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Termolipólisis ¿verdad o ficción?

   
Licenciado en Educación Física
Universidad de los Lagos, Osorno
 
 
Rodrigo Ramírez Campillo
ramirezcampillo@yahoo.com
(Chile)
 

 

 

 

 
Resumen
    El presente artículo tiene como primera finalidad desmentir algunas afirmaciones hechas por publicidad engañosa y que carece de base científica y en ocasiones de sentido biológico. En segunda instancia, este artículo pretende dar a conocer un enfoque distinto para el uso deportivo de vestimentas diseñadas para generar termogénesis.
    Palabras clave: Termolipólisis. Ejercicio físico. Tejido adiposo. Reducción localizada.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 9 - N° 63 - Agosto de 2003

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Introducción

    Antes de entregar la información de los estudios científicos, analicemos unos cuantos hechos y términos para tratar de comprender la relativa (relativa, pues si bien es inútil a la hora de tratar de disminuir el tejido adiposo, puede proporcionar un estimulo de entrenamiento para deportistas que necesiten aclimatarse al calor en climas fríos) inutilidad del uso de vestimentas o aparatos de finalidad termogénica-lipolítica localizada.

1. Para comenzar, definamos termolipólisis: pérdida (lisis) de grasa (lipo) por medio o en relación con el calor (termo). Bueno, si tomamos en cuenta los tres constituyentes de la palabra podemos encontrar cierta verdad en el uso de vestimentas o aparatos (faja elástica por ejemplo) con la finalidad de perder un mayor gasto calórico (no necesariamente provenientes de las grasas), ya que se conoce que el organismo al estar sometido a un estrés térmico mayor (altas temperaturas) se desprende más rápida y fácilmente del oxígeno contenido en la hemoglobina de las células rojas (glóbulos rojos; rojos debido a que la hemoglobina les da ese color), lo cual acelera el proceso de utilización de sustratos energéticos en las mitocondrias. Pero no existe evidencia que señale a los ácidos grasos como los responsables de este incremento en el gasto energético. Aunque parecería lógico pensar que se debe a estos, ya que en reposo son estos (los ácidos grasos libres) los que se utilizan en mayor proporción (en comparación a los glúcidos y proteínas). Sin embargo, este incremento del gasto energético, producto del desprendimiento pasivo del O2 de la hemoglobina, no parece ser significativo como para inducir una reducción del tejido adiposo. Aún más, incluso si estos aparatos o vestimentas se usaran durante la realización de ejercicio físico, no existe evidencia que señale un incremento en el gasto energético o utilización incrementada de ácidos grasos. Se conoce desde hace tiempo que estos utensilios limitan la realización de trabajo físico, induciendo una deshidratación prematura y por ende el cese de la actividad, lo que conlleva a un gasto calórico (objetivo principal para la pérdida de peso por tejido adiposo) significativamente menor del alcanzado durante la realización de la actividad con vestimenta tradicional.

Dato extra: El frió, por otro lado, provoca el llamado efecto Q10. Esto se refiere a que las necesidades de O2 del organismo disminuyen a medida que la temperatura del medio (y por ende, a la larga, del cuerpo) desciende. Este fenómeno es el causante del mayor tiempo de inmersión (ahogo) en el agua, sin efectos desastrosos o muerte en la persona ahogada.

2. Si consideramos el "marco teórico" de los productos que proclaman reducir la masa grasa o inducir una lipólisis a través de la sudoración copiosa, notaremos una clara falencia de sentido en su planteamiento. Pues recordemos que las reservas de tejido adiposo en el organismo están "diseñadas" para almacenar la mayor cantidad de energía en el menor espacio posible, función que cumplen muy bien, al poseer una cadena carbonada rica en energía y una estructura prácticamente carente de H2O (agua), lo que las convierte en la reserva energética "perfecta". Es por esto (carencia de agua en el tejido adiposo) que es incongruente pensar que estamos "quemando más grasas" al sudar más, pues en realidad la grasa carece de agua. Si bien es cierto que se genera agua en el metabolismo de la combustión de las grasas, esta generalmente es eliminada a través de la respiración en forma casi imperceptible.

3. El uso de, por ejemplo, una faja elástica, tiene como finalidad reducir "localmente" las reservas de tejido adiposo. Esta finalidad difícilmente será cumplida, debido a que la reducción localizada de tejido adiposo parece no existir (ver más adelante los estudios científicos). Al contrario, la lipólisis ocurre en forma global en el organismo y resulta muy difícil determinar de que lugar proviene, a no ser que se posea la tecnología y conocimiento adecuado para su estudio.

4. La pérdida de sudor puede ser localizada, no así la lipólisis. Si bien la pérdida de agua a través del sudor puede ser perceptible y claramente identificable, no sucede lo mismo a la hora de determinar el gasto energético proveniente de las reservas de grasa. Por lo general debemos recurrir a lo que se conoce como Cuociente Respiratorio, el cual nos indicará que tipo de sustrato estamos utilizando principalmente para sustentar las necesidades energéticas de nuestro organismo. Así, un CR de 1.0 nos indica que estamos utilizando casi en un 100% los glúcidos como sustrato energético, mientras que un CR de 0.75 indica que los ácidos grasos son los que están contribuyendo predominantemente a la sustentación energética del organismo. Para aclarar, el CR se determina por medio de los gases que exhalamos al respirar, los cuales se almacenan en bolsas especiales para su posterior análisis. Mientras más moléculas de carbono se encuentren en estas bolsas, será esto indicio de una mayor predominancia de los glúcidos sobre otros sustratos energéticos (como es el caso de las carreras donde se utilizan valores de consumo de oxígeno sobre el 80-85%)

Dato extra: Una de las fallas de los dispositivos de electroestimulación para inducir la estimulación de lipólisis, es la imposibilidad de provocar un cambio hormonal en el organismo, cambio que es elemental para permitir un incremento en disponibilidad y en la entrada de ácidos grasos en las células donde serán utilizados (combustionados). Pues recordemos que si los niveles de insulina no disminuyen, los ácidos grasos irán a depositarse al tejido adiposo. Si los niveles de noradrenalina (norepinefrina) plasmática no se incrementan, no se estimulara la liberación de ácidos grasos desde el tejido adiposo (la noradrenalina es la principal hormona estimuladora de los receptores beta-adrenérgicos de las células adiposas, receptores que una vez estimulados se encargan de dar la señal para degradar los triglicéridos y enviarlos al torrente sanguíneo en forma de ácidos grasos libres y glicerol (el glicerol es similar a un glúcido o azúcar).

5. Se tienen datos científicos en cantidades abrumadoras que indican al ejercicio físico como un potente estimulador de los factores lipolíticos y anti-lipogénicos. Sin embargo son escasos (por no decir ninguno) los estudios que señalan al sedentarismo con los mismos beneficios que otorga la práctica de ejercicios físicos. Si consideramos que varios de los aparatos del mercado que supuestamente inducen una reducción del tejido adiposo localizado, por medio de la termogénesis, no exigen a la persona ni siquiera levantarse de la cama, es ya una evidencia más a favor del ahorro de dinero en aparatos fraudulentos y en pro de su uso para hacerse asesorar por un buen profesional.


Implementos para incrementar la sudoración

    La racionalidad para le uso de vestimentas o aparatos para sudar al realizar ejercicio o practicar deportes, es crear un microclima temporal y caluroso, para prevenir la perdida de calor a través de la evaporación. Esta forma de entrenamiento ha sido propuesta para incrementar más la tolerancia al calor inducido por el ejercicio en comparación a entrenamientos similares en donde se utiliza ropa tradicional de entrenamiento y clima agradable, y puede resultar de ayuda para atletas que pretender rendir bien en climas calurosos (sobre todo si entrenan en climas fríos). Otro uso de los aparatos o vestimentas de sudoración puede ser la pérdida aguda de peso con base en la pérdida de este por medio del sudor.


Entrenando para tolerar el calor inducido por el ejercicio

    Estudios antiguos y no controlados, sobre los efectos de los equipos de sudoración han sugerido un incremento significativo o ningún beneficio adicional para la tolerancia al calor. Investigaciones recientes han generado datos confiables, permitiendo extraer firmes conclusiones y recomendaciones sólidas.

    Dawson y Pyke muestran que el entrenamiento en ropa ligera de nylon (diseñada para sudar) provee un reto significativo al sistema termorregulador y parece no restringir el entrenamiento de carrera. En un estudio posterior tuvieron a jugadores de hockey de elite entrenando en condiciones ambientales agradables, ya sea con vestimenta normal o con vestimenta para sudar. Luego de 2 semanas de entrenamiento de campo en intensidad auto regulada, los test en carrera interválica en condiciones calurosas-húmedas solo mostraron incrementos limitados a la tolerancia del calor inducida por ejercicio en el grupo que uso el traje para sudar, y la misma adaptación se vio en los sujetos control. Luego, Dawson, Pyke y Morton, compararon los efectos de entrenar en un traje para sudar en condiciones agradables (20°C, 50% de humedad relativa), y en ropa normal en el calor (34°C, 60% de HR). Los test de tolerancia al calor, luego de 7 días de carreras sobre una trotadora en forma interválica, reveló cambios típicos de la aclimatación al calor. Sin embargo, los incrementos fueron prácticamente los mismos en ambos grupos, indicando que la ropa para sudar fue igual de efectiva como la exposición artificial al calor al momento de estimular la tolerancia al calor inducida por ejercicio en sujetos bien entrenados.

    Otro estudio de Dawson, Pyke y Morton fue diseñado para examinar la efectividad de entrenar en trajes para sudar en condiciones ambientales agradables, para mejorar la tolerancia al calor inducido por ejercicio. Tests de carrera interválica en condiciones calurosas, luego de 10 días cuidadosamente planeados de sesiones de entrenamiento de campo, revelaron incrementos significativos en el grupo que uso trajes para sudar. La mayoría de estos cambios, sin embargo, fueron comparables a los logrados por el grupo que entreno con vestimenta normal y a la misma temperatura, con la excepción de una temperatura rectal menor y una sensibilidad mayor para sudar durante el ejercicio en los sujetos del grupo experimental (los que usaron trajes).

    Por lo tanto, al menos en sujetos entrenados, entrenar con equipos o vestimentas para sudar no incrementa la tolerancia al calor inducida por ejercicio más de lo que lo hace la ropa corriente (aunque puede presentar beneficios para los atletas que requieran adaptarse al calor en climas fríos), pero la ropa para sudar provoca demandas físicas y psicológicas mayores.


Vestimentas diseñadas para sudar y regular el peso

    El incremento de la temperatura interna corporal es un fuerte estímulo para sudar y tanto la T° como la sudoración se incrementan más cuando un determinado ejercicio se realiza con vestimenta especialmente ideada para incrementar tales efectos. Por lo tanto, estas vestimentas provocan una mayor pérdida aguda de peso o la misma pérdida que se genera al ejercitar con ropa normal, pero con menor esfuerzo. Esto puede ser una ventaja en términos de menor fatiga y ahorro de glucógeno muscular y hepático (entre otros). La ventaja de una frecuencia de sudoración mayor puede perderse si el traje es demasiado impermeable, restringiendo la evaporación del sudor de la piel. Esto puede suprimir el ritmo de sudoración local. Las dificultades prácticas, las demandas físicas y psicológicas extra, y los riesgos de un disturbio significativo en los fluidos, electrolitos y balance térmico, disminuyen el uso eficiente de las vestimentas en cuestión como forma o medio para una reducción de peso aguda en los deportes.


Reducción localizada de tejido adiposo

    Por años se ha propuesto que al ejercitar un área específica del cuerpo es posible ejercer una influencia mayor sobre el contenido graso de esa región. Este concepto ha sido referido como "reducción localizada" (spot reduction). ¿Cual es la evidencia que sustenta este concepto? Un estudio reporta disminución significativa en el pliegue cutáneo abdominal y de cadera luego de 4 semanas de un programa de ejercicios consistente en 6 contracciones isométricas abdominales mantenidas por 6 segundos cada una, un programa de ejercicios que la autora proclamó sería una evidencia de la reducción localizada de tejido adiposo. Desafortunadamente, en el estudio no hubo un grupo control, o un grupo que realizara otro tipo de ejercicios (no específicos), para confirmar que estos cambios fueron, en realidad, el resultado de una reducción localizada y no simplemente el resultado de una reducción generalizada en la grasa subcutánea del cuerpo. A la fecha, solo un estudio de investigación uso un diseño experimental apropiado para poder confirmar el concepto de reducción localizada.

    Usando flexiones y extensiones de brazo unilateral, Olson y Edelstein han reportado una reducción significativa en el pliegue cutáneo de tejido adiposo del tríceps en el brazo que se ejercitó en comparación al tríceps del brazo que no se ejercitó. Contrariamente, usando un diseño de estudio similar, Roby encontró disminución en los pliegues adiposos cutáneos del tríceps en ambos brazos, entrenado (-1.0 mm) y no entrenado (-1.5 mm), luego de 10 semanas de un programa de entrenamiento con sobrecarga (extensiones de antebrazo).

    Noland y Kearney condujeron un estudio de 10 semanas en 56 mujeres asignadas al asar a un programa ya sea general o especifico (reducción localizada) de ejercitación. Mientras que hubo una reducción significativa entre el pre-post test para ambos grupos en los pliegues cutáneos y circunferencia del segmento, no se encontraron diferencias entre los grupos. Gwinup, Chelvan y Stienberg realizaron un estudio de tipo transversal poco ortodoxo para la investigación del concepto de reducción localizada de tejido adiposo. Usando jugadores de tenis profesionales, ellos encontraron un desarrollo muscular sustancialmente superior en el brazo dominante, lo cual fue atribuido a diferencias en el grado de actividad entre ambos brazos. Sin embargo, no se encontraron diferencias entre los dos brazos en el contenido de tejido adiposo (analizado por múltiples determinaciones de pliegues cutáneos).

    Finalmente, un estudio observó los efectos de un programa de entrenamiento de 27 días (en los cuales se realizo un trabajo especifico de abdominales; 5.004 en total) sobre el tamaño de la célula adiposa y la adiposidad, determinados mediante biopsias musculares aplicadas en las regiones abdominal, subescapular y gluteal, antes y después del programa. El peso, la grasa corporal total, el grosor de los pliegues cutáneos y circunferencias no cambiaron, mientras que el tamaño de las células adiposas disminuyó. No hubo evidencia que indicase que esta reducción se dio preferencialmente en una u otra región.


Conclusiones

    La termolipólisis existe como proceso fisiológico normal e integrado del organismo, pero no tiene ninguna relación con los comentarios hechos por comerciantes que promocionan aparatos para incrementar la lipólisis e inducir una disminución del tejido adiposo por medio de la termogénesis, así como tampoco es efectivo el uso del sauna u otro método que induzca la termogénesis sin la realización de ejercicio físico (teniendo en consideración los riesgos que esto puede ocasionar) con la intención de reducir la masa grasa.

    Si bien existe un estudio con un diseño apropiado que proporciona evidencia sobre la reducción localizada de tejido adiposo, este no basta para sustentar las afirmaciones hechas por muchos dispositivos fraudulentos que se comercializan actualmente sobre la pérdida localizada de grasa. Todos los estudios bien elaborados (a excepción del ya citado) no han encontrado evidencia que verifique la existencia de esta reducción localizada, sean estudios de corte transversal o longitudinal.

    El uso de aparatos o vestiduras con finalidad termogénica sobre el organismo, puede tener cierta utilidad para algunos atletas (aclimatación al calor en climas fríos y pérdida aguda de peso sin esfuerzo extenuante), sin embargo su uso debe ser cuidadosamente controlado y limitado por especialistas.


Bibliografía

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  • Carvalho, Mario; Fisiología Esportiva; Capitulo 3.

  • Fox, Edward L.; Fisiología del Deporte; Capítulo 9 y 10.

  • Saavedra, Carlos; Curso de Capacitación en Ejercicio Físico y Salud "Fisiología del Ejercicio Aplicada al Tratamiento de Alteraciones Metabólicas y Osteomusculares". Curso Celebrado en Santiago (Chile), el 06-10-2001.

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