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La ejecución del gesto técnico y los
métodos de entrenamiento en imaginación

   
Dr. en Educación Física
Master en Psicología del Deporte
 
 
Damián Ossorio Lozano
damianossorio@telefonica.net
(España)
 

 

 

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 69 - Febrero de 2004

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    Las personas nos relacionamos con el medio ambiente por medio de nuestras acciones. La acción ejerce una influencia sobre el medio que nos rodea y, este a su vez, influye sobre nosotros.

    Esto significa que los factores ambientales influyen en nuestras acciones por medio de los procesos psíquicos, los cuales son los encargados de transmitir la información que recibimos del exterior. Estos procesos psíquicos determinan como es percibido, observado y evaluado el medio circundante y, por tanto, cabe la posibilidad de que tengan una posible influencia en nuestras acciones.

    La gran cantidad de informaciones que recibimos, las elaboramos a través de los procesos cognitivos, que transcurren en nuestra conciencia. No existen dudas de que las habilidades motoras, es decir, la ejecución de habilidades de índole técnica, pueden ser mejoradas si se las entrena adecuadamente.

    Dentro del proceso de aprendizaje técnico, destacan por su especial eficacia, los métodos de entrenamiento basados en el adiestramiento de habilidades cognitivas. Y entre ellos, la autoconversación, el autoconvencimiento, la regulación de la atención y de la activación, así como la regulación de la imaginación, etc. (Eberspacher, 1995).

    El entrenamiento en imaginación es una técnica que "programa" la mente para responder tal como fue programada. Requiere una práctica sistemática, precisa de todos los sentidos, demanda el desarrollo de la capacidad de recrear imágenes, vivencias y experiencias, sin que se produzca ejercicio real de manera simultánea.

    Todo entrenamiento metal plantea la repetición planificada de la práctica imaginada realizada de una manera consciente. (Volpert, 1977). Uno se vale de la imaginación y la aplica de forma sistemática y planificada, con el objetivo de entrenar el desarrollo mental del movimiento, el transcurso del movimiento en el pensamiento y luego en la acción

    La teoría psiconeuromuscular sostiene que impulsos similares ocurren en el cerebro y en los músculos cuando los atletas imaginan los movimientos sin ponerlos en práctica. La evidencia científica mantiene que el vivir los sucesos en la imaginación, genera una inervación en nuestros músculos similar a la producida por la verdadera ejecución física de un evento. Esta tesis la apoyan autores como Jacobson (1983); Hale (1982); Eccles (1958), (op. cit. Weineck, J. 1998)

    De esta manera, tanto en la ejecución de tares motrices como en la imaginación de las mismas, se utilizan vías neuronales similares a la activación muscular. Aunque en el transcurso del proceso de imaginación el nivel de activación muscular es menor que en una situación real.

    La observación repetida de películas, de demostraciones gestuales, etc., produce en el SNC huellas que aceleran el desarrollo de esquemas modelos de condiciones motrices. Sin embargo, en la práctica es preciso tener en cuenta el hecho de que son las fases iniciales y finales de los movimientos mostrados, así como las fases en la que la tensión es máxima, las que producen el efecto inductor más marcado. (Kohl y Kruger, 1972)

    A nivel fisiológico, el entrenamiento mental provoca una excitación cerebral, más exactamente del área cortical motriz y, al mismo tiempo, microcontracciones de los músculos (Kohl y Kruger, 1972.; Pietka, 1976; Beck, 1977). La representación mental del movimiento produce una intensificación de los intercambios gaseosos, una elevación de la frecuencia cardiaca y respiratoria, aumento de la tensión arterial, un aumento de la visión periférica y una mayor excitabilidad del sistema nervioso periférico.

    En el aprendizaje de la técnica se invierte una gran cantidad de tiempo en ejercitar y repetir un modelo biomecánico, que se ajuste a la perfección a una habilidad deportiva concreta. Se trata de adquirir una ejecución automatizada del movimiento de la manera más perfecta posible.

    Durante el aprendizaje o la estabilización de una técnica deportiva, cuyas coordinaciones sean difíciles, no sólo se recurre a la ejecución real del gesto que se ha de aprender o perfeccionar, sino también a su práctica por representación mental. (Ter Owanesjan. 1971)

    Mediante las técnicas de imaginación se pretende que el deportista asimile e interiorice el movimiento a través de un sistema codificado, que lo represente de manera simbólica y los haga más familiar y más automático. Es hasta tal punto importante, que su correcta aplicación conlleva una mejora en los proceso de retención y memorización de las tareas motrices.

    Esta posición teórica ha sido mantenida por estudios que han demostrado una significativa mejora de la ejecución mediante la imaginación dirigida a tareas motrices, que requerían de un código cognitivo en oposición a tareas pura y estrictamente motrices. (Feliz & Landers, 1983; Ryan & Simons, 1981; Ryan & Simons, 1983; Wrisberg & Ragsdale, 1979). Cualquier deportista posee la capacidad de utilizar la imaginación como instrumento de mejora personal, todo va a depender del diseño del programa elegido para el.

    A la hora de diseñar un programa de entrenamiento en imaginación sistemático se aconsejan una serie de pasos:

  • Se debe dedicar tiempo a que los deportistas se formen y se convenzan a cerca de utilidad y de sus ventajas.

  • Es preciso, que el psicólogo deportivo o el entrenador en su caso, evalúen previamente la capacidad imaginativa de sus deportistas y así adaptar adecuadamente el programa a las necesidades individuales de sus jugadores.

  • Se debe incluir en el plan de entrenamiento un programa de iniciación a nivel básico, que permita a los deportistas experimentar las sensaciones y emociones propias de su deporte y, a la vez, desarrollar un amplio repertorio de habilidades mentales que contemple la utilización de todos los sentidos.

  • Es fundamental la sistematización de este entrenamiento de manera integrada en el trabajo diario, y sobre todo, que se incorpore y se adapte a la rutina diaria de los deportistas.

    Debido a la estrecha relación que existe entre la ejecución real y la representación mental del movimiento, uno de los objetivos del movimiento debe ser el efectuar una alternancia óptima entre el entrenamiento practicado y el entrenamiento mental. Así, conseguiremos una mejor evolución, estabilización y perfeccionamiento de la técnica en sí y, por tanto, de los mecanismos de ejecución.

    Kemmler (1973, 84), estable tres grados en el entrenamiento mental:

  • Verbalización del conjunto del movimiento.

  • Visionado de una demostración -modelo

  • Ejecución del movimiento por representación del desarrollo gestual, teniendo en cuenta las sensaciones kinestésicas que acompañan al movimiento, así como las dificultades técnicas específicas de la estructura del movimiento.

    No obstante hay algunos detractores de estos métodos que ven en ellos una pérdida de tiempo por el mucho esfuerzo que requiere su entrenamiento y las pocas ventajas que se obtienen. Es cierto, que si los deportista se imaginan a sí mismos cometiendo errores desaprovechando oportunidades, lo más seguro es que les perjudicará en su rendimiento global. El entrenamiento mental exige grandes esfuerzos de concentración y de representación, esta exigencia debe ser diaria y, aunque sea de dos tres minutos se debe realizar varias veces al día, trabajando especialmente los detalles a mejorar, muy especialmente, las coordinaciones más complejas que son las más beneficiadas. (Ter Owanesjan, 1975).

    A causa de la gran fatiga que entraña los estados de concentración, el entrenamiento mental sólo es aplicable dentro de estrechos límites de tiempo. Hay que tener en cuenta, que este tipo de entrenamiento no cubre el movimiento de los músculos o de los segmentos corporales por sí mismos, lo que excluye el control de ejecución. Si se emplea demasiado a menudo o durante demasiado tiempo, la ausencia de control motor real implica el desarrollo y la fijación de movimientos parásitos.

    Puede ocurrir, que se produzcan imágenes negativas en la práctica imaginada, pero se puede aprender a controlar esas imágenes y ganar en confianza y en la eficacia de la imaginación.

    Después de planteados estos inconvenientes, aún así, podemos aprovechar las grandes posibilidades de este tipo de entrenamiento para elevar, con total seguridad, el nivel competitivo de nuestros deportista.


Bibliografía

  • Beck, E. (1977) Mentales Training in der Vorbereitung des Fechters. Leistungssport

  • Col, K., Kruger, A. (1972) Psychische Vorgange bei der Sportmotorik. Leistunssport.

  • Eberspacher, H. (1995). Entrenamiento mental: un manual para entrenadores y deportistas. Ed. Inde.

  • Feltz, D. L. & Landers, D.M (1983) The effects of mental practice on mentor skill learning an performance: A meta-analysis. Journal of Sport Psychology

  • Kemmeler, R. (1973). Psychologisches Wett-Kampftraining. Blv Leistungssport, Muchen-Bern-Wien.

  • Pietka, L. (1976) Probleme der Optimierung und Individualisierung der Technik des Beidarmigen Reiben in Gewichthebe.

  • Ryan, D. E. & Simons, J (1981) Cognitive demand, imagery, and frequency of mental rehearsal as factors influencing acquisition of motor skills. Journal of Sport Psychology.

  • Ryan, D. E. & Simons, J (1983) What is learned in mental practice of motor skills: A test of the cognotive-motor hypothesis. Journal of Sport Psychology.

  • Ter-Owanesjan. (1971) Die technische und taktiste Vorbereitung im Training. Fur die Mappe des Technikers. DSV.

  • Volpert, W. (1977). Optimierung von Trainingsprogrammen. Lollar-Lahn: Andreas Achenbach. Leistunssport.

  • Weineck, J. (1998) Entrenamiento óptimo. Ed.: Hispano Europea.

  • Wrisberg, C. A., & Ragsdale, M.R. (1979). Cognitive demand practice level: Factors in the mental rehearsal of motor skills. Journal of Human Movement Studies.

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