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‘Amistades entre hinchadas’. Violencia, masculinidad y
vínculos de amistad de un grupo de simpatizantes
del fútbol argentino

   
Licenciado Ciencias Antropológicas
Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires.
 
 
José Garriga Zucal
garrigajose@hotmail.com
(Argentina)
 

 

 

 

 
    Las hinchadas de fútbol construyen a la práctica violenta como la principal herramienta de identificación con el género masculino, para los integrantes de estos grupos el “verdadero hombre” es aquel que en un enfrentamiento demuestra la sabiduría en técnicas de lucha que lo convierten en “macho”. Las hinchadas adversarias representan la alteridad ante la que se debe probar esta masculinidad violenta; por esta razón, resulta complejo explicar la existencia de vínculos de amistad entre estos, ya que de esta manera algunos grupos están excluidos de esta competencia masculina. A través del análisis de estas amistades reflexionaremos sobre la practicidad de estos vínculos y la acción social como herramienta de identificación de género; explorando la lógica subyacente de aquellas prácticas y representaciones que parecen irracionales o contradictorias.

Ponencia presentada en el IV Encuentro Deporte y Ciencias Sociales, Buenos Aires, noviembre de 2002
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 55 - Diciembre de 2002

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    Alrededor de una parrilla, en un club del ascenso del fútbol argentino, se reúnen cerca de 75 personas miembros de la hinchada de dos clubes distintos, los integrantes de las hinchadas conviven pacíficamente en un hecho que se repite cotidianamente más de lo que se suele imaginar. Acostumbrados a las imágenes de la violencia resulta sorpresivo cuando los actores comúnmente antagónicos mantienen relaciones amigables. Los dos grupos se entremezclan, cuentan sus historias en donde protagonizaron acciones violentas contra hinchadas de otros clubes, cambian sus camisetas y entonan alternadamente cantos destinados a terceros. Las hamburguesas y el vino son una invitación de los locales que sienten la obligación del anfitrión de agasajar a los invitados. La reunión termina cuando la visita debe retirarse entrada la noche. Los saludos y abrazos se multiplican, los visitantes afirman agasajar de la misma forma cuando los ahora locales vayan a su cancha en la segunda ronda del torneó. Durante el encuentro futbolístico las hinchadas en varias oportunidades entonaran las mismas canciones y se aplaudieron mutuamente; los desconcertados policías observaban como simpatizantes de un club con los colores que los distinguen se paseaban por la tribuna que no les correspondía.

    Durante un año y tres meses, en el marco de un trabajo de campo cuyo fin era la preparación de la tesis de licenciatura, participe de las actividades de una hinchada1 del fútbol del ascenso argentino. A partir de esta observación empírica analicé los lazos entre la práctica violenta y la identidad de género masculina. Dichos vínculos, por la característica de su conformación, hacen impensable el tipo de relaciones arriba descriptos. Analizar las amistades entre hinchadas tiene como objeto vislumbrar los puntos débiles de esta construcción identitaria. El estudio de las relaciones de amistad entre dos hinchadas admite dos ejes analíticos. Por un lado, analizar la coexistencia de prácticas violentas y lazos de amistad entre grupos que podrían ser contrincantes. Por otro lado, analizar los fundamentos de las amistades entre hinchadas. Estos ejes analíticos indagan la conformación de una identidad de género, las fisuras de las identidades.


Tener aguante y amigos

    El fútbol es un universo masculino. Eduardo Archetti (1985) sostiene que las hinchadas argentinas son actores del espectáculo futbolístico, que a través de su acción no sólo ponen en juego el prestigio del club sino también la masculinidad de los participantes. El fútbol argentino crea un espacio estrictamente masculino, donde los hombres y los proyectos de hombre, adolescentes y niños, tratan de construir un orden y un mundo varonil (Archetti 1985). Pero no sólo los discursos son masculinos en el ámbito del fútbol, también las practicas. Distintas acciones de los integrantes de la hinchada tienen como meta la identificación de género: ciertos movimientos corporales, los juegos de mano, consumos de alcohol y de estupefacientes, etc. Sin embargo, estas prácticas no acreditan la masculinidad si no han demostrado el conocimiento de técnicas de lucha corporal en el enfrentamiento contra hinchadas adversarias. Una de las tantas práctica violentas actuadas por este grupo de hinchas, denominada el combate, prueba el conocimiento de técnicas que el grupo considera sólo competentes al género masculino. En un combate, los luchadores demuestran conocer destreza corporal en la lucha y la resistencia al dolor ocasionado por las heridas fruto de “la batalla”. Aquellos que prueban dichos conocimientos se hacen poseedores del bien simbólico aguante; bien simbólico de notable relevancia que instaura a los sujetos como “verdaderos hombres” diferenciándolos de los “putos”, distinguiendo a los participantes de aquellos que se identifican como hombres pero no utilizan la violencia como prueba de su masculinidad. El aguante es un bien que confiere honor y prestigio, que confiere formas de actuar validas para distinguir a los hombres. La concepción de género revela la construcción cultural de la definición de lo “masculino” y lo “femenino”, revela la institución de ciertas prácticas que toman el valor legítimo de identificar con el modelo ideal de cada género. La participación en los combates es la práctica legítima que hace de los hinchas “machos”, práctica debeladora del aguante del luchador, única práctica violenta corporal capaz de identificar con la concepción de “hombre ideal”. Guiados por el anhelo de ser instaurados como hombres, los miembros de la hinchada, se enfrentan con las hinchadas adversarias. Por esta razón, las hinchadas de fútbol cuando se encuentran con “otras” hinchadas deben pelear para demostrar en un “campo de batalla” su aguante y, de esa forma, su masculinidad. Esta regla, como todas, tiene una excepción. La competencia masculina que regula a toda alteridad como enemiga exceptúa a las hinchadas amigas. Los valores masculinos que recorren el fútbol en las tribunas parecen no dar lugar a relaciones afectuosas entre las hinchadas de diferentes clubes, pero estas existen. La amistad conceptualizada como una característica no masculina es contrapuesta a las prácticas violentas que los concibe como “verdaderos machos”, pero sin embargo las amistades son moneda corriente en el fútbol.

    Para los nativos explicar sus relaciones amistosas con algunas hinchadas no es nada fácil: como convencer y autoconvencerse que hay grupos que no forman parte de la competencia masculina, que hay hinchadas a las que no se les debe probar su masculinidad a través de la práctica violenta. Por esta razón, la amistad en este contexto se transforma en una construcción interesante que demuestra la idiosincrasia de los simpatizantes. Por un lado, las hinchadas se burlan de las amistades que tienen sus adversarios. Pero al momento de expresar sus vínculos amistosos encuentran excelentes explicaciones de su existencia; Explicaciones basadas en los vínculos entre la masculinidad y la práctica violenta.

    La hinchada de Colegiales mantiene vínculos de amistad con sus pares del club Midland (apodados los “Funebreros”). Indagando sobre los vínculos entre estas descubrí que los dos grupos concuerdan en que la relación empezó a partir de que uno de ellos tuvo que salir en auxilio de su ahora amigo, ante un enfrentamiento con un tercero. Según el relato de los hinchas de Colegiales, en un partido jugado en 1984 en el estadio de Munro entre Midland y un tercero, la hinchada de Colegiales auxilió a los “funebreros” cuando éstos estaban siendo derrotados en una pelea. En cambio, los hinchas de Midland cuentan que en un partido disputado entre Ituzaingó y Colegiales en el año 1984, se produjo un combate en el que de no ser por la intervención de los hinchas “funebreros”, acérrimos enemigos de los “verdes” de Ituzaingó, la parcialidad de Munro hubiese sido derrotada en la pelea. Tanto los hinchas de Colegiales como los de Midland consideran que ellos fueron los que ayudaron al otro, de esta forma ninguna de las dos hinchadas reconoce su inferioridad en una pelea.

    Debido a lo dificultoso que es para las simpatizantes explicar los vínculos de amistad, la mayor parte de las exposiciones están orientadas en torno a la masculinidad y el aguante de las dos hinchadas. Durante el transcurso de una reunión, un hincha de Midland decía: “Nosotros somos amigos de ustedes porque se la aguantan, no podemos ser amigos de ningún club de putos”. De esta manera, manifiesta la masculinidad de las dos hinchadas y afirma que ésta es la característica que ha generado el vínculo entre los grupos.

    La competencia masculina, en la que cada hinchada lucha para que sus integrantes sean reconocidos como verdaderos hombres, impide que un club tenga muchas amistades, porque los contrarios argumentarían que aquellos que tienen buenas relaciones con varios clubes lo hacen por temor al enfrentamiento. La amistad entre hinchadas es caracterizada como un símbolo de debilidad, por esta razón es que los hinchas de Colegiales se burlaban de sus clásicos rivales al definirlos como “amigos de todos”.

    Desde esta postura, la que aprecia de mala manera la amistad entre hinchadas, los simpatizantes detentan un cancionero que hace referencia a las relaciones entre los grupos. Por ejemplo, los hinchas de Colegiales satirizan a su clásico rival Defensores de Belgrano al cantarles: “amistades hacen los putos, como Defe y San Miguel”. De la misma manera, los hinchas de Colegiales burlan a sus pares de Laferrere por pedir la amistad y cantan: “los putos quieren ser amigos, tienen miedo de cobrar”. Estos temerosos de ser catalogados como “putos” (no-hombres) por las otras hinchadas reniegan de sus amistades frente a terceros cuando entonan una canción que dice: “Nunca hicimos amistades, nunca las vamos a hacer amistades hacen los putos, que no paran de correr”. Sin embargo, estos mismo en otras ocasiones cantan: “Ya se acerca nochebuena, ya se acerca navidad, Colegiales y los de Midland, otro año de amistad”.

    En el ámbito en que se socializan los grupos violentos de simpatizantes la amistad es conceptualizada como no masculina; y por esta razón, es problemático su explicación para aquellos que hacen de la violencia “su” prueba de ingreso al mundo masculino. Sin embargo, las amistades entre hinchadas son una realidad; una realidad que tiene una causa práctica de ser.


Hacer amigos para enfrentar enemigos superiores

    Trazar un mapa con las amistades entre simpatizantes de clubes argentinos es un ejercicio complejo, más aún que hacerlo entre los tifosi del calcio italiano. Bromberger brillantemente explicaba las relaciones entre los clubes Italianos: en las grandes ciudades italianas con dos clubes importantes existía una extrema enemistad entre estos, pero cada uno de estos clubes mantenían vínculos de amistad con clubes de fútbol de otras ciudades; lo característico de estos lazos era que el amigo en otra ciudad se transformaba en enemigo de mi enemigo.

    De esta manera, los clubes en cada ciudad cuando eran visitantes tenían un amigo y un enemigo. Esta lógica denominada del beduino (Harrison 1974) no permite explicar las formas de actuar de los hinchas de Colegiales en estas situaciones. La lógica afirma que los amigos de mis amigos son mis amigos y los enemigos de mis amigos son mis enemigos. También, Dal Lago y Moscati (1992) señalan que esta situación es común en el fútbol italiano. En cambio, los hinchas de Colegiales, no la obedecen; Por ejemplo, los pibes mantienen lazos de amistad con las hinchadas de Midland y Central Ballester, pero entre ellas las relaciones son malas. Por otro lado, la amistad con Midland perdura a pesar de que éstos mantienen buenas relaciones con los simpatizantes de Morón, hinchada a la cual los hinchas de Colegiales consideran enemiga acérrima. La imposibilidad de explicar las amistades entre clubes argentinos siguiendo el modelo italiano puede ser causa de que en nuestro país la mayor parte de los clubes de fútbol se encuentran en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, no como en Italia que cada ciudad tiene dos clubes de gran importancia.

    El mapa de las amistades en la argentina es de suma complejidad, pero puede ser entendido sobre la base del principio de fusión y fisión explicado por Evans Pritchard. A través del análisis de la tribu Nuer, descubrió que existía un principio que nucleaba o separaba a los clanes de esta tribu de acuerdo a los acontecimientos que iban sucediendo. Los clanes Nuer se fusionaban cuando debían enfrentar un rival superior y terminado el enfrentamiento volvían a fisionarse; de esta forma, según la capacidad del enemigo se fusionaban diversos clanes para enfrentarlo. Las hinchadas poseen lazos de amistad para poder hacer frente a enemigos superiores. Los simpatizantes de Colegiales pueden auxiliar a sus amigos de Midland o ser auxiliados cuando los acontecimientos lo ubiquen ante un rival superior.

    Durante el trabajo de campo observe en un partido jugado entre Colegiales y Excursionistas, que los integrantes de esta hinchada estaban acompañados por simpatizantes de los clubes Tigre y Sacachispas, vistiendo sus camisetas y colores respectivos. De la misma manera, cuando Colegiales enfrento a los clubes Estudiantes de Buenos Aires y San Telmo gran cantidad de hinchas de Midland acompañaron al club de Munro. Tener una amistad, sirve para los integrantes de la banda como respaldo ante enemigos superiores.

    La amistad entre hinchadas no es entendida por los actores como auxilio ante rivales superiores, como expliqué con anterioridad la amistad es conceptualizada como una relación fruto de la masculinidad de las partes. Sin embargo, los hinchas de Colegiales en un partido contra Excursionistas cantaban: “decile a Tigre que te venga a defender”. En esa oportunidad los hinchas del club Tigre no habían concurrido a respaldar a sus amigos de Excursionistas y por esta razón los simpatizantes de Colegiales satirizaban a su rival. Sin afirmarlo directamente caracterizaban la amistad entre Tigre y Excursionistas como un vínculo para enfrentarse a otros. En muchas oportunidades escuché decir a los hinchas de Colegiales en tono de broma que por desgracia ellos no eran amigos de ninguna hinchada grande. Decían: “sólo somo amigos de Midland, que tiene una banda, pero no somo amigo de Laferrere, ni de los Andes, ni de Almirante”. A través de esta frase los simpatizantes de Colegiales se lamentaban de no poseer una amistad con una hinchada grande que le permita enfrentarse ante rivales superiores. En otra oportunidad en la que también afirmaban no tener amistad con hinchadas grandes, comentaban el valor de ser amigos aunque sea de una hinchada pequeña como la de Deportivo Armenio. Un hincha me contaba: “Jugábamos contra Tigre en la cancha de Armenio.

    Eramos una re banda, pero los de Tigre siempre son más. Cuando veníamos por la calle de la estación nos dimos cuenta que atrás nuestro habían bajado del tren un montón de hinchas de Tigre. No era la hinchada, hinchada, pero era una parte. Cuando vamos a buscarlos los corrimos, pero por mala leche justo venían toda la banda en unos bondis... Así que nos tuvimos que meter en la villa que esta al costado de la ruta, que son todos de Armenio y como esta todo bien no nos paso nada y a parte los de Tigre no se animaron a meterse.” La amistad con una hinchada pequeña como la de Armenio permitió a los hinchas de Colegiales resguardarse en el barrio donde habitan sus amigos de lo que hubiese sido una derrota contra los simpatizantes de Tigre.

    Poseer una amistad funciona como respaldo cuando el club enfrenta a enemigos superiores en número y en capacidad violenta; a través de la fusión con otras hinchadas se puede hacer frente a los rivales. Los conceptos de fusión y fisión de Pritchard hacían hincapié en lo dinámico y cambiante de las relaciones entre los distintos clanes que conforman la nación Nuer. Las amistades entre las hinchadas parecieran poseer menos dinamismo, sin embargo, son muchas las relaciones que cambian y otras que se gestan modificando el mapa de las amistades y sus relaciones con la práctica violenta.

    El análisis de la coexistencia de la moral masculina y sus prácticas violentas con lazos de amistad entre grupos que podrían ser contrincantes da cuenta de la practicidad de estos vínculos. Tener una amistad con otra hinchada es catalogado por los simpatizantes como característica no masculino pero ser derrotado en un enfrentamiento contra otra hinchada es un deshonor muy difícil de sobrellevar; ante la elección de estos dos males los simpatizantes eligen el menor. Ser considerado no masculino por poseer una amistad posibilita ser considerado masculino al vencer a otra hinchada con el auxilio de los amigos. Poseer un amigo posibilita enfrentar a rivales superiores y vencerlos, demostrando de esta forma la masculinidad.


Preguntas finales.

    La investigación social debe buscar la lógica subyacente en las acciones sociales que parecen irracionales. Como analizar conductas que parecen confrontadas con las identidades asumidas; serán resabios de viejas identidades con prácticas y formas de identificación distintas o serán “tácticas” de los identificados para burlarse de las reglas que hacen legitima su identificación.

    La muerte de las grandes identidades colectivas dio paso a las identidades difusas y transversales, actualmente no existe “una” identidad, sobre cada sujeto recaen distintas y a veces contradictorias identidades. La práctica tiene un papel fúndante en la conformación de la identificación. Bourdieu (1997) manifiesta que los actores sociales según sus prácticas se inscriben en espacios sociales determinados, las formas de actuar funcionan como mecanismos distintivos. Las prácticas son entendidas como elementos significativos que permiten identificación con espacios sociales determinados y la distinción de las propiedades que identifican con los espacios sociales contrapuestos. Ante la realidad de la práctica como articulador de la identidad; cabe preguntarnos si la coexistencia de vínculos de amistad con identidades que reniegan de estas prácticas, son reminiscencias de antiguas identidades o convivencia con otras identidades.

    Por otro lado, una práctica que reniega de la identidad masculina puede ser entendida como una acción de los hinchas con el fin de “burlar” formas de identificación que sienten impuesta. Si la identificación masculina requiere ofrendar el cuerpo en un combate contra todas las hinchadas adversarias, los lazos de amistad “burlan” las formas en que las prácticas se consideran legitimas. No sólo nos encontramos ante una salida práctica al posible enfrentamiento contra adversarios más poderosos, sino ante la pregunta si es legítima las formas que ellos mismos consideran legítima.


Nota

  1. El trabajo de campo fue realizado entre Febrero de 1999 y junio del año 2000, entre los integrantes de la hinchada del club Colegiales. Haciendo referencia a la hinchada como el grupo organizado; estos comúnmente son denominado de forma despectiva como “barras Bravas”, este término no lo utilizare por la carga negativa que acarrea. Una pequeña descripción social del grupo no puede obviar decir que los integrantes de la hinchada son jóvenes de sexo masculino, que habitan en el barrio cercano al estadio del Club Colegiales, pertenecientes a los estratos medios y bajos de la sociedad. Este grupo no sólo está ligado a la violencia sino también a las actividades delictivas y al consumo de drogas y al abuso del alcohol. El club por el cual simpatizan es una institución pequeña, con menos de 500 socios, que milita en las categorías de ascenso del fútbol argentino; ubicado en el barrio de Munro a unos pocos kilómetros de la Capital Federal, en el primer cinturón del conurbano.


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