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Propuesta de intervención para la mejora de actitudes
hacia personas con discapacidad a través de
actividades deportivas y recreativas

   
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte
Universidad de Extremadura
Facultad de Ciencias del Deporte
Master Europeo en Actividad Física Adaptada
(Universidad Católica de Leuven e INEFC Lleida)
 
 
Raúl Reina Vaíllo
rreinava@unex.es
(España)
 

 

 

 

 
Resumen
    El presente trabajo expone una profunda reflexión entorno a las actitudes manifestadas hacia el colectivo de personas con discapacidad en los ámbitos educativo, deportivo y recreativo. Partimos de la premisa de que la actitud se compone de tres componentes fundamentales (cognitivo, afectivo y conductual), y donde las creencias que las personas tienen hacia la realidad, persona o grupo de referencia van a determinar en gran medida la actitud manifestada.
    Proponemos una serie de pautas de intervención para la modificación de actitudes hacia este colectivo desde el ámbito recreativo, basándonos principalmente en experiencias de contacto directo entre personas con y discapacidad, a través de diferentes modalidades y juegos deportivos.
    Palabras clave: Actitudes. Discapacidad. Actividades deportivas y recreativas
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 9 - N° 59 - Abril de 2003

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Introducción

    Son varios los instrumentos legislativos, promulgados por los órganos de gobierno, encaminados hacia la integración en la sociedad de colectivos con discapacidad, con el fin último de equiparar oportunidades. En este sentido, la práctica física y deportiva no debe ser una excepción. Tales propuestas pretenden, entre otros muchos objetivos, la progresiva concienciación de nuestra sociedad acerca de las necesidades de las personas con discapacidad, siendo uno de los deberes de las autoridades competentes la dotación de medios y recursos para garantizar su integración.

    Las Naciones Unidas (1988), reconocen que las actitudes sociales hacia las personas con discapacidad pueden suponer obstáculos más importantes para su inclusión en la comunidad que los derivados de su propia deficiencia. Pero no es sólo la sociedad la que puede poner obstáculos en ese proceso de inclusión en la comunidad, sino también, la actitud de algunos profesionales que deben intervenir sobre este colectivo. En este sentido, Larrieve (1982; citado en Verdugo, Arias & Jenaro, 1994, p.17) comenta que "mientras que la integración pueda ser impuesta por Ley, el modo en el que el profesor responde a las necesidades de sus alumnos puede ser una variable mucho más poderosa para determinar el éxito de la integración que cualquier estrategia administrativa o curricular", aunque no debemos olvidar en ningún momento el papel de los compañeros, el grupo de iguales y, ni mucho menos, de la familia.

    Sólo con el apoyo de toda la sociedad, tanto en actitudes positivas y tolerantes, se conseguirá una integración social efectiva de las personas con discapacidad (Verdugo y Arias, 1991). Además, comportamientos discriminatorios, caracterizados por arraigados prejuicios, afectan y son las causas de la desorganización de algunos sectores de la sociedad actual (Mastro, Burton, Rosendahl & Sherrill, 1996). Y, ¿qué mejor medio que la actividad física y el deporte para conseguir un desarrollo efectivo de este tipo de actitudes?... y, por que no decirlo, también de integración. En palabras de Sir Ludwig Guttmann, "el deporte debe convertirse en una fuerza impulsora para que los minusválidos busquen o restablezcan el contacto con el mundo que los rodea y, por consiguiente, el reconocimiento como ciudadanos iguales y respetados" (citado en Consejo de Europa, 1988, p.19).

    Según Triandis (1971), entendemos la actitud como "una idea provista de una carga emocional que predispone a una clase de acciones ante un determinado tipo de situaciones sociales". Si analizamos la definición aportada por este autor podemos diferenciar en ella tres componentes:

  • La idea (componente cognitivo).

  • La emoción asociada a esa idea (componente afectivo).

  • La predisposición a la acción (componente conductual).

    Para Ruiz (2002), el componente cognitivo se refiere a nuestras ideas, creencias o percepciones sobre un referente actitudinal. Tales ideas no tienen por qué ser verdaderas, ni necesariamente estar basadas en datos objetivos o en nuestra experiencia directa con esas personas. El componente afectivo define el conjunto de emociones asociadas a un pensamiento o idea. Finalmente, el componente conductual describe las acciones o tendencias de acción asociadas a los componentes anteriores, pudiendo ser de tipo abierto (contacto, ayuda, etc.) o encubierto (desprecio callado, etc.).

    Partiendo de los componentes propuestos en la definición anterior de actitud, Sherrill (1998, p.7) propone que "una actitud es una serie de creencias cargadas de emoción que predisponen a la persona a ciertos tipos de comportamientos". Por ello, es importante que valoremos (incluso midamos) los aspectos comportamentales, afectivos y cognitivos de los protagonistas que intervengan en cualquier proceso interactivo con personas con discapacidad (Slininger, Sherrill & Jankowski, 2000). Así pues, Sherrill (1998, p.225) apunta nuevamente que "la clave para cambiar comportamientos hacia personas que son diferentes son las actitudes. Esta es al esencia de la actividad física adaptada, la integración y la inclusión". Pero hay una serie de postulados que debemos tener en cuenta cuando abordemos cualquier temática en relación a las actitudes, en nuestro caso, hacia el colectivo de personas con discapacidad (Antonak & Livneth, 1988, pp.9-10):

  • Las actitudes son aprendidas mediante la experiencia e interacción con otras personas.

  • Las actitudes son complejas, con componentes múltiples.

  • Las actitudes son relativamente estables (a veces rígidas), debido a su resistencia a ser cambiadas.

  • Las actitudes tienen un objeto social específico como referente (personas, situaciones, eventos, ideas, etc.).

  • Las actitudes pueden cambiar en su cantidad y calidad, poseyendo diferentes grados de motivación (intensidad) y dirección (contra, a favor).

  • Las actitudes son manifestaciones del comportamiento, debido a la predisposición a actuar de cierta manera cuando el sujeto se encuentra con el referente hacia el que manifiesta esa actitud.

    Desde la teoría de la "acción razonable" (Reasoned Action; Ajzen & Fishbein, 1980), se entiende por actitud a una evaluación general o un sentimiento global, favorable o no favorable, hacia un comportamiento en cuestión. La teoría de la acción razonable postula que las intenciones y comportamientos pueden ser entendidos y predichos a partir de las actitudes manifestadas por la persona. De esta manera, las actitudes manifestadas hacia un objeto, persona o grupo en cuestión están determinadas por las creencias que tengamos sobre el mismo. Existen dos tipos de creencias (creencias personales y normas subjetivas o sociales), que interactúan influyendo en nuestras intenciones, lo que determina posteriormente nuestro comportamiento o serie de comportamientos (Sherrill, 1998; Duchane & French, 1998). Tales creencias son, por tanto, producto de nuestras experiencias pasadas, nuestro conocimiento y la nueva información que adquirimos (Kowalski & Rizzo, 1996), influyendo también sobre las actitudes que manifestamos hacia el objeto, persona o grupo de referencia.

    Consideramos varios los grupos de población cuyas actitudes hacia las personas con discapacidad pueden tener incidencia sobre el proceso de integración de las mismas, concretamente en el contexto donde se lleve a cabo esa interacción. Tales colectivos varían en función del contexto en el cual se lleve a cabo la actividad: contexto educativo, deportivo y recreativo / social.

    Respecto al ámbito educativo, y concretamente el de la Educación Física, las actitudes de los compañeros son consideradas como una de las variables más importantes para la integración de alumnos con discapacidad, con necesidades educativas especiales (NEE) (Sherrill, Heikinaro-Johansson & Slininger, 1994; Sherrill, 1998). Pero no sólo es fundamental la actitud de los compañeros de la comunidad educativa sino, más importante, la del profesor a cargo del grupo-clase. Así pues, en centros escolares donde se lleve a cabo la escolarización de alumnos con NEE, las actitudes de los profesores hacia la enseñanza de alumnos con diferentes grados de habilidad y discapacidad parece ser un factor clave para una inclusión exitosa (Jarvis & French, 1990; Rizzo & Vispoel, 1991; Heikinaro-Johansson & Sherrill, 1994; Heikinaro-Johansson & Vogler, 1996; Hodge & Jansma, 1999; Folsom-Meek & Rizzo, 2002). Las actitudes son, por tanto, el "punto de partida" para el éxito en el proceso educativo (Heikinaro-Johansson & Sherrill, 1994; Sherrill, 1998). Son varios los postulados, referentes al ámbito educativo, que varios autores defienden, algunos de los cuales son perfectamente extrapolables a los otros dos ámbitos de los que hablaremos posteriormente:

  1. Diversos autores defienden una estrecha relación entre la competencia percibida de los profesores y las actitudes que manifiestan hacia el proceso educativo y sus participantes (Rizzo & Vispoel, 1991). Así pues, la preparación del profesorado es un potente predictor de las actitudes hacia la enseñanza de alumnos con discapacidad (Folsom-Meek, Nearing, Groteluschen & Krampf, 1999), siendo más probable que las actitudes del profesorado sean más favorables cuando perciben en sí mismos un mayor nivel de competencia (Rizzo & Wright, 1988; Rizzo & Vispoel, 1991; Kowalski & Rizzo, 1996). Esa mayor competencia percibida es un factor clave para que se lleve a cabo el proceso de inclusión de forma exitosa (Heikinaro-Johansson & Sherrill, 1994; Heikinaro-Johansson & Vogler, 1996; Duchanne & French, 1998; DePauw & Doll-Tepper, 2000).

  2. Junto a la competencia percibida, otras variables de gran importancia son las experiencias pasadas del profesorado en enseñanzas con estos alumnos, así como el grado o nivel formativo que poseen en la materia. Las actitudes pueden ser mejores a medida que el grado de experiencias de trabajo con personas con discapacidad sea mayor (Rizzo & Vispoel, 1991; Kowalski & Rizzo, 1996), así cuando se posee un mayor grado de formación académica especializada (Rizzo, 1985; Kowalski & Rizzo, 1996; Folsom-Meek et al., 1999).

  3. Variables como el tipo de discapacidad, así como el grado en el que se manifiesta, pueden afectar también a las actitudes de los profesores (Kowalski & Rizzo, 1996). En este sentido, la predisposición suele ser más adecuada ante alumnos con discapacidades leves que severas (Rizzo & Vispoel, 1991).

  4. Otras variables que pueden influir, pero con resultados menos concluyentes, son el género del docente y su edad. Respecto al género, algunos estudios sugieren que las mujeres tienen actitudes más favorables que los hombres (Aloia, Knutson, Miner & Von Seggern, 1980), aunque hay otros que no encuentran diferencias significativas al respecto (Rizzo & Vispoel, 1991; Duchane & French, 1998). Respecto a la edad, diversos estudios (Rizzo, 1985; Rizzo & Wright, 1988; Rizzo & Vispoel, 1991) muestran que profesores de Educación Física con edad avanzada muestran actitudes menos favorables que sus colegas más jóvenes.

    No obstante, nunca debemos olvidar otros factores que condicionan y/o limitan el proceso de inclusión en el ámbito educativo: falta o insuficientes destrezas docentes, fondos económicos, materiales adaptados o servicios de apoyo especializados, junto a las actitudes negativas, tanto del profesor como de los compañeros.

    El segundo de los ámbitos apuntados con anterioridad, y en el que el colectivo de personas con discapacidad puede practicar e interaccionar con otros protagonistas, es el deportivo. La satisfacción de la persona que practica cualquier actividad físico-deportiva va estar mediada, en gran manera, por el apoyo social percibido de los demás miembros con los que interactúa en ese entorno: compañeros, entrenador, amigos, familia, etc. Algunos de los aspectos comentados acerca del ámbito educativo, de la Educación Física, se dan también en el ámbito deportivo. De esta manera, monitores, técnicos o entrenadores tienden a manifestar actitudes más favorables hacia deportistas con una discapacidad leve que severa (Conatser, Block & Lepore, 2000), así cuando poseen un mayor bagaje de experiencias hacia este colectivo y una mayor formación especializada (Block & Rizzo, 1995). Si asumimos que las intenciones de la persona es un buen predictor de su comportamiento, y que las actitudes mostradas corresponden a esas intenciones (Ajzen & Fishbein, 1980), podemos suponer que las actitudes mostradas por los responsables de la actividad deportiva y su intervención técnica están íntimamente relacionadas. Al igual que apuntamos anteriormente, en el ámbito deportivo las actitudes influyen determinantemente en el éxito del proceso de inclusión (Rizzo, Bishop & Tobar, 1997), ya que actitudes favorables pueden determinar el correcto desarrollo y satisfacción con la actividad físico-deportiva practicada por la persona con discapacidad.

    El tercer contexto que diferenciamos es el del ocio y la recreación, entorno al cual vamos a articular nuestra propuesta posterior. Trabajos como el de Blinde y McClung (1997), han abordado el impacto que diversas actividades recreativas (hípica, natación, bolos, tenis, pesca, Tai-Chi, entre otros) han tenido sobre las auto percepciones físicas y sociales de personas con discapacidad. La participación en actividades recreativas influye sobre cuatro aspectos de la autopercepción física: nuevas experiencias corporales, realzar la percepción de sus logros físicos, redefinir sus capacidades físicas e incrementar su confianza para la realización de nuevas actividades físicas.

    Las percepciones negativas que una persona puede llegar a tener de sí mismo, especialmente en este colectivo, pueden derivarse de varias fuentes: experiencias negativas de socialización, restricción de oportunidades o "etiquetado" social de las personas con discapacidad como individuos con un "estatus especial" (Finkelstein & French, 1993). A veces, tales experiencias y creencias se manifiestan en respuestas sociales como segregación, devaluación, estigmatización o discriminación. La consecuencia última de estas experiencias negativas es que, en la mayoría de los casos, las personas con discapacidad interiorizan esas actitudes negativas que la sociedad tiene hacia la condición de discapacidad, construyendo una percepción negativa de sí mismos (Finkelstein & French, 1993). Aunque las percepciones de sí mismos están frecuentemente influenciadas por las creencias y expectativas de la sociedad, la persona con discapacidad participa activamente en la construcción de su propia identidad, de manera que se constituyen, confirman y transforman esas percepciones a través de las interacciones con los demás (Williams, 1994). Las autopercepciones son dinámicas, pudiendo influir en futuras actitudes y comportamientos de la persona para con la sociedad en la que vive.

    Una de las formas para mejorar las autopercepciones de individuos con discapacidad es a través de la participación en actividades deportivas y recreativas. Debido a que el cuerpo es el mecanismo / instrumento con el que se interviene en la actividad, la participación puede incidir en la auto percepción física de los sujetos (Taub & Blinde, 1996; citado en Blinde & McClung, 1997). Además, si la actividad es llevada a cabo en un contexto de libre acceso a los miembros de la sociedad, la interacción entre personas con y sin discapacidad mejorará las percepciones sociales de los primeros (Brasile, Kleiber & Harnisch, 1991).

    La actividad que proponemos a continuación es el resultado de varias experiencias y actividades llevadas a cabo en diferentes localidades españolas, en las que se ofrece al conjunto de la sociedad participar en una serie de actividades recreativas y deportivas específicas para personas con discapacidad. Pretendemos con las mismas, incidiendo sobre el componente conductual de la actitud, que la persona que se implique en la actividad, durante el tiempo de participación en la misma, vivencie una serie de sensaciones y emociones (componente afectivo), que le lleve posteriormente a un cambio de ideas sobre el colectivo de personas con discapacidad (componente cognitivo).


Nuestra propuesta

    La participación conjunta, en un contexto en el que se incluyen a personas con y sin discapacidad, puede reportar resultados beneficiosos como mejora de la autoestima o un incremento de la aceptación social (Lindstrom, 1992). Además, el contacto entre personas con y sin discapacidad, caracterizado por una actividad cooperativa, interacción personal, beneficios mutuos e igual estatus durante la actividad, puede conllevar a una mejora de las actitudes (Sherrill et al., 1994; Tripp, French & Sherrill, 1995). Coincidimos con Makas (1988) en que, al inicio de actividades de este tipo, ambos grupos pueden experimentar cierto estrés al no conocer qué esperan los otros de sí mismos en esa situación, pero partimos de la premisa de que debemos incidir en las habilidades y capacidades que ambos pueden desempeñar en ese momento. En esa situación en la que ambos se encuentran en una situación similar (p.e., sentando en una silla de ruedas, tapando los ojos, etc.), la persona que participa vivencia las limitaciones, ventajas o diferencias que el deportista con discapacidad tiene en esa tarea o deporte en concreto, debiéndose adaptar a esa nueva condición para el correcto desarrollo de la actividad. Muchas de las actitudes negativas o bajas expectativas que la sociedad tiene hacia este colectivo se deben a que focalizan más la atención en sus limitaciones, en vez de sus capacidades, unido a un gran desconocimiento, tanto de la discapacidad como de las modalidades deportivas que pueden ser practicadas. De esta manera, por ejemplo, la persona que participa en una actividad de baloncesto en silla de ruedas vivenciará las nuevas posibilidades (desplazamientos, giros, etc.) que la modalidad deportiva en cuestión le ofrece.

    Por tanto, la experiencia directa entre personas con y sin discapacidad constituye la base para construir y cambiar creencias y, por tanto, comportamientos (Hodge, Davis, Woodard & Sherril, 2002). Tomamos como pilares conceptuales de nuestra propuesta algunos de los postulados de la Teoría del Contacto (Allport, 1954; citado en Mastro et al., 1996), la cual establece que la discriminación y los prejuicios hacia un grupo minoritario pueden reducirse por el contacto directo entre ambos grupos. Para ello, deben darse las siguientes condiciones: a) las partes implicadas en la actividad deben poseer el mismo "estatus" (por ejemplo, todos en silla de ruedas en baloncesto en silla, todos con ausencia de visión en Goalball, etc.), y b) los sujetos deben perseguir unos objetivos comunes (los propios de la actividad deportiva en particular).

    Shaver, Curtis, Jesunathadas y Strong (1987; citado en Kowalski & Rizzo, 1996) apuntan que las actitudes hacia las personas con discapacidad pueden ser mejoradas mediante, al menos, cuatro estrategias: información, contacto directo con personas con discapacidad, persuasión y experiencia vicaria (aprendizaje por modelado u observación). Por otro lado, Ruiz (2002) establece una serie de pautas de intervención para la modificación de actitudes hacia el colectivo con discapacidad. Vamos a apuntar cada una de las estrategias propuestas por esta autora, incidiendo en algunas de las actividades que hemos llevado a cabo en nuestras experiencias:


1. Información

    Puede aportarse información acerca de la discapacidad (tipos, características, problemas, etc.), servicios y asociaciones, recursos materiales, etc. Pero también esa información puede ser específica del deporte, incidiendo en aspectos como: a) las modalidades deportivas existentes para los grandes grupos de discapacidad (discapacidad física-funcional -parálisis cerebral, lesión medular, amputación, espina bífida, etc.-, sensorial -visual y auditiva- e intelectual); b) la organización internacional (ISMWSF, CP-ISRA, ISOD, IBSA, CISS, INAS-FID y Special Olympics Internacional) y nacional (FEDMF, FEDPC, FEDC, FEDS, FEDDI y Special Olympics España) del deporte para personas con discapacidad; c) sistemas de clasificación para la competición deportiva (clasificaciones basadas en criterios médicos o funcionales); y d) organizaciones internacionales (IPC, IFAPA, CIAD, IPCSSC) y nacionales (CPE) que regulan la competición, la práctica deportiva y la investigación en relación a este colectivo.

    En nuestro caso, esta intervención ha sido llevada a cabo mediante tres procedimientos: a) información verbal por megafonía de cada una de las actividades que se llevaban a cabo; b) proyecciones audiovisuales de competiciones deportivas de ámbito internacional; y c) posters informativos. Elaboramos cinco posters con los siguientes contenidos: 1. Discapacidad físico-funcional (información acerca de qué es una lesión medular, una amputación, espina bífida, etc.; clasificaciones médico-funcionales de ISMWSF e ISOD; y modalidades deportivas que pueden ser practicadas por este colectivo); 2. Parálisis Cerebral (definición, clasificación deportiva de CP-ISRA y modalidades deportivas); 3. Discapacidad sensorial visual (definición, parámetros de diagnóstico -agudeza y campo visual-, clasificación de IBSA y modalidades deportivas); 4. Discapacidad sensorial auditiva y discapacidad intelectual (definición, adaptaciones para la práctica deportiva, modalidades deportivas que pueden practicar y Special Olympics); y 5. Generalidades del Deporte Adaptado (terminología básica -deficiencia, discapacidad y minusvalía-, y organización nacional e internacional, tanto a nivel deportivo como de asociaciones que apoyan cada gran grupo) (Figura 1). También aprovechamos estas actividades para mostrar a quien lo desee diverso material adaptado, para que puedan explorarlo y conocerlo (balones sonoros de goalball y fútbol sala, clubs para lanzamientos en atletismo para paralíticos cerebrales, pasillos sensoriales, dominó táctil, etc.).


Fig. 1. Uno de los paneles con tres de los posters propuestos


2. Simulación

    Se pretende simular situaciones de desventaja. Aunque todas las actividades propuestas en el siguiente apartado podrían ser consideradas también como actividades de simulación (en el caso que durante la actividad no se encuentre ninguna persona con discapacidad), una de las actividades desarrolladas consiste en que todas aquellas personas partícipes en las jornadas se desplacen por la localidad en concreto simulando una reducción de su capacidad de movilidad (silla de ruedas generalmente). De esta manera, conseguimos que las personas en esa situación vivencien algunas de las limitaciones, en forma de barreras arquitectónicas en este caso, que el colectivo de personas con discapacidad se encuentra en su vida diaria. En esa actividad, se involucran las autoridades competentes, con el fin de acercarles también a esa realidad de la localidad que gobiernan.


3. Contacto

    El contacto con personas con discapacidad puede ser indirecto (videos, libros, etc.) o directo, siendo este último el que constituye la base de nuestra propuesta. Hemos venido proponiendo diferentes juegos y modalidades deportivas (en función de los recursos económicos y materiales disponibles en cada ocasión), específicas de los distintos grupos de discapacidad. Comentar aquí que los grandes grupos sobre los cuales hemos incidido normalmente han sido los de discapacidad física-funcional y discapacidad sensorial visual, ya que es más fácil provocar la experiencia de sensibilización a la persona que participa en la actividad. Resulta más fácil realizar las adaptaciones pertinentes, con una más pronta implicación en la actividad, en modalidades deportivas de estos colectivos, que con otras modalidades para personas con discapacidad intelectual o discapacidad sensorial auditiva. Esto no quiere decir que no abordemos estos dos últimos grupos, sino que la intervención mediante contacto directo la hemos venido realizando mediante modalidades deportivas como: Boccia y Slalom (parálisis cerebral) (Figura 2); Voleibol sentado, Baloncesto, Tenis y Aeróbic en silla de ruedas (discapacidad física-funcional) (Figuras 3 y 4); Dominó y Escalada (discapacidad sensorial auditiva) (Figura 5).


Fig. 2. Actividades de Boccia y Salom (paralelo)


Fig. 3. Actividades de Baloncesto en Silla de Ruedas y Voleibol sentado

pulsa para ver el video
Fig. 4. Actividad de Aerobic en Silla de Ruedas
(pulsa para ver el video)


Fig. 5. Actividad de Dominó para personas con discapacidad sensorial visual


4. Observación de modelos, ensayo encubierto y role-playing.
5. Discusión en grupo.

    Estas dos últimas propuestas de intervención (Ruiz, 2002) no han venido siendo tratadas en las distintas jornadas en las que hemos llevado este tipo de actividades en la vía pública, ya que el objetivo primordial es conseguir una participación masiva del conjunto de la sociedad. Una última actividad que hemos venido proponiendo, y que puede estar en clara sintonía con la observación de modelos, es la exhibición de modalidades deportivas practicadas por algún colectivo con discapacidad, aprovechándose también para la transmisión de información sobre los aspectos más relevantes que rigen su práctica. En nuestro caso, hemos venido desarrollando exhibiciones de deportes como Goalball, Baloncesto en silla de ruedas o Tiro con arco.

    Apuntamos en la introducción que, las creencias que las personas tenemos de un referente concreto van a influir claramente en la actitud mostrada hacia el mismo. Partiendo de esta premisa, y con el fin de optimizar este tipo de intervenciones, llevamos a cabo una serie de cuestionarios de fácil cumplimentación entre aquellas personas participantes en la actividad. Tales cuestionarios buscaban valorar el conocimiento entorno a terminología básica, los distintos tipos de discapacidad, así como de modalidades deportivas y sus ámbitos de aplicación (Reina & Luis, 2001).


Consideraciones finales

    Nuestra experiencia en este tipo de actividades nos ha llevado a formular las siguientes consideraciones:

  • Encontramos que actividades con un carácter bastante novedoso como éstas, en los contextos donde fueron desarrolladas, suelen implicar más fácilmente a personas de edad joven, mayoritariamente del sexo femenino.

  • En cuanto a las personas con discapacidad, apreciamos una clara implicación de todos los que participan en las actividades propuestas (personas de diferente edad, discapacidad y sexo).

  • Creemos que es importante una participación múltiple de los distintos grupos de discapacidad, y que la actividad no se circunscriba a sólo algunos de ellos. Desde el punto de vista de la persona sin discapacidad, existen estudios que afirman que las actitudes pueden variar en función del tipo de discapacidad hacia la que se manifiesta. Por ejemplo, en algunos contextos, personas con paraplejia o una amputación se les considera como una persona con una condición de discapacidad moderada, mientras que personas con parálisis cerebral o ceguera se les considera en un espectro que va desde una condición moderada a severa (Mastro et al., 1996). No obstante, desde el punto de vista de la persona con discapacidad, Fichten (1988) argumenta que el sujeto se encuentra mejor en un grupo en el que participan sujetos con una condición de discapacidad similar, mientras que las actitudes suelen ser esteriotipadas y negativas hacia sujetos con una condición diferente. Así pues, creemos que esa participación multi-etiológica puede contribuir también a la mejora de las actitudes dentro del propio colectivo.

  • Existe una confusión terminológica generalizada a la hora de referirse y/o identificar a la persona con discapacidad, caracterizada por un uso indiscriminado de la terminología básica (deficiencia, discapacidad y minusvalía), así como el empleo de otros términos con cierto carácter peyorativo. Esa confusión viene determinada mayormente por el desconocimiento en la materia de la sociedad en general.

  • Este tipo de actividades permiten acercar al conjunto de la sociedad diversas modalidades deportivas practicadas por personas con discapacidad, aumentando la concienciación acerca de las posibilidades y oportunidades de esta población. La equiparación de oportunidades a nivel deportivo puede ser también un reflejo de la integración social del colectivo.

  • Encontramos un gran desconocimiento acerca de las distintas modalidades deportivas existentes para las personas con discapacidad, sobre todo de aquellas que son específicas (Boccia, Slalom, Goalball, etc.).

  • Creemos, por tanto, que la convivencia e interacción directa en estas actividades de personas con y sin discapacidad, provocan una serie de sensaciones que podrían llevar a cabo unos cambios en las actitudes hacia el colectivo de personas con discapacidad.

    A raíz de lo vivenciado y los puntos anteriormente expuestos, apuntamos a continuación una serie de pautas de actuación futuras que pueden contribuir a la mejora del conocimiento, y actitudes, sobre la discapacidad y deportes adaptados:

  • Ofertar desde los organismos públicos este tipo de actividades, con el fin de que no supongan grandes gastos para las asociaciones que acogen a estos colectivos. En este sentido, juega un papel importante la progresiva incorporación de la figura del gestor deportivo, generalmente Licenciados en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.

  • Garantizar la celebración de este tipo de actividades periódicamente.

  • Llevar a cabo, mediante profesionales relacionados con el Deporte y la Actividad Física Adaptada, campañas de información y concienciación de las posibilidades deportivas de este colectivo (p.e., charlas en colegios y centro de formación).

  • Posibilidad de llevar a cabo este tipo de actividades de forma itinerante, a otras localidades vecinas que deseen el disfrute de las mismas.

  • Incluir progresivamente nuevas modalidades deportivas.

  • Atraer a distintas asociaciones o agrupaciones de localidades vecinas a la ciudad o población donde se lleven a cabo este tipo de actividades (generalmente mediante Jornadas).

  • Ofrecer alguna de estas modalidades a otros grupos de población (p.e., Boccia para personas adultas y mayores).

  • Iniciar a aquellos que lo deseen, tras estas primeras tomas de contacto con alguna modalidad deportiva en cuestión, en la práctica de algunos de los deportes propuestos, ofreciéndole la oportunidad de orientarse hacia la competición.

  • Por último, también debemos promover la formación del personal propio de las asociaciones, con el fin de optimizar los escasos recursos de los que se suele disponer para la promoción y puesta en práctica de este tipo de actividades físico-deportivas.

NOTA: las fotografías incluidas en este texto corresponden a las V Jornadas de Deportes para Minusválidos Físicos "Memorial Paco Hidalgo", celebradas en Almoradí (Alicante) en octubre de 2000.


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revista digital · Año 9 · N° 59 | Buenos Aires, Abril 2003  
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