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Las fundaciones emocionales del fútbol argentino
Gastón Julián Gil

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 55 - Diciembre de 2002

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    Para TyC todo comenzó cuando el empresario Carlos Ávila compró por tres meses los derechos de televisación del fútbol para emitir los domingos por la noche el programa Fútbol de Primera. La consolidación de este programa le permitió crecer lentamente a la empresa, no sólo estabilizando a la emisión de los goles de la fecha sino colocándolo como una de las programaciones de mayor éxito de audiencia. Pero el salto fundamental hacia la definitiva posesión del fútbol mediático fue dado el 19 de abril de 1991, ocasión en que TyC firmó con la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) el convenio por la transmisión de los partidos del fútbol profesional, por la entonces llamada Televisión Satelital Codificada, que abrió el camino para la transmisión por cable de los partidos del campeonato de primera división. TyC logró hacerse además con el control de los calendarios del fútbol al programar según sus intereses los días y horarios de los encuentros del certamen de primera división. La empresa dispone de forma monopólica de los derechos de televisación del fútbol argentino hasta el año 2014 y ha consolidado en los últimos años una importante presencia, por lo menos en términos cuantitativos, en los rubros audiovisuales, radiofónicos y editoriales. Todo esto en medio de un proceso en el cual la monopolización de los derechos de transmisión del fútbol por TV le posibilitó asociarse en condiciones sumamente favorables a poderosas empresas de telecomunicaciones, como la corporación norteamericana TCI y el consorcio multimediático CEI (Citicorp Equity Investment). La adquisición del monopolio de las imágenes del fútbol por parte de TyC le permitió a esa empresa experimentar un enorme crecimiento económico y simbólico dentro de las estructuras de poder del deporte en Argentina. Además, TyC pudo montar el primer multimedios deportivo del país, quedándose entre otros medios con la revista El Gráfico, la revista deportiva tradicional en la Argentina publicada por Editorial Atlántida.

    Esta corporación hoy se encuentra controlada en su mayoría accionaria por capitales norteamericanos (AT&T) aunque sigue siendo dirigida por sus socios originales, Carlos Ávila y Luis Nofal. El crecimiento de TyC se enmarca dentro de un complejo proceso de concentración económica y desnacionalización de los medios masivos de comunicación4 en la Argentina, desde el ingreso de importantes capitales extranjeros en la televisión por cable en 1996, para posteriormente lograr expandirse hacia otros tipos de medios, especialmente los canales de televisión abierta (Albornoz, 2000; Gil, 1999; 2001). Todos estos nuevos capitales se encuentran vinculados a agentes del mercado financiero y empresas de telecomunicaciones, protagonistas de la convergencia tecnológica (medios de comunicación-telefonía-informática), dentro de una lógica comercial en la que el estado se encuentra ausente tanto en su rol de emisor como regulador.

    Desde que TyC se hizo con el control de los derechos de televisación impuso una sobrecarga en la oferta de partidos transmitidos por la pantalla chica. En la actualidad cinco de los diez partidos de primera división se transmiten en directo. Uno de ellos va por televisión abierta a Buenos Aires y su conglomerado urbano (y por cable al interior del país), dos de ellos van por cable para todo el país (los disputados el día sábado), y los dos restantes lo hacen por esa misma vía pero por la modalidad codificada pay per view (los dos del domingo), que exige un pago extra para recibir las imágenes. Esta transmisión de partidos no sólo se superpone con la programación de otros torneos futbolísticos (Primera B Nacional, Argentina A, Argentino B, ligas locales) sino que afecta a otros deportes, que se ven en la necesidad de reprogramar sus horarios para que el fútbol no les reste público.

    Otro tema tiene que ver con la distribución del dinero obtenido por esa venta de derechos de televisación, lo que ha hecho crisis con la medida judicial presentada por la liga tucumana de fútbol, que exige participar en las ganancias de los clubes de primera división y la AFA.

    Siguiendo con el caso marplatense, en esta tercera fundación emocional Aldosivi y Alvarado atravesaron por una etapa de fortalecimiento identitario a la par de que los otras identidades se apagaban hasta transformarse en insignificantes frente a lo que generaban estos dos clubes. Aldosivi y Alvarado emergieron con tal fuerza en el escenario futbolístico marplatense que inevitablemente iban desembocar en una fuerte rivalidad, más allá de que durante los primeros años del ochenta sus hinchadas pudieran mantener vínculos de solidaridad frente a los demás clubes de la ciudad. Una vez que se estabilizaron como dueños del espacio urbano a principios de los noventa lograron expresar unos imaginarios urbanos en los que un club se definió como marginal desde lo geográfico (Aldosivi) y el otro como marginal desde lo social (Alvarado) frente al resto de la ciudad. Si Aldosivi se transformó en la metáfora de un sector históricamente apartado de las nominaciones legítimas de “lo marplatense”, Alvarado consolidó su posición de marginalidad de clase. Estos dos equipos se consolidaron como excluyentes dueños de la pasión futbolística de una ciudad que renació a partir de 1990 por esta rivalidad, oscurecida por los continuos sucesos de violencia organizada entre los hinchas de ambos equipos. Esta nueva rivalidad se desarrolló bajo la misma lógica de alteridades del fútbol, como una cuestión de esencias, por lo tanto eterna y ahistórica. Aldosivi y Alvarado lograron polarizar a la ciudad y movilizar grandes cantidades de público militante y apasionado cuando hacia mediados de la década del ochenta parecía que nada podía volver a concientizar al público local para volver a la cancha, mientras la prensa recordaba con nostalgia los clásicos de la década del 60. Sin embargo, esta rivalidad deportiva provocó que se volvieran a desgastar las economías de los clubes en disputas locales por representar a la ciudad.

    Ahora ya no se aspiraba a llegar a los nacionales para jugar con los grandes de AFA, sino que el objetivo era acceder a la segunda división del fútbol argentino luego de cuatro meses de agobiantes competencias regionales.


Conclusiones

    Las sucesivas fundaciones emocionales han generado un mapa futbolístico con evidentes desproporciones en el territorio nacional. Las pasiones deslocalizadas en el fútbol argentino hacen que inmensas franjas del país carezcan de representatividad en las principales categorías del fútbol argentino, generando una saturación de clubes y de estadios en el área metropolitana. De esta forma, desde distintos lugares se percibe el peligro latente de agotamiento de los mercados futbolísticos, por lo que se postula la necesidad de que se sumen aquellas regiones históricamente postergadas. Sin embargo, aquellas ciudades que se miran con preferencia (en especial Mar del Plata y Mendoza) no han logrado a través de sus equipos acceder al “lugar que se merecen”. Por el contrario, equipos de ciudades más chicas (Bahía Blanca) o incluso desconocidas para el gran público (Tres Arroyos, Concepción del Uruguay) consiguieron ocupar esas posiciones que “racionalmente” le deberían corresponder a instituciones de urbes más poderosas.

    Los intentos de transformar a los clubes en sociedades anónimas en lugar de las tradicionales entidades civiles sin fines de lucro, se enmarca en esa misma lógica que pretende planificar las pasiones sobre la base de una supuesta racionalidad de mercado. La mayoría de estos proyectos han intentado aislar colectivos endebles para luego “inventar” nuevas identidades futbolísticas regionales trasladando equipos de primera división o “gerenciando” clubes del interior en divisiones intermedias. En Mar del Plata, los sucesivos intentos de formar “el equipo de la ciudad” se desarrollaron en esos mismos términos. Es decir, se pretendió ejercer una manipulación exitosa de las referencias identitarias locales, tendiente a suspender las rivalidades del fútbol de Mar del Plata e inventar una nuevo referente, “el equipo de la ciudad” que aglutine el “ser marplatense”. Las propuestas dirigidas a imponer una nueva representación futbolística que resumiera la identidad futbolística local pusieron en evidencia el enfrentamiento de diversas lógicas entre los actores involucrados. Algunos de ellos (periodistas, empresarios, dirigentes) se adjudicaron el rol de expertos frente a otros actores (hinchas) identificados implícitamente como reservorios de lo irracional, de una pasión insana que no entiende razones y sólo provoca división. El traslado por la temporada 93-94 a Mendoza del club Argentinos Juniors por parte de la empresa Torneos y Competencias, es otro de los modelos que han intentado imponerse para favorecer esa “mejor” proporción de equipos por “provincia”. Este proyecto fracasó especialmente en el plano económico5 y la empresa renunció a seguir adelante con un proyecto que intentó trasplantar un club de escasa popularidad en Buenos Aires para crear allí un referente futbolístico mendocino por encima de las pasiones movilizadas por equipos como San Martín o Independiente Rivadavia, capaces de darle un marco importante al estadio “Islas Malvinas” en un clásico por la Primera B Nacional.

    Fusiones, traslados, gerenciamientos, nuevas fundaciones de clubes o cualquier otra figura que se les haya ocurrido a los agentes “modernizadores”, en ningún caso se intentaron analizar las razones de esa desigual distribución territorial de la pasión futbolística. Tampoco se pretendieron modificar las estructuras del futbol argentino para beneficiar a los equipos del interior y generar las condiciones propicias para que aquellas representaciones locales con mayor capacidad de movilización de público militante y apasionado estuvieran en condiciones de estabilizarse en las principales categorías del fútbol argentino. Los agentes de mayor peso del campo futbolístico actuaron en consecuencia con las tres fundaciones emocionales y no se detuvieron a analizar los impedimentos estructurales que hacen del fútbol casi una perfecta metáfora de las desigualdades regionales del país.


Notas

  1. Algunos equipos ingleses (sobre todo Manchester United y Liverpool) tienen clubes de hinchas fuera de las fronteras británicas, en países tan distintos como Noruega o China.

  2. Sólo las grandes actuaciones de los equipos cordobeses a finales de los setenta y principios de los ochenta (Talleres, Instituto y Racing) permitieron que equipos del interior se sumaran a las competencias oficiales de la AFA.

  3. El 28 de mayo, en la columna “Apuntes liguistas” que aparecía semanalmente en La Capital se planteó directamente la “ruina del fútbol lugareño”, citando al famoso periodista Dante Panzeri, quien a finales de los sesenta había pronosticado la debacle del fútbol del interior ante la instauración de los campeonatos nacionales que, según su óptica -apoyada en este tipo de notas por los periodistas de La Capital- sólo beneficiarían a la AFA y a sus clubes afiliados.

  4. Este proceso también se registró en las otras áreas de la economía, especialmente en los servicios públicos.

  5. Las referencias periodísticas de la época indican que este proyecto le trajo a TyC una pérdida de 1,5 millones de dólares, mientras que Argentinos Juniors acrecentó su pasivo a más de 7 millones de esa misma moneda, y sufrió una merma considerable de socios, de 4500 a 800.


Bibliografía

  • Archetti, Eduardo (2001) El potrero, la pista y el ring. Las patrias del deporte argentino, Buenos Aires: FCE.

  • Gil, Gastón Julián (2000) Informe final de investigación. Proyecto Medios de Comunicación y Deporte, Dirección de Turismo, Deportes y Recreación, Universidad de Buenos Aires.

  • --------------------------(2001) “Monopolio televisivo y gerenciamiento: el fútbol como mercancía”. En Ángela Aisenstein y otros (comps.): Estudios sobre deporte, Buenos Aires: Eudeba-Libros del Rojas.


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