efdeportes.com

Fútbol global. 10 apuntes políticos sobre el Mundial de 2002
Ramón Usall Santa

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 54 - Noviembre de 2002

2 / 2


    En Corea del Sur y en Japón, al margen de los grupos de izquierdas y de la supuesta amenaza de Al Qaeda, la policía también persiguió con especial intensidad a diversas sectas que intentaron manifestarse para hacer proselitismo aprovechando la copa del mundo de fútbol.


6) Fútbol y poder

    La relación existente entre el fútbol y el poder se ha evidenciado nuevamente durante el mundial de 2002. Dos casos paradigmáticos nos sirven para ilustrarlo pero es innegable que esta relación está generalizada en todos los países participantes. Como ejemplos extremos nos sirven el de Arabia Saudí y China. En el caso del país árabe las cuestiones relacionadas con el fútbol tienen una importancia trascendental ya que el deporte rey es uno de los únicos espectáculos permitidos por una monarquía que interpreta de forma muy estricta la ley islámica. La derrota de Arabia contra Alemania por 8 a 0, una deshonra nacional, motivó la intervención del príncipe sultán Ben Abdel Aziz, ministro de Defensa, que apeló al honor de los jugadores y los invitó “a hacer todos los esfuerzos para evitar otra humillación y para dar una imagen positiva del país”. La monarquía saudí entendía que era su prestigio lo que estaba en juego en el mundial y que por tanto tenía que evitarse de cualquier modo las derrotas humillantes que por la relación existente cuestionaban incluso el poder saudí. Una situación similar a la que vivía la selección china. El Partido Comunista de China, temiendo que las críticas al juego de la selección pudiesen ser interpretadas como reproches al poder, dirigió, a través de su Departamento Central de Publicidad, una notificación a los medios de comunicación advirtiéndolos que se abstuvieran de criticar el juego del equipo.

    Pero no sólo China y Arabia Saudí corroboran la relación existente entre el fútbol y el poder. La intervención del presidente de Eslovenia para solucionar el conflicto entre el seleccionador Katanec y su estrella Zahovic, la llamada de Bush a los jugadores norteamericanos para felicitarles por su clasificación para los cuartos de final, o el recibimiento de la recién eliminada selección española en el Palacio de la Zarzuela por parte del monarca, son acontecimientos que ponen en evidencia que la relación entre el fútbol y el poder es universal.


7) Fútbol y violencia

    La violencia es un hecho presente en nuestras sociedades y, por tanto, presente también en el fútbol. Aún así, debe reconocerse que demasiado a menudo el fútbol se ha convertido en un refugio para aquellos que quieren expresar una violencia ciega e irracional. La copa del mundo lo ha vuelto a poner en evidencia. Si bien Corea y Japón no han sido escenario de los tradicionales actos violentos asociados al mundial, las respectivas comunidades nacionales de los países participantes si que han podido presenciar actos de estas características que en muchas ocasiones han tenido un final trágico. Especialmente graves fueron los disturbios de Moscú después de la derrota de Rusia ante Japón y que provocaron la muerte de un joven y de un policía, un importante número de heridos y grandes destrozos materiales, entre los cuales ha de contarse la sede de la Duma, la cámara parlamentaria rusa, que fue apedreada durante los incidentes. Las escenas violentas después de la derrota de la propia selección se repitieron en diversos países. Argentina y México, entre otros, también vivieron episodios similares después de su eliminación. Pero la violencia no se limita a derrotas, en Inglaterra, durante la celebración de su victoria contra Argentina, una persona perdió la vida en los disturbios; e incluso en Japón, donde la violencia asociada al fútbol aún no había hecho acto de presencia, diversos grupos de jóvenes adoptaron actitudes violentas intentando imitar a los hooligans ingleses.

    No obstante no son los aficionados los únicos protagonistas de episodios violentos asociados al fútbol. Los mismos jugadores han sido en repetidas ocasiones incitadores o protagonistas de actos violentos. Sin ir más lejos, Vieri, después de la eliminación italiana, afirmaba que “al juez de línea tendrían que colgarlo”, una afirmación que seguramente debía compartir el español Helguera cuando después de caer eliminado se dirigió al linier con actitud chulesca y amenazadora dispuesto a agredirlo.


8) Senegal o la venganza de la colonia

    La principal de las sorpresas de este mundial vino de la mano de Senegal durante el partido de inauguración. La soberbia francesa caía ante la irreverencia de un equipo que se convertiría a lo largo del campeonato en bandera de toda África. La victoria senegalesa tenia también un cierto sabor a venganza ya que Senegal había sido colonia francesa hasta 1960 cuando, con Léopold Sedar Senghor a la cabeza, se proclamó república independiente. En su primera participación mundialista, Senegal conseguía derrotar al campeón vigente y escribir una de las páginas más gloriosas de su historia. De hecho, hasta el 2002, a nivel futbolístico, Senegal sólo podía presumir de haber aportado dos grandes jugadores a la selección francesa: Raoul Diagne (hijo de Blaise Diagne, el primer diputado africano de la Asamblea Nacional francesa) que jugó con Francia en el mundial de 1958, y Patrick Vieria (nacido en Dakar) integrante del equipo francés campeón del mundo en 1998.

    La victoria contra Francia fue celebrada en todo el país y a la celebración se añadió el mismo presidente, Abdoulaye Wade, que concedió fiesta para conmemorar el acontecimiento. El diario de Dakar Wal Fadjri afirmaba en uno de sus artículos que “el fútbol, patria de todos los desheredados del planeta, continua siendo una vitrina esencial para aquellos que no quieren morir en la insignificancia” al mismo tiempo que consideraba el fútbol como “el rostro humano de la mundialización”. Los éxitos senegaleses en materia de fútbol ya se habían convertido en reclamo del presidente Wade que, después de la clasificación de su país para el mundial, popularizó el lema “El Senegal que gana”, un eslogan repetido durante la Copa de África de Naciones a principios del 2002 y ahora durante un mundial que ha convertido a Senegal en el orgullo de una África que vibra con la victoria del colonizado ante el colonizador. Queriendo encarnar también estas mismas esencias africanas, el jugador nigeriano Kanu afirmaba que “por Nigeria y por nuestros aficionados es muy importante dejar afuera a los ingleses.” Kanu pretendía reeditar el éxito senegalés eliminando a Inglaterra, la antigua potencia colonial que mantuvo a Nigeria bajo su mandato a lo largo del siglo XIX y principios del XX.


9) El nacionalfutbolismo español

    Uno de los ejemplos paradigmáticos de la instrumentalización política del fútbol con tal de consolidar un proyecto nacional nos llega de la mano del gobierno español. Como tradicionalmente han hecho los estados con problemáticas nacionales internas, España aprovechaba el fútbol como elemento de cohesión y de apuntalamiento de su proyecto nacional. Camacho, el seleccionador español, contribuía a esta idea cuando después de derrotar a Eslovenia (una “potencia” de escasos dos millones de habitantes) afirmaba que “toda España está orgullosa de nosotros”. El presidente español José María Aznar, a medida que las victorias españolas avanzaban (Eslovenia, Paraguay, Sudáfrica e Irlanda), se mostraba cada vez más satisfecho de la histeria españolista que el fútbol despertaba y llegaba incluso hasta el punto de utilizar un símil futbolístico para combatir la convocatoria sindical de huelga para el 20 de junio afirmando que “este partido lo vamos a ganar”. El periódico derechista La Razón, recogiendo su testimonio, abría portada con una fotografía trucada donde al cuerpo del portero Iker Casillas se había añadido la cara del presidente español acompañado del titular “Aznar paró el penalti”.

    Pero el principal exponente de este nacionalfutbolismo español, al margen de los incontinentes comentaristas, fue el esperpéntico alcalde de Aranjuez, José Maria Cepeda, quien, después de la victoria española contra Paraguay y en la celebración de la noche del deporte en su localidad, declaraba: “España ha ganado a Paraguay con tres goles del Real Madrid (refiriéndose a los goles de los madridistas Hierro y Morientes) y uno en contra de un polaco (en referencia al gol en propia puerta del catalán Carles Puyol)”.

    Sólo la batalladora Corea consiguió aguar la fiesta al gobierno español. El mismo día de la cumbre de la Unión Europea de Sevilla, la última bajo presidencia española, Aznar tuvo que ver como su selección no podía vencer a la coreana. En acabar la cumbre, el presidente español afirmaría que ésta había quedado oscurecida por “razones deportivas”. Antes, mientras miraba el partido, Aznar dejó escapar un “coño” ante una ocasión perdida. Al terminar, el marcador reflejaba los goles que había marcado España aunque en esta ocasión el presidente no lo dijera: “cero patatero”.

    El nacionalfutbolismo, como ya había hecho el franquismo, se aferró después de la derrota a un supuesto contubernio extranjero que había provocado la debacle española. Si durante el Festival de Eurovisión, el anterior fracaso nacional, todo el mundo se llenaba la boca de la “conexión báltica”, ahora las iras se dirigían contra la FIFA y la “gran” Trinidad y Tobago. España escondía así sus vergüenzas.


10) La continuación de la política por otros medios

    El fútbol ha tenido históricamente una importante significación política, que, como no podía ser de otra forma, se ha visto corroborada durante la edición de la copa del mundo de 2002. El fútbol ha estado presente en el centro del debate político durante este último mes. Son un buen ejemplo las cumbres internacionales que se han realizado durante este periodo. Durante la Cumbre de Alimentación de la FAO, celebrada en Roma, el fútbol se convirtió en protagonista cuando el presidente italiano, Silvio Berlusconi, se ausentó de la reunión para seguir un partido de la selección italiana, en el que para muchos fue un ejemplo de la importancia que el líder conservador italiano concedía al encuentro. También durante la cumbre de la FAO, pero en un tono más distendido, el presidente surafricano Thabo Mbeki solicitó a Aznar un empate entre sus respectivas selecciones para acceder ambas a la segunda fase del mundial. El fútbol era, pues, un tema estrella de una reunión que tenía que dar solución, o al menos intentarlo, al importante problema del hambre en el mundo. La siguiente cita internacional fue la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea celebrada en Sevilla entre los días 21 y 22 de junio. El canciller alemán Gerard Schröder también prefirió mirar el partido de su selección contra los Estados Unidos que asistir a un debate con sus homólogos sobre las reformas comunitarias.

    Aznar, después de la derrota de España, fue consolado por el resto de presidentes, apenas un día después de que el mandatario español hubiese recibido a Tony Blair con un cortés “sorry” después de la derrota inglesa ante Brasil. Fue tan futbolística esta cumbre que el mismo Aznar, el presidente anfitrión, adujo “los aspectos deportivos”, en referencia al mundial, como la nota negativa que había empañado su desarrollo.

    El siguiente encuentro del G8 también tuvo al fútbol como protagonista. Schröder, cuya afición por el fútbol es sobradamente conocida, volvió a repetir las imágenes de la cumbre de Sevilla al celebrar la victoria alemana frente a Corea. El hecho que el resto de países participantes ya no tuvieran representantes en el mundial hizo, no obstante, que los partidos no se siguieran con tanta pasión. Aún así, estos encuentros ponían de relieve la importancia política del deporte rey, como también lo hacían las declaraciones del secretario general de la ONU, Kofi Anan, mostrándose satisfecho del desarrollo de lo que él denominaba “mundial de los desfavorecidos” por el buen papel de selecciones como Senegal o Turquía.

    Muchos de los participantes también vivieron con una especial intensidad política el papel de su selección en el mundial. A continuación expondremos algunas muestras para evidenciar nuevamente el rol político del fútbol.

    Francia acogió con reacciones dispares su temprana eliminación. Mientras el presidente Chirac y el primer ministro Raffarin pretendían consolar a los jugadores y darles ánimos para superar el fracaso, la extrema derecha aprovechaba la ocasión para atacar la concepción multiétnica de Francia que hasta entonces había representado la selección. Jean-Yves Le Gallou, numero 2 de la escisión del Frente Nacional liderada por Bruno Mégret y denominada Movimiento Nacional Republicano (MNR) afirmaba después de la derrota que “el resultado ridículo y humillante de Francia acaba con la propaganda inmigracionista desencadenada durante el mundial de 1998” para añadir a continuación que “la victoria de Dinamarca es simbólica ya que es un equipo europeo y enraizado, que defiende los colores de un país que ha recuperado el orgullo nacional, que elimina a una Francia gris y ficticia. Además acaba con el dogma de la superioridad de las sociedades multiétnicas”. Una derrota que servía perfectamente a la concepción que de Francia busca la extrema derecha del FN y del MNR, una Francia que pierde ya que cuando esta gana, como en el mundial de 1998, su discurso queda vacío de sentido y sin audiencia por el orgullo y la alegría que provoca la victoria.

    En Alemania, el fútbol también ha ocupado durante el mundial el primer escenario político. En plena campaña electoral para las elecciones del 22 de septiembre y con un Schröder entregado a su selección, la oposición liderada por el democristiano Edmund Stoiber, miembro del consejo de administración del Bayer de Munich, también ha querido dar muestras de apasionarse con las victorias de la selección teutona. Ambos estuvieron presentes en la final del mundial en Japón que se convirtió en escenario de un nuevo acto de precampaña.

    En Italia, la eliminación ante Corea y las actuaciones arbitrales provocaron una ola de indignación política que llegó al parlamento. En la cámara italiana, todos los partidos políticos desde Refundación Comunista a la Alianza Nacional, solicitaron de forma unánime la dimisión de Franco Carraro, el presidente de la Federación Italiana de Fútbol, por no haber sabido defender los intereses de Italia ante la FIFA. Esta cuestión sirvió también para la batalla entre partidos. Marco Rizzo, portavoz de los comunistas en la Cámara, afirmó que “lo que ha ocurrido en este mundial demuestra la grave inconsistencia de nuestro país en el terreno internacional”. El ex presidente Francesco Cossiga sugirió que Italia abandonase las competiciones internacionales en caso de que no existiesen garantías de la imparcialidad de los árbitros. Y los diputados de Forza Italia, por su parte, concluían que para devolver el orgullo a los italianos era necesario que, como había pasado con el Ministerio de Asuntos Exteriores, el presidente Silvio Berlusconi asumiese el mando de la federación de fútbol.

    Eran muchos los países en los que el fútbol se situaba en primera fila de la escena política. En Corea, con las elecciones previstas para finales de 2002, el presidente Dae-Jung y el candidato opositor Hoy-Chang rivalizaban en los estadios con tal de aumentar su popularidad; mientras que el presidente de la Federación Coreana de Fútbol, también aspirante a la presidencia según la prensa japonesa, aprovechaba a los “red devils”, los famosos aficionados coreanos, como lobby político favorable, en un futuro, a sus intereses. En Rusia, los nacionalistas apelaban, antes del partido contra Japón, a la batalla de Port-Arthur de 1905, una derrota desastrosa de las tropas rusas contra las japonesas, y al conflicto territorial entre ambos países por las islas Kouriles. En Turquía, en un clima de pasión desbordada, se aprovechaba el fútbol como fundamento de la integración de los kurdos en el proyecto nacional turco al mismo tiempo que el gobierno declaraba fiesta nacional el día de la semifinal contra Brasil. En Argentina, la decepción de la eliminación impedía que el fútbol sirviera para tapar las miserias económicas de un país que, como decía Valdano, ya sólo puede depositar sus sueños y sus esperanzas en el tango y el fútbol.

    La dimensión política del fútbol llegaba incluso hasta países que no participaron en el mundial. Bolivia tuvo que retrasar la apertura de sus colegios electorales durante las elecciones generales ante el temor que la retransmisión de la final del mundial por televisión provocase un absentismo general en los centros de votación. En la India, el hecho que la copa del mundo fuese retransmitida por un canal televisivo cuya señal no fue captada por todo el país provocó la protesta del Partido Comunista Indio Marxista que organizó manifestaciones contra las autoridades alegando este motivo. En Israel, el diario derechista Yediot Aharonot publicaba un artículo donde abogaba por una victoria mundialista de un país amigo de Israel entre los cuales citaba a Estados Unidos, Ecuador, México y Costa Rica, aduciendo que el resto de participantes habían cometido algún agravio contra el pueblo judío o el Estado de Israel. El delirio del cronista israelí Shaul Tzedaka llegaba hasta el punto de comentar de la siguiente forma el Alemania-Arabia Saudí de la primera fase: “No nos saben nada mal los ocho goles marcados por los alemanes a los saudís durante el partido que ha enfrentado a los descendientes de nuestros antiguos genocidas con los que hoy sueñan con exterminarnos”. El artículo corroboraba, mientras los tanques israelíes continuaban su ofensiva contra las localidades palestinas, que el fútbol es la continuación de la política por otros medios.


| Inicio |

Otros artículos sobre Educación Física

  www.efdeportes.com/
http://www.efdeportes.com/ · FreeFind
   

revista digital · Año 8 · N° 54 | Buenos Aires, Noviembre 2002  
© 1997-2002 Derechos reservados