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Imágenes de los ídolos.
Aportes del interaccionismo de Goffman para el análisis de personajes deportivos

   
Alumno de maestría en la UFSM
Financiador: CNPq.
 
 
Esteban Manuel Barcelona
emanubar@yahoo.com.ar
(Argentina)
 

 

 

 

 
Resumen
    Este trabajo tiene como objetivo mostrar una nueva propuesta para analizar la imagen mediática y la autoimagen que reclaman los ídolos deportivos. En esa yuxtaposición, imagen pública que se clama, y privada que se reclama, el enfoque explorará teóricamente las posibilidades que ofrece la fenomenología de la interacción propuesta por Goffman. A través de este autor y un estudio de casos -Diego A. Maradona- se proyectará el análisis por sobre cómo se presenta socialmente el individuo según su "autoimagen". El análisis propuesto recorre dos dimensiones ("Personal", "Profesional") y finaliza con la identificación de algunas de las categorías que permiten operacionalizarlo.
    Palabras clave: Imagen pública e autoimagen. Idolos deportivos. Medios de comunicación.

Trabajo de maestria no concluído y presentado parcialmente en forma oral en el INTERCOM,
Congreso Brasilero de Comunicación
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 9 - N° 66 - Noviembre de 2003

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Introducción

    Para el lector avezado, no hay un camino típico. El "Diego" puede ser un hijo del deporte, pero su silueta, voz e imagen se escurre por cualquier temática. No es que el fútbol le quede chico, sino que su vida pública lo rebasa, y no goza de mucha vida privada. Está donde menos se lo imagina y opina de todo lo que puede ser socialmente significativo.

    De la forma en que Diego Armando Maradona es puesto en escena en los medios de comunicación advierte que sus apariciones lo convierten en un sujeto difícilmente clasificable. Pasa de primera plana a espectáculos y de allí a policiales o a políticas. En realidad los medios de comunicación aprovechan su figura para realzar cualquiera de las secciones que tiene el diario. El es la noticia. Pero sus acciones y declaraciones lo vuelven periodísticamente impredecible y eso es así porque él se siente "la voz de los sin voz", el denunciante de las injusticias que ocurren delante suyo.

    Para los medios de comunicación, disputarse la figura de Diego es parte de un buen negocio. "Maradona es sinónimo de negocio: Diego no es mudo y sus palabras valen millones". Sus declaraciones, sus contradicciones, sus polémicas y denuncias venden. Y todos los medios quieren tener su última versión de lo que sea. Su popularidad y reconocimiento lo han elevado a las alturas de las grandes "glorias" nacionales y mundiales. Si las imágenes de Gardel y el Che eran parte de esos grandes símbolos populares de exportación, el Diego rápidamente pasó a compartir su lugar. Maradona será nuestro "mejor embajador audiovisual", dirá Alabarces y Rodriguez para reconocer el porte de su figura de continuo apetito mediático.

    En contraposición a ese ruidoso ir y venir de discursos mediáticos y para aclarar todas esas historias y versiones de su vida, el propio Diego Armando Maradona accedió a ofrecer una especie de relato oficial. De historia autorizada y "leal" a sus opiniones, formas de entender y hacer en el mundo.

    La obra autobiografiada que ofrecerá esa versión oficial de su vida y de su historia para los que lo siguen -y para los que lo quieran creer- será la autobiografía "Yo soy el Diego... de la gente". En la obra, a través de sus páginas, reclamará que su imagen se ajuste a una verdad. Su verdad, contada desde lo personal y futbolístico y sin ahorrar en calificativos.

    Yo soy el Diego "de la gente", insiste en el título y en lo que implica a cada momento como posición. Insiste en que él no es de ningún político, ni se vende a los medios, ni se calla ante los poderosos, empresas o federaciones. Y comenta: "¿Porque salí de Villa Fiorito no voy a poder hablar?". Así, reclama y justifica desde su origen, reclama y justifica desde su posición. El dice lo que siente y eso es lo que ha generado infinitas polémicas que se reproducen y también producen sobre su persona y sobre su imagen deportiva porque el personaje trasciende al hombre. El Diego da siempre para más. Y los medios lo saben y aprovechan.

    Frente a ese marco, la línea de investigación que nos interesa cultivar intenta presentar un modo de estudiar este tipo de confrontaciones. La pública por un lado, a partir de lo que muestran, construyen y correlatan los medios y la opinión pública, y otra privada que, como en su caso, lucha por ser pública e imponerse con la impronta que le da el propio protagonista.

    En esa yuxtaposición, imagen pública que clama, e imagen privada que reclama, el enfoque de este trabajo -en particular- explorará teóricamente las posibilidades que ofrece la fenomenología de la interacción de uno de sus "maestros" más notables: Erving Goffman. A través de él se proyectará el análisis de cómo el individuo se presenta socialmente y el objetivo será aprovechar ese modelo para plantear un modo de interpretar cómo los ídolos, además de ser aquello que presentan los medios, son aquello que "quieren ser".1


Enfoque de Erving Goffman

    Erving Goffman es un antropólogo nacido en 1922 en Canadá y posgraduado en la Universidad de Chicago (Estados Unidos). Uno de los aportes que hiciera a la psicología social fue estudiar profundamente el conocimiento "del sí mismo" del hombre, tratando el comportamiento humano en su situación social y en relación al modo como nos presentamos y mostramos a los otros.

    Entre los conceptos que propone para estructurar su modelo comprensivo de la interacción hay dos que nos interesan en particular, por cuanto nos permiten observar en nuestras unidades de análisis (por caso los ídolos deportivos que se autobiografian) las significaciones que se ponen en juego. Estos son, línea y cara. Posteriormente presentaremos cómo estos conceptos convergen en lo que el autor denomina "trabajo de la cara", y finalmente algunos procesos que se asocian a éste "trabajo" en función de su dinámica particular. Veamos lo que implican.


Línea y cara

    En toda situación de encuentros con "otros", postula Goffman, cada individuo tiende a representar una línea, que no es otra cosa que cierto patrón de conducta a través de un esquema de "actos verbales y no verbales por los cuales expresa su visión de la situación, y por medio de ella su evaluación de los participantes, y en especial de sí mismo".

    La división entre línea y cara, entonces, la realiza a los fines de mejorar la interpretación, por cuanto el individuo en esa situación de contacto dispone de una cara que es el valor social positivo que reclama para sí de acuerdo a la línea que los demás suponen que ha seguido en determinada circunstancia social. La cara, entonces, es la imagen que cada uno reclama que los otros le reconozcan de acuerdo a la línea que se ha seguido. A decir del autor, la cara "es la imagen de la persona delineada en términos de atributos sociales aprobados".

    Para el autor los encuentros sociales pueden ser de tipo inmediato o mediato, siendo posible que en los últimos la relación sea más atenuada y la línea de cada participante pueda interpretarse como un entresacado de declaraciones escritas y registros de trabajo. Ese es el caso, por ejemplo, en el que nos permitimos situar el análisis de las autobiografías y para lo cual la obra "Yo soy el Diego de la Gente" se constituye en el material principal.

    El proceso en el que se construye ese recorrido de afirmaciones, expectativas y reconocimientos, puede comprenderse a través de un concepto fundamental, cual es, el de "trabajo de la cara". Las personas, advierte Goffman, determinan cómo debe ser la interacción probando la significación "potencialmente simbólica" de sus actos en relación a las imágenes que sostiene. Al hacerlo pone su conducta en un orden expresivo que permite y hace fluir la interacción, pero que también confirma o no su línea de actuación.

    Veamos entonces lo que implica el "trabajo de la cara".


El trabajo de la cara

    Por trabajo de la cara, Goffman entiende a las acciones efectuadas por una persona para lograr que lo que haga, o sea, su conducta, sea coherente con su cara. El trabajo de la cara sirve, por ejemplo, para contrarrestar incidentes, es decir, sucesos cuyas consecuencias simbólicas efectivas ponen en peligro la cara. De este modo el concepto de equilibrio aparece como importante y refiere a un tipo de trabajo de la cara, pues por medio del equilibrio la persona domina su turbación y por lo tanto a las posibles incomodidades que ella y los otros tendrían que atenerse frente a una conducta fuera de una expectativa creada.

    Si la idea principal es que toda cara se presenta en relación con una línea que se sigue, la previsión es que el trabajo de la cara se torne dinámico en función de tener, estar o mantener la cara. Aunque también esto implica que un individuo pueda estar en una cara equivocada; estar sin cara y o en otras situaciones que lo lleven a perder la cara, tener la necesidad de salvarla o tener que asumir: dar la cara. Ciertos mecanismos, entonces, se activan en el trabajo de la cara. Veamos a continuación algunos de sus tipos básicos.


Los tipos básicos del trabajo de la cara

    El proceso de evitación, advierte el autor, es la manera más segura de evitar amenazas contra la cara. De ese modo el individuo trata de eludir los contactos en los cuales se pueden producir amenazas a su cara.

    El proceso correctivo, en tanto, se produce cuando por una circunstancia social se pergeña cierto desequilibrio ritual o deshonra, y es preciso llevar a cabo un intento de restablecer -para terceros- un estado ritual satisfactorio.

    Veamos entonces como este conjunto de articulaciones conceptuales permiten armar un modelo de análisis y aplicarlo a los casos que nos interesan. A seguir, entonces, se plantearan las dimensiones en las que operan las principales relaciones y proyecciones.


La fenomenología de la presentación del yo para el análisis de casos

    ¿Qué quiere Diego que se diga de él (a través de su autobiografía)?. ¿Qué hace Diego o qué dice que hizo y hace para guardar correspondencia entre una línea de actuación buscada y las caras que la confirman o cuestionan? Una pregunta de ese tipo, que es la que movilizó la búsqueda por tener una matriz de análisis en la fenomenología de Goffman, precisa a nuestro entender de determinadas estrategias de operacionalización. O para decirlo con la conceptualización escogida, precisa operacionalizar el cómo observar la línea y el cómo advertir la cara. En ese marco la primera operación fue delimitar las dimensiones en las que resultaba posible analizar la línea. Y tratándose nuestro caso de estudio de un personaje autobiografiado, esto se hizo comprendiendo sus dos facetas principales: la del jugador, el profesional, y la persona, el Diego de la Gente.

    Pero si sobre la imagen y autoimagen de Diego lo interesante se manifiesta a nivel de sus contradicciones, conflictos y polémicas (en lo cual hasta suele decir que es una "víctima del sistema"), el análisis del trabajo de la cara, las posibles correspondencias, evitaciones y correcciones remiten a la necesidad de modalidades operativas de nivel semejante al aplicado para la línea.


La propuesta de análisis

    Lo planteado anteriormente puede sintetizarse en un modelo o representación que articula la conceptualización escogida y las dimensiones de análisis privilegiadas. En ese sentido, si la propuesta de análisis es sobre las diferentes dimensiones o aspectos que pueden ser personales y profesionales.

    Principales dimensiones para analizar la imagen de ídolos deportivo

Cualidades Profesionales: relativo a la profesión como medio económico para ganarse la vida, de acuerdo a criterios de: bases disciplinarias y filosóficas, destrezas especializadas, motivos del servicio, código ético, período de formación y asociaciones profesionales consecuentes.

Cualidades Personales: Carácter esencial y exclusivo de una persona, sus valores, defectos y virtudes que la distinguen de otra y que se expresan por medio de la conducta y el comportamiento individualidad consciente.

    De este modo para ambas dimensiones será necesario identificar unidades de registro discursivo que, siguiendo a Verón, por ejemplo, den cuenta del sentido del discurso y de las representaciones que su enunciador propone a nivel de operaciones cognocitivas sobre los referentes de la realidad a los que aluden.


Las categorías de las dimensiones "personalidad y profesionalidad"

    Luego, a partir de estas dimensiones, se identificaron categorías posibles para interpretar la autoimagen que Maradona reclama en su autobiografía. Estas categorías se construyeron, después de varias lecturas y análisis del libro "Yo soy el Diego... de la gente", de acuerdo a una selección de cualidades que resultan del discurso que el actor manifiesta y en el que se autodefine. Sobre ese conjunto de cualidades se seleccionaron luego las que eran más significativas por presentarse con mayor énfasis, repetición y presencia en la mayoría de los capítulos de la obra.

    Estas categorías se trabajan a nivel de un primer análisis exploratorio y refieren a la interpretación de su imagen de acuerdo a las dimensiones de personalidad y profesionalidad. Para la primera, los conceptos centrales que se constituyen en categorías de análisis son: orgulloso (rebeldía-revancha-venganza), trabajador (laburo-lucha-pelea), leal (amistad-familia), honesto (sinceridad) y solidario (cooperación-generosidad). Por otro lado en la segunda dimensión, profesionalidad, encontramos: importante (imprescindible-figura-ídolo), divertido jugando (jugar bien-entretener y dar alegría a la gente) y habilidoso (talento-expertía).


Consideraciones finales

    Diego Armando Maradona no es un personaje común. Que Alabarces y Rodríguez lo caractericen mediáticamente como inclasificable e impredecible no hace otra cosa que resumir lo que ha sido gran parte de su vida pública.

    ¿Qué es, qué hizo, qué hace? ¿Son los medios los que ofrecen una versión acorde a ese incansable trajinar de opiniones, conflictos y contradicciones? El propio Diego se preocupó por contar la historia que a su entender hacía justicia con la verdad de los hechos.

    ¿Pero qué cuenta esa historia, además de ofrecer datos, hechos, nombres y apreciaciones sobre una subjetividad explícita?

    Un modo de avanzar en una comprensión que vaya más allá de la intencionalidad del auto biografiado es analizar las imágenes que pretende trascender con sus palabras. Goffman, en ese sentido, ofrece una batería conceptual y una articulación teórica que permite dar cuenta del nivel en que las palabras, además de anunciar, reclaman determinado tipo de lectura sobre los actos.

    A través de "línea y cara", y los modos en que la dinámica de las mediaciones se expresan en el trabajo de la cara y los procesos de evitación y corrección, resulta posible ofrecer una alternativa metodológica para analizar cómo la persona y el personaje se presentan y hasta qué punto reclaman cierta imagen que no siempre coincide con la social y mediáticamente instalada.

    Un primer análisis, en esa perspectiva, nos conduce a trabajar como hipótesis de línea su preocupación por mostrarse en tanto persona y deportista orgulloso, trabajador, leal, honesto y solidario; importante y divertido jugando. Mostrar si las unidades de registro discursivo convalidan o no esa imagen, se mantienen o contradicen y dan lugar a diversas caras es una tarea que nos demandará analizar detenidamente la obra.

    La propuesta, entonces, es una herramienta para avanzar sobre matrices de análisis que combinen perspectivas individuales y construcciones mediáticas. Aunque esta última requiera de otros niveles de esfuerzo metodológico e interpretativo que abordaremos en otra fase de la pesquisa.

    El "Diego de la gente" puede ser, con este intento, algo más que un libro para conocer anécdotas, opiniones y detalles cotidianos, y su proyección dependerá del valor que este instrumento dé al conocimiento de los actores y su gente. Esta presentación es un avance, entonces, para innovar metodológicamente en el estudio de los "ídolos" que la industria cultural vehiculiza.


Notas

  1. El enfoque será utilizado, además, en el desarrollo de una investigación que -siguiendo la línea antes enunciada- permitirá elaborar la Disertación de Maestría del autor.


Referencias bibliográficas

  • ALABARCES, Pablo y RODRIGUEZ, María Gabriela. Cuestión de Pelotas. Deporte. Sociedad. Cultura. Atuel, Bs. As. 1996.

  • ALABARCES, Pablo y RODRIGUEZ, María Gabriela. Fútbol y Patria, la Crisis de la Representación de lo Nacional en el Fútbol Argentino. Conferencia Toronto, Canadá, 5 al 8 de noviembre, 1997.

  • DI GIANO, Roberto; KUNIS, Claudio; PALOMINO, Héctor. Fútbol, una Pasión Nacional. Lecturas: educación física y deportes.

  • GOFFMAN, Erving. A representação do eu na vida cotidiana. Editora Vozes Ltda., Petrópolis, 1975.

  • GOFFMAN, Erving. Ritual de la interacción. Ed. Tiempo contemporáneo. Bs. As., 1971.

  • MARADONA, Diego Armando. Yo soy el Diego (de la Gente). Realización: Daniel Arcucci y Daniel Cherquis Bialo. Ed. Planeta, 2000.

  • RODRIGUEZ, María Gabriela, Diego, un héroe global (o la agonía del último dinosaurio). Presentado en las Jornadas de Deporte y Sociedad, organizadas por la Facultad Ciencias Sociales y la Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Bs. As., agosto de 1996.

  • VERÓN, Eliseo, La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad. Editorial Gedisa, Barcelona, 1996.

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revista digital · Año 9 · N° 66 | Buenos Aires, Noviembre 2003  
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