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Una aproximación a la utilización
del deporte en la educación

   
Doctor en Pedagogía y licenciado en Educación Física
Facultad de Educación
Universidad Complutense de Madrid
 
 
Francisco Javier Castejón Oliva
jcastejo@edu.ucm.es
(España)
 

 

 

 

 
Resumen
    La utilización del deporte en la educación no está exenta de controversias. Un análisis del mismo nos permite comprobar las influencias sociales y sus interrelaciones con el deporte, que a su vez, y en el ámbito escolar, tienen una enorme influencia. Es el profesorado el que tiene que establecer los límites, desde un punto de vista crítico, para que tenga las características educativas.
    Palabras Clave: Deporte. Educación. Agentes sociales.

El autor desea agradecer a los profesores Francisco Javier Jiménez Fuentes-Guerra (Universidad de Huelva), Francisco Jiménez Jiménez (Universidad de La Laguna, Tenerife) y Víctor López Ros (Universidad de Girona), sus ponderados comentarios a este documento.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 73 - Junio de 2004

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Introducción

    El deporte, una de las manifestaciones de la motricidad, que desde mi punto de vista, supone una implicación cognitiva, afectivo social y motriz de gran importancia, tiene puntos de vista contradictorios, a veces encontrados y otras, a favor del mismo. En estos breves comentarios voy a intentar hacer un análisis reflexivo y crítico, quizás para algunos y algunas sea sorprendente o inapropiado, pero me permitirá contrastar con otras personas, espero, mis ideas, suposiciones y creencias, más que mi seguridad, algo de lo que siempre he dudado. Además, pretende que sea el punto de referencia para otros dos trabajos que van a seguir a éste, los cuales, si se leen sin saber cómo es este punto de partida, pueden suponer que parezcan que carecen de fundamentación.


Una exposición de motivos

    En mayor o menor medida, una gran mayoría hemos participado en el deporte. Probablemente en nuestra infancia con mayor intensidad, y a partir de determinada edad (adolescencia, juventud...), se va abreviando esa participación, se tienen otros intereses, y con ellos se produce: a) un abandono de la práctica deportiva por la mayor parte de los chicos y chicas; b) una participación con una orientación que deja escasos momentos para la actividad recreativa y se reduce a unos pocos practicantes, fundamentalmente es una participación competitiva, institucionalizada, federada, de marcado carácter social, que es como, la mayoría de las veces, entendemos el deporte1; y c) una práctica recreativa, con diferentes enfoques, desde la salud hasta el ocio, y que tiene manifestaciones más lúdicas que de otra índole. Este breve semblante no es universal, y no pretende serlo, pero creo que es el mayoritario.

    Cuando encontramos a los chicos y chicas realizando deporte, nos parece algo provechoso. Sin embargo, el paso siguiente se convierte en una huida de ese deporte que se suele manifestar de dos formas: por un lado, el olvido absoluto, de manera que es una especie de "resaca", con lo que durante un tiempo, incluso mucho tiempo, no se vuelve a practicar; y por otro lado, en una situación pasiva, es decir, un simple espectador que sigue, con más o menos énfasis, al deporte, pero sin realizar práctica deportiva.

    Este cuadro, suponiendo que esas dos situaciones finales fueran extremas, incluye muchas otras posibilidades, desde la práctica recreativa hasta otras manifestaciones de la actividad física, cercanas o alejadas del deporte.

    El punto de partida no es sólo el escolar, aunque sin duda es el lugar donde más se reproduce, normalmente por las propias clases de Educación Física. Se debe a que es una edad en la que se producen dos marcados acontecimientos (en la perspectiva en la que estamos comentando): la escolarización (mucho más importante e impactante) y el comienzo en el deporte. Esto no quiere decir que no exista una gran influencia de la familia, de los medios, de los amigos y amigas, etc., incluso creo que la ascendencia escolar es menor en muchos casos, salvo que en la escuela formamos nuestras amistades, las cuales vuelven a aparecer como trascendentales.

    No podemos evitar ir construyendo una forma de participar en la sociedad como es el deporte. Los niños y las niñas rara vez no se involucran en alguna práctica deportiva; sin embargo, creo que cada vez menos, y no porque el deporte sea criticado, sino porque hemos asumido una sociedad bastante pasiva, donde la cautividad de la televisión y de otros medios en los que prima lo visual, hace que el alumnado sea menos activo, más receptivo hacia una información que le supone sumirse en una pasividad cada vez menos crítica y cada vez más alienada.


La práctica deportiva

    Una de las formas de ser entendida la motricidad, como decía más arriba, es la práctica deportiva, pero no cualquier práctica deportiva. Es una práctica institucionalizada, comprometida con un sistema de control que define un tipo de participación y no otro, regulada por instituciones que fomentan la actividad porque es también, una forma de conseguir cautivos hacia la misma, consumidores "pasivos" que terminan enrolándose en el deporte, con una escasa formación deportiva2 y que suelen tener escasa información, llegando con ello a ser simples rehenes, y sometidos por una de las formas de practicar la motricidad, cuando no debería ser la única.

    Estudios antropológicos, más cercanos al concepto de juego, han presentado las múltiples posibilidades donde hacen acto de presencia las funciones sociales de colaboración, ayuda, asistencia, enfrentamiento, pugna, desafío, discusión, etc. Es decir, situaciones sociales que, desde muy temprano en la vida de cualquier persona, aparecen en un acto social como es el juego. Como quiera que la sociedad ha contemplado que ese juego puede canalizarse de acuerdo a una serie de circunstancias que le hacen agradable a la población, se termina convirtiendo en una práctica social controlada. Vemos que en esos juegos, como en los deportes, existen múltiples acciones que los sujetos no necesitan aprender, pero que en el contexto del propio juego representan la posibilidad de participar. Por ejemplo, pegar una patada a un objeto es anterior a que el fútbol se institucionalizara, sin embargo, no entendemos la práctica del fútbol sin dar patadas a la pelota.

    No quiero entrar en la discusión de cuando es juego y cuando deporte y las diferencias establecidas entre ellos, simplemente digo que el deporte es un juego más, viciado por una intrusión, más o menos legítima, de ciertas personas que han tratado de controlar la actividad y les ha resultado positivo. Si no hubiera sido un resultado positivo, creo que tal deporte lo seguiríamos tratando como juego.

    La práctica deportiva debería definirse como lúdica, recreativa y ociosa; sin embargo, el miedo a que desemboque en situaciones perniciosas aleja a muchos de sus practicantes de dicha práctica. El alejamiento supone un espaldarazo hacia las personas que utilizan el deporte en beneficio de unos pocos. Si en circunstancias normales asumimos una situación benévola e indulgente del deporte, el que exista una utilización maniquea del mismo no debería provocar un alejamiento y abandono, ni tampoco una forma de participación controlada, para el regocijo, satisfacción y alegría de los que lo manipulan, con el consiguiente beneficio económico y lucrativo.

    No obstante, veamos cómo observamos el desarrollo del deporte con su indiscutible influencia social, aficionado, profesional y los pasos intermedios de estas dos posibilidades, además de tratar de configurar un planteamiento crítico sobre su inclusión en la escuela.

    En el marco profesional, los apoyos médicos son mayores que en el resto de la población. Para realizar deporte en el ámbito profesional hay una situación que parece muy poco cuestionable, y es que hay que estar bien de salud. Otra cosa es la utilización de diversos añadidos y complementos que no son legales3, que terminan produciendo lo que conocemos por dopaje y abuso de sustancias adictivas. Cuando en estas circunstancias ocurre una desgracia (por ejemplo, una muerte), es mayor la información por su grado de amplificación, relacionado con los medios. Pero no creo que haya más desgracias que en la vida no deportiva, simplemente nos llega más información.

    En el marco aficionado, se insiste en la práctica deportiva como una de las formas de incidir en la salud, pero estoy convencido que hay más lesiones y hasta fallecimientos en el deporte aficionado (incluso en la práctica deportiva no reglada), mal enfocado y sin ningún control que en el deporte profesional, quizás por lo que comenté al principio, nuestra formación deportiva no es toda lo acertada que parece ser.


Qué define al deporte

    El deporte, desde mi punto de vista, es un juego motor reglado, pues tiene esas características que lo detallan: parte como juego, hay actividad física, competición y tiene una serie de reglas para los participantes. Todos estos elementos se interrelacionan. No obstante, a medida que se va introduciendo un mayor control social, el carácter lúdico disminuye y se fomenta la actividad física (¡hacer deporte es bueno para la salud!, se dice) 4, o bien se utiliza el enfoque de las reglas como fuente de participación y uniformidad, y luego aparece todo lo demás, disciplina, carácter, etc. O bien se justifica su práctica competitiva como una faceta más de los seres humanos5.

    Se puede comentar qué ofrece el deporte que no ofrezca otra manifestación de la motricidad, como puede ser un juego. Qué aporta el deporte que no pueda ser aportado por otras actividades. Quizás la respuesta sería que hay muchas personas que esperan del deporte más de lo que se puede extraer de él. No aporta nada que no queramos que haga.

    Si queremos que sea fuente de conflictos, lo será. Si queremos que enfatice la cooperación, lo hará. Sin embargo, cuando el deporte está en la escuela, no está en una burbuja, no está aislado, está tan contaminado como lo pueda estar la informática, la historia, la religión o la física. Pero en todos estos casos, son los que enseñan los que proponen cómo se puede desarrollar, y qué es lo que se desea, la dificultad está en que se pueda cumplir.

    De cualquier modo, el deporte depende tanto de nosotros como participantes, como de las personas que desean que sea una práctica placentera, o bien que sirva para mejorar los aspectos cognitivos, afectivos y motrices relacionados con su práctica. El uso (diría abuso), que se hace de su práctica es lo que trataré de comentar, y también la influencia que ejercemos, y ejercen determinadas personas y organismos, para conseguir un fin, sirviéndonos apropiándonos de ese deporte.

    Las imágenes que extraemos de la práctica deportiva, en muchos momentos, provocan una respuesta generalizada de rechazo, más que nada, porque se encuentran lejos de nuestra racionalidad y a las que no podemos explicar ni dar sentido. Pero no sólo se pueden extraer explicaciones negativas, otras tantas positivas pueden aparecer cuando se hace un uso apropiado del deporte.

    Mediando el deporte se realizan actos verdaderamente crueles. Pero mediando el deporte, se hacen actos verdaderamente admirables. Podríamos decir que en todos estos casos, el deporte actúa como vehículo, pero las personas ponen las intenciones. Sea como espectadores o como practicantes, se puede utilizar como martirio, sin embargo, también como espectadores y practicantes podemos extraer situaciones positivas. Ni el deporte es tan malo como lo ven algunos, ni tan bueno como lo desean otros.

    ¿Es la práctica deportiva el lugar ideal para la manifestación competitiva, o quizás sea la situación competitiva donde mejor se hace ostensible el deporte? Sin duda que son dos puntos de unión. Si se quiere comprobar cómo es el deporte en cuanto a competición, se puede emplear un sistema sencillo: quien gana sigue, el que pierde es eliminado. Pero esto no pone en evidencia el valor de la práctica deportiva con la que se busca la propia superación, sino la práctica deportiva con la que se busca la eliminación. Competir no siempre supone contender, eliminar a alguien; competir también es una forma de intentar superar adversidades sin necesidad de que alguien deba perder.

    Comprendo que la visión negativa del deporte pueda ser utilizada en su contra, pero también tenemos que comprender que si una parte pequeña de la población hace mal uso del deporte no debería ser el enfoque para que una gran mayoría no pudiera utilizarlo en su provecho. Si pudiéramos analizar todos los eventos deportivos de un fin de semana a lo largo de una región o un país, comprobaríamos que se dan menos aspectos negativos y más positivos, porque si no fuese así, el deporte no sólo sería olvidado sino que sería prohibido. El que exista un grupo pequeño de actuaciones no permitidas no debería provocar una generalización maliciosa. En cualquier caso, no debería sorprendernos que ciertas personas aprovechen la práctica deportiva para demostrar sus impulsos retorcidos, pero los agentes sociales, la formación deportiva, deberían incluir una adherencia por y para la práctica deportiva que excluyera los aspectos negativos y enfatizara en los positivos.


Agentes sociales

    Aunque la frase no es la más adecuada, creo que abarca suficientes elementos como para ser empleada aquí. De hecho, no creo que se pueda realizar una estructura jerarquizada de los distintos agentes que entran en juego, todos influyen, unos más que otros, dependiendo del momento, así que el análisis no pretende plantear una ordenación, sino una exposición de algunos de ellos.

    Quizás la clave esté en la mezcla de elementos negativos, ambientes sociales poco proclives a la igualdad y al respeto por las diferencias individuales y el patrimonio económico que buscan perpetuar su propio beneficio. Cuando lo que se valora es la eliminación, superar a los otros "como sea", "ganar como sea" y no la dignidad, el valor y el respeto por los demás, por el medio que nos rodea, por la participación plena, se llega a una mortificación del deporte. El resultado negativo se cumple con la unión de control del capital con el deseo de controlar las actividades y a las personas que participan en ellas, que, a su vez, generan un capital.

    Hay un cúmulo de riqueza por parte de ciertos grupos que influyen en sus privilegios, y desean que la práctica se dirija en un sentido y no en otro. La interacción sociedad - educación - escuela es constante y dinámica. Desde la sociedad se exige que la escuela cumpla una serie de funciones, de la misma forma que desde la escuela se pretende dirigir a los sujetos hacia la sociedad en la que vivirán. Como el deporte está en la sociedad, y, se dice, es la "mejor" forma de entender la actividad física, pues no queda más remedio que hacer que la escuela se encargue del deporte.

    Se justifica que el deporte es una práctica social asumida y extendida, y sin más, se inserta en la escuela. Pero no todo lo que ocurre en la sociedad tiene que tener esta conducción. El análisis y crítica de lo que verdaderamente es deseable para todos y en la que tengan voz todos, sería más adecuado que imponer lo que unos pocos han asumido como general y bien común.

    Hay un interés familiar por la práctica deportiva que hace que los niños y niñas practiquen. Y, además, que practiquen unos deportes y no otros, porque la familia entiende que tienen una prioridad. Prioridad que viene exigida por la influencia social. No parece adecuado que las chicas practiquen fútbol o rugby, mientras que no parece muy correcto que los chicos practiquen aeróbic. Pero ya no es la influencia social, es la presión familiar, de padres, hermanos, parientes, que pueden hacer mofa de una práctica y favorecer otra.

    Otra característica de la influencia social viene por el empeño de los padres en que sus hijos sobresalgan en una práctica determinada, la mayoría de las veces es por una proyección hacia los hijos e hijas de lo que no han sido los padres cuando eran pequeños; otras, porque los padres practican un determinado deporte y se incita a los hijos e hijas, a veces de forma explícita, otras no tanto; también porque un allegado practica un deporte que influye para que nuestros hijos e hijas lo practiquen; otras son por la situación local, debido a que las instalaciones que hay cercanas, incluido el colegio, proporcionan unos deportes y no otros, que, además, ofrecen una competición reglada y muy cómoda para practicar.

    En estos casos, salvo en el explícito de que los padres quieren una práctica y no otra, no se hace con una reflexión previa. Se hace desde la inercia de inculcar un deporte sin saber exactamente el lugar que ocupa, cómo va a influir en los hijos, qué es necesario, si aporta una actividad atractiva y no exclusivamente competitiva y para unos pocos, la mayoría de las veces, privilegiados. Es cierto que no se puede saber qué ocurrirá en el futuro, pero eso no quiere decir que se actúe a la ligera con una práctica que tiene repercusiones en un periodo importante de la vida.

    Además, hay un "currículum" familiar oculto. Comentarios, desdenes, desazón, sentimientos contrarios que no están contemplados de manera expresa por la familia, comentarios que parecen no tener sentido, favoritismos porque unos o unas hacen mejor las cosas que otros, que consiguen mejores resultados6, etc., suponen una lucha interna por la participación, porque se ve minusvalorada.

    Pero estamos comprobando una práctica deportiva que no es la que se desempeña en las clases de Educación Física, y sí en el periodo escolar, cuando los niños y las niñas están en la edad de la escolarización obligatoria. Esta forma de influir por parte de la familia se comprueba más fuera de la escuela, en actividades extraescolares, y no en las propias de las clases. Sin embargo, no podemos decir que no exista relación. La influencia externa hacia la práctica que podemos comprobar en las clases mediatiza la propia actividad del alumnado, su predisposición, la influencia que tiene en la imagen social con sus semejantes, la atribución que tiene caracterizar unos deportes considerados masculinos y otros femeninos, etc. Pensar que no hay influencia familiar ni del conjunto social del alumnado, aunque sea indirecta, sería una quimera. Esa influencia existe y mediatiza la labor docente.

    El propio centro donde se celebra la actividad deportiva tiene un predominio inmenso como agente social condicionante. Bien por autoridades locales7, bien por autoridades federativas, los centros terminan por ofertar una práctica deportiva impuesta por la reglamentación. Además, las construcciones e instalaciones se han dirigido hacia una determinada forma de hacer deporte. Las piscinas tienen una reglamentación originada por las competiciones de natación. Los polideportivos tienen una construcción que está mediatizada por ciertas prácticas deportivas (espacios laterales para los deportes como baloncesto o balonmano; altura para deportes como bádminton o voleibol, etc.).

    Si presenciamos cualquier centro escolar, comprobaremos que no falta un campo de baloncesto y otro de balonmano, donde se juega al fútbol, como si esos fueran los deportes que habría que practicar. El espacio se regula para la actividad que hay que hacer en Educación Física, y también se encuentra regulado para la práctica que hay que hacer en el recreo, porque si esa es la instalación, esos son los deportes que se pueden practicar. Es cierto que, cada vez más, el profesorado y administradores de los centros, toman iniciativas que conducen a otras alternativas, a veces terminan siendo diferentes deportes, pero con la misma estructura que los anteriores, a veces son deportes distintos, que no media la competición, dejando a los alumnos que tomen iniciativas.

    Sin embargo, en muchos de estos casos, y más en los que se utilizan deportes habituales8, la actividad termina siendo masculina por encima de la femenina. Los chicos colonizan los patios de recreo y expulsan a las chicas, lo que a su vez fomenta una pasividad en las chicas, iniciando de nuevo un círculo vicioso. No quiero entrar en el debate del recreo, creo que es un momento donde el alumnado tiene que tomar sus iniciativas, pero hay que entender que muchas de ellas están condicionadas por ideas subliminales que no parecen calar, pero que terminan condicionando toda la práctica recreativa.

    Los deportes favorecidos por el diseño de la arquitectura escolar, tienen razones para que sigan manteniéndose, porque les beneficia, porque se crea una industria que hace que las instalaciones de los centros escolares tengan unas determinadas estructuras y no otras. Si hubiera campos de críquet, quizás se jugaría más al críquet, porque también se entendería más. Pero como hay campos de balonmano (que se utilizan para jugar al fútbol) y de baloncesto, estos deportes suelen ser los más practicados.

    Incluso en las clases de Educación Física, la uniformidad deportiva (practicar la mayoría unos pocos deportes), favorece la evaluación. Se controla mejor y se hace más sistemática. Sin embargo, esta situación beneficia a la facilidad por evaluar, no al interés por mejorar como personas, mejorar nuestro conocimiento. La diferencia como seres humanos es nuestra posibilidad de ser versátiles, pero la uniformidad comprime las posibilidades y el enriquecimiento de los contrastes. Unos pocos deportes pueden hacer creer que ofrece mejores posibilidades para el que enseña debido a que tiene menos que preparar; no obstante, oferta muy pocas posibilidades para el que aprende, y al final, termina siendo otro círculo vicioso, porque también el que enseña se ve reducido a disminuir lo que de por sí es muy, pero que muy amplio.

    No creamos que la selección de los contenidos educativos, en este caso en Educación Física, está limpia de contaminación. No. Hay una selección de contenidos, unos emanan de las autoridades educativas, y en este caso, tratan de presentar el deporte con una carga de autoridad motriz "socialmente entendida", sin que exista una reflexión profunda. Los centros seleccionan los contenidos, y en este caso, el profesorado presenta preferencias, a favor y en contra del deporte. El alumnado, la mayoría de las veces (por no decir siempre), se encuentra con un filtro, de censura previa, que le permite acceder a unos conocimientos y no a otros. Termina aprendiendo unos deportes que son los preferidos o seleccionados por el profesorado, el cual, a su vez, también tiene sesgadas sus intenciones.

    Si intentáramos una práctica deportiva no contaminada por la influencia social ¿la admitiríamos en la escuela? No se puede contestar con un sí o un no categóricos. Dependería, en cualquier caso, del trato que se diera a ese deporte. Son los profesores y profesoras los que definen las metas educativas al utilizar los contenidos, los que los seleccionan y ponen en práctica, según un marco curricular. En líneas generales, así es como se presentan otros contenidos, un análisis y reflexión crítico sobre qué es lo que se va a enseñar y cómo afectará a los sujetos que aprenden, al proceso de enseñanza aprendizaje. Este análisis, reflexión y selección permite que se pueda comprobar su repercusión, porque, además, debe llevar consigo una verificación sistemática de lo que se diseña, elabora y pone en práctica.

    Como agentes sociales con gran influencia, el profesorado complace al alumnado que se encuentra en la educación obligatoria al ejercer una indudable predisposición para determinados deportes. A veces incluso, el profesorado presenta deportes que conoce y no los que desconoce; de esa forma, sea o no explícita, inculca un conocimiento hacia unos deportes y no hacia otros. Otras veces, la presentación del deporte se resume en abemolar la práctica, con un escuetismo que hace que parezca que el alumnado no tiene el más mínimo conocimiento, como si intentar mejorar la motricidad humana pudiera simplificarse.

    En la escuela, en las clases de Educación Física hay algo más que deporte. El deporte que se enseña tiene unas características en las que los profesores deben y tienen que hacer análisis previos, que se plantea y emana de lo establecido en los documentos ideológicos del centro, debaten con otras personas y toman decisiones que deben asumirse por todos, los que tratan de enseñarlos y los que van a aprenderlos.

    Pero el profesorado universitario, entre el que me encuentro, también tiene contradicciones. No provocamos, quizás, un acercamiento al deporte que ofrezca soluciones al alumnado que posteriormente desarrolla su actividad en los colegios, fuera o dentro del horario escolar. La labor es fundamentalmente pedagógica, inclusiva, en la que todos y todas puedan demostrar qué es lo que saben y qué es lo que quieren saber. Si intentamos una práctica sin conocimiento, conseguiremos que practicar no sirva para nada. Como veremos en posteriores trabajos, esta labor educativa en la universidad hacia los futuros profesores y profesoras, no siempre cumple su cometido. Bien porque el alumnado posee unos conocimientos implícitos que no son fáciles de cambiar, bien porque nosotros, como profesorado universitario, no sabemos dar claras orientaciones que supongan un cambio profundo en la forma de plantear un deporte que verdaderamente sea educativo, y no que haya que ponerle ese apellido para que cumpla su fin pedagógico.

    No pueden quedar al margen los medios de comunicación, su influencia respecto a qué deportes son los más vistos, como si ello supusiera que automáticamente, deberían ser los más practicados. El mercado vuelve a tener su palabra y arrasa con cualquier idea de cómo entender el deporte. Se hace una crítica al profesorado porque no hay nada más fácil que comprobar cómo practican las personas los deportes mayoritarios, y son los profesores, las escuelas las que no son capaces de dar respuesta a este interés. El profesorado tiene y debe tomar iniciativas que no sean impuestas por intereses económicos, y sí por intereses necesarios para la educación en valores para los alumnos, para la sociedad, para la mayoría y no para unos pocos.

    La crítica al profesorado está a la orden del día, es fácil hacerlo porque, en la sociedad, es una profesión a la que no se le da la misma categoría que a otras, lo que supone una actividad de segunda clase. En cuanto a la utilización del deporte, se comienza por criticar la falta de formación de los profesores y se termina por dejar la práctica deportiva fuera del horario escolar, por personas formadas por las federaciones y reduciendo la motricidad a una única expresión, el deporte, la cual, además, termina siendo para determinados deportes, no para todos, sino para los que tienen más raigambre social.

    Entre las posibilidades que ofrece el deporte, además de las obvias mejoras en la motricidad (alguien dirá, pero ¿a qué precio?), se suele relacionar con la salud. Sin embargo, creo que la actividad física que se encuentran en el deporte merece cierta crítica. Quizás las personas que intentan que el deporte, sea uno nuevo o uno tradicional, sea una actividad que incida en la mejora de la salud, también lo hagan porque es una forma placentera de realizar la actividad. Se ha considerado al deporte como un paradigma de la forma física y de la salud, pero no creo que sea el deporte tal cual fue imaginado, sino la forma artificial de desarrollarlo con un fin competitivo. Los ejemplos del deporte contrarios a la salud están suficientemente documentados9. Creo que la inclusión del deporte tiene más aspectos normativos, reglamentarios y de control que los que puedan plantearse respecto de la salud. La formación del carácter, la disciplina, el respeto a las reglas, etc. hacen del deporte una forma de utilitarismo para las personas que desean controlar las situaciones, y no tanto la mejora de la salud, incluso en las clases de Educación Física. En algunos casos, los profesores y profesoras contemplan la actividad deportiva como un mundo donde hay unas reglas y debe existir un respeto por ellas, quienes no lo hacen son amonestados. Esta puede ser una causa de la inclusión del deporte como regulador social, nos guste o no, sobre todo, porque la implicación fisiológica con un horario tan mínimo, queda fuera de posibles repercusiones para la mejora de la salud10.

    Sin embargo, sigue promocionándose una práctica deportiva, o mejor diríamos una actividad motriz, relacionada directamente con la salud. Cierto es que la actividad física, bien empleada, repercute positivamente, pero también es cierto que muchas personas lo saben (y me refiero a los profesionales de la materia) y no hacen tanta actividad como para conseguir esos beneficios. Es decir, se pregona un discurso sobre los beneficios de la actividad física y del deporte, pero no todos los que pregonan lo hacen. La coherencia en estos casos, está fuera de toda lógica. Pero volvamos a centrarnos en la influencia sobre la práctica deportiva en la escuela, o mejor dicho, en las edades de formación.

    El margen que tienen las instituciones, los diferentes agentes sociales para implicar a los chicos y chicas en la práctica deportiva es muy amplio, porque se enfatiza en los beneficios y no se tiene en cuenta los perjuicios. Sin embargo, la práctica deportiva tiene su relación con la formación deportiva que queremos conseguir, y también con el tipo de práctica que se puede proporcionar para que la formación sea lo más positiva posible, y a su vez, para que repercuta en una práctica que pueda originar adeptos y no separación. Hagamos que la práctica deportiva tenga un sentido humano, y no que se encuentre condicionado por la legalidad o el pragmatismo, como si fuera algo que se encuentra externo a esa capacidad humana de saber relacionarse.


Notas

  1. Es en este apartado donde se encuentra el denominado espectáculo deportivo.

  2. Fíjense que digo formación deportiva, a diferencia de aprender un deporte. Como veremos posteriormente, esta formación expresa distinciones con el aprendizaje del deporte.

  3. Sinceramente, no entiendo que significa legal en este caso. Creo que la prescripción médica debería estar presente, y siempre incidiendo en la salud de lo que supone una norma general, como al resto de las personas.

  4. Aunque tampoco es el lugar, el deporte es tan bueno para la salud como las consecuencias que quiera extraer la persona que lo practica.

  5. ¿Es cierto que los seres humanos somos competitivos? Creo que sí, tenemos una predisposición competitiva, de la misma manera que tenemos una predisposición cooperativa o generosa, a las cuales se las enfatiza mediante la cultura y la educación. Lo que también creo es que los que tienen un mayor afán competitivo, utilizan como punto de recompensa la competición, porque les beneficia más. De la misma manera que la cooperación se busca con mayor afán cuando se obtiene mayor recompensa de la cooperación. Fíjense que utilizo predisposición y educación porque son dos aspectos que van unidos. En algunos casos, representa una ideología o forma de entender las relaciones sociales.

  6. Resultados que están a su vez, condicionados por expectativas de triunfo que han sido inculcadas por ideas ajenas, como sería de desear en la forma en la que los niños y las niñas participen.

  7. En la mayoría de los casos, los ayuntamientos que tienen actividades deportivas han asumido una copia de la actividad deportiva federativa, lo que hace que se conviertan en competidores, obligan a los sujetos a elegir. También ocurre con iniciativas privadas, que ofertan una práctica deportiva calco de la federativa.

  8. No me gustaría utilizar el término tradicional porque puede parecer que hay deportes tradicionales y deportes alternativos. En uno u otro suelen ser las mismas situaciones de fondo, aunque inicialmente se traten de actividades poco conocidas en el caso de los últimos

  9. Por ejemplo, no sé si tirarse desde un puente cogido por una cuerda se puede denominar deporte. Será una actividad física de riesgo. Hemos creado una especie de silogismo o mejor una igualdad: actividad física=deporte; simplemente porque el deporte tenga actividad física no significa que toda actividad física sea deporte. Quizás en lo que tengamos más problemas para ponernos de acuerdo sea en el grado de actividad física que estamos dispuestos a aceptar.

  10. Se trata más de una concienciación para la práctica, y no tanto llegar al aprendizaje de ciertas técnicas y tácticas que son difíciles de aprender y que tampoco puede ser la escuela el lugar donde haya que enfatizar. La Educación Física es más que la práctica deportiva.

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