxeo. Era todo lo que había en un patiecito cubierto donde hacían manualidades.

    El patio grande ¿no era cubierto?

    El patio grande era descubierto y en ese patio a las 7 de la mañana iban a estar los chicos con los que yo tenía que laburar. Entre otras cosas, en Caseros no había mucha gente para ganar, digamos ganar para el trabajo universitario porque tenés que hacerlos pasar por la parte escolar para que terminen la secundaria y recién después empiezan el CBC.

    Lo que Schocklender pensaba estaba bien: trabajar directamente con los adolescentes de secundaria, que no están podridos igual que los grandes. Sergio es muy vivo y me había metido como una obligación moral... ¡yo estaba convencido de que el tipo tenía razón y que teníamos que estar ahí!

    Ese mismo día a la tarde me muestran el Centro Devoto. Me pareció maravilloso. La obra me pareció maravillosa. Hasta llegar pasabas muchas puertas y era todo muy lúgubre. Tenés que pasar tres o cuatro puertas y la onda es cada vez peor, la visión, la sensación, los olores; a medida que vas llegando ¡cada vez peor!

    Ves la requisa como va rompiendo todo lo que traen las visitas para que no pasen nada raro, que de todos modos después termina habiendo, pero uno ve cómo la requisa rompe las bolsas en las que las familias llevan comida, tortas de cumpleaños, y la verdad que no es fácil de bancar esa imagen.

    Bueno, finalmente llegás al CUD... y ahí cambia todo.: los colores, los olores, los sabores,... te invitan una empanada y tiene gusto a empanada.

    La gente en vez de mirarte mal te dice: Hola, ¿qué tal? Buenos días, algo normal, comparado con la otra era el paraíso. Lo que pasa es que son solo noventa tipos educados; es verdad: presos, pero educados; que bajan desde las 6 de la mañana, estudian hasta las 19:00 y vuelven a dormir a sus pabellones para volver a empezar al otro día.

    Nos hacen recorrer las instalaciones, los dormitorios, las aulas y vemos el patio. Hay un patio mucho más chico que el de Caseros, pero con arcos. Pregunto si al patio bajan los presos comunes y si nosotros vamos a tener restricciones por el horario. Me dicen que no, que a lo sumo puede pasar eso si hay algún problema en el patio grande.

    Comparado con Devoto, Caseros es... ¡si vos vieras el diagrama de Caseros!, Caseros es una Cárcel Modelo pero muy mal hecha. No podés cruzar el patio porque te tiran de todo desde arriba. Los patios grandes no se pueden usar porque los mismos presos tiran cosas...

    En cambio Devoto es bajo, es mucho más habitable... tiene más parque, uno lo usan los guardias, otro los presos comunes y este patiecito lo usaba exclusivamente los del CUD o la gente de Educación. Algunas veces, pocas veces, se usaba como recreo cuando había lío en algún otro patio. O sea, ideal para hacer deporte.

    Me explican todo y yo pregunto con quién hay que hablar. Me dicen con tal y tal que es el Presidente del Centro de Estudiantes del CUD y con Alejandro Puccio que se encargaba de deportes... ¿estando el "Puma", quién se iba a encargar de esa Comisión?

    Me encuentro con Puccio y me empieza a decir: acá tenemos este patio, el gimnasio completo y podemos poner el horario que vos quieras. Entonces, lo que a mí me decide optar por Devoto antes que por Caseros, es una cuestión de logística. Ahí está todo armado. Eramos intrépidos, pero no tontos; no conocíamos nada y era la primera experiencia, así que preferimos empezar la historia con algo más o menos ordenado y después cuando entendiéramos la lógica, ver que se podía hacer con Caseros y la máquina de impedir. Por otro lado me di cuenta que si elegíamos Caseros era por una cuestión moral que nos había metido Schocklender en la cabeza. No porque fuera lo más acertado técnicamente. En Devoto era todo más fácil, no lo tenían organizado, pero solo necesitaban impulso y organización...

    Después de mostrarme todo, Alejandro, me preguntó qué iba a hacer y yo le contesté que me iba a tomar unos días para resolverlo. Entonces el pibe me dijo: Mirá, yo no se si estando afuera haría esto. No sé si lo haría. Creo que ni siquiera movería un dedo por nosotros... Así que está todo bien; si pueden venir mejor y si no gracias, está todo fenómeno. Fijate si me podés mandar dos pelotas... OK?

    Entonces salimos con Marta y me acuerdo que lo primero que pensé después de todo ese día recargado, es que al conocer estas realidades uno valora de otra forma su libertad. Porque yo estaba afuera y estos tipos seguían adentro. Iba en colectivo a laburar o con mi mujer a pasear y estos tipos iban a seguir adentro. Entonces, mientras estás con ellos es como que está todo bien, pero la diferencia es que a vos te abren la puerta y a ellos no. Ese es el primer concepto que valoré a partir de mi nueva experiencia como educador.

    No teníamos decidido que hacer el problema era el compromiso que sentíamos tener con Sergio y con Marta. Así que insistíamos con Caseros... había que hacer algo en Caseros. Fui otra vez a hablar y Sergio seguía: que no puede ser, que los del CUD son unos hijos de puta, que vos tenés que venir acá porque nosotros te necesitamos, que vos sos parte de la Universidad, que acá somos solamente cuatro y... y... y...

    Entonces, toda esa presión que nos metía Sergio cada vez que íbamos, más las restricciones que nos imponía el jefe de la parte educativa del Servicio Penitenciario (que se llamaba paradójicamente Maradona) hicieron que nos decidiéramos por Devoto.

    Ese Maradona lo hacía todo difícil, parecía que en vez de correr una carrera de 110 con vallas teníamos que saltar 110 vallas para poder trabajar allí. Que la pelota, que los papeles, que el tiempo...

    Entonces le dije a Sergio que por todas estas cosas no podíamos empezar ahí. Pero en realidad, lo que nos terminó por hinchar las pelotas... la verdad fue Schocklender. Nos presionó tanto que logró el efecto contrario.

    O sea, los otros nos dijeron: flaco, está todo bien si no pueden. Mandá dos pelotas y después hacé lo que quieras.

    Sergio nos presionó de tal forma, que terminamos pensando: Pero si nosotros no matamos a nadie. Si no tenemos por qué estar acá si no queremos, no estamos en deuda con él. Esa presión nos hizo decidir por Devoto más que las trabas de Maradona.

    Creo que fue una medida acertada porque con el tiempo, esto que te cuento, más lo que leí, más lo que vi, y lo que estoy viendo todavía, me dice que fue una medida acertada, que tuvimos razón.

    Todo esto ¿cuándo ocurrió?

    Hacia mediados del '91. En Devoto armamos algo muy simple: dos veces por semana, tres horas; de las tres a las seis de la tarde -a las seis era cuando ellos tenían que volverse a los pabellones-. Había trece o catorce que no volvían a los pabellones porque tenían lugar para dormir en el CUD.... a las seis de la tarde el patio se acababa. Yo me podía quedar si quería, si tenía que preparar algo. Pero del patio había que irse porque la requisa llevaba a los muchachos a esa hora hasta sus pabellones.


Equipo de fútbol 5. Al fondo "La Villa"

    Mas allá de las seis el patio no se podía usar y en invierno después de las seis... En ese patio casi cuadrado a lo largo era una cancha de fútbol y transversalmente había una cancha de básquet y una de voley. Además los presos, sobre una de las paredes, jugaban pelota paleta.

    ¿Quienes van al CUD?

    En la calle hay una cantidad de gente que llegó hasta la primaria que es mayoritaria; una porción menor hizo la secundaria y un diez por ciento o menos va a la Universidad, en la cárcel es exactamente igual.

    De la población carcelaria una gran parte es analfabeta, otra parte hizo la primaria y nada más; otra la secundaria y menos del diez por ciento es del CUD.

    La gente que tiene la posibilidad de acceso al nivel Universitario, ¿tiene alguna restricción a la posibilidad de estudiar?

    ¿A qué te referís con restricción?

    Si alguna ley carcelaria restringe la posibilidad de que algún preso, por algún motivo en especial pueda tener restringido el acceso al estudio.

    No, no hay restricción. Se te restringe la posibilidad si estás sancionado.

    ¿Fuera de ese caso no hay ninguna restricción?

    Absolutamente. Esta fue una de las grandes conquistas que consiguieron Marta y todos los muchachos que estuvieron desde un principio. La verdad es que eso lo lograron ellos. Después, cuando todo funciona y el CUD toma envión, aparece otro grupo que le disputa el Centro a Sergio y se lo gana. Se agrupan y como en cualquier interna de cualquier facultad, le ganan el Centro de Estudiantes; todo legítimo.

    Pero bueno, una de las grandes conquistas fue esa y fue peleada por Sergio con Alejandro, con Marta y con la primera gente del CUD. La única restricción es no tener la secundaria completa. Cualquier universitario preso puede participar del CUD.

    ¿Cuál era la población total, cuando vos entraste?

    Entre noventa y cien.

    Que, digamos, son unos cuantos.

    Son unos cuantos, lo que pasa es que es una cárcel para mil, donde había mil setecientos. ¡También eran unos cuantos! Ese es el problema.

    Unos cuantos... demasiado.

    Una cárcel totalmente atiborrada de gente... desde el auge de la droga, cuando entra a caer gente a lo pavote. Había muchos colombianos, bolivianos, muchas mulas. Muchos salteños. Algunos españoles que se equivocaron y los agarraron en Ezeiza. Pero además empiezan a meter pibes por muy poco, con tal de justificar el laburo cualquier cosa ¿entendés?... De chorros o delincuentes los índices no variaban. Si dejamos de lado la época de la dictadura donde metían gente indiscriminadamente, donde cualquiera podía estar preso, la época en que entré a trabajar en Devoto, fue una de las que más gente hubo según contaban los presos más viejos; había muchos que estaban por un 'raviol'.

    Entonces la del CUD era una población universitaria donde se podía hablar de otras cosas, eran distintos. Todo era distinto, hasta los "cobanis" que estaban ahí. Hablabas y ya veías que eran diferentes a los "cobani" que controlaban el sector de la "Villa" - que es lo peor que hay dentro de la cárcel -. Los que controlaban el CUD tenían otro aspecto, hablaban de otra forma...

    El contexto era otro... tenían un aula al lado, al otro lado la biblioteca, la Secretaría de Educación de la Cárcel y después salías al patio. El CUD daba a la parte de Educación, donde había dos aulas. Ese sector estaba más controlado que el CUD porque esta parte no pertenecía a la UBA. Era una diferencia grande, uno entraba al CUD y entraba a la UBA, era como una embajada dentro de un país hostil. Los muchachos que trabajaban en Educación eran dos profesores de Educación Física que tenían rango de oficiales y se ocupaban de ese patio. Todo era distinto al resto de la cárcel.

    Cada sector, la Cantina, el Hospital o en este caso Educación, tienen presos que trabajan. Ese era un patio lindo, tranquilo; así que los que salen a ese patio son tipos tranquilos. La gente de Educación, más allá de los que bajaban a primaria o a secundaria y después se iban, no tenían la libertad de ir a ese patio y compartirlo con los del CUD. Pero los trabajadores de Educación sí. Todos los trabajadores de ese sector, del sector Educación, el más tranquilo de toda la Cárcel eran "porongas". O mejor dicho eran los jefes de los presos.

    ¿Por qué?

    Porque la pasaban bien, porque entrenaban, porque jugaban a la pelota, se divertían; estaban tranquilos, ayudaban al profe de Educación Física a barrer un poco, a mantener tranquilo el lugar y porque entre otras cosas eran tipos inteligentes, y sabían que en ese lugar la iban a pasar mejor que estando todo el día dentro de "La Villa" empastillados.

    Volvían y eran los que mandaban en cada uno de sus lugares, pero los tipos durante el día ¿dónde elegían trabajar?: obviamente en el lugar donde podían "descansar".

    A la población con la que trabajábamos les preguntábamos simplemente si querían jugar, les decíamos: que onda loco, ¿quieren jugar?... Tal vez era mi instinto de conservación el que me hacía decir eso (risas).

    Pero como eran tipos muy inteligentes siempre nos surgía también el deseo de charlar con ellos. ¡Aprendés cada cosa!

    Lo que no se puede hacer ahí es decir: Che, en aquel robo al blindado... ¿de qué lado te pusiste para apretar el gatillo? Lo que hay que preguntar es: ¿qué tal tus cosas? Si el tipo tiene ganas, va a hablar. Si tiene ganas, tiene ganas y si no todo OK.

    Si es un día de visitas y estaba esperando que viniera la mamá, un amigo, la novia o el abogado y no vino, o era un día que se enteró que su causa fue para atrás y no tiene ganas de hablar, ¡no hay que preguntar nada! El muchacho puede salir a jugar para olvidarse, puede quedarse o trabajar en la computadora 24 horas x 24 para descargar, hasta que se le pase el raye.

    Hoy sé poco, pero en aquellos momentos no sabía absolutamente nada de computación, y el tema es que ellos dicen que trabajando con la computadora es la mejor forma de suspender la libido. No tenés ganas de matar a nadie, no tenés ganas de tener una mujer, ¡nada!... Estás en trance. Si no tenés droga a mano, la computadora es lo mejor para evadirte. Quedás 'suspendido'.

    Volviendo, los noventa muchachos no salen todos al patio. Es igual que en la Universidad, no todos los estudiantes van a jugar. No todos los estudiantes van a hacer deporte. Bueno, acá es igual. De los noventa, vos tenés una clientela de quince o veinte fijos. Tenés diez o doce que algunas veces y tenés los otros que ni en broma... a lo sumo salen a ver el partido y a tomar sol, pero que ni en pedo patean una pelota, igual que en la Universidad.

    ¿Qué actividades hacían?

    Fútbol, básquetbol voley, pelota a paleta, ajedrez. Santiago y yo somos profesores de básquet. Justamente, para esa época, había caído un negro americano que se llamaba Pope y que era un jugador bárbaro. Estaba ahí porque hizo algo parecido a lo que hizo Monzón: tiró a la mina por la ventana y después para camuflarla un poco, se tiró él...

    ...me acuerdo.

    Era muy cómico Eddie Pope, se prendía a jugar al fútbol y jugaba al arco, pero después, obligaba a los demás a que jugaran un rato al básquet. Entonces nos prendíamos todos y como el básquet con un tres contra tres ya lo armaste, el tipo siempre tenía candidatos porque entre él y nosotros dos ya tenía el 50%... Eddie Pope es un capítulo aparte.


Eddie Pope. Jugando una llave con Emilio (izq.); una volcada con el fondo de la pasarela desde
donde controlan los guardias (centro) ; con el fondo de "La Villa" (der.)

    También se hacía voley, que les gustaba mucho. Generalmente los que no jugaban bien al fútbol, igual que afuera, les gustaba el voley. El fútbol era a morir y lo que hacíamos era espectacular: un Campeonato de Fútbol para toda la cárcel. Conjuntamente con el profesor oficial, organizábamos ese Campeonato que fue una de las mejores cosas que llegamos a hacer.

    Campeonatos de Fútbol que duraban dos meses, para toda la cárcel con un equipo por pabellón. La regla que nos impusimos fue: "cada Pabellón arma su equipo y nadie se mete". Hacíamos dos equipos del CUD y lo organizábamos nosotros. Traíamos las pelotas y como el dueño de la pelota arma el equipo como se le canta, los equipos del CUD los armábamos nosotros ¡Esa es la ley futbolera!

    El que se las arreglaba para formar el equipo era el "capo" de cada pabellón; se le decía: armalo vos... pero no me traigas más de siete para jugar...

    Lo único que necesitábamos tener eran los nombres de los jugadores para que los guardias los fueran a buscar y el fixture se cumpliera.

    Este torneo, que fue lo mejor que hicimos, terminó después de un motín grande que hubo; nunca más lo pudimos hacer. Había que trasladar gente y los nuevos jefes de la Cárcel no querían andar trasladando gente nunca más. Imaginate que cada vez que hay un motín, hay cambio de autoridades. Entonces, los nuevos prohíben este tipo de campeonatos.

    Realmente eran maravillosos, me parece que le servían a la gente. Veíamos que por fin el deporte estaba al servicio de la gente que lo necesita. En fin...

    Pero la prohibición no tenía nada que ver con el campeonato en sí.

    No.

    Fue un coletazo del motín...

    Claro. Lo que pasó es que fue un motín muy grande en Devoto, muy grande. Y entonces dicen: Basta de campeonatos!... Porque era toda una operatoria ir a buscar a la gente a las once de la mañana a la celda, para que llegaran a jugar a las dos de la tarde, para cumplir con el fixture. Había mucho trabajo, cuatro tipos tenían que leer la papeleta y cumplir lo que decía: ir a buscar a Juancito y traerlo porque era parte de un equipo. Y si ese "cobani" estaba peleado con Juancito, o lo quería castigar... no lo bajaban a Juancito, y era así de 'fácil'....eso era parte del juego.

    También podía pasar que el jugador tuviera visitas, abogado o estuviera empastillado en el pabellón, con lo cual se daba parte de enfermo y veíamos como lo reemplazábamos. Multiplicá por 56 presos y te vas a dar cuenta que era todo un tema. Nosotros hasta que no los veíamos o no los reemplazábamos, no largábamos los partidos. Atrasábamos, suspendíamos... pero todo estaba supeditado a eso.

    Entonces había equipos que tenían cinco y les teníamos que poner dos, íbamos sobre la marcha manejando esas cosas, me acuerdo incluso que había uno -un preso común- que era árbitro de fútbol, salteño; era árbitro de fútbol en serio. El tipo dirigía bien... entonces hasta teníamos la suerte de tener un referí que nos dirigiera los partidos gratis, con tal de salir un poco al patio. Era sordo, y se hacía más el sordo cuando a él le convenía. Y dirigía bien, excepto cuando estaba obligado a cobrar penal a favor del "capo" de su pabellón, obviamente.

    Otra cosa que hacíamos eran Campeonatos de Ajedrez. A los presos les gusta mucho el ajedrez, es el juego típico de la cárcel.

    Además fue una época muy linda porque veíamos que nuestra propuesta despertaba mucha solidaridad.

    El Tano Jacubovich y Gonzalo Bonadeo siempre nos dieron una mano (me acuerdo que también trajeron a Jaite), el equipo de fútbol de la UBA; el de básquet, la selección de fútbol sala gracias al profesor Marcelo Lombardini.

    Pero tengo que hacer una mención enorme y es para un tipo que quise mucho y que me parece lo más grande que hubo dentro del deporte argentino: León Najnudel. Donde necesitábamos que León estuviera, León estaba. Le decía: mirá, necesito que esta vez vengas con Ferro, y venía. Que vengas con Boca y venía.

    Estaba siempre dispuesto para darnos una mano; León era el mejor entrenador de la Liga, que además tenía un concepto muy claro acerca de la educación que había que darle a los jugadores, de cómo había que ser solidario con los demás; esta actitud nunca la vi dentro del ambiente deportivo. Ponía todo el plantel profesional a disposición nuestra.

    Les decía: bueno muchachos mañana a las 10 practicamos en la cárcel. Y no le importaba si tenía que jugar el play off por la final del mundo al otro día. Obligaba a todo el equipo a tener esa experiencia.

    Fue con San Andrés, fue con Ferro y fue con Boca, ¡León fue lo más grande que dio el básquet argentino!

    También organizamos una exhibición de boxeo. En la UBA el profesor de boxeo es Hernán Berra, así que lo aprovechamos. Hernán nos dio una gran mano con el box.

    Había un preso, Karateca Medina, que siempre nos pedía: Ud. trae futbolistas, me decía Karateca; trae basquetbolistas, a los del voley, de todos los deportes, pero no me trae un "boxindanga..." , -el quería un "boxindanga"... y con Hernán se lo llevamos. Dieron una exhibición y además les enseñaron a los muchachos un par de movimientos.

    Llevamos también a los equipos de voley de la UBA y además de otros equipos amigos. Por aquellos tiempos estaba trabajando en Estudiantil Porteño y tanto ellos como Lanús también colaboraron. Llevamos profesionales de la medicina para que los muchachos charlaran y les preguntaran todo lo que quisieran: médicos y nutricionistas que les explicaron que aunque estuvieran presos tenían que estar entrenados y comer bien. Estar mal alimentado es una de las peores cosas que te pueden pasar ahí adentro. "Somos lo que comemos" y si no te cuidás, tarde o temprano la pagás.

    Bueno, eran profesionales y amigos que fueron de onda y daban clases, como el Dr. Diego Grippo.

    Hubo algo notorio, realmente no se prendieron cuando les dije al empezar el año: Muchachos a Uds. les quiero hacer una evaluación... Imaginate, tenés tu equipo de básquet, en el colegio, tu división, un cuarto año, un tercer año... lo primero que hacés es evaluarlos ¿Si? Evaluás cómo están físicamente para después ver qué y cómo hacés. Para ponerlos mejor… fue cuando se acabaron los Torneos. Vamos a tomar un pequeño Test de Cooper. Un ir y volver, vamos a ver cuántas flexiones hacen, cuántas extensiones hacen...

    Veía que los tipos daban vuelta y no se prendían. Y era muy raro porque todas las actividades que tirábamos, desde un campeonato de pelota paleta que lo jugaban pocos, hasta el fútbol, se prendían sin problemas y eran a morir... Pero eso de evaluarlos realmente no funcionó.

    Siempre nos pedían pelotitas de tenis para poder jugar pelota paleta y nosotros les dejábamos pelotitas y nos involucrábamos en los partidos. Íbamos más temprano para poder jugar antes de dar la clase, nos gustaba mucho entreverarnos. ¿Hacíamos desafíos sabés? Porque cuando el deporte es por el honor ¡es otra cosa! y estos tipos para meterte ficha por el honor son especialistas ¿me entendés?

    Un tema que me gustaría que charlemos es esta cosa de "por el honor" y el tema del fútbol. ¿Vos notaste que el fútbol se jugaba ahí de una forma diferente o igual o con algunos elementos pronunciados? Para nosotros, los futboleros, donde está en juego el honor, hay diferencia. Obviamente, es una de las cosas que están en juego. Mi pregunta es si el tema del honor estaba presente, si eso estaba exacerbado o simplemente ellos le ponían coto. Quiero decir, por ejemplo, el respeto al árbitro y ese tipo de cosas ¿hasta dónde se manejaba? ¿hasta dónde se cumplía? ¿Qué relación había con la posible penalidad externa? porque violar la ley ahí no es lo mismo que violarla en el potrero. Me refiero a violar la ley del juego.

    En primer lugar yo nunca necesité dirigir un partido para que los muchachos se comportaran bien. Y en el campeonato, tuve la suerte de tener un preso que era árbitro y al cual todos aparentemente respetaban. No estaban para hacerse los locos tampoco, había guardias sobre los muros vigilando constantemente. Nosotros, los profes de educación y por si fuera poco todos los compañeros reclamando que nadie haga bardo para poder seguir teniendo el beneficio.

    Te dije que fue muy importante tener árbitro pero además la suerte de que le gustaba serlo. Por otro lado, nada se hace gratis ahí. Porque en realidad, dirigir ocho partidos de fútbol y no estar en la celda. O sea, como ya estaba viejo para jugar, no lo iban a dejar bajar. Pero si se necesitaba un árbitro lo iban a tener que pedir, así que nos hizo saber de una y mil formas de que él era árbitro y estaba a disposición.

    La segunda cosa es que después de una clase normal se armaba el picado de fútbol... Ahí vos podías jugar un rato al básquet, hacerlos correr un poco, jugar al voley pero, indefectiblemente, íbamos a terminar en el fútbol -cosa que está bien en este país.

    Y el honor siempre estaba presente, no importa si jugaban bien o mal, había pibes que jugaban extremadamente bien y había tipos que solo ponían garra y corazón. Lo que vos notabas en un partido, mirando de afuera, era que tenían una intensidad mucho mayor a la normal (eso era lógico por todo el stress que ellos vivían y que en esas horas descargaban), pero además jugaban con mucho amor propio. El honor no es solo respetar las reglas, implica también dejar todo por tu equipo y aunque estaban cansados, veías con qué corazón seguían corriendo y seguían metiendo. ¡Claro!, si no sabían que día iban a jugar otra vez.

    Cada uno jugaba a lo que quería pero todo se hacía con una intensidad que solo vi en equipos profesionales. No te estoy hablando de la calidad técnica, ni de la táctica. Te estoy hablando de la intensidad con que se jugaba... ¡Tipos que están adentro, que no saben cuándo van a salir, que se sacan toda la calentura del mundo jugando un rato, practicando deportes!

    Lo que tenían muy claro era que en cuanto se armara la primera escaramuza en un partido, ellos nunca más iban a salir al patio a jugar. Porque el primer bien de un preso es la libertad, lo primero que añora; el segundo bien es la visita y tercero, este el recreo. Entonces el beneficio no lo iban a regalar por pelearse estúpidamente. Y si había dos que se tenían ganas, había ocho más que se daban cuenta que eso no era bueno para nadie así que siempre la cortaban. Decían: 'bueno, después lo arreglamos arriba', con un tono pausado. Yo no se si arriba se daban o no se daban. Lo que sé es que ahí se cuidaban.

    Una vez no la pudimos parar y terminaron todos sancionados. Porque aunque parezca que no hay nadie, el "cobani" de turno controla. Por otro lado, los de la torre se prenden a mirar el partido pero a la vez controlan y como son botones, cuando hay quilombo, botonean.

    La única vez que no la pudimos parar fue con un flaco que estaba muy caliente. Con el tiempo lo entendí, pero se zarpó. Antes de que lo agarráramos, encaró al otro y le puso tres trompadas. Le habían dicho ortiva.

    Podés errarte un gol imposible o podés jugar mal, son todas cosas normales, lo que no podés en la cárcel es decirle ortiva a otro u ortivarte.

    En ese momento me pregunté porqué este pibe puso en riesgo todo, sabiendo que lo iban a castigar. Pero lo entendí con el tiempo, lo que buscaba era respeto. Fue al frente y le puso dos manos a un tipo más peligroso que él sabiendo que después arriba lo podían cagar a trompadas. Si te quedás ahí, te dejás decir ortiva y no lo primereás, después de ortiva, viene 'forrito', y después 'dame guita' ... y terminas siendo un esclavo. Ortiva es la señal: o das un trompazo o pasás toda tu condena en la cárcel como sierva mal. El flaco lo primereó de una y se acabó, después vemos.

    Eran muy agradecidos, le poníamos onda y eso nos reconocían. Hablaban muy bien de Marta aunque en ese momento estaban distanciados porque ella privilegiaba la relación con Schocklender. Respetaban a Ricardo porque bancaba políticamente el proyecto.

    Otra cosa que hicimos fue jugar Papi fútbol con Atlanta que era campeón de Papi. El partido termina siete a uno para Atlanta. Y tendría que haber terminado treinta a uno. Lo que pasa que al único al que le gustaba atajar era un fenómeno. Tenías que verlo volando en el canto rodado, no se tiraba en el parquet del CeNARD ¿entendés? ¡se tiraba en canto rodado!

    Viendo el piso se nos ocurre poner esa pintura deportiva a la cancha; bueno, eso nunca lo pudimos hacer. Conseguimos llevarle pelotas, camisetas, remeras. Pero lo del piso no.

    Cualquier maratón que había yo pedía cien remeras para llevar. Los proveíamos como podíamos de ropa deportiva. Mis amigos sabían que antes de tirar una zapatilla, me la tenían que dar, ahora llegábamos a Devoto con una bolsa con diez pelotas o diez remeras y al CUD llegaban siete, pero si no dejabas una donación en cada puerta no llegaba ninguna.

    Las actividades eran esas, la población era esa y mi impresión de la movida es que realmente hicimos algo groso. Pero pasaban cosas a las que eran difíciles habituarse.

    Arrancabas con un tipo de población y era bárbaro porque sabíamos que no se iba a ratear nadie. (Risas) Siempre iban a querer ir a clase, como profesor te sentías bien. Sabías que los veinte de fierro iban a estar.

    Pero a veces alguno cumplía condena y se iba...

    Venía otro, pero no era lo mismo. Salvo los que ya sabías que estaban para largo, todos los demás en algún momento se iban. Muchos pibes salieron y a muchos después me los encontré en la Facultad.

    Me encuentro también con algunos en la calle: parecen dandys trabajando de abogados por Tribunales. (Risas)

    Lo único que los transformaba era cuando había requisa, eran otros tipos. Les entraban a la celda y les rompían todo. Cuando hay una requisa no te dicen cuando ni te explican cómo, se disfrazan de tortugas y entran.

    Buscan facas, droga, cualquier cosa que esté prohibido tener, y te rompen y dan vuelta todo. Si ordenaste todos los libros ellos te lo dan vuelta y vos tenés que volver a ordenar y si se retoban, la ligan. Esos días eran los peores. Era "contame que estoy para eso" ¿Entendés?

    Aunque no diéramos clase por lluvia estábamos ahí; teníamos concepción de la militancia docente. Fue una de las pocas cosas en mi vida que hice porque realmente tenía ganas de hacerla.

    ¿Qué pasaba cuando vos organizabas las visitas de esa gente famosa, conocida, como el caso de Jaite...?

    ¡Jaite, un fenómeno!

    Pero, por ejemplo, él ¿qué hizo? o en otros casos... ¿qué relación se establecía con...?

    Se arreglaba una actividad que tuviera que ver con el invitado. Con Jaite hicimos tenis criollo o frontón, no me acuerdo y después, nos quedábamos como dos o tres horas hablando. Las visitas siempre estaban interesadas por ver lo que era eso de primera mano.


El frontón

    ¿Por qué no se hizo más? O ¿se hace?

    Dos cosas: con el tiempo, el factor droga cada vez fue más preponderante. Ya no se manejan más con los códigos de los presos más viejos, hoy todo eso se perdió. Las bandas juveniles, los pibes chorros, tienen códigos distintos y son las que están copando las cárceles.

    Después tuvimos un desgaste nosotros. Cada recambio de presos era volver a empezar, de la cabeza, dimos por finalizado un ciclo cuando sale Puccio, pero en realidad todo se acaba cuando nos sacan el patio, le dan los horarios acostumbrados a los barra brava de Boca para que jueguen al fútbol con los compañeros que tenían adentro.

    Además cambiaron las autoridades y había que explicar todo otra vez.

    Me terminé de rayar cuando en Mendoza, para Navidad, toman de rehenes a unos pibes que habían ido a cantar. "Es una locura" pienso y tras cartón viene lo de Sierra Chica, los "Apóstoles".

    Si, algo recuerdo.

   Bueno eso termino de rayarme.

    Sierra Chica es la cárcel más peligrosa que hay, los más peligrosos van ahí. Hay un gran quilombo y los "Apóstoles" toman el penal. En la confusión, le ganan la interna a otro bando, toman de rehén a una jueza y matan a los rivales, los meten en el horno y se los comen en empanadas... ¡tremendo!

    Me acuerdo que entraba al CUD y preguntaba: -¿Todo bien? Si, todo bien, salvo el horno que no anda.

    A partir de ahí, cada vez fue más frecuente tomar rehenes para pedir traslados. Pasa ahí, pasa en Misiones... y en Mendoza, entonces dije basta.

    Lo de Mendoza fue una señal de que no se podía ir más. Porque si toman de rehén a un juez, o a un "cobani", ellos saben que está entre los riesgos del laburo, pero tomar de rehén a la visita que va para Navidad a cantar para los presos ¡no! Tienen que estar pasados de pastillas para hacer algo así, no hay nada que lo justifique; así que desde ese momento me planteo que está todo bien pero hasta aquí llegó mi amor. Todo tiene su ciclo y como decimos los profes: "hay que matar el juego antes que muera".

    ¿Y hoy qué está pasando? ¿Tenés alguna idea?

    No.

    Pero digamos, el Centro Universitario... existe...

    El Centro Universitario existe, pero sé poco porque no hay muchos que conozca adentro. La verdad es que el último año estuve solo porque Santiago ya se había ido a Bariloche... y en resumen fue un año muy malo.

    ¿Por qué?

    Porque, entre otras cosas, no podíamos conciliar los horarios.

    A la distancia, pienso que se comenzó a complicar todo con el motín. Si un día no íbamos decíamos: lo recuperamos otro día, pero a partir de ese gran motín fue todo mucho más complejo, el jefe que vino puso reglas mucho más duras y si nosotros no íbamos de dos a cuatro no se podía sacar a la gente... entonces a mí ya me hinchaba las pelotas. La buena onda se acabó con el motín.

    Voy un martes a despedirme y explico a los poquitos conocidos que quedaban los motivos por los cuales no iba a ir más. Estaba solo, no se podía ir los martes y jueves porque la barra de Boca jugaba al fútbol. Tenía que ir indefectiblemente otro día y no podía.

    Privilegiaron la actividad de la barra brava por sobre todo el trabajo que se había hecho en el CUD en materia deportiva y lo que es peor, a nadie le importó.

    ¿Cuándo te vas?

    Estuve casi siete años... entré en el '91, me habré ido en el '97 ó '98.

    Una pregunta que me queda... ¿vos qué pensás que le aportó a los presos hacer deporte? Porque obviamente ellos podían haber vivido su vida ahí sin hacer deporte. Cosa que es habitual que suceda. Bueno, deben tener alguna sala de recreación...

    Salen... pero organizadamente no.

    Bueno, por eso. ¿Qué fue lo diferente, si es que hubo? Porque vos podés decir, la pasé bien pero no les aporté nada. O ellos la pasaron bien pero... ¿vos qué creés que marcó alguna diferencia si es que la hubo por el hecho de hacer deporte organizado?

    Básicamente que ellos vieran en el deporte una herramienta educativa de la misma forma que a otras materias de Psicología o Derecho que se cursaban ahí. Las diferencias que había eran que no poníamos nota ni presente. Realmente, los tipos que iban lo hacían de onda. Sabía que con mi pelota de básquet, con la de voley o con la de fútbol teníamos una herramienta mucho más grosa que cualquier otro profesor, más chances de enganchar gente y motivarlas.

    Los estudiantes eligen las materias que le gustan así que ahí corrimos con ventaja. Además le dimos una organización, les pasábamos videos, los conteníamos, y como a cualquier profe de educación física civil, el deporte permite que los muchachos se comuniquen con nosotros mucho más que con otros profesores, ellos sabían que podían contar con nosotros a la hora que pintara el bajón.

    Solamente pusimos límites a eso de 'llamá a mi casa', 'entregá esta cartita' o 'llevame este paquetito'... Nosotros marcamos ese límite desde el primer día. Y ellos lo respetaron. Fue el límite preciso que les marcamos.

    Alguien alguna vez me dijo que uno es feliz cuando se siente útil y necesario. Una de las grandes conclusiones es que el CUD en esa época y sobre todo en los primeros cuatro años que estuvimos con Santiago, era una gran obra educativa. No se cómo estará ahora, pero era una gran obra.

    Otra conclusión fuerte es que la máxima sociológica que dice que ninguna institución anda bien dentro de una institución más grande que esté mal, se da. Ninguna institución puede aislarse y seguir funcionando bien dentro de otra que está podrida, y en el CUD pasaba eso, ¿se entiende?

    El CUD era una isla en medio de Devoto... pero era parte de la "tumba" y cuando había cimbronazos complicados se sentía, no se podían aislar de los miedos y los códigos de la cárcel; las causas ahí adentro no prescriben y cuando se viola algún código, hay represalias.

    Ellos dicen: "no hay nada peor para un preso que otro preso". Y era así. Las sanciones más graves se daban entre ellos. Veías cómo le hacían la cruz a uno y lo dejaban de lado mal, veías como sufría y no te podías meter, esos temas eran del grupo y morían ahí, pero nosotros lo veíamos y nos angustiaba mucho.

    Otra es que todo lo que se ve en las películas, que se cuentan, o las variables sociológicas que se te ocurran existen. Otra de las cosas que uno se plantea seriamente es el valor que le damos a nuestra libertad.

    ¿Vos te enterabas de las razones por las cuales esta gente estaba presa?

    Si, pero la verdad nunca la sabés, generalmente lo que te dicen es que son todos inocentes. Con el tiempo te llegan datos de todos lados y ya no es tan así; hay de todo: chorros, falsificadores, asesinos o mulas y le creés a algunos más que a otros, pero la realidad es que todo es intuición. A los "cobani" no les importa por qué caíste, si estás adentro estás adentro y fuiste...

    Es lo mismo si...

    Fuiste. El "cobani" trata a los presos como él entiende que los tiene que tratar... y si alguien entra por violador mejor que tome sus precauciones; si en la carátula figura 'violador' no importa mucho si lo fue o no...

    Andá a explicarle a todos los demás presos que no, todos dicen que son inocentes. Es complicado ¿eh?

    A la hora de armar picados había algún código o era una cosa flexible...

    Ningún código, los dos mejores...o los dos o tres arqueros eligen hasta que quedan los equipos y después sorteo a ver quién juega. A lo sumo hay tiempo para una entrada en calor corta, pero lo que quieren es jugar y nuestro éxito era que se jugara, a cinco minutos o a tres goles, pero que se jugara. Eso era fácil. Se complicaba cuando teníamos todo armadito...

    Otra de las cosas que nos preguntábamos: ¿dentro del tiempo que teníamos, qué contenidos dábamos?

    Esto siempre estuvo en debate dentro de la EF y fue lo que hizo perder muchas energías para otras cosas, desde Romero Brest viene este tema. Hay profes que piensan que son más educadores porque no dan deportes y eso me parece que no es así. Esta disyuntiva es una de las tonterías más grandes de la cual Romero Brest también es culpable, y que sentenció que nosotros estemos hoy con este divorcio y que la Argentina no tenga estrategia de política deportiva ni política de educación física.

    Además acá no se puede planificar a las ocho y cinco... apertura de la clase... ocho y diez corremos... en la cárcel no existe la planificación específica. Tenés que tener vestuario para darte cuenta de cómo viene la mano. Porque podés tener tres equipos planificados pero puede venir uno y dice: ¡Gutiérrez, abogado! Y el tipo sale corriendo porque es su causa, no importa cómo va el partido ni cómo va nada... ¡Gutiérrez, abogado! Y el tipo se va...

    O ¡Gutiérrez, visita! Largó todo y te arruinó toda la organización que vos tenías y los equipos empiezan a estar desparejos y vos tenés que ir a jugar para uno para que no se te arme quilombo ¿entendés? La planificación ahí existe mínimamente.

    Y qué pasaba con el ajedrez. ¿Por qué pensás que prende?... ¿Tendrá que ver con el tiempo?

    Y con la estrategia. Nosotros hacíamos campeonatos de ajedrez por lo menos una vez al año. Y, sobre todo, nos guardábamos la fecha de ajedrez para los días de lluvia. Eso lo hacíamos con los del CUD porque es muy difícil programar cuando hay un día de lluvia y cuándo los tipos quieren bajar.

    Me acuerdo una vez, uno de los que ganó, era un húngaro que estaba ahí ni me acuerdo por qué. El tipo era húngaro. ¡Estaba bien que ganara al ajedrez un húngaro! Y al tipo yo nunca lo había visto en el patio. El campeonato siguiente lo ganó, uno que hizo un pozo con amigos desde la enfermería, hicieron un pozo y salieron exactamente por la vereda de la cárcel, debajo de la garita... se fueron caminando... seis tipos. Bueno, uno de los que ganó al ajedrez era el que había planificado esa huida. Más tarde los agarraron a todos, uno por uno los fueron agarrando. Este tipo le contó a Página 30 que a medida que ellos iban cavando, se iban encontrando con huesos que podrían ser de desaparecidos... Ese era uno de los que ganó... ni me acuerdo cómo se llamaba. A fin de año premiábamos a los ganadores de todos los torneos y reuníamos a todos los muchachos aunque sea una hora para festejar fin de año. Todo bien, como si fuera un Club.

    Te cuento la última: había un ingeniero en el CUD que tenía como sesenta o sesenta y cinco años, apasionado del deporte. Un bocho el tipo, uno de los que jugaban al ajedrez. ¡Me hiciste acordar de ese personaje!

    Había sido remero olímpico en el '48, en Londres. El tipo un dandy. No me cerraba, era uno de los pocos tipos que no me cerraba por qué podría estar ahí. Porque generalmente te dicen más o menos la causa y después vas preguntando... y te cierra. Este no me cerraba, pero no le quería preguntar.

    Hasta que empecé a tener confianza, le pedí que haga unas fichas para un juego chino, el "tangran", que me parecía muy bueno para la cárcel y mientras trabajaba en eso hablábamos...

    Entonces me da confianza y me mando: ¿me querés decir por qué estas acá?
- Por asesinato.
- Noooo! ¿Y a quién mataste?
- A mi mujer.
-Y ¿por qué?
-Me celaba todo el día y realmente yo a esta edad, ya...
Un día, llegamos a casa y empieza a discutir, a discutir, sigue discutiendo, sigue discutiendo, le dije que se callara, pero siguió discutiendo hasta que me tiró la plancha por la cabeza.
Bueno, le erró... ella le erró, pero yo no. Yo no le erré.
Y ya estaba por salir a Ezeiza,
se le llenaban los ojos de lágrimas cada vez que venían los hijos a visitarlo.
Decía algo piola: caes acá cuando la chiripiorca se junta con las circunstancias.
Podés tener ganas de asesinar pero se tienen que dar muchas cosas. No es suficiente. O al revés, están dadas las circunstancias pero no tenés ganas.
Cuando las circunstancias se juntan con la chiripiorca ¡cagaste! ¡estás acá!

    A eso te podría agregar que falta otra pata... cierta tendencia psicológica. (Risas) Porque si no tenés la tercera pata no sé... Es un cable suelto que lo tenías pero que no se juntaba con los otros dos.

    No sé, nunca se me dio la oportunidad.

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revista digital · Año 10 · N° 75 | Buenos Aires, Agosto 2004  
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