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Lecciones aprendidas en Fútbol de Primera:
la zona óptima de funcionamiento del psicólogo

   
Licenciados en Psicología
Especialistas en Psicología del Deporte
(Argentina)
 
 
Lic. Ariel Borensztein
arielb@infovia.com.ar  
Lic. Carlos Giesenow
cgiesenow@terra.com.ar
 

 

 

 

 
Trabajo originalmente presentado en las IIas. Jornadas Internacionales de Ciencias del Deporte, Buenos Aires, noviembre de 2001
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 53 - Octubre de 2002

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Objetivos de la presentación

    Algunos de los objetivos de la siguiente exposición son:

  • Compartir la experiencia que tuvimos trabajando como psicólogos en un equipo de fútbol de Primera División en Argentina.

  • Realizar sugerencias para futuros profesionales y los que ya están insertos en el campo.

  • Plantear algunos puntos de discusión o debate.


Relato de la experiencia

    Fuimos contactados por otro psicólogo del deporte que nos recomendó a un entrenador de un club chico de Primera División. Este equipo estaba luchando por salvarse de descender de categoría al Nacional B. Aunque en el primer encuentro, que fue en su casa, el entrenador parecía interesado en nuestro trabajo, tuvimos la impresión de que no estaba muy seguro sobre el tipo de servicio que podíamos brindar. Por ese motivo durante la reunión le explicamos (rol educativo) las diferentes posibilidades para el trabajo, particularmente el entrenamiento en habilidades psicólogicas/mentales.

    Su demanda inicial estaba relacionada con realizar una especie de diagnóstico (o despistaje) más clínico que deportológico con el objetivo de ayudar o apoyar a los deportistas que pudieran tener problemas (lo que nosotros llamamos, principalmente por la proximidad temporal del hecho, el "efecto Mirko Saric"). En las palabras de él, "quiero que los ayuden a resolver sus problemas, pero no me interesan los chimentos sobre lo que hizo y lo que no hizo, solo quiero que ellos estén bien". Sobre el entrenamiento mental acordamos que lo podíamos ir incorporando paulatinamente al trabajo. Por lo tanto, la puerta de entrada estaba más cercana a lo clínico que a lo deportológico. Este dato se puede tener en cuenta a la hora de desarrollar y presentar futuros proyectos.

    Si bien desde el comienzo fue claro que no habría un acuerdo sobre honorarios, sí tratamos de conseguir un viático, cosa que al final no se obtuvo y esto retrasó nuestro ingreso a la institución aproximadamente un mes. Al respecto, suponemos que quería ver si podíamos establecer nuestro rol dentro del equipo y que quería evaluar nuestro trabajo y la reacción de los jugadores a él.

    Nunca tuvimos una reunión con el resto del cuerpo técnico para presentarnos y explicar objetivos (esto es muy típico en el fútbol). Nos fuimos introduciendo a los demás asistentes (inclusive utileros) por nuestros propios medios.

    Finalmente acordamos ser introducidos ante el equipo durante una concentración con el campeonato ya empezado (esto hizo que la planificación del trabajo fuera más difícil). Después de presentarnos al plantel, haber resaltado la importancia de lo mental para el fútbol y la vida en general, y sin habernos consultado previamente, el entrenador anunció que las reuniones eran optativas, que ningún jugador recibiría sanción alguna por no concurrir a ellas y puso la única condición de que quien empezara una reunión no se podía retirar hasta que finalizara. Inmediatamente un jugador con una importante trayectoria que recién había llegado al club (quien hipotetizábamos podría ser un líder dentro del grupo) y uno de los referentes más importantes del equipo se fueron. Respiramos aliviados cuando nadie más los siguió (aunque también fue un llamado de atención acerca de la ascendencia sobre el plantel de estos supuestos líderes).

    En la primera charla hicimos una presentación sobre lo que es la Psicología del Deporte, sus diferencias con la Psicología Clínica, nuestros objetivos para el trabajo, y los pasos que íbamos a seguir. Explicamos los límites que impone el secreto profesional, clarificamos que éramos concientes que la confianza en nosotros solo se iba a obtener a medida que la relación se desarrollara y que nuestra intención no era ni criticarlos ni juzgarlos. Durante el encuentro aclaramos que la información que nosotros obtuviéramos (sea de entrevistas, tests u observaciones) sería utilizada para ayudarlos a mejorar el rendimiento y pusimos el énfasis en la idea de darles herramientas (de acuerdo con sus necesidades y capacidades) con este mismo fin.

    Esto tenía como objetivos clarificar las metas de nuestro trabajo y bajar la posible sensación de persecución de que estuviéramos ahí para "buscar a los que tenían problemas". Igualmente, resaltamos que conceptualizábamos al deportista como un ser humano integral, y no como una máquina de la que se debe obtener mayor rendimiento. Quizás hubiese sido positivo que el cuerpo técnico se hubiese quedado en esa reunión introductoria, apoyándonos y demostrando el interés y la importancia de nuestro trabajo.

    Acordamos con el entrenador que las reuniones se harían durante las concentraciones. Aunque claramente no era lo ideal no nos quedaron muchas alternativas. Esto tenía varias desventajas: no siempre concentraban los mismos deportistas, las reuniones eran un día antes de la competencia y se podía fomentar la idea de que estábamos para sacarlos del tedio de la concentración (para entretenerlos un rato y no para trabajar realmente) o para actuar como "motivadores" (función que ni era nuestra intención tener ni concordaba con nuestro perfil).

    Los objetivos que establecimos conjuntamente con el entrenador para las reuniones siguientes fueron:

  • establecer rapport y una buena relación de trabajo: que nos conozcan, compartir experiencias.

  • introducir diferentes temas de psicología del deporte: manejo de la ansiedad, concentración, motivación, etc.

  • realizar algunos tests (diseñamos una batería compuesta por tests psicométricos y proyectivos tanto clínicos como deportológicos).

  • observar la dinámica grupal.

    Pese a que, como señalamos, las reuniones eran optativas para los jugadores siempre contamos con una asistencia de más del 70% sobre el total de jugadores concentrados (18 generalmente). Esto tendería a mostrar que los futbolistas están interesados en contar con los aportes de la Psicología del deporte o que simplemente querían quedar bien con el entrenador.

    Sostuvimos entrevistas individuales con casi todos los titulares. También realizamos observación de entrenamientos y seguimientos individuales en competencias. La observación de entrenamientos se vio dificultada por varios motivos: frecuentes cambios en la planificación (por ejemplo, hablábamos el lunes con el entrenador para averiguar donde y a qué hora se realizaría el entrenamiento del jueves y, al volver a hablar el miércoles por la noche, el entrenamiento del día siguiente súbitamente había sido cambiado de la mañana a la tarde) y los predios que utilizaba el club para entrenar quedaban lejos de Capital. Aunque nos dieron un carnet a cada uno para ingresar a la tribuna gratuitamente a ver partidos de local, éste no era válido en los partidos de visitante y varias veces pagamos entrada para asistir.

    A medida que avanzó la temporada los resultados del equipo no fueron los esperados y fuimos otorgados, mediante diferentes excusas, cada vez menos contacto con el equipo, dejando trunca la posibilidad de pasar a la segunda etapa del trabajo. En esta etapa nunca fuimos tomados como una alternativa para colaborar en la mejora del rendimiento ni tampoco nos ofrecimos ni cambiamos nuestros objetivos de trabajo originales.

    Finalmente, el técnico presentó su renuncia, poniendo fin a nuestra relación con el club después de 3 meses y medio de trabajo inestable/discontinuo (hubo semanas que no los vimos, viajes al interior). Rápidamente asumió otro técnico y no fuimos otorgados la posibilidad de despedirnos de los jugadores, ni de continuar el proceso. Sí pudimos realizar un cierre con el entrenador y su ayudante de campo, en la casa del primero, donde se mostraron conformes con el asesoramiento prestado. A lo largo de la experiencia no tuvimos ningún contacto con dirigentes (esto tuvo sus ventajas y desventajas, aunque probablemente más de las primeras).

    Si bien la impresión general es que ocupamos un rol de consultores externos más que de miembros del cuerpo técnico (esto no era nuestra intención original), algunos aportes brindados al equipo fueron los siguientes: [El método de trabajo para algunos de estos aspectos fue mediante charlas y debates consensuar acerca de los siguientes puntos.]

  • trabajo sobre la comunicación en competencia (ejemplo: delanteros que no soportaban malos tratos de los compañeros después de errar un gol; voz de mando en el equipo: en el área el arquero, decidir quien era importante que hablara en cada línea, etc.; la importancia de brindarse aliento y apoyo en todo momento; y la comunicación verbal y gestual desde el banco de suplentes).

  • la importancia del reconocimiento de la falta de concentración en momentos decisivos y el compromiso de revertir la situación, a partir de pautas brindadas durante las reuniones, donde logramos que los jugadores elaboraran una estrategia para mantenerse concentrados durante los partidos.

  • se logró la circulación de la palabra como prolegómeno de la circulación adecuada de la pelota.

  • el cuerpo técnico valoró el aporte otorgado por el motorgrama de distribución de juego, que les posibilitó pensar cambios tácticos.

  • el seguimiento individual de jugadores que confirmaba la impresión subjetiva del cuerpo técnico que ve al equipo completo.

    En términos generales creemos haber dejado una buena impresión sobre las posibilidades de la Psicología del deporte en el ámbito del fútbol. Inferimos esto, entre otros motivos, a partir de los comentarios de algunos de los integrantes del equipo quienes habían tenido experiencias previas negativas y que, sin embargo, terminaron participando activamente en nuestros encuentros.


Percepción de la relación con el equipo

    La recepción a nuestro trabajo por parte del equipo fue despareja. Al respecto, se pueden dividir a los jugadores en cuatro grupos:

  • los colaboradores/receptivos: participaban abiertamente de las reuniones. Dentro de este grupo había tanto jugadores con gran experiencia y líderes dentro del plantel como jugadores juveniles que se estaban ganando un lugar en el equipo.

  • los opositores claros: como los dos que se retiraron y los que dejaron de asistir.

  • opositores encubiertos: los que se "escondían", los que se mostraban colaboradores pero en el fondo no lo eran.

  • los que no se la jugaban y estaban como expectantes.

    La mayor parte de nuestros contactos se realizaron durante las charlas grupales donde tratábamos temas relacionados con el rendimiento deportivo (manejo del estrés y presiones, concentración, comunicación grupal durante los partidos, etc.).

    Mientras que con algunos deportistas la relación era "hola-chau", otros nos saludaban en la platea o en la tribuna durante los partidos. Una vez finalizada nuestra labor, y habiendo cambiado el cuerpo técnico, un jugador con el que trabajamos sufrió una grave lesión, pudimos conseguir su número de teléfono y nos comunicamos con él.


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